08/05/2017 07:22 PM
¿Qué es arte y qué no? ¿Dónde está la línea que separa a una obra de una tomadura de pelo? A tenor por lo ocurrido hace unos días en Escocia, habría que dejar las cosas más claras. La gente confundía una piña comprada en un supermercado con una obra vanguardista. Efímera, eso sí.
La historia comenzó cuando dos estudiantes de 22 años de la Universidad Robert Gordon en Escocia, Ruairi Gray y Lloyd Jack, idearon una broma. Querían intentar hacer pasar una piña de 1 euro como una obra de arte. Los jóvenes dejaron la fruta en la exposición Look Again que tenía lugar en una de las salas de la Universidad.
Cuatro días más tarde regresaron y no podían creérselo. No sólo habían tomado aquella piña como una obra de arte, la habían pasado a su propia vitrina como si fuera un tesoro que había que asegurar ante un posible robo. Según explicaba estos días Gray a varios medios:
Había un stand de arte vacío y decidimos ver cuánto tiempo permanecería allí o si la gente creería que la piña era arte. Cuando regresamos más tarde la habían metido en una vitrina. Creo que es lo más divertido que ha pasado en todo el año, de hecho mi supervisor lo vio y preguntó a un profesor de arte si era real porque no podía creerlo.
Según explica al diario Independent Natalie Kerr, asistente cultural para el festival que organizó la exposición en el centro, ella no pudo ser la que puso la piña en la vitrina porque “soy alérgica a esa fruta”:
Recuerdo que nosotros estábamos moviendo cosas para la exposición y en un momento dado cuando regresamos alguien había puesto la piña en una vitrina. Es un poco misterioso porque la vitrina era pesada y se necesitan varias personas para moverla. En cualquier caso decidimos mantenerlo para mantener el espíritu juguetón del autor.
Sin entrar a valorar si es verdad o no lo que dice la asistente, lo cierto es que este caso se suma a otros muchos similares donde se ha puesto en liza el dudoso concepto que existe sobre lo que es o no arte. Sin ir más lejos el año pasado un joven de 17 años colocó un par de gafas en el suelo del Museo de Arte Moderno en San Francisco.
El resultado fue que la gente lo interpretó en clave de arriesgado elemento vanguardista. El público asistente acudía a ver las gafas en el suelo para tomar fotos mientras otros esperaban en la cola para poder admirar ese oscuro objeto que rompía con todo.
Que se lo digan al gran Pierre Brassau, el enigmático artista que pintaba con “la delicadeza de una bailarina en su pinceladas”, y que finalmente resultó ser un mono
La historia comenzó cuando dos estudiantes de 22 años de la Universidad Robert Gordon en Escocia, Ruairi Gray y Lloyd Jack, idearon una broma. Querían intentar hacer pasar una piña de 1 euro como una obra de arte. Los jóvenes dejaron la fruta en la exposición Look Again que tenía lugar en una de las salas de la Universidad.
Cuatro días más tarde regresaron y no podían creérselo. No sólo habían tomado aquella piña como una obra de arte, la habían pasado a su propia vitrina como si fuera un tesoro que había que asegurar ante un posible robo. Según explicaba estos días Gray a varios medios:
Había un stand de arte vacío y decidimos ver cuánto tiempo permanecería allí o si la gente creería que la piña era arte. Cuando regresamos más tarde la habían metido en una vitrina. Creo que es lo más divertido que ha pasado en todo el año, de hecho mi supervisor lo vio y preguntó a un profesor de arte si era real porque no podía creerlo.
Según explica al diario Independent Natalie Kerr, asistente cultural para el festival que organizó la exposición en el centro, ella no pudo ser la que puso la piña en la vitrina porque “soy alérgica a esa fruta”:
Recuerdo que nosotros estábamos moviendo cosas para la exposición y en un momento dado cuando regresamos alguien había puesto la piña en una vitrina. Es un poco misterioso porque la vitrina era pesada y se necesitan varias personas para moverla. En cualquier caso decidimos mantenerlo para mantener el espíritu juguetón del autor.
Sin entrar a valorar si es verdad o no lo que dice la asistente, lo cierto es que este caso se suma a otros muchos similares donde se ha puesto en liza el dudoso concepto que existe sobre lo que es o no arte. Sin ir más lejos el año pasado un joven de 17 años colocó un par de gafas en el suelo del Museo de Arte Moderno en San Francisco.
El resultado fue que la gente lo interpretó en clave de arriesgado elemento vanguardista. El público asistente acudía a ver las gafas en el suelo para tomar fotos mientras otros esperaban en la cola para poder admirar ese oscuro objeto que rompía con todo.
Que se lo digan al gran Pierre Brassau, el enigmático artista que pintaba con “la delicadeza de una bailarina en su pinceladas”, y que finalmente resultó ser un mono