Ese fue mi segundo reto en el que participaba.
Y antes de mi primer reto no había escrito nada.
A ver qué tal esté otro relato con el que participe creo que hace 6 meses:
A Jeremías Springfield, Jer para los amigos, le parecía estar viviendo un sueño, ni siquiera cuando aquel enorme cohete de 150 metros de altura, el Zeus 4, lo había lanzado junto con el módulo Prometeo hacia la órbita lunar se había sentido así.
Ahora que se había desacoplado del módulo y estaba solo en el Fuego de Prometeo, pensaba en la nueva era espacial que comenzaba en ese 2065, chequeo los sistemas, la fuente de poder mostraba temperatura dentro de lo esperado, el reactor de fusión aunque pequeño hacía que la nave fuera realmente muy pesada, pero era lo único capaz de alimentar el revolucionario motor ideado por él hace 20 años.
Procedió a quemar combustible para alejarse del módulo de mando, después de una hora estaba todo listo y encendió la primera etapa del motor, poco a poco cientos de láseres se fueron activando y cruzándose en un centro en común, dentro de un túnel atras de la cabina donde él se encontraba, espero un momento antes de activar la segunda etapa, tenía que estar seguro que todo estaba correcto.
Soltó el plasma y ya solo faltaba la activación de las microondas de alta energía, no sintió nada a los minutos posteriores a su activación.
—¡Eureka!—exclamó cuando el módulo y el centro de comando le confirmaban que se estaba moviendo y ganando velocidad.
Estaba cumpliendo su sueño, un nuevo renacimiento había empezado, la verdadera conquista del sistema solar, ya no se necesitarian años para viajar, a él mismo le tomaría 6 horas de viaje llegar a su destino: Jupiter.
Estaba absorto en la oscuridad casi total que reinaba afuera de la nave, apenas rota por la mínima luz de alguna estrella, aún le faltaban 2 horas más para poder ver al planeta gigante a simple vista cuando de forma repentina le pareció ver a través de la ventanilla un brillo que empezaba a alargarse cuando desapareció en un santiamén ,observó esto mismo un par de ocasiones más y se preguntó si la manipulación subatómica del motor abarcaba una distancia mayor a la esperada y empezaba a afectar a la cabina y a su cerebro.
El fenómeno volvió a ocurrir pero ahora el brillo formó un anillo,se dió cuenta que no sólo no desapareció sino que iba creciendo más y más, no pudo reaccionar a tiempo y el anillo terminó engullendolo.
No supo bien qué fue lo que pasó, el motor había dejado de funcionar y no se atrevió a tratar de encenderlo de nuevo.
El interior del anillo le pareció exactamente igual a como era antes de entrar: totalmente negro. Aunque se dió cuenta en algún momento que no sentía como si el tiempo pasara, tal vez pasaría siglos ahí adentro y sentiria como si hubieran pasado horas o peor; viviría siglos encerrado mientras que afuera apenas pasarían unos cuantos minutos.
Ceso en sus cavilaciones cuando vió una luz que se acercaba tan rápido que apenas se dió cuenta cuando lo atravesó, lo primero que vió fue un planeta algo lejano pero que podía observar a simple vista, estaba lleno de nubes y una superficie ¿líquida? totalmente verde.
—¡Ni de coña eso era Júpiter—exclamó
Repentinamente un rayo de energía cruzó enfrente de él, luego otro y otro hasta que dió en una nave que vió acercarse a su izquierda, cortandola y haciéndola explotar. Encendió lo más rápido que pudo el motor para largarse de ahí.
—¡mierda!, ¡el maldito motor tardará una hora en alcanzar la máxima velocidad!—se dijo al momento de decidir en quemar de una sola vez todo el combustible químico que tenía.
De improviso una enorme nave se atravesó en su camino, cuando creía que sería su fin, aquella dió un giro y vió que una abertura quedaba enfrente de él, no lo pensó dos veces y se enfiló para entrar en la nave.
Hizo volar la escotilla de emergencia y salió a toda prisa, ni siquiera le pasó por la cabeza el ponerse un traje espacial, todo lo que quería era salir de ahí, aunque algo de frío supo que ahí adentro había una atmósfera respirable y gravedad artificial.
Dió un vistazo a lo que quedaba del fuego de Prometeo, no estaba seguro pero había sentido una fuerza que lo desaceleró al apenas entrar y la gravedad hizo el resto haciéndolo caer y acabar dando volteretas y haciendo pedazos sus años de esfuerzo.
—Hola—dijo— hay alguien en casa— obteniendo solo el silencio obtuvo como respuesta.
Decidió explorar esa nave, no le fue muy difícil ubicarse dentro de la nave, encontró varios carteles con indicaciones en varios idiomas , pero lo que lo llenó de confusión es que también estaba el suyo.
Al fin dió con la sala de controles, o eso decía el cártel de la entrada. Estaba muy lejos de lo que tenía en mente de cómo debía verse una sala de controles.
En primera instancia no se dió cuenta de la mujer que lo observaba con curiosidad desde del centro de la sala.
—¿Cómo llegó aquí?
La pregunta lo sorprendió provocándole un pequeño salto
Seguí las indicaciones de los cárteles que estaban en los pasillos, dijo él mientras se preguntaba cómo demonios es que esos carteles y ella usaban su mismo lenguaje.
Jer aprovecho también para echarle una ojeada a aquel espécimen, tenía una piel azulada y una larga cabellera blanca, usaba algo parecido a lo que podría llamarse pantalones aunque de una tela transparente y aperturas a los lados y eso era todo, iba descalza y creyó contar siete dedos en cada pies, en su parte superior sobresalían tres senos más por su número que por su tamaño y algo caídos aunque con sendos pezones morados que claramente le habían hecho efecto en su cuerpo aunque la mujer no había dado señas de haber notado su erección.
—Madre, estamos jodidas—dijo una joven mujer que aparecía repentinamente de un pasillo un tanto agitada por la carrera recién terminada.
—Ya revisé todo, no hay energía para las armas y solo nos queda combustible para… para… ¿y éste quién es?—dijo ella cuando le echó una mirada al nuevo
—No tengo idea—
—Soy Jer— dijo él tratando de sonar lo más amistoso posible
Estudió a la recién llegada, tenía un cabello blanco y muy corto, su piel era verde, y llevaba un vestido muy corto de doble escote y de vértigo además, los dos escotes dejaban muy poco a la imaginación al mostrar sus dos senos arriba y dos senos abajo, el vestido no alcanzaba a cubrir totalmente su cadera por lo que dejaba al descubierto sus cuatro labios o dos vaginas.
—Soy Pau'San y mi hija es—
—Shesan'la—se apresuró a decir la chica verde
—Entonces estamos jodidas— dijo Pau'San retomando las palabras de su hija,—el comando estelar ya debe de estar dándonos caza y les tomarán dos o tres horas para alcanzarnos y destruirnos.
Jer tragó saliva, al intentar escapar se había metido de lleno en su tumba.
—Probablemente sellé mi destino al intentar por todos los medios, y obtener, el pilotear mi propia creación— dijo para sí Jer.
—Solo nos queda vivir al máximo el tiempo que nos queda
—Te refieres al ritual—le contestó Shensan’la a su madre.
—Así es, el ritual del sexo final—dijo ella, —aunque…
—¿Qué pasa madre?
–Nada, es sólo que nunca probé a un Takar y pues
—No te preocupes madre, su fama es por ser verdaderamente enormes pero la realidad es que tu lengua da más placer que diez Takar al mismo tiempo, dijo Shesan'la para reconfortar a Pau'San.
Jer que no sabía exactamente iba el ritual, sintió que podría ser una experiencia maravillosa y más por las palabras que acaba de oír.
—¿Puedo unirme?—preguntó el.
—¡Claro!— exclamaron ambas al unísono.
Jer recorrió increíblemente rápido la distancia que lo separaba de las mujeres para prendarse del pezón de la teta izquierda de Pau'san mientras que Shesan'la ya estaba haciendo lo propio en la derecha, la textura y se podría decir que el sabor le recordó a la tela.
—Oye Shesan, ¿no sientes un raro sabor de la teta de tu mamá?—
—Hijo despiertate que se te hace tarde para ir al colegio— le contestó ella.
—¡Eeeeeeh—dijo Jer volteando a verla.
—Pau'San, tu hija…
—¡Despiértate hijo!— le contestó ella.
—¿Fue un sueño?— balbuceó Jer medio abriendo los ojos y aún con la almohada en la boca.
—¿Mamá?—aún con somnolencia vió a la mujer que tenía en frente de él.
—Hijo, el colegio, vamos—dijo la mujer
—¿Colegio?, pero… ¿y la…?—
—Pilluelo, ¿qué sueño tenias que esa carpa aún no ha bajado?— dijo su madre echando una mirada a la figura que formaba la sábana que tapaba su erección.
El trato de erguirse y taparla con su manos aunque la veía de un tamaño mayor que no recordaba haber tenido alguna vez.
—Hijo, no trates de cubrirte—le dijo deteniendo sus manos,—eso es totalmente natural, soy tu madre y te vi infinidad de veces desnudo ¿además como crees que naciste?, darás gracias si encuentras una mujer que trague la mitad de las veces que le trague a tu padre.
—¡Mamá!—exclamó él.
—¿Que? y además mira, aún no te baja y no puedes ir así al colegio— dijo ella al momento de quitarse la blusa dejando al descubierto unos enormes pechos, —te voy a hacer lo que le encantaba a tu padre que le hiciera, je las primeras veces pensé que me embarazarla las tetas de tanto que le gustaba.
—¡Noooooo!—gritó Jer, provocando un ruido sordo al caer del sofá.
—Ouch, ¡mierda!—cogió su teléfono que había caído junto con él para ver la hora.
Eran las tres de la mañana, en la tv aún encendida estaba un capítulo de Farscape, su serie favorita de la infancia, se puso de pie y tomó la tablet que se había salvado de caer y reconoció el video: Tabú 16 "Jordi y la mamá que mama".
—Maldita cuarentena— masculló entre dientes mientras apagaba la tv y se iba a la cama.
Te animo a leer mi Legendarium:
LA LEYENDA DEL DEMIURGOS SEGÚN EL LIBRO SAGRADO DEL TETRUM
Desconocemos lo que había antes, si es que algo había. El mito nos dice que él lo dijo y fue hecho, él lo ordenó y fue creado.
El ser supremo Thóssis, dio lugar a los continentes con sus montañas, valles y desiertos. Los océanos, los ríos y los lagos. El cielo con el aire, el viento y las nubes. Tras ello creó la vegetación desde los altos bosques a los verdes prados.
El mundo era un lugar bello, verde y azul, donde el viento agitaba las ramas y en el mar se sucedían tormentas. Pese a ello, Thóssis sentía a su creación vacía de movimiento y vida, ansiaba más, con la ambición que solo un Dios podría permitirse. Sin embargo, debilitado tras el esfuerzo, el dotar de vida y movimiento a toda su creación, se le ocasionó una tarea titánica. Por lo que Thóssis dividió su ser en los cinco Primigenios, utilizando su último aliento para dar vida a los Hijos del Hacedor.
El primero, el Demiurgos, metódico señor del orden. Se encargó de modelar un perfecto mundo inalterable, y tratando de dotar a su creación de movimiento y armonía creó la vida eterna en la tierra.
El segundo Gnossos, señor del conocimiento y la sabiduría dotó a la vida animal de instinto. Pero lo consideró insuficiente, por lo que otorgó el regalo de la inteligencia, dando origen a los humanoides.
El tercero Defessos, señor de la ambición, el coraje, la fuerza y por ende, la guerra. Regaló a los animales el hambre y la caza, creando la divergencia entre herbívoros y carnívoros. Ademas de la caza, a los humanoides, decidió regalarles la violencia, como modo de resolución de los conflictos que se sucedían, cuando estes no eran capaces de solucionarlos con inteligencia.
El cuarto, Labbos, señor del vigor, la artesanía y las artes. Otorgó a los animales cuevas para el refugio, enseñó a los pájaros a hacer sus nidos, a las abejas a hacer colmenas, a las nutrias a construir presas… A los humanoides, mucho más capaces, les otorgó dominio sobre la naturaleza.
Finalmente la quinta hija del Hacedor, Saddas, señora del amor, la familia y la clemencia, trató de compensar la caza y la violencia entregada por su hermano regalando a la creación la preocupación, el cariño y la piedad. Para que se protegieran los unos a los otros con fuertes lazos de amor y tuvieran la capacidad de perdonar llegado el caso. Así nacieron las manadas, los rebaños y las familias.
Sin embargo, Demiurgos, observaba con ira como sus hermanos habían convertido inadvertidamente con sus acciones, su armoniosa creación, en una vorágine sin control. Por ello entró en cólera y como primogénito de Thóssis reclamó para si total obediencia de sus hermanos, autoproclamándose Ordenador Supremo. Estes, indignados ante la evidencia de que habían nacido como iguales, urdieron la «Aniquilación del Primer Primigenio».
Así Gnossos, con sus conocimientos, urdió una conjura con sus hermanos para librarse de la tiranía del Demiurgos. Siguiendo el plan establecido, Labbos, Dios y maestro artesano, fraguó una daga con el metal más puro de su forja. Esta forja emitía tanto calor que debía estar alejada del planeta Égios y que todavía hoy brilla en lo que llamamos Sol, calentando a todos los seres que viven sobre nuestra tierra. Luego sumergió la hoja en el gran océano para templarla adecuadamente, dejando en el proceso el mar salado para la eternidad. Una vez acabada la daga, Defessos, el más poderoso de los cinco hermanos empuño un arma capaz de arrebatar la vida a una Deidad.
Debido a la confianza ciega que el Demiurgos tenía hacia Saddas (pues con su aportación a la vida había frenado, al menos mínimamente, el caos), el papel otorgado a esta fue el de atraerlo a la trampa que Gnossos había diseñado. Esta fue la traición que más daño provoco al Demiurgos, descubriéndose así el dolor. Solo y acorralado ante Defessos, fue apuñalado y descuartizado, y sus restos repartidos por todos los confines.
No obstante, por su infinito amor y siendo consciente de su error, Saddas descubrió la tristeza y decidió buscar todos los pedazos del Demiurgos en un esfuerzo por reconstruirlo. Ante la ausencia de algunas partes de su cuerpo, las sustituyó por otras de humanoides y animales. A pesar de ello, una de las partes más importantes no aparecía, su corazón. Por ello o por la traición sufrida, el Demiurgos restaurado, en nada se parecía a lo que había sido el ordenador supremo.
Era su antítesis, era el caos y por ende, el caos comenzó a vagar por la tierra.
La vida se daba caza desde la aparición de Defessos, pero no había muerte, los animales se recuperaban de sus heridas y continuaban su camino. Igualmente los humanoides tenían choques violentos, pero no había consecuencias permanentes. Todo cambio con la caída del Demiurgos, animales y humanoides comenzaron a morir, y los seres a los que Demiurgos no era capaz de llevarse con su caos, se iban corrompiendo con el tiempo, la vejez asolaba a todas las criaturas. Saddas, viéndose responsable ante las consecuencias de la venganza del Demiurgos y buscando una manera de compensar todo el caos que ahora este generaba, otorgó la posibilidad de replicarse a humanoides y animales siguiendo un modelo parecido al que había creado Thóssis con la vegetación. La reproducción. Así las manadas y familias adquirieron una nueva dimensión con crías que se unían para continuar el legado de sus progenitores, que se desgastaban con los años o caían víctimas de la ahora tan temida caza.
Pese a todo el artificio de Saddas, no era suficiente para detener al Demiurgos cuyo caos se extendía con contundencia. Así Saddas, ante el peligro de condenar para siempre a toda la vida, suplicó a sus hermanos para detenerlo. Esta vez, ante la imposibilidad de matar a un ser sin corazón, decidieron encerrarlo.
De nuevo Gnossos urdió el plan, Labbos crearía una enorme cárcel para contener a la muerte, la Luna. Defessos, con su enorme poder de combate, acorraló al Demiurgos en la prisión.
El Demiurgos había sido confinado. No obstante, no completamente. Todavía tenía un vinculo con el exterior, su corazón seguía desaparecido. Entonces la brillante luna, comenzó a menguar con el paso de los días hasta desaparecer completamente, liberando al Demiurgos. Saddas, con su poder, hizo que la prisión renaciera una y otra vez. Así, durante la luna llena el Demiurgos se encuentra confinado y es por ello, cuando Saddas consigue extender más su influjo, siendo el día más fértil para todas las criaturas. Cuando la luna empieza a menguar, el Demiurgos comienza a proyectar su sombra y el caos sobre la tierra. Pero para mayor desgracia, cuando esta completamente oculta, el Demiurgos camina directamente sobre la superficie… arrastrando y cosiendo las vidas directamente sobre su manto de almas.
Igualmente, la entropia del Demiurgos, como si de una maldición se tratara, comenzó a afectar a los otros primigenios. Gnossos comenzó a ser devorado por la curiosidad y el apetito de la curiosidad es insaciable, teniendo que alimentarla continuamente a riesgo de su propio ser. Así nacía la paradoja de Gnossos, si algún día consiguiese saciar su curiosidad con todos los saberes, ese mismo día moriría, sin nada más para alimentarse.
La guerra, para desgracia de Defessos, dejo de ser considerada como un juego por los hombres, cada vida perdida era pues una tragedia. La paz trastornaba a Defessos, puesto que se alimentaba de la violencia, sin embargo si alentaba a los hombres a la guerra, solo los conduciría al abrigo del Demiurgos. Esta fue la paradoja perpetua a la que Defessos se vio condenado.
El castigo de Saddas por la traición a Demiurgos, fue contemplar como todos los seres sufrían por sus perdidas. Pero no solo eso, Saddas fue la única ajena al caos, ella sería el último ser en morir, así contemplaría en un último suspiro amargo el destino de toda la creación.
Pero si hubo un suceso que conmociono a todo el sistema Ensinis, fue que Labbos observó impotente como la forja eterna del sol comenzaba a apagarse. Al igual que todo, se moría, enfriando la tierra hasta congelarla. Así Labbos comenzó a alimentar la forja día tras día, pero no era suficiente. Para tratar de contener el problema, decidió esforzarse para sobrealimentarla a intervalos, y entrando en letargo entre tanto. De este modo nacían las dos primeras estaciones de Egios, Verano e Invierno.
Saddas por su parte, pese a su influjo para compensar la muerte, contempló como cuando la forja del sol perdía fuerza por el descanso de Labbos, al verano le seguía una época donde la naturaleza se apagaba poco a poco, pero donde la temperatura todavía era estable, la lenta muerte de la vegetación, el Otoño. Tras el cual, el duro Invierno de la forja bajo mínimos, condenaba a gran parte de la vida existente. Para compensar el desequilibrio, decidió impulsar el renacimiento coincidiendo con el despertar de Labbos de su letargo. Así al final de cada Invierno, nació la primavera, el florecimiento de Saddas.
De este modo, la muerte ya no era la consecuencia irremediable a la que se había abocado toda la creación, puesto que ahora la vida equilibraba la balanza, aprovechando sus oportunidades y creando nuevas generaciones que reemplazan a las caídas en el abrazo del Demiurgos.
Antaño, supremo ordenador, hacedor de vida. Hogaño, corrupción suprema, dador de muerte.