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Full Version: Reto Final 22: El cuentista
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En la Isla del Vigilante había dos personas peculiares.
Una era la condesa Hofhenson que vivía aislada en una gran mansión apartada de la aldea. Un muchacho curioso se había arriesgado a espiar el interior de la casa una vez. Subiendo a uno de los árboles de la entrada, observó sentado en la gruesa rama. La ventana del segundo piso permitía ver una habitación con las paredes llenas de pequeños espejos. La historia de semejante colección intrigaba a todos, pero el aislamiento de la condesa evitaba que se supiera algo. Y un día después de aquella primera inspección, el árbol fue derribado.
La segunda persona era Tomo Hogan.
Ningún hombres sabía contar la historia de la isla como Tom Hogan. Sentado junto a la chimenea, con su barba blanca de la que brotaba una pipa siempre encendida durante sus cuentos. A muchas familias no les hubiera gustado que sus hijos estuvieran cerca del anciano, pero la de Lakiv no era de la isla y las supersticiones no significaban mucho para ellos. Además, se estaban quedando frente a su casa y no era inusual que el niño le llevara viandas al hombre.
—Siempre está ahí, al otro lado del río. El bosque ha estado en esta isla desde mucho antes que la habitáramos. Y seguirá aquí cuando ya no estemos. Lo llamamos Blackwood porque así se llamó su primer heraldo, el hombre que registró los primeros incidentes por escrito. El libro que guardaba sus palabras fue destruido por el consejo hace mucho. Pero hay una copia aquí —dijo tocándose la sien con un dedo calloso.
Dio una pitada a su pipa y miró las llamas que danzaban en la chimenea, proyectando monstruosas figuras alrededor del cuarto. Casi parecía a gusto entre aquellos seres irreales.
—Todo el oeste de la isla está ocupado por el bosque. Un observador constante de lo que sucede al otro lado del río. Cualquiera que haya tratado de cruzar sus fronteras no volvió a ser visto. Por eso ya nadie se atreve siquiera a cruzar el río, pese a que lo primero que haya del otro lado sea un campo de flores.
—¿Y por qué no van muchas personas juntas al bosque?
Tom dejó escapar una risotada que casi derriba de espaldas a Lakiv. La madera del suelo chillaba con cada movimiento de su cuerpo.
—Se ha intentado. Partidas de rescate enteras sufrieron la misma suerte que las personas a las que debían rescatar. Cada una más numerosa que la anterior… Hasta que un día se terminaron.
—Yo solo era un niño en aquel entonces. Pero lo recuerdo bien. También recuerdo como se veían personas extrañas merodeando los límites del bosque. No eran de la aldea, no. Nunca los vi tratando de escapar. Más bien estaban… Vigilando.
—¿Vigilando?
—Bueno, alguien tiene que evitar que los desaparecidos regresen. Sí, estoy seguro que si no fuera por estos encapuchados, los desaparecidos podrían haber regresado. Pero…
Tom se inclinó hacia adelante. Una cortina de humo le cubrió el rostro por unos instantes.
—¿Habríamos querido que regresaran?
—¿Qué quieres decir?
—No dejan que quienes han penetrado en los secretos del bosque lo abandonen.
Algo en sus ojos se volvió escurridizo y Lakiv no pudo descifrar de qué se trataba. El anciano pareció sumirse en sus propias reflexiones, pero sin detener la historia.
—¿Qué podría venir con ellos? Adherido a sus cuerpos e imperceptible a los ojos.
Tom miró las llamas de la chimenea de nuevo.
—Aquí hasta hablar del bosque Blackwood es peligroso. Todos temen que el solo recordar nuestra historia con él haga… germinar algo en el cerebro. Algo que guié al bosque directo hasta el que traiga esos horrores de vuelta.
La mirada del anciano parecía distante, como si su mente vagara en algún lugar lejano. Lakiv podía sentirlo, él siempre había tenido una capacidad especial para percibir las emociones de otras personas. En ocasiones era como si viera la realidad desde los ojos de otros. Había compartido esto con sus padres, pero ellos redujeron el asunto a imaginaciones infantiles. Sin embargo, las percepciones todavía lo asaltaban.
—Siempre nos observa. Y aunque haya pasado tanto tiempo, el pueblo, la isla entera, mantiene el temor reverente. Pero nadie se va. La tierra es fértil, la pesca es buena y todo se mantiene en orden siempre que nadie cruce el río. No ganaríamos nada si nos fuéramos. Hay algo en la tierra. Y nosotros hemos echado raíces en ella.
Una gran mano nudosa le despeinó la cabeza al niño que cerró los ojos bajo su peso. Su repentina actitud contrastaba con el ambiente previo. Como si el anciano tratara de volver el entorno más ameno.
—Pero tu familia no es de aquí. No tiene lazos con la tierra y pronto se irán. Así que mejor no me hagas caso. No sé por qué dije tantas tonterías hace un momento.
En efecto, ellos solo estarían en la isla hasta que su padre, un médico del continente, terminará el trabajo que estaba realizando. Para él, eran unas vacaciones lejos de las multitudes y ajetreos tan comunes en la ciudad. Un respiro de la apabullante vida urbana. Sin embargo, en ese momento tuvo la sensación de que sí Tom fuera capaz de sacarlos de la isla en un barco de regreso al continente, lo habría hecho.
Quería preguntarle sobre ese cambio de actitud, pero su madre lo llamó desde la ventana y supo que era hora de irse. Se despidió de Tom deseándole una buena noche de descanso, pero él no respondió. Sus ojos miraban por la ventana, más allá del río, en dirección al bosque cuyo nombre el niño acababa de aprender.


2


La lluvia caía con pesadez. Podía oír las gotas estrellándose contra su capucha en una sucesión de hipnóticos golpeteos. Lo rodeaba la oscuridad primigenia de un entorno donde el hombre nunca había entrado. Y si lo había hecho, esa inmensidad salvaje y fértil había devorado todo rastro de su presencia, perdiéndola en un sueño muy lejano. Los árboles eran gruesos y repletos de nudos que formaban complicados diseños: semejaban rostros y figuras cuya comprensión hubiera requerido un momento de quietud. Y eso era algo que no podía permitirse.
A su alrededor ardían las lámparas de aceite de los demás miembros del equipo de búsqueda. Apenas permitían un atisbo de lo que los rodeaba, pero con eso tendría que bastar. Por encima de la lluvia se hacían oír los gritos que llamaban a los desaparecidos. No había respuesta.
La comodidad del hogar se hallaba tan cerca. Solo unos pasos para salir del bosque, cruzar el campo de flores y luego el río. Pero nadie daría el primer paso. Al contrario, seguirían con esa misión que sabían inútil. Él no buscaba a nadie en particular, al contrario, los que amaba se encontraban seguros en la aldea.
Derrick era un hombre fuerte. Muchas veces las miradas se habían posado en él cuando se pedían voluntarios. La última vez fue una demanda tan penetrante la que vio en los ojos de sus vecinos que no pudo negarse. Casi lo elevaban a la categoría de héroe, aunque para él sería más un mártir.
Algo paso volando sobre su cabeza. Lo hizo a gran velocidad, en un penetrante zumbido. En vano movió su linterna hacia arriba examinando las sombras. Sus ojos humanos nunca podrían leer lo que sucedía entre las espesas ramas. Regresó su atención al suelo en dónde al menos podía moverse.
Las luces de las demás linternas habían desaparecido.
Los gritos silenciados en el vaho blanquecino que se derramaba entre los troncos.
Estaba solo.
Las garras del miedo se hundieron en su pecho y un escalofrío recorrió su espalda. Giró en todas direcciones buscando indicios de compañía, pero solo encontraba más de esa oscuridad que enlutaba el bosque. La lámpara chillaba antes sus bruscos movimientos, proyectando su luz mortecina contra un enemigo impenetrable. 
Llamó a grandes voces, pero sus palabras eran devoradas por la primigenia vegetación. Correr fue la única alternativa que su mente encontró y así lo hizo.  El terreno era accidentado, con raíces que sobresalían de la tierra o grandes rocas ocultas en la hierba. Estaba seguro de que avanzaba en la misma dirección de la que había venido, no debería tardar en salir del bosque.
Pero tras lo que debieron ser diez minutos de huida, parecía no haberse movido de donde estaba. Seguía rodeado por la misma soledad silenciosa y desoladora. O eso pensó al principio. Sus ojos, que comenzaban a ajustarse al luto de la noche, descubrieron una serie de cambios en las formas de los troncos, ahora retorcidas en garras quiméricas. En las cortezas brotaban hongos ulcerosos que supuraban un líquido rojizo, dando la impresión de que los árboles sangraban. El aire también se volvió más denso, y en él viajaban los efluvios de aguas estancadas en alguna parte del bosque. Se cubrió el rostro con un brazo para evitarlos.
Algo volvió a pasar por encima de su cabeza, pero  esta vez más cerca. Era un zumbido monstruoso que provenía desde la bóveda de hojas tumultuosas. Y algo más. Pudo oír un llanto que lo acompañaba. Un llanto de mujer, inconsolable y carente de esperanzas.
La confusión fue tal que llevó a Derrick de regreso a su juventud. Años antes de que se instalaran en la isla. Trabajaba en los muelles de Grydveil, una ciudad siempre cubierta por la bruma del mar. En las sombrías tabernas solían contarse historias. Una en particular se llamaba la Taberna de los Retos. Diversos personajes se reunían en ella para contar historias bajo la protección de máscaras y nombres falsos. Se contaban cosas de distintas partes del mundo, rumores y sucesos de los que no podía hablarse en público. Criaturas misteriosas, lugares malditos, seres que se movían entre mundos para consumirlos, amores trágicos que levaban a la locura.
Uno de estos narradores habló una vez de un viejo códice que contenía más historias que las que la taberna podría reunir en todos sus años de existencia. El Acipe aisatnaf, que entre sus páginas contenía muchos secretos del mundo. Uno de estos hablaba sobre mundos que se movían paralelos al suyo, pero que eventualmente llegaban a colisionar. Cuando esto pasaba, la realidad misma era desgarrada y por las fisuras se arrastraban toda clase de horrores.
A su derecha, algo enorme se movió, reptando como una serpiente y bufando como un buey. No quería creerlo, pero lo que estaba sucediendo solo le recordaba a las palabras de aquel narrador. Parecía estar dentro de una pesadilla.
El suelo bajo sus pies desapareció y él cayó. En su prisa no se había percatado del barranco que se abría ante él. Rodó a gran velocidad, con las piedras moliendo su cuerpo y las raíces arañando su rostro. Soltó la lámpara y la escuchó estrellándose en algún sitio.
Se incorporó adolorido y gimiente, temeroso de abrir los ojos para enfrentarse a la oscuridad sin una luz. Cuando todo dejó de darle vueltas se atrevió a hacerlo. Y grande fue su sorpresa al encontrarse con una luz rojiza brotando al otro lado de unos arbustos.
No era común y, por lo tanto, no aliviaba sus temores a la noche, sino que los reemplazaba con el miedo a esta nueva manifestación de los poderes del bosque. Sin embargo, era llamado a ese lugar, podía sentirlo. Una fuerza desconocida se adueñó de él y dirigió sus pasos en esa dirección.
Las hojas eran afiladas y causaron algunos cortes en sus dedos, pero no le importó. No al ver lo que yacía del otro lado. Un claro cercado por aquellos deformes árboles. Ocupado en su mayor parte por un lago rojo y resplandeciente. Una luna sangrienta se alzaba por encima de este, derramando sus pegajosos destellos sobre las aguas. La luz emanaba de estas, pero pronto comprendió que no era agua. No solo eran más densas, casi gelatinosas, sino que brotaban del aire. Tres largos desgarros, como dejados por las zarpas de una bestia, flotaban a varios metros de la superficie. Y por ellos se derramaba la extraña substancia.
Una visión incomprensible, enloquecedora. La realidad misma se desangraba por aquellas heridas. O tal vez aquello no era más que un sueño delirante de su mente. Llevado al extremo esa noche, corría como un loco delirante en el bosque, perdiéndose en el mismo sitio que los demás desaparecidos.
Antes de que pudiera decidir que estaba pasando, el zumbido de antes volvió a oírse, pero multiplicado. Y de la misma forma los llantos. Distinguió por el rabillo del ojo unas figuras que surgían del bosque y volaban hasta las orillas del lago. Cuerpos largos y estilizados de libélulas gigantes, de color bronce y con tórax enjoyados. Sin embargo, en lugar de las cabezas de insectos, tenían pálidos rostros de mujeres, con largas cabelleras negras que rozaban la superficie del lago. Una expresión de angustia consumía esos rostros que gemían desesperados.
Pensaba en escapar, la idea fija en su mente. Pero se quedó dónde estaba y empezó a gritar, no de horror, sino para llamar la atención de aquellos seres deformes. No sabía nada, solo que su garganta parecía haber ganado una consciencia propia y la firme voluntad de conducirlo a la ruina.
La más cercana de las criaturas se lanzó hacia él con la boca abierta y exhibiendo una serie de afilados colmillos. 
Ya veía su final como inminente. Un brillo metálico pasó volando por encima de su hombro y se hundió en el rostro de la criatura. Se desplomó en la tierra, todavía moviendo sus alas y larga cola. Pero los llantos se habían detenido.
Derrick sintió algo tirando del cuello de su camisa mientras su garganta enmudecía. Una fuerza que lo arrastró por el bosque, alejándolo del lago y de las libélulas. Una brigada de zumbidos ardía en las copas de los árboles, estremecidas por el batir de una infinidad de alas.
Uno de esos seres alados se arrojó contra él desde las alturas, pero la misma fuerza que lo arrastraba dio un rápido giro. Alcanzó a ver otro brillo metálico seguido del cuerpo de la libélula siendo cortado en pedazos. En medio de esos movimientos distinguió lo que lo estaba salvando. Un largo brazo humano que se desprendía de una masa de niebla. Esta se movía entre los árboles con la agilidad de un ciervo.
La persecución concluyó cuando Derrick fue arrojado dentro de un cubil de piedra y hiedra. A su espalda fue cerrada una puerta y contra esa se materializó una silueta humana. Sobre su rostro traía una máscara de gas que ocultaba sus rasgos.  Llevaba una linterna que emitía una luz violácea y una capa de color borgoña. Por la capucha se deslizaban mechones de cabello negro. En una mano llevaba una larga y afilada aguja que llevó contra el filtro de la máscara. Con un siseo le indicó que guardara silencio.
Él obedeció, mientras el cubil en el que se hallaban se vio abordado por un torrente de zumbidos. Eran tantos y tan fuertes que parecía que harían caer las paredes. Pero no se detuvieron, sino que siguieron de largo.
Fueron unos instantes que le parecieron eternos, pero concluyeron.
La calma volvió poco a poco. Apenas se recuperaba del impacto cuando una voz de mujer le habló. 
—Nunca debiste entrar a este bosque.
—¿Quién eres?¿Qué está pasando? —preguntó confundido.
—Tú lo viste. Este bosque es una puerta a otro mundo.
—Pero ¿Por qué pasa esto?
La mujer no parecía estar prestándole atención. Al contrario, parecía reflexionar en cosas poco gratas.
—Debieron dejar de mandar gente. Un momento…
Su interlocutora pareció notar algo en Derrick. Se inclinó sobre él y lo sujetó del cuello. Su agarre era firme y capaz de quebrarle el cuello. Desde los cristales de su máscara llegaba un frío destello.
—Tú no estás solo. Hay alguien contigo.
Derrick no comprendía de qué hablaba, pero no encontraba la fuerza para poner sus dudas en preguntas claras.
—¿Qué?
—Unos ojos detrás de los tuyos. Alguien está viendo lo mismo que tú.
—¿Mis ojos?
—¿Quién eres? —ordenó la mujer.
La voz brotó de la boca de Derrick. Pero no le pertenecía a él.
—Lakiv.
Era la voz de un niño. Una voz que no podía reconocer, pero que venía de él. Sus dedos se retorcieron en la tierra dejando surcos. 
—¿Quién te habló del bosque?
—Tom Hogan.
—¿Tom Hogan? —preguntó Derrick asustado—. El hijo del herrero. Pero si solo es un bebé ¿Qué tienen que ver ellos con esto?
La mujer parecía haberse vuelto indiferente al aldeano. Solo prestaba atención a la voz del niño.
—Al hablarte de lo que sucede en este bosque, Tom dejó tu mente susceptible a su influjo. No debió ser intencional. Pocas personas la sensibilidad que tú tienes. Tierra fértil para lo que sucede aquí.
La mujer observó a través de los cristales de la máscara y a través de los ojos de Derrick. Parecía muy intrigada por lo que acababa de descubrir. Una anomalía que parecía querer diseccionar con la mirada. Aunque se dirigía al niño, Derrick sintió que él podía caer en el fuego cruzado.
—¿Qué hay de mí? —intervino suplicante.
Ella se irguió como una torre ante el aldeano, imponente e inalterable. Supo que ahora se estaba dirigiendo a él. Una fría determinación ardía en los cristales de la máscara. La misma determinación residía en su voz.
—Tú cuerpo ya ha sido alcanzado por el bosque —dijo la mujer mientras alzaba una mano sobre el hombre.
—¿Qué dices? —preguntó con la mirada clavada en la sombra de cinco dedos sobre su pecho.
Pero antes de que Derrick pudiera agregar más sintió que su cuerpo se paralizaba. Los miembros se reblandecían bajo la mano de la mujer. Se disolvían en un siseo. Carne y hueso convirtiéndose en volutas de humo que se alzaron hasta la palma de la mujer. Sus ropas quedaron desparramadas en el suelo. Ella cerró su mano con suavidad y al abrirla sujetaba un pequeño espejo.
Observó el reflejo que aparecía en este. Derrick permanecía ante ella, detenido en el tiempo, casi rebotando en el marco dorado. Una sombra se movía tras él, pero fue volviéndose cada vez más pequeña hasta ser solo una mosca y luego una manchita. Hasta que desapareció. La entidad que había estado viendo a través de los ojos del aldeano había regresado al sitio del que venía.
La mujer tomó un saco que colgaba de su cintura. Lo desató exhibiendo más espejos similares. Con cuidado depositó su más reciente creación junto a las demás.


3


Lakiv se despertó cuando un escalofrío, indiferente a las gruesas sabanas, invadió su cuerpo. Se incorporó en la cama y se rodeó con los brazos para frotarse y entrar en calor. La sensación era desagradable y no se iba. Pensó en sacar un abrigo del baúl y dormir con este puesto. Despertar cubierto en sudor hubiera sido mejor que soportar ese repentino frío que se pegaba a sus huesos.
Miró por la ventana para asegurarse de que estaba en un lugar conocido. Cabañas de madera, espaciosas en su mayoría, muchas con balcones, alféizares llenos de flores y porches con barandas finamente talladas. Cercas de pierda delimitaban algunas propiedades, pero no eran frecuentes. Las cabañas parecían derramarse por el escalonado terreno, unidas por escaleras de piedra que serpenteaban entre la verde hierba. La luz de la runa hacía resplandecer los puntiagudos techos y chimeneas.
Estaba en la aldea.
Pero el sueño fue tan real y horrible que solo podía pensar en él.  Quería creer que era por las historias de Tom, pero los detalles más perturbadores no formaban parte de lo que el anciano había referido. Y él nunca había soñado con cosas como aquellas.
La mujer con la máscara de gas.
Había algo en ella que lo había atraído irremediablemente. Y no era solo su voz, sino que irradiaba de su sola presencia para entrar por los ojos y adueñarse de su interior. Incluso en ese momento seguía viéndola, como un reflejo congelado en el espejo de su memoria. Algo de lo que no podía alejarse.
Desvió la mirada hacia la ventana de nuevo y entonces lo vio. Una espesa niebla se deslizaba desde el bosque Blackwood y avanzaba hasta la orilla del río. Algo en esas emanaciones lo ponía nervioso. No tenía sentido, pero sabía que esa era la razón de sus crecientes escalofríos.
El silencio reinaba en esa noche de una manera antinatural, ni las aves nocturnas, ni el viento, ni los insectos. Era como si todo en la naturaleza estuviera aguardando algo. Y él, al despertarse, se había vuelto parte del auditorio. Por eso supo que no cerraría la ventana, ni se cubriría bajo las sabanas.
El brazo surgió de entre los árboles, más largos que las aspas de un molino. Rematado en una mano de cinco dedos tan filosos como garras. La cabeza lo siguió, una masa en forma de gota, con el extremo más gordo hacia adelante, bamboleándose como péndulo. No podía verse ningún rasgo en esta, ni siquiera ojos. Un segundo brazo igual al primero apareció para sumarse a esa procesión de horrores. El torso era humano, pero negro como brea viva. Parecía humano, pero con la piel pegada a los huesos.
Lakiv quedó paralizado ante la horrible visión que se deslizaba en la niebla, sobre el campo de flores. Ni un solo sonido emanó de la criatura, ni siquiera cuando cruzó el río sin dificultad. Ahora estaba a escasos pasos de su ventana, cubriendo la luna con su enorme cuerpo.
Su corazón se detuvo ante los movimientos retorcidos de la criatura. No importaba lo que fuera, su sola presencia atentaba contra todas las seguridades de su mundo infantil. Quería gritar, despertar a todos y advertirles, pero no podía abandonar su posición de vigía.
El aroma putrefacto del monstruo se coló por la ventana, como si un estercolero andante se estuviera rodeando la casa. Pero lo importante era que no iba por él. Tal vez no se había percatado de su presencia, o algo más lo estaba atrayendo. Comprendió que era lo segundo cuando la criatura rodeó la casa de Tom Hogand.
Los largos miembros traseros rodearon la sencilla vivienda, uno a cada lado, casi como si la estuvieran aferrando. Las “manos” hicieron lo mismo a los costados de la casa. La cabeza se balanceó sobre el techo por varios segundos antes de que un pliegue de carne, oculto hasta ese momento, se abriera en toda su extensión. Una boca de una sanguijuela, repleta de círculos de colmillos que relucían como puñales bajo la luna, se posó sobre el techo.
Por primera vez un sonido se hizo oír en la noche. El sonido del monstruo succionando. Fue entonces que Lakiv se desmayó sobre su cama para no despertar hasta el día siguiente.
Al principio estaba convencido de que todo había sido solo un sueño, rogaba que lo fuera. Nada delataba la excursión nocturna de la criatura, ninguna marca en el suelo y ni rastro de ese horrendo aroma. Ni sus padres ni su hermano mencionaron el tema, indicando que solo él había atestiguado la aparición.
Una hora después descubriría que Tom Hogand había muerto durante la noche.
Bueno, segundo relato del reto, vamos rápido a pesar de la ampliación del plazo. En este caso tenemos un relato de terror fantástico, al estilo de las novelas de Stephen King, con toques de cuento de hadas siniestro, algo que me gusta, es un punto de originalidad en el autor. La tensión va creciendo durante toda la aventura hasta concluir en un final, no por esperado, menos sorprendente. Quizás nos falte saber de qué modo la entidad del bosque ha logrado atravesar la "marea del tiempo" para llevar a cabo su ataque.
Como crítica apuntar que hay un par de errores ortográficos (y gramaticales) en el texto que me han sacado del relato, pero que no hacen incomprensible el relato.
Buena suerte en el reto v
Me gusto el cuento. Una historia de terror concierto toque a cuentos de hadas, aunque no capto que es lo que me da esta vibra, está ahí. El resultado me parece interesante y quedaron muchas cosas que me hubiera gustado ver más, pero esa es parte de la gracia del relato, o a mi me lo pareció. También creo que la transición del sueño es muy buena, o sea, no se siente como un sueño, parece solo un cambio de narrador y por eso la revelación más adelante es muy buena. Me dieron escalofrios en algunas partes cuando describes a los monstruos y la manera en la que se están cruzando a este mundo. Ah y supongo que fue como un salto al pasado porque dice que Tom era un bebé en ese momento, pero igual no supe qué papel tenía ella y por qué coleccionaba humanos?? Me encantan las descripciones del bosque y los personajes que manejaste aquí.
Éxito en el reto.
Bueno pues hemos llegado a mi tercer relato en el reto y ha sido, con diferencia, el más complejo de leer. Con sensaciones encontradas, aunque creo que las positivas ganan con claridad a las negativas.

¿Por cuáles empiezo?

Vamos con las malas, que no sé si voy a ser capaz de expresar, pues sobre todo se refieren más a una sensación que a hechos irrevocables.
Tengo la impresión que el relato ha sido obra de un escritor en ciernes. Luego elogiaré la obra, que como verá el autor me ha gustado mucho, pero como dije voy a empezar con lo negativo. Muchas expresiones me han resultado extrañas de leer, enrevesadas, sincopadas y, en algunos casos, he visto el uso de los tiempos verbales un poco bizarro, aunque no del todo erróneo, algunos ejemplos:

Cualquiera que haya tratado de cruzar sus fronteras no volvió a ser visto” – esta frase se me hace rara de leer. Yo hubiese escrito algo como “todo aquel que intentó cruzar sus fronteras no volvió a ser visto”.

O esta otra: “pese a que lo primero que haya del otro lado sea un campo de flores” – ese “que haya” me suena muy mal, sinceramente.

Luego he visto algunos errores de acentuación, nada que con una revisión más concienzuda no hubiese podido evitarse, ejemplos:

de que sí Tom fuera capaz” – ese “si” va sin acento.

Algo que guié al bosque directo” – “guie”, sin acento.

Algo paso volando sobre su cabeza” – pasó, con acento.

Ahora pasemos a las cosas buenas, que abundan. ¡Pero antes de que se me olvide hago un inciso y quiero que sepas que ese “Acipe aisatnaf” es una referencia al foro que no se me ha escapado eh!

Lo dicho, lo bueno: Pedazo de material, imaginación buenísima, grandísima ambientación. Esta historia si la pules es tremenda. Desde mi punto de vista le tienes que dar un buen repaso y te queda una historia que ya me hubiese gustado a mí haberla escrito alguna vez.
No tengo dudas, este relato, bien pulido, es de diez. De los que siempre me han gustado leer.
No entiendo muy bien el final, ni tampoco el papel que desempeña en todo este misterio la condesa (que por lo que he entendido es la mujer con la máscara de gas). Esta parte me ha resultado confusa, pero aun así la acepto de buen grado. A mi cuando me bombardean con ideas originales me tienen ganado. 
Muy bien.
Por esto vale la pena el foro; casi siempre hay una joyita en cada reto, premio por los muchos años que llevamos practicando aquí.

Y bien, vaya historia, muy lograda; al final casi tenía que sujetarme al escritorio por la tensión. Hoy en día no es fácil que un relato de terror consiga eso. Y es que el camino de inmersión es un acierto tras otro. Primero la introducción natural, no tan pretenciosa, inocente, sin manifestar aún a los monstruos de pesadilla: un par de extravagantes en una lejana isla. Una cómoda isla de hecho, con sus aldeanos, su clima pesquero, vida tranquila mas no aburrida, pues la fantasía está a la vuelta de la esquina (cruzando el río en realidad)... Y luego,, poco a poco, ¡bum!, puro terror cósmico invadiendo la seguridad del mundo humano.

Cabe mencionar el anciano Tom no sólo sirve para introducir la historia del bosque, sino que tiene un arco que cumplir. Bien ahí.
No tan bien que al final no sepamos nada de la mujer/niebla con brazo humano o los malditos espejos.

Otra cosa a mencionar es que la magia, durante la mayor parte del relato, es sutil. Cierto que al final se revela en toda su incomprensible plenitud, pero al menos mientras permanece oculta, esta magia es un misterio a meno que te va llamando al interior del relato.

En fin, vamos con todo, para que no digan que no lo estamos intentando.
Voy comentando mi primer relato del reto. Vamos allá que ha empezado bien la cosa.

Me parece que alguien quería despedirse del foro recurriendo a su género favorito, el terror fantástico, y eso me parece genial porque va a dar variedad temática al reto. Siendo precisos al principio la carga narrativa se me hizo un poco densa, porque como ha dicho Pafman, hay frases un poco extrañas, pero también porque hay muy poco diálogo. Hay que ser muy buen narrador para conseguir mantener al lector atrapado con tanta descripción y un avance tan lento de la historia. Conmigo lo conseguiste por los pelos, y me alegro que lo consiguieras porque también es cierto que cuando se avanza un poco en la historia consigues generar cierta intriga que recompensa la paciencia.

A nivel descriptivo también has conseguido crear una atmósfera muy visual todo el rato y eso a mí es lo que más me ha gustado, consiguiendo que me viera caminar por ese bosque oscuro bajo ese "techo abovedado de ramas". Como pequeña mácula, la historia en sí, para mí, no es perfectamente redonda, porque no satisface ciertas incógnitas que se crean a lo largo del relato. Por otro lado eso no es tampoco del todo malo ya que deja un aura de misterio, y habrá quién lo anteponga a la resolución de todas las incógnitas, por eso he dicho para mí.

Antes de finalizar, mencionar que pienso nombrar las referencias que encuentre a Fantasitura o sus integrantes en todos mis comentarios de los relatos. En este caso debo reconocer que he sentido que estaba metido un poco con calzador en ese segundo arco, parece que quisiste integrar en la historia la referencia en un momento un poco anticlimático. Aun así esta muy bien que te hayas retrotraído a los orígenes, al génesis de Fantasitura, el antiguo foro, con esa escritura invertida de Acipe aisatnaf.

En conclusión, empieza bien la cosa, un relato de terror bien ejecutado (salvo pequeñas erratas) y que por momentos da escalofríos con lo visual de sus descripciones (especialmente con la criatura del final). Felicidades autor, te auguro un puesto bien alto en las valoraciones... y si finalmente el foro cerrara, no lo uses de excusa para dejar de escribir, tienes una buena base, quien sabe a donde puedes llegar puliéndola con los años.
Impresión general: Obviando un tema de referencias al que luego volveré, el relato me ha encantado; logras encadenar tres capítulos en una misma trama cuando, al menos al llegar al segundo, pensé que el único nexo sería el bosque, lo cual me ha sorprendido bastante.

Aspectos técnicos: La primera vez que presentas al personaje de Tom lo haces poniendo Tomo. Hay un hombres en lugar de hombre en Ningún hombres sabía contar.

Por lo demás no he visto erratas y a nivel técnico creo que es sublime el uso que haces de los adjetivos, tanto para pasar las sensaciones de terror como para crear criaturas fantásticas como las mujeres-libélula.

Historia: La historia funciona mucho, porque como dije, tenemos a Lakiv como un nexo en una obra que empieza como un viejo cuento para asustar niños, que sabemos (por tratarse de un relato de fantasía) que realmente es algo real; para pasar a esa trama en el bosque en el que vemos de cerca qué ocurre en el lugar y que sorprendentemente nos engancha directamente con ese capítulo inicial para finalizar con un capítulo que tal vez me resulte más flojo por lo previsible, pero que aun con ello solo hace crecer la tensión.

Mundo: El mundo es fantástico (en todos los sentidos de la palabra); nos presentas un elemento que parece muy simple (el cliché del bosque maldito) para construir a su alrededor (o más correctamente, en su interior) todo un concepto de mundos paralelos desde el que llegan criaturas horroríficas, pero también de saltos en el tiempo con elementos (como el presunto poder de Lakiv) que nada tienen que ver con el bosque en sí.

Tal vez la única pega que veo es que no acaba de quedar claro en qué marco temporal se sitúa la acción. En un comienzo supuse que se situaba en en los siglos XVIII o XIX, o su equivalente (porque tampoco acaba de quedar claro si este mundo es una recreación del nuestro o algo distinto); pero por la aparición de la máscara antigás (elemento que no se presenta como una rareza o anomalía) y el salto temporal, entiendo que la acción se sitúa en este siglo o el pasado, pero no me acaba de quedar claro del todo.

Personajes: Tal vez no profundizamos en exceso en los personajes, pero lo que vemos de ellos no solo funciona sino que resulta creíble. En especial Lakiv, por tratarse de un niño que realmente actúa como tal.

La temática: La temática creo que se cumple por referenciar de forma tan directa los retos.

Sin embargo, si bien me gusta que hayas elegido referenciar no solo este foro, sino al antiguo foro Fantasía Épica, la referencia me ha sacado de la lectura. Hubiera funcionado mejor en boca de Tom que para algo es el cuentista, que como el recuerdo de un personaje cortando completamente la acción que estamos viendo cuando para lo que es la historia no aporta nada en ese momento.

Lo mejor: La construcción del bosque con las descripciones del lugar, sus criaturas y las sensaciones que provocan.

Lo peor: La referencia que corta la acción

Destacados: Las mujeres-libélula, que me han recordado a criaturas del folklore japonés, la mitología hindú, así como de otros no tan gastados en la literatura, y que sin importar si son un invento tuyo (aunque en dicho caso es todavía más destacable) o basado en algún mito existente, es un elemento completamente original dentro de la fantasía.

Sugerencias: Escribir más historias sobre este mundo profundizando no solo en el bosque en sí, sino en cómo se vive este elemento fuera de la isla o si hay parajes similares en otros lugares de mundo.
Penúltimo relato que me quedaba para leer y, la verdad, es bastante profundo. La ambientación de por sí está muy bien lograda y las diferentes descripciones dentro del bosque le dan un buen clima de misterio-terror. La historia es muy muy oscura y creo que me he perdido un poco con la misteriosa mujer de la máscara y sus espejos de colección. Al principio no entendí por qué metiste a la condesa como con calzador, pero ahí estaba la explicación. Lo de Tom niño y el sueño (no-sueño) de Lakiv me descentró profundamente.

Buen guiño al foro con ese códice

La duda que me surge es por qué entran al bosque de noche para buscar a los desaparecidos? Big Grin

Si la narración está super bien llevada encontré bastantes errores que me sacaban de contexto, cómo es posible que alguien con tan buena prosa se le escapen tantos acentos?

En fin, los bosques siempre son una fuente inagotable de historias fantásticas y tú has creado una que nos ha producido escalofríos y nos deja sin ningunas ganas de cruzar ríos.

suerte
Una buena ambientación, que me ha sumergido en el terror del bosque y que siente Derrik. Solo que los errores me han sacado de la lectura en demasiadas ocasiones. Me ha resultado un tanto difícil relacionar la primera mención de la condesa, casi se me había olvidado, pues apenas trasciende la relación. No obstante, las sutilezas muchas veces no son fáciles de descubrir.

Suerte en el reto, y buen trabajo (aunque necesita un pulido Wink )
Penúltimo relato para comentar.

Historia entretenida, segundo relato de bosques malditos, se lee bien, aunque tiene sus errores aquí y allá, cómo entrar de noche a un bosque con mala fama a buscar desparecidos.

La verdad es que casi había olvidado a la condesa y pensé que estaba demás, hasta que leí por tercera vez el relato.

Queda en suspenso si en el ataque de la niebla tuvo algo que ver la mujer con la máscara de gas.
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