05/10/2015 10:58 PM
Versos de Sal - Opus 1
Me gusta cuando la luna sostiene a la noche como un ojo mágico
y reina sobre mi océano la oscuridad del anonimato,
es como una sombra de alas desplegadas que me esconde,
solo entonces me habitan las olas elásticas, disparando sus gotas diminutas,
rugiendo con su aliento de espuma, rompiendo mi espalda, vaciando mi alma.
Un ejército de lágrimas que se sosiega y vuelve a cantar,
una brisa húmeda que se lleva melismas y desvelos.
El abismo traslúcido tiene su propio lenguaje,
un ruido celeste de luz y tinieblas que gira y se estrella,
entre lánguidas pausas, el cielo abre su boca y exhala,
un sonido divino que solo el azul escucha.
Es la voz de la noche y el vaivén de las aguas,
un concierto infinito, una conversación alargada.
Un Reflejo ondulante del espacio inexorable
que se funde con el infinito y se desvincula de la tierra.
Los seres que deambulan cerca escuchan su voz espesa,
profunda de leviatán y se mecen en el arrullo líquido.
Pero el azul también mira a los hombres en reflejos,
envuelve a las novias solitarias,
opaca los lamentos de los marineros celestes,
absorbe el murmullo de los barcos que zarpan,
detiene el tiempo en sus estelas,
moldea las rocas con látigos invisibles
y esparce su aroma como lluvia encriptada.
Es el mar un antiguo cristal, lleno de cuentos y versos de sal.
Una audaz pupila que a Dios le devuelve la mirada.
Me gusta cuando la luna sostiene a la noche como un ojo mágico
y reina sobre mi océano la oscuridad del anonimato,
es como una sombra de alas desplegadas que me esconde,
solo entonces me habitan las olas elásticas, disparando sus gotas diminutas,
rugiendo con su aliento de espuma, rompiendo mi espalda, vaciando mi alma.
Un ejército de lágrimas que se sosiega y vuelve a cantar,
una brisa húmeda que se lleva melismas y desvelos.
El abismo traslúcido tiene su propio lenguaje,
un ruido celeste de luz y tinieblas que gira y se estrella,
entre lánguidas pausas, el cielo abre su boca y exhala,
un sonido divino que solo el azul escucha.
Es la voz de la noche y el vaivén de las aguas,
un concierto infinito, una conversación alargada.
Un Reflejo ondulante del espacio inexorable
que se funde con el infinito y se desvincula de la tierra.
Los seres que deambulan cerca escuchan su voz espesa,
profunda de leviatán y se mecen en el arrullo líquido.
Pero el azul también mira a los hombres en reflejos,
envuelve a las novias solitarias,
opaca los lamentos de los marineros celestes,
absorbe el murmullo de los barcos que zarpan,
detiene el tiempo en sus estelas,
moldea las rocas con látigos invisibles
y esparce su aroma como lluvia encriptada.
Es el mar un antiguo cristal, lleno de cuentos y versos de sal.
Una audaz pupila que a Dios le devuelve la mirada.
Espero que si 