Archivo de Fantasitura - Tu comunidad de literatura fantástica y afines

Full Version: [Fantasía Épica] Capítulo 1 de Relatos de Mondabar "Las murallas de Portanon"
You're currently viewing a stripped down version of our content. View the full version with proper formatting.
Hola a todos!

Esta será mi primera aportación de un relato al foro! Como comentaba esta mañana en mi presentación, soy un escritor aficionado, y aunque llevo años escribiendo, es la primera vez que comparto públicamente mis relatos e historias. He abierto un blog y una página de facebook, en los que iré contando por capítulos semanales (aprox) historias de fantasía épica.

Aunque lo tenéis en el Blog, quería compartir con vosotros el primer capítulo que he sacado esta misma semana, a ver que os parece!

Espero que os guste!!

Si podéis, pasaros también por el blog y en especial, añadiros a la página de facebook, para no perderos los siguientes capítulos y novedades y además, me ayudaríais mucho! los links los tenéis en la firma, pero os los copio aquí:

www.facebook.com/relatosdemondabar

https://relatosdemondabar.wordpress.com/

Saludos desde Mondabar!!
Capítulo 1: LAS MURALLAS DE PORTANON

La lluvia caía con fuerza, creando una cortina tan densa, que era imposible ver más allá de unos pocos pasos. Una figura embozada caminaba pesadamente bajo el aguacero, sacando con esfuerzo los pies del embarrado camino, para después volver a hundirlos. Respiraba fatigosamente por el esfuerzo, mientras se ayudaba de un largo cayado para avanzar.

Con un hondo suspiro, se detuvo a recuperar el aliento, mientras trataba infructuosamente de apartar el agua de sus ojos. Entrecerró los párpados tratando de ver algo más adelante, pero el agua formaba una barrera infranqueable. Sin embargo, poco a poco comenzó a distinguir una enorme sombra alargada. Eran los muros de Portanon.

“Por fin”, pensó, “Por todos los dioses, por fin he llegado”. Apretó su capucha y su capa, y se puso de nuevo en marcha, sintiendo que sus fuerzas se recobraban levemente ante la visión de su destino.

A pesar de que los muros parecían estar muy cerca, caminó durante casi una hora más, hasta que por fin consiguió detenerse ante las puertas de la ciudad. No pudo evitar un gemido de desesperación cuando vio que las altas hojas de madera y hierro, estaban cerradas a cal y canto. Estuvo tentado de dejarse caer de rodillas y simplemente dejar que la lluvia y el barro lo cubriesen para siempre. Lanzó un nervioso vistazo a su alrededor. Desde luego, no era el mejor sitio para quedarse y pronto se haría de noche.

Buscó con la mirada, tratando de divisar algún guardia en lo alto de las puertas, o patrullando por las murallas. Comprobó con desesperación que estaban desiertas, lo cual no era raro, con el infernal aguacero que estaba cayendo. A pocos metros, divisó una pequeña torre en el muro, con dos estrechas ventanas, por las que se entreveía el tenue fulgor agitado de un fuego.

Se acercó hasta su base y lanzó un agudo silbido. Sin embargo, el estruendo del agua cayendo a su alrededor ahogó el sonido. Era imposible que lo hubiese oído alguien en el interior de la torre. Miró a su alrededor con creciente desesperación. Notaba algo, una presencia, como si alguien lo estuviese observando, pero no desde lo alto de las murallas, si no desde atrás, desde los anegados campos que acababa de cruzar.

—¡Eh! —gritó, colocando sus manos a los lados de la boca, volviéndose de nuevo hacia la torre —¿Hay alguien? ¡Quiero entrar a la ciudad!

Esperó unos instantes, pero nadie se asomó a las ventanas. El único movimiento provenía de las sombras danzantes creadas por el fuego que ardía en su interior.

—¿Hola? –insistió —¡Por favor! ¡Eh! ¡Estoy…! —se giró bruscamente cuando percibió un fugaz movimiento a su izquierda. Con el corazón latiendo alocadamente, buscó con los ojos a un lado y a otro, tratando de percibir algo entre la lluvia.

—¿Quién hay ahí? —dijo con voz insegura —¿Hola?

Echó hacia atrás su capa y desenvainó lentamente la espada que llevaba al cinto, mientras daba varios pasos hacia atrás, hasta que notó el muro de la ciudad a su espalda. Le costaba respirar y sus miembros pedían a gritos que les diese descanso. Notaba el frio y la humedad, calados en su interior, haciéndole temblar incontroladamente. “Nunca debí irme”, pensó con aprensión, “debí quedarme y morir con los demás. Al menos, no habría muerto sólo y empapado”.

De pronto, vio como una sombra se movía frente a él. Esta vez lo percibió con claridad. Era imposible saber lo que era, pero estaba claro que algo se movía. Y se acercaba.

Levantó su espada, mientras entrecerraba los ojos, tratando de adivinar la figura que lentamente se aproximaba. Desde luego no era una persona, de eso estaba seguro. Su tamaño era muy superior al de cualquier humano, y sus formas eran extrañas y antinaturales. Observó con desesperación, como dos sombras más, iguales a la anterior, surgían tras la primera, aproximándose lentamente, haciéndose cada vez más visibles.

Las apariciones se acercaban a zancadas largas pero lentas. Entre la cortina de agua, pudo ver seis resplandores rojos. Los ojos de las bestias, fijos en él, brillando de forma amenazadora y cruel. Esas miradas le hicieron palidecer aún más. Sintió como sus piernas flaqueaban y su corazón se encogía. Su mente bullía con ansiedad, buscando una salida, una opción para librarse del terrible destino que se cernía sobre él. Sin pensar lo que hacía, trató de retroceder, pero volvió a chocarse con el muro a su espalda. La fría piedra era un cruel certificado de que su muerte era irremediable. Dejó caer los hombros, dándose por vencido. Lo que más lamentaba, era que no podría cumplir con su misión y peor aún, que todos le tendrían por un cobarde por haber salido corriendo, porque nadie sabría nunca lo que había venido a hacer.

Nunca había sido un gran guerrero, ni demasiado bueno con la espada. Lo cierto es que nunca le había hecho demasiada falta y no le había prestado mucha atención a la instrucción y la práctica, algo que ahora lamentaba, mientras veía como las tres figuras, a pocos pasos ya, cobraban forma.

Sombras, los llamaban algunos, Demonios, otros; de todas maneras, pocos eran los que sobrevivían a un encuentro con ellos lo suficiente como para darles un nombre. Poco importaba eso para él ahora. Eran altos y corpulentos, con brazos largos, acabados en garras de uñas como dagas, que colgaban hasta sus nudosas rodillas. Sus cabezas, sostenidas en cuellos anchos como troncos, eran calvas y plagadas de venas azuladas, como toda su piel. La boca era grande y de mandíbulas robustas, tan abiertas que parecían estar desencajadas. Los dientes, largos y afilados, brillaban humedecidos por la lluvia y la infecta saliva de los demonios.

Con la extraña tranquilidad que da la certeza de la muerte, levantó su espada y dio un paso al frente. Quizá todos fuesen a recordarle como un cobarde, pero al menos él moriría sabiendo que no lo es.

Sin pensarlo más, cargó contra los tres monstruos, lanzando un tajo circular al más cercano. La bestia reaccionó con una rapidez sorprendente para un ser de ese tamaño, y esquivó el ataque dando un paso atrás. El hombre trastabilló, empujado por la inercia, y por la inestabilidad del suelo embarrado. El demonio aprovechó para darle un manotazo con su garra, golpeándole de derecha a izquierda. El golpe le alcanzó en el hombro izquierdo, desgarrándole la capa y las ropas. Ahogó un grito cuando las garras arañaron su piel y abrieron su carne con facilidad, como si se tratase de mantequilla. A pesar del dolor, consiguió rehacerse y clavó su espada en el costado del demonio. La bestia no pareció sentir dolor alguno, y de un zarpazo tiró la espada al suelo.

El hombre observó con angustia como la hoja se hundía en el barro, aunque no tuvo tiempo de lamentarse, ya que sintió como le izaban en el aire, agarrándole con fuerza por sus brazos. No pudo evitar gritar cuando las uñas del demonio se clavaron en su espalda. El monstruo le levantó hasta que quedaron frente a frente. El hombre miró a los ojos de la bestia y sintió como un escalofrío le recorría de punta a punta. El demonio sonrió y ladeó la cabeza en un gesto burlón. Con una punzada de terror absoluto, el hombre vio que en esos ojos brillaba algo más que la pura maldad que emanaban. Era inteligencia. No eran simples monstruos asesinos, animales despiadados y depredadores. Eran seres inteligentes que sabían perfectamente lo que hacían. Nunca había visto ninguno tan de cerca, ni había tenido tiempo de fijarse. Este dato, era aún más terrible y descorazonador.

Los otros dos demonios, que habían permanecido quietos, observando, se acercaron a su compañero, y para sorpresa del cautivo, hablaron en una desagradable lengua. Algo de sus palabras, hizo que el que le sostenía, soltara una ominosa carcajada. Sin darle tiempo a reaccionar, le lanzó contra el muro.

El hombre chocó con su espalda y su cabeza contra la dura roca y cayó al barro. Conmocionado por el impacto y apenas sin respiración, gateó hasta apoyarse contra la muralla, tosiendo y apartando el barro de su cara. Todo le daba vueltas, mientras veía como los demonios se acercaban lentamente. Mareado, le pareció escuchar algo extraño.

Era una canción.

Una que ya había escuchado antes, aunque no recordaba cuando. Una canción sencilla, de las muchas que se cantan en las cenas de los señores. Era una voz masculina la que la cantaba. La melodía sonaba triste, como un lamento, pero la voz era tan limpia y clara, que resultaba reconfortante. Estaba seguro que deliraba, o quizá, que estaba a las puertas de la muerte y que era una suerte de música celestial. Sin embargo, vio que los tres demonios se habían detenido en seco, y parecían escuchar, mirándose entre ellos desconcertados. Ellos también la estaban oyendo.

El sonido del canto, se fue aproximando, hasta que podía oírse claramente, viniendo de su derecha, acompañado de unos pasos firmes. Poco a poco, entre la cortina de agua que no cesaba de caer, la figura de un hombre se fue definiendo. Iba cubierto con una gruesa capa oscura que ocultaba su rostro y su cuerpo. Andaba con decisión e indiferencia, como si fuese ajeno a la escena que tenía lugar frente a él. Sin embargo, cuando estaba a pocos pasos de ellos, se detuvo, aunque no cesó de cantar.

Se retiró la capucha lentamente. Sus manos estaban cubiertas con guantes que dejaban la mitad de sus dedos al aire. Era un hombre joven, de facciones agradables. Llevaba el pelo claro y corto, despeinado por el aguacero y una sombra de barba en su cara, que estaba surcada de unas pinturas que hacían formas extrañas. Miro de soslayo al hombre que estaba en el suelo, y después fijó su vista en los tres demonios, sin dejar de cantar.

Las bestias, estaban confusas y dudaron durante unos segundos. El demonio que había golpeado al hombre dijo unas palabras en su extraño idioma, y uno de sus compañeros se lanzó hacia el recién llegado profiriendo un alarido que helaba los huesos. Sólo en ese momento el hombre interrumpió su canción. Echó hacia atrás su capa y desenvainó su espada en un solo movimiento. Con una extraña expresión en el rostro, entre divertida y triste, saltó hacia delante con una velocidad asombrosa. El demonio, cuando vio que el hombre se elevaba sobre él, quiso frenar, pero el suelo embarrado, le hizo seguir deslizándose hacia delante. Su enemigo cayó sobre él, descargando su espada sobre su cabeza, que se abrió como un melón. La bestia se desplomó de golpe sobre el fango, con un sonoro chapoteo.

El hombre siguió andando hacia los otros demonios, que al ver que su compañero caía abatido, lanzaron rugidos de odio y corrieron hacia él. Se llevó una mano al costado y extrajo una daga de hoja curva que blandió con la punta hacia abajo, y esperó con las piernas separadas.

Cuando el primero de los demonios llegaba hasta él, hundió su pie en el barro y lo levantó bruscamente lanzándole un cúmulo a la cara del monstruo, que quedó momentáneamente cegado. El hombre aprovechó para darle un rápido tajo en el pecho con su espada, a la vez que saltaba apoyándose sobre él, tomando impulso para lanzarse sobre el segundo demonio. El monstruo lanzó sus garras hacia él, pero las esquivó con facilidad mientras hundía la daga en su cuello. El demonio soltó un gemido borboteante y cayó al suelo, retorciéndose de dolor.

El único monstruo que seguía en pie, trató de girarse para huir, pero el hombre le lanzó la espada, impulsándola con las dos manos. La hoja de acero voló por el aire hasta clavarse profundamente en la espalda del demonio, que cayó al suelo como un fardo.

Durante unos instantes, sólo se escuchó el rumor de la lluvia que caía sobre los dos hombres que permanecían en el campo. Poco después, el hombre que había vencido a los demonios, se agachó para recuperar sus armas, mientras comenzaba a tararear de nuevo la canción que estaba cantando. Cuando tuvo de nuevo sus armas, se acercó al hombre que seguía sentado con la espalda apoyada en el muro, sin saber muy bien que había pasado. La herida del hombro le dolía, y la cabeza aún le daba vueltas como si estuviese en un barco azotado por una tormenta.

—¿Estáis bien? —dijo su salvador, mientras envainaba sus armas, sin dejar de mirarle.

Trató de levantarse y mostrar una imagen un poco más digna.

—Si…creo —contestó con voz temblorosa.

El hombre ladeó la cabeza y sonrió.

—Vuestra cara no dice eso. Estáis pálido. Vayamos dentro, os mirarán esa herida.

El otro asintió.

—Gra-gracias. De no ser por vuestra ayuda…

—Estaríais muerto, sin duda –le interrumpió con una carcajada —. Pero no os preocupéis, precisamente vine para evitarlo.

Le tendió la espada que había perdido en el barro.

—Vuestra espada —dijo con una sonrisa —, no la perdáis.

—Gracias, ¿quién sois?

—Owain —contestó haciendo una inclinación—. Pero este no es lugar para presentaciones, vayamos dentro. Habrá tiempo, fuego y comida.
Buenas, Relatos de Mondabar y bienvenido al foro Smile

Me he leído este capítulo. Está bien escrito y da paso a unas cuantas interrogaciones, sobre la ciudad de Portanon, esos monstruos y Owain. En definitiva, un buen comienzo.

Como crítica, te pongo aquí unas observaciones un poco en desorden: 1) Los pensamientos del hombre me han parecido un poco apagados en la segunda mitad del capítulo, como si te distanciases del personaje. 2) La batalla es un poco larga tal vez para un principio, aunque está bien descrita (tal vez añadiendo pensamientos del hombre podría ser más liviana). 3) Luego, es curioso que el hombre consiga ver tan bien las expresiones de Owain a través del aguacero, claro que en un momento dices «el rumor de la lluvia» así que no sé si realmente llueve a cántaros o es lluvia moderada.

Te apunto unas faltas que he encontrado, la mayoría son faltas de tilde, aunque también hay faltas de guionado. Hay un hilo muy claro en el Taller Literario que explica lo del guionado, y otro sobre faltas.

- si no desde atrás -> sino
- frio
- vio como una sombra -> cómo
- mientras veía como las tres figuras -> cómo
- moriría sabiendo que no lo es -> era
- observó con angustia como -> cómo
- sintió como lo izaban -> cómo
- sintió como un escalofrío -> cómo
- le lanzó contra el muro -> lo lanzó (leísmo)
- mientras veía como los demonios -> cómo
- no recordaba cuando -> cuándo
- sin saber muy bien que había pasado -> qué
- Si… creo -> Sí

Saludos y ánimo con tu blog y tu historia!
(06/01/2016 10:46 AM)kaoseto Wrote: [ -> ]Buenas, Relatos de Mondabar y bienvenido al foro Smile

Me he leído este capítulo. Está bien escrito y da paso a unas cuantas interrogaciones, sobre la ciudad de Portanon, esos monstruos y Owain. En definitiva, un buen comienzo.

Como crítica, te pongo aquí unas observaciones un poco en desorden: 1) Los pensamientos del hombre me han parecido un poco apagados en la segunda mitad del capítulo, como si te distanciases del personaje. 2) La batalla es un poco larga tal vez para un principio, aunque está bien descrita (tal vez añadiendo pensamientos del hombre podría ser más liviana). 3) Luego, es curioso que el hombre consiga ver tan bien las expresiones de Owain a través del aguacero, claro que en un momento dices «el rumor de la lluvia» así que no sé si realmente llueve a cántaros o es lluvia moderada.

Te apunto unas faltas que he encontrado, la mayoría son faltas de tilde, aunque también hay faltas de guionado. Hay un hilo muy claro en el Taller Literario que explica lo del guionado, y otro sobre faltas.

- si no desde atrás -> sino
- frio
- vio como una sombra -> cómo
- mientras veía como las tres figuras -> cómo
- moriría sabiendo que no lo es -> era
- observó con angustia como -> cómo
- sintió como lo izaban -> cómo
- sintió como un escalofrío -> cómo
- le lanzó contra el muro -> lo lanzó (leísmo)
- mientras veía como los demonios -> cómo
- no recordaba cuando -> cuándo
- sin saber muy bien que había pasado -> qué
- Si… creo -> Sí

Saludos y ánimo con tu blog y tu historia!

Hola Kaoseto! lo primero de todo, muchas gracias por leerme!

Te agradezco muchísimo tus palabras, y la crítica me viene fenomenal. Son cosas en las que no había fijado, pero que ciertamente son mejorables! A veces, a pesar de releer muchas veces lo escrito, necesitamos otro par de ojos que vean los fallos. Y también te agradezco las correciones de puntuación y lo del guionado. Creo que voy a pasar un buen rato en el taller! Smile

Lo dicho muchas gracias y me pongo con la revisión y a tener en cuenta esto para los siguientes capítulos! (el próximo esta misma semana!)

Saludos!!
Capítulo 1: LAS MURALLAS DE PORTANON[/b][/align]

La lluvia caía con fuerza, creando una cortina tan densa,(quitaría la coma) que era imposible ver más allá de unos pocos pasos. Una figura embozada caminaba pesadamente bajo el aguacero, sacando con esfuerzo los pies del embarrado camino, para después volver a hundirlos. Respiraba fatigosamente por el esfuerzo, mientras se ayudaba de un largo cayado para avanzar.

Con un hondo suspiro, se detuvo a recuperar el aliento, mientras trataba infructuosamente de apartar el agua de sus ojos. Entrecerró los párpados tratando de ver algo más adelante, pero el agua formaba una barrera infranqueable. Sin embargo, poco a poco comenzó a distinguir una enorme sombra alargada. Eran los muros de Portanon.

“Por fin”, pensó, “ ( sería sin: «Por fin» pensó «Por todos los dioses, por fin he llegado» "Por todos los dioses, por fin he llegado”. Apretó su capucha y su capa, y se puso de nuevo en marcha, sintiendo que sus fuerzas se recobraban levemente ante la visión de su destino.

A pesar de que los muros parecían estar muy cerca, caminó durante casi una hora más, hasta que por fin consiguió detenerse ante las puertas de la ciudad. No pudo evitar un gemido de desesperación cuando vio que las altas hojas de madera y hierro, estaban cerradas a cal y canto. Estuvo tentado de dejarse caer de rodillas y simplemente dejar que la lluvia y el barro lo cubriesen para siempre. Lanzó un nervioso vistazo a su alrededor. Desde luego, no era el mejor sitio para quedarse( ( ,)coma creo que mejor, ojo es solo para relajar el uso de tantas "y"), y pronto se haría de noche.

Buscó con la mirada, tratando de divisar algún guardia en lo alto de las puertas, o patrullando por las murallas. Comprobó con desesperación que estaban desiertas, lo cual no era raro, con el infernal aguacero que estaba cayendo. A pocos metros, divisó una pequeña torre en el muro, con, repeticiones, muchas en muy poco espacio que y eso entorpece la lectura, además de ser sinónimo de probreza dialéctica dos estrechas ventanas, por las que se entreveía el tenue fulgor agitado de un fuego.

Se acercó hasta su base y lanzó un agudo silbido. Sin embargo, el estruendo del agua cayendo a su alrededor ahogó el sonido. Era imposible que lo hubiese oído alguien en el interior de la torre. Miró a su alrededor con creciente desesperación. Notaba algo, una presencia, como si alguien lo estuviese observando, pero no desde lo alto de las murallas, si no desde atrás, desde los anegados campos que acababa de cruzar.

—¡Eh! —gritó, colocando sus manos a los lados de la boca, volviéndose de nuevo hacia la torre —¿Hay alguien? ¡Quiero entrar a la ciudad!

Esperó unos instantes, pero nadie se asomó a las ventanas. El único movimiento provenía de las sombras danzantes creadas por el fuego que ardía en su interior.

—¿Hola? –insistió —¡Por favor! ¡Eh! ¡Estoy…! —se giró bruscamente cuando percibió un fugaz movimiento a su izquierda. Con el corazón latiendo alocadamente, buscó con los ojos a un lado y a otro, tratando de percibir algo entre la lluvia.

—¿Quién hay ahí? —dijo con voz insegura —¿Hola?

Echó hacia atrás su capa y desenvainó lentamente la espada que llevaba al cinto, mientras daba varios pasos hacia atrás, hasta que notó el muro de la ciudad a su espalda. Le costaba respirar y sus miembros pedían a gritos que les diese descanso. Notaba el frio y la humedad, calados en su interior, haciéndole temblar incontroladamente. «“Nunca debí irme”», pensó con aprensión, « “debí quedarme y morir con los demás. Al menos, no habría muerto sólo y empapado” ».

De pronto, vio como una sombra se movía frente a él. Esta vez lo percibió con claridad. Era imposible saber lo que era, pero estaba claro que algo se movía. Y se acercaba.

Levantó su espada( sugerencia, arma hace poco has nombrado espada), mientras entrecerraba los ojos, tratando de adivinar la figura que lentamente se aproximaba. Desde luego no era una persona, de eso estaba seguro. Su tamaño era muy superior al de cualquier humano, y sus formas eran extrañas y antinaturales. Observó con desesperación, como dos sombras más, iguales a la anterior, surgían tras la primera, aproximándose lentamente, haciéndose cada vez más visibles.( muhcas comas en este párrafo, revisalo)

Las apariciones se acercaban a zancadas largas pero lentas. Entre la cortina de agua, pudo ver seis resplandores rojos. Los ojos de las bestias fijos en él, brillando de forma amenazadora y cruel. Esas miradas le hicieron palidecer aún más. Sintió como sus piernas flaqueaban y su corazón se encogía. Su mente bullía con ansiedad, buscando una salida, una opción para librarse del terrible destino que se cernía sobre él. Sin pensar lo que hacía, trató de retroceder, pero volvió a chocarse con el muro a su espalda. La fría piedra era un cruel certificado de que su muerte era irremediable. Dejó caer los hombros, dándose por vencido.( sugerencia relativa, mejor si lo expresará el prota en sus pensamientos) Lo que más lamentaba, era que no podría cumplir con su misión y peor aún, que todos le tendrían por un cobarde por haber salido corriendo, porque nadie sabría nunca lo que había venido a hacer.

Nunca había sido un gran guerrero, ni demasiado bueno con, repeticiones, revisalo la espada. Lo cierto es que nunca le había hecho demasiada falta y no le había prestado mucha atención a la instrucción y la práctica, algo que ahora lamentaba, mientras veía como las tres figuras, a pocos pasos ya, cobraban forma.

Sombras, los llamaban algunos, Demonios, otros; de todas maneras, pocos eran los que sobrevivían a un encuentro con ellos lo suficiente como para darles un nombre. Poco importaba eso para él ahora. Eran altos y corpulentos, con brazos largos, acabados en garras de uñas como dagas,( quita la coma) que colgaban hasta sus nudosas rodillas. Sus cabezas, sostenidas en cuellos anchos como troncos, eran calvas y plagadas de venas azuladas, como toda su piel. La boca era grande y de mandíbulas robustas, tan abiertas que parecían estar desencajadas. Los dientes, largos y afilados, brillaban humedecidos por la lluvia y la infecta saliva de los demonios. Buena descripción, em gustó esta parte.
Te cuento mis impresiones; la hisotoria no se be, de momento, muy típica y eso es algo que aun servidor le gusta mucho, vemoas como sigue más adelante. La parte de la los demonios estuvo muy bien, pero algo más flojo el prota en busca de la ciudad; me falto más fuerza, y ya que tienes el presonaje hata los huevos de andar, cansacio podrías aprovecharlo para meter más dialagos interiors, mostrando ese enfadoy de parto su personalidad.

Con la extraña tranquilidad que da la certeza de la muerte, levantó su espada y dio un paso al frente. Quizá todos fuesen a recordarle como un cobarde, pero al menos él moriría sabiendo que no lo es.

Sin pensarlo más, cargó contra los tres monstruos, lanzando un tajo circular al más cercano. La bestia reaccionó con una rapidez sorprendente para un ser de ese tamaño, y esquivó el ataque dando un paso atrás. El hombre trastabilló, empujado por la inercia, y por la inestabilidad del suelo embarrado. El demonio aprovechó para darle un manotazo con su garra, golpeándole de derecha a izquierda. El golpe le alcanzó en el hombro izquierdo, desgarrándole la capa y las ropas. Ahogó un grito cuando las garras arañaron su piel y abrieron su carne con facilidad, como si se tratase de mantequilla. A pesar del dolor, consiguió rehacerse y clavó su espada en el costado del demonio. La bestia no pareció sentir dolor alguno, y de un zarpazo tiró la espada al suelo.

El hombre observó con angustia como la hoja se hundía en el barro, aunque no tuvo tiempo de lamentarse, ya que sintió como le izaban en el aire, agarrándole con fuerza por sus brazos. No pudo evitar gritar cuando las uñas del demonio se clavaron en su espalda. El monstruo le levantó hasta que quedaron frente a frente. El hombre miró a los ojos de la bestia y sintió como un escalofrío le recorría de punta a punta. El demonio( repetición, pon ser del averno) sonrió y ladeó la cabeza en un gesto burlón. Con una punzada de terror absoluto, el hombre vio que en esos ojos brillaba algo más que la pura maldad que emanaban. Era inteligencia. No eran simples monstruos asesinos, animales despiadados y depredadores. Eran seres inteligentes que sabían perfectamente lo que hacían. Nunca había visto ninguno tan de cerca, ni había tenido tiempo de fijarse. Este dato, era aún más terrible y descorazonador.

Los otros dos demonios, que habían permanecido quietos, observando, se acercaron a su compañero, y para sorpresa del cautivo, hablaron en una desagradable lengua. Algo de sus palabras, hizo que el que le sostenía, soltara una ominosa carcajada. Sin darle tiempo a reaccionar, le lanzó contra el muro.

El hombre chocó con su espalda y su cabeza contra la dura roca y cayó al barro. Conmocionado por el impacto y apenas sin respiración, gateó hasta apoyarse contra la muralla, tosiendo y apartando el barro de su cara. Todo le daba vueltas, mientras veía como los demonios se acercaban lentamente. Mareado, le pareció escuchar algo extraño.

Era una canción.

Una que ya había escuchado antes, aunque no recordaba cuando. Una canción sencilla, de las muchas que se cantan en las cenas de los señores. Era una voz masculina la que la cantaba. La melodía sonaba triste, como un lamento, pero la voz era tan limpia y clara, que resultaba reconfortante. Estaba seguro que deliraba, o quizá, que estaba a las puertas de la muerte y que era una suerte de música celestial. Sin embargo, vio que los tres demonios se habían detenido en seco, y parecían escuchar, mirándose entre ellos desconcertados. Ellos también la estaban oyendo.

El sonido del canto, se fue aproximando, hasta que podía oírse claramente, viniendo de su derecha, acompañado de unos pasos firmes. Poco a poco, entre la cortina de agua que no cesaba de caer, la figura de un hombre se fue definiendo. Iba cubierto con una gruesa capa oscura que ocultaba su rostro y su cuerpo. Andaba con decisión e indiferencia, como si fuese ajeno a la escena que tenía lugar frente a él. Sin embargo, cuando estaba a pocos pasos de ellos, se detuvo, aunque no cesó de cantar. ( bonita y gráfica parte)

Se retiró la capucha lentamente. Sus manos estaban cubiertas con guantes que dejaban la mitad de sus dedos al aire. Era un hombre joven, de facciones agradables. Llevaba el pelo claro y corto, despeinado por el aguacero y una sombra de barba en su cara, que estaba surcada de unas pinturas que hacían formas extrañas. Miro de soslayo al hombre que estaba en el suelo, y después fijó su vista en los tres demonios, sin dejar de cantar.

Las bestias, estaban confusas y dudaron durante unos segundos. El demonio que había golpeado al hombre dijo unas palabras en su extraño idioma, y uno de sus compañeros se lanzó hacia el recién llegado profiriendo un alarido que helaba los huesos. Sólo en ese momento el hombre interrumpió su canción. Echó hacia atrás su capa y desenvainó su espada en un solo movimiento. Con una extraña expresión en el rostro, entre divertida y triste, saltó hacia delante con una velocidad asombrosa. El demonio, cuando vio que el hombre se elevaba sobre él, quiso frenar, pero el suelo embarrado, le hizo seguir deslizándose hacia delante. Su enemigo cayó sobre él, descargando su espada sobre su cabeza, que se abrió como un melón. La bestia se desplomó de golpe sobre el fango, con un sonoro chapoteo.

El hombre siguió andando hacia los otros demonios, que al ver que su compañero caía abatido, lanzaron rugidos de odio y corrieron hacia él. Se llevó una mano al costado y extrajo una daga de hoja curva que blandió con la punta hacia abajo, y esperó con las piernas separadas.

Cuando el primero de los demonios llegaba hasta él, hundió su pie en el barro y lo levantó bruscamente lanzándole un cúmulo a la cara del monstruo, que quedó momentáneamente cegado. El hombre aprovechó para darle un rápido tajo en el pecho con su espada, a la vez que saltaba apoyándose sobre él, tomando impulso para lanzarse sobre el segundo demonio. El monstruo lanzó sus garras hacia él, pero las esquivó con facilidad mientras hundía la daga en su cuello. El demonio soltó un gemido borboteante y cayó al suelo, retorciéndose de dolor.

El único monstruo que seguía en pie, trató de girarse para huir, pero el hombre le lanzó la espada, impulsándola con las dos manos. La hoja de acero voló por el aire hasta clavarse profundamente en la espalda del demonio, que cayó al suelo como un fardo.

Durante unos instantes, sólo se escuchó el rumor de la lluvia que caía sobre los dos hombres que permanecían en el campo. Poco después, el hombre que había vencido a los demonios, se agachó para recuperar sus armas, mientras comenzaba a tararear de nuevo la canción que estaba cantando. Cuando tuvo de nuevo sus armas( el arsenal, repeites armas), se acercó al hombre que seguía sentado con la espalda apoyada en el muro, sin saber muy bien que había pasado. La herida del hombro le dolía, y la cabeza aún le daba vueltas como si estuviese en un barco azotado por una tormenta.

—¿Estáis bien? —dijo su salvador, mientras envainaba sus armas, sin dejar de mirarle.

Trató de levantarse y mostrar una imagen un poco más digna.

—Si…creo —contestó con voz temblorosa.

El hombre ladeó la cabeza y sonrió.

—Vuestra cara no dice eso. Estáis pálido. Vayamos dentro, os mirarán esa herida.

El otro asintió.

—Gra-gracias. De no ser por vuestra ayuda…

—Estaríais muerto, sin duda –(signo incorrecto, es este —)  le interrumpió con una carcajada —. Pero no os preocupéis, precisamente vine para evitarlo.

Le tendió la espada que había perdido en el barro.

—Vuestra espada —dijo con una sonrisa —, no la perdáis.

—Gracias, ¿quién sois?

—Owain —contestó haciendo una inclinación—. Pero este no es lugar para presentaciones, vayamos dentro. Habrá tiempo, fuego y comida.

No estuvo mal el enfrentamiento con las bestias demoníacas, algo más flojo el principio. La historia en general no estuvo mal, pero es algo poco para poder opinar mejor, asin que sube algo más y te dejo mis impresiones, un saludo y nos leemos.
Hola Rohman!

te agradezco de corazón la exhaustiva revisión que has hecho del texto!! vaya trabajazo! Por supuesto tendré en cuenta todas estas sugerencias y correciones y las incorporaré al texto revisado. Hay muchas cosas que no me había dado cuenta y me has indicado. Me alegro que te haya gustado! Pronto sacaré un nuevo capítulo (probablemente mañana viernes) y podréis ver como continúa la historia.

De nuevo mil gracias a todos!

Saludos!!
Ya esta listo el segundo capítulo!

https://relatosdemondabar.wordpress.com/...o-2-halan/
Hola relatos! Smile

No voy a postear un comentario tan extenso como Rohman, pero bueo...

En general me ha gustado, me ha gustado mucho. Es verdad lo que dice Kaoseto sobre el cambio de perspectiva.
Sobre la lucha, a mí me parece muy bien narrado, con fuerza, y aunque sea algo larga no se hace pesada.

Me ha sorprendido el personaje del principio, estaba convencido de que iba a palmarla a las primeras de cambio!

A ver q tal sigue la historia, de momento promete.

Saludos, nos leemos!
(22/01/2016 07:03 PM)Aljamar Wrote: [ -> ]Hola relatos! Smile

No voy a postear un comentario tan extenso como Rohman, pero bueo...

En general me ha gustado, me ha gustado mucho. Es verdad lo que dice Kaoseto sobre el cambio de perspectiva.
Sobre la lucha, a mí me parece muy bien narrado, con fuerza, y aunque sea algo larga no se hace pesada.

Me ha sorprendido el personaje del principio, estaba convencido de que iba a palmarla a las primeras de cambio!

A ver q tal sigue la historia, de momento promete.

Saludos, nos leemos!


Hola Aljamar!

Muchas gracias por tu mensaje y tus palabras!! si, tengo que darle una vuelta al texto e incorporar lo que me vais aconsejando y así lo voy puliendo.

Me alegro que te haya gustado!!

Saludos!