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Full Version: [Ciencia-Ficción] Esbozando lo Prohibido (03/34)
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Ficha de la historia:
Título Original: Esbozando lo Prohibido
Género(s): Ciencia-ficción, Aventura y Acción
Autor: Sonia de Arnau
Inicio de publicación: 23 de septiembre 2013 a 14 de Mayo 2015
Capítulos: 34 + epílogo
Versión: Dos*
*EloP es una historia que escribí hace vario tiempo, la que estaré publicando aquí será la versión dos (mejorada). Añadiré cosas y quitaré otras.
Estoy abierta a críticas constructivas y a ideas para mejorar.

Parte 1

Ciudad Del Comienzo

Capítulo 1
La iniciación

Transcurría el año 2172. Los problemas económicos no eran tan comunes. Los vehículos electrónicos voladores ya existían para cualquier persona que tuviera licencia de manejo. Los «Electri-Combu» eran los lugares que sustituyeron las gasolineras para ahora llenar las baterías de los carros. Esta es la ciudad Del Comienzo en donde los edificios eran altos, grandes y donde las vías al nivel del suelo eran exclusivas para peatones y bicicletas flotantes; nombradas «Calles Peatonales». Entre los edificios se encontraban las calles llamadas «calles del cielo» en donde se pueden visualizar detalladamente los trenes electrónicos, los que nunca dejaron de funcionar, recorriendo la ciudad de un extremo a otro mediante una delgada vía y los autos voladores.

Los automóviles iban y venían deteniéndose en los semáforos que estaban suspendidos en el aire, y algunos de ellos tenían la forma de una pelota u otros eran triangulares. La gente caminaba entre las calles de abajo despreocupadas u otras paseaban en sus bicicletas flotantes con forma aerodinámica, siendo levantadas e impulsadas por un pequeño motor; éstas a diferencia de las anteriores, no necesitaban llantas ya que solo tenían una rueda en forma ovalada que se extendía de un extremo al otro, era tan delgada que a simple vista no se puede distinguir, pero tan resistente como para cargar a una persona de peso completo.

En esa ciudad, como en muchas otras, cada persona poseía una IV (Identificación de vida) que es una tarjeta delgada de diez cm por cinco cm que contiene toda información del usuario, la que al colocarse en una máquina e introducir un código que solo el dueño se sabía; toda la información de esa persona podía encontrarse con facilidad. En la IV se encontraba la edad, el sexo, los estudios, la licencia de conducir, el currículum de trabajo, y también podía usarse como cuenta de banco, al igual que funcionaba como llave tanto del automóvil como de la casa, así pues, para todo se usaba esta tarjeta. Por consiguiente, toda persona debía obtenerla desde el momento de nacer.

Por las calles de la ciudad iba caminando una joven de diecinueve años de edad con destino a sus estudios. Ella tenía el cabello largo y en ese momento lo llevaba suelto, luciendo sedoso en su caída sobre la espalda, resaltando su color castaño. Sus ojos eran de un tono azul gris. Llevaba puesta una diadema roja que sostenía su flequillo. Su vestimenta consistía en una falda negra y unas mallas que combinaban con esta, una camisa de mangas largas color blanco y un gafete que portaba el nombre: Evarista Mohs. Se encontraba transitando por la segunda calle más famosa y recorrida Del Comienzo y la gente se podía ver usando sus teléfonos inalámbricos, hologramas o paseando a sus mascotas reales o virtuales.

Evarista se detuvo al quedar frente a un edificio en donde la enorme entrada en la parte superior tenía unas enormes letras que rezaban el nombre de Universidad ESER, la universidad más prestigiosa y famosa Del Comienzo. Eva se quedó viendo por unos momentos la entrada, pues comenzó a pensar en lo que haría cuando terminara sus estudios y esto era conseguir un trabajo decente. Por el momento ella vivía sola, desde hacía cuatro meses que dejo la casa de sus padres.

La ley en la ciudad era que una vez que se cumple los dieciséis años de edad, se puede crear una cuenta de banco mediante la IV y recibir M 1,000 (3,000 dólares) cada quincena y continuar recibiéndolo hasta que se consiga un trabajo, lo que era mejor ya que se puede ganar lo triple. Los pensamientos de Evarista fueron interrumpidos al escuchar la voz de alguien familiar.

—Hola, Eva, ¿lista para empezar? —un joven de su edad se acercó a ella llevando puesto un gorro de invierno de color crema que le cubría hasta las orejas, era extraño que alguien llevara uno de esos en tiempo de calor, además llevaba unas grandes gafas oscuras. Su gafete declaraba el nombre: Ruber Corindo.

—Oh, solo eres tú, Ruber —mencionó ella en tono de poco interés.

—Qué mala eres, ¿no te da gusto verme? —preguntó divertido, adivinando su respuesta pues no era la primera vez que se lo decía.

—Como todos los días te veo, la verdad no.

—Eres cruel —comunicó el joven con tono triste.

—Vamos, Ruber, no hagas pucheros, ya eres mayorcito como para eso.

—Sabes, odio este edificio —informó Ruber con un tono serio—, no necesitas trabajar cuando el gobierno te paga por no hacer nada.

—¿De qué hablas? —ella se molestó al escucharlo—. Aunque el gobierno te pague, no es lo suficiente para hacer nada. Por ejemplo, no puedes viajar.

Así era, cada vez que hablaba de ese tema, los ojos de ella brillaban de la emoción. El poder viajar y conocer otros paisajes, lugares, personas y cultura siempre fue el sueño de su vida. Era tanto su deseo de desplazarse que conocía la ciudad Del Comienzo mejor que la palma de su mano. No había rincón que no conociera de la enorme ciudad.

—Pero ese es tu sueño y meta de la vida, no el mio —le comunicó el joven despertándola de sus fantasías.

—¿Y tú no tienes uno? —indagó ella, ahora que lo meditaba, a pesar de conocer a Corindo por poco más de un año, no sabía mucho de él.

Por el otro lado, el joven pareció meditar a la pregunta de su compañera para al final responder con un corto y desinteresado «No». Ante la insatisfecha respuesta, el rostro de la castaña se tornó en uno sorprendido y al ver esto, Ruber no tardó en agregar, levantando los hombros.

—No soy codicioso.

—¿Me estas llamando codiciosa? —ella lo empujó en son de juego—. Debes tener uno, por mínimo que sea.

—Mmm... Tal vez. Quizá, no lo sé.

—¿Se puede saber cuál es? Se que tienes uno —para ese punto, a Eva ya le había entrado la curiosidad.

—Si te lo digo te reirás.

—Por supuesto que no —respondió inmediatamente, un tanto ofendida al tener el descaro de decirle que se burlaría. ¿Aun no le tenía confianza? ¿Es qué acaso mordía? Tal vez hubo ocasiones en la que se molestó y llegó a reprenderlo pero eso era normal por lo que no tardó en chantajearlo al decirle—. Pensé que me considerabas tu amiga. ¿Es que no lo soy?

—¿De qué hablas? ¡Claro que eres mi amiga! Bueno... te lo diré. Mi sueño es... —dudó por un instante, mas Eva lo miró atenta esperando ansiosa su respuesta, así que no tuvo remedio que continuar—. Mi sueño es tener una familia.

Eva no pudo evitar sonreír, divertida.

—¿Ves? Te lo dije, te burlarias y lo hiciste —Ruber apuntó su rostro. Ella negó con las manos para explicarle porqué de su reacción.

—No es por lo que piensas. Es que no puedo creer que creyeras que me iba a burlar de ti por eso. Cualquiera ha soñado con eso. Es natural, está en nuestro ADN.

—¿Tú también lo has pensado?

—Por supuesto, pero una vez que haya realizado mi sueño.

La sonrisa de Eva siempre calmaba a Ruber y llegaba a perderse en ella, a él le gustaba verla sonreír, verla feliz y hubiera seguido admirandola si no fuera porque ella le preguntó algo un tanto incomodo.

—¿Has pensado en alguien? Me refiero, ¿te gusta alguien en específico?

Ruber desvió rápidamente el rostro y negando le hizo saber:

—No... aún no. ¿Y tú?

A pesar de esperar esa pregunta, Eva movió sus labios como quien queriendo pensar en algo antes de responder y cuando estaba por hacerlo, recibió una llamada a su Pantalla, la campana la había salvado. Las Pantallas servían como teléfonos celulares y computadoras holográficas, sin embargo, éstas eran mucho más eficientes porque eran tan pequeños como una microSD, la activó para ver a una joven de cabellera corta y negra como la misma noche vía holográfica.

—Hola Blanca...

—Holissss, Eva, ¿ya estás en el colegio?

—Así es. Estoy aquí afuera. ¿Por qué?

—¿Puedes venir? Quiero pedirte un favor. Estoy en el salón. ¿Te molesto? —preguntó lo último al ver al reconocer a Corindo.

—Claro que no —contestó ella—, estaba a punto de ir para allá.

—Okay, te espero.

Las dos colgaron y entonces Eva miró por última vez a Ruber quien se llevaba la mano al gorro y se lo quitaba; la buena presentación era uno de los requisitos para poder entrar a las instalaciones de la universidad ESER. Evarista pudo ver el cabello tan característico de Ruber, su cabello era de dos colores diferente; un lado de castaño oscuro y el otro castaño claro casi en tonalidad rubio. Algo similar sucedió cuando se retiró las gafas y dejo ver sus ojos; uno de ellos era color azul y el otro verde. La fisonomía de Ruber era así de nacimiento, y aunque él constantemente decía lo mal que se veía porque ese era mayoritariamente uno de los motivo por la que recibía burlas constantes de algunos de sus compañeros. Y a pesar de que existan métodos para cambiárselo de un solo color, él decidió no cambiarse porque a Mosh le gustaba ese aspecto. Ella le decía que lo hacía verse único y diferente. Posteriormente, ambos se retiraron y cada quien se fue a su respectivo piso en donde se encontraba sus clases.

(***)

En las calles Del Comienzo andaban muchos robots fabricados por la empresa Fucus, algunos tenían la función de policía, otros estaban encargados de rondar por las calles del cielo para vigilar que los automóviles respetaran la velocidad asignada y si eran violadas —que rara vez sucedía eso —multaban a los conductores. Unos más estaban confiados para la protección de las calles y a pesar de que la ciudad era muy pacifica, nunca faltaba algún loco que se saliera de las normas o que molestara a los civiles y los robots les advertían sobre su conducta y si los transgresores no obedecían, los robots llamaban al cuartel de la policía para que fueran a arrestarlos. Siempre había gente que le gustaba fastidiar e irrumpir la paz.

En la calle Apagador se encontraba ubicada la sede de las empresas Fucus, la que se encargaba de la distribución de la tecnología ya fueran robots, máquinas, carros o demás. A su cargo estaba Belirio Fucus, un adulto joven de treinta y cinco años, sus cabellos eran rubios y sus ojos azules tal como una gema. Siendo hijo del señor Fucus, era sucesor y dueño de todas las fábricas y empresas que portaran ese apellido. Dos semanas después de que murió su padre, decidió tomar su cargo y relevarlo en el negocio.

La fábrica principal de la empresa Fucus se encontraba en las afueras Del Comienzo debido al enorme espacio que necesitaba, por ello era imposible que estuviera en la ciudad, además de que se pensó en la seguridad de los citadinos, pues se solía experimentar o crear cosas que tendían a salirse de control como el mal manejo de algún gas letal, o el mal funcionamiento de alguna máquina.

Belirio se encontraba frente la enorme ventana que se alzaba casi por toda la oficina, observando la belleza de la ciudad. Sonreía mientras visualizaba los carros y demás cosas fabricadas por la empresa. El anterior señor Fucus sí que había hecho un gran trabajo al proporcionarles a las personas tecnología y eso no solo en Del Comienzo, sino en varias ciudades alrededor del mundo, adquiriéndola considerablemente y por ello reinaban en tranquilidad, seguridad y habían desarrollado el mejor sistema para evitar contaminación innecesaria en el ambiente, así que no solo los seres humanos eran beneficiados, sino también evitaban la contaminación atmosférica.

El hombre dio media vuelta y se dirigió a su escritorio al escuchar el ruido del teléfono de la oficina de que su secretaria llamaba. Apretó un botón.

—Señor Fucus —se escuchó la voz de la joven secretaria por toda la habitación—. El señor Coleman lo está esperando junto con los demás administrativos. En un veinte minutos la junta dará apertura.

Juntas, se la vivía en juntas todos los días desde que comenzó a trabajar allí porque debían tener recuento de cada trabajo, sin contar que la empresa suministraba a las otras ciudades o países de la nueva tecnología. Era un trabajo agotador y se requería muchas horas de discusiones y reuniones.

—Ahora voy —el dueño soltó casi en modo de suspiro—. Solo dame un par de minutos más.

—Se lo comunicaré al señor Coleman.

Belirio se tuvo que acostumbrar a toda esa vida de empresario. Para que todo pudiera funcionar debía hacer su trabajo correctamente a pesar de lo tedioso que resultara ser. Se alejó del escritorio y caminó a un estante que quedaba no muy lejos de allí. En una máquina colocó un código y con eso las puertas se abrieron, dejando ver colgados algunos sacos, corbatas y abajo alineados, como diez pares de zapatos de diferente marca y colores para cualquier ocasión que se pudiera presentar.

Observó los sacos uno por uno hasta que descolgó el que le llenó la pupila, hizo lo mismo con las corbatas y mientras la estaba anudando, escuchó otra vez el teléfono, no obstante, esta vez no se trataba de una llamada de su secretaria o de algún jefe de sección, la llamada era directa de la fábrica; lo supo al reconocer el tono especial que le había puesto a ese contacto. Rápidamente se acercó al escritorio, desconectó las bocinas, tomó asiento en su sillón y se colocó los audífonos para tener más privacidad y respondió con voz seria, sin esperar a que el sujeto del otro lado hablara:

—Debe tratarse de algo muy importante porque sabes que está enteramente prohibido llamar aquí, ¿qué situación hay?

—Tenemos código Troya —respondió inmediatamente el del otro lado de la línea.

—Es imposible... —las palabras de Bel quedaron suspendidas—. Las redes de la fábrica tienen un ciento veinte por ciento de inmunidad. ¡Nadie puede ingresar a ellas! Dame un resumen de lo sucedido.

—La sabandija escurridiza de Neón nos ha traicionado —contestó el lacayo por nombre Norez—, es evidente que husmeó los archivos secretos  de la computadora principal y se enteró del proyecto. Está intentando robarlos...

A pesar de que escuchar aquello le era un problema, Bel no perdió la paciencia, se mantuvo serio, sin embargo, no evitó llevarse los dedos de la mano a los ojos para masajearlos. La verdad es que no le importaba lo que ese muchacho hiciera con su vida, si deseaba largarse de la fábrica podía hacerlo, pero lo que sí le importaba y le preocupaba, era lo que podía llevarse; la evidencia de los planes que delataban sus verdaderas intenciones. Si la policial se hacia con estas, se vería en un aprieto muy grande.

—¿Y qué planeas hacer? —cuestionó Fucus a su interlocutor.

A la persona del otro lado de la línea le resultó desconcertante tal pregunta por lo que trató de responder, pues sabía que si no lo hacía Belirio se enojaría, así que respondió:

—Por ahora he enviado... —la llamada se cortó secamente, dejando en su lugar un infernal ruido obligando a Bel apartarse el comunicador de sus oídos. Eso solo le indico que el desertor desconecto las señal de comunicación.

Debia de admitir que el muchacho era muy astuto, Bel se recargó en el respaldo de la silla. No se preocuparía, esperaba que Norez estuviera preparado para lo que venía. Aunque estaba consciente que Neón no se iba a dejar vencer tan fácilmente pues conocía su determinación. Sonrió por ese hecho. No obstante, le resultó una verdadera lástima que Neón acortara su vida pues daba por sentado que éste no lograría pisar fuera de la fábrica. Por ahora no debía sentirse turbado, había solución y debía mantener la serenidad, una serenidad que desapareció al recordar que tenía una reunión con los del grupo de Consejo y eso sí que lo sacaba de quicio. Belirio se levantó, alistó su traje y caminó hacia la sala de junta.
Hola, Sonia.

Mucho gusto.

Me he leido el primer fragmento.

La verdad es que para ser un lector al que no le gusta la ciencia ficción me has mantenido atrapado con tus descripciones. Creo que uno de los puntos que voy a resaltar es la facilidad con la que nos transmites el mundo ficticio de tu universo. El gran problema que yo creo tiene la ciencia ficción es que es difícil describir cosas que no existen. Hace poco estuve leyendo a Jack Vance y su Tierra moribunda. Es un libro con tres grandes historias. Las otras seis, que ya forman parte de la tierra moribunda, se adentran en la ciencia ficción y cuando Vance hace eso no puedo imaginar lo que leo. Lo he notado en otros autores. Orwell, Huxley y Bradbury. Ninguno consigue que imagine. El que mejor lo hace es Bradbury. Pero el libro nunca me gustó mucho porque no soy de leer mucha cienciaficción. Así por ese lado, el de las descripciones, me tienes ganado. Me recordó mucho al mundo de Psychopass, un anime futurista con una temática profunda que me encanta: la violencia.

Pero bueno. Creo que me obliga la honestidad a comentar todo. Tanto lo bueno como lo malo. Si las descripciones y la prosa me atraparon, a medida que leía los diálogos empecé a despegarme. Creo que es un punto para trabajar. Los diálogos no son fáciles de construir. Hay que liarlos con lo que va detrás, con la prosa, con las descripciones, hay que usarlos para dar información al lector o para caracterizar a los personajes.

En cuanto a los personajes no voy a decir que están mal dibujados. Personalmente detesto cuando hay comentarios que dicen: los personajes son planos. Bueno, si lees a Tolkien los personajes son planos por donde se miren. También si lees a Lord Dunsany. Son planos. Sí. Pero las historias son buenas. Creo que hay una tendencia de querer empalizar con el lector. No sé hasta que punto sea bueno eso. Yo lo que digo es: escribe, y lo estás haciendo bien. Pero también digo: experimenta. Y si tus personajes pensaran un poco? Si tuviesen conversaciones internas de una linea con las que pudieses crear frases poderosas a o demostrar como se sienten? Es tu elección. Yo lo veo más interesante si estos interioridad.

Lo último es el punto de vista del narrador.

Al final del fragmento cambias de la muchacha al muchacho. Esto no me termina de cuadrar. Creo que deberias terminar cuando la muchachas se va.

Ahora dos cosas técnicas que son fáciles de corregir:

Los números siempre con letras. Tenía quince años. Cuenta centímetros de largo. Dos palmos hacia arriba. Cuatro arrobas. Tres por dos son cinco. Pero es que soy malo en matemáticas. xD

Los vocativos.

―María, me gustas.
―Tú también, Miguel.
―Espera, querida, no me beses que he comido cebollas.

Siempre, mcuandoun personaje hable con otro y diga su nombre, antes del nombre va una coma.


Ahora algo que elogiar:

Los nombres de los personajes están muy bien enlejiados. Forman parte de la ambientación. Eso es un puntas, pues siempre veo que esto falla.

Quiero seguir leyendo más cosas de ti pero pronto.

Espero que no dejes de escribir.

Creo que lo haces bien.


Abrazos!


Big Grin
Psycho-pass, uf, es uno de mis animes favoritos, y te lo digo yo que efectivamente no me gusta lo que a ti te a gustado más: la violencia, el gore. Me gustó por otras razones. Por lo que he visto un poco, lo que a ti te llama la atención es la crueldad, la violencia. Espero no decepcionarte ya que, no suelo escribir nada a ese tema. Peor bueno, es genial leer que por lo menos mi historia a llamado tu atención a pesar de no ser uno de tus género predilecto.

Gracias, Juno Natsugane, por la crítica. Corregiré lo que me has marcado, tanto este capítulo como los venideros. Ahora que mencionas el cambio de narración entre Eva y luego Ruber tienes razón, es un cambio muy brusco, debo apuntar en una lista ese error; debo seguir la linea de un solo personaje.
Por lo visto, lo que en verdad debo enfocarme es el los diálogos. Investigaré un poco más sobre el tema ya que siendo honesta, no tengo mucha idea sobre estos. Lo que suelo leo mucho en criticas es más bien sobre la estructura de la historia, de los personajes, trama, etc. pero en si de los diálogos, pues no.

Sobre este comentario:

“Si tuviesen conversaciones internas de una linea con las que pudieses crear frases poderosas a o demostrar como se sienten?”

Me supongo que hablas sobre los pensamientos, ¿verdad? Trabajaré más en eso. Curiosamente, a mi también me gusta cuando los personajes se pelean con ellos mismo, mentalmente.

“Los nombres de los personajes están muy bien enlejiados.”

No sabes lo contenta que me he puesto al leer eso. La verdad es que suelo cuidar mucho los nombres de mis personajes, y es súper raro ver que alguien comente o se fije en eso. Por lo que tengo entendido, los nombres de una historia es lo que poco "importa" o dan "importancia."
Hola de nuevo,

me alegra que conozcas Psycopass. Yo no lo terminé de ver no se por qué, pero creo que lo retomaré hoy en la noche. Me faltaron cuatro o cinco capítulos. Dejaré Steins Gate que me tiene de momento sin interés.

Es verdad lo que dices: me gusta la violencia, la sangre, el gore en la ficción, pero no porque sea un sádico. xD. Si hay algo que odio con toda mi alma es la violencia de todo tipo, el abuso a los débiles, la indiferencia, la falta de compañerismo. Es decir odio la  mayoría de temas de los que escribo. Pero siempre me pregunto por qué diablos el ser humano se comporta de ese modo. Tan difícil es sonreírle a un extraño y brindarle ayuda sin desinterés o integrar al grupo al chico nuevo del salón?  Para el tema de los diálogos lo mejor que puedes hacer es analizar lo que lees. Escoge un libro que mas te guste pero que tengas dialogo interesantes. Los de Martin son buenos. Entonces ve com restan conectados con los párrafos anteriores, fíjate si usan palabras que se repiten que el ojo no puede detectar al leer a simple vista (esos son los anclajes), fíjate los movimientos del personaje que habla y a que orto personaje se dirige, las acciones que hace o a donde mira, porque de estas descripciones te puedes coger para escribir la linea siguiente. De ese modo lo vas a hacer mas dinámico.

En cuanto a los nombres...

Pues claro que son importantes. Creo que los nombres aportan parte de la personalidad del personaje. Puedes decirme que estoy un poquito loco, pero si  escuchas el nombre Viktor Krum, entonces que piensas? Viktor es el nombre de Viktor Frankenstein, y Krum suena bastante duro. Parece alemán más que búlgaro. Y el tipo de Harry Potter es tremendo mastodontes que juega al quidditch. Es un durazo por lo menos en la película. Sin en vez de Conan el Cimerio tenemos a Harry el Cimerio no tendría la imponencia que tiene. Los nombres son una parte de la personalidad así como del aspecto. Yo diría que cincuenta cincuenta.

Saludos!

Big Grin
Bueno, de nuevo por aquí para dejar el segundo capítulo. Agradezco a los que le han dado click y echado un ojo a mi historia.

Capítulo 2
Tiempo revelado


En las afueras de la ciudad Del Comienzo, una revuelta había comenzado en la fábrica Fucus. Los pasillos estuvieran en completa oscuridad si no fuera porque las luces de emergencia estaban en funcionamiento dejando ver un poco el interior de las instalaciones. En uno de los muchos pasillos, un joven corría desesperadamente, él había desactivado las luces y el código de seguridad, pero aun así lo habían descubierto y en este momento un MR tipo 3 lo perseguía sin que pudiera escapar de sus seis ojos que lo mantenían en la mira. La máquina tenía la estructura de un canino y su color era el del metal, un gris opaco. Ese modelo poseía tres cabezas finas que se conectaban al cuerpo con cuellos largos. Llevaba la orden de capturarlo a él, el nombre de ese joven era Neón, quien de haber sido ayudante de su amo, ahora era un desertor una vez descubrió las verdaderas intenciones de la fábrica Fucus.

—¿Cómo te atreves a traicionar a nuestro amo Klaus? —el joven escuchó desde un comunicador que tenía en su oído la voz furiosa de quien fue su compañero, Norez—. Te creía más inteligente, pero me doy cuenta que no lo eres. ¡No seas imprudente e insolente! Debes lealtad a tu soberano amo…

«No, no tengo porque» pensó Neón moviéndose entre las penumbras de la fábrica, buscando una eficaz ruta de de escape.

—Se a donde te diriges, mocoso —Neón continuaba escuchando a la persona a Norez—. Tienes dos opciones: Si vas a la sala principal, serás atrapado inmediatamente por los MR, pero si intentas escapar ahora, tendrás una posibilidad de escapar. ¿Qué harás?

Aunque aquellas palabras sonaban una amenaza, su interlocutor tenía mucha razón. Quizá si él intentaba escapar en ese instante podría salir. Sin embargo, se la jugaría, y por ello perdiéndose por un momento de la mirada del MR se adentró a la habitación donde se encontraban las computadoras principales, éstas se encargaban de recibir toda documentación de los proyectos de la empresa. Se acercó a la computadora madre al momento que sacaba de la parte trasera de su oído izquierdo un cable que vinculaba un USB que a su vez conectaba a su memoria. Introdujo el cable a la computadora y comenzó a leer toda la información que guardaba la misma, no obstante, debido a que el MR estaba pisándole los talones y faltaba segundos para que entrara a la habitación, Neón desistió de leer toda la documentación para solo guardarla en su memoria sin reparar a leer y todo hacia todo eso mientras echaba un vistazo a la puerta de vez en cuando hasta que vio al robot entrar. Asustado al ver como el MR se aventaba hacia él.

Al verse en aprietos, Neón desconectó el cable de la computadora para hacerse a un lado y esquivar el ataque de la máquina, que chocó con el ordenador casi destruyéndola y eso le hizo saber lo afortunado que fue esquivando el golpe. En el último segundo, el joven logró pasar toda la información de la computadora madre a su memoria borrando todo a su paso de la misma, con la intención de evitar que los bocetos permanecieran allí y el proyecto continuara.

Ni lerdo ni perezoso, Neón se dirigió al fondo de la habitación, pues allí había un pasadizo secreto. Al acercarse y tratar de abrir la puerta del susodicho, se dio cuenta que se encontraba sellada, pues se había bloqueado automáticamente debido a la falta de la energía principal. Jaspeado, dio media vuelta al escuchar como el MR se detuvo cerca de él, mirándolo con sus ojos azules y Neón pudo verse reflejado en ellos. Estando consciente que por ello era observado. Un movimiento en falso podía significar ser capturado y a como diera lugar debía salir de allí con los archivos.

—Estás acorralado. No tendré compasión alguna —de su garganta salió una carcajada maliciosa—. Los traidores deben morir.

Norez era un pesado, solo se la mantenía hablando y hablando, sus voz le irritaba. El joven agarró el intercomunicador y lo arrojó al piso y lo pisó para que no pudieran rastrear su localización mientras lentamente y sin dejar de prestar atención a los posibles movimientos de la máquina, llevó su mano para llegar a la bolsa de su pantalón con la intención de sacar la bomba que generaba corriente; su plan era arrojársela y huir cuando el robot sufriera una descarga eléctrica porque esa descarga eléctrica lo privaría de sus movimientos por un corto tiempo. Su plan habría funcionado de no ser porque el canino mecánico anticipó sus movimientos atacándolo con su cabeza de en medio, mas el joven, esperando esa reacción, saltó en el preciso momento del ataque y antes de que la boca lo pudiera tomar, él se trepó sobre la cabeza impulsándose con los pies y así alcanzar la puerta por la que entró. No obstante, la cabeza del MR que quedó a su lado izquierdo entró en acción y lo tomó del brazo arrojándolo con fuerza hasta el otro extremo de la habitación, provocando que el joven golpeara contra la pared y emitiera un agudo grito de dolor.

A pesar del terrible dolor que sintió, Neón comenzó a ver lo que se encontraba a su alrededor, ya que cada segundo contaba, cada segundo determinaba si salía victorioso o no de esa batalla. Tan solo vio una gran mesa frente a él y a sus lados, regadas en el suelo, piezas de metal que utilizaban como pruebas o partes de otros artefactos. Por debajo de la mesa pudo ver como el MR se acercaba con la intención de estirar uno de sus cuellos y tomarlo; pensó en algo, se deslizó debajo de la mesa colocando los pies sobre la tabla por el lado interno y dando un fuerte impulso hacia arriba, la derribó, provocando que la cabeza del canino mecánico colisionara contra la mesa con tal fuerza que la mesa se aboyó.

Sin esperar un segundo más, Neón cogió un par de trozos de metal y levantándose se mostró al robot. Las cabezas libres del MR embistieron al joven, pero hallándose preparado, él usó las piezas como escudos. El momento de huir llegó cuando por unos segundos, desubicó a la máquina, saliendo de la sala a toda velocidad corrió por los pasillos. Siguió corriendo sin temor a perderse porque tenía cada ruta de escape en su memoria y sabía por dónde correr. Fácilmente podía huir de los MR, pero si le enviaban a los RV, que eran robots especializados en la lucha, le sería mucho más difícil lidiar con ellos.

—Izquierda... derecha... derecha —decía para si mismo cada vez que daba vuelta—. Izquier...

Se detuvo drásticamente al percibir a otro MR del tipo uno, los que eran parecidos a los tres pero con la diferencia de que solo contaban con una cabeza, muy cerca de allí. Decidió desviarse y usar otra ruta que para su sorpresa se volvió a detener pero a diferencia de la anterior vez, se agachó en el preciso momento en que la garra de un MR atravesó la pared. La sorpresa del ataque no lo detuvo e irguiéndose para continuar por otro camino, evitando a toda costa tener contacto con ellos.

Él retrocedía algunas zonas al notar que algunos buscadores lo esperaban para emboscarlo, de esta manera, poco a poco las posibles rutas de escape fueron invadidas o bloqueadas por MR, así que optó por su último recurso: ir a la cima de la fábrica, por lo tanto, comenzó a subir las gradas sin detener o disminuir su paso y mucho menos ahora que los buscadores le pisaban los talones, y la tensión combinada con el miedo empezaba a crecer en su interior cada vez que escuchaba las patas robóticas chocar contra el metal del piso, lo que le producía un desgarre interno. Al llegar arriba, no pudo evitar que su interior se regocijara al ver la puerta de salida, solo faltaba poco.

Desafortunadamente se encontraba bloqueada, no obstante, como no tenía otra opción, debía conectarse a ésta para desbloquearla lo más rápido posible. Concentrado en lo que hacía, no sintió al robot que se encontraba atrás, pudo darse cuenta de él cuándo vio una garra metálica del tamaño de su cabeza perforar la puerta a escasos centímetros de distancia, el joven se giró mirando a un robot en forma de araña, que lo miraba fijamente con sus miles de ojos que hacían la función de focos, su cola salía detrás de su cuerpo y esta era como una cola de alacrán, el robot tomó sin dificultad parte de la puerta y la arrancó. Neón, al ver la oportunidad y sin perder más tiempo en los ojos hipnotizantes de la araña-robot, corrió fuera por la abertura de la puerta.

No se detuvo sino hasta llegar al borde del techo, donde miró hacia abajo. Su ojo derecho no vio fin y su izquierdo calculó la altura. Una parte de él le dijo que debía retirarse y la otra que siguiera. Decidió dar media vuelta para regresar adentro de la fábrica y así poder usar o crear alguna otra ruta, pero se llevó la sorpresa de que ya se encontraba acorralado por varios MR, la única entrada estaba siendo bloqueada por ellos.

Exhausto y respirando con dificultad, se limitó a pasar su mirada a cada robot por unos segundos, y por primera vez, desde hacía mucho tiempo, no tuvo respuesta; su computadora no tenía solución y su cerebro tampoco tenía ideas. Se encontraba en una situación complicada, se sintió acorralado como una rata de laboratorio. Analizó las posibilidades de poder esquivar o engañar a las máquinas para adentrarse a la fábrica y escapar por otro lado; cada una de éstas eran menores a un uno por ciento de éxito.

Una daba el veinticinco por ciento de éxito.

Con lentitud, para no presionar a los MR a atacarlo, ya que ellos solo lo atacarían si les daba una razón para hacerlo, por el momento, el joven no les era una amenaza, dio un par de pasos hacía atrás entretanto los MR daban uno hacia adelante y así hizo Neón, deteniéndose hasta que su pie derecho sintió el vacío, había llegado al borde. Giró su cabeza un poco visualizando a lo lejos una ciudad. Su corazón latió el doble al pensar en lo que iba a hacer. Cerró los ojos con fuerza y tragando saliva con dificultad y con aparente calma, inhaló aire para llenar sus pulmones y cuando exhaló el aire, se arrojó.

Fue ese momento en que los robots se movieron, su prioridad era traerlo a su jefe, a su dueño, pero una vez que se asomaron por el borde, Neón se había perdido de su radar visual. Ingresaron apresuradamente a la fábrica para seguirlo, pues su prioridad era cumplir con las órdenes dadas.


(***)

Los tres superiores de la asamblea de Consejo se encontraban ya reunidos en la sala de juntas privada,  sentados cada quien en su respectivo lugar y esperando a que el dueño de corporación Fucus se presentara, mirando incontable veces la hora ya que ante sus ojos, aun a pesar de que no daban la hora en la que se estableció la reunión, Belirio estaba tardando demasiado y para su infortunio, Belirio cruzó la puerta cinco minutos después de la hora establecida.

—Siento la tardanza, señores, se me presentó algo de improviso —hizo saber el dueño al momento que desabrochaba el botón del saco y tomaba asiento en la cabecera de la mesa rectangular, quedando dos superiores a su derecha y el otro a su izquierda.

Uno de ellos, el de la izquierda, se adelantó al mostrándole en una Pantalla un contrato que debía firmar. El rubio simplemente escaneó el documento y dirigiéndose a la linea negra inferior de la hoja, se dispuso a dejar su firma, agarró la stylus pen, pero antes de que la herramienta tocara la pantalla fue detenido por el consejero Coleman.

—¿Lo firmara así como así? ¿No va a preguntar de que se trata el documento?

—¿No le preocupa que sea un documento para quedarnos con la empresa? —cuestionó uno indignado ante la irresponsabilidad de Bel para leer detenidamente un documento importante.

—No creo que sean tan tontos como para embaucarme —fue la respuesta del dueño.

Ante las miradas de los hombres, Belirio bajó la pluma táctil para diriguir su vista específicamente a Coleman:

—Dígame, ¿de qué trata?

—Es la renuncia de uno de nuestros patrocinadores... —Coleman guardó silencio al ver con gran sorpresa como Bel firmaba sin pestañear e informar:

—Bueno, si quiere retirarse que lo haga, no veo un problema en ello.

Esas cínicas palabras molestaron tanto a Coleman como a los otros dos. Era bien sabido que quienes generaban la mayor parte de ingresos monetarios a la corporación Fucus eran los patrocinadores. Si uno de ellos se iba, evidentemente, parte del dinero también. Lo que más les molestaba a los consejeros del nuevo dueño era el descaro y desinterés que mostraba al negocio que con tanto esfuerzo su predecesor alcanzo.

—Belirio —llamó la atención Coleman, intentando mostrarse tranquilo—, mis colegas y yo sabemos que usted nunca recibió la educación para el pesado cargo que es administrar una empresa. Y al reusarse a que nosotros fuéramos los que nos encargaríamos de eso. De nuevo le pedimos que por lo menos siga nuestros consejos. Nosotros estamos aquí para aconsejarle. La economía de la empresa está descendiendo abrumadoramente estos últimos cinco años.

—Nos estamos preocupando —continuó otro—. La producción de mercancía esta bajando y la demanda de otros países está en incremento, y todo desde que despidió al sesenta y cuatro por ciento de los trabajadores de la fábrica. La tardía fabricación de nuestros productos está asustado tanto a nuestros patrocinadores como a nuestros compradores —mediante un holograma le mostró la gráfica de ingresos, demostrándole gráficamente la perdida millonaria que estaba sufriendo corporación Fucus—. Si seguimos de esta forma perderemos clientela y llegaremos a la ruina.

—No se preocupen —dijo Bel—, lo único que muestra esa gráfica son número. Con lo que la empresa sacará al mercado en un par de días más, hará que la empresa salga a flote y hasta duplicaremos las ganancias perdidas hasta ahora. Muchos patrocinadores desearan trabajar con nosotros.

Coleman y los otros dos miraron al hombre. No sabían de donde sacaba esa confianza en el supuesto nuevo producto, además de no tenían ni una misera idea de que trataba ese «nuevo» producto, ante sus ojos y oídos, Belirio no tenía ni idea de lo que ese boceto en realidad significaba. Sin contar que no veían progreso de ningún lado. Hasta ahora era que lamentaban la perdida del magnate señor Fucus; el padre del ahora dueño si fue uno de los más grandes en los negocios. E intentarían convencer a su nuevo jefe de que su administración era pésimo y que para el bien de la empresa debían tomar otras medidas, sino fuera porque sonó el teléfono de la sala y Belirio lo contestó, de nuevo era la secretaria quien le acordó:

—Señor Belirio, le recuerdo que hoy va a dar una conferencia a los medios. Los periodistas están llegando y solicitan de su presencia.

Y aunque más desganado que con ganas respondió que ahora saldría. A pesar que no le gustaba hacer conferencias, prefería eso a seguir con estos tres hombres que desde que comenzó a trabajar allí han estado sobre él, escuchándolos decir una y otra vez que ellos deberían ser los que administraran el negocio y que él solo diera autorización y firmara los documentos importantes. Al terminar la llamada, Bel se levantó del asiento y mirando las frías miradas de los consejeros, les informó:

—Si me permiten, me retiro por hoy. Tengo otras cosas que hacer.

(***)

En la universidad de ESER, el profesor de ciencia de las tecnologías salió del salón al que asistía Evarista. Después de que una clase terminaba, se daban unos cinco minutos antes de que el otro profesor entrara a impartir su clase. Eva se encontraba sentada en medio de sus dos amigas, Blanca y Naira, quienes lo primero que hicieron una vez el profesor dejó el salón, fue platicar entre ellas Por otra parte, la castaña decidió buscar en su computadora lo último que vieron de la próxima clase, haciéndose un reencuentro de lo dado; no evitaba reír cuando escuchaba de sus compañeras algo que le hacía gracia. Sus dos amigas eran muy dramáticas y esa actitud siempre la hacia reír.

—Vamos, Eva, cuéntanos, ¿hay alguien que te interese? —inquirió con tono picaron Blanca, quien se encontraba al lado derecho de ella.

—¿Interesarme, de qué manera? —se hizo la que no sabía.

—No te hagas —soltó Naira colocando su brazo alrededor del cuello de su amiga—. Amorosamente, claro está.

—No, aún no.

—Deberías salir con algún chico —mencionó Blanca—. Deberías dejar de visitar a Calomela, siempre estas con él. Deberías salir con un chico de verdad…

—Deberías, deberías, deberías —repitió la acosada rodando sus ojos—. Ya dejen de decirme tantas cosas, yo sabré con quien juntarme o no y también sabré cuándo salir con alguien —quitó el brazo de su amiga de su hombro al sentirlo pesado—. Me gusta estar con Calomela. ¿Hay algo de malo?

—No estamos diciendo que sea mal... —Naira fue interrumpida por un voz masculina.

—Bla,bla,bla, bla —el chico que estaba adelante de Naira se recargó sobre la silla en la que estaba, dejando las dos patas delanteras en el aire. Miró a las chicas y preguntó: —¿No pueden hablar de otra cosa? ¡Válgame! Las mujeres y sus conversaciones sobre chicos: «A mí me gusta él, ¡ah! A mí me enamoró él.. hay sus ojos» —las imitó haciendo su voz aguda.

Naira, molesta, empujó desde abajo las patas donde el joven reposaba, provocando que casi perdiera el equilibrio. Él se asustó y volvió a su estado normal.

—Si no te gustan nuestras pláticas, entonces no las escuches, Nec.

Nec se dio la vuelta para encararse con la mujer que hizo que casi perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

—¿Cómo quieres que las evite si me hablan en el oído?

—Es que estás molesto porque no hablamos de ti —dijo Blanca en tono de burla y mirando al joven con malicia.

—¡Ah! Yo sé muy bien que ustedes hablan de mí, es solo que no lo hacen cuando estoy presente, ¡eso es mega obvio! —comentó el chico en tono altivo.

Nec no era un joven feo, al contrario, era a la vista muy agradable, además de ser elegante en todo lo que hacía, era muy respetuoso, inteligente y atleta. No era muy alto, pero tampoco era tan bajo, su altura era poco más de un metro setenta. Su cuerpo atlético recompensaba eso, ya que su hobbie era levantar pesas todas las tardes después de clases, además de que hacía ejercicio todos los días.

—No hables Nec —Naira empezó a empujar la silla de su compañero, fastidia por la altivez de Nec, aunque sabía que lo decía en broma—, eso ni en tus propios sueños.

El profesor hizo aparición al aula provocando que todos los alumnos que estaban hablando guardaran silencio para poner atención a la clase.

—Bueno, chicos, como ya se anunció en días pasados, hoy es día en que el dueño de empresas Fucus, Belirio, de un discurso, así que si son tan amables de dirigirse a su computadora, pongan el canal de las noticias de la ciudad.

Todos los alumnos asintieron e hicieron caso al mentor, se dirigieron a su monitor. Cuando se presentaba alguna noticia importante en la ciudad Del Comienzo, cada pantalla de esta se auto-programaba para que ningún ciudadano pudiera perderse tal acontecimiento. Ese discurso era importante, pues tenía que ver con el mismísimo dueño de empresas Fucus.

La prensa se mantenía afuera de la cede esperando a que el señor Belirio saliera y presentara su discurso. Al abrirse las puertas de la instalación, se dejó ver el esperado, junto a sus guardaespaldas. Toda la prensa se acercó hasta lo que les fue permitido, las cámaras-robots y demás se enfocaron en él. Sin esperar más, un periodista empezó con una pregunta:

—Señor Belirio, ¿cuándo es que la empresa sacará un nuevo producto?

—Muy pronto —contestó—, la labor que estamos realizando será sin duda alguna el trabajo más innovador y revolucionario que haya inventado la empresa.

—Muchas personas mencionan que desde que su padre murió, usted no ha realizado un buen desempeño —habló otro periodista, todos sus compañeros se enfocaron en él debido a las interesantes palabras—. Desde el incidente, la empresa solo ha sacado un solo modelo y se rumorea que ese trabajo ya lo había empezado su padre. ¿Qué dice a eso?

—Les aseguro que lo que viene será el mayor trabajo que hayamos realizado —objetó sin haberle afectado las palabras dichas. Los medios periodistas era como buitres carroñeros que esperaban que los del poder hicieran o dijeran algo malo para sacar provecho del tema y contraatacarlo—. Tan solo tengan paciencia.

Una reportera iba a decir algo, no obstante se retuvo al notar que Fucus hizo un ademán que guardara silencio, después de eso, concluyó:

—Eso es todo por hoy. Tan solo esperen y verán algo reformado.

Enseguida dio media vuelta y comenzó a caminar, detrás suyo sus guardaespaldas, dejando atrás a una multitud aturdida debido al nada gratificante «discurso» que el señor Fucus presentó ante la prensa. Dentro de la empresa se encontraban 8 de los 10 patrocinadores, esperándolo e indignados por el desinterés que demostró Bel ante los periodistas. Uno de ellos se apresuró al dueño.

—Belirio —se escuchó colérico, tratando de que no se notara—, mi gente y yo pensamos en hacer esa entrevista para que usted convenciera a la gente de la ciudad que todo está bien. Los ciudadanos no han olvidado el hecho de que despidió a más de la mitad de los científicos y obreros que trabajaban en la fábrica, el lugar ha perdido mucho dinero y puede quebrar la empresa. Estábamos mejor con su padre.

El dueño se detuvo para ver seriamente al hombre. Desde que comenzó en la presidencia hacía cinco años atrás, había estado escuchado una y otra vez que cuando el señor Fucus vivía el lugar era mucho mejor, y tal vez era verdad, ya que los MR que han estado sacando, fueron solamente renovaciones de anteriores modelos. No obstante, él estaba harto de escuchar a los patrocinadores, consejeros y ciudadanos decir lo mismo.

«¡Que se arrojen por un rascacielos!»pensó, ahora él estaba a cargo de la empresa y ellos debían obligarse a confiar en el nuevo dueño de la fábrica: Belirio Fucus, hijo del difunto empresario Fucus. Dio media vuelta y subió por el ascensor.
Hola de nuevo, jajaja, hasta que aparezco.

Capítulo 3
El chico mitad robot

Lo primero que hizo al caer al suelo fue levantarse tan rápido como pudo pues no podía perder el tiempo y debía seguir huyendo. Estaba consciente que esas infernales máquinas irían tras él a como diera lugar. Su cuerpo era mitad robot, pero solo se trataba de la mitad, por esa misma razón pudo sobrevivir a la caída, no obstante, aquella condición no evitó que su parte humana se lastimara y ahora su cuerpo sufriera un profundo dolor.

Se irguió como pudo, con el brazo derecho se tomó las costillas del costado izquierdo, apretándoselas con la intención de sofocar el dolor mientras comenzaba a caminar, cojeando del lado derecho, sintiendo como parte de su rostro estaba herido y sangraba. Miró el horizonte distraído, preguntándose si se habría roto algún hueso. A pesar de su malestar, comprendió que no podía darse el lujo de permanecer quieto, debía seguir huyendo. Se detuvo un momento para visualizar a lo lejos la ciudad.

Entonces una pregunta lo ahogó, ¿adónde podía huir? Sabía que dentro de él llevaba un chip localizador que les permitía a los buscadores encontrarlo en cualquier lugar donde estuviera, así que no sería fácil escapar de ellos, mas no por eso debía dejar de luchar, por lo que dando de sí, emprendió de nuevo la caminata. Minutos después, el joven miró sobre su hombro encontrándose con la desagradable sorpresa de que los MR lo seguían a paso realmente rápido. Neón apresuró su paso, dibujando muecas de dolor. Cada segundo miraba hacia atrás para ver qué tan lejos se encontraban; aunque lo deseaba no podía moverse más rápido. La caída que sufrió lo había limitado en velocidad y resistencia. Trató de correr dejando de lado sus dolencias al palpar como los buscadores le pisaban los talones.

Cayó al suelo cuando sus pies se cruzaron entre si y se sentó en el suelo porque sus piernas ya no pudieron con su propio peso siendo testigo de como los buscadores aumentaban la velocidad. La angustia de sentirse atrapado lo hizo retroceder asustado, impulsándose con las piernas y los brazos y cuando las máquinas se encontraban a escasos metros, pensó que ese era su fin, culpandose a si mismo de no poder hacer más para no dejarse derrotar, entonces de pronto, los buscadores se detuvieron.

El joven miró con sorpresa a las cuatro máquinas inmovilizadas, luego observó ambos lados como en busca de lo que provocó que se estas se quedaran estáticas, pero no vio nada fuera de lo normal. Se volvió a los robots cerrando los ojos y un suspiro de alivio brotó de su garganta al saber que solo podía existir una respuesta; afortunadamente, había cruzado la zona límite. Cada una de las máquinas de la fábrica tenían un radar que solo les permitía estar a cierto radio alejados de las instalaciones; no podían cruzar esos límites aunque lo desearan porque existía una barrera —para ellos— invisible que les impedía continuar.

Los buscadores dieron media vuelta para alejarse de Neón con la intención de volver a la fábrica. El joven no pudo evitar relajarse, se acostó completamente en el suelo y observó detenidamente el cielo azul, frunció el ceño y levantándose, volvió a su andar. No debía perder el tiempo, él no estaría conforme y posiblemente enviaría más buscadores, por ello, debía huir lo más lejos que pudiera.

Un par de horas después, visualizó lo que le parecieron construcciones de casas. Volvió a suspirar. Había perdido mucha energía, así que se le dificultaba seguir en pie, por lo que tenía la necesidad de recostarse y dormir para recargarse y recuperar su poder, pero no podía darse el lujo de hacerlo aunque su cuerpo implorara descanso. Si lo hiciera daría tiempo a los MR a que lo capturaran. Su mitad humana comenzó a temblar, esta no soportaba tal maltrato. Un terrible escalofrío lo invadió, la vista comenzó a fallarle y vio borroso, las siluetas de las casas iban y venían. Se tomó el brazo izquierdo con la intención de calmar su temblor, pero fue en vano, este seguía moviéndose a contra voluntad. Su pierna comenzó a padecer lo mismo.

Lo que temía sucedió.

Ya no pudo más, los párpados le pesaron mientras una sensación de no poder cargar con su cuerpo se apoderó de él. Su visión empezó a desvanecerse, de repente sus piernas ya no pudieron soportar su peso y mientras una somnolencia cayó sobre él, se dejó caer de rodillas y antes de siquiera sentir que su cuerpo diera por completo en el suelo, vio una silueta de un animal acercárdosele, y para cuando el canino se aproximo a él ya estaba inconsciente. El animal ladró para llamar la atención de su dueño.

—Oye, muchacho, ¿estás bien? —un hombre mayor se apresuró, preocupado golpeó suavemente la mejilla del joven esperando que reaccionara.

El hombre observó a su fiel amigo que lamia el cachete del inconsciente para después mirar, desconcertado, su alrededor. ¿De dónde había venido? Era tan solo un jovencito, aparentaba solo 14 años. No podía dejarlo allí a su suerte, lo levantó para cargarlo como su envejecido cuerpo se lo permitió, lo llevo a su casa para hacerle los primeros auxilios.

—¡Santo cielo! Cariño, ¿quien es este niño? —preguntó con gran sorpresa y preocupación la esposa del hombre.

—No lo sé, Brandon lo encontró mientras jugaba. Al ver su estado no pude dejarlo allá.

—Pobrecito, está herido, no debió pasársela bien. Vamos cariño, llévalo a la habitación, trataré sus heridas —dijo la mujer con voz maternal.

El esposo obedeció y lo llevó a la habitación que alguna vez fue de su hijo y que ahora estaba vacío, lo recostó en la cama, esperanzado de solo necesitara descansar para que se recuperaba, y aunque por unos instantes deseó llamar a la ambulancia, no lo hizo al notar que este respiraba con normalidad. Por ahora, dejaría que su mujer lo atendiera y si se veía que empeoraba, llamaría a los especialistas.

(***)

Cuando los estudios de Eva terminaron, ella fue al restaurante «Come Rápido»; un establecimiento que vendía comida rápida para pedir el especial del día. Un robot especializado en ello reparó su pedido. En esos locales eran tan pequeños que solo era para pedir comida y llevarse, no para comer allí. Los restaurantes eran los únicos locales de comida en donde se podía comer allí mismo.

Una vez su pedido estuvo listo, se encaminó a la calle «El Tercer Anillo», la que vinculaba al lugar donde quería llegar. Se dirigía a la Colonia Nube, un lugar muy bonito de la ciudad Del Comienzo, mientras tarareaba una canción alegremente y movía la bolsa de la comida cuando cruzaba las avenidas.

Se detuvo al llegar a la residencia, la que por ser privada, se encontraba protegida por una muralla de piedra y la entrada principal era una enorme reja de color negro que era adornada por un elegante dibujo. Se acercó y colocándose a un lado de una máquina que era la que determinaba si la persona podía entrar o no, pues así se protegía la seguridad de los residentes, los únicos que tenían acceso libre a la residencia. Pero si el residente deseaba que algún conocido lo visitara, podía hacer que la IV del visitante funcionara como llave, más aparte un código de voz.

Eva apretó el timbre y mientras se mostraba una onda de sonido dibujada en el aparato, se escuchó la voz de una máquina.

—Buenas tardes. Residente o visitante.

—Visitante. Vengo a ver a Riz Calomela, numero de casa 37, mi nombre es Evarista Mohs número de cuenta 322 —lo dijo corrido, pues se sabía todo el procedimiento. Por esa razón la máquina analizó la información.

—Confirmando voz —tras un sonido de aceptación, la reja se abrió—. Bienvenida Evarista Mohs —la joven entró —Que pase buena estancia.

La famosa residencia Nube era uno de los pocos lugares de la ciudad que aún conservaba las estructuras antiguas, contando con casas separadas y amplios suelos pastosos, siendo decorados por árboles y hermosas y variadas flores, las que eran mantenidas por un robot que les proveía el agua y los cuidados necesarios. Los caminos eran adornados por piedras que daban una agradable vista a la residencia. Al llegar a la casa 37 tocó el timbre y esperó a que el dueño abriera y casi de inmediato alguien abrió la puerta. Una pequeña máquina de un metro de altura, redonda, que poseía brazos delgados con tan solo dos dedos y sus cuadrados ojos de color azul cielo, atendió a la castaña.

—Muy buenas tardes señorita Mohs, por favor pase —se movió a un lado para dar paso al visitante.

—Gracias —mencionó cortésmente mientras echaba un vistazo dentro de la pequeña, pero acogedora casa, sin moverse —¿Está el señor de la casa?

—El señorito Calomela no se encuentra —mencionó la voz robótica —Está en el taller. ¿Desea pasar y tomar asiento, mientras lo espera?

—No. Iré a verlo al taller.

—Como deseé. Que pase buen día, señorita —el pequeño robot cerró la puerta e inmediatamente Eva salió a toda prisa de la residencia, ignorando esta vez cuando la máquina de la entrada dijo: «Gracias por su visita, que tenga excelente día».

El taller de la familia Calomela estaba ubicado a dos cuadras detrás de la residencia Nube, así que por eso, ella no tardó mucho en arribar al lugar. El taller se encontraba abierto; sus dos puertas de hierro abrían paso a la clientela. Debido a que el taller se especializaba en la reparación de artefactos electrónicos, como a robots, el lugar era amplio. Tenía una altura de 8 metros y a pesar de lo espacioso que era, el lugar se mantenía lleno de muchas piezas de máquinas. Los estantes estaban al borde de pesados motores. Por todo el lugar se observaban robots de diferentes tipos, desde robots especializados en la construcción, hasta los robots de restaurantes de comida rápida. Pero también se veían robots más pequeños y simples, licuadoras, taladros, microondas, etc.

—¡Riz! —gritó Eva para que fuera donde fuera que se encontrara la pudiera escuchar, pero lo único que percibió fue el propio eco que regresaba cuando sus palabras chocaban entre las paredes y el metal de los robots. Volvió a intentarlo mientras se adentraba más al taller. Sin resultado alguno.

Más al fondo, notó un robot de rescate, de forma humanoide, los que se utilizaban para rescatar y poder mover los escombros cuando algún desastre natural hacía de las suyas. Este era de color escarlata, con franjas naranja que atravesaban el torso y el enorme logotipo del departamento de rescate dibujado en el pecho. La persona que buscaba se encontraba adentro de la máquina, y literalmente hablando, no en la cápsula donde la persona podía entrar y maniobrar el robot.

—¡Riz! —A pesar de estar tan cerca, aquella persona aún no se daba cuenta de que era llamado —¡Calomela! —Volvió a gritar con más fuerza.

Un hombre de 30 años de edad se asomó algo desubicado, por la escotilla y la miró.

—Eva, ¿eres tú? —El hombre la reconoció cuando se desactivó sus anteojos de soldar—. Ahora bajo —informó.

Riz Calomela, hijo del dueño del taller, se especializaba en mecánica robótica de casi toda clase de robots o máquinas eléctricas. Distinguido por siempre llevar una bata blanca. Él era de cabello castaño, sus ojos miel, dignos del apellido que portaba, no dejaron de mirar a Eva hasta que se acercó a una distancia prudente. Aunque no se dejaba la barba, en ese preciso momento llevaba una descuidada y Eva se lo hizo saber.

—Deberías mirarte, pero qué guandajo estás, deberías rasurarte.

Él se tocó la barbilla y sin dejar de mirarla, comentó divertido:

—¿Tan mal está?

—¿Cuándo fue la última vez que comiste? —quiso saber ella.

—Dime en qué día estamos para responderte con precisión.

—¿Día? —se sorprendió, aunque no debió, pues sabía que algo así ocurriría. Por esa razón le compró algo.

—Te traje esto.

—Pero que amable —se tomó la bolsa —¿Lo preparaste tú? —su respuesta fue inmediatamente respondida cuando observó el logotipo del restaurante impregnado en la bolsa—. Pensé que me traerías algo que prepararías, no creas que no tengo ganas de comida preparada por una máquina, pero es mucho mejor cuando es preparada por las manos humanas.

—Pues dile eso a tu mujer, claro, cuando la tengas.

Tan solo mirar ese robot de rescate estuvo consiente que Riz no se despegaría de este hasta que lo analizara a fondo. Lo conocía muy bien, sabía que cuando obtenía algún robot nuevo para que lo arreglara, él no lo soltaba ni aunque encontrara la falla y lo arreglara en segundos. Realmente lo devolvía hasta que investigaba cada uno de sus componentes o piezas y por esa razón para él, encontrándose en ese estado, no existían las noches y los días.

Como exactamente en ese preciso momento, a pesar de haber tomado un descansito para poder comer, comía muy rápido sin saborear, ansioso por terminar y así volver al trabajo, además observaba la guía del robot de rescate en su Pantalla. Eva se acercó a la mesa, la que estaba totalmente llena de piezas, tanto grandes como pequeñas, de varios prototipos de robots. De entre tantas cosas observó un plano de los nuevos robots de búsqueda, tomó la hoja y comenzó a detallarla. Lo único que le gustaba de estos era el diseño y sus dos colores; plateado y rojo plateado.

—Acabo de comprar el reformado modelo 1 —escuchó la voz de Calomela, haciéndole saber sobre su nueva adquisición al verla concentrada en los planos, además de que ya había terminado su aperitivo. Una vez que ella lo miró, él continuó: —Está en el despacho —señaló el lugar —Te lo enseñaría, pero ahora se encuentra algo destrozado. Lo estaba investigando cuando me trajeron el de rescate —sonrió, ella le devolvió la sonrisa—. Bueno, agradezco que hayas traído el almuerzo. Ahora voy a seguir trabajando, pero antes —se tocó la barbilla sintiendo la barba—, creo que iré a rasurarme.


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Desde aquí, en adelante (hasta que se terminen, obviamente) dejaré la ficha de un personaje. Si desean que deje la ficha de alguno en especifico; háganmelo saber, que con gusto lo pondré en el siguiente capítulo. Por ahora, este es la primera:
Quote:Nombre: Evarista Mohs (o solo Eva)
Fecha de nacimiento: 15 de Abril
Edad: 19 años
Residencia y ocupación: Ciudad del Comienzo. Estudiante.
Apariencia/descripción física: De una altura de 1.70 cm, sus ojos son de tono azul gris, de cabello largo y sedoso, llevándolo en una caída sobre su espalda; castaño. Su vestimenta favorita son las faldas, regularmente, acompañadas con mallas que le combinan, y camisas.
Carácter: Suele comportarse como una madre. Es una joven madura y siempre cumple con lo que promete, es muy responsable. Rara vez se comporta caprichosa, es una persona muy sociable y se puede confiar en ella.
Virtudes: Estudiosa, responsable, paciente y muestra mucha empatía.
Defectos: Su madures y comportarse como una madre suele hacerla muy estricta. También tiene sobre-confianza en las personas.
Miedos/fobias: Perder a los que más quiere. Alejarse de ellos.
Sueños u objetivos: Tener un buen empleo que le proporcione ganar bien y así poder irse a viajar por todo el mundo.
Profesiones/estudios: Estudia la carrera de Medicina en la ESER.