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[Ciencia Ficción] El debate - haerdalis - 01/11/2016

Buenas. Hace unos meses que me presenté en el foro. Como había comentado mi idea era crear un universo de fantasía, pero como paso previo estoy elaborando lo que podría llamar un relato de referencia. Un texto que contenga la historia de lo que pudo pasar antes en mi universo de fantasía épica.

Aunque pueda parecer extraño, el relato que dejo a continuación se ambienta en lo que podemos llamar sci-fi, pese a que el universo que voy a crear combina altas dosis de fantasía (no alta fantasía) con algunos elementos de ciencia ficción.

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EL DEBATE

El senador Friedrich Banner caminaba erguido hacia la sala de retransmisiones. Orgulloso, seguro de sí mismo y desenvuelto. La suya había sido una carrera larga. Ochenta años de su vida entregados a la militancia política, una ideología política rupturista contra los nuevos tiempos y un compromiso ineludible con los ciudadanos de Narona. Había derrotado al viejo Peter Themis en las primarias a las que Banner se enfrentó por segunda vez para acabar con su rival y compañero de partido. Había aguantado y esperado tiempo suficiente desde que comenzó siendo un simple funcionario de la biblioteca provincial que participaba en las reuniones del Partido del Cambio hasta que dio un paso al frente. Y finalmente, había desta-pado el escándalo que rodeaba a la carismática figura de Themis que había permitido -mientras guardaba silencio- el ascenso de la tercera generación de inmortales de su provincia a algunos de los puestos más prometedores del Nuevo Estado.
Banner dejó de caminar. Ya simplemente levitaba por el largo pasillo del Canal Kool-U. Levita-ba porque era el primer candidato de su lista electoral por la circunscripción de Narona. Le secundaba en la lista electoral la joven, Gaelle Reival, con apenas cuarenta años de edad y Daniela Hroth, una reputada intelectual y profesora universitaria. Entre los tres formaban un buen equipo porque coordinados con compañeros de otras provincias habían conseguido arrinconar a la vieja guardia de su partido en las últimas primarias. Ahora se había abierto una ventana de oportunidad. Una ventana de oportunidad que permitiría acabar con la permisivi-dad que había convertido al Partido del Cambio en un simple apéndice del Partido por el Sis-tema. Los primeros eran el progreso y los segundos eran la inamovilidad. Si fallaba la función que uno de ellos cumplía sólo restaba el desastre político.
Friedrich también era padre. Y si estaba allí no era sólo porque su programa político ofreciese una corrección de los vicios de los inmortales, sino porque esperaba legar un mundo mejor a su hija. Su hija, Leah, un tierno que bebé de un año de edad que descansaba en aquellos momentos en una cuna, en su casa. No quería que una entidad como la Corporación Trender continuase controlando gran parte del poder planetario en materia de investigación y medi-cina. Y tampoco la influencia que ejercían en las comisiones del Senado a base de compensa-ciones, donaciones y otras prebendas entregadas a los políticos. Los Trender. Creadores de las cápsulas personales y una de las dos únicas empresas que suministraba a través de sus clínicas la ansiada inmortalidad. No quería que su hija tuviese que rivalizar con nadie porque fuese más longevo que ella. No deseaba que Leah estuviera en desigualdad de condiciones con un inmortal que se presentaba a unas oposiciones públicas o con el que competía por un puesto de trabajo en un cargo de dirección. Ni mucho menos, que tuviese que justificarle contra su propia ideología que unos morían y otros continuaban en la vida.
Volvió en sí de sus pensamientos. Había llegado al final del corredor y una puerta acristalada se abría ante él. Allí le esperaba el presentador de Kool-U, Gorian Blue, un tipo alto y alargado que lucía un peinado erizado de color azul. Color que acompañaba con una chaqueta verde pistacho, unos pantalones atigresados y unos zapatos de punta negros. Este look multicolor era completado por una voz andrógina. La carismática personalidad de Blue era conocida por adoptar roles de género masculino y femenino de forma ambivalente según le apeteciese en cada interacción social. Además de lograr otra variedad de identidades desde las híbridas hasta aquellas en las que el género parecía brillar por su ausencia. Ésta era la forma en que el canal Kool-U parecía más moderno ante el público juvenil.
- ¡Bienvenido! Señor Friedrich Banner. – aulló el presentador del programa.
- Muchas gracias por su ofrecimiento de una entrevista durante los últimos días de la campaña, señor Blue. – dijo mientras daba la mano al presentador.
- ¡Oh! No tiene que darme las gracias. Por favor, hoy y ahora soy señora. – dijo el pre-sentador mientras daba unas suaves palmadas en el hombro del candidato. - Por fa-vor, por favor. Deje que le observe. Compruebo que los compañeros de maquillaje han hecho un buen trabajo con usted.
- Me siento realmente bien, pero no hacía falta.
- Ya. Ya. Esa falsa humildad que se destila tanto en los corrillos políticos. – dijo el pre-sentador mientras acariciaba el mentón de Banner y se acercaba hacia una distancia bastante próxima e incómoda para Friedrich. – Observo unas canitas por aquí. Y tam-bién unas arrugas por allí. ¡Hay que ver! Usted no puede dejarse. Usted aún es bas-tante joven y atractivo. Ciento quince años. ¡Quién los tuviera!
- No he venido a hablar de estos asuntos.
- ¡Oh! Sí. Sí. – dijo el presentador mientras se tapaba la boca para lanzar una leve risa. - ¡Micrófonos! ¡Holo-cámaras! – chasqueó los dedos y señaló a Banner. – Vengan aquí para arreglar a este caballero que él después nos arreglará a nosotras.
- Disculpe mi actitud, pero comprenderá que estamos en un período intensísimo.
- Por supuesto. Y nosotras siempre estaremos aquí para informar a los ciudadanos de sus propuestas.
Dos mujeres y un hombre se acercaron. Las mujeres comenzaron por instalar una serie de holo-simuladores en el cuerpo y las extremidades de Banner. Una especie de instrumentos que transmitían visualmente la posición y los movimientos de su cuerpo en un ángulo com-pleto de trescientos sesenta grados. El hombre prosiguió con la colocación de un micrófono en torno al cuello del político. En unos minutos, habían acabado por hacer su trabajo. El can-didato del Partido del Cambio por la provincia de Narona ya estaba en condiciones de proce-der a la entrevista que Gorian Blue, presentador del Canal Kool-U, le haría en breve.
- Señora Blue. Aunque he venido especialmente interesado por las distintas propues-tas de mi partido. Me gustaría hablar de nuestra posición en referencia a determina-dos escándalos en torno a los inmortales que están saliendo en los medios de comu-nicación.
- ¡Oh! Sí. Sí. Señor Banner. Por supuesto, esto formaba parte del acuerdo al que había llegado con su agente de prensa.
- Reconozco que para el grupo mediático al que representa, hablar sobre estos temas no será muy cómodo, pero creo que es oportuno, entendiendo su trascendencia, que la opinión pública esté al tanto de los distintos detalles que rodean a estos es-cándalos.
- Por supuesto. No habrá ningún problema en tratar cada una de las facetas de dicho asunto.
- Entenderá que nuestra posición dentro incluso de mi partido es minoritaria y debe-mos hacer pedagogía para transmitir estas nuevas ideas a los ciudadanos con inde-pendencia de que estén de acuerdo con nosotros. No es una cuestión de voto políti-co, sino de compromiso moral con nuestra sociedad.
- Por supuesto. – Blue volvió a acariciar el hombro de Friedrich – Nuestro acuerdo pre-vé una entrevista de una hora de duración en directo con dos pausas publicitarias. – Aunque habrá preguntas comprometidas.
- En efecto. No seré yo quien rechace una situación difícil. A fin de cuentas, estamos al servicio de nuestros votantes y de la sociedad.
- ¡Qué lindas suenan sus palabras! Bien. Bien.
- No es una cuestión estética, señora Blue. Simplemente debemos dejar de tender puentes de plata a nuestros políticos para que se conviertan en una clase social criada entre algodones.
- ¡Sí! ¡Sí! Estoy de acuerdo con usted. Creo que la señora Helen White, estará encanta-da de debatir esto con usted.
- ¿Por qué me lo comenta? No quiero hacerle perder el tiempo a la candidata a la Pre-sidencia por el Partido del Sistema.
- No se preocupe. Sí. Sí. Se ha tomado una hora de su agenda para acompañarnos du-rante su entrevista.
- ¿Me está diciendo que la señora White se ha molestado en venir a hablar con un hu-milde candidato al Senado?
- En efecto. Señor Friedrich Banner. Usted no es un simple candidato. Su victoria sobre Themis y sus propuestas de contención de los inmortales están en boca de todos, hasta de la señora White. – Blue hizo una mueca de desprecio a Banner.
El candidato al Senado por la provincia de Narona se puso nervioso. Aflojó el cuello de su ca-misa y se reajustó su corbata. Comprobó que las holo-simuladores y los micrófonos estaban bien colocados y fijó su mirada en la superficie pulida del cristal que les separaba del plató. Había preparado innumerables simulaciones de entrevistas, de confrontaciones políticas y había recibido clases de oratoria durante una década. Él, Friedrich Banner, estaba preparado para intervenir en cualquier situación política que se diera, pero en un cara a cara contra Whi-te no tendría ninguna posibilidad. A pesar de ello, aquella podía ser una oportunidad única para poder batirse en la arena política con su peor pesadilla.
Al cabo de unos minutos, Helen White pasó al interior del plató por una compuerta distinta. Una mujer pelirroja y delgada que coronaba su cabeza con dos ojos amarillos. White lucía una chaqueta corta negra y una larga falda negra acompasados de una camisa blanca. No era un traje que manifestase la exuberancia de una mujer, pero daba ese aire de rigor necesario para su actitud segura y conservadora. Se acomodó en uno de los asientos que rodeaban la mesa redonda enfrentado a otro. En medio se situaba la silla del presentador desde donde daría inicio a la libre confrontación de sus programas políticos. Aquello no iba a ser una entre-vista. Era una encerrona en toda regla. La candidata presidencial se desabrochó el primer y segundo botón de su blusa blanca, cruzó las piernas y sonrió hacia Banner. Friedrich la miró seriamente e hizo una mueca de asco. La sonrisa de Helen se alargó aún más hasta donde permitían las comisuras de sus labios.
Gorian Blue invitó a Banner a pasar al plató. Allí ambos se sentaron en sus respectivos lugares y dio comienzo el debate entre Helen White y Friedrich Banner. Ninguno de los dos candida-tos llevaba ningún tipo de documento ni apoyo visual. En el Nuevo Estado, la clase política se caracterizaba por una profesionalidad que se acompasaba tanto por su soltura discursiva co-mo por una carrera política de muchos años marcada por cargos de responsabilidad, secreta-rías y puestos de representación. Si un ciudadano quería dedicarse a la política, un derecho al acceso de todos, debía hacerse hábil ante distintos escenarios y audiencias combinando con una potente capacidad de memorización de datos y cifras. La élite política no era sólo simple influencia, sino también era el poder de la razón y las cifras.
- ¡Holo-cámaras! Actividad. Emitiendo en uno, dos y tres. - advirtió el director del pro-grama desde la sala de controles.
- Buenas tardes. Bienvenidos a la Agenda de Dorian. Esta tarde tenemos entre noso-tras a dos de las jóvenes promesas políticas que ocupan las pantallas en estos días. De un lado, Helen White, candidata presidencial al Senado por el Partido del Sistema e hija de Artemis White, el prestigioso ejecutivo de la Corporación Fenris. – la líder conservadora sonrió y giró su cabeza de izquierda a derecha ante las cámaras. – Del otro lado, nos acompaña Friedrich Banner, candidato al Senado por la provincia de Narona y miembro de la corriente renovadora del Partido del Cambio. – el político progresista saludó a las cámaras y después a sus interlocutores.
- Gracias a usted, Dorian, por dedicar esta tarde a un tema de tan vibrante actualidad. – dijo Friedrich Banner.
- Gracias por venir Friedrich. – respondió Helen White.
- Por supuesto, Friedrich. Gracias por estar junto a nosotros.
- ¿Nosotros o nosotras? Gorian. ¿Quién eres hoy? – dijo la candidata.
- Desde que me he fijado en lo elegante que estás he recordado mi parte más mascu-lina. – rio Blue. - Por favor, Friedrich. Tutéanos. ¡Recuerdo que estamos ante un es-pacio juvenil para ti del Canaaaaal Koooooooool-U! – aulló el presentador. – Bien, bien. Como sabemos. Hace unos meses, un grupo de jóvenes militantes del Partido del Cambio habían descubierto como Peter Themis había permitido que una serie de inmortales en las provincias de Narona, Rhaelonia y Vykaris hubiesen accedido de forma, ¿cómo se dice?, poco justa a unos importantes puestos en la administración del Nuevo Estado. Jefatura de Centrales Hídricas, Secretaría de Impuestos Agrícolas y el Pentaedro Militar.
- En efecto. – asintió el candidato por el Partido del Cambio. – Se había demostrado que las plazas habilitadas para dichos puestos no contaban con una serie de requisi-tos legales y que el presidente de la Comisión de Servicio Público, Peter Themis en esos momentos, estaba al tanto de dichas lagunas. Themis que debía haber puesto esta información ante el conocimiento del pleno del Senado y haber elevado el caso ante el Tribunal Supremo no hizo nada al respecto.
- Al menos. Éste es hoy tu discurso, Friedrich. Helen y yo hemos tomado un café unos momentos antes de llegar y hemos estado hablando de su visión que difiere con la tuya. Perdón, perdón. Recuerdo a nuestro público. – dijo mientras alzaba la mano. - Recuerdo que para tu café con Gorian, yo no bebo otro café que no sea Café Jaris. Para ti, para mí, Café Jaris. Cualquier otro café es una porquería y nuestra distinguida audiencia no bebe cualquier cosa.
En la parte inferior de la pantalla del programa aparecieron las letras anunciando la marca de Café Jaris y sus distintas variedades. Mientras, los técnicos enfocaban un primer plano de Gorian que sonreía ante las cámaras.
- Bueno. ¡Parece que se va a montar una buena aquí! – dijo el presentador mientras miraba con un rostro aguileño a Friedrich. - Antes de nada, vayamos a publicidad. En unos minutos seguimos con este cálido encuentro.
- Uno, dos, tres. Publicidad.
- La verdad es que este tono tuyo es muy distinto a la formalidad de las instituciones. – dijo Helen.
- Es un tono directo. Sencillo. Bronco. Algo que nuestros jóvenes puedan digerir mien-tras se desconectan de sus pantallas de realidad virtual y nos sintonizan.
- Lo entiendo perfectamente. Señor Banner. Sabe que esto es un duelo dialéctico.
- En efecto. Señora White. No creerá que iba a rechazarlo.
- Habría sido una bonita estampa ver como uno de nuestros opositores desaparecía entre las bambalinas del programa. Nos daría para hablar hasta el final de la campaña.
- Puedo reconducir el programa si aún usted desea abandonar el escenario, señor Banner. – dijo Blue.
- No hace falta. Puede ajustarse al guión de su teatro mediático. – masculló Banner.
- ¡Éste es el teatro que siguen varios millones de jóvenes en nuestro planeta! Si les de-cimos que café deben beber, ¿crees que no sabremos decirles a quién deben de dar-le su confianza política? -argumentó el presentador.
- No estoy aquí para entablar una relación de adversarios, sino para concienciar real-mente de que es lo que está en juego.
- ¡Que así sea, señor Banner!
- Señora White. No tengo problemas en que usted conciba nuestro encuentro aquí en términos de un duelo. Supongo que necesitan de algo más que unas cámaras y a sus secuaces para desprestigiarnos.
- Volvemos de publicidad. Uno, dos, tres. – avisaron desde la sala de controles.
- Y regresamos. Como sabéis y a los que nos acabáis de sintonizar. Hoy estamos con Helen White y Friedrich Banner. Buenas tardes.
- Buenas tardes, Gorian. – saludaron al unísono ambos.
- Helen White. Imagino que algunos de nuestros espectadores entre tanto videojuego y ligoteo en las redes no estará al tanto de tu perfil. ¿Consideras adecuado si realiza-mos un breve repaso?
- Por supuesto.
- White. Graduada en Análisis Económico, Ciencias del Buen Gobierno, Historia de la Humanidad y Literatura Contractiva Unificada por la Universidad de Neocadia. Des-pués de dedicar algunos años al cultivo de lo humanístico se decantó por otras mate-rias más analítica, entre las que podemos citar sus Grados en Física Cuántica, Biodi-versidad Planetaria y Astrofísica Comparada en la Academia de Praeya. A lo que le si-guió el desempeño de diversos puestos de responsabilidad como ejecutiva en la Corporación Nova, la Corporación Renderis y culminó con la secretaría de investiga-ción y desarrollo del Grupo Nexus.
- En efecto, Gorian. Puedo decir que en todo momento me pagaron las vacaciones. – respondió Helen mientras soltaba una carcajada que fue acompañada por otra del presentador.
- Pero me ha dicho un pajarito que eres una persona inquieta. En tus vacaciones has viajado a la mayor parte de las provincias del Nuevo Estado, desde los acantilados de Praeya hasta el Mar de Agujas de Varpujal. Entre otros de tus hobbies se encuentran el análisis matemático, la pintura renderizada y el aprendizaje de lenguas muertas como el franco y el anglosajón finisecular.
- Bueno. En algo tengo que entretenerme. – la candidata hizo un gesto abriendo las palmas de sus manos hacia arriba.
- Después de todo eso. Realizaste una Maestría en Bellas Artes y tres doctorados en Fí-sica Cuántica Irreal, en Historia de la Humanidad y en Genética Biosintética. ¿Imagino que no tendrás tiempo para tomar un café con un hombre atractivo e interesante?
- Al contrario. Estoy casada con mi primer y segundo marido, respectivamente, en ré-gimen de poligamia acordada y dos y tres hijos de ambos matrimonios.
- ¡Vaya! ¿Y habría hueco para un tercero?
- Me halagan tus palabras, Gorian. ¿Me dijiste que te gustaban los chicos? ¿Verdad?
- Hoy las chicas pelirrojas que se llaman Helen.
- ¡Qué directo! – dijo Helen mientras se tapaba la boca para ocultar una leve sonrisa. – Bueno. ¿A saber qué muchacho atrevido y galante nos estará viendo ahora?
- ¿Han oído? ¡Público! Todavía hay un hueco en su corazón para un tercero y quién sa-be si un cuarto. Recuerdo que si desean enviar algún mensaje a través de nuestro canal será leído por Helen. Marquen el número que aparece en pantalla. – el presen-tador señaló con sus dedos índice hacia abajo. – Pero Helen. Creo que no saben la mejor. ¿Qué edad creen que tiene usted esta delicada señorita? Aparenta casi vein-tiocho años. ¿Cuántos años tienes realmente, Helen?
- Cuatrocientos ochenta y siete.
- ¡Fíjense! Fresca como una rosa, pero con muchas historias para contar. – dijo Blue mientras leía los mensajes que llegaban de la audiencia. - ¡Vaya! ¡Vaya! Entre algunos de los mensajes que leo por aquí te quieren para algo más interesante que contar historias.
- Bueno, Gorian. No quisiera tener que hablar de mi vida privada, pero puedo adelan-tar que una mujer de mi edad sabe hacer muchas cosas. Me ha dado tiempo para es-tudiar de todo.
Ambos rieron siguiendo el hilo del diálogo que habían iniciado, mientras Friedrich Banner guardaba silencio hasta que llegase su presentación.
- ¡Vaya! Se nos había olvidado hablar de Friedrich Banner. Friedrich es el cabeza de lista del Partido del Progreso desde la provincia de Narona. Graduado en Historia de la Humanidad y en Archivista Cuantrónica. Una Maestría en Historia de la Humanidad. Comisario de la Biblioteca Provincial de Narona.
- Así es. Y Doctor en Filosofía Moderna con una disertación sobre Gregore de Assantis dirigida por su discípulo, Frank Phils. Siguiendo con tu presentación, he trabajado en la Biblioteca Provincial de Narona durante los últimos ochenta y tres años. Desde que era un simple estudiante en prácticas hasta que aprobé las oposiciones del Cuerpo de Bibliotecarios Provinciales y hasta mi promoción como Comisario hace treinta y dos años.
- Debo reconocer que no me suscitas tantos deseos primitivos como Helen. Así, que por ahora seguiré siendo el Gorian masculino.
- Como desees Gorian. Es una cuestión de gustos. – dijo Banner mientras sonreía.
- Veo que por tus canas no te has cuidado ni has tenido tanto tiempo libre entre archi-vo y archivo.
- Al contrario. He participado activamente en la Fundación por el Conocimiento en Na-rona y he coordinado distintos movimientos de protesta contra los privilegios de los inmortales en el seno de la sociedad civil. Desde el boicot a las cápsulas personales en el Almacén Trender el famoso “Ocho de Octubre” hasta la recogida de dinero para su-fragar los estudios de aquellos que no tienen ni el tiempo ni el dinero de otros.
- Toda una vida de lucha radical. ¿Y dónde queda el amor?
- Llevo casado desde los sesenta y tres años con mi segunda esposa y me ha dado tiempo a fundar una familia con mi pequeña hija que acaba de nacer hace unos me-ses.
- ¡Habrás tenido que dedicar mucho tiempo a estudiar antes de tener a tu pequeña!
- Así es. Me gustaría haber sido padre antes de lo que hubiera querido, pero mi mujer y yo hemos dedicado un gran esfuerzo a darle un buen hogar a nuestra hija.
- ¿Y no será que eres un poco viciosillo entre las chicas de los antros discotecoides de Narona? ¡Ayer salieron unas imágenes tuyas en plena fiesta! – dijo el presentador mientras en pantalla aparecían varias fotografías de Friedrich bailando con sus com-pañeros de partido. - ¡Mira! ¡Mira! ¿Ése eres tú?
- No niego que me hay que tomar alguna pausa de vez en cuando. – dijo Friedrich al comprobar que era él mismo durante la celebración de su victoria en las primarias.
- ¿Entonces no te apetece compartir tu cariño con otras chicas? Realmente Daniela es-tá deslumbrante con ese vestido y no hablemos, ¡ay Dios!, de la señorita Gaelle que luce espectacular pese a llevar el habitual vestido étnico de Narona.
- Creo que el amor difícilmente se puede compartir con más de una persona. En este caso se trataba de una fiesta privada.
- ¡Vaya! ¡Vaya! Así que un monógamo reconocido. ¡Para ser ustedes del Partido del Progreso son un poco aburridos!
- Friedrich. No tienes que seguir con esas viejas ideas. Recuerdo que el Partido del Sis-tema ya aprobamos la Poligamia Acordada hace mucho tiempo para evitar el aumen-to de los divorcios.
- Bueno Helen. No nos vayamos por las ramas. Quisiera hablar de esas imágenes y de ese video en el que Banner brinda con sus colegas Gaelle y Daniela tras la caída del viejo Themis. ¡Ay! ¡Pobre Themis! ¡Qué había sido derrotado unas horas antes en las primarias de su partido! ¿Cuarenta años de servicio al Partido del Progreso del viejo Peter Themis que son celebradas con unas copas por sus propios camaradas? – aulló Blue mientras sus ojos miraban hacia abajo. - ¡Eres un perro traidor! ¡Vete Banner! ¡Eres un trepa! Dicen algunos de nuestros espectadores. ¡Vaya! Creo que podrás ex-plicárselo Friedrich, ¿verdad?
- Considero que es necesario contextualizar estos hechos ante la audiencia. Como mencionaba antes, se habían detectado una serie de ilegalidades para presentarse a dichos puestos. Entre ellos quisiera citar el requisito de edad de los candidatos que debía ser de ciento cincuenta años. Quisiera recordar que según la tecnología que disponemos en la actualidad, un ser humano no puede prolongar su vida más allá de dos siglos sin recurrir a la resurrección biosintética. Por tanto, los candidatos no in-mortales que se presentaron a dichas plazas eran técnicamente “ancianos” en térmi-nos biológicos para los que no pueden acceder a la inmortalidad. Dicho de otra forma, se había expulsado a una gran parte de la población joven de estas oposiciones públi-cas. Una gran parte de nuestros espectadores.
- ¡Banner! – rugió Helen. – Esos puestos exigen de una larga experiencia acorde con su responsabilidad. De ahí que hubiese la necesidad de aumentar la edad de los partici-pantes en el concurso público. ¡No podemos dejar esos cargos en manos de novatos!
- Totalmente de acuerdo contigo, Helen. Además de elegante y estudiosa demuestras una gran prudencia. – dijo Gorian.
- Podemos debatir el mínimo de acceso a dichos puestos e incluso nos daríamos cuenta que se puede rebajar hasta los cincuenta años. Según recientes estudios de Psicolo-gía Evolutiva se ha demostrado que ha dicha edad un ser humano instruido alcanza su máximo grado de, digamos, sabiduría.
- Entonces, ¿también ustedes están de acuerdo en recortar y amañar las oposiciones para los más jóvenes? Ya decía yo que ustedes los políticos no son tan distintos unos de otros.
- No, Gorian. Quiero decir que en el intervalo de edad entre cincuenta y ciento cin-cuenta años contamos con una cantidad de ciudadanos que podrían haber aspirado a esos puestos, pero que han sido rechazados al introducir esta letra pequeña. Pero también, podemos hablar de los complementos salariales para aquellas personas que se han presentado al concurso. Por ejemplo, si el grado o máster reconocido había si-do expedido por las universidades de Praeya, Neocadia y Rhaelonia se estipulaba un complemento adicional con acuerdo al quince por ciento del salario anual. El estudio en una de estas universidades cuesta lo que dos generaciones de ciudadanos de cla-se media no inmortales pueden ahorrar en sus vidas.
- ¡Es usted todo un analista! Sí. Señor. Pero la señorita Helen me ha contado algo. ¿Qué decías sobre esto cariño?
- Friedrich. El ranking de universidades elaborado por la Corporación Fenris sitúa a es-tas tres universidades entre las que tienen mayores éxitos en materia de investiga-ción y desarrollo. Creo que puede justificar el hecho de que su formación sea más ca-ra y además que prefiramos tener a los mejores entre los puestos de mayor respon-sabilidad.
- Podemos discutir estas cuestiones punto por punto con más detenimiento en sede parlamentaria.
- No, Friedrich. Esto es parte de la campaña y creo que puedes explicar por qué prefie-res colocar a sujetos menos óptimos en estos puestos. Por ejemplo, la Secretaría de Impuestos Agrícolas debe saber qué porcentaje variable corresponde cobrar en los desiertos de Varpujal y en las verdes colinas de Praeya. Cualquier graduado sabría hacer esto. Ahora bien, pongamos que queremos aumentar la cuota del cinco por ciento de Varpujal hasta igualarla con el treinta por ciento que aportan las fértiles granjas praeyanas, lo que acompaño con una serie de procesos de terraformación experimentales que ha desarrollado Trender, una campaña de sensibilización y habi-tuación para la población local y un programa de subvenciones para la ampliación de los minifundios varpujalnos en auténticas industrias agroalimentarias. Alguien de Neocadia podría desempeñar perfectamente esa diversidad de tareas con sus vastos conocimientos. – argumentó Helen.
- No considero que sea un problema, Helen. Lo que puede hacer uno, lo pueden hacer tres personas por un tercio del sueldo que recibe el primero con todas las prebendas que le regaláis.
- Fijaos en vuestra postura. ¿Por qué tres cuando puede ser uno?
- Bueno Helen. ¿Yo no sabría si hacer un trío o dedicarle una noche a cada uno?
- ¿A qué te refieres Gorian?
- A tus maridos. En efecto. ¿Cómo los administras ahora que hablamos de si uno o to-dos?
- Bueno. Digamos que tenemos nuestros acuerdos en ese sentido. – dijo Helen mien-tras sonreía. - En otro momento hablaremos de lo personal.
- Creo que eso no tiene importancia Helen. – retomó Friedrich la conversación. – Tam-bién puedes justificar por qué el desempeño de labores profesionales en alguna de las tres empresas del Índice Bursátil de Praeya aportaba puntos adicionales al solici-tante en el concurso público. Entre ellas las corporaciones Trender, Renderis y Nova.
- ¡Estudia más Trender! – dijo Blue - ¿Sólo te ha dado tiempo de hacerle uno a tu mu-jer? Dicen nuestros espectadores sobre ti Friedrich.
- ¡Vaya parece que no soy la estrella de esta tarde! – gimió lastimeramente Helen.
- ¡Oh! ¡No! ¡No! De ti también hablan cielo. ¡Helen quiero ser como tú de mayor! Dice una chica, Vanessa, desde Narona. O el caso de otro chico que se ofrece a ser tu se-cretario personal y te adula con una preciosa poesía.
- Me siento complacida, Gorian. Aunque no lo suficiente. – dijo Helen. – Con respecto a lo que comentabas, Friedrich. Recuerdo que los nuevos avances científicos de las universidades de Praeya, Neocadia y Rhaelonia han sido incorporados por las empre-sas que mencionas. De hecho, son Rhaelonia y Neocadia quienes transfirieron la pa-tente de la inmortalidad a los Trender y los que han puesto este avance al acceso de las personas. Quisiera mencionar que también los recientes avances en la oxigena-ción atmosférica en planetas desolados ha sido posible gracias a un proyecto conjun-to de Renderis con los académicos de Praeya. Y para tocar todos los palos, la recupe-ración de algunas palabras del antiguo latín, perdidas en los eones del tiempo, han si-do traducidas por los filólogos de Neocadia. ¿No quieres a esta gente en esos pues-tos?
- ¡Estemos juntas toda la eternidad! – interrumpió Gorian. – Leo entre nuestras espec-tadoras que nos escriben, Helen. ¿Estás dispuestas para algo nuevo?
- Podría pensarlo porque todavía tengo tiempo.
- Todo el tiempo que tú quieras y con ese tipazo. ¿Es tu primer cuerpo biosintético?
- En efecto. Es el primero. Mi cuerpo original aguantó milagrosamente casi dos siglos y éste está en la flor de la vida. ¿Ves Friedrich? ¿Qué tienes en contra de todo esto?
- ¡Ya sabes lo que pienso! – gritó Friedrich hastiado de aquel tipo de comentarios. – O ponéis la inmortalidad al acceso de todos y no me refiero a la introducción gratuita de las cápsulas, o renunciáis al disfrute de esto para una minoría.
- No hay ninguna minoría, Friedrich. Cualquiera puede pagárselo. No hay ninguna letra pequeña que impida a nadie acudir a los centros Trender y proceder al respecto. – acalló Helen.
- Recuerdo que sorteamos un cuerpo biosintético para nuestros espectadores durante este mes. – dijo el presentador. - ¡Sólo tienen que escribir un mensaje hablando so-bre nuestros entrevistados a nuestro programa a través de la dirección que aparece en pantalla! El mensaje más original y creativo tendrá derecho a un cuerpo biosintéti-co de la Corporación Trender y recuerden, es totalmente gratuito. Aprovechen.
- Creo que no has respondido adecuadamente a ninguna de mis preguntas, Helen. Es-tas son las irregularidades que el viejo Themis conocía y que había ocultado de cara a sus votantes durante bastante tiempo. Bastante tiempo como para que el que será tu tercer esposo, Raphael Yevnegui, acceda a un flamante puesto en el Pentaedro Militar. ¿Podemos hablar de vuestros intereses ocultos en las relaciones exteriores?
- ¡No tienes que hablar de mi vida privada! Estamos aquí para tratar de temas de inte-rés público, Friedrich. – aulló Helen. - Y si tienes necesidad de airear algo de mi vida privada estaré encantada de llamar a mis abogados.
- ¡Bueno! Ya avisé que la cosa se iba a poner calentita. - dijo Gorian. – Volviendo al te-ma. Entonces, Gaelle Reival, Daniel Hroth y Friedrich Banner estabais celebrando la derrota de Themis porque él había contribuido a que estos puestos de gran impor-tancia y relevancia para el Nuevo Estado estuviesen en manos de los mejor prepara-dos y que pudiesen mejorar los servicios que aportan a la sociedad. ¡Renunciar a me-jores servicios públicos! ¡Renunciar a una mejor calidad de vida! Me parece muy tris-te vuestra postura, Friedrich, pero más triste que hayáis acabado con la carrera de Themis. ¡Vete a tu granja de Narona, Banner! Dice uno de nuestros espectadores.
- Tenemos algo más que factorías agrícolas en Narona, Gorian. Allí producimos las célu-las que permiten la alteración de gónadas que tú mismo te implantaste hace un tiempo. – dijo Banner.
- Bueno. Me ha dicho un pajarito que existen ciertos vínculos entre los rebeldes y al-gunos miembros del Partido del Cambio. Un grupo de nuestra honrada clase política compinchado con esos anti-sistemas.
- Bueno, Gorian. Y la cosa no se queda sólo ahí. – dijo Helen. – Al parecer nuestro Co-misario de la Biblioteca Provincial de Narona es todo un experto en Gregore de As-santis.
- ¿Gregore de Assantis? Sí. Habías mencionado algo sobre un doctorado en Filosofía Moderna sobre este intelectual. – contribuyó Gorian. - ¡Perdonadme los dos! Pero es que sois unos estudiosos. He conseguido memorizar el perfil tuyo, Friedrich, pero es que el de Helen es inabarcable.
- En efecto. Soy experto en la tesis de Gregore de Assantis sobre la desigualdad aplica-dos a los últimos avances en tecnología biosintética. Si bien, otra cosa son las acciones que se lleven a cabo en su nombre por parte de un grupo paramilitar. No voy a ilus-trarles ahora la cantidad de errores que se han cometido en base a la libre interpreta-ción de las palabras de un intelectual.
- Sí. Sobre esto te quería hablar, yo. - dijo el presentador. - Porque en las últimas transmisiones ilegales que los insurgentes están subiendo a la nube se han descu-bierto fragmentos de las obras de Assantis.
- ¡Esto es peligroso, Friedrich!
- Estoy de acuerdo contigo, Helen. Los más jóvenes, y en especial aquellos que no cuentan con recursos para romper la barrera que separa a los inmortales y los morta-les, harán lo que sea por salvar esa diferencia.
- Por fin vas a venirte a nuestro bando, Friedrich. Lo estaba esperando.
- No, Helen. Quiero decir que hasta que vuestro partido no comience por eliminar esos privilegios y después eliminar las diferencias tendremos este problema. Insisto. ¡Ha-rán lo que sea!
- ¿Acaso nos estás amenazando? – dijo Helen.
- Bueno. Yo creo que la amenaza va para ambos partidos políticos. – dijo Gorian, quien por primera vez se puso totalmente serio. – Tanto para las banderas del Sistema co-mo para los del Cambio. Quiero recordar que no hay un acuerdo aún visible sobre el tema de las diferencias políticas entre los progresistas. La misma disputa entre The-mis y Banner ejemplifica este desencuentro.
- Entonces tendremos que esperar a que lleguen a un acuerdo.
- ¡Déjate de rollos, Banner! Dice uno de nuestros espectadores. – dijo el presentador. - ¡Vaya! Éste no va a ser el comentario más original. Si bien, hoy tenemos una sorpre-sa.
- ¿Una sorpresa? – preguntó Helen.
- ¡Oh! ¡Sí! ¡Sí! Helen. ¿Esta parte no te la había contado? – sugirió Gorian.
- Creo que esto no estaba entre lo que tú y yo hemos hablado. – dijo Helen mientras miraba por el rabillo del ojo a Gorian. - ¿A qué te refieres?
- Exacto. ¿De qué se trata, Gorian?
- Pues tenemos a uno de nuestros colaboradores infiltrado en una importante reunión en un grupo de rebeldes. Primero vamos a dar paso a publicidad y después pasare-mos a hablar con nuestro periodista en vivo y en directo para qué se mueve ahí den-tro.
- Uno, dos, tres. Publicidad. – gritaron desde dirección.
- ¡Tu puta madre, Gorian! ¿Qué cojones has hecho? – gritó sobresaltada Helen. – ¡Esto estaba totalmente fuera del guión!
- ¿De verdad vas a hacer eso? ¡No deberíamos estar aquí! ¡Hablad y cortad esa trans-misión antes de que volvamos en antenas! – advirtió Friedrich.
- Tenemos a Amber al audio y estamos estableciendo las señales de video. No gritéis. Por favor. Esta transmisión va a ser única. Parece que se está tramando algo gordo ahí dentro. – dijo Gorian.
- ¡Corta eso! ¡Cojones! ¡Es una puta orden! – gritó Helen mientras se levantaba de su asiento y cogía a Gorian por el cuello.
- ¡No gritéis! Por favor. Estoy en una situación comprometida. – dijo una suave voz fe-menina a través de los altavoces del plató.
- ¿Amber? – dijo Helen.
- Silencio. Se está hablando del inicio de hostilidades entre los grupos armados de re-beldes y el Nuevo Estado. Me encuentro en un lugar escondido en la Selva de Jade.
- Mantened por ahora la publicidad. – ordenó Helen a los técnicos de la sala de control. - ¿De qué me estás hablando? El Pentaedro no tiene datos sobre ningún emplaza-miento en esa zona.
- ¡Helen! El Pentaedro no hace otra cosa que tomar café e investigar encerrados en sus laboratorios. Valoran demasiado su comodidad como para salir aquí fuera. – dijo Am-ber. – Os voy a pasar la retransmisión en directo, pero debéis decidir si queréis verlo sólo vosotros o hacerlo público a través del programa. He posicionado varias cámaras y audios y me dispongo a salir del complejo de los rebeldes.
- Miraos. No estáis preparados para gestionar una situación de crisis como esto. – dijo Friedrich.
- ¿Me estás retando tú a mí, Friedrich Banner? Te voy a demostrar lo que es capaz de hacer una formación de casi un siglo de duración y una experiencia profesional de dos siglos. – masculló Helen. - ¡Qué nos pasen de publicidad cuando quieran! ¡Sentaos!
- Sentémonos. Sentémonos. – dijo Gorian mientras se volvía a colocar en su asiento y se ajustaba las arrugas de la ropa.
- De acuerdo. Helen. No me iré de aquí porque no soy ningún cobarde. No he huido de ti y no lo haré mucho menos de esos pobres desesperados que son tus víctimas.
- Volvemos de publicidad. En el aire. Un, dos, tres.
- Bueno. Bueno. – la voz de Gorian intentaba acomodarse a la tranquilidad y la joviali-dad de su programa. - ¡Hoy! ¡De verdad hoy! Vamos a ver cómo los rebeldes intentan solventar esta disputa que hace unos minutos enfrentaba a nuestros candidatos polí-ticos. ¿Creéis que están preparados?
- Lo dudo mucho Gorian. – respondió Helen.
- Van a darlo todo, Gorian. El escándalo de Themis y el Caso Amigo son de conocimien-to planetarios. Atended.
- ¿Amber?
- Buenas tardes. Amber Charlerois retransmitiendo para el Canal Kool-U en directo e infiltrada en la Logia Felicidad. Hoy se reúnen la Logia de la Felicidad, Logia de la Ver-dad y la Logia de la Belleza para dirimir una solución global y coordinada a los inmorta-les. ¿Qué sucederá? Las holo-cámaras y los micrófonos que he depositado en su es-condite en la selva de Jade lo desvelará. Ahora corto la conexión durante mi retirada.
* * *
En unos oscuros y derruidos sótanos de un antiguo emplazamiento de la Corporación Trender en la Selva de Jade, se observaban un grupo de varias decenas de personas. Era identificable por el logo que estaba pintado en sus paredes. Y por ser, como era de todos conocido, el lugar donde se había creado la primera cápsula personal. Ninguna persona mostraba su ros-tro al público. Cada uno y cada una a la manera que había podido llevaba su cara oculta. Más-caras con rostros de animales, sacos con dos agujeros, holo-distorsionadores faciales o cascos de conducir eran los objetos aceptados para proteger su identidad. Individuos altos y largos acompañados de otros más menudos y gruesos. Algunos de color blanco o de etnia negra, orientales e incluso algunos rasgos árabes daban muestra de que la conspiración contra el sistema era algo compartido con independencia la raza.
Desde una cámara ubicada en alguna parte del techo y que enfocaba en picado se podía ver con una baja calidad de imagen la reunión de las tres logias. Los sujetos allí reunidos poco a poco hicieron un círculo en torno a los que parecían ser tres cabecillas del movimiento de rebeldes. No tenían un nombre exacto. Simplemente se agrupaban entre lo que algunos llamaban las logias. En ese día al descubierto con sus nombres propios. “La Logia de la Felici-dad, la Logia de la Verdad y la Logia de la Belleza”, como mencionaba la voz de un hombre alto y fornido.
- ¡Hermanos! Años de trabajo son los que han llevado nuestros pasos desde que cami-namos por el oscuro sendero de alguna de las logias y hasta que hemos llegado hasta un acuerdo para reunirnos hasta este lugar secreto. - era una voz fuerte y profunda. - ¡El Caso Amigo! ¡El silencio de Themis! ¡Las revueltas del Febrero Sangriento! Y otras tantas noticias que nos han ido llegando de una forma a otro gracias a nuestros traba-jos de contra-inteligencia.
- Así es. – pronunció lo que parecía la voz de una mujer. – No vamos a permitir como esos viejos nos hunden y nos convierten en sus lacayos. Ni vamos a permitir que na-die ni siquiera uno de nosotros suplique por la inmortalidad. Comprendemos y en-tendemos que este avance es ante todo algo que va contra la naturaleza humana.
- ¡Hermanos! El Nuevo Estado ha caminado durante siglos por una época dorada de desarrollo y bienestar para la sociedad. Sin embargo, la intromisión de las corporacio-nes que todos conocemos han hecho de nuestro modelo de sociedad el lugar desde el que alimentarse y mantenerlo dormido mientras consume su energía. – dijo la voz masculina.
- Estamos aquí hoy reunidos para adoptar una de las propuestas planteadas por las tres logias y acabar con esta situación. El sistema será simple y sencillo. Cada uno de noso-tros tenemos un voto en el que marcaremos la palabra “felicidad”, “verdad” o “belle-za”, según la alternativa que más nos guste y lo depositaremos en el interior de una urna. - dijo la voz femenina, señalando una urna negra colocada sobre una mesa.
Ambas voces iban acompasándose. No había posibilidad de saber si ambos pertenecían a la misma logia o cuál era su rango dentro de la organización. Lo único que quedaba claro era que habían sido elegidos para acometer como maestros de ceremonia en el cónclave y de lo que parecía una forma bastante impersonal.
- Cada una de estas propuestas ha sido debatida en el seno de cada una de las logias y son bien conocidas por los aquí presentes. Debemos recordar que muchas de ellas conllevan efectos colaterales y cuyo coste moral debemos sopesar cada uno de noso-tros. Ahora bien, procederemos a activar cada una de las soluciones finales con acuerdo a lo que se decida en la próxima hora. Procedemos a enumerarlas.
- Por parte de la Logia de la Felicidad, se propone investigar el sistema de cuerpos bio-sintéticos de la Corporación Trender y producir una alternativa más barata, un pro-ducto genérico, para poner al acceso de todos. Ahora bien, para evitar las posibles represalias políticas y judiciales contamos con el apoyo de reputados miembros de distintos sectores de la sociedad y algunos de ellos situados en importantes posicio-nes de poder. Esta solución cambiará por completo nuestro horizonte y obligará a que el Dominio y el Senado adopten nuevas medidas en política demográfica y fami-liar, afectando estructuralmente a la tradicional forma de organización del ser hu-mano hasta nuestros días.
- En su caso, la Logia de la Verdad propone hacer público el nombre de cada uno de los principales inmortales, su posición profesional y las agendas secretas existentes en algunos de los ministerios del Dominio e incluso el Tribunal Supremo. De esta forma, la mayoría de las personas que no tienen acceso al sistema de cuerpos bio-sintéticos se conciencien y tomen una decisión más prudente. Algunos de los miembros de la logia se muestran disconformes con esta postura al dudar de la capacidad de elección agregada de los sujetos en nuestra sociedad masificada.
- Finalmente, la Logia de la Belleza propone el lanzamiento de un arma bioquímica que destruiría las cápsulas personales tanto de los mortales como de los inmortales e im-pidiendo de esta forma el proceso de replicación de la identidad personal de un cuerpo a otro. Esto permitiría recuperar el bienestar y la cordialidad en la que vivía nuestra sociedad hasta los años previos al descubrimiento de la inmortalidad y regre-sar a esa época dorada. Esta arma bioquímica es una bacteria o virus que se extiende a través del aire y que sigilosamente pondría fin al problema sin derramamiento de sangre ni un largo proceso temporal.
A lo largo de media hora, los rebeldes procedieron a emitir su voto en la urna negra. Uno a uno en fila fueron desfilando los reunidos hasta que el último de ellos expresó su voluntad. Mientras tanto, millones de personas conectadas a la Agenda de Gorian contemplaban como un reducido grupo de intelectuales determinaba el destino de sus vidas y el nuevo horizonte para los próximos siglos. La cara de incredulidad de Gorian, el rostro de horror de Friedrich y los ojos que sobresalían de las cuencas de Helen descubrían en vivo y en directo el resultado final. “Epsilon” fue como lo bautizó la candidata a la Presidencia del Senado por ser la palabra que en los lenguajes formales representaba el vacío. El vacío que les aguardaba por muy “in-mortales” que se consideran a sí mismos.
***
- ¡Bueno! Vaya broma que nos tienen preparados nuestros actores. – dijo Gorian in-tentando mantener el tipo. - ¿Qué opináis de esta representación dramatizada?
- Creo que ha conseguido mantener bastante la tensión del público y de nosotros mismos.
- Gracias Helen. Hoy queríamos sorprenderos con algo chocante, impactante. ¿Y tú, Friedrich?
- No sabría que decir. Creo que refleja fielmente lo que muchos de nosotros imagina-mos sobre los rebeldes.
- Muy bien. Pasamos a publicidad. Volvemos en unos minutos.
- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Tengo que salir pitando ostias de aquí! Me marcho Gorian. – gritó Helen mientras cogía su teléfono móvil y llamaba.
- ¿Y qué le digo a los espectadores?
- Dile que es una broma. Ya veremos después cómo les explicamos que todo esto es real. – dijo Helen. – Comandante Kellington. ¿Sí? Me escucha. Por favor, localicen la posición de las ondas desde las que llegan las holo-cámaras y los micrófonos en la Selva de Jade. ¿Saben dónde se encuentra ese emplazamiento abandonado? Bien, de acuerdo. Me dirijo al Pentaedro. Llamen a un servicio de contra-insurgencia y cap-turen a todos los pirados que haya en ese sitio. ¡Qué canten! ¡Qué digan dónde cojo-nes está el laboratorio desde donde se ha creado el virus!
- Señores. Procedo a retirarme y tomar medidas en el seno dentro de mi partido, so-bre esto. Es algo urgente. – dijo Friedrich.
- ¡Friedrich Banner! Si aún mantiene alguna lealtad hacia nuestro modelo de vida. No haga público nada de esto o le juro que tomaremos las medidas que sean necesarias contra usted.
- Señora Helen White. Hagan lo que puedan. Han ganado una batalla esta tarde, pero han perdido la guerra y la guerra saber usted que acaba de comenzar. – pronunció White mientras salía de vuelta al corredor del canal Kool-U.
En efecto. Unos minutos después el virus Epsilon fue liberado desde un laboratorio. Tres días después se hizo público el asalto del ejército al centro clandestino de armas bio-químicas de los rebeldes. Y dos semanas después en medio del caos, las elecciones al Senado se saldaron con una victoria arrasadora del Partido del Cambio. Sin embargo, nuevos gobernantes se en-contraron en una difícil situación de crisis en la que rápidamente formaron un gabinete minis-terial en el Dominio. La incapacidad para llegar a acuerdos políticos entre el mismo gobierno y la necesidad de una respuesta rápida ante las graves consecuencias del virus, desconocidas incluso para sus creadores, dio paso a la guerra al cabo de dos años. Se podría decir que era una guerra civil o que era simplemente el inicio de un nuevo horizonte donde primaba la ley del más fuerte. En las distintas provincias y ciudades, los ciudadanos se posicionaron del lado de los rebeldes, del sistema o simplemente se convirtieron en meros supervivientes del día. Así, el Nuevo Estado se fragmentó en diversas provincias independientes, territorios autó-nomos o recién creadas repúblicas que reafirmaban sus derechos sobre sí mismas. En el peor de los casos, simplemente sólo quedaban ruinas.
La desconfianza se había instalado en todos y cada uno de los ciudadanos del Nuevo Estado, aunque aún existía una mínima creencia en que había una esperanza de recuperar lo perdi-do. Mientras tanto, las corporaciones que realmente tenían un conocimiento efectivo de lo que sucedería trabajaban en estricta coordinación para salvar los últimos restos de la civiliza-ción. De hecho, en algunos territorios llegaron a sustituir el papel del Nuevo Estado aportan-do seguridad y los servicios públicos más básicos que podían permitirse.


RE: [Ciencia Ficción] El debate - Haradrim - 01/11/2016

Sera mejor que separes las oraciones y los parrafos, para facilitar la lectura.


RE: [Ciencia Ficción] El debate - John Harker - 08/11/2016

Pues yo creo que no debe separar nada. Es una maldita mala costumbre que muchos deberían quitarse a la hora de escribir.


RE: [Ciencia Ficción] El debate - John Harker - 08/11/2016

Da gusto leer a alguien con mucho talento. La historia tiene una pinta brutal, la verdad, aunque me ha extrañado que vaya a tirar a la fantasía, dado que tiene toda la pinta de novela política sci fi. Muy a lo ambiente 1984. Me gusta y espero que sigas colgando. Errores tienes unos cuantos, como por ejemplo el hecho de meter esto - y no esto —.

Un saludo.


RE: [Ciencia Ficción] El debate - Haradrim - 08/11/2016

(08/11/2016 08:46 AM)John Harker Wrote: Pues yo creo que no debe separar nada. Es una maldita mala costumbre que muchos deberían quitarse a la hora de escribir.

Bueno, es cuestion de gustos.


RE: [Ciencia Ficción] El debate - Haradrim - 17/11/2016

Sigo pensando que deberias separar los parrafos para hacer mas facil la lectura.


El senador Friedrich Banner caminaba erguido hacia la sala de retransmisiones. Orgulloso, seguro de sí mismo y desenvuelto. La suya había sido una carrera larga. Ochenta años de su vida entregados a la militancia política, una ideología política rupturista contra los nuevos tiempos y un compromiso ineludible con los ciudadanos de Narona. Demasiados puntos seguidos.

Orgulloso, seguro de sí mismo y desenvuelto, llevaba ochenta años de su vida entregados a la militancia política, una ideología política rupturista contra los nuevos tiempos y un compromiso ineludible con los ciudadanos de Narona.


Había derrotado al viejo Peter Themis en las primarias en las que Banner participó por segunda vez para acabar con su rival y compañero de partido. Había aguantado y esperado el tiempo suficiente desde que comenzó siendo un simple funcionario de la biblioteca provincial que participaba en las reuniones del Partido del Cambio hasta que dio un paso al frente. Y finalmente, había desta-pado el escándalo que rodeaba a la carismática figura de Themis que había permitido -mientras guardaba silencio- el ascenso de la tercera generación de inmortales de su provincia a algunos de los puestos más prometedores del Nuevo Estado.

Banner dejó de caminar. Ya simplemente levitaba por el largo pasillo del Canal Kool-U. Levita-ba porque era el primer candidato de su lista electoral por la circunscripción de Narona. Le secundaba en la lista electoral la joven, Gaelle Reival, con apenas cuarenta años de edad y Daniela Hroth, una reputada intelectual y profesora universitaria. Entre los tres formaban un buen equipo porque coordinados con compañeros de otras provincias habían conseguido arrinconar a la vieja guardia de su partido en las últimas primarias. Ahora se había abierto una ventana de oportunidad. Una ventana de oportunidad que permitiría acabar con la permisivi-dad que había convertido al Partido del Cambio en un simple apéndice del Partido por el Sis-tema. Los primeros eran el progreso y los segundos eran la inamovilidad. Si fallaba la función que uno de ellos cumplía sólo restaba el desastre político.

Hay varios guiones en medio de palabras, tienes que corregir eso.

Saludos.


RE: [Ciencia Ficción] El debate - Juno Natsugane - 17/11/2016

Está bien escrito, haerdalis. Felicitaciones. Unas cosillas tal como opina mi compu John. Y no, no debes separar nada. Todo está bien así. Saludos.