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La maldición del Tiempo - Soley Aragonés - 25/03/2017

¡Hola a todos los lectores de fantasía!
Recientemente he publicado el primer libro de la "Trilogía del Tiempo" en Amazon, disponible tanto para Ebook como en tapa blanda.
Espero que os guste la historia. Os dejo el principio y el primer capítulo por si os interesa.

[Image: portada_la_maldicion_del_tiempo_by_soley...b3dfbi.jpg]

Antes de la desgracia…

Sector 7, abril 2107

En un mundo en el que la tecnología sólo podía ser aprovechada por los más favorecidos, surgía la injusticia y la inmoralidad. La sociedad se dividía únicamente en dos estamentos, claros y distintivos: Los ricos y los pobres; los fuertes y los débiles; los “acomodados” y los “trabajadores” como solían llamarse respectivamente.

La mayoría de la población lo formaban los trabajadores mientras que una minoría lo completaban los acomodados.
Las tierras se dividían igualmente en dos grupos. Los Sectores eran zonas enumeradas donde vivían los afortunados que poseían riquezas. Allí construían sus mansiones y los comercios que requerían a diario. 
El otro grupo habitaba en los Campos, lugar donde se cosechaba. Un lugar abandonado, sucio y pobre donde ningún “acomodado” se atrevería a ir jamás. Aún cuando éstos precisamente eran los dueños de esos Campos. Por tanto, los “trabajadores” servían a los “acomodados”.

La sociedad tuvo que cambiar de forma drástica debido a los problemas que surgieron en torno a la alimentación y la contaminación. Con el paso de los años la comida escaseaba y cada vez había más personas. Los gobiernos se unieron para crear una nueva sociedad, en la que unos pocos elegidos podrían vivir cómodamente, especializarse en la tecnología y obligar al resto a cultivar campos y criar ganado para abastecer a los acomodados. Así comenzaron a controlar la población y de un momento a otro todo cambió.

A causa de la gran diferencia entre estas dos clases, aparecían revueltas y conflictos que los “acomodados” resolvían con facilidad: empleando la violencia y haciendo callar a los “trabajadores” por la fuerza. Únicamente requerían de máquinas muy parecidas a robots que se encargaban de controlar a las masas mientras que unos pocos guardias controlaban el funcionamiento de sus máquinas.
Al principio sufrieron numerosas bajas los menos favorecidos hasta que acabaron rindiéndose. Su lucha se apaciguó con el paso del tiempo hasta quedar prácticamente en el olvido.
Los “acomodados” se encargaban de buscar nuevas tecnologías, de inventar lo inalcanzable y enriquecerse aún más mientras los “trabajadores” se dedicaban a labores manuales y prácticamente sin el uso de la tecnología.

Aquél año, un misterioso objeto fue creado por un grupo de científicos. Lograron lo imposible pero temían su resultado. Dudaban de su funcionamiento y nadie se atrevía a usarlo. Debían de entregarlo a alguien interesado en su uso, con la promesa de algo grandioso. 

Muy pronto, tras anunciar ese objeto, apareció un comprador interesado. El hombre, encargado de la entrega, depositó en una pequeña caja de madera adornada con símbolos extraños el objeto de suma importancia. La caja llamaba la atención por las piedras preciosas de color turquesa que cubrían su tapa. Invitaba a cualquiera a abrirla, incluso a la persona menos curiosa. El hombre tomó la caja entre sus manos y bajó las escaleras. Se lo entregó a la persona que esperaba paciente al otro lado de la habitación.
―Cuando abra la caja, será la persona más poderosa del mundo. Tendrá el poder de controlar el Tiempo ―explicó, mientras el comprador observaba detenidamente aquella caja. No hubo más preguntas. Dejó gran cantidad de dinero sobre la mesa y se marchó con la caja bajo el brazo.

Esa misma noche, la caja fue a parar a la habitación de una joven. La misteriosa persona que se movía oculta entre las sombras dejó la caja sobre la cama e inmediatamente abandonó el lugar para no ser descubierta. 
La habitación se encontraba a oscuras. No obstante, la caja brillaba levemente bajo la luz de la luna que se filtraba por la ventana. Un brillo extraordinario y casi hipnótico. Esperaba ser por fin abierta…
¿Qué había dentro de la caja?, ¿quién era la persona que había dejado la caja sobre la cama? Y, ¿a quién iba dirigida?

Capítulo I: La caja

Siempre recordaré ese día...

Tenía quince años y volvía de la escuela como todos los días a casa. Mi hogar se asemejaba más a una mansión. Estaba construida en piedra y aunque se parecía a las demás casas modernas, poseía un toque antiguo y único. Las enormes columnas corintias adosadas a la fachada contrastaban con las modernas ventanas alargadas y coloridas que cubrían casi todo el piso bajo. La luz que se introducía dentro de aquella casa era casi mágica. 

Mi padre se había enriquecido gracias a las tierras que poseía y no dudó en construirse una casa extravagante. Mi madre muchas veces se quejaba de lo grande que era aquella casa. Decía que se perdía. Y todos nos reíamos.

Sacudí la cabeza al darme cuenta de que había estado distraída. 
―Sí, hay que hacer un trabajo sobre el avance de la tecnología ―comentaba una de mis amigas.
―Genial, podré escribir mucho. Mi padre trabaja en ese sector y sabe mucho sobre ese tema. Podré preguntarle cuando vuelva a casa ―decía otro de mis amigos.

Los miraba como perdida. No me interesaba mucho escribir sobre ello y mucho menos preguntarle a mi padre. Era un hombre muy ocupado y poco hablador.
Además, para mí la tecnología era como algo extraño.
Quizás aquél pensamiento lo había aprendido de mi madre. A ella le parecía difícil manejar nuevas tecnologías que cada vez se complicaban más.

Mi padre nos aseguraba que la tecnología nos mejoraba la vida y nos la facilitaba.
―¿Harás ese trabajo, Elisa? ―preguntó uno de mis amigos y volví a la realidad. Me encogí de hombros como respuesta. Si no quedaba más remedio tendría que preguntar a mi padre…

Mi casa se encontraba cerca y debía prepararme. Salté del VOL34 ―vehículo que parecía un disco enorme flotante― cuando éste quedó a una distancia cercana al suelo. 
―¡Nos vemos, Elisa! ―gritaron mis amigos. Me despedí de ellos agitando la mano y agarré mi bolso que colgaba de un hombro. 
Podía escuchar el fuerte sonido del vehículo al elevarse.

Por la calle me encontré con un robot que barría lentamente cerca de la entrada de mi casa.
―Bue…nas…tar…des… ―saludó el robot educadamente.
―Buenas tardes ―respondí sonriendo. Estaba acostumbrada a encontrarme con muchos robots fuera de casa. Dentro de ella estaban prohibidos por mi madre que se negaba a convivir con ellos porque decía que no se fiaba. De nuevo nos hacía gracia su forma de pensar. A veces pensábamos que mi madre no podía soportar las cosas modernas y que prefería lo tradicional.

Observé cuan limpio había dejado el robot aquella acera. A mí me parecía que eran muy útiles.

Al entrar en la casa me percaté de que no había nadie. Entonces al dirigirme al comedor encontré la respuesta. Mi madre había dejado unas letras electrónicas flotantes sobre una mesa para que las leyera nada más entrar: «Tienes la comida en el frigorífico. Te queremos.»

Suspiré dejando mis cosas sobre la mesa y acto seguido me dirigí al frigorífico. No era la primera vez que cenaba sola pero me entristecía no poder ver tanto a mis padres. Siempre estaban ocupados por el trabajo o acudían a fiestas ostentosas. 
Mi hermana ―cuatro años mayor que yo― siempre desaparecía en cuanto podía. 

Dentro del frigorífico me esperaba un suculento manjar formado por dos filetes de ave acompañado de verduras, todo ello cubierto por una salsa anaranjada. Por desgracia no era lo que solía preparar la cocinera que llevaba años trabajando en la mansión. Mi padre había contratado a una nueva cocinera y a mí me costaba acostumbrarme a su comida. Al parecer era la única en la familia que no toleraba bien la nueva comida.

Tras cenar y revisar los deberes guardados en una tabla electrónica, decidí subir a mi habitación. Ya era tarde y sólo tenía ganas de dormir. 
Antes de llegar a la puerta de mi dormitorio, oí unos pasos y me detuve en seco. Giré sin pensarlo y con la mirada recorrí rápidamente el pasillo, desconcertada. 
―¿Quién hay ahí? ―pregunté extrañada. En esos momentos mi voz sonó débil y temblorosa. Las personas que trabajaban en la mansión solían marcharse antes de caer la noche. La puerta de la habitación de mis padres se encontraba abierta y la de mi hermana también. Eso sólo podía significar que no estaban aún en casa. 

Tragué saliva, asustada y llevé una mano al pomo de la puerta. No hizo falta girarlo, pues la puerta ya se encontraba abierta. 
Sorprendida, encendí la luz y comprobé que no había nadie.
―Qué extraño…

Me encogí de hombros y cerré la puerta tratando de restarle importancia a lo sucedido, dejando mi bolso sobre el escritorio. 

Me estiré bostezando al mismo tiempo y me miré en el espejo largo colocado frente a la cama flotante. El espejo me devolvía un reflejo agradable: Una joven de estatura normal, con cabello ondulado y oscuro, ojos azules como el cielo que poseían una mirada inocente, tez pálida con rostro redondeado y una nariz respingona. Para finalizar, unas pecas adornaban unas mejillas sonrojadas. 
Sonreí a mi reflejo, algo coqueta, recordando las veces que mi madre me hablaba sobre mis pecas. 

Al tomar un cepillo del tocador con la intención de peinarme los cabellos, vi de pronto en el espejo algo más reflejado. A mi espalda había una caja de madera sobre la cama. 

Me giré extrañada para observarlo mejor. Dejé inmediatamente el cepillo, pues aquella caja en seguida captó mi atención. Debía de tratarse de un regalo, fue lo primero que pensé.

Curiosa, me tumbé sobre la cama, dejando que la suave manta de seda me envolviera por un momento. Estaba siempre rodeada de lujo, cada mobiliario u objeto que poseía lo confirmaba. Centré toda mi atención únicamente en la caja y observé que sobre ella había una nota, tradicional, compuesta por un pequeño folio y con letras escritas en tinta: «Para Elisa.»

Emocionada y pensando que sería un regalo de mis padres, tomé la caja entre mis manos sintiendo como el corazón golpeaba con fuerza. 
Eran los nervios. 
Quería saber qué contenía y por eso sentía el impulso de abrirla. 

Dejé que por unos segundos mis dedos rozaran la tapa de la caja con suavidad. La áspera madera arañaba la punta de mis yemas, sintiendo un extraño escalofrío recorrer mi espalda. Era una sensación inexplicable, pues por primera vez tenía una sorpresa ante mí. 
Estaba tan acostumbrada a que todo me lo dieran hecho, que todo estuviese acorde según lo planeado… Por vez primera, sentía que exploraba algo nuevo, algo impensable y no planeado. Era como quebrantar alguna regla pero sin realmente hacerlo.
Al levantar por fin la tapa y ver su interior me quedé perpleja.



RE: La maldición del Tiempo - fardis2 - 25/03/2017

Buenas compañer@ Soley Aragonés, pues pasando por aquí me he parado a echarle una ojeada a este primer capitulo que nos regalas. Tienes buena narrativa, es ligera, por lo que se lee muy bien. Me gusta bastante el mundo (distópico/futurista) que nos pintas, pues se asemeja bastante al mundo donde vamos a terminar acabando. Las descripciones están bien llevadas, y los diálogos, aunque pocos, hacen su función. En general me ha parecido un buen primer capitulo de inicio. Un saludo y nos leemos.


RE: La maldición del Tiempo - Soley Aragonés - 26/03/2017

Hola, Fardis!
Muchas gracias por tu comentario. Aprecio mucho las críticas pues me ayudarán a crecer y aprender más. 
Cierto es que al empezar a vender (no a escribir, pues llevo desde pequeña escribiendo) se va a aprendiendo con el paso del tiempo y madurando cada vez más. El segundo libro que estoy terminando de escribir sí posee más diálogos que el primero y me parece mucho más completo.
Mucha verdad hay en tus palabras y te lo agradezco.
¡Saludos, compañero escritor!


RE: La maldición del Tiempo - Alerya - 02/04/2017

Buenas, Soley.
Me he pasado por tu blog y me ha parecido muy bien diseñado, con fotos y citas muy bonitas. Por cierto, en el vídeo pareces más joven, en lugar de 27 años aparentas 17!! Además, tienes una voz cristalina que invita a escucharte.
Buena suerte con tu libro y mucho ánimo para que sigas escribiendo y cumplir tu sueño de ser escritora. Smile


RE: La maldición del Tiempo - Soley Aragonés - 03/04/2017

¡Muchas gracias, Alerya!
Jajaja, cierto, me lo dicen mucho y no sé si se nota en el vídeo pero estas cosas me dan mucha vergüenza. Eso sí, para cumplir un sueño hay que esforzarse mucho y hacer lo que sea.
Me animáis mucho a continuar y sin duda el segundo libro será gracias a todos Wink