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Libro primero de la Trilogía el cuarto mago - juanma - 05/04/2018

    Os dejo un capítulo de la trilogía. Que mejor que los lectores de
literatura fantástica para opinar.

         Espero que me digáis que os parece. Saludos.


CAPÍTULO XVII
LA PLAZA DE LAS COLUMNAS
 
 
 
 
Lsat se adelantó, la claridad dañaba sus ojos, mientras avanzaba los cubría con ambas manos. Al llegar a la altura de Wyam se paró, como temiendo ir más allá, su vista después de un rato, con cierto trabajo se amoldó a la luz, liberó sus ojos aún entrecerrados de la pantalla protectora de sus manos y vio la plaza que conducía a la libertad. Un espacio abierto, adoquinado y amplio, muy amplio.
—¡Por todos los Dioses! ¡Jamás pensé que volvería a ver el cielo abierto! ¡Por todos los Dioses! —sin poder evitarlo, abrazó al hombre que tenía al lado, lo abrazó con tanta fuerza que Wyam emitió un leve quejido. —Lo siento, no pretendía...— contestó sofocado Lsat.-
            —No te preocupes amigo, lo entiendo, no tienes que disculparte.
El resto de los reos detrás de ellos, aún agazapados a una veintena de varas, los miraban expectantes.
Wyam le hizo un gesto con la cabeza a Lsat, apuntando en dirección al grupo. Lsat comprendiendo, asintió con la cabeza. Retrocedió unos pasos en dirección a los presos, levantó la voz y alzando los brazos, gritó con fuerza:
—¡Libertad! ¡Libertad! ¡Luz! ¡Venid todos! ¡La luz del sol será testigo de nuestra libertad!
Un pronunciado silenció ocupó el corredor. Después, un estallido de gritos de júbilo resonó con eco a todo lo largo del pasillo, los hombres henchidos de alegría corrían en busca de tan preciado triunfo. Duro, muy duro había sido el camino recorrido, pero ahora estaban allí, junto a las puertas de una nueva vida. En un instante, llegaron junto a Wyam deteniéndose a su lado, a pesar de la brevedad del tramo recorrido, estaban extenuados, respiraban con agitación, algunos, con el tronco doblado sobre el cuerpo y las manos apoyadas en las rodillas intentaban recuperar el aliento.
Nadie se atrevía a mover un solo músculo, Lsat se adelantó, situándose a tan solo unos pies de la salida, a unos pocos pasos de tocar los empiedres de la enorme plaza. Miró al exterior, habló sin volverse:
—Por la claridad del día y la situación del sol, acaba de amanecer. Por la temperatura a estas horas de la mañana y por el olor de las flores en el aire, diría que estamos en mitad de la primera estación del año, en época de floración. La humedad del aire indica que llovió hace poco tiempo, pero el cielo nos dice que hoy será un día maravilloso.
Una Sonora carcajada de uno de los reos sonó estridente.
El mismo reo entre risas y de forma entrecortada dijo como pudo:
—¡Por el mismísimo cuerno de Zort! yY nos vas a decir hasta el día de la luna en la que nos encontramos. —Y volvió a estallar en tremendas risotadas, esta vez acompañado por el resto de los hombres.-.
Otro de los reos dijo al igual que el primero como pudo, con lágrimas en los ojos:
—¡Por la lanza de Vaninn! Si hubiera sabido que eras un erudito en temas del tiempo, te hubiéramos dejado coger todos los tazones de ese maldito puré que hubieses querido.   
De nuevo todos volvieron a reír a cuerpo de rey.
Wyam dejó que aquellos hombres disfrutaran de ese momento, la tensión a la que habían estado sometidos se estaba soltando, estaban exaltados, sus risas y bromas era la forma más común de desahogarse. Estaban tan cerca de la libertad que apenas lo creían.
Después de un rato, uno de ellos corrió hacia la salida del túnel, otros, lo siguieron mientras vitoreaban cantando. Pasaron por delante de Lsat, este, entonces comprendió que aquel lugar donde los tenían encerrados podían haber cambiado a cualquiera. En ese momento, al ver la expresión plena de euforia en el rostro de aquellos hombres los perdonó. Perdonó las salvajadas que podían haber hecho y dicho en prisión. Vio en ellos aquellos chiquillos que un día fueron y sonrió.
El primer hombre que salió, lo hizo gritando con las manos alzadas, como dando gracias al cielo. Pero el grito de júbilo que brotaba por su garganta quedó apagado cuando su avance fue detenido en seco por una gruesa lanza que atravesó su cuerpo, clavándose en la junta de dos losas de piedra dejando al hombre colgando de la barra de madera como ropa tendida. Apenas hubo tiempo de reacción pues seis hombres más fueron ensartados como peleles por flechas, lanzas y hachas. Las risas fueron sustituidas por lamentos y agónicos gritos de muerte, los que pudieron corrieron hacia atrás, sarcásticamente, corrían al lugar que había sido su prisión, que de pronto se había transformado en un refugio donde salvar sus vidas.
Lsat ahogó un gritó, miró perplejo a Wyam que por su reacción tampoco esperaba tal situación. ¡Habían estado tan ansiosos!, Tantas ganas de libertad los había cegado, ninguno sabía dónde estaba la salida y menos a donde daba, ni siquiera se lo habían planteado. De suponer era, que la entrada a esta prisión hubiera estado situada en un lugar poco habitado, incluso desierto. Wyam se adelantó con prudencia, vio una plaza circular de piedra enorme, todo a su alrededor eran pórticos. Había estado allí antes.
—¡Estúpido! ¡He sido un estúpido! —Se dijo a si mismo hablando en voz alta.
—¡Por los Dioses! ¿Qué pasa? ¿Qué es esto? —preguntó Lsat.
—Estamos en la plaza de las columnas. —DContestó Wyam.
—¡Que maldita plaza es esa! —respondió el "ojos de rata".
—La entrada a las galerías, ¡Maldita sea! l La entrada de la prisión está en el mismísimo palacio de plata, justo en medio del palacio de plata, repitió Wyam. ¡La plaza de las columnas! Es donde se producen las ejecuciones.
—¡No es posible! —soltó "ojos de rata"
—¡Nos has llevado a nuestra propia tumba! —Dijo dijo otro de los presos gritando a Wyam.
Su discusión cesó, fue cortada de inmediato, una potente voz habló desde el patio.
—¡Escuchad, escuchad con atención! de los que quedáis con vida, solo me interesa uno, creo que ya sabéis quien es. Si me lo entregáis con, o sin vida, os prometo el indulto para todos vosotros. ¡Entregadme a Wyam y os recompensare, no solo con vuestra vida, también con vuestra libertad!
Los hombres se miraron entre ellos.
            —¡Ni lo pienses! — contestó "ojos de rata", dirigiéndose a uno de los reos— estamos todos juntos en esto.
—¡Maldita sea! ¡Yo no pienso morir! ¡HeHemos llegado muy lejos! —Dijo otro de los presos.
Todos miraron a Wyam, pero nadie se atrevía a mover un solo músculo, habían visto lo que ese hombre era capaz de hacer.
—Nadie más va a morir aquí hoy. —Respondió el mago—. El que ha hablado es Iluymt, general de los  tres ejércitos de los tres reinos, suele cumplir lo que dice. Así que me vais a entregar y salvareis vuestras vidas.
—Pero...
—Sin "peros" Lsat. —Interrumpió Wyam—. He estado preso mucho tiempo, perdí toda esperanza, sin embargo una llamada vino a mí, la llamada de un amigo muy querido, un mensaje que solo se transmite cuando de verdad es necesario. Entre sus notas, no solo había socorro, había esperanza. No te preocupes por mí, voy a acudir a esa llamada, no pienso quedarme aquí. Vamos a salir y vosotros seréis libres.
Lsat miraba sin entender a Wyam.
—Te prometo que volveremos a vernos amigo.
        Sin embargo estas palabras no tranquilizaron a Lsat.
        Un instante después, el mago salía con las manos en alto. De las sombras de los soportales salieron decenas de soldados con el uniforme militar de los tres reinos. Iban vestidos con armaduras bruñidas como la plata, de su cinto colgaban espadas que casi tocaban la piedra, en sus manos portaban lanzas. Se movían como si fueran un solo hombre. Compusieron una formación en punta, de doble lanza, debía haber una treintena de soldados. De detrás aparecieron otros tantos pero estos llevaban grandes arcos y formaron una media luna detrás de los lanceros. Desde atrás sonó la misma voz que habló antes:
—¡Que salga el resto!, ¡quiero ver a todos los presos!
Wyam miró hacia la boca del túnel e hizo un gesto con la mano, primero salió Lsat, le siguió "ojos de rata" y detrás los otros dos, tTodos con los brazos en alto. Lo primero que vieron fue una plaza enorme, mucho más grande de lo que en principio parecía. Les pareció inmensa, muchas de las piedras que formaban el suelo estaban cubiertas de manchas oscuras, en las columnas de los soportales había restos de cadenas y argollas. Cuando estuvieron cerca del mago, a una orden de otro soldado que parecía ser el segundo al mando, la milicia, con movimientos estudiados y precisos , se pusosieron tras ellos y a los laterales del grupo de presos, formando una especie de cuadrado abierto por un lado, impidiendo de esta forma la entrada a los túneles y la huida por los laterales. Los soldados levantaron las lanzas apuntando en su dirección. Los reos, quedaron encerrados en una caja de lanzas.
—¡No habéis quedado muchos! —Ddijo de nuevo la voz.
Entonces el hombre que hablaba salió de las sombras y lo que los presos vieron, les heló la sangre en las venas.
Vestía de rojo, una chaqueta de cuero cruzada y pantalones del mismo material, las botas altas de piel se ajustaban a sus pies. De su cintura, pendía envainada una espada corta, sus mangas se adherían a sus antebrazos por unos brazaletes negros, al igual que sus pantalones en los tobillos. Era alto, su pelo corto y rubio, sus ojos de un azul profundo brillaban bajo la luz del día, su porte atlético y elegante. Pero no, aunque su imagen era bastante impresionante, lo que impactó a los presos fueron aquellas bestias que cubrían sus flancos. Eran como enormes perros, de color marrón oscuro, tenían casi la altura de un caballo, todo su cuerpo estaba cubierto por pelo largo y cuidado, tenían un hocico muy pronunciado, sus dientes eran terribles, de sus fauces entreabiertas colgaban nauseabundas babas en largos hilos, sus orejas pequeñas, apenas dos puntas en lo más alto de su cabeza, se movían con la agilidad de los felinos. En sus patas no se apreciaban garras, al igual que en los gatos, las tendrían recogidas. Pero sin lugar a dudas lo peor era la expresión de esas criaturas, su mirada estaba clavada en el grupo de presos y daba la sensación que iban a devorarlos uno a uno.
Esos horripilantes engendros avanzaron junto a aquel hombre, sin dejar sus flancos en ningún momento, cuando tan singular personaje estuvo a cinco varas de los presos se paró, aquellas bestias se pararon junto a él, a la izquierda y a la derecha de su amo.
La sola presencia de las criaturas era suficiente para dejar a una persona fuera de sí, sin capacidad de reacción.
—¡Volvemos a vernos! —dijo Iluymt dirigiéndose a Wyam—. Debo confesarte que desde nuestro último encuentro, no ha pasado nada de interés, me aburría, en su momento fuiste un rival digno. ¡Ahhh! ¡PPero ha pasado mucho tiempo!
—¡Has dado tu palabra! -—Replicó Wyam—. Dijiste que los dejarías en libertad.
—¡Es cierto! Hay cosas que nunca cambian y mi palabra es ley.
—¡Abrid paso, dejad que salgan todos!, ¡todos menos él! —ordenó el comandante apuntando con un dedo a Wyam.
Los soldados obedecieron al instante, abrieron un hueco para que los hombres pudieran salir.
—Sé lo que eres capaz de hacer, pero después de ver esto, no estoy seguro que puedas salir de aquí con vida. ¡Por todos los Dioses, te van a matar!
—Escucha Lsat, he dicho que volveremos a vernos —respondió Wyam— ahora vete, vete y no mires atrás.
—Escúchalo, por todos los dioses será mejor que hagas caso, si no nos vamos ahora, nos van a matar a todos. —Dijo Humgrirf el "ojos de rata" tirando del brazo de Lsat.-
Wyam miró a su amigo y asintió con la cabeza. Estuvo un rato de pie, observando cómo los soldados los dejaban pasar, abriendo un hueco por donde salían, no sin mirar de reojo a aquellos seres de pesadilla. Una vez los presos salieron de la plaza, el silencio permaneció por un espacio largo de tiempo mientras el general miraba al mago y el mago desafiante, mantenía la mirada del general.
Por fin Iluymt habló:
—¡Se acabó!, me cansé, no pienso seguir manteniéndote con vida, tal vez a los más viejos del consejo no les guste, al fin y al cabo soy yo quien dicta las órdenes a pesar de lo que puedan decir en el consejo. Vas a morir aquí, vas a morir ahora.
—¿De verdad crees que vas a poder matarme?
            —¡Imbécil! —Dijo agitado Iluymt. Al mismo tiempo se percató de lo que el mago pretendía y bajó el tono de su voz, hablando con la seguridad de aquel que está acostumbrado a conseguir aquello cuanto quiere.
—- ¿Crees en verdad que vas a salir vivo de esta plaza? observa a tu alrededor, te rodean cerca de un centenar de hombres armados hasta los dientes, además si ellos fallan estoy yo y mis animalitos. —El general sonrió con ironía—. Sabes que tu magia aquí no es posible, ¡estás muerto! —entonces miró al suboficial y a una orden de este, los lanceros avanzaron hacia él.
—¡Has olvidado algo! —Dijo de nuevo el mago—
—¿Olvidado? ¡No estúpido! ¡Se acabó, tengo otros asuntos que atender! —Replicó el comandante en jefe.
—Sí, Iluymt, has olvidado que además de mago, soy un guerrero, pero no un guerrero cualquiera. ¡Soy un general!, entrenado para proteger a la raza de los hombres de gente como tú. Entrenado por el más poderoso guerrero que jamás ha existido.
En ese instante, los soldados arremetieron contra Wyam, este se movió con la velocidad de una Votk, esquivó las embestida de las puntas de lanza, en su mano apareció una minúscula daga, y al igual que la mortal Votk, acometió contra ellos, dejando en el suelo un reguero de hombres, todos heridos, pero sin posibilidad de seguir combatiendo. A pesar de la ventaja de seguridad que daba la lanza, aquel séquito se retiró sorprendido por la ferocidad del ataque, el mago quedó en mitad de la guardia que  lo señalaban con sus armas.
Iluymt, retrocedió algunas varas y se acomodó en un improvisado taburete para ver el espectáculo. A pesar de las bajas, el general no parecía alterado, en realidad era como si lo esperara, es más, parecía que lo deseara.
Los arqueros quedaban como mudos testigos presenciales, mMiraban sorprendidos como aquel preso se movía entre los soldados, ni siquiera parecía que luchara, era como si bailara, sus movimientos eran cortos y muy rápidos, ni siquiera parecía emplear fuerza, cuando su puño golpeaba, apenas alcanzaba a los soldados, pero estos caían de manera fulminante. Aquel personaje se movía como jamás vieron a nadie, miraban sin poder apartar la vista de sus movimientos. Después de un rato de lucha, el empedrado se llenaba de soldados sin sentido, y ninguno era el mago. Empezaron a murmurar entre ellos, a moverse inquietos como si les pesara su arma. De pronto reaccionaron a la voz del Suboficial. Tensaron los arcos y apuntaron, pero no podían definir el tiro, su blanco no paraba de moverse, estaba aquí y allá, por cada lugar que pasaba se desplomaban hombres al suelo. La orden fue tajante, los arqueros dispararon, ninguna saeta cruzó la misma trayectoria, los arqueros apuntaban de forma imprecisa, aquel hombre desapareció, se escabulló entre las piernas de los lanceros, como si fuera un chiquillo travieso y las flechas sin orden se clavaban en el cuerpo de sus propios compañeros. Después de este primer lanzamiento muy pocos soldados con lanzas quedaron en pie. Muchos cuerpos sin vida se amontonaban en un reducido espacio, y el preso ni siquiera se veía. Estaría sepultado bajo aquellos hombres muertos.
El general de la milicia, se incorporó. Extrañado miró levantando la cabeza.
En lo que tarda un sediento en beberse una jarra de cerveza bien fría, de entre aquellos cuerpos, un hombre se incorporó. ¡El preso estaba vivo!, Iluymt, volvió a su posición habitual y sonrió, continuaba el espectáculo.
            Wyam, se acercó a los lanceros que aún continuaban en pie, estos cautelosos retrocedieron. Entonces hizo algo que nadie jamás esperaría. Se sentó con los pies cruzados, las manos a la altura del pecho y entrelazadas de forma extraña. Cerró los ojos. La milicia estaba fascinada. ¿Cómo un hombre en mitad de un combate, puede sentarse con esa frialdad, como si con él, no fuera la cosa?
Una nueva orden hizo tensar los arcos, en este caso todos los soldados corrieron fuera del alcance de las flechas. Ahora el blanco era perfecto, aquel individuo había firmado su sentencia de muerte. Los dardos silbaron buscando al preso. De nuevo todo pasó tan rápido que la mayoría de los soldados ni siquiera supieron lo que pasó. El hombre como si fuera una rana, de un saltó se puso a salvo del acero de las afiladas puntas. Rodó varias veces sobre su propio cuerpo. Antes de que los arqueros pudieran volver a cargar el arco, aquel preso, estaba entre ellos, y de nuevo bailaba, y de nuevo su baile era una peculiar y certera danza de muerte.
El suboficial desenvainó su espada y cargó contra el preso, fue como el pinchazo de un alfiler, lo sintió una vez en el pecho, ni siquiera se enteró de su muerte. El caos se extendió entre los soldados y apenas reaccionaban a ninguna orden del tercero al mando, estaban despavoridos, solo querían huir, salvar sus vidas.
Entre aquel desconcierto una poderosa voz se levantó reduciendo los gritos y quejas.
—¡Apartaos! ¡Vamos a terminar con esto de una vez!
Iluymt estaba de pie, imponente, sus bestias gruñían entre dientes esperando órdenes.
—¡A pesar de los años, no has perdido facultades! —Los soldados se habían apartado todo cuanto podían y lo escuchaban con atención—. ¡A estas alturas y me sigues sorprendiendo! ¡Es una auténtica pena que tenga que matarte!
Wyam estaba agazapado, con una rodilla en el suelo y la cabeza gacha, no dijo nada sobre las palabras que iban dirigidas a él, permaneció en esa posición, inmóvil.
Iluymt, era un experimentado guerrero con muchas batallas y muchas horas de entrenamiento. Percibía lo que los demás ni siquiera se acercaban a ver. El mago estaba herido. Su costado, lo había rozado una flecha. Además sudaba, por eso agachaba la cabeza, no quería que nadie viera síntomas de debilidad y el dolor... bueno, lo soportaba sin ningún problema. Pero estaba cansado. Podía distinguir su respiración, un muy leve movimiento continuo y rápido de su ropa a la altura del pecho delataba un jadeo que mostraba su fatiga.
¡Sí!, era el momento de acabar con él.
El general acarició con ambas manos, el costado de los Mumt. Miró al frente y de forma pausada dijo:
—¡Traedme sus entrañas!
Aquellas bestias, arremetieron contra el mago, sus zarpas dejaron al descubierto garras tan largas como cuchillos, sus dientes parecían horribles sables mojados en letal y amarillento veneno. El primer engendro, como un condenado diablo de sombras saltó sobre Wyam emitiendo un rugido que dejó mudo el silencio. Muchos soldados, a pesar de la distancia que se encontraban se encogieron sobre sí mismo aterrados, jamás escucharon sonido tan desgarrador, si alguno de ellos hubiera sido la presa, habría muerto de miedo con solo escucharlo. El mago esquivó el ataque del primer Mumt con la pericia que había demostrado, el segundo se le venía encima, intentó esquivar la embestida, pero aquellas criaturas no eran hombres, su agilidad era muchísimo mayor y la cruel garra de la bestia, le rozó la espalda. Al instante cuatro brechas de un dedo de grosor se abrieron en la ropa del mago y la sangre empezó a manar de forma abundante. Wyam perdió el equilibrio cayendo al frío y duro suelo de piedra sobre un costado. Los engendros se reagruparon, sin pausa, el primero arremetió de nuevo desgarrando el tranquilo día con un rugido infame, imponiendo su fuerza y voluntad. De nuevo el mago contra todo pronóstico se deslizó por la piedra mientras la criatura pasaba por encima de él, clavó su puñal repetidas y rapidísimas veces en la garganta y el costado del animal. La criatura cayó de pie a unas varas del mago, se dio la vuelta con rapidez y rugió con una fuerza descomunal, no obstante al avanzar las patas de delante le fallaron, medio cuerpo del animal se desplomó, quedando solo sostenido con los cuartos traseros. Wyam de un salto se colocó detrás de la criatura y tirando del pelo de detrás de las orejas, le clavó repetidas veces el cuchillo en la parte de atrás de la cabeza, las patas traseras cedieron al instante y el animal se desplomó muerto.     
Esta vez el grito que se oyó no era de ningún animal.
            Iluymt perdió la serenidad y habló de forma atropellada.
         —¡Te voy a matar con mis propias manos! , pero te voy a matar con lentitud, vas a querer estar muerto tres veces antes de morir.
Wyam aprovechó el desconcierto del otro Mumt. Por la reacción de su amo, por un momento bajó la guardia y el mago aprovecho este hecho, de un salto se subió a la grupa de aquella bestia como si fuera un caballo, agarró las pelambreras a ambos lados de su cuello, cerca de la comisura de las horribles fauces. El animal reaccionó enloquecido rugiendo y aullando, saltando y dando zarpazos al aire, además Wyam apuñaló al animal en lo alto del lomo, pero con cuidado, solo dañando a aquella alimaña y enfureciéndola aún más, esto impidió que Iluymt se acercara. Varias veces intentó bajar al mago de la criatura, pero había perdido todo el control sobre ella. Aquella fiera se encontraba fuera de sí, en su camino desgarró a varios soldados que se apartaban despavoridos de su paso. Wyam apretando y tirando con fuerza a izquierda o derecha, conseguía a duras penas guiar a la bestia. Por donde pasaba iba sembrando caos y muerte. Wyam salió de la plaza, cruzó varios patios más y logró que la criatura subiera a los techados.
Iluymt organizó la caza y los arqueros acribillaron a la fiera que rodó por los tejados hacia abajo hasta caer sin vida a los pies del general. No había rastro del mago. Iluymt ya no reía, apretaba los dientes con fuerza.


RE: Libro primero de la Trilogía el cuarto mago - FrancoMendiverry95 - 05/04/2018

Su misión la cumple, es entretenido ante todo. Si se corrigieran los varios fallos que tiene sin duda sería todavía mejor. No entiendo porque hay muchas letras que se repiten, especialmente en los diálogos. Hay muchas comas mal ubicadas y faltan en otros sitios. Las descripciones son demasiado largas para mi gusto, y algo redundantes. Algún nombre me parece difícil de pronunciar, como Lsar. Luego esta el hecho de que me parece imposible (aún siendo el mejor guerrero de todos los tiempos) que el mago consiga vencer a tamaña tropa, sin mencionar que generalmente un mago no es buen guerrero y un buen guerrero no es mago por una cuestión de equilibrio. Aquí el mago parece ser todopoderoso y no me gusta.
Tal vez podrías anotarte en el foro privado, el Dragon Lector, y ahí entre todos te ayudaríamos a sacarle más partido a este fragmento y a la novela en general.
Un saludo


RE: Libro primero de la Trilogía el cuarto mago - juanma - 05/04/2018

Hola franco. Agradezco mucho tu opinión. A veces tenemos un estereotipo sobre mago/guerrero, guerrero/mago fijado. Debes tener en cuenta que es un episodio, para entrar en detalle deberíamos conocer los hechos anteriores. De todas formas soy nuevo por aquí y te agradecería que me indicaras la forma de proceder. Miro lo del foro primavo del dragon lector
Gracias Franco.