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RE: Fragmentos - sento89 - 01/08/2019

Tienes razón. Repasándolo ahora veo que falta el "lo". Muchas gracias.


RE: Fragmentos - tyess - 07/08/2019

Oh. Curioso. El orden en que lo cuentas, nos dice primero sobre el abuelo, así que no se siente como la clásica referencia de que "empiezan con las mascotas, y parece aceptable, pero luego siguen con la gente"; pero sí, eso es exactamente lo que pasó.

Entiendo que ahora van a dar el paso siguiente, lo cuál es horripilante pero en sus mentes tiene sentido (y en la naturaleza ocurre... conclusión: la necesidad los ha vuelto animales).
Pero, creo que hay un error de cálculo ahí. Sí la niña ha sobrevivido tres días sin comer, y considerando que les debe haber dolido mucho lo que hicieron, yo no creo que tan pronto vayan a necesitar sacrificar al bebé. Siempre ha habido medios para preservar la carne y hacer que rinda muchísimo, no digamos en circunstancias como esa.

Ahora, necesito algo en qué distraerme para sacar de mi cabeza estos razonamientos, pero capaz que enciendo la tele y están dando "Viven".


RE: Fragmentos - Iramesoj - 15/08/2019

Pongo uno de los últimos capítulos que he escrito de mi novela, que me está llevando por la calle de la amargura porque creo que no consigo que me guste el resultado. Veréis varios "(...)" porque he suprimido varias líneas para no pasarme de las 1000 páginas. Lo dejo aquí para quien pueda/quiera echar un cable.

Contexto (para que lo entendáis sin haber leido lo anterior): Dayana ha derrotado a Amalia, líder del crimen organizado en la ciudad de Bosta. Debido a su acción heroíca, el infante Citron y la infanta Jaranna hacen una visita oficial a dicha ciudad para rendirle honores de heroína.

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Llegado el día de la visita oficial, Dayana se vistió de un modo inusual en ella: con un vestido violeta, zapatos de tacón, collar, pendientes y diadema de plata.(...)

—¿Estás visible? —se oyó la voz de Cneo mientras Dayana terminaba de empaquetar su equipaje para partir tras la fiesta.
—¡Si, ya estoy vestida, Cneo, puedes pasar!
—Te queda muy bien, Dayanita.
—Gracias —contestó sonriendo—. Estoy muy nerviosa, nunca he estado ante alguien de la realeza y…

Dayana no pudo continuar debido a un ataque de tos, Cneo le golpeó la espalda para ayudarla, y a continuación, le dio de beber de una cantimplora que encontró cerca.

—Gracias —dijo recuperada—, un momento... esa cantimplora...
—Es la que tú traías.
—¡Maldición! ¡Es la pócima de la verdad que hice para interrogar a Amalia!
—¿Qué? —exclamó Máximus alarmado— Entonces, ¿Ahora no puedes controlar tu sinceridad?
—¡No!
—¡Y deben de estar para llegar! ¡Cneo, ve a ver a Dulcamara, corre!

Cneo se apresuró mientras se oyó una voz de fuera.

—¡Que salga la heroína!
—Vamos, Dayana —dijo Máximus nervioso—. No podemos no presentarnos ante los infantes. Intenta no hablar.

La joven salió junto con el exsoldado, y se deshicieron en vítores. El infante Citron, junto con su esposa, la infanta Jaranna, se encontraban sentados en sillas con asiento de terciopelo, ante una alfombra que habían puesto delante. Junto con ellos estaban sus dos hijos, niños de diez años que habían aprendido a comportarse bajo un protocolo muy estricto. Tras atravesar el pasillo de personas congregadas en torno a ella, Dayana se encontró cara a cara con aquella familia de alta alcurnia.

—Buenos días, Dayana —le saludó la infanta.
—Buenos días, alteza.
—¿Qué sientes al encontrarte ante nosotros?
—Es extraño... mi padre me contó que antes de casarse con mi madre fue novio de una criada de la casa real, y que siempre hablaba de vuestros frecuentes gases, alteza.

Toda la multitud de alrededor comenzó a reirse, menos Máximus, que estaba al borde de un ataque de nervios. Incluso los hijos de los infantes se reían a carcajadas.

—¿Sabes ante quien te hayas, jovencita? —replicó la infanta ofendida.
—Lo siento, no puedo evitarlo... me han dado sin querer un bebedizo que hace que no pueda callarme lo que pienso realmente.

Eso empeoraba la situación. Dayana estaba dejando muy claro que lo que acababa de decir sobre la infanta era verdad. Afortunadamente para ella, el hecho de no querer perder popularidad hacía que no la mandaran arrestar ante toda la multitud. El infante, intentando disimular lo molesto que se encontraba, decidió intervenir.

—Estamos aquí, porque al parecer, has ayudado a salvar esta ciudad de una criminal con un poder tan grande que ni el ejército podía con ella. ¿Es cierto?
—No. (…) Acabé con el poder de Amalia, sí. Sin embargo, no es verdad que el ejército no pudiera con ella, sino que ella tenía comprado el ejército. Las autoridades aceptan los sobornos del hampa, y quien más dinero tenía aquí era Amalia. Los militares de rangos menores no tienen culpa, pero los generales están muy corrompidos.

A partir de aquí, las multitudes empezaron a proferir gritos de asentimiento ante las palabras de Dayana. La infanta alzó un brazo para que callaran, y tomó la palabra

—Esto que cuentas es horrible. ¡Detened a todos los generales y que sean interrogados! ¡Soy familia del rey y mi rango está por encima del de ellos! Por otra parte, es increible que tú mataras a todos los hombres de Amalia con una ballesta, ¿Cómo puedes tener esa destreza?
—Soy hija del comandante Mark Blossom. Él me entrenó.

Entonces los vítores se hicieron apabullantes. Máximus suspiró aliviado, pues ahora no habría malas consecuencias para ella: heroína de Bosta e hija de un héroe: la Corona no osaría ponerle la mano encima pese a la humillación a la infanta.

—¿Tu padre es el comandante Blossom?
—Sí, Alteza. Lamento que esto se sepa, pues ahora todo el mundo sabe que mi padre habla sobre vuestras flatulencias. ¡Perdón, no quería volver a hablar de esto!

Todos volvieron a reirse a carcajadas.

(...)

—Ahora hay un banquete en tu honor —informó el capitán—. Preferiríamos sentarnos contigo, pero creo que te va a tocar con los infantes. ¿Cómo se te ha ocurrido decirle eso a la infanta?
—Cosas de una pócima, ¡Ya lo he dicho! Pero ya se me han pasado los efectos.
—¡Menos mal que se te han pasado! —afirmó una voz a la espalda de la joven.

Al volverse, Dayana encontró a dos soldados, que a juzgar por su lujosa y resplandeciente coraza, así como por su casco, pertenecían a la guardia real.

—Ven, ya está lista la mesa, te acompañaremos para que te reunas con los infantes. ¡A su alteza la infanta Jaranna le agradará saber que ya no vas a decir que...!

—¡Calla, hombre, no lo repitas! —le espetó el otro guardia.

Los guardias reales la condujeron a la plaza central, donde se había dispuesto una mesa redonda llena de comida. (...). Tras alzar la mano la infanta, se hizo el silencio.

—Podéis sentaros.

Tras decir esto, hizo un gesto indicando a Dayana donde debía sentarse ella. A cada lado se sentó un infante, y en el lado de cada infante donde no estaba Dayana, estaba uno de los dos hijos. Una vez sentados todos. La infanta comenzó a decir unas palabras.

—Es un honor tener aquí a Dayana, hija de un hombre que luchó por nuestro reino, y yo, como perteneciente a la familia real, tengo en gran aprecio
—¡Pero si su padre dice que eres una pedorra! —La interrumpió una voz infantil.
—¡Cállate!

El niño recibió una bofetada por parte de su madre, y todos los presentes se echaron a reir. (...). Con cara de clara molestia, la infanta continuó.

—Ella ha demostrado ser digna hija de su padre, (...). ¡Brindemos por ella!



RE: Fragmentos - Iramesoj - 18/08/2019

Cuando subí mi recortadísimo fragmento, no puse por qué yo consideraba que fallaba ya que no quise influir en los lectores. Sin embargo, quizá el no conocer mis intenciones al haber creado ese capítulo haya sido una de las causas por las cuales no haya recibido críticas, por lo que mi intención de no hablar de mis propósitos quizá haya sido contraproducente. Me explicaré.

En la primera versión de la novela (cancelada debido a que en el dragón lector recibió críticas muy malas), existía este pasaje, que enlazo junto con una explicación del mismo, así como mi intención como autor al mostrar esa situación:

http://clasico.fantasitura.com/thread-1392-post-32768.html#pid32768

Lamentablemente, al reescribir la novela no veía como encajar esa situación cómica que deseaba mantener, ya que las circunstancias y la trama eran muy diferentes. Finalmente, se me ocurrió encajarla del modo que he mostrado en el fragmento (se puede ver que los chistes son practicamente los mismos), pero siento que ha empeorado con respecto a la primera versión. Intenté mejorarlo con el siguiente añadido: las personas que sufren las consecuencias de la sinceridad de Dayana, en la primera versión son gente del pueblo llano, que son avergonzadas en el ámbito de lo privado. En este caso se trata de personas de sangre real, avergonzadas en un acto público ante una gran concurrencia de gente. Creí que eso haría la situación más cómica. 

Sin embargo, cuando leo ambas versiones, me parece que la primera versión provoca más la risa que la primera, lo cual, obviamente, va contra mis propósitos. Explicado esto, cualquier ayuda será bienvenida. Si aparte del tema que me ha provocado subir este fragmento, encontráis algo más que pueda mejorarse, soy todo oidos.


RE: Fragmentos - tyess - 27/08/2019

Pues, no sé si así en grande es más cómico, pero tiene un efecto muy interesante la combinación de una verdad que la meterá en problemas, con una verdad que mete a los generales en problemas. Lo cómico da cierta solidez para que se tome en serio el otro tema.
Aún así, veo un poco forzada la respuesta inicial. ¿En serio, eso es lo primero que ella piensa al responder a la pregunta de cómo se siente al encontrarse con ellos? O me estoy perdiendo de algo, o vendría bien una pregunta que evoque más de cerca ese recuerdo.

No me estás preguntando, pero me da no-sé-qué leer el final, dónde le pega al niño y todos se echan a reír.


RE: Fragmentos - Iramesoj - 28/08/2019

Muchas gracias por tu respuesta, te la agradezco muchísimo. Tendré en cuenta lo que dices de la respuesta.

Sobre lo que dices del niño, quizá lo he expresado de un modo que parece que lo que provoca la risa de los presentes es el simple hecho de que la madre abofetee al niño, y no era esa mi intención. Lo que provoca la risa de los presentes es la combinación "niño diciendo con claridad cosas embarazosas para la infanta+madre avergonzada por culpa del niño". La bofetada es la manifestación externa del sentimiento de la madre, que desea que se la trague la tierra por el espontáneo comentario de su hijo. En cualquier caso, demuestras ser sensible con tu comentario y eso indica que eres buena persona. Un saludo.