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[Fantasía] Kronlla: Infierno, Mundo y Cielo. Parte 3 - Printable Version

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[Fantasía] Kronlla: Infierno, Mundo y Cielo. Parte 3 - Tholdeneir - 12/10/2020

PARTE 3: Infierno, Mundo y Cielo.
 
 
 
 
Capítulo 14: El Ancestro.




En la fortaleza, en el salón de las audiencias, los hombres mas cercanos al rey, junto con los pocos sirios estaban reunidos para decidir los acontecimientos de las estrategias que vendrían en la incipiente guerra.


La amplia estancia estaba adornada en las lejanas paredes con estandartes de dos colores, amarillo y rojo. Y una alfombra enorme cubría de manera rectangular desde la entrada al trono.

Los magos humanos, lozanos en su leve magia, pero apasionados estudiosos, decían haber sentido en sus sueños y en premoniciones, la fuerza antigua de un poderoso hombre que despertaba después de siglos en cautiverio en un subterráneo calabozo.

Los líderes de las exploraciones decían haber encontrado la ubicación de un reguardado pero gigantesco castillo – templo, escondido entre los bosques, en la cima de un risco, que los Íosiros mantenían como su más sagrado territorio.

Los sirios, por su parte, explicaban airados que los últimos mensajeros traían noticias de una feroz batalla en los cielos, cuyo objetivo era una de las seis ciudades elevadas, siendo ésta destruida por los Ojos de Íos y su flota.

—En definitiva, las fuerzas enemigas quieren abarcarlo todo, en un voraz intento de conquistar el infierno, el mundo y el cielo. Escuchando a nuestros jóvenes hechiceros y a los exploradores, decidiremos ir en recate de nuestro ancestro. Suponemos que el extraño poder de nuestros enemigos se sustenta en él, nuestro antepasado.



La defensa de la ciudades del cielo se la dejaremos a los sirios. Sabemos que lograron organizarse en sólo unos minutos, defenderse y destruir una de aquellas tres gigantescas abominaciones. Por su parte están armando una escuadra, vigilando los cielos y buscando con determinación a la flota enemiga antes que se acerque a alguna ciudad”.

“Si logramos hacernos paso hasta el castillo de Belmor, toda la fuerza fanática de los Iósiros caerá como por efecto mariposa. La clave es nuestro ancestro”.





***






Miguel yacía de pie, amarrado entre lienzos que emanaban una difusa luz, con nudos en sus brazos y piernas.

La extraña hechicera de Belmor que lo custodiaba había llenado la estancia de esferas flotantes y transparentes, del tamaño de una palma. Se mantenían en el aire y parecían guardar imágenes y escenas en un raro espectáculo de magia. Miguel sentía que su conciencia se perdía entre esas vivencias, volando de una a otra y sintiendo incontables voces en cada una con sus propias personalidades.

Haciendo un gran esfuerzo, decidió arriesgarse a recordar un poco más de su pasado… para llenarse de poder, pero entonces lo invadía el temor de estar entregándole vida y alma a sus captores al hacerlo.

“¿Dónde estará mi pueblo?”... “¿Cuanto tiempo ha pasado?”















Capítulo 15: El Ascenso.


La marcha de la tropa de hombres emprendía su rumbo por las llanuras extensas en camino al sur. Sin contar con grandes fuerzas aéreas, y en su mayoría montados en sus caballos, se disponían a llegar al sagrado territorio oculto de los Iósiros y asediar el enigmático castillo de Belmor.

Apartados, un poco más atrás a un flanco de la marcha, el grupo sirio se encontraba reunido.

—Creo que necesitaremos de sus mágicas habilidades… —habló con desdén uno de los capitanes de los hombres que se había acercado al cabecilla del grupo
—. Me envía el alto mando del rey.

—Sabemos que podemos infiltrarnos, capitán.

—En efecto, vengo a exponeros una posible estrategia, aunando nuestras fuerzas podremos…



***




Subían por unas antiguas y gastadas escalinatas de piedra llenas de hojas de árboles.

El grupo compuesto por veinte personas se había apartado de la tropa días antes, adelantándose a ésta y al pronto asedio al castillo. El par de exploradores en comunión con el mago vidente de la cuadrilla habían guiado a todos a través de la espesura del bosque y las montañas.

Según explicaban, aquel camino viejo había atraído a muchos líderes de la casta del los hombres, en los tiempo de antaño.



Aparecidos en este mundo, en una gran planicie de lomas nevadas entre las montañas, y marchando sólo con su vaga esperanza de buscar respuestas encontraron este templo... vaya uno a saber en qué momento se apartaron unos de otros. Finalmente unos fueron engañados y por poco lograron escapar. Según entendemos, la casta de los hombres se dividió en dos. Un grupo oculto y poco numeroso con cierto poder diferente y tendencias ambiciosas, muy paradojales de acuerdo a sus raíces, encontraron en este castillo una manera de adquirir más poder. Belmor, en ese tiempo solo un viejo hombre, descubrió un extraño ritual donde podría convertirse en un ser mucho más grandioso y magnánimo. Pensaba en su destino, en su odio, en su sagrada persecución, que milagrosamente lo había llevado a él y a los suyos este nuevo mundo. Lo abarcaría todo… Íos así lo ordenaba… Infierno, Mundo y Cielo. Y sin más, lo que fue de él desapareció. En la brisa y el viento se escuchó algo parecido a “Proctos”… mientras en los salones de aquel galante castillo sus seguidores se unían a aquel oscuro ritual. Así quedó la tribu aparecida en Kronlla, dividida en sus dos bandos. Los Íosiros quedaron asentados en esos territorios. Los hombres nómades vagaron por mucho tiempo en aquella región de Kronlla”.



Bien, hemos llegado. Es aquí —dijo uno de los exploradores.

Junto al risco, el camino parecía destruido más adelante. Intentar pasar por ahí podría suponer una larga caída a los bosques, mucho más abajo.



Pronto comprendieron que debían escalar el último tramo para infiltrarse.

Ambos exploradores, preparados, sacaron a relucir sus ballestas con unas saetas que contenían un complicado mecanismo. Sin más, apuntaron a la cima, dispararon y surcando el viento las saetas se incrustaron en la parte más alta del risco, dejando unas anaranjadas cuerdas
al descubierto.

Así,
paciente y lentamente, amarrados a las cuerdas, fueron subiendo de par en par cada miembro de la comitiva, observados atentamente por el protector vidente.














Capítulo 16: Madau




Avanzaron por un gran pasadizo, una caverna gigantesca llena de intrincados glifos y relieves ya olvidados por el tiempo. Habían abismos hacia el vacío en ciertos lugares y también se vislumbraba el oscuro cielo en ciertos tramos.

Finalmente hallaron el primer portal, en el horizonte. Los exploradores de inmediato alarmaron al grupo. Vislumbrando a la distancia descubrieron un ser resguardando el paso.

Es el portal de Madau, un demonio Iósiro castigado por Belmor a resguardar la desolación de estos lugares susurró el experto explorador.

De inmediato se escucharon unos graznidos aterradores provenientes de los oscuros rincones.

Sus mas cercanos secuaces… droglos alados que graznan al infinito para complacer a su amo, ¡En guardia, compañero, que estos piden a gritos nuestras saetas!

Y así se cubrieron tras un promontorio, mientras ambos alistaron sus ballestas. Esta vez desprendían un fulgor azul.

Primero se acercaron tres de esas bestias, buscando a los intrusos. Hizo falta un pestañeo azulado, para escuchar el alarido de dos droglos con el
cráneo atravesado, cayendo. La bestia restante, enfurecida y fanática, descendió sobre el grupo descubierto. Un destello rápido hizo rodar la cabeza del droglo, junto a su arrugado cuerpo impulsado aún por su vuelo desplazándose por el suelo.

No hubo m
ás molestos graznidos. Se vio huir a los demás volando por una abertura hacia la oscuridad de la noche. Madau no los perdonaría.

El grupo sirio retomó el paso. Caminando… afinando su visión hacia esa figura humanoide en la distancia, decididos.



Quién osa interrumpir mi sueño dijo Madau, dando un paso adelante, saliéndose de unas intrincadas figuras y círculos dibujados en el suelo.
De inmediato, el vidente sirio pudo observar que tenues hilos estaban unidos a todo el cuerpo de Madau. Arriba, en lo más alto de la estancia, se podía ver un gigantesco y complicado mecanismo mágico, que parecía controlar al demonio Iósiro.

Al instante, Madau levantó su mano, dejando ver una luminiscencia roja. Una poderosa fuerza arrojó a gran parte de la comitiva por los aires, hasta caer estrepitosamente al suelo. Haciendo un movimiento con su otro brazo, las figuras y símbolos del suelo comenzaron a resplandecer, crujiendo y expandiéndose en desordenadas líneas que se acercaban al grupo.

Desde el suelo, más allá, el vidente observó, esperanzado, a uno de los exploradores de pie, con su ballesta alistada, dudando si disparar o no a Madau.

¡Arriba! gritó el vidente, mientras las líneas se acercaban de manera fanática.

El explorador, consternado, vislumbró en lo alto aquella maquinaria de magia oscura y reluciente. Comprendiendo de inmediato
y siguiendo su intuición infalible, levantó la ballesta.

Luego de un instante azulado, una magnífica explosión en las alturas de la caverna inundó con luz y estruendo todo el lugar.

Al mismo tiempo, Madau se desplomaba, cayendo al piso, como un ser inerte.