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RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - fardis2 - 07/10/2015

Buenas compañeros, pues mira que no me he dado cuenta yo tampoco hasta ahora que alguien había contestado en el hilo XD Para empezar gracias a los dos por leer y comentar, la verdad es que me son (y me van a ser) de ayuda vuestros comentarios.

Aljamar

He de admitir que yo también es la primera vez que me embarco a escribir algo tan largo (para ser francos, es la primera vez que escribo algo), pues siempre me limitaba a leer y poco más. En todo caso este proyecto (si lo puedo llamar así) llevo unos dos años trabajando en él. (Lo he aparcado un par de veces y vuelto a escribir desde el principio) Tirando un par de veces las 150 páginas que tenía escritas.
La verdad es que me hace feliz leer este tipo de comentarios, pues antes, no tenía a nadie que me comentara como iba la historia por lo que solía cansarme rápido de ellas y las aparcaba.
Es cierto que el narrador, el cual siempre intento que sea el mismo personaje pero en tercera persona, aveces se hace algo extraño, como la combinación de sus pensamientos como de la narración. Pero es algo que siempre me llamó de mis autores favoritos (Abercombrie o Sapkowski) que también usan este tipo de recurso aunque con mucha más clase, claro.
También es cierto que a la historia le falta algo para cuajar, pues voy desvelando un poco la parte de los demonios como has dicho, pero la realidad es que aún me falta por así decirlo, acabar de ensamblar lo que sería la historia del mundo que describo. (Su mitología y acontecimientos importantes del pasado) tengo algunas ideas, pero aún no están implementadas. Como tampoco tengo bien planteada ni las ciudades, ni todos los dioses que interactúan, ni las culturas, ni tan siquiera el mapa mental de la zona XD Digamos que todo lo escrito hasta ahora solo es el chasis de la historia, falta rellenarla con unos cuantos datos más, y aligerarla un poco de descripciones repetitivas como bien habéis comentado.
Sobre la narración, bueno se puede decir que depende del personaje que narra, usa un tipo de lenguaje más refinado o más vulgar, aunque en privado pienso que en la realidad, gran parte del mundo piensa de manera un tanto más vulgar, vamos que no tienen porque seguir actuando. Aunque admito que me gusta el tipo de narrador soez y crudo, que el típico tono de cuento.

Ha sido un placer leer tu comentario, y de seguro que voy a hacer caso de algunas de vuestras sugerencias, como lo de ser repetitivo y quizás, acortar escenas. Un saludo y nos leemos.


Kaoseto

¡Buenas compañera Kaoseto!

Tranquila imagino que todos estamos la mar de liados con nuestras historias, por lo que ya sabes, tomate tu tiempo. Sobre lo que comentas, la verdad es que la historia se sustenta mucho de las conversaciones y de las descripciones del entorno, pero como bien comentas, se hace algo repetitivas las ideas con el paso de los capítulos. Yo también lo estoy notando. Y con vuestro comentario me ayudáis a ver en qué. De allí que me esté costando acabar este siguiente trozo. Me tiene loco. Por lo que he decidido que cuando lo consiga acabar, plantearé mejor el mundo, haciendo un pequeño historial de echos, regiones, culturas, y demás parafernalia para darle más cuajo a la historia. Se que lo había comentado antes, pero aún no me había puesto. A pesar de que me doy cuenta que el estar improvisando todo el rato, me acabará llevando a algún callejón sin salida. Como ya me pasó con anterioridad. Soy un caso perdido. XD

Los personajes es en lo que más tiempo invierto, y no me refiero a crear un rollo psicológico del personaje ni nada parecido. Simplemente me imagino un tipo de personaje con un carácter determinado en distintos tipos de situaciones, luego imagino como reaccionaría ante ellos. No siempre sale bien, pero bueno es como lo hago.
Sobre Sarosh y la frase «Era solo cuestión de tiempo que acabara matando a alguien en un arrebato psicópata en medio de alguna de sus amplias avenidas, o en alguno de sus estrechos callejones a plena luz del día concluyó.»
Piensa que en los primeros capítulos lo pinto como alguien que llega a una ciudad a cumplir con una misión determinada, la cual le impide que llame la atención en ningún modo, por lo que parece alguien comedido con lo que hace. Pero tras pasarse unas horas en la ciudad, sufrir las continencias de esta y encontrarse en medio de ese trajín, piensa que de un momento a otro pierde la compostura y al diablo con todo. Más o menos eso es lo que quería representar con esa frase.
También he de decir que la hermandad donde está no solo se dedica a cazar seres salidos del infierno, sino que también trabajan en otro tipo de menesteres. Solo que aún no lo he mencionado. En realidad la historia es bastante más retorcida que una lucha entre el bien y el mal, solo que aún no lo tengo del todo planteado como seguirá. Aún me queda mucho trabajo que hacer para que coja un poco de color de verdad.


En fin como dije es un placer leer vuestros comentarios y las sensaciones que habéis tenido, me ayudarán a mejorar tanto la historia como la trama.

Un saludo y nos leemos compañeros.

 


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - fardis2 - 08/10/2015

Bueno pues aquí traigo el penúltimo extracto de este capitulo, a ver que os parece. Un saludo y nos leemos.




CIUDAD EN LLAMAS



Se detuvo mientras con el apagado y borroso reflejo que le devolvía la punta metálica de su rejón, volvía a examinar el pergeño que tenía con aquel uniforme prestado. Contempló con ojo crítico el tabardo morado con el halcón de Mansour sobrevolando en campo de gules que llevaba puesto. Notó el tacto áspero de la sobreveste de tela gruesa de tono pardo que portaba debajo, junto a los pantalones de campaña del mismo color que ni mucho menos eran más cómodos. Pisó varias veces con fuerza en el empedrado; las botas de cuero aunque gastadas, proporcionaban cierto consuelo después de haber estado deambulando por los Distritos descalzo. Había visto cataduras peores a lo largo de su vida, constató.

Además, era eso o seguir vagando en taparrabos por la ciudad.

‹‹Pienso que te favorecía más el taparrabos que este atuendo, Medar›› repuso jocoso Ashur. ‹‹En cambio estas ropas militares que me llevas te puedo asegurar amigo, que te sientan igual de bien que un vestido con volantes a una mona con epilepsia››.

Bufó desabridamente por respuesta.

En realidad no le había sido excesivamente difícil cruzar la puerta norte que llevaba a Ciudad Alta, y por ende, el primer paso necesario para llegar a palacio si lo pensaba. A pesar de las pintas que llevaba. Las fallas, el ataque y el repique de campanas que rompía la noche en mil pedazos, la algarada que se estaba gestando en las calles de los Distritos, jugaban buena parte a su favor. Por lo que prácticamente no había tenido la necesidad de actuar en su nuevo papel de miembro de la soldadesca. Los inquietos guardias que aseguraban las puertas no le habían hecho excesivas preguntas de por qué regresaba tan rápido. Se suponía que tan solo hacía un rato que todo su pelotón acababa de salir por ella, no obstante, tampoco es que preguntaran demasiado sobre nada. Estaban más concentrados en discernir qué era lo que sucedía varias calles más allá, que en cumplir con garantías la tarea que se les había encomendado desde los mandos. Por lo que decidió complacerles con un pequeño relato de su propia cosecha mientras hacía por simpatizar con ellos. Una mitad de ficción y la otra mitad de hechos que se podían contrastar con facilidad. Bien sabía que las mejores mentiras eran las que contaban con una buena porción de realidad para asentar sus bases. Por lo que relató sobre un gran número de asaltantes estaban por los Distritos armando un follón de mil demonios, como el jaleo evidenciaba. Les explicó que la mayoría había conseguido rebasar el perímetro del primer amurallado por qué probablemente, alguien les había abierto las puertas desde adentro de la ciudad traicionándolos a todos. Lo cual debía de ser cierto. No obstante se abstuvo de contarles que se trataba de una pandilla de Devotarios que se hacían llamar Los Incondicionales. A su modo de ver, una pequeña omisión de información sin malicia alguna. Luego declaró con la expresión más circunspecta que pudo componer (no fue complicado dado los años que se había pasado recluido en el penal), que el capitán Ashrans acababa de ordenarle que avisara de esos mismos sucesos al Argbaht con presteza, y que no se le ocurriese demorarse por el camino sin tener una necesidad vital. Por lo que instantes seguidos se disculpó y los dejó enfrascados en una animada conversación. Francamente, no le fue muy difícil colarles aquella descarada simulación. (Toda la información que disponía se la había conseguido sacar a uno de los guardias que noqueó previamente cerca del callejón. Tras despertarlo sacudiéndolo varias veces hasta que abrió los ojos, luego lo interrogó. Cuando obtuvo las referencias que necesitaba lo desmayó de nuevo golpeándolo para dejarlo junto a su compañero, el cual dormía la mona medio desnudo.) El chaval iba a tener una migraña de tres pares de narices al igual que su compañero, opinó. El cual supuso que en su caso, también se iba a levantar con un buen catarro.

Por lo pronto estaba dentro, qué a fin de cuentas era lo que importaba.

Reanudó la marcha por la avenida principal, con paso resuelto mientras se dirigía directo hacia la enorme estructura que se cernía en el horizonte, sin detenerse a contemplar ni por un instante toda la enfática pomposidad que bostezaban la mayoría de sus calles. Sin detenerse a pensar ni por un segundo. Por lo que ignoró a las acaudaladas familias que se congregaban en las lujosas terrazas de sus casas, mientras miraban con expresiones distantes y poses estáticas la batahola que se estaba generando en los arrabales de sus conciudadanos con menor nivel social. No le pasaba desapercibido que la ciudad había prosperado y crecido mucho en los años que había estado confinado en Institución. Tampoco los visibles cambios producidos en ella. El progreso como lo habían bautizado algunos. Aunque ciertas cosas no se alteraban ni con el paso de los años, comprendió. El trato a los más desfavorecidos continuaba siendo el mismo que de siempre. No variaba en lo más mínimo por muchos años que transcurrieran o transformaciones se produjeran en la sociedad. Los pobres seguirían nadando en las letrinas con la mierda a la altura de los sobacos, mientras los ricos y con poder se cagaban en ellas esperando a que los primeros les sacaran lustre. Por eso las calles de Ciudad Alta proseguían siendo tan postizas y artificiales como de costumbre, al igual que los Distritos abundaba la porquería por doquier. Como no podía ser de otra manera. Quizás la ciudad no hubiese cambiado tanto después de todo.

Observó como aquellas gentes que se parapetaban en sus lujosas torres, vestidos con sus prístinos y bonitos camisones de algodón, con el pelo alborotado y los ojos legañosos mientras contemplaban la destructora exhibición que estaban provocando las llamas y la ambición humana. A salvo de lo que estuviera afectando a los Distritos. Seguros detrás de sus gruesos muros. Departían con naturalidad como si fuera un día de verbena cualquiera. Por lo que no le prestaron más que un somero vistazo cuando pasó por delante de ellos. Negó con la cabeza mientras los rebasaba a la vez que se preguntaba, que estarían pensando en aquellos precisos momentos los muy cretinos. ¿Estarían preocupados o simplemente los movía la simple y llana curiosidad de ver como terminaba todo el asunto aquel? Por su actitud, probablemente se decantaban más por lo segundo que por lo primero. Esas mujeres de teces blancas y sonrojadas, sus críos de pelo largo y rubio como la cebada, junto a sus maridos de ojos claros como una mañana de verano y ese gesto autosuficiente en la expresión, le recordaron que se encontraba muy lejos de casa. Entonces ¿Por qué iba directo a meterse de cabeza en sus problemas?

La historia tenía tintes de volverse a repetir. Ya había pasado por ello una vez, y las consecuencias no habían sido sanas para nadie cercano a él. ¿Qué necesidad había de salvar sus blancos culos de la quema después de todo lo que pasó en el pasado? Prácticamente detestaba la cultura ambiciosa y despótica con la que coexistían los Pieles Blancas con el resto de habitantes del círculo del mundo. Despreciaba la forma en que se inclinaban a desgranar el estatus social de una persona por la procedencia de la sangre de su parentela, y no por atributos como la capacidad o la fuerza que demostrase uno en su comunidad. Menospreciaba aquel pueblo que vivía de su propia irracionalidad. Se consideraban muy por encima de las demás culturas cuando en realidad no veían más allá de sus propios pies. Sumidos en su grandilocuente inopia. Y lo más preocupante era que siquiera eran conscientes de lo apartados que se hallaban de ser conscientes de la alejada realidad de su existencia. ¿Por qué iba entonces a entrometerse en sus problemas? Se preguntó ¿Por qué no irse de allí sin más? El único inconveniente era el muchacho, concluyó tras un rato meditabundo. Aunque tampoco creía que nadie conociese lo que realmente era. O más bien quién para ser concisos. Tan siquiera su padre tendría la menor idea de qué era lo que estaba viviendo bajo su techo. ¿Podía marcharse ignorando todo aquello?

‹‹¿En serio?›› preguntó Ashur, en el tono de su voz se apreciaba una pizca de malicia. ‹‹¿Y qué piensas contar cuando llegues, Medar? Disculpe por haber estado desaparecido durante estos últimos veinte años, mi señor, pero es que necesitaba reflexionar sobre mi existencia y todo lo sucedido en Mayram ¿no sé si me entiende?›› Medar no respondió, a pesar de que su expresión adusta se acentuó aún más. Ashur lo ignoró y siguió acicateándolo para variar. ‹‹Ha, y por cierto, la historia parece que va a volverse a repetir otra vez, aunque en esta ocasión le aseguro que yo no he tenido nada que ver con ello. Palabra. Recién acabo de abandonar una ciudad entera en manos de un Merekai que ha decidido impulsar una revuelta que está acabando con toda la gente que vive en ella, solo para venir a verlo a usted. Además de que el viejo Shapur por lo que sé, ha logrado recuperar una esquirla de Astral y pretende resucitarlo para asolar la tierra de los hombres. Y luego qué más les dirás ¿les preguntarás como andan las cosas por allí? ¡¿Hablareis del tiempo quizás?!››

Medar se detuvo.

La verdad es que expuesto de aquella forma, parecía un plan algo más que precipitado. Tampoco es que se hubiese parado demasiado a pensar sobre cómo proceder si volvían a venir para intentar apresarlo. No se imaginaba que fuera a darse el caso. Pero allí estaba él. De todos modos Ashur no erraba con su exposición. A pesar de su exasperante verborrea y aquel tono de payaso que exhibía. No se equivocaba en absoluto. Tenía que zanjar aquel asunto de una vez por todas, luego tendría tiempo para decidir cómo proceder después, se dijo mientras proseguía con el itinerario previsto en un primer momento.

―Voy a hacerte caso a por esta vez ―rezongó. ―No puedo dejar a la sabandija esa rondando a su libre albedrio haciendo lo que le venga en gana en esta ciudad. A pesar de que me importen un bledo sus gentes. ―Añadió masticando las últimas palabras. Tampoco podía dejar que el muchacho cayese en sus garras bajo ningún precepto. No obstante aquello no lo expresó en voz alta.

‹‹No era ninguna sugerencia, sino más bien una observación. Aunque sí, supongo que será mejor si no encuentran al muchacho››

Algunas veces olvidaba que para él se había acabado el concepto de intimidad. Ashur formaba parte de su ser, compartiendo cuerpo y mente. Lo enfermaba sobremanera. No podía pensar en nada sin que este lo supiese o particípese de él, al igual que sucedía a la inversa. No podía reflexionar sin que este se entrometiera con alguna observación. Resopló sin aminorar el paso mientras la avenida por la que transitaba se convertía en una pendiente pronunciada, mucho mejor iluminada que en las zonas más bajas de la ciudad. Un lugar poco transitado, comprobó. Aunque seguía siendo poco acorde para alguien con su aspecto rondando por las inmediaciones en solitario.
Las casas eran suntuosas y excéntricamente heterogéneas, más dispersas que en los barrios más bajos de Ciudad Alta. Más parecidas a haciendas rurales pero con mayor clase. Juntas pero no mezcladas. En esta ocasión no había nadie asomado en sus balconadas ni en ninguno de sus ventanales. Para su tranquilidad, al menos por el momentoasí era. Los verdes jardines repletos de bancos de piedra, que se asentaban bajo los altos árboles con sus frondosas copas los cuales les daban amparo, parecía ser la norma. Cruzó enormes plazoletas con fuentes y esfinges dedicadas a gobernantes que la había palmado demasiado tiempo atrás como para recordar. Pasó por delante de algunos pocos almacenes repartidos por aquí y por allá, sin tener una disposición determinada que él pudiese apreciar. Vio una enorme explanada salpicada de templos dedicados a sus dioses. Destacaban los consagrados Sansemar y Amerantú, pero también los había empleados para reverenciar a otras muchas deidades que adoraban los Pieles Blancas durante sus oraciones. La escena la complementaba palacio, el cual despuntaba majestuoso recortado al fondo.

Entonces de pronto los escuchó. Sus oídos captaron el inconfundible repicar de los cascos de los caballos contra el empedrado, seguidos por el tintinear delas corazas y el de las grebas de los soldados, junto ritmo acompasado que marcaban los pasos de los hombres que marchaban a pie. Comprendió que se trataba de otra patrulla guarnición que venía por ese mismo sendero, dirigiéndose directamente a él. Maldijo entre dientes mientras buscaba con denuedo una salida para el aprieto. Tampoco es que perdiese demasiado tiempo entre lamentaciones. Logró trepar hasta una de las ramas más altas de uno de los frondosos árboles que tenía a su alrededor, mas luego esperó paciente. Al rato una partida de soldados apareció en su campo de visión, como había supuesto no eran uno pocos. Algunos iban a caballo y otros lo hacían a pie, pasando muy cerca del árbol al que se había subido. Dirigiéndose prestos hacia la Puerta Norte que desembocaba en los Distritos. No se movió mientras observaba como poco a poco se los fue tragando la noche. Al transcurrir un rato, cuando estuvo completamente seguro de que no iban a volver sobre sus pasos, suspiró y bajó mientras se permitía un respiro. Había ido de bien poco que reparasen en él. Decidió que lo mejor sería abandonar la arteria principal y buscarse una ruta alternativa por donde continuar. Por donde fuera menos probable tropezar con alguna otra patrulla que se dirigiese a la Puerta Norte a unirse con sus compañeros para ayudarlos a establecer el orden. Sería lo más juicioso a partir de allí sin lugar a dudas. Además, tampoco sabría cómo reaccionar si se daba el caso, y no estaba precisamente de buen humor para contestar en aquellos instantes a ninguna incomoda pregunta más. Por lo que continuó por su paralela mientras reflexionaba como cumplir con lo que se había propuesto sin temer, que media ciudad acabara reparando en él. Que alguien lo reconociera. En cualquier caso, faltaba bien poco para llegar a palacio donde probablemente concluyó, hallaría al maldito Merekai haciendo de las suyas. ¿Que se estaría proponiendo hacer con todo aquel pandemónium? Creía que el objetivo era hacerse con el chaval en el mejor de los casos, sino matarlo. ¿Por qué hacer que ardiera la ciudad?

Mucho había llovido desde que se enfrentó al último espécimen escupido por la Brecha, se dijo un tanto inquieto. Y a pesar de todo seguía recordándolo con absoluta nitidez. Fue en una época en la que aún disfrutaba de la profesión a la que había consagrado su vida. Cuando aún no lo asaltaban acres recuerdos que hacían que se retorciese en la oscuridad de su celda durante gran parte del día. Demasiado tiempo consumiéndose en el lodazal de sus propios remordimientos, comprendió. Demasiado sin querer saber nada de los sucesos que estuviesen aconteciendo más allá del agujero donde se había confinado. Muerto pero aún en vida. En este lado del velo, pero habiendo sospesando en más de una ocasión cruzarlo para así terminar con todo. Pero paradójicamente, mira donde se encontraba ahora, intentando salvar sus culos blancos de nuevo. Absurdamente había pensando que algún día dejarían de acosarlo los fantasmas del pasado. Que algún día dejarían de atormentarlo con sus miradas carentes de vida mientras le hacían compañía, con aquellos gestos preñados de compasión. Sabía que Autodestruirse no iba a ser la solución, pero que dulce que le parecía la idea por aquel entonces. Finalmente perseveró. Aferrándose a la incertidumbre de que algún día, las muertes que había causado en el pasado, el daño que sufrieron los que habían luchado a su lado, serían redimidos por el paso del tiempo y la abnegación. Pensando que quizás lograría dejar atrás su amargo recuerdo y lograría sentirse por una vez en paz. Que estúpido le hacía sentirse pensar en ello ahora. Creyó que algún día se libraría del cruel destino que le fue impuesto al nacer, como una pústula que se pudiese arrancar de la piel con solo desearlo. Estaba claro que nada de todo ello había resultado como imaginaba. Nunca lo solía hacer. No olvidaría su último fracaso en las ciudades libres de Mayram. Tampoco el terrible error que cometió. Jamás podría descansar en paz mientras fuese conocedor del peso que cargaban sus hombros desde aquel entonces. ¿Podrían resarcirse de sus pecados algún día? ¿podría alguien como él?

‹‹No dudo que estas deben de haber sido un par de décadas considerablemente pedagógicas para ti y tu introspección, Medar, incluso pienso que esa es una buena pregunta para ser respuesta algún día, pero quizás debieras preocuparte más del presente que del pasado en estos instantes››. Irrumpió Ashur, sacándolo así de su ensimismamiento. ‹‹A no ser claro, que quieras volver a cagarla de nuevo››

―No sabes cómo me animan tus palabras. Pero para que lo sepas, tengo muy claro lo que tengo que hacer.―replicó

‹‹A sí, pues a mí me da que andas algo abstraído lamentándote como un perro apaleado a cada paso que me das ›› le respondió con tranquilidad. ‹‹Sería mejor si te centres en el Astral, el muchacho o el Merekai, o en cualquiera de los idiotas que están montando la escabechina en los Distritos en estos mismos instantes. Ya sabes. Todas esas menudencias que pueden causar la muerte››

―Quizás sí dejarás de tocarme las pelotas a cada pocos minutos con...

No llegó a terminar la frase mientras se pegaba a la pared de uno de los almacenes mientras cerraba el pico y aguantaba el aire.

Varias calles más abajo, cruzando por una de las intercesiones, advirtió la figura de un chaval desgarbado de pelo rubio, el cual caminaba absorto en sus propias reflexiones mientras contemplaba el empedrado murmurando para sí. No llegó a percatarse de su presencia mientras proseguía con su camino sin perder el ritmo, demasiado concentrado en sus propios pies. Algo en su aspecto izo que se lo quedara contemplando durante unos pocos segundos confundido. Su apariencia era la de un chico típico de la región; con su pelo rubio y los ojos claros, blanco como harina de costal, aunque bien sabía que las cosas no siempre eran lo que parecían. Y este caso no era la excepción. Desapareció por la siguiente bocacalle dejándolo allí perplejo, mientras una extraña sensación reconocimiento le comenzaba a invadir, muy a pesar de saber con toda seguridad que no había visto en la vida aquel muchacho. Aunque su vestimenta sí que era lo suficiente peculiar como reconocible para que no la olvidara aunque así lo pretendiera. Sabía lo que representaba su aparición, y no le gustaba un pelo. ‹‹¡Tenía que ser una puñetera broma!›› se dijo aturdido mientras negaba con la cabeza. Aunque ya eran demasiadas en una sola noche si se lo paraba a pensar con tranquilidad, concluyó finalmente. Nada resultaba fortuito. Llevaba dos décadas recluido intentando olvidar el pasado, no obstante en tan solo una hora, había logrado volver a su antiguo modo de vida sin pretenderlo. Sacudió la cabeza intentando desprenderse de la sensación de dejá vu que lo embriagó, mientras apretaba la quijada con resolución.

‹‹Míralo por el lado bueno. Al final no te va a hacer falta salir de la ciudad para encontrar ayuda, he Medar. Eres un tipo suertudo››

Era bastante difícil pensar que todo aquello tuviese nada que ver con la diosa fortuna, aunque se abstuvo de replicar. Sus planes acababan de cambiar de repente. Meditó unos segundos hasta que finalmente se decidió. Lo mejor sería alcanzar primero al chaval, pues estaba seguro de que este podría responderle a más de una de sus preguntas. Así que se deshizo de la coraza y el tabardo morado con el emblemático halcón, tiró la alabarda a un lado, al igual que aquel ridículo casco picudo que usaban los integrantes de la guardia que más bien parecía el cuscurrón de una bellota, dejándose tan solo puesto lo los pantalones pardos y el sayo del mismo color. Lo indispensable para no volver parecer un degenerado que correteaba en cueros por las avenidas de su ciudad. A pesar de que sabía que tendrían cosas mucho más acuciantes en las que pensar, que el avistamiento de un nudista deambulando por sus vías. Ya no era necesario que siguiera representando el paripé de miembro de la guarnición. Era contraproducente. Inspiró profundamente varias veces mientras contemplaba el callejón por donde había desaparecido el chaval solo hacía unos instantes. Dejó que un poco de la ‹‹Esencia›› de Ashur penetrara en él, solo un poco, llenando sus miembros de un vigor que amenazaba con tensionarlos hasta romperlos.

―Como odio todo esto ―dijo mientras contenía toda esa energía dentro de él.

‹‹Yo también te quiero, compañero››



CONTINUARÁ....


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - Aljamar - 11/11/2015

Buenas de nuevo, Fardis,

Otro nuevo capítulo y como siempre un placer. Un comentario que creo que aún no había resaltado es el recurso de Ashur hablando dentro de la mente de Medar, es bastante original y el toque ácido de sus conversaciones suele estar conseguido.

Sobre el texto en sí, poco se avanza en la trama, da toda la sensación de la calma previa a la tempestad (que ya me imagino apoteósica jeje). Se desvela un poco más sobre el pasado de Medar y todo el lío de los demonios...

Esperando ansioso el desenlace!

Un saludo y nos leemos!


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - fardis2 - 11/11/2015

Buenas compañero Aljamar,un placer de nuevo verte por estas lides.
La verdad es que en el personaje de Medar-Ashur es en el que más he trabajado, ya que vi que habría mucho juego con él a pesar de que no lo acompañara nadie. Es un recurso para sacar información al personaje a su vez, que ayude al lector a empatizar mejor con él. (Ojo, que cuando digo trabajado, no me refiero ha que haya echo una ficha de personaje ni nada parecido, simplemente visualice a un personaje tan peculiar como Medar y lo llevé a mis paginas) XD
Cierto que la trama avanza muy lentamente, la verdad es que me preocupa un poco eso, pero en los capítulos que siguen se abrirán más tramas y se cerrará en cierta medida el arco argumental de la ciudad. Supongo que en el siguiente o en el otro tendré la primera parte finalizada. Espero no tardar en acabar el extracto que falta de capitulo, pero llevo casi un mes más seco que el gaznate de un Tuareg.
Gracias por pasarte y comentar. Un saludo y nos leemos.


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - kaoseto - 21/11/2015

Muy buenas, fardis!

Pues al fin he podido seguir leyendo la historia, que la tenía pendiente.  Como dice Aljamar, siempre es un placer seguir leyendo las aventuras de estos personajes sortudos y no tan sortudos. Las conversaciones entre Medar y Ashur aligeran mucho la narración y le dan un toque menos dramático al pasado de Medar Wink

Un apunte: «qué a fin de cuentas» -> que

Pues a ver si el Tuareg encuentra una cantimplora con inspiración xD

Saludos!


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - fardis2 - 23/11/2015

Buenas querida Kaoseto, siento no haberme cuescado de tu comentario hasta ahora, he estado bastante entretenido últimamente.
Como siempre digo, es un placer leer este tipo de comentarios, pues llevo unos días en el Dragón que para que contarte. Este tipo de criticas me insuflan ánimos para volver a intentar encontrar la creatividad, pues mi ingenio al parecer anda algo disperso. XD Medar y Ashur es un recurso que veo muy útil a la hora de narrar algo mientras añado ese tipo de conversación, da mucha versatilidad a la hora de buscar salidas. XD
Gracias compañera. Un saludo y nos leemos.


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - fardis2 - 29/01/2016

Bueno compañeros, mucho tiempo sin poder pasarme por este hilo, las musas me han estado evitando hasta ahora, pero tras una larga negociación hemos pactado que estos espacios (vacacionales) no se alarguen tanto. Aunque no tengo muy claro cuando montarán la próxima huelga, de momento he aprovechado el tirón. Espero que os guste.


CIUDAD EN LLAMAS  

Le pareció advertir que alguien lo andaba siguiendo, una tenue percepción que logró distinguir por el rabillo del ojo, una pequeña oscilación que atestiguaba crípticos movimientos en la oscuridad, incluso sintió una cierta picazón en la espalda. No obstante, cada vez que se giraba para escrutar en aquella dirección, la calle aparecía desierta y no se apreciaba a nadie rondando por sus alrededores.

Farfulló una maldición y siguió su curso avivando el paso. Las campanas seguían tañendo con actividad, las algaradas solapadas al estruendo general, eran traídas por los vientos que llegaban de la catarsis que había montada en los arrabales de la ciudad. ‹‹¿Dónde diablos me he metido?›› se preguntó mientras giraba por otra bocacalle. No tardó en comprobar cómo se cerraban puertas y contraventanas a su paso, mientras poco a poco el ambiente se iba cargando de una tensa expectación. Todo en su conjunto se había teñido con un cariz bien raro.

Nuevamente percibió que lo observaban, por lo que se detuvo mientras se volteaba a una velocidad sorprendente. La verdad es que no sorprendió a nadie. Había tenido la esperanza de que con aquel furtivo movimiento iba a coger a su supuesto perseguidor a contrapié. La desértica calle volvió a devolverlo a la realidad. Miro hacia ambas direcciones, giró trescientos sesenta grados, y nada. Chasqueó la lengua preguntándose si no se estaría comenzando a volver majareta en aquella fastuosa ciudad del demonio, que veía acechantes sombras en cualquier esquina. Otro movimiento por el rabillo del ojos copó su atención. Pero invariablemente cada vez que se giraba en la dirección en que le dictaban sus instintos, no encontraba ningún motivo que justificase sus recelos. Concluyó que sus sospechas eran infundadas, probablemente por su nerviosismo y la situación reinante. Hizo de tripas corazón y prosiguió andando.

No había salvado tanta rémoras a lo largo de su vida para que ahora lo embargaran los miedos o las dudas. Tenía que pensar con claridad, pues su situación así lo exigía. Dejar las divagaciones para un momento más propicio sería lo más sensato. Era su Prueba de Templanza y allí estaba, sin saber ni por dónde empezar a lidiar con aquel berenjenal. No era un muy buen comienzo.

Meneó la cabeza con resignación, desentumeciendo sus pensamientos. Como si no tuviese suficientes problemas de los que preocuparse, como dar con su contacto y conocer la misión que se le había asignado, que ahora debía añadirle una posible revuelta y la quema premeditada de la ciudad. Contempló como lentamente el negro humo de los incendios comenzaba a ascender progresivamente hacia los barrios de la Ciudadela, engullendo lentamente las parcelas en una bruma espectral. Miró en dirección a las altas murallas que separaban la Ciudadela de los Distritos, aturdido comprobó como las llamas lamian el horizonte, superando ya en varias varas la altura del propio amurallado. Puede que incluso pretendieran calcinar la ciudadela y todo, pensó con cierto espanto.

Siguió caminando.

Mientras avanzaba por la vía no le pasaron desapercibidos unos quirópteros tan grandes como puños que bailaban alrededor de las lámparas de aceite, medio agitados medio fascinados por la deflagración que tenía lugar a no muchas yardas de allí. Contempló con estupefacción como una señora más seca que un higo, con un rictus en la expresión que sería la envidia de cualquier malévolo ser salido de la Sima, cerraba la contraventana de su casa con tanto ímpetu, que temió que no se le fuera a venir el techo encima. No era el único receloso en aquella rocambolesca noche, supuso. Aunque ello no le reportó beneficio alguno.

No era fácil asimilar que uno andaba en una ciudad que desconocía por competo, rodeado de gente que dejaba bastante que desear y que, para más inri, por alguna pintoresca broma de los dioses, estaban gestando una revuelta en la que se mataban mutuamente de forma indiscriminada.

Francamente, no era lo que había esperado enfrentar en su Prueba de Templanza. Y eso siempre que todo aquel embrollo tuviera algo que ver con él.

‹‹Un viaje jodidamente maravilloso››

Era enervante sentirse así de expuesto, ignorante de lo que le pudiera acontecer, por lo que decidió que lo más sensato era, volver a La Dama Sobria cuanto antes. Conocer en que avispero se acababa de meter. Se había convertido en una prioridad vital si quería acabar de una pieza al terminar la noche. Y hablaba en el sentido más literal de la palabra.

Pasado un rato confirmó que definitivamente alguien marchaba detrás de él, tras un rato más de peregrinación lo corroboró. Alguien iba saltando de sombra en sombra con mucho oficio. Había sentido una sensación de escrutinio desde que hubo salido de posada, una mirada calculadora y fría como la de un depredador prendida en él. Nunca había estado muy inclinado a creer en las coincidencias, y dudaba que se pudiese achacar a ningún eventual fisgón. Inverosímilmente ahora esa sensación se hacía más intensa. No sabía si era un individuo o más quien marchaba detrás suyo, lo cual le llevó a pensar en los dos personajes con los que se había topado en la puerta del local. ¿Podía tratarse de ellos? Tras ver sus gestos al ver que iba armado, no parecía que fueran a querer saltar a la gresca otra vez.

Le costó un mundo no reprimir el impulso de darse la vuelta, pero pensó, para qué molestarse siquiera. Tratase de quién se tratase se había tomado las suficientes molestias para no ser visto hasta el momento. La pregunta radicaba en para qué lo hacía, o para quién.Tras un rato meditando multitud de posibilidades, concluyó, que no tenía ni la más remota idea de en qué narices andaba metido.

Decidió seguir caminando por esa misma vía, aparentando que no se había percatado de que lo espiaban, mirando fijamente al adoquinado como si intentara desentrañar los misterios del rudimentario oficio de la pavimentación de suelos. Realmente estaba intentando idear un plan que lograse sacar a la luz a su dedicado admirador de su escondite. En su mente comenzó a germinar la idea, pero antes tenía que cerciorarse a lo que debía atenerse antes de ponerla en marcha. No podía precipitarse a tomar una decisión equivocada que lo indujera a cometer un error del que tuviese que arrepentirse más tarde.

Paró en la siguiente intersección.

Mientras se apoyaba con las manos en la cadera, con la expresión confusa de quién no sabe muy bien a donde está, o más bien con una expresión más tirando a idiota, miró hacia ambos lados aparentando que buscaba alguna indicación que lograra posicionar su ubicación. Tomó la calle de su derecha, cambiando premeditadamente el curso del trayecto que se había propuesto en primer lugar. Quería llegar a La Dama Sobria cuanto antes, pero primero burlaría a su misterioso perseguidor.

No sabía muy bien hacia donde se estaba dirigiendo, y en esta ocasión no le hizo ninguna falta el esfuerzo de disimular. Estuvo andando un buen rato, ora girando a la derecha ora girando a la izquierda, sin un rumbo aparente. Mientras seguía avanzando, intento de vez en cuando desentrañar sí se sucedía algún otro movimiento a sus espaldas, pero sus esfuerzos no daban fruto alguno. Como ya supuso en un primer lugar. Comenzaba a invadirle un humor tirando a agrio. No le apetecía jugar al gato y al ratón con ningún cretino en aquellos instantes, tenía suficientes problemas en la cabeza. Menos ganas tenía aún de coger a dicho cretino y partirle cada uno de sus huesos para hacer pagarle toda la tensión que llevaba acumulada desde que había llegado a la maldita Mansour.

‹‹Mejor será que te calmes Sarosh, no caigas en la irritación›› se dijo mientras respiraba varias veces profundamente hasta lograr sosegar el creciente enojo. Aunque no pudo mitigar su inquietud. Al fin y al cabo, media ciudad seguía en llamas. Cerró los ojos unos instantes antes de abrirlos más calmado. ‹‹¿A alguien le apetece jugar? ¡Pues que así sea!››

De pronto se lanzó a una vertiginosa carrera, en esta ocasión sin necesidad de mirar atrás, estaba seguro de que la cara de pasmo que se les habría quedado a sus perseguidores de tan repentina reacción, no tendría precio. Sonrió para sus adentros al imaginar las muecas. Y allí comenzó la persecución.

Subió raudo como una centella por esa misma vía, con sus largas y rápidas zancadas vio cómo iba dejando las lujosas casas y los frondosos jardines atrás. Los bancos de piedra y las gallardas esfinges fueron testigos de su sorprendente agilidad. Sentía una excitación creciendo en él, la cual creía haber perdido muchos años atrás, soterrada bajo amargos recuerdos de la infancia y compaginada con los años de adiestramiento en la Hermandad. En esta ocasión giró nuevamente a la izquierda, comprobó sorprendido como enfrente, se alzaba un imponente templo dedicado a Sansemar. Corrió hacía él y zigzagueó por entre sus columnatas, sintiéndose vivo de nuevo. Imprimió mucha más velocidad a la cadencia de sus pisadas. Al rato dio a una enorme plaza, a aquella horas desiertas. La cruzó y bajó por la siguiente calle, la cual tenía una pendiente tan pronunciada que por poco no pierde el paso. Recuperó el equilibrio mientras se permitía echar una ojeada atrás y… ¡Allí estaba! Lo acababa de ver perfectamente, o casi. Había podido ver como una especie de borrón que inmediatamente antes de acabar de girarse, de alguna manera logró mimetizarse con las sombras de un callejón varias parcelas más atrás. Casi se rompe los dientes al apretar sus mandíbulas de la frustración. Tenía que admitir que, tratase de quien se tratase, era bueno el muy jodido. Frenó en seco derrapando en el adoquinado, girando ciento ochenta grados mientras contemplaba anonadado hacia la negrura. El juego había acabado. Sacó la espada de su vaina y se puso en guardia, preparado para lo que pudiese suceder. No pensaba dejar que nadie le cogiera con la guardia baja. Apretó fuertemente la empuñadura de su espada y esperó.

Allí solo predominaban los claroscuros que generaban las lámparas que iluminaban pírricamente el lugar. El jadeo de su respiración y el retumbar de su corazón, casi competían con el bullicio  que aún llegaba de los Distritos.

—Te concedo que ha sido un placer y una experiencia revitalizante, cuanto menos vertiginosa, eso de tener que perseguirte por las calles como un ladronzuelo del montón —Aquella voz cascada había susurrado esas palabras prácticamente en su oreja. Un escalofrió recorrió su espinazo, de los dedos de los pies hasta la punta de su coronilla.

‹‹¿Pero cómo es posible que se me haya puesto detrás?››

Arremetió con un instintivo revés, imprimiendo mucha fuerza a la inercia del giro. Habría partido a cualquier otra persona en dos, aunque este no fue el caso. El filo de la espada se detuvo en seco, sin notar en ningún instante la mordida del acero, por tan solo dos de los dedos de su interlocutor.

—¿Qué tal si guardas tu espada y hablamos como personas civilizadas?

Lo miró a los ojos incrédulo, el tipo con las pupilas del color de la limonada lo contempló a su vez ecuánime, antes de enseñarle los dientes y dedicarle una sonrisa lobuna. Se apartó de un brinco, con la sangre helada en las venas, mientras apuntaba con la punta de su espada a su garganta.

—¿Quién demonios eres tú? —inquirió agitando el arma.

En realidad hubiese querido saber que narices era, pues estaba claro que aún no había conocido a nadie antes que fuese capaz de parar el filo de una espada con el pulgar y el dedo anular de su mano. Aunque al final decidió que no sería muy inteligente por su parte preguntar nada más por el momento, por lo que desistió.

Era un tipo alto y delgado como una vara de sauce, con una expresión dura como un erial. De su anguloso rostro, medio cubierto por las greñas, despuntaba una nariz rapaz y destacaban aquellos incandescentes ojos. Por el color de su piel podría ser originario de la región de Husmna o de Ihundur, aunque no podía estar del todo seguro. Entre la poca iluminación y las barbas que me lucía, era imposible ni siquiera empezar a concretar. En conjunto tenía las pintas de alguien que acababa de salir de una prospección minera. De no ser por las ropas que vestía y que tan solo hacía un rato había podido ver llevando a parte de la soldadesca que se dirigía a los arrabales de la ciudad, junto a esa escalofriante aura que desprendía, lo hubiese creído plausible.

‹‹¿Puede tratarse de algún ser salido de la Sima?›› se preguntó al fin, con un miedo que iba en aumento.

Es cierto que había entrenado durante años en la Hermandad, y estudiado todo lo que se podía saber sobre esos seres y sus formas de proceder, pero nunca había tenido que enfrentarse a ninguno. ¿Era uno de ellos, entonces? Y si era así ¿Por qué no lo había atacado aún? Ponderó aquella línea de reflexión mientras observaba al sujeto que tenía enfrente, el cual, por su parte, aún no se había movido un ápice de su posición.

—¿Así es como lo hacéis ahora los cachorros de la Hermandad, —arguyó el tipo finalmente con una pizca de sorna en el tono de su cascada voz. —, sacáis vuestras armas a las primeras de cambio y amenazáis al primer desconocido que se planta enfrente vuestro?

Aquel simple comentario por poco no lo desarma del todo. Estaba claro que el hombre, (o lo que diablos fuera) que tenía delante, sabía que era un miembro de la Hermandad, y por su afirmación al llamarlo ¨cachorro¨, daba a entender que estaba al tanto de que tan solo era un simple acólito y no un miembro de pleno derecho aún. Así que, si realmente era un enemigo potencial como temía, podría decirse que estaba acabado. Aun y así se armó de valor y respondió a su soniquete con voz firme.

—Solo con los desconocidos que se dedican a acechar en las sombras sin mostrarse de cara.

El tipo recibió la contestación entornando los ojos peligrosamente, él se preparó para lo peor. Para su sorpresa el tipo suspiro.

—Supongo que allí me has dado. En eso llevas la razón —arguyó con un simple encogimiento de hombros. —Aunque no te creas que ha sido por puro placer. Tenía que cerciorarme primero de quien eras.

‹‹Que paradójico, pues a mí me sucede lo mismo contigo››

—Sigues sin responder a mi pregunta —dijo en cambio mientras recalcaba sus palabras haciendo un ademán con el arma. —¿Quién diablo eres tú?

E l tipo volvió a fulminarlo con la mirada mientras torcía el gesto.

—Sí te digo que un amigo, ¿no te lo creerás verdad? —Sarosh le sostuvo la mirada, a pesar de que estaba prácticamente seguro de que iba a pasar a mejor vida. —Ya veo que va a ser que no. A ver si con esto te das por aludido —añadió molesto antes de recitar.

Soy un hijo de la noche, protector en la sombra,
en las oscuridad sin estrella todo el infame teme.
Soy un hijo de la noche, sentencia de la ira de Dios,
la neutra justicia de mí daga, castigará en este mundo y no en el otro.
Soy un hijo de la noche y estoy aquí para equilibrar,
la balanza de mi honra no se suele equivocar.
Soy un hijo de la noche, marcado, sin rumbo y sin estrella,
mas existo en este mundo para servir a la Hermandad.
Amor, odio, guerra o paz, nuestra vigilia es eterna.
Muerte, vida o un glorioso final, no nos importa que nos suceda.
Soy un hijo de la noche, protector de sombra,
Soy un hijo de la noche, protector de mi Hermandad,
mientras una gota de mi sangre aún mane, no cederé en mi
obligación.

Sarosh lo contemplaba patidifuso, como si acabase de descubrir girar la rueda. Aquel hombre había recitado verso a verso el juramento que se prestaba en la Hermandad, a pesar de que lo había hecho con una desgana evidente, no podía dejar de estar sobrecogido. ¿Acababa de dar con su contacto en Mansour? El tipo estaba allí plantado, con una expresión neutra. Nadie que no fuera un miembro juramentado o un acólito de la Hermandad, hubiese podido conocer los versos. Y aquel hombre no tenía ninguna pinta de ser un aprendiz. Aquellos ojos, el aura que desprendía. ¡Detenía espadas con los dedos, por los santos testículos de Sansemar!

El denso y acre humo se fue expandido por toda la calle mientras permanecía mudo, intentando encontrar palabras. Todo era tan poco natural…

—Hace mucho tiempo de la última vez que los recité al completo, pero por tu reacción, algo me dice que sabes de lo que estoy hablando, ¿verdad, muchacho? —rezongó tras un rato el tipo.

—Eres de la Hermandad —logró articular Sarosh al fin.

—Vamos progresando —asintió, aunque por el tono no parecía satisfecho en modo alguno. Aquella aura y sus ojos, seguían haciendo que se le pusieran los pelos como escarpias. —Y ahora, ¿qué tal si bajas el hierro?

—¿Entonces tú eres mi contacto en la ciudad? —dijo bajando el arma, no sin cierta reticencia y estupefacción. El hombre volvió a asentir. —¿Y aquí tengo que llevar a cabo mi Prueba de Templanza, con todo ardiendo a nuestro alrededor?

El sujeto en esta ocasión sospesó la respuesta durante unos breves segundos, luego respondió con un simple encogimiento de hombros.

—Estás aquí, ¿no?

En absoluto era la contestación que se esperaba. No parecía que fuese un hombre muy dado a dialogar después de todo. Por su aspecto se diría, que estaba más acostumbrado a que el acero háblese por él. La compañía ideal para que se sintiera como en casa, pensó.

‹‹¡Fantástico!››

—¿Al menos me dirás que es lo que tengo que hacer en estas tierras, no?

—Ya lo irás viendo sobre la marcha —contestó con una sonrisa que para nada se reflejó en sus ojos antes de empezar a andar. —Ahora debemos dirigirnos hacia palacio lo más rápido posible.

Sarosh sin moverse aún del sitió inquirió.

—¿Al palacio, pero para qué?

—Ya te he dicho que te lo explico por el camino. Ahora sígueme y no te quedes allí plantado como una puñetera estaca, novato.— Sarosh lo alcanzó mientras se ponía a su lado mirándolo sin entender nada . ¿Quién sería el tipo ese? Se preguntó. A lo que este respondió como si hubiese estando leyéndole los pensamientos. —Me llamo Medar, novato, y hasta allí llegan las presentaciones por el momento.

Mientras eran engullidos por la noche, Sarosh no dejó de pensar que había escuchado pronunciar aquel nombre con temor en multitud de ocasiones, siempre relacionado con sucesos atroces que harían padecer a cualquier verdugo. La pregunta era, ¿se trataba de la misma persona? Trago saliva, mas no dijo nada.




RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - Aljamar - 06/02/2016

Bueno, bueno, bueno.

Por fin se encuentran estos dos! Y van al Palacio! Aquí van a saltar chispas!

A ver como se portan las musas porque estos parones no pueden ser!

Por cierto, al principio, no he sabido quién era el personaje. No sé si es intencionado, preo échale un ojo.

Buena suerte con las musas y nos leemos!


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - fardis2 - 06/02/2016

Buenas compañero Aljamar, como siempre es un placer tenerte por este pequeño rinconcito.
La verdad es que la intención siempre, es la de confundir al lector. Como en el extracto anterior estábamos con el personaje de Medar, aludir a Sarosh se hubiese echo demasiado evidente para el encuentro que tenía preparado. Como bien comentas, han sido prácticamente tres meses sin que las musas decidieran pasarse un ratito por casa. La siguiente escena ya esta esbozada en mi cabeza, ahora solo es cuestión de ponerse a trabajar. A ver que tal va quedando la cosa. Como siempre, muchas gracias por comentar. Un saludo y nos leemos.


RE: [Fantasía épica] Baile de Sombras - kaoseto - 09/02/2016

Muy buenas, fardis!

Ahí nos tenías esperando la continuación, a ver si las musas y el tiempo se vuelven más bénovolos en adelante ^^

La verdad es que al principio pensé que el contacto podía ser Kumar y no Medar, reconozco que ahí me has pillao, hehe. Sí que ha sido una sorpresa, y todo el encuentro está entretenido. Sarosh ahora sí que empieza a tener un carácter bien definido y la verdad que los tres protagonistas me parecen muy conseguidos. Como siempre es un placer seguir viendo cómo se van extendiendo el caos y la ruina por Mansour Big Grin Creo que van a salir más que chispas en el palacio cuando entren. Y cuando Armen llegue ahí con su nuevo amigo, se va a liar parda…

No nos dejes así en ascuas!! Tongue