[Fantasía de aventuras] El Ciclo de Shaedra

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—Ya. Te debo una, viejo —le soltó a Kirlens—, y también a tu mujer —Me tensé, al igual que Kirlens, pero Lénisu no pareció notarlo—. En cuanto a mí, pude salvarte la vida… pero no pude, porque estuve demasiado ocupado salvando la mía.
(un par de repeticiones)

—Na, no lo sabe, ¿eh? —me dijo—. Mira, Shaedra, creí que estabas loca al quedarte aquí en Ató tanto tiempo, pero ahora me doy cuenta de que no lo estabas. No. Estás totalmente chiflada. No hay una persona en esta maldita ciudad que pueda protegerte. Así que, si quieres vivir, tendrás que venir conmigo. ¿Vienes?

Odiaba sentirme acechada y en aquel instante tenía la impresión de ser una liebre corriendo inútilmente por el bosque mientras su cazador la tenía a tiro.

—Ese es precisamente tu error. Tienes algo que le pertenece y no parará antes de que lo tenga.(¿hasta que lo recupere? - para evitar de camino la repetición)
Bajé la cabeza hacia mi túnica y saqué el Amuleto de la Muerte. Observé la hoja de acebo, las perlas blancas. ¿Cómo podía dar la muerte algo en apariencia tan sencillo?

—Yo nunca me lo habría puesto si hubiera sabido qué era —protesté, algo enfadada—. ¿Cómo iba a saber, con los ocho años que tenía entonces?
Nos miramos con cara de pocos amigos.
—Si me dices la verdad, Shaedra, ¿cómo me explicas que no has (¿hayas?) muerto?

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—Esta noche vendré (¿iré?) a tu casa y lo sacaremos de ahí —le prometí—. ¿Estará… en forma para andar, verdad?

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Sin esperar más, nos deslizamos dentro de la casa. Aleria nos había trazado un plano de la casa y a partir de ahí ella tenía otra tarea, la de mantener a Daian lejos del sótano. Galgarrios y yo teníamos que esperar unos diez minutos antes de pasar a la acción.

—Como tú, Galgarrios y Akín. Mucha coincidencia, pero espero que digas la verdad. Dlerrin, llévala a los cuartos.

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¿Se te ha ocurrido cómo puedes pagar ese dinero?

—¿Una salvaje ternian medio chiflada? —repetí, enojada—. Creí que nos había traicionado. Ella estaba al corriente de lo de Sain —la voz se me quebró—. ¡Y ahora, por culpa de ella (¿por su culpa?), está muerto!

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—¿Quieres que te lleve (¿traiga? lo está diciendo dentro del cuarto) la cena a tu cuarto?

Tenía la impresión de tener agujas clavadas en cada dedo. Como no lograba dormirme, me quedé mucho tiempo en la oscuridad de mi cuarto, pasando y repasando los acontecimientos de los días pasados, antes de darme cuenta de que no era una buena idea.

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En cualquier momento el monstruo se aburriría de Aryes o lo atacaría. Me puse a gritar para atraer la atención del monstruo en el momento en que aparecía Akín y Marelta al mismo tiempo y casi en el mismo sitio así que se tropezaron el uno con el otro. Vi a Marelta empujar a mi amigo con brutalidad y mascullarle algo. Y entonces, Marelta soltó un grito al ver el monstruo.

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No me moví en toda la tarde y ayudé como pude en la taberna, lavando platos, sirviendo y cocinando, según tocase. Por nada del mundo quería salir de la taberna. Era capaz de provocar otro desastre y de desencadenar una decena de desgracias. Mejor hacer tareas monótonas y tranquilas como lo era vigilar la sopa para la cena.

En la cena, sin embargo, Lénisu apareció en la cocina mientras estaba comiendo con Wigy. Llevaba siempre su espada corta al costado pero había dejado su capa negra de viajero.
—Buenos días, Lénisu —solté.
—Buenos días, Shaedra. He oído que el día te ha sido favorable —dijo Lénisu, con una gran sonrisa.
(dicen "buenos días", pero dejas patente que el día ya ha pasado y es de noche, ¿no sería más correcto usar "buenas noches" o similar?)
Enarqué una ceja sin entender a qué se refería.