24/10/2020 12:35 PM
Hola ¿Qué tal todo? Esto forma parte de un proyecto que estoy creando, básicamente mi propio mundo de fantasía, estaré añadiediendo contenido próximamente, espero que les guste.
Mucho antes de la llegada de los humanos a las tierras de Murmin, el mundo estaba habitado por toda clase de criaturas. Desde faunos que vagaban por los valles, hasta recios unicornios que galopaban por las extensas llanuras de lo que hoy es el reino de Nardrim. En aquellos tiempos solo existían tres reinos que vivían en relativa paz, cada uno como representante y guardián de sus respectivos dominios.
Los dragones dominaban los cielos y los mares, todos hijos del dragón primigenio y que a su vez, éste tenía como padre y creador, al dios del fuego Al-Yassud. Guardianes del viejo conocimiento, se decía que su magia era tan poderosa que incluso los dioses temían desatar la ira de un dragón.
La tierra la dominaban los elfos, seres inmortales y orgullosos y que actualmente su civilización está en declive. Poco se sabe de ellos, su pasado en relación con los humanos le han vuelto muy herméticos y recelosos con respecto a nosotros.
Por último, los enanos dominaban las montañas y lo que hay bajo ellas, dominios que aún en la actualidad siguen siendo suyos y que defienden a punta de hacha.
Se sabe que fuera de Murmin existían otros dos reinos: el de los gigantes en las islas blancas, el de los inmortales en el continente de Ilberen, y el reino del señor oscuro en “La provincia”, isla también conocida como “El mar de arboles”, pero ya se hablará de ellos más adelante.
Ahora bien, se sabe que los dragones reales, aquellos con más poder, podían predecir el futuro y rara vez compartían sus predicciones con los demás seres. Aquel poder solo ellos lo poseían. Lo cierto es que ni los más grandes archimagos han logrado descubrir la manera de replicar dicho don. Las historias cuentan que el día de la luna (el día del fuego para los enanos), el gran dragón primigenio descendió de los cielos junto con sus cinco hijos, los dragones reales, luego se tumbaron en la gran planicie de Mul-Dragga y se sumieron en un largo sueño, volviéndose montañas. No sin antes decir lo siguiente:
“Llegan los días oscuros. La gran guerra se avecina. El fuego quemará los arboles y la ceniza matará la tierra, y entonces los hijos del fuego, la nueva raza, lo dominará todo”.
No hay muchos registros sobre lo que ocurrió luego, pero lo que sí se sabe es que la raza de los dragones desapareció sin dejar rastro, y que aproximadamente cien años después de que el gran dragón dijera la profecía, los humanos llegaron a Murmin desde los mares del este.
Lo que ocurrió luego, queda para otra crónica.
Mucho antes de la llegada de los humanos a las tierras de Murmin, el mundo estaba habitado por toda clase de criaturas. Desde faunos que vagaban por los valles, hasta recios unicornios que galopaban por las extensas llanuras de lo que hoy es el reino de Nardrim. En aquellos tiempos solo existían tres reinos que vivían en relativa paz, cada uno como representante y guardián de sus respectivos dominios.
Los dragones dominaban los cielos y los mares, todos hijos del dragón primigenio y que a su vez, éste tenía como padre y creador, al dios del fuego Al-Yassud. Guardianes del viejo conocimiento, se decía que su magia era tan poderosa que incluso los dioses temían desatar la ira de un dragón.
La tierra la dominaban los elfos, seres inmortales y orgullosos y que actualmente su civilización está en declive. Poco se sabe de ellos, su pasado en relación con los humanos le han vuelto muy herméticos y recelosos con respecto a nosotros.
Por último, los enanos dominaban las montañas y lo que hay bajo ellas, dominios que aún en la actualidad siguen siendo suyos y que defienden a punta de hacha.
Se sabe que fuera de Murmin existían otros dos reinos: el de los gigantes en las islas blancas, el de los inmortales en el continente de Ilberen, y el reino del señor oscuro en “La provincia”, isla también conocida como “El mar de arboles”, pero ya se hablará de ellos más adelante.
Ahora bien, se sabe que los dragones reales, aquellos con más poder, podían predecir el futuro y rara vez compartían sus predicciones con los demás seres. Aquel poder solo ellos lo poseían. Lo cierto es que ni los más grandes archimagos han logrado descubrir la manera de replicar dicho don. Las historias cuentan que el día de la luna (el día del fuego para los enanos), el gran dragón primigenio descendió de los cielos junto con sus cinco hijos, los dragones reales, luego se tumbaron en la gran planicie de Mul-Dragga y se sumieron en un largo sueño, volviéndose montañas. No sin antes decir lo siguiente:
“Llegan los días oscuros. La gran guerra se avecina. El fuego quemará los arboles y la ceniza matará la tierra, y entonces los hijos del fuego, la nueva raza, lo dominará todo”.
No hay muchos registros sobre lo que ocurrió luego, pero lo que sí se sabe es que la raza de los dragones desapareció sin dejar rastro, y que aproximadamente cien años después de que el gran dragón dijera la profecía, los humanos llegaron a Murmin desde los mares del este.
Lo que ocurrió luego, queda para otra crónica.