12/02/2019 09:10 PM
¡Anda, pero si acabo de encontrar mi vieja carpeta de gomas con mis poemas adolescentes! En serio, se me da mucho mejor la poesía en prosa. ¿No tenemos un hilo para eso? También me gustaría colgar algún fragmento de ese tipo, más que nada para borrar la mala impresión que se me va a quedar pegada con esta aportación. Es que parece que las rimas me vuelven cursi Jajaja. Pero, bueno, dije que volvería por aquí y he vuelto.
Como uva en el lagar.
Como el yermo es desafío
al glorioso cortejo del estío.
Como sin rumbo vagar.
Como el manzano florido,
por el fugaz relámpago vencido.
Como abandonado altar.
Como el ojo enfebrecido,
tal ve llegar al amor y ya es ido.
Como en tumba de azahar
perdido, como frío,
como no ser sino gota de un río
y sombra de una sombra en tu vacío,
así te veo marchar.
Entre tus labios sabrosos,
terribles como guadañas,
al alma me arrancaste y las entrañas
y están tus dientes ansiosos,
como blancas alimañas,
clavados en mis carnes, dulce araña.
Tristes cuelgan mis despojos
de tus espinas, cegados
del doliente veneno idolatrado.
Y después que con golosos
pesares me has devorado,
tal vacío pellejo me ha pisado
tu cruel pie, buscando sendas extrañas.
Sino tus huellas de hiel,
nada dejas tras lo andado.
Ni entrañas, ni manos que te han tocado.
Ni lengua, ni ojos, ni piel.
Nada que sea precioso
queda en mí, tras el paso de tu coso.
Ni hambre, ni sed, ni enojos.
Así te veo marchar,
como uva en el lagar.
Como uva en el lagar.
Como el yermo es desafío
al glorioso cortejo del estío.
Como sin rumbo vagar.
Como el manzano florido,
por el fugaz relámpago vencido.
Como abandonado altar.
Como el ojo enfebrecido,
tal ve llegar al amor y ya es ido.
Como en tumba de azahar
perdido, como frío,
como no ser sino gota de un río
y sombra de una sombra en tu vacío,
así te veo marchar.
Entre tus labios sabrosos,
terribles como guadañas,
al alma me arrancaste y las entrañas
y están tus dientes ansiosos,
como blancas alimañas,
clavados en mis carnes, dulce araña.
Tristes cuelgan mis despojos
de tus espinas, cegados
del doliente veneno idolatrado.
Y después que con golosos
pesares me has devorado,
tal vacío pellejo me ha pisado
tu cruel pie, buscando sendas extrañas.
Sino tus huellas de hiel,
nada dejas tras lo andado.
Ni entrañas, ni manos que te han tocado.
Ni lengua, ni ojos, ni piel.
Nada que sea precioso
queda en mí, tras el paso de tu coso.
Ni hambre, ni sed, ni enojos.
Así te veo marchar,
como uva en el lagar.