06/01/2018 03:38 AM
Damas y caballeros... me complace anunciar que la historia principal de la novela ha sido terminada.
Desde este punto en adelante, serán puras correcciones ortográficas, gramaticales y de secuencias.
Muchísimas gracias por esta maravillosa travesía. Os prometo que no será en vano. Os prometo que mejoraré, para darles la mejor experiencia posible.
Por ahora, disfruten el siguiente capítulo.
Capítulo 6: El corazón se agita. Las llamas se encienden.
Hoy era el día en que empezaría mis clases de magia con Katalina. Y pensar que hace un mes atrás, ni siquiera estaba interesada en aprender magia. Mi vida ha cambiado tanto, en tan poco tiempo; pero, por alguna razón, esto no me incomodaba. Todo esto se me hace tan extrañamente familiar, casi mundano. Me encontraba llegando al castillo de la duquesa, acompañada por Geraldo.
–Nos vemos después, Rogelio. – Me despedía del mayordomo, el cual nos había llevado a la casa de Katalina.
–Vendré por ustedes en la noche. – Después de decirnos esto, él se va de ahí, dejándonos solos.
–Me sorprende que quieras tomar clases de magia, Geraldo. –
–No pude resistirme a esa idea, cuando me lo mencionaste. Además, eso me dará una excusa para visitar a la señorita Nadia. – Al escuchar estas palabras, yo simplemente rodaba los ojos.
– ¿Alguna vez has pensado con la cabeza y no con la entrepierna, Geraldo? –
– ¡Oye! –
–Jajajaja. Solo lo decía de broma, Geraldo. Vayamos ya, pues. – Le decía esto al muchacho, dirigiéndome a la entrada del castillo, donde estaban los dos guardias de siempre.
–Buenas tardes, señorita Victoria. ¿Busca a la duquesa Katalina? – El guardia rojo me preguntó esto, inclinándose un poco.
–Por supuesto. ¿Se encuentra aquí? Venimos a una lección de magia. –
–La señorita Katalina se encuentra adentro. Pueden pasar, si lo desean. – Entonces, ambos guardias se retiraban de la puerta, abriéndola simultáneamente.
–Muchas gracias. – Ya diciendo esto, Geraldo y yo entrabamos a las instalaciones, topándonos con la joven sirvienta.
–Señorita Victoria… ¿Desea que le hable a la señorita Katalina?–
–Por supuesto. ¿Puede llamarle, por favor? –
–En seguida, señorita Victoria. – Entonces, la sirvienta se inclinaba un poco, para luego subir por las escaleras.
–Jejeje… es muy linda. – El muchacho comentaba esto, sonriendo bobamente. Unos segundos después, Nadia bajaba con la duquesa, la cual estaba arreglando su cabello.
–Buenas tardes, muchachos. Me imagino que vienen a las lecciones de magia, ¿verdad? – La duquesa nos decía esto, inspeccionando una bolsa que trajo consigo.
–Así es, Kat. ¿Deseas salir ya, o prefieres esperar un rato? –
– ¿Hmmmm? No-no te preocupes. Salgamos ya, si así lo desean. Entre más rápido empecemos, más avanzaremos. – Entonces, la joven duquesa volteó a ver a Nadia, asentando con la cabeza. –Ocuparé vuestra ayuda, Nadia. –
–Hmmmmm… está bien, su excelencia. – Habiendo dicho esto, nosotros cuatro salíamos del edificio, para dirigirnos a la zona de práctica.
–Me sorprende que el joven Kruger haya venido a las lecciones. – Katalina nos decía esto, volteando a ver a Geraldo.
–Digamos que me llamó la atención el aprender artes arcanas, su excelencia. –
–Jmjmjmjm. Me gusta el que les guste la magia, chicos. – Un rato después, nosotros llegamos al lugar de entrenamiento, donde Katalina y Nadia dibujaban unos circuitos mágicos en el suelo. –Ahora mismo se los advierto… vosotros van a tomar más tiempo en generar una afinación mágica que Fabiola, al no ser una vasija. No se desanimen; solo es cuestión de paciencia y mucha práctica. – En eso, la duquesa nos dio la indicación de sentarnos sobre las marcas, lo cual ambos hicimos a la brevedad.
–Permítanme…– La joven sirvienta nos decía esto, frotando un poco de incienso en nuestros rostros.
–Muy bien… ya saben qué hacer. Esto tomará tiempo. – Escuchando esta orden, Geraldo y yo cerrábamos los ojos, poniéndonos a meditar. Pasó al menos unas horas, cuando de pronto un pequeño temblor se sintió debajo del grupo.
– ¿¡Q-qué está pasando!? – Al notar esto, yo me levantaba velozmente del suelo, algo agitada por ese movimiento.
– ¿Hummm? –
–No pierdas la concentración, Geraldo. Continua. Creo que estamos progresando. – Katalina le decía esto, por lo que el muchacho prosigue con su meditación.
– ¿Qué pasa, Kat? –
–Shhhhh. – La sirvienta me dice esto, pidiéndome que me sentara con su mano. Yo simplemente asenté la cabeza y volví a mi posición. El temblor en el suelo volvió, cuando de pronto unos trozos de tierra se levantaban en frente del espadachín. – ¿Magia Tierra? –
–Parece serlo… Pero no se manifiesta a como tú lo haces, Nadia. – La duquesa le decía esto, sacando una moneda de cobre de su bolsillo. –Geraldo… ¿podrías tomar esta moneda? –
–Po-por supuesto, señorita Kat. Pero… ¿qué quiere que haga con ella? –
–Hay algo que quiero confirmar. Por favor, continúa meditando, con la moneda entre tus manos. – Terminado de decir esto, el muchacho asentó con la cabeza, volviendo a meditar.
–Woah… Eso sí que no lo esperaba. – Al abrir las manos, la moneda se había vuelto una pequeña esfera.
–Afinación a los metales, ¿eh? Que interesante. Jmjmjm. ¿Les parece si terminamos la lección? Hay algunas cosas que quiero atender, antes que mis padres lleguen del Bosque de Magnolias. –
– ¿Me-me permite, su excelencia? – Geraldo le decía esto, cambiando de forma la bola de cobre, volviéndola un hijo metálico. – ¡Tada! –
–Jmjmjmjm. Ya. Ya. Vayamos a descansar un poco. – Cuando la duquesa dijo esto, ella se acercó a mí, tomándome de la mano. – ¿Me acompañas, Victoria? Hay algo de lo que quiero hablar a solas. –
–Ahmmm… está bien, Kat. – Entonces, me levantaba del suelo, lista para acompañarle. Es un poco deprimente el que no haya progresado, pero que se le puede hacer. No es como si fuera una vasija, como Fabiola. O un prodigio, como Katalina.
–Os dejaré solos por un rato, muchachos. ¿No les molesta? –
–Para nada, su excelencia. – Geraldo le decía esto, formando un cubo metálico con aquella moneda.
–E-está bien, maestra. – La joven sirvienta le decía esto, agachando la mirada.
–Acompáñame, Vic. – Al decir esto, yo asenté con la cabeza, siguiéndola a un pequeño prado, llegando a un estanque. Se podía ver el atardecer reflejado en el agua, así como el aroma de los tulipanes que se movían al ritmo del viento.
–Este lugar es muy bonito, Kat. – Le decía esto a la joven duquesa, ayudándole a sentarse en el pasto. –Mohhhh... Casi tres horas y no he avanzado. –
–No tienes que preocuparte por ello, Vic. Tarde o temprano lograrás algo. Solo es cuestión de paciencia y mucha práctica. –
– Jejeje… creo que tienes razón, Kat. No debería apurarme. ¿De qué querías hablarme, por cierto? –
–De pura casualidad, ¿tienes familiares viviendo en Elbea? – Al decirme esto, la joven volteaba a verme, con las manos en la espalda. ¿Por qué querría hablar de ello conmigo, sin que los chicos lo supieran?
–Por supuesto. ¿Por qué preguntas? – Le decía esto a ella, cruzando mis brazos.
–Cuando vaya para allá, para visitar a la señora que me vendió el collar… ¿puedo quedarme a dormir en la casa de tus tíos? Sí es que no te molesta, claro está. – Katalina me preguntaba esto, agachando la mirada.
–Ahmmmm… por supuesto. Es una petición muy poco ortodoxa, pero si eso te hace feliz…–
– ¡Pero por supuesto que sí, Victoria! ¡Nada en este mundo me hace más feliz que estar a tu lado! – Cuando escuché la exclamación de la duquesa, ambas nos volteamos a ver rápidamente; el rostro de ella se había sonrojado muchísimo. –No-no-no lo malinterpretes, Vic. So-solo quería decirte que me encantaría hospedarme en la casa de tus tíos, para tenerte a mi lado. A veces me siento sola, cuando voy a viajar con mis padres. Solemos hospedarnos en hoteles; muchos de ellos, lejos de los suburbios. Por una vez en mi vida, me encantaría tener a una amiga de compañía; alguien con quien pueda salir al mercado o a los prados verdes, disfrutando de la efímera tranquilidad en el flujo de tiempo. El tiempo mismo es como el agua, después de todo; el pasado es frio e intricado, como el hielo. El presente es una corriente que siempre se está moviendo. Y el futuro es la espesa neblina la cual no nos deja saber que hay adelante… pero que deseamos cruzar. – Al terminar de decime esto, la duquesa agacha la mirada, dándome la espalda.
–Katalina… –
–No sabes lo horrible que se siente no tener a alguien que te apoye… Que la gente que se supone que debería amarte más que cualquier otra cosa en este mundo se rehúsen a aceptar tu camino de vida. El tener que lidiar una dura batalla, por ti sola…– Entonces, pude escuchar a la duquesa sollozar un poco, cubriéndose la cara.
–Kat… ¿tienes… tienes problemas con tus padres? – Observando cómo es que la joven se desmoronaba en frente de mí, le preguntaba esto, acercándome lentamente a ella. Katalina no respondió… solo continuó sollozando. Sin darme cuenta, le abracé de la cabeza, acurrucándola a mi pecho, secándole la cara. –No estás sola, Kat. Nos tienes a nosotros. Estaremos ahí, para apoyarte en lo que desees. – Terminado de decir esto, la chica me abrazaba fuertemente. Lo más recomendable era que me quedara así, por al menos un rato, para confortarla completamente.
– ¿Es una promesa…? – La duquesa titubeaba estas palabras, observándome como una niña perdida.
–Por supuesto, Kat. Si en algún momento te sientes sola o con miedo, recuerda que siempre me tienes a tu lado. – Al decirle esto a Katalina, tomaba el collar que cargaba consigo, devolviéndole una sonrisa.
–Prometo que protegeré tu obsequio, con mi vida. – En eso, la joven duquesa se recargaba sobre mi hombro, acurrucándose un poco. Entonces… sentí algo muy caliente entre mis manos. Por alguna razón… olía a quemado.
– ¿Qué…? – ¡Fuego! ¡Una pequeña llama había aparecido entre mis manos! – ¡AHHHHHH! – Me levanté del suelo inmediatamente, sacudiendo mis manos, queriendo apagar la llamarada.
– ¿¡Que pasa!? ¿¡Cómo pasó esto, Vic!? – Katalina exclamaba esto, levantándose del suelo también, notando la flama entre mis manos.
– ¡No lo sé! ¡No puedo apagarla! ¡Ayúdame! – Al escuchar esto, la joven duquesa lanzaba una bola de nieve a mis manos; el fuego se había apaciguado por unos segundos, pero luego ardía fuertemente. – ¡WAHHHHHH! –
– ¡Tranquilízate, Victoria! ¡Vamos al estanqué! – Entonces, ambas fuimos al estanque, donde sumergí mis manos en el agua; pensé que el problema ya se había resuelto, pero en eso noté algo inesperado… El agua hervía. ¿¡Que estaba pasando!?
– ¿¡Que me está pasando, Kat!? –
–Vic… por favor, tranquilízate. Debe haber una explicación para esto… ¡Un momento…! Oye… ¿podrías sacar las manos del agua? Creo saber lo que pasa. –
– ¿¡Estas bromeando!? ¡No quiero morir incinerada! –
– ¡Confía en mí, Victoria! – Tenía mucho miedo que pudiera morir quemada, pero si ella tenía una respuesta, lo más que podía hacer era confiar en ella, por lo que inmediatamente sacaba las manos del agua, haciendo que el fuego se prendiera de nuevo. –No-no sé cómo decir esto, pero creo que está es tu afinación mágica, Victoria. –
– ¿¡Que-qué!? –
–Recuerda el entrenamiento. Concéntrate. – Aún no me creía el hecho que pudiera usar magia fuego, pero debía creerle a la duquesa; después de todo, ella es la maestra. Rápidamente, cerré los ojos y comencé a meditar, lentamente apaciguando las llamas.
–Uffff… Qué horror. Gracias, Kat. –
–Muy bien… Geraldo, Fabiola y tú aprenden muy rápido. Es un verdadero placer el tener a unos alumnos tan adeptos en artes arcanas. Ahora… vuelve a generar una flama pequeña, por favor. –
–N-no creo que sea una buena idea, pero usted es la maestra. – Después de decir esto, yo volvía a invocar una pequeña bola de fuego entre mis manos.
–Sip… afinación mágica de fuego. Bueno… eso sí que fue muy inesperado. ¿Volvemos con los muchachos? Creo que es hora de poner a prueba sus nuevas habilidades. – La doncella me decía esto, estrechando su mano.
–Está bien, Kat. – Le respondí con esto, tomándole la mano, levantándome del suelo, para luego irnos a donde estaban Geraldo y Nadia. Solo esperaba que el muchacho no le estuviera coqueteando descaradamente a la sirvienta; en serio no andaba de humor para una escena tan embarazosa, después de casi explotar en llamas.
–Entonces, pasé el resto del día en cama, con dolor de cabeza y la boca reseca. Desde ese entonces, tengo más cuidado con comer cosas que parezcan chocolate. – El espadachín le decía esto a la joven sirvienta, la cual cubría su boca, riéndose un poco.
– ¿Cómo la están pasando, muchachos? – La duquesa les preguntaba esto, por lo que ambos muchachos le observaron rápidamente.
–Muy bien, señorita Katalina. El joven Kruger me hablaba sobre algo que le había pasado en el establo de sus abuelos. –
–Que interesante. Pero bueno… creo que es hora que pongan a prueba sus nuevos conocimientos. Lo que les pediré es algo simple… un combate arcano, entre ustedes dos. – ¿¡Un qué!? ¡Pero si apenas aprendimos a desbloquear nuestra afinación mágica!
–Esta es una broma… ¿verdad? – Le decía esto a Katalina, sonriéndole nerviosamente.
–Por mí estaría bien. No es distinto a las prácticas de esgrima. – El joven espadachín decía esto, levantándose del suelo, sacudiéndose su pantalón.
– ¡Por supuesto que no es como un duelo de esgrima, Geraldo! –
–Un duelo es un duelo, sin importar que sea de esgrima o mágico. ¿O qué acaso tienes miedo de perder? –
– ¿¡YO!? ¿¡Miedo de perder!? ¡JA! ¡Hasta crees! Solo tenía miedo que terminara chamuscándote, a tal punto que no necesitarías una urna en lugar de un ataúd. – Entonces, yo invocaba dos llamas de mis manos, observándole muy molesta.
– ¿Magia fuego, eh? Que coincidencia. Le queda bien, por tu personalidad abrasiva. ¿Pero no crees que podrías calcinarte muy rápido? – Justo después que Geraldo me dijo esto, yo lancé una bola de fuego hacia él, golpeándolo en el rostro.
– ¡Piensa rápido! –
– ¡Oye! ¡Ese fue un golpe bajo! – El muchacho me gritaba esto, apagándose el fuego de la cara.
– ¿Crees que me importa? –
–Te va a importar, cuando tengas que pagar la cuenta del hospital. – Entonces, el joven espadachín levantaba trozos de metal del suelo, creando una varilla.
–Que nuestras espadas choquen, entonces. – Geraldo se lanzaba rápidamente hacia mí, abanicando su vara varias veces; lo primero que hice fue retroceder un poco, esperando a encontrar una abertura. En serio no quería pelear usando magia; aún no me sentía lista para ese paso. Pero ya no importaba; como dijo mi amigo: “un combate mágico no es distinto de un combate de esgrima.”
– ¿No cree que esto sea excesivo, señorita Katalina? – Nadia le preguntó esto a la duquesa, retrocediendo un poco de la zona del duelo.
–Puede ayudarnos a progresar más rápido. No es ortodoxo, pero es todo lo que tengo. Aún tienen mucho que aprender, antes que puedan estar a mi nivel. – En eso, yo continuaba lanzando bolas de fuego al muchacho, manteniendo mi distancia. Geraldo transformaba su vara en un escudo, bloqueando las ráfagas. La batalla apenas iba comenzando, y ya me sentía sin aliento; suelo aguantar mucho tiempo peleando, pero el usar magia me estaba desgastando muy rápido. – ¡Es suficiente! – La duquesa entonces dio la orden de detener la justa, por lo que ambos volteamos a verle.
–Pero apenas estamos comenzando. – Geraldo decía esto, soltando el trozo de metal.
–Victoria parece necesitar un descanso. Eso es de esperarse; uno debe usar éter, para usar magia. Los resultados del malgasto de éter pueden ser letales, si no se tiene precaución o entrenamiento arduo. –
–Momento… ¿quieres decir que, si usamos demasiado éter, a la hora de usar un hechizo… podría morir? – Al preguntar esto a Katalina, ella simplemente asentó con la cabeza. No… no sabía que eso podía matarme; todo ese extraño cansancio… estaba en frente de la puerta de la muerte, y no lo notaba. –E-está bien, Kat. Dejemos el combate aquí. –
– ¡Su excelencia Katalina! – Los guardias de la familia Montesco llegaron a donde estábamos, por lo que volteamos a verles. –Su excelencia… una carroza llegó al castillo. Andan buscando a la señorita Victoria. –
–Bueno… tenemos que irnos, Kat. – Le decía esto, recuperando el aliento lentamente.
–Antes de irse, ocupo dejarles una tarea. Recuerden en meditar de vez en cuando, al menos una hora al día. Esto les ayudará a mejorar su afinación mágica y su aguante. También les recomiendo que lean algunos tomos y grimorios, si tienen oportunidad de ir a la biblioteca de magia. Si lo necesitan, consigan runas, varas mágicas u otros catalizadores, para reducir el desgaste de éter. Por ahora, pueden retirarse. – Cuando la duquesa nos dijo esto, Geraldo y yo respondimos con una reverencia.
– ¡Si, maestra! –
–Nos vemos después, muchachos. – Habiendo concluido con la clase, nosotros dos nos retirábamos del lugar, listos para volver a nuestras casas. Lo único que tenía en mente en ese momento eran las palabras que Katalina me había dicho, en el estanque. Quizás no sepa lo horrible que se siente no tener a nadie quien te apoye en tu camino de vida… pero lo más que podía hacer era estar ahí para ella. En ese momento, creí que era lo suficientemente fuerte, como para cumplir esa promesa… pero ya llegaría el día que pondría a prueba esa promesa ya casi llegaría, y no lo sabía.
Desde este punto en adelante, serán puras correcciones ortográficas, gramaticales y de secuencias.
Muchísimas gracias por esta maravillosa travesía. Os prometo que no será en vano. Os prometo que mejoraré, para darles la mejor experiencia posible.
Por ahora, disfruten el siguiente capítulo.
Capítulo 6: El corazón se agita. Las llamas se encienden.
Hoy era el día en que empezaría mis clases de magia con Katalina. Y pensar que hace un mes atrás, ni siquiera estaba interesada en aprender magia. Mi vida ha cambiado tanto, en tan poco tiempo; pero, por alguna razón, esto no me incomodaba. Todo esto se me hace tan extrañamente familiar, casi mundano. Me encontraba llegando al castillo de la duquesa, acompañada por Geraldo.
–Nos vemos después, Rogelio. – Me despedía del mayordomo, el cual nos había llevado a la casa de Katalina.
–Vendré por ustedes en la noche. – Después de decirnos esto, él se va de ahí, dejándonos solos.
–Me sorprende que quieras tomar clases de magia, Geraldo. –
–No pude resistirme a esa idea, cuando me lo mencionaste. Además, eso me dará una excusa para visitar a la señorita Nadia. – Al escuchar estas palabras, yo simplemente rodaba los ojos.
– ¿Alguna vez has pensado con la cabeza y no con la entrepierna, Geraldo? –
– ¡Oye! –
–Jajajaja. Solo lo decía de broma, Geraldo. Vayamos ya, pues. – Le decía esto al muchacho, dirigiéndome a la entrada del castillo, donde estaban los dos guardias de siempre.
–Buenas tardes, señorita Victoria. ¿Busca a la duquesa Katalina? – El guardia rojo me preguntó esto, inclinándose un poco.
–Por supuesto. ¿Se encuentra aquí? Venimos a una lección de magia. –
–La señorita Katalina se encuentra adentro. Pueden pasar, si lo desean. – Entonces, ambos guardias se retiraban de la puerta, abriéndola simultáneamente.
–Muchas gracias. – Ya diciendo esto, Geraldo y yo entrabamos a las instalaciones, topándonos con la joven sirvienta.
–Señorita Victoria… ¿Desea que le hable a la señorita Katalina?–
–Por supuesto. ¿Puede llamarle, por favor? –
–En seguida, señorita Victoria. – Entonces, la sirvienta se inclinaba un poco, para luego subir por las escaleras.
–Jejeje… es muy linda. – El muchacho comentaba esto, sonriendo bobamente. Unos segundos después, Nadia bajaba con la duquesa, la cual estaba arreglando su cabello.
–Buenas tardes, muchachos. Me imagino que vienen a las lecciones de magia, ¿verdad? – La duquesa nos decía esto, inspeccionando una bolsa que trajo consigo.
–Así es, Kat. ¿Deseas salir ya, o prefieres esperar un rato? –
– ¿Hmmmm? No-no te preocupes. Salgamos ya, si así lo desean. Entre más rápido empecemos, más avanzaremos. – Entonces, la joven duquesa volteó a ver a Nadia, asentando con la cabeza. –Ocuparé vuestra ayuda, Nadia. –
–Hmmmmm… está bien, su excelencia. – Habiendo dicho esto, nosotros cuatro salíamos del edificio, para dirigirnos a la zona de práctica.
–Me sorprende que el joven Kruger haya venido a las lecciones. – Katalina nos decía esto, volteando a ver a Geraldo.
–Digamos que me llamó la atención el aprender artes arcanas, su excelencia. –
–Jmjmjmjm. Me gusta el que les guste la magia, chicos. – Un rato después, nosotros llegamos al lugar de entrenamiento, donde Katalina y Nadia dibujaban unos circuitos mágicos en el suelo. –Ahora mismo se los advierto… vosotros van a tomar más tiempo en generar una afinación mágica que Fabiola, al no ser una vasija. No se desanimen; solo es cuestión de paciencia y mucha práctica. – En eso, la duquesa nos dio la indicación de sentarnos sobre las marcas, lo cual ambos hicimos a la brevedad.
–Permítanme…– La joven sirvienta nos decía esto, frotando un poco de incienso en nuestros rostros.
–Muy bien… ya saben qué hacer. Esto tomará tiempo. – Escuchando esta orden, Geraldo y yo cerrábamos los ojos, poniéndonos a meditar. Pasó al menos unas horas, cuando de pronto un pequeño temblor se sintió debajo del grupo.
– ¿¡Q-qué está pasando!? – Al notar esto, yo me levantaba velozmente del suelo, algo agitada por ese movimiento.
– ¿Hummm? –
–No pierdas la concentración, Geraldo. Continua. Creo que estamos progresando. – Katalina le decía esto, por lo que el muchacho prosigue con su meditación.
– ¿Qué pasa, Kat? –
–Shhhhh. – La sirvienta me dice esto, pidiéndome que me sentara con su mano. Yo simplemente asenté la cabeza y volví a mi posición. El temblor en el suelo volvió, cuando de pronto unos trozos de tierra se levantaban en frente del espadachín. – ¿Magia Tierra? –
–Parece serlo… Pero no se manifiesta a como tú lo haces, Nadia. – La duquesa le decía esto, sacando una moneda de cobre de su bolsillo. –Geraldo… ¿podrías tomar esta moneda? –
–Po-por supuesto, señorita Kat. Pero… ¿qué quiere que haga con ella? –
–Hay algo que quiero confirmar. Por favor, continúa meditando, con la moneda entre tus manos. – Terminado de decir esto, el muchacho asentó con la cabeza, volviendo a meditar.
–Woah… Eso sí que no lo esperaba. – Al abrir las manos, la moneda se había vuelto una pequeña esfera.
–Afinación a los metales, ¿eh? Que interesante. Jmjmjm. ¿Les parece si terminamos la lección? Hay algunas cosas que quiero atender, antes que mis padres lleguen del Bosque de Magnolias. –
– ¿Me-me permite, su excelencia? – Geraldo le decía esto, cambiando de forma la bola de cobre, volviéndola un hijo metálico. – ¡Tada! –
–Jmjmjmjm. Ya. Ya. Vayamos a descansar un poco. – Cuando la duquesa dijo esto, ella se acercó a mí, tomándome de la mano. – ¿Me acompañas, Victoria? Hay algo de lo que quiero hablar a solas. –
–Ahmmm… está bien, Kat. – Entonces, me levantaba del suelo, lista para acompañarle. Es un poco deprimente el que no haya progresado, pero que se le puede hacer. No es como si fuera una vasija, como Fabiola. O un prodigio, como Katalina.
–Os dejaré solos por un rato, muchachos. ¿No les molesta? –
–Para nada, su excelencia. – Geraldo le decía esto, formando un cubo metálico con aquella moneda.
–E-está bien, maestra. – La joven sirvienta le decía esto, agachando la mirada.
–Acompáñame, Vic. – Al decir esto, yo asenté con la cabeza, siguiéndola a un pequeño prado, llegando a un estanque. Se podía ver el atardecer reflejado en el agua, así como el aroma de los tulipanes que se movían al ritmo del viento.
–Este lugar es muy bonito, Kat. – Le decía esto a la joven duquesa, ayudándole a sentarse en el pasto. –Mohhhh... Casi tres horas y no he avanzado. –
–No tienes que preocuparte por ello, Vic. Tarde o temprano lograrás algo. Solo es cuestión de paciencia y mucha práctica. –
– Jejeje… creo que tienes razón, Kat. No debería apurarme. ¿De qué querías hablarme, por cierto? –
–De pura casualidad, ¿tienes familiares viviendo en Elbea? – Al decirme esto, la joven volteaba a verme, con las manos en la espalda. ¿Por qué querría hablar de ello conmigo, sin que los chicos lo supieran?
–Por supuesto. ¿Por qué preguntas? – Le decía esto a ella, cruzando mis brazos.
–Cuando vaya para allá, para visitar a la señora que me vendió el collar… ¿puedo quedarme a dormir en la casa de tus tíos? Sí es que no te molesta, claro está. – Katalina me preguntaba esto, agachando la mirada.
–Ahmmmm… por supuesto. Es una petición muy poco ortodoxa, pero si eso te hace feliz…–
– ¡Pero por supuesto que sí, Victoria! ¡Nada en este mundo me hace más feliz que estar a tu lado! – Cuando escuché la exclamación de la duquesa, ambas nos volteamos a ver rápidamente; el rostro de ella se había sonrojado muchísimo. –No-no-no lo malinterpretes, Vic. So-solo quería decirte que me encantaría hospedarme en la casa de tus tíos, para tenerte a mi lado. A veces me siento sola, cuando voy a viajar con mis padres. Solemos hospedarnos en hoteles; muchos de ellos, lejos de los suburbios. Por una vez en mi vida, me encantaría tener a una amiga de compañía; alguien con quien pueda salir al mercado o a los prados verdes, disfrutando de la efímera tranquilidad en el flujo de tiempo. El tiempo mismo es como el agua, después de todo; el pasado es frio e intricado, como el hielo. El presente es una corriente que siempre se está moviendo. Y el futuro es la espesa neblina la cual no nos deja saber que hay adelante… pero que deseamos cruzar. – Al terminar de decime esto, la duquesa agacha la mirada, dándome la espalda.
–Katalina… –
–No sabes lo horrible que se siente no tener a alguien que te apoye… Que la gente que se supone que debería amarte más que cualquier otra cosa en este mundo se rehúsen a aceptar tu camino de vida. El tener que lidiar una dura batalla, por ti sola…– Entonces, pude escuchar a la duquesa sollozar un poco, cubriéndose la cara.
–Kat… ¿tienes… tienes problemas con tus padres? – Observando cómo es que la joven se desmoronaba en frente de mí, le preguntaba esto, acercándome lentamente a ella. Katalina no respondió… solo continuó sollozando. Sin darme cuenta, le abracé de la cabeza, acurrucándola a mi pecho, secándole la cara. –No estás sola, Kat. Nos tienes a nosotros. Estaremos ahí, para apoyarte en lo que desees. – Terminado de decir esto, la chica me abrazaba fuertemente. Lo más recomendable era que me quedara así, por al menos un rato, para confortarla completamente.
– ¿Es una promesa…? – La duquesa titubeaba estas palabras, observándome como una niña perdida.
–Por supuesto, Kat. Si en algún momento te sientes sola o con miedo, recuerda que siempre me tienes a tu lado. – Al decirle esto a Katalina, tomaba el collar que cargaba consigo, devolviéndole una sonrisa.
–Prometo que protegeré tu obsequio, con mi vida. – En eso, la joven duquesa se recargaba sobre mi hombro, acurrucándose un poco. Entonces… sentí algo muy caliente entre mis manos. Por alguna razón… olía a quemado.
– ¿Qué…? – ¡Fuego! ¡Una pequeña llama había aparecido entre mis manos! – ¡AHHHHHH! – Me levanté del suelo inmediatamente, sacudiendo mis manos, queriendo apagar la llamarada.
– ¿¡Que pasa!? ¿¡Cómo pasó esto, Vic!? – Katalina exclamaba esto, levantándose del suelo también, notando la flama entre mis manos.
– ¡No lo sé! ¡No puedo apagarla! ¡Ayúdame! – Al escuchar esto, la joven duquesa lanzaba una bola de nieve a mis manos; el fuego se había apaciguado por unos segundos, pero luego ardía fuertemente. – ¡WAHHHHHH! –
– ¡Tranquilízate, Victoria! ¡Vamos al estanqué! – Entonces, ambas fuimos al estanque, donde sumergí mis manos en el agua; pensé que el problema ya se había resuelto, pero en eso noté algo inesperado… El agua hervía. ¿¡Que estaba pasando!?
– ¿¡Que me está pasando, Kat!? –
–Vic… por favor, tranquilízate. Debe haber una explicación para esto… ¡Un momento…! Oye… ¿podrías sacar las manos del agua? Creo saber lo que pasa. –
– ¿¡Estas bromeando!? ¡No quiero morir incinerada! –
– ¡Confía en mí, Victoria! – Tenía mucho miedo que pudiera morir quemada, pero si ella tenía una respuesta, lo más que podía hacer era confiar en ella, por lo que inmediatamente sacaba las manos del agua, haciendo que el fuego se prendiera de nuevo. –No-no sé cómo decir esto, pero creo que está es tu afinación mágica, Victoria. –
– ¿¡Que-qué!? –
–Recuerda el entrenamiento. Concéntrate. – Aún no me creía el hecho que pudiera usar magia fuego, pero debía creerle a la duquesa; después de todo, ella es la maestra. Rápidamente, cerré los ojos y comencé a meditar, lentamente apaciguando las llamas.
–Uffff… Qué horror. Gracias, Kat. –
–Muy bien… Geraldo, Fabiola y tú aprenden muy rápido. Es un verdadero placer el tener a unos alumnos tan adeptos en artes arcanas. Ahora… vuelve a generar una flama pequeña, por favor. –
–N-no creo que sea una buena idea, pero usted es la maestra. – Después de decir esto, yo volvía a invocar una pequeña bola de fuego entre mis manos.
–Sip… afinación mágica de fuego. Bueno… eso sí que fue muy inesperado. ¿Volvemos con los muchachos? Creo que es hora de poner a prueba sus nuevas habilidades. – La doncella me decía esto, estrechando su mano.
–Está bien, Kat. – Le respondí con esto, tomándole la mano, levantándome del suelo, para luego irnos a donde estaban Geraldo y Nadia. Solo esperaba que el muchacho no le estuviera coqueteando descaradamente a la sirvienta; en serio no andaba de humor para una escena tan embarazosa, después de casi explotar en llamas.
–Entonces, pasé el resto del día en cama, con dolor de cabeza y la boca reseca. Desde ese entonces, tengo más cuidado con comer cosas que parezcan chocolate. – El espadachín le decía esto a la joven sirvienta, la cual cubría su boca, riéndose un poco.
– ¿Cómo la están pasando, muchachos? – La duquesa les preguntaba esto, por lo que ambos muchachos le observaron rápidamente.
–Muy bien, señorita Katalina. El joven Kruger me hablaba sobre algo que le había pasado en el establo de sus abuelos. –
–Que interesante. Pero bueno… creo que es hora que pongan a prueba sus nuevos conocimientos. Lo que les pediré es algo simple… un combate arcano, entre ustedes dos. – ¿¡Un qué!? ¡Pero si apenas aprendimos a desbloquear nuestra afinación mágica!
–Esta es una broma… ¿verdad? – Le decía esto a Katalina, sonriéndole nerviosamente.
–Por mí estaría bien. No es distinto a las prácticas de esgrima. – El joven espadachín decía esto, levantándose del suelo, sacudiéndose su pantalón.
– ¡Por supuesto que no es como un duelo de esgrima, Geraldo! –
–Un duelo es un duelo, sin importar que sea de esgrima o mágico. ¿O qué acaso tienes miedo de perder? –
– ¿¡YO!? ¿¡Miedo de perder!? ¡JA! ¡Hasta crees! Solo tenía miedo que terminara chamuscándote, a tal punto que no necesitarías una urna en lugar de un ataúd. – Entonces, yo invocaba dos llamas de mis manos, observándole muy molesta.
– ¿Magia fuego, eh? Que coincidencia. Le queda bien, por tu personalidad abrasiva. ¿Pero no crees que podrías calcinarte muy rápido? – Justo después que Geraldo me dijo esto, yo lancé una bola de fuego hacia él, golpeándolo en el rostro.
– ¡Piensa rápido! –
– ¡Oye! ¡Ese fue un golpe bajo! – El muchacho me gritaba esto, apagándose el fuego de la cara.
– ¿Crees que me importa? –
–Te va a importar, cuando tengas que pagar la cuenta del hospital. – Entonces, el joven espadachín levantaba trozos de metal del suelo, creando una varilla.
–Que nuestras espadas choquen, entonces. – Geraldo se lanzaba rápidamente hacia mí, abanicando su vara varias veces; lo primero que hice fue retroceder un poco, esperando a encontrar una abertura. En serio no quería pelear usando magia; aún no me sentía lista para ese paso. Pero ya no importaba; como dijo mi amigo: “un combate mágico no es distinto de un combate de esgrima.”
– ¿No cree que esto sea excesivo, señorita Katalina? – Nadia le preguntó esto a la duquesa, retrocediendo un poco de la zona del duelo.
–Puede ayudarnos a progresar más rápido. No es ortodoxo, pero es todo lo que tengo. Aún tienen mucho que aprender, antes que puedan estar a mi nivel. – En eso, yo continuaba lanzando bolas de fuego al muchacho, manteniendo mi distancia. Geraldo transformaba su vara en un escudo, bloqueando las ráfagas. La batalla apenas iba comenzando, y ya me sentía sin aliento; suelo aguantar mucho tiempo peleando, pero el usar magia me estaba desgastando muy rápido. – ¡Es suficiente! – La duquesa entonces dio la orden de detener la justa, por lo que ambos volteamos a verle.
–Pero apenas estamos comenzando. – Geraldo decía esto, soltando el trozo de metal.
–Victoria parece necesitar un descanso. Eso es de esperarse; uno debe usar éter, para usar magia. Los resultados del malgasto de éter pueden ser letales, si no se tiene precaución o entrenamiento arduo. –
–Momento… ¿quieres decir que, si usamos demasiado éter, a la hora de usar un hechizo… podría morir? – Al preguntar esto a Katalina, ella simplemente asentó con la cabeza. No… no sabía que eso podía matarme; todo ese extraño cansancio… estaba en frente de la puerta de la muerte, y no lo notaba. –E-está bien, Kat. Dejemos el combate aquí. –
– ¡Su excelencia Katalina! – Los guardias de la familia Montesco llegaron a donde estábamos, por lo que volteamos a verles. –Su excelencia… una carroza llegó al castillo. Andan buscando a la señorita Victoria. –
–Bueno… tenemos que irnos, Kat. – Le decía esto, recuperando el aliento lentamente.
–Antes de irse, ocupo dejarles una tarea. Recuerden en meditar de vez en cuando, al menos una hora al día. Esto les ayudará a mejorar su afinación mágica y su aguante. También les recomiendo que lean algunos tomos y grimorios, si tienen oportunidad de ir a la biblioteca de magia. Si lo necesitan, consigan runas, varas mágicas u otros catalizadores, para reducir el desgaste de éter. Por ahora, pueden retirarse. – Cuando la duquesa nos dijo esto, Geraldo y yo respondimos con una reverencia.
– ¡Si, maestra! –
–Nos vemos después, muchachos. – Habiendo concluido con la clase, nosotros dos nos retirábamos del lugar, listos para volver a nuestras casas. Lo único que tenía en mente en ese momento eran las palabras que Katalina me había dicho, en el estanque. Quizás no sepa lo horrible que se siente no tener a nadie quien te apoye en tu camino de vida… pero lo más que podía hacer era estar ahí para ella. En ese momento, creí que era lo suficientemente fuerte, como para cumplir esa promesa… pero ya llegaría el día que pondría a prueba esa promesa ya casi llegaría, y no lo sabía.
«No hay nada que ganar, cuando no hay nada que perder» https://discord.gg/4r9TF