Miles de huesos se rompían al mismo tiempo que la niña croaba y saltaba. Yo ya estaba harto de dicho espectáculo. La niña había estado haciéndose la rana durante horas y no hablar de los malditos huesos rompiéndose. Yo suspire y me tumbe. El suelo estaba suave parecía como si estuviera en una nube. Espera, me levante de un brinco y vi cómo saltaba varios metros arriba, ¡ Estaba en el cielo! El suelo era una nube completamente blanca ¿ qué había pasado? No había rastro ni de la niña ni de los huesos, seguí botando durante lo que pareció horas. Me canse e intente parar. Una vez parado moví mi cabeza para ver si había alguien, todo era tan desconcertante y al mismo tiempo tan maravilloso. A la lejanía comencé a escuchar unos cánticos de piratas, tras unos pocos segundos vi cómo se acercaba el barco y los cánticos cada vez se estaban escuchaban más alto. Lo tenía decidido iba a ser pirata ¡ Iba a ser pirata ! No me lo creía pero cuando cruzó la idea por mi cabeza no me la pude quitar, quería ser pirata. Moví los brazos, grite y seguí saltando, esperaba que de esta manera me vieran y se pararan.
Pude ver cómo la proa del barco estaba coronada por una bella sirena pintada de distintos colores. La madera era vieja y los piratas se balanceaban con los cabos de los distintos mástiles, mientras bebían cerveza y cantaban canciones de taberna. El barco se paró a escasos centímetros delante de mí y bajaron el ancla, yo lo tomé como una invitación y decidí subirme pegando un gran salto. Cuando llegue a la cubierta no me pude creer lo que estaba viendo ¡ Era la maldita niña! Ella estaba en la cubierta croando mientras numerosos huesos se rompían alrededor de su diminuto cuerpo.
Pude ver cómo la proa del barco estaba coronada por una bella sirena pintada de distintos colores. La madera era vieja y los piratas se balanceaban con los cabos de los distintos mástiles, mientras bebían cerveza y cantaban canciones de taberna. El barco se paró a escasos centímetros delante de mí y bajaron el ancla, yo lo tomé como una invitación y decidí subirme pegando un gran salto. Cuando llegue a la cubierta no me pude creer lo que estaba viendo ¡ Era la maldita niña! Ella estaba en la cubierta croando mientras numerosos huesos se rompían alrededor de su diminuto cuerpo.