18/06/2019 03:59 AM
(16/06/2019 01:00 AM)tyess Wrote:(07/06/2019 05:50 AM)Licordemanzana Wrote: Las historias que planifico se quedan en eso, en historias planificadas, que me encantan como tales... pero que me da una pereza terrible transcribir. Es como que ya están recorridas en mi cabeza; ya las he andado de principio a fin, al planificarlas, y siento el transcribirlas como un sinsentido... lo cuál me duele profundamente en algún nivel.
Y en cambio las historias que escribo (y termino) son siempre cosas improvisadas con las que me voy divirtiendo mientras surgen.
Tienes suerte, una de las dos te funciona.
Yo nunca he terminado apropiadamente una historia que escriba así, improvisando. He terminado, aunque no todas, pero corregir es un martirio y a menudo llego a la conclusión de que son irrescatables. Alguna de mis favoritas ha salido de ahí, pero como una versión completamente nueva y sacrificando piezas que me gustaban pero que al final no caben.
Conozco bien la primera situación que describes. Si me dejo llevar al organizar, al acabar ya no tengo prisa por escribir, siento que puedo hacerlo después, que total ya está todo lo importante. Acabo escribiendo cualquier otra historia.
Es difícil no "escribirlo todo" en ese punto. Pero, por otro lado, hay escenas que quiero ver. Si me enfoco en organizar sólo a grandes rasgos y preparar todo para darle un lugar a la historia en lugar de "contarla en unas cuantas descripciones", funciona todo mejor. Nunca sé si encontraré el equilibrio, pero lo voy intentando.
Pero es que partís (no solo vosotros dos, sino muchos foreros de este hilo) de la premisa de que tener la historia más o menos planteada limita al escritor a "transcribir" sin más, cuando en realidad no se trata de eso.
Puedo tratar de plasmar sobre el papel lo que tengo planeado en mi mente, pero no deja de ser un mero "boceto" de la historia, que finalmente irá mutando conforme avance en su escritura. La planificación no es un mero corsé que me restrinja e impida que me salga del guión, sino más bien un letrero que me va indicando el camino los días que la inspiración no acompaña.
Por poner un ejemplo, a pesar de saber sobre qué quería escribir y los derroteros por los que tiraría, hay personajes que nunca planteé que fueran a existir, pero surgieron cuando me senté ante el ordenador, y ahora son parte de mi historia como si hubieran estado ahí desde el principio.
Te equivocaste, brujo. Confundiste el cielo con las estrellas reflejadas en la superficie de un estanque.