17/04/2020 04:51 PM
Hola, IramesoJ:
Se avecina un arduo debate, lo veo venir jajaja
Para empezar diré que yo no soy una escritora de fantasía, ni tampoco una lectora especializada en este género. Hace tiempo que me distancié de él y aunque últimamente he vuelto a leerla, no es ni de lejos con la asiduidad con la que lo hacía de adolescente. Aún así intentaré dar mi punto de vista.
Creo que la gran ventaja de escribir fantasía, son precisamente esas concesiones de las que hablas. Y sinceramente, me parece hasta práctico hacerlas, porque investigar cada detalle histórico de los elementos que quieras usar o introducir me parece no solo contraproducente, sino una locura.
Ahora bien, creo que esas concesiones tienen que tener una mínima coherencia, y con esto me refiero a no desentonar. Que una patata pueda aparecer en otra parte del mundo, no me parece descabellado. Del mismo modo que no me parece descabellado que apareciera en América, y que nombren las patatas en ESDLA, no me desentona. Lo mismo con el reloj. Vemos que Bilbo vive en La Comarca, y en concreto en la primeras parte de la película (no he leído los libros, las descripciones de Tolkien me parecen insufribles), que la tecnología existe. Ojo, no la tecnología como la conocemos ahora, sino la definición misma de la tecnología, que es la aplicación de la ciencia para la resolución de problemas concretos. Vemos vallados, escaleras, buzones, carromatos, chimeneas..., por lo que como dices, un reloj, no me descuadra tampoco.
Creo que ya te dije que Xena no me parecía un buen ejemplo de las concesiones que deberían hacerse. Puedo entender hasta cierto punto que introduzcan a Homero, pero es ridículo que lo mezclen con Samuráis, por de ser culturas y épocas distintas. Y lo del concurso de belleza, ni hablemos.
El lector no es un experto en historia, no tiene por qué saber que el primer reloj mecánico se inventó en el siglo XIV, ni que la patata viene de América. Pero si usamos conceptos demasiado inverosímiles y actuales, como el caso del concurso de belleza, es más probable que el lector se percate de tu anacronismo y por tanto lo saque de la historia y lo descoloque.
En definitiva, creo que el único límite de los anacronismos es, ya no tanto la coherencia, sino la sensación que le deja al lector. Si el lector se percata de que no debería estar ahí, es que probablemente no debe.
Espero haberme explicado jajaja Un saludo!!
Se avecina un arduo debate, lo veo venir jajaja
Para empezar diré que yo no soy una escritora de fantasía, ni tampoco una lectora especializada en este género. Hace tiempo que me distancié de él y aunque últimamente he vuelto a leerla, no es ni de lejos con la asiduidad con la que lo hacía de adolescente. Aún así intentaré dar mi punto de vista.
Creo que la gran ventaja de escribir fantasía, son precisamente esas concesiones de las que hablas. Y sinceramente, me parece hasta práctico hacerlas, porque investigar cada detalle histórico de los elementos que quieras usar o introducir me parece no solo contraproducente, sino una locura.
Ahora bien, creo que esas concesiones tienen que tener una mínima coherencia, y con esto me refiero a no desentonar. Que una patata pueda aparecer en otra parte del mundo, no me parece descabellado. Del mismo modo que no me parece descabellado que apareciera en América, y que nombren las patatas en ESDLA, no me desentona. Lo mismo con el reloj. Vemos que Bilbo vive en La Comarca, y en concreto en la primeras parte de la película (no he leído los libros, las descripciones de Tolkien me parecen insufribles), que la tecnología existe. Ojo, no la tecnología como la conocemos ahora, sino la definición misma de la tecnología, que es la aplicación de la ciencia para la resolución de problemas concretos. Vemos vallados, escaleras, buzones, carromatos, chimeneas..., por lo que como dices, un reloj, no me descuadra tampoco.
Creo que ya te dije que Xena no me parecía un buen ejemplo de las concesiones que deberían hacerse. Puedo entender hasta cierto punto que introduzcan a Homero, pero es ridículo que lo mezclen con Samuráis, por de ser culturas y épocas distintas. Y lo del concurso de belleza, ni hablemos.
El lector no es un experto en historia, no tiene por qué saber que el primer reloj mecánico se inventó en el siglo XIV, ni que la patata viene de América. Pero si usamos conceptos demasiado inverosímiles y actuales, como el caso del concurso de belleza, es más probable que el lector se percate de tu anacronismo y por tanto lo saque de la historia y lo descoloque.
En definitiva, creo que el único límite de los anacronismos es, ya no tanto la coherencia, sino la sensación que le deja al lector. Si el lector se percata de que no debería estar ahí, es que probablemente no debe.
Espero haberme explicado jajaja Un saludo!!