24/08/2021 08:10 PM
(This post was last modified: 28/12/2021 10:36 PM by Muad Atreides.)
5
Una inquieta Vígaro resopló furiosamente, dando saltos mientras continuaba su incansable deambular por el corral. Muchos de los asdarh observaban aquel comportamiento tan poco habitual en un mazaro. Entre ellos se hallaban Salia y Nirak, quienes también observaban en silencio.
—Tú sabes qué le pasa, ¿cierto? —preguntó Salia.
Sus ojos no se apartaban de la yegua. El negro pelaje parecía resplandecer de una manera extraña. La joven esperaba que aquel detalle no fuese del todo visible para los demás, aunque se recordó que los asdarh eran expertos en la cría de corceles.
—Es extraño que tenga ese comportamiento —dijo su abuelo de pronto, como si hablara para sí mismo.
—Pero debes saber qué le pasa —insistió Salia, quien sentía crecer una inquietud que le daba mala espina.
—Pues claro que lo sé —le recriminó su abuelo—. ¿Acaso no fui yo quien la curó?
—¡Entonces haz algo!
A Nirak aquellas palabras le sonaron a súplica. Cuando miró a su nieta a los ojos se sorprendió de verla tan preocupada. De pronto tomó conciencia de dónde estaba, y poco a poco fue asentándose en la realidad que lo rodeaba. Luego analizó su nueva situación, entendiendo lo que tanto preocupaba a Salia.
Con una claridad inusual en él trepó la cerca del corral y se dejó caer dentro del recinto en el cual la yegua coceaba y agitaba su cabeza como si algo la molestara. Los asdarh que observaban la escena no intervinieron, pero Salia intentó seguirlo. No obstante fue detenida por unas firmes manos.
—Déjalo hacer.
Era la marhad. En un principio Salia creyó que la mujer se hallaba resentida y quería que Nirak pagara por lo que había hecho. Pero luego distinguió algo en su mirada. La asdarh observaba con avidez la escena, esperanzada.
—Ten cuidado, brujo.
Nirak se detuvo y volteó brevemente para mirarlas. Guiñó un ojo a su nieta y se enfrentó a Vígaro.
La yegua resopló, aunque no intentó embestir al viejo emisar. Por su parte Nirak cruzó sus manos detrás de la espalda y aguardó pacientemente. Desde la cerca Salia se dio cuenta que su abuelo manipulaba un pequeño trozo de hueso oculto en una de sus manos; podía sentir su poder emergiendo de él, invisible a ojos ajenos a la magia. Se preguntó qué estaría intentando ahora.
Los ojos acuosos lo observaron con atención. De un negro profundo, aquellos ojos expresaron más de lo que se podía ver a simple vista: Vígaro estaba asustada. Sin embargo era un animal sumamente inteligente, capaz de sobreponerse a las situaciones más adversas. Al menos esto fue lo que Nirak leyó en sus ojos, y esperaba no equivocarse.
El patrón mental que se disponía a utilizar no era algo que practicase a menudo, ya que lo había considerado innecesario en la mayoría de las situaciones en las que había estado. Sin embargo la empatía era un arma poderosa, aunque de doble filo. Podías entender al otro ser, percibir sus emociones y pensamientos. Pero también este lograba leer en tu interior.
Nirak sabía que aquello no se recomendaba intentar con animales, aunque creía recordar historias en las que un emisar había logrado conectar con su mascota. No obstante un corcel mazaro era harina de otro costal. Fue consciente de esto al hallar en su mente impulsos repentinos que lo obligaron a retroceder unos pasos y saltar brevemente, dando vueltas y agitando los brazos como si quisiera atrapar el aire a su alrededor.
Salia se cubrió la boca para evitar un sollozo, pues creyó que al fin su abuelo había sucumbido a la locura. A su lado, la mujer asdarh observó con curiosidad aquel comportamiento. Sin embargo calló, aguardando el desenlace de tan peculiar escena.Jamás dejes de crear, es muy aburrido.