26/02/2017 06:09 PM
Siento la demora!!!!!!!!!! Os traigo el capítulo 2.
CAPÍTULO 2.
Suena el timbre y no me da tiempo a reaccionar. Me obligan a entrar a clase, aunque no tenga el móvil.
Ahora tengo clase de Lengua y literatura, con el profesor más aburrido del mundo. José Antonio.
Entra en la clase, con un montón de hojas en la mano.
—Saquen todo de su mesa: libros, apuntes, teléfonos móviles —cuando dice móviles me río nerviosa. ¿Qué estará haciendo Mark con él? —Tienen un examen sorpresa.
Cuando termino el examen, el peor de mi vida, por cierto, pregunto a José para ir al baño. Accede y salgo de clase en dirección al aula de Mark.
Tengo en frente la puerta. Estoy nerviosa, muy nerviosa. ¿Qué hago? ¿La abro? ¿Me voy a clase?
Antes de que me dé cuenta, ya la he abierto.
Veo al profesor de historia mirarme, confuso y con cara de asco. ¿Tanto me odia ese profe?
—Julia, ¿qué hace usted aquí?
Veo a Mark sentado en su asiento, con los brazos cruzados, mirándome, con su ceja derecha levantada. Sabe a por lo que vengo, y no sé si eso me gusta o me preocupa.
—Necesito que Mark García salga de clase, por cortesía de José Antonio.
Cuando digo esto, la clase entera se ríe y yo me ruborizo.
—Ah, está bien. Mark, salga y vuelva lo antes posible. Y no hagan nada extraño.
— ¿¡Qué!? Nosotros... no... nunca... haríamos... le ha llamado el profe...
La clase se ríe de nuevo y Mark sonríe, divertido. Se levanta y viene hacia mí.
—Acabemos de una vez —dice. Salí, un poco triste por su respuesta, y me dirigí a mi clase, con él detrás, hasta que me paro, me giro y le miro.
— ¿Dónde está mi móvil? —Pregunto. Él se acerca demasiado a mí.
— ¿Tu móvil? Oh, sí —lo saca y me lo enseña, con aire victorioso—. ¿Lo quieres?
—Sí —respondo exasperada.
— ¿Sí? Ven a por él.
Suspiro. ¿Qué hago? ¿Voy o no? Es el chico que me gusta... y está jugando conmigo...
Pero mi móvil es MI móvil. Nadie lo toca sin el consentimiento de Julia López Ortega.
Corro hacia él, pero levanta el teléfono —muy alto— y debido a mi baja estatura no lo alcanzo.
—Venga, seguro que lo puedes hacer mejor...
Paro de saltar porque me veo ridícula y le miro, seria. Se está riendo. Mucho, y eso me molesta.
— ¡Corre a por él!
Lo tira hacia la ventana que da al patio y hace que caiga al vacío.
— ¿¡Eres idiota!? ¡Es mi móvil nuevo!
Parece que él está tan sorprendido como yo.
—No... no era mi intención, lo siento.
— ¿¡Qué no era tu intención!? ¿Y qué pretendías entonces? ¿Qué se salvara mágicamente?
—Lo siento, en serio... no quería...
—Puedes irte un poco a la mierda. Adiós.
Salgo corriendo hacia las escaleras, las bajo rápido y voy al patio.
"Ojalá este bien" pienso, con falsas esperanzas.
Veo mi móvil en el suelo, completamente destrozado. Estúpido Mark, ¿por qué me gusta este chico?
Cojo lo que queda de él y me voy a clase, con ganas de llorar. Es increíble que vaya a llorar por un móvil, en serio...
Llego a la clase, al borde de las lágrimas, y me siento. Jorge me mira y ve que estoy mal.
— ¿Qué te ha pasado, la regla?
—No... no por Dios, fue la semana pasada... no, es Mark. Me ha roto el móvil.
— ¿Y por eso lloras? ¿Porque ya no tengas móvil?
—No es eso... tío, me lo ha tirado por una ventana. LITERAL. Creí que era como Dylan.
—Hombres... —dice Jorge, intentando consolarme—. ¿Quién les entiende? —Se ríe y yo hago lo mismo. Este chico es el único que puede sacarme una sonrisa, sobre todo después de lo de Dylan.
Te echo de menos, elefantito.
Termina la clase y salgo. Me cruzo con Mark en el pasillo, pero agacho la cabeza para que no haya contacto visual. Sin poder evitarlo, él me agarra del brazo y hace que me pare.
—Tenemos que hablar.
—No tengo nada que hablar contigo —respondo, cortante.
—Escucha, sé que te he roto el móvil, pero... ¿no podemos arreglarlo? Quiero decir, es sólo un aparato. Por favor, no era mi intención.
—No, Mark, no podemos. Sí, es sólo un aparato, pero cuesta dinero. Mucho dinero, ¿sabes? Y a no ser que tengas otro debajo de la manga, yo desde luego no tengo nada que hablar contigo.
Sigo adelante, pero me vuelve a agarrar.
—Julia... por favor, lo siento. Sólo quería jugar, con...
—Me da igual —digo cortándole—. Ah y, por cierto, no te molestes en venir a la fiesta. Adiós.
No quiero ni ver su reacción: ando rápidamente dejando atrás al solitario Mark.
CAPÍTULO 2.
Suena el timbre y no me da tiempo a reaccionar. Me obligan a entrar a clase, aunque no tenga el móvil.
Ahora tengo clase de Lengua y literatura, con el profesor más aburrido del mundo. José Antonio.
Entra en la clase, con un montón de hojas en la mano.
—Saquen todo de su mesa: libros, apuntes, teléfonos móviles —cuando dice móviles me río nerviosa. ¿Qué estará haciendo Mark con él? —Tienen un examen sorpresa.
Cuando termino el examen, el peor de mi vida, por cierto, pregunto a José para ir al baño. Accede y salgo de clase en dirección al aula de Mark.
Tengo en frente la puerta. Estoy nerviosa, muy nerviosa. ¿Qué hago? ¿La abro? ¿Me voy a clase?
Antes de que me dé cuenta, ya la he abierto.
Veo al profesor de historia mirarme, confuso y con cara de asco. ¿Tanto me odia ese profe?
—Julia, ¿qué hace usted aquí?
Veo a Mark sentado en su asiento, con los brazos cruzados, mirándome, con su ceja derecha levantada. Sabe a por lo que vengo, y no sé si eso me gusta o me preocupa.
—Necesito que Mark García salga de clase, por cortesía de José Antonio.
Cuando digo esto, la clase entera se ríe y yo me ruborizo.
—Ah, está bien. Mark, salga y vuelva lo antes posible. Y no hagan nada extraño.
— ¿¡Qué!? Nosotros... no... nunca... haríamos... le ha llamado el profe...
La clase se ríe de nuevo y Mark sonríe, divertido. Se levanta y viene hacia mí.
—Acabemos de una vez —dice. Salí, un poco triste por su respuesta, y me dirigí a mi clase, con él detrás, hasta que me paro, me giro y le miro.
— ¿Dónde está mi móvil? —Pregunto. Él se acerca demasiado a mí.
— ¿Tu móvil? Oh, sí —lo saca y me lo enseña, con aire victorioso—. ¿Lo quieres?
—Sí —respondo exasperada.
— ¿Sí? Ven a por él.
Suspiro. ¿Qué hago? ¿Voy o no? Es el chico que me gusta... y está jugando conmigo...
Pero mi móvil es MI móvil. Nadie lo toca sin el consentimiento de Julia López Ortega.
Corro hacia él, pero levanta el teléfono —muy alto— y debido a mi baja estatura no lo alcanzo.
—Venga, seguro que lo puedes hacer mejor...
Paro de saltar porque me veo ridícula y le miro, seria. Se está riendo. Mucho, y eso me molesta.
— ¡Corre a por él!
Lo tira hacia la ventana que da al patio y hace que caiga al vacío.
— ¿¡Eres idiota!? ¡Es mi móvil nuevo!
Parece que él está tan sorprendido como yo.
—No... no era mi intención, lo siento.
— ¿¡Qué no era tu intención!? ¿Y qué pretendías entonces? ¿Qué se salvara mágicamente?
—Lo siento, en serio... no quería...
—Puedes irte un poco a la mierda. Adiós.
Salgo corriendo hacia las escaleras, las bajo rápido y voy al patio.
"Ojalá este bien" pienso, con falsas esperanzas.
Veo mi móvil en el suelo, completamente destrozado. Estúpido Mark, ¿por qué me gusta este chico?
Cojo lo que queda de él y me voy a clase, con ganas de llorar. Es increíble que vaya a llorar por un móvil, en serio...
Llego a la clase, al borde de las lágrimas, y me siento. Jorge me mira y ve que estoy mal.
— ¿Qué te ha pasado, la regla?
—No... no por Dios, fue la semana pasada... no, es Mark. Me ha roto el móvil.
— ¿Y por eso lloras? ¿Porque ya no tengas móvil?
—No es eso... tío, me lo ha tirado por una ventana. LITERAL. Creí que era como Dylan.
—Hombres... —dice Jorge, intentando consolarme—. ¿Quién les entiende? —Se ríe y yo hago lo mismo. Este chico es el único que puede sacarme una sonrisa, sobre todo después de lo de Dylan.
Te echo de menos, elefantito.
Termina la clase y salgo. Me cruzo con Mark en el pasillo, pero agacho la cabeza para que no haya contacto visual. Sin poder evitarlo, él me agarra del brazo y hace que me pare.
—Tenemos que hablar.
—No tengo nada que hablar contigo —respondo, cortante.
—Escucha, sé que te he roto el móvil, pero... ¿no podemos arreglarlo? Quiero decir, es sólo un aparato. Por favor, no era mi intención.
—No, Mark, no podemos. Sí, es sólo un aparato, pero cuesta dinero. Mucho dinero, ¿sabes? Y a no ser que tengas otro debajo de la manga, yo desde luego no tengo nada que hablar contigo.
Sigo adelante, pero me vuelve a agarrar.
—Julia... por favor, lo siento. Sólo quería jugar, con...
—Me da igual —digo cortándole—. Ah y, por cierto, no te molestes en venir a la fiesta. Adiós.
No quiero ni ver su reacción: ando rápidamente dejando atrás al solitario Mark.
"No importa dónde estés. No te rindas. Bajo ningún concpeto, no te rindas."
-Sujeto 9: La Inmersión.