30/08/2016 10:31 AM
Habiendo leído la gran afluencia de ideas del hilo, no me queda mucho por aportar, salvo suscribir la opinión de quienes afirmáis que ese "ya está todo escrito" es una patraña.
Y es que estamos en una época en la que podemos acceder a tal riqueza de ideas, de contrastes, de puntos de vista transculturales, de distintas épocas... ¡que por dios, las posibilidades son infinitas!
En respuesta a una de las primeras preguntas que planteó Alhazred, considero (hipersubjetivamente) que la originalidad está sobrevalorada. He leído tantas argucias, tantas artificialidades, tantas líneas creadas a base de exprimir los sesos del autor para dotarlas de un aire "original"... Y es que no puedo estar más de acuerdo con Juno, cada historia, cada ideación, pertenece absoluta y plenamente al autor que la realiza. Y en sus manos está trabajarla, hacerla suya y dotarle de ese sentir que le llevó en primer lugar a crear la obra que pretendía hacer, sin dejarse llevar por ese falso impulso de discrepancia hacia la influencia de lo habitual, que acaba convirtiéndose precisamente en lo que se pretendía evitar, cayendo en la misma dirección a pesar de revertir el sentido.
Pienso que el objetivo último no debería ser desmarcarse del resto, sino dotar de vida, de dinamismo, a esa idea que por alguna razón brotó en la cabeza del autor, disfrutarla y materializarla en el soporte físico que utilice. El resto llegará después, pues la obra será tan única como lo fueron las sensaciones que llevaron a crearla.
Y es que estamos en una época en la que podemos acceder a tal riqueza de ideas, de contrastes, de puntos de vista transculturales, de distintas épocas... ¡que por dios, las posibilidades son infinitas!
En respuesta a una de las primeras preguntas que planteó Alhazred, considero (hipersubjetivamente) que la originalidad está sobrevalorada. He leído tantas argucias, tantas artificialidades, tantas líneas creadas a base de exprimir los sesos del autor para dotarlas de un aire "original"... Y es que no puedo estar más de acuerdo con Juno, cada historia, cada ideación, pertenece absoluta y plenamente al autor que la realiza. Y en sus manos está trabajarla, hacerla suya y dotarle de ese sentir que le llevó en primer lugar a crear la obra que pretendía hacer, sin dejarse llevar por ese falso impulso de discrepancia hacia la influencia de lo habitual, que acaba convirtiéndose precisamente en lo que se pretendía evitar, cayendo en la misma dirección a pesar de revertir el sentido.
Pienso que el objetivo último no debería ser desmarcarse del resto, sino dotar de vida, de dinamismo, a esa idea que por alguna razón brotó en la cabeza del autor, disfrutarla y materializarla en el soporte físico que utilice. El resto llegará después, pues la obra será tan única como lo fueron las sensaciones que llevaron a crearla.
Ob-la-di Ob-la-da