Desde una perspectiva meramente económica, soslayando las implicaciones morales, he de añadir que la teoría económica no es una ciencia "pura" como muchas veces nos tratan de vender los seguidores de la Escuela Austriaca, o más bien su heredera, la Escuela de Chicago.
Los economistas liberales siempre han defendido que el establecimiento de un salario mínimo implica un incremento del paro, pero esas teorías encuentran respuesta en otros economistas de reconocido prestigio. Aquí en España, los catedráticos Juan Torres y Vicent Navarro son los ejemplos más célebres. Es decir, no todos los expertos en materia económica defienden los mismos postulados, lo que implica que no podemos vender como verdades o certezas absolutas nuestras posiciones ideológicas.
Dicho esto, me ceñiré ahora a la realidad pura. Espero que no se me tache de sensacionalista por ello aquí en España se produjo un intenso debate, allá por diciembre, sobre la subida del SMI que pretendía aplicar el gobierno socialdemócrata a partir de enero. Hay que tener en cuenta que la congelación del SMI por el anterior gobierno había implicado que los salarios del país se estancaran durante años, así que había margen para un pequeño incremento. Pues bien, los economistas liberales pusieron el grito en el cielo de manera un tanto histérica. Se auguraba la destrucción de cientos de miles de empleos y de gran parte del tejido empresarial durante el invierno, y que el desastre de esos meses obligaría al gobierno a rectificar rápidamente.
Ha llegado junio, y la noticia es que la subida del SMI no ha implicado el armageddon económico que esos catedráticos y gurús preveían. Al contrario, se ha continuado creando puestos de trabajo como se realizaba anteriormente, el paro continúa bajando, el alarmismo generado se ha quedado en absolutamente nada, y ahora el Gobierno exige disculpas . El balance de las empresas habrá desmejorado, imagino, pero el incremento del consumo asociado a dichas subidas salariales lo compensará en gran medida en aquellas que no se dediquen únicamente a la exportación. Porque quien cobra el salario mínimo no tiene apenas capacidad de ahorro, sino que gasta su nuevo incremento en bienes esenciales para vivir, y eso redunda en el consumo interno.
No hace falta que deje enlaces, ¿no? Tenéis todo internet disponible para corroborar mis palabras.
PD: ahora estamos en otro debate, el del control de la jornada laboral. El otro día salía un empresario en la televisión, indignadísimo él, porque por culpa de las nuevas medidas del Gobierno, "ahora mis trabajadores, cuando cumplen su horario, se tienen que marchar a casa"
Los economistas liberales siempre han defendido que el establecimiento de un salario mínimo implica un incremento del paro, pero esas teorías encuentran respuesta en otros economistas de reconocido prestigio. Aquí en España, los catedráticos Juan Torres y Vicent Navarro son los ejemplos más célebres. Es decir, no todos los expertos en materia económica defienden los mismos postulados, lo que implica que no podemos vender como verdades o certezas absolutas nuestras posiciones ideológicas.
Dicho esto, me ceñiré ahora a la realidad pura. Espero que no se me tache de sensacionalista por ello aquí en España se produjo un intenso debate, allá por diciembre, sobre la subida del SMI que pretendía aplicar el gobierno socialdemócrata a partir de enero. Hay que tener en cuenta que la congelación del SMI por el anterior gobierno había implicado que los salarios del país se estancaran durante años, así que había margen para un pequeño incremento. Pues bien, los economistas liberales pusieron el grito en el cielo de manera un tanto histérica. Se auguraba la destrucción de cientos de miles de empleos y de gran parte del tejido empresarial durante el invierno, y que el desastre de esos meses obligaría al gobierno a rectificar rápidamente.
Ha llegado junio, y la noticia es que la subida del SMI no ha implicado el armageddon económico que esos catedráticos y gurús preveían. Al contrario, se ha continuado creando puestos de trabajo como se realizaba anteriormente, el paro continúa bajando, el alarmismo generado se ha quedado en absolutamente nada, y ahora el Gobierno exige disculpas . El balance de las empresas habrá desmejorado, imagino, pero el incremento del consumo asociado a dichas subidas salariales lo compensará en gran medida en aquellas que no se dediquen únicamente a la exportación. Porque quien cobra el salario mínimo no tiene apenas capacidad de ahorro, sino que gasta su nuevo incremento en bienes esenciales para vivir, y eso redunda en el consumo interno.
No hace falta que deje enlaces, ¿no? Tenéis todo internet disponible para corroborar mis palabras.
PD: ahora estamos en otro debate, el del control de la jornada laboral. El otro día salía un empresario en la televisión, indignadísimo él, porque por culpa de las nuevas medidas del Gobierno, "ahora mis trabajadores, cuando cumplen su horario, se tienen que marchar a casa"
Te equivocaste, brujo. Confundiste el cielo con las estrellas reflejadas en la superficie de un estanque.