17/04/2018 02:12 PM
(17/04/2018 02:03 PM)Licordemanzana Wrote: Ah, pero es que lo que proponía iba un poco más allá de la lectura que haces de esa línea. De hecho, por eso a esa línea la seguían otras que buscaban extender la explicación Quien vea X como lo denostable, hará bien en introducirlo como contraste, solo para ver que eso que denostaba era la semilla de algo hermoso que aún no lograba ver en ello; quien vea Y como lo denostable, hará bien en hacer lo propio. Es decir, el contraste es el medio para superar lo que denostamos y ampliar lo que valoramos, no el fin; un contraste que solo sirve para dejar más clara la idea inicial, la separación inicial, me parece algo útil que, no obstante, se queda corto en sus posibilidades. La afirmación de lo propio y la negación de lo ajeno es un primer paso, pero después de aquel se siguen los que nos sacan de lo propio y nos mezclan con lo ajeno, para encontrar algo superior a ambos. Todos los referentes, sean cuales sean, pueden conducir a algo mayor si se trascienden, y no hacerlo si se anclan.
Con respecto a lo de la Cleopatra, es interesante el tema de los referentes que mencionas: Asterix, Roma... porque la lectura del papel de la mujer en aquellos tiempos viene dado mayoritariamente por gentes que no tenían la misma visión que dichas mujeres, por lo que, necesariamente, se las verá siempre como víctimas, como las que no pueden aspirar a los valores que los escritores consideraban superiores. Pero, ¿era esto lo mismo que veían aquellas? ¿Se veían a sí mismas con los ojos de los "hombres" de aquel tiempo? ¡Esto es mucho suponer! Incluso sería de esperar que, de haber predominado socialmente en el cultivo de la literatura "académica" (y en nada más de los roles asumidos por el sexo opuesto), hubiesen mirado con condescendencia (de otro corte, por supuesto) al otro sexo. No quiero decir que no haya habido exclusión de lo femenino de los ámbitos considerados (por eso mismo) masculinos; solo resalto que hubo por lo mismo exclusión de lo masculino de los ámbitos considerados femeninos; y que el hecho de que los testimonios nos lleguen predominantemente (culturalmente) de un lado, no quiere decir que esa fuera toda la verdad de las cosas; dice, precisamente, que esa fue la mitad de la verdad de las cosas.
La cuestión es que si muestro rechazo a este tipo de personajes femeninos no es solo porque a mí no me gusten, sino porque considero que sus posibilidades literarias están bastante agotadas y a día de hoy, con todos los progresos habidos en lo literario y en la igualdad de género, no tienen mucho sentido y resultan poco creíbles.
"¡Que la vida se tome la pena de matarme
ya que yo no me tomo la pena de vivir!"