¿Qué es eso?! ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es un relatito estúpido! Hoy vengo con otra celebración a la idiotez y a la inmadurez con este relato imbécil. Espero que os haga sentir idiotas y os destruya la materia gris.
***
Mathiuw Pezumelli estaba reflexionaba sobre física cuántica y ecuaciones diferenciales mientras se hurgaba en el ano, cuando de pronto se tiró un pedo y se lleno el dedo de caca. Rapidamente, corrió al baño. Se puso jabón en las manos y se limpió con ahínco.
-No, por favor, sal. Por favor, sal.
Pero la caca no salía. Tenía el dedo todo marron y olía muy mal. Miro a izquierda y al lado opuesto de la izquierda, es decir, la derecha. Si pudiera al menos encontrar una tirita, podría cubrirse el dedo fingiendo que tenía una herida para que así nadie notara la mancha de caca. Pero aquello acarreaba un riesgo. Quizas la gente se preocupase y decidiera inspeccionar la herida más de cerca, y entonces notarían el hedor. Tenía que pensar en algo cuanto antes.
De pronto recordó que escondía lejía en la alacena. "Lejia, vieja amiga, no me falles ahora". Corrió como un pato que, al tanto de que un fiero cocodrilo lo acecha bajo las aguas, sale corriendo a tierra y busca un arbusto en el que valerosamente esconderse, olvidándose de que tiene alas con las que volar y que en su zona climática no habitan cocodrilos.
Destapó la lejía con dedos temblorosos. "Un giro más y ya estará listo. Al fin podré borrar esta mancha de caca de una vez por todas. Venga, ahora solo tengo que inclinar el bote 180 grados y esta pesadilla habrá terminado".
Pero justo entonces se desató el desastre. En vez de 180, inclino el bote 190 grados. Grave error. La lejía cayó no sobre su dedo, sino sobre su pene. Se había quitado los pantalones y los canzocillos para poder hurgarse con más gusto en el ojete, y se había echado cal en el glande porque le daba gustito el cosquilleo que le ocasionaba. Cuando la lejía entró en contacto con su glande, el acido se formo.
-Oh no, como duele. Oh dios mio, mi pene se esta quemando. Cruel destino que, en este tan aciago día, me has maldecido con una herida que no pocos hombres considerarían no solo un infierno en sí mismo, sino el peor de los destinos. ¡Ay dios, ahora me esta quemando los testículos! Y es que en cierto sentido la vida de todos se nos va quemando, como este acido está haciendo ahora con mis preciadas gonadas. Nuestra existencia, tan misteriosa como a menudo intransigente, se va disolviendo en océanos de incertidumbre y miseria, con un halo de efímera felicidad entre escasos momentos de ebriedad. Más es cuando la cruel lucidez nos alcanza cuando de verdad entendemos cuan terrible es la realidad. ¡Oh dios, que está pasando ahora?? ¡Oh no, se me esta derritiendo el escroto! ¡Que dolor mas indescriptible! Tan indescriptible como esta realidad en la que tenemos la desgracia de hallarnos. Pues ciertamente, es imposible encontrar palabras para...
Y asi siguió durante horas, hasta que los vecinos llamaron al manicomio informando de que un tarado no los dejaba dormir de tantas chorradas que decía. Lo encontraron con el bote de lejía en las manos, divagando sobre la vida y con el pene totalmente quemado. Mas tarde se dieron cuenta de que habia consumido LSD y mucha marihuana. Su sueño de formar una familia con su novia Elisa desapareció ese día. Se pasó el resto de sus días en el manicomio, castrado y solo.
Moraleja 1: No tomes drogas si no quieres terminar sin polla.
Moraleja 2: No te pongas cal en la polla y luego dejes que le caiga lejía encima.
Moraleja 3: No molestes a tua vecinis con reflexiones emo. A nadie le importa.
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Mathiuw Pezumelli estaba reflexionaba sobre física cuántica y ecuaciones diferenciales mientras se hurgaba en el ano, cuando de pronto se tiró un pedo y se lleno el dedo de caca. Rapidamente, corrió al baño. Se puso jabón en las manos y se limpió con ahínco.
-No, por favor, sal. Por favor, sal.
Pero la caca no salía. Tenía el dedo todo marron y olía muy mal. Miro a izquierda y al lado opuesto de la izquierda, es decir, la derecha. Si pudiera al menos encontrar una tirita, podría cubrirse el dedo fingiendo que tenía una herida para que así nadie notara la mancha de caca. Pero aquello acarreaba un riesgo. Quizas la gente se preocupase y decidiera inspeccionar la herida más de cerca, y entonces notarían el hedor. Tenía que pensar en algo cuanto antes.
De pronto recordó que escondía lejía en la alacena. "Lejia, vieja amiga, no me falles ahora". Corrió como un pato que, al tanto de que un fiero cocodrilo lo acecha bajo las aguas, sale corriendo a tierra y busca un arbusto en el que valerosamente esconderse, olvidándose de que tiene alas con las que volar y que en su zona climática no habitan cocodrilos.
Destapó la lejía con dedos temblorosos. "Un giro más y ya estará listo. Al fin podré borrar esta mancha de caca de una vez por todas. Venga, ahora solo tengo que inclinar el bote 180 grados y esta pesadilla habrá terminado".
Pero justo entonces se desató el desastre. En vez de 180, inclino el bote 190 grados. Grave error. La lejía cayó no sobre su dedo, sino sobre su pene. Se había quitado los pantalones y los canzocillos para poder hurgarse con más gusto en el ojete, y se había echado cal en el glande porque le daba gustito el cosquilleo que le ocasionaba. Cuando la lejía entró en contacto con su glande, el acido se formo.
-Oh no, como duele. Oh dios mio, mi pene se esta quemando. Cruel destino que, en este tan aciago día, me has maldecido con una herida que no pocos hombres considerarían no solo un infierno en sí mismo, sino el peor de los destinos. ¡Ay dios, ahora me esta quemando los testículos! Y es que en cierto sentido la vida de todos se nos va quemando, como este acido está haciendo ahora con mis preciadas gonadas. Nuestra existencia, tan misteriosa como a menudo intransigente, se va disolviendo en océanos de incertidumbre y miseria, con un halo de efímera felicidad entre escasos momentos de ebriedad. Más es cuando la cruel lucidez nos alcanza cuando de verdad entendemos cuan terrible es la realidad. ¡Oh dios, que está pasando ahora?? ¡Oh no, se me esta derritiendo el escroto! ¡Que dolor mas indescriptible! Tan indescriptible como esta realidad en la que tenemos la desgracia de hallarnos. Pues ciertamente, es imposible encontrar palabras para...
Y asi siguió durante horas, hasta que los vecinos llamaron al manicomio informando de que un tarado no los dejaba dormir de tantas chorradas que decía. Lo encontraron con el bote de lejía en las manos, divagando sobre la vida y con el pene totalmente quemado. Mas tarde se dieron cuenta de que habia consumido LSD y mucha marihuana. Su sueño de formar una familia con su novia Elisa desapareció ese día. Se pasó el resto de sus días en el manicomio, castrado y solo.
Moraleja 1: No tomes drogas si no quieres terminar sin polla.
Moraleja 2: No te pongas cal en la polla y luego dejes que le caiga lejía encima.
Moraleja 3: No molestes a tua vecinis con reflexiones emo. A nadie le importa.