15/07/2019 06:08 AM
Interesante idea. Empiezo yo con un Extracto condensado para un Primer Capítulo (novela Ci-fi, con lenguaje explícito) de 800 palabras. Cualquier comentario es bienvenido. Me gustaría saber si hay detalles que vale la pena ampliar o quitar.
Gracias por leerlo.
Borrador Primer Capítulo.
Radón entró en la sala que el copiloto estaba saqueando. A ella no le caía bien aquel tipo. No sabía muy bien por qué, pero lo sentía en las tripas.
Apenas podía ver algo allí dentro, pero sabía que el tipo estaba allí porque lo oía resoplando al fondo de la sala. Miró a lo lejos y lo vio agachado en un oasis de luz azul tras un desorden de módulos electrónicos y bancos de memoria a unos quince metros de distancia. A medida de cruzaba la sala con el contenedor de N2 líquido entre las manos, pisaba chatarra a su alrededor.
Había chatarra por todos lados acechando en la oscuridad. Los cables de fibra de datos colgaban a tiras del techo sobre su cabeza y se le enredaban en el pelo. El capullo estaba destrozando el Nexo. Arrancaba maquinaria del panel de control y la lanzaba sin mirar sobre su espalda. El lugar parecía aún más ruinoso de lo que ya era: una colmena postxeno olvidada de la mano de dios.
Sintió un nudo nervioso en el estómago, un impulso visceral que alimentaba la voluntad de correr hacia el tipo, cogerle la cara entre las manos y gritarle muy cerca: ¿PERO QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO, SUBCERO HAPLOIDE DEL DEMONIO?.
Posiblemente, darle unos cuantos golpes la haría sentirse mejor, pero sabía que hacerlo no compensaría los problemas que tendría con el capitán después.
Por desgracia, al Capitán Jarcia le había parecido bien que aquel tipo se uniera a la tripulación y no se discute con un Genestar de tercera generación a menos que tengas a mano un potenciador de osteocitos para los huesos rotos.
Radón quiso correr pero apenas podía andar sin tropezar con algo. El maldito contenedor que cargaba era tan grande que le obligaba a inclinar la cabeza hacia un lado para poder ver por dónde pisaba. Aún así, tropezó un par de veces antes de llegar hasta el destripado tablero horizontal que debía de controlar los sistemas automáticos de la colmena. Soltó la carga de nitrógeno sobre el tablero con un sonoro golpe a pocos metros del copiloto y giró rápidamente sobre los talones. Si el copiloto se había enterado de que la segunda oficial de abordo estaba allí con él, no dio muestra alguna de ello.
El tipo seguía arrancando electrónica como si no hubiera un mañana.
Radón apoyó la cadera en el tablero de mandos, se metió un mechón de pelo naranja en la boca y cruzó los brazos. Observó el cuerpo agachado a un brazo de distancia frente a ella. Contempló la amplia espalda del tipo dentro del ceñido traje negro de nexopreno. Podía identificar vértebras, tendones y músculos con suficiente precisión como para espolear oscuros pensamientos. Pensó que en esa postura sería sencillo romperle la médula espinal. O quizá algún brazo.
Pero los brazos del tipo eran invisibles dentro de las entrañas del cerebro electrónico, a escasos centímetros de altura del suelo. En ese momento, el tipo le recordó una especie de doctor loco en una prehistórica sala de parto, buscando con ansia un engendro dormido para hacerle ver la luz del mundo tras siglos enteros de oscuridad.
No era una comparación muy alejada de la realidad.
Se sacó el mechón de pelo para hablar, "Tú. subcero. Aquí tienes el nitrógeno," dijo y estudió su reacción.
Pero, para su fastidio, o bien el tipo no entendió el insulto o lo ignoró por completo.
Simplemente respondió sin mirarla, "Ya te he oído llegar."
Radón sintió un súbito aburrimiento por tal falta de atención. Extendió una pierna y empujó la espalda del tipo con el pie para desequilibrarlo, "¡Eh!", le amonestó. "Ya LE he oído llegar, OFICIAL, querrás decir."
El copiloto se giró bruscamente, aún agachado y alzó una extraña mirada hacia ella. Radón creyó leer en sus ojos la tranquila expresión estüpida de quien lucha por resolver un misterio incomprensible. Como si ella fuese un nuevo espécimen humanoide no catalogado sacado de alguna colmena.
Al instante, Radón reparó en los brazos desnudos del copiloto. Los brazos que empleaba para profanar las entrañas electrónicas, como uno de esos tecnomantes dementes.
Tragó amedrentada.
Se acomodó con disimulo cerca del tablero para poner distancia entre ella y aquellos apéndices letales que podían aplastar la corteza de titanio de la matriz de un Nexo.
"¿Por qué tardais tanto?", resonó la voz de Jarcia en el intercom improvisado de la sala.
La oficial aprovechó la ocasión para caminar unos pasos hacia la caja de intercom al otro lado del tablero y salir de la zona de peligro del copiloto.
Se inclinó hacia el micro del comunicador sin apartar la vista del copiloto, "Capitán, ya he llevado el Nitro al Nexo."
"Os doy dos minutos para sacar el núcleo," respondió Jarcia al otro lado de las ondas. "No despertéis a nadie todavía."
Radón sonrió al copiloto. Recorrió en su mente el catálogo de reacciones del capitán que había presenciado en sus tres años a su servicio y confió en poder estar presente en la charla que tendrían Jarcia y el copiloto si este se retrasaba. Quizá le hiciera tragarse el nitrógeno líquido por hacerle esperar.
"Ya lo has oído, haploide. Tienes un minuto.", le dijo al copiloto.
El hombre se giró hacia el agujero excavado en la electrónica y extendió sus apéndices para agarrar el cerebro artificial de la colmena, tras haberle convencido de que estaba a salvo en sus manos.
FIN de capítulo.
Gracias por leerlo.
Borrador Primer Capítulo.
Radón entró en la sala que el copiloto estaba saqueando. A ella no le caía bien aquel tipo. No sabía muy bien por qué, pero lo sentía en las tripas.
Apenas podía ver algo allí dentro, pero sabía que el tipo estaba allí porque lo oía resoplando al fondo de la sala. Miró a lo lejos y lo vio agachado en un oasis de luz azul tras un desorden de módulos electrónicos y bancos de memoria a unos quince metros de distancia. A medida de cruzaba la sala con el contenedor de N2 líquido entre las manos, pisaba chatarra a su alrededor.
Había chatarra por todos lados acechando en la oscuridad. Los cables de fibra de datos colgaban a tiras del techo sobre su cabeza y se le enredaban en el pelo. El capullo estaba destrozando el Nexo. Arrancaba maquinaria del panel de control y la lanzaba sin mirar sobre su espalda. El lugar parecía aún más ruinoso de lo que ya era: una colmena postxeno olvidada de la mano de dios.
Sintió un nudo nervioso en el estómago, un impulso visceral que alimentaba la voluntad de correr hacia el tipo, cogerle la cara entre las manos y gritarle muy cerca: ¿PERO QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO, SUBCERO HAPLOIDE DEL DEMONIO?.
Posiblemente, darle unos cuantos golpes la haría sentirse mejor, pero sabía que hacerlo no compensaría los problemas que tendría con el capitán después.
Por desgracia, al Capitán Jarcia le había parecido bien que aquel tipo se uniera a la tripulación y no se discute con un Genestar de tercera generación a menos que tengas a mano un potenciador de osteocitos para los huesos rotos.
Radón quiso correr pero apenas podía andar sin tropezar con algo. El maldito contenedor que cargaba era tan grande que le obligaba a inclinar la cabeza hacia un lado para poder ver por dónde pisaba. Aún así, tropezó un par de veces antes de llegar hasta el destripado tablero horizontal que debía de controlar los sistemas automáticos de la colmena. Soltó la carga de nitrógeno sobre el tablero con un sonoro golpe a pocos metros del copiloto y giró rápidamente sobre los talones. Si el copiloto se había enterado de que la segunda oficial de abordo estaba allí con él, no dio muestra alguna de ello.
El tipo seguía arrancando electrónica como si no hubiera un mañana.
Radón apoyó la cadera en el tablero de mandos, se metió un mechón de pelo naranja en la boca y cruzó los brazos. Observó el cuerpo agachado a un brazo de distancia frente a ella. Contempló la amplia espalda del tipo dentro del ceñido traje negro de nexopreno. Podía identificar vértebras, tendones y músculos con suficiente precisión como para espolear oscuros pensamientos. Pensó que en esa postura sería sencillo romperle la médula espinal. O quizá algún brazo.
Pero los brazos del tipo eran invisibles dentro de las entrañas del cerebro electrónico, a escasos centímetros de altura del suelo. En ese momento, el tipo le recordó una especie de doctor loco en una prehistórica sala de parto, buscando con ansia un engendro dormido para hacerle ver la luz del mundo tras siglos enteros de oscuridad.
No era una comparación muy alejada de la realidad.
Se sacó el mechón de pelo para hablar, "Tú. subcero. Aquí tienes el nitrógeno," dijo y estudió su reacción.
Pero, para su fastidio, o bien el tipo no entendió el insulto o lo ignoró por completo.
Simplemente respondió sin mirarla, "Ya te he oído llegar."
Radón sintió un súbito aburrimiento por tal falta de atención. Extendió una pierna y empujó la espalda del tipo con el pie para desequilibrarlo, "¡Eh!", le amonestó. "Ya LE he oído llegar, OFICIAL, querrás decir."
El copiloto se giró bruscamente, aún agachado y alzó una extraña mirada hacia ella. Radón creyó leer en sus ojos la tranquila expresión estüpida de quien lucha por resolver un misterio incomprensible. Como si ella fuese un nuevo espécimen humanoide no catalogado sacado de alguna colmena.
Al instante, Radón reparó en los brazos desnudos del copiloto. Los brazos que empleaba para profanar las entrañas electrónicas, como uno de esos tecnomantes dementes.
Tragó amedrentada.
Se acomodó con disimulo cerca del tablero para poner distancia entre ella y aquellos apéndices letales que podían aplastar la corteza de titanio de la matriz de un Nexo.
"¿Por qué tardais tanto?", resonó la voz de Jarcia en el intercom improvisado de la sala.
La oficial aprovechó la ocasión para caminar unos pasos hacia la caja de intercom al otro lado del tablero y salir de la zona de peligro del copiloto.
Se inclinó hacia el micro del comunicador sin apartar la vista del copiloto, "Capitán, ya he llevado el Nitro al Nexo."
"Os doy dos minutos para sacar el núcleo," respondió Jarcia al otro lado de las ondas. "No despertéis a nadie todavía."
Radón sonrió al copiloto. Recorrió en su mente el catálogo de reacciones del capitán que había presenciado en sus tres años a su servicio y confió en poder estar presente en la charla que tendrían Jarcia y el copiloto si este se retrasaba. Quizá le hiciera tragarse el nitrógeno líquido por hacerle esperar.
"Ya lo has oído, haploide. Tienes un minuto.", le dijo al copiloto.
El hombre se giró hacia el agujero excavado en la electrónica y extendió sus apéndices para agarrar el cerebro artificial de la colmena, tras haberle convencido de que estaba a salvo en sus manos.
FIN de capítulo.
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