08/05/2016 07:38 PM
@Fardis2 ante todo muchas gracias por tu comentario, es de agradecer que a uno le descubran que le puedan haber tomado el pelo aunque se te quede cara de tonto , pero ya van tantas veces que uno se acostumbra.
En ningún caso yo pretendo generalizar sobre unas creencias, una cultura ni convertir algo que siempre leí como un relato de ficción en una historia real. Es cierto que pensé que probablemente contenía una considerable cantidad de experiencia personal de la autora, pero en ningún momento pensé que estaba generalizando ni tampoco culpando a un país en concreto, ni tan siquiera a una religión y cultura, más allá de favorecer las condiciones que pueden de alguna manera soportar situaciones como algunas de las que el libro narra.
Luego he vuelto a leer tu comentario, hay muchas cosas en las que no puedo por menos que coincidir contigo.
Pero si me siento en la obligación de comentar algo que está en el trasfondo de mi comentario. No me voy a extender más allá de decir que mi entorno profesional ligado a escuelas en algunos de los barrios con mayor inmigración de Barcelona y por dos familiares directos, maestras vocacionales las dos, a las que considero grandes profesionales y personas, dicen que, sin dudas de ningún tipo, historias parecidas a la del libro, existen en la realidad que me rodea.
Yo reconozco mi escaso conocimiento del mundo islámico, sé que existen sufís, sunnís, chiís, sé que la cultura árabe y la magrebí son dos cosas diferentes y las diferencias más características pero ahí se queda lo que sé, así que si me lo mezclan en un libro por las razones que sean, no será muy difícil hacérmelo tragar. Tampoco sé si los problemas graves son el 5% o el 1% o el 20%, no es que me de igual, pero el porcentaje no es el núcleo de lo que yo pienso.
Los problemas existen, bastantes de las situaciones que el libro describe ya las conocía, mi entorno se enfrenta a ellas cada día. Hay personas que los sufren, así que cuando vuelva a cruzarme por la calle con alguien que me recuerde, muchas veces no hace falta que me recuerden nada, que hay gente que lo pasa mal, mahometano o cristiano o ateo, magrebí o paquistaní o afgano o gitano o subsahariano o descabalgado de nuestro fantástico sistema “liberal” se me va a hacer el nudo en el estómago. Cuanto más viejo me hago más grande es el nudo y la rabia.
Un saludo
En ningún caso yo pretendo generalizar sobre unas creencias, una cultura ni convertir algo que siempre leí como un relato de ficción en una historia real. Es cierto que pensé que probablemente contenía una considerable cantidad de experiencia personal de la autora, pero en ningún momento pensé que estaba generalizando ni tampoco culpando a un país en concreto, ni tan siquiera a una religión y cultura, más allá de favorecer las condiciones que pueden de alguna manera soportar situaciones como algunas de las que el libro narra.
Luego he vuelto a leer tu comentario, hay muchas cosas en las que no puedo por menos que coincidir contigo.
Pero si me siento en la obligación de comentar algo que está en el trasfondo de mi comentario. No me voy a extender más allá de decir que mi entorno profesional ligado a escuelas en algunos de los barrios con mayor inmigración de Barcelona y por dos familiares directos, maestras vocacionales las dos, a las que considero grandes profesionales y personas, dicen que, sin dudas de ningún tipo, historias parecidas a la del libro, existen en la realidad que me rodea.
Yo reconozco mi escaso conocimiento del mundo islámico, sé que existen sufís, sunnís, chiís, sé que la cultura árabe y la magrebí son dos cosas diferentes y las diferencias más características pero ahí se queda lo que sé, así que si me lo mezclan en un libro por las razones que sean, no será muy difícil hacérmelo tragar. Tampoco sé si los problemas graves son el 5% o el 1% o el 20%, no es que me de igual, pero el porcentaje no es el núcleo de lo que yo pienso.
Los problemas existen, bastantes de las situaciones que el libro describe ya las conocía, mi entorno se enfrenta a ellas cada día. Hay personas que los sufren, así que cuando vuelva a cruzarme por la calle con alguien que me recuerde, muchas veces no hace falta que me recuerden nada, que hay gente que lo pasa mal, mahometano o cristiano o ateo, magrebí o paquistaní o afgano o gitano o subsahariano o descabalgado de nuestro fantástico sistema “liberal” se me va a hacer el nudo en el estómago. Cuanto más viejo me hago más grande es el nudo y la rabia.
Un saludo
"Ens mantindrem per sempre més fidels al servei d’aquest poble"
Salvador Espriu