08/08/2016 05:59 PM
Una pequeña presentacion para una historia mayor que estoy escribiendo, ojala les guste:
Prologo: el circulo sagrado y la guerra del falso rey
“Hubo un tiempo en que los magos lo controlaron todo, cuando reemplazaron al guerrero más valiente o al anciano más sabio en lo alto de la jerarquía”
Esos tiempos han pasado, pero en el amplio mundo de Ihbn aun hay reinos o ciudades-estado que son regidos por una magocracia, y de entre todos los casos hablaremos de dos.
En el reino de Dolthea el Sagrado Circulo es la elite que lo gobierna, veintiún magos, un número de poder que es tres veces el número perfecto. Veinte son magos elementales, cinco de cada elemento y el último, el impar, es un practicante de un arte distinto, un alquimista, un síquico, un manipulador de sangre, un mago daonico, un lector de entrañas o de runas, incluso un simple brujo tralvico.
Sus símbolos de autoridad son la túnica blanco, negro y con la estrella multicolor de veintiún puntas en el pecho, junto con un cayado en cuyo extremo superior hay un cristal de agua, sacado del monte donde está enterrado el Faro de los fuegos fatuos, el titán de Dolthea. Ellos han controlado el destino de su reino por seiscientos años, su puesto en el sagrado circulo no es hereditario, no pasa a sus hijos cuando mueren, pero puede ser heredado por un discípulo si este demuestra una habilidad superior…
—¿Has leído este libro? —Le pregunto Zisifhe a su amado.
Cesarius levantó la vista de los papeles y papiros que revisaba, ya era de noche pero en la habitación en la que estaban había suficientes velas para espantar la oscuridad. Zisifhe tenía en sus manos un grueso libro forrado en tela muy desgastada mientras que Cesarius revisaba unos aburridos informes sobre provisiones y el entrenamiento de nuevos reclutas.
—Breve historia del mundo, del erudito Kalion… ¿Tomo IV?
—Tomo III, el IV no lo tenemos.
—Si, lo he leído, es… aburrido, su estilo es muy árido, apagado, además de que mucho de su material lo robó de Dagobertus Skallafade.
—Ojala que el escriba Matheus regrese pronto, me prometió que traería los tomos faltantes y más libros, ya he leído todos los que tenemos aquí —Hizo una mueca de aburrimiento con la boca. Ella era joven, esbelta y con la piel negra, su rostro era bonito, de facciones finas y con la boca grande y de labios gruesos y pulposos, y su cabellera era una abundante mata de rizos oscuros. Hojeó distraídamente el libro hasta que algo llamó su atención.
—Amor mío, aquí se habla de Kapparis: “El equivalente al Sagrado Circulo en el vecino reino era el Consejo de los Siete. Siete es el numero perfecto, siete los grandes monolitos llamados “vertebras” que marcan el lugar donde yace su titán, y siete los archimagos que gobernaron durante siglos a Kapparis, la hija mayor del norte y hermana díscola de Dolthea…”
—Conozco la historia, los siete, el falso rey, la guerra, todo eso, Kalion tiene la habilidad de convertir a sangrientas y gloriosas batallas en aburridas.
Sin embargo Zisifhe continuó leyendo.
“… Su símbolo de autoridad era la túnica azul oscuro con ribetes rojos y el pectoral de las siete estrellas, un disco de electrum con siete piedras preciosas dispuestas en círculo, recolectadas en el valle de la Aurora Eterna…”
Se salto un par de paginas hasta llegar a su parte favorita: “…El año 378 de la fundación del reino Kapparis sufrió una calamidad que no fue más que un pálido preludio de futuros desastres. Una puerta Ewliedana fue abierta en el valle de la Aurora Eterna, aprovechando la intensidad de las corrientes mágicas en aquella zona ardiente, y continuación vomitó a cientos de invasores shariitas.”
“La incursión fue rápida, al estilo de los post-humanos. Bosques enteros fueron talados, miles de cabezas de ganado robadas y varias aldeas fueron quemadas. Y los shariitas volvieron a sus abismos con su valiosa carga de recursos de la superficie, y la puerta se cerró. Pero algo distinto ocurrió esa vez, y es que dejaron atrás a uno de sus sirvientes fríos, aquellos autómatas de hierro y piedra negra que usaban para toda labor, pero en especial para la guerra”
Y aquella creatura fue hallada por Palatinus de la torre obsidiana, uno de los siete, y el estudió sus restos y buscó recrear el arte que permitía dar movimiento al hierro inanimado. Su labor consumió años de su vida, pero al final tuvo éxito, al descubrir una fórmula para animar a seres hechos de roca con una inteligencia limitada e instintos de animal, pero cuya voluntad estaba totalmente dominada por la de Palatinus.
"El los llamo Hijos de la Obsidiana, pues tal era el material que los formaba, y tenían garras cortantes con filo de piedra, pero a la vez eran frágiles y quebradizos. Palatinus compensó esa debilidad creando gran número de ellos, y finalmente estuvo listo para revelar su más grande y secreta ambición: El poder total, o al menos la medida de poder que ostenta un rey.
Y atacó a los otros miembros del consejo, y atacó a sus discípulos, y a quienes les eran fieles. El tenia de su parte a magos corruptos y a capitanes ambiciosos que pusieron tropas a su disposición, y la guerra dominó a Kapparis. Fueron tiempos de sangre y horror, y también de valor y heroísmo. Fueron los tiempos del falso rey."
"Las batallas y demás detalles serán tratados con mayor detalle en el tomo IV (¡Oh, rayos!—pensó Zisifhe) Pero finalmente, luego de años de ensangrentar al reino, la guerra del falso rey terminó cuando un héroe, Marius de la Casa Diome, logró entrar en la impenetrable fortaleza del Colmillo Amatista y llegar a las habitaciones del autoproclamado rey, y allí hundió su legendaria espada Lagrima en el negro corazón de Palatinus, acabando con sus podridas ambiciones y trayendo por fin la paz al reino…”
—¿Marius de Diome? ¿No era Marius de Kallis?
—Depende de a quien le preguntes —respondió Cesarius— Ambas familias se lo han disputado durante siglos, aunque al parecer tenia familiares de ambas Casas (…)
Palatinus trabajando en su laboratorio.
Prologo: el circulo sagrado y la guerra del falso rey
“Hubo un tiempo en que los magos lo controlaron todo, cuando reemplazaron al guerrero más valiente o al anciano más sabio en lo alto de la jerarquía”
Esos tiempos han pasado, pero en el amplio mundo de Ihbn aun hay reinos o ciudades-estado que son regidos por una magocracia, y de entre todos los casos hablaremos de dos.
En el reino de Dolthea el Sagrado Circulo es la elite que lo gobierna, veintiún magos, un número de poder que es tres veces el número perfecto. Veinte son magos elementales, cinco de cada elemento y el último, el impar, es un practicante de un arte distinto, un alquimista, un síquico, un manipulador de sangre, un mago daonico, un lector de entrañas o de runas, incluso un simple brujo tralvico.
Sus símbolos de autoridad son la túnica blanco, negro y con la estrella multicolor de veintiún puntas en el pecho, junto con un cayado en cuyo extremo superior hay un cristal de agua, sacado del monte donde está enterrado el Faro de los fuegos fatuos, el titán de Dolthea. Ellos han controlado el destino de su reino por seiscientos años, su puesto en el sagrado circulo no es hereditario, no pasa a sus hijos cuando mueren, pero puede ser heredado por un discípulo si este demuestra una habilidad superior…
—¿Has leído este libro? —Le pregunto Zisifhe a su amado.
Cesarius levantó la vista de los papeles y papiros que revisaba, ya era de noche pero en la habitación en la que estaban había suficientes velas para espantar la oscuridad. Zisifhe tenía en sus manos un grueso libro forrado en tela muy desgastada mientras que Cesarius revisaba unos aburridos informes sobre provisiones y el entrenamiento de nuevos reclutas.
—Breve historia del mundo, del erudito Kalion… ¿Tomo IV?
—Tomo III, el IV no lo tenemos.
—Si, lo he leído, es… aburrido, su estilo es muy árido, apagado, además de que mucho de su material lo robó de Dagobertus Skallafade.
—Ojala que el escriba Matheus regrese pronto, me prometió que traería los tomos faltantes y más libros, ya he leído todos los que tenemos aquí —Hizo una mueca de aburrimiento con la boca. Ella era joven, esbelta y con la piel negra, su rostro era bonito, de facciones finas y con la boca grande y de labios gruesos y pulposos, y su cabellera era una abundante mata de rizos oscuros. Hojeó distraídamente el libro hasta que algo llamó su atención.
—Amor mío, aquí se habla de Kapparis: “El equivalente al Sagrado Circulo en el vecino reino era el Consejo de los Siete. Siete es el numero perfecto, siete los grandes monolitos llamados “vertebras” que marcan el lugar donde yace su titán, y siete los archimagos que gobernaron durante siglos a Kapparis, la hija mayor del norte y hermana díscola de Dolthea…”
—Conozco la historia, los siete, el falso rey, la guerra, todo eso, Kalion tiene la habilidad de convertir a sangrientas y gloriosas batallas en aburridas.
Sin embargo Zisifhe continuó leyendo.
“… Su símbolo de autoridad era la túnica azul oscuro con ribetes rojos y el pectoral de las siete estrellas, un disco de electrum con siete piedras preciosas dispuestas en círculo, recolectadas en el valle de la Aurora Eterna…”
Se salto un par de paginas hasta llegar a su parte favorita: “…El año 378 de la fundación del reino Kapparis sufrió una calamidad que no fue más que un pálido preludio de futuros desastres. Una puerta Ewliedana fue abierta en el valle de la Aurora Eterna, aprovechando la intensidad de las corrientes mágicas en aquella zona ardiente, y continuación vomitó a cientos de invasores shariitas.”
“La incursión fue rápida, al estilo de los post-humanos. Bosques enteros fueron talados, miles de cabezas de ganado robadas y varias aldeas fueron quemadas. Y los shariitas volvieron a sus abismos con su valiosa carga de recursos de la superficie, y la puerta se cerró. Pero algo distinto ocurrió esa vez, y es que dejaron atrás a uno de sus sirvientes fríos, aquellos autómatas de hierro y piedra negra que usaban para toda labor, pero en especial para la guerra”
Y aquella creatura fue hallada por Palatinus de la torre obsidiana, uno de los siete, y el estudió sus restos y buscó recrear el arte que permitía dar movimiento al hierro inanimado. Su labor consumió años de su vida, pero al final tuvo éxito, al descubrir una fórmula para animar a seres hechos de roca con una inteligencia limitada e instintos de animal, pero cuya voluntad estaba totalmente dominada por la de Palatinus.
"El los llamo Hijos de la Obsidiana, pues tal era el material que los formaba, y tenían garras cortantes con filo de piedra, pero a la vez eran frágiles y quebradizos. Palatinus compensó esa debilidad creando gran número de ellos, y finalmente estuvo listo para revelar su más grande y secreta ambición: El poder total, o al menos la medida de poder que ostenta un rey.
Y atacó a los otros miembros del consejo, y atacó a sus discípulos, y a quienes les eran fieles. El tenia de su parte a magos corruptos y a capitanes ambiciosos que pusieron tropas a su disposición, y la guerra dominó a Kapparis. Fueron tiempos de sangre y horror, y también de valor y heroísmo. Fueron los tiempos del falso rey."
"Las batallas y demás detalles serán tratados con mayor detalle en el tomo IV (¡Oh, rayos!—pensó Zisifhe) Pero finalmente, luego de años de ensangrentar al reino, la guerra del falso rey terminó cuando un héroe, Marius de la Casa Diome, logró entrar en la impenetrable fortaleza del Colmillo Amatista y llegar a las habitaciones del autoproclamado rey, y allí hundió su legendaria espada Lagrima en el negro corazón de Palatinus, acabando con sus podridas ambiciones y trayendo por fin la paz al reino…”
—¿Marius de Diome? ¿No era Marius de Kallis?
—Depende de a quien le preguntes —respondió Cesarius— Ambas familias se lo han disputado durante siglos, aunque al parecer tenia familiares de ambas Casas (…)
Palatinus trabajando en su laboratorio.