11/03/2015 12:54 PM
Diablos, debo ser el único al que no le gusta este escritor .
Creo que fue hace 2 navidades que La voz de las espadas cayó en mis manos y lo leí como pude, porque salvo Glokta y Jezal, los demás personajes me parecían un auténtico pelmazo. La narración desde el primer momento me pareció pobre y los personajes y las situaciones en las que estaban inmersos de lo más previsibles. La manera en que Jezal se enamora de la chica esa morena no puede ser más tópica (le gusta sólo porque es la típica femme fatale que no se rinde a sus encantos), y lo que sucede luego entre ella y su hermano me pareció el intento más burdo y ridículo de intentar sorprender al lector. Por no hablar de uno de los últimos capítulos en el que Logen lucha contra unos matarifes que le persiguen por media ciudad mientras el escritor no deja de deleitarnos con un sinfín de onomatopeyas (¡Aahhh! ¡Uuhhhh!), puede que más de treinta, a lo largo y ancho de todo un puñetero capítulo.
Lo único que le concedo al libro es una más que decente ambientación política, con el Consejo Abierto y el Cerrado como uno de los pocos aciertos del escritor, a parte de los personajes secundarios que acompañaban al Inquisidor Glokta, a los que en mi opinión debería haber dado más protagonismo.
Creo que fue hace 2 navidades que La voz de las espadas cayó en mis manos y lo leí como pude, porque salvo Glokta y Jezal, los demás personajes me parecían un auténtico pelmazo. La narración desde el primer momento me pareció pobre y los personajes y las situaciones en las que estaban inmersos de lo más previsibles. La manera en que Jezal se enamora de la chica esa morena no puede ser más tópica (le gusta sólo porque es la típica femme fatale que no se rinde a sus encantos), y lo que sucede luego entre ella y su hermano me pareció el intento más burdo y ridículo de intentar sorprender al lector. Por no hablar de uno de los últimos capítulos en el que Logen lucha contra unos matarifes que le persiguen por media ciudad mientras el escritor no deja de deleitarnos con un sinfín de onomatopeyas (¡Aahhh! ¡Uuhhhh!), puede que más de treinta, a lo largo y ancho de todo un puñetero capítulo.
Lo único que le concedo al libro es una más que decente ambientación política, con el Consejo Abierto y el Cerrado como uno de los pocos aciertos del escritor, a parte de los personajes secundarios que acompañaban al Inquisidor Glokta, a los que en mi opinión debería haber dado más protagonismo.