12/10/2020 10:41 AM
PARTE 3: Infierno, Mundo y Cielo.
Capítulo 14: El Ancestro.
En la fortaleza, en el salón de las audiencias, los hombres mas cercanos al rey, junto con los pocos sirios estaban reunidos para decidir los acontecimientos de las estrategias que vendrían en la incipiente guerra.
La amplia estancia estaba adornada en las lejanas paredes con estandartes de dos colores, amarillo y rojo. Y una alfombra enorme cubría de manera rectangular desde la entrada al trono.
Los magos humanos, lozanos en su leve magia, pero apasionados estudiosos, decían haber sentido en sus sueños y en premoniciones, la fuerza antigua de un poderoso hombre que despertaba después de siglos en cautiverio en un subterráneo calabozo.
Los líderes de las exploraciones decían haber encontrado la ubicación de un reguardado pero gigantesco castillo – templo, escondido entre los bosques, en la cima de un risco, que los Íosiros mantenían como su más sagrado territorio.
Los sirios, por su parte, explicaban airados que los últimos mensajeros traían noticias de una feroz batalla en los cielos, cuyo objetivo era una de las seis ciudades elevadas, siendo ésta destruida por los Ojos de Íos y su flota.
—En definitiva, las fuerzas enemigas quieren abarcarlo todo, en un voraz intento de conquistar el infierno, el mundo y el cielo. Escuchando a nuestros jóvenes hechiceros y a los exploradores, decidiremos ir en recate de nuestro ancestro. Suponemos que el extraño poder de nuestros enemigos se sustenta en él, nuestro antepasado.
“La defensa de la ciudades del cielo se la dejaremos a los sirios. Sabemos que lograron organizarse en sólo unos minutos, defenderse y destruir una de aquellas tres gigantescas abominaciones. Por su parte están armando una escuadra, vigilando los cielos y buscando con determinación a la flota enemiga antes que se acerque a alguna ciudad”.
“Si logramos hacernos paso hasta el castillo de Belmor, toda la fuerza fanática de los Iósiros caerá como por efecto mariposa. La clave es nuestro ancestro”.
***
Miguel yacía de pie, amarrado entre lienzos que emanaban una difusa luz, con nudos en sus brazos y piernas.
La extraña hechicera de Belmor que lo custodiaba había llenado la estancia de esferas flotantes y transparentes, del tamaño de una palma. Se mantenían en el aire y parecían guardar imágenes y escenas en un raro espectáculo de magia. Miguel sentía que su conciencia se perdía entre esas vivencias, volando de una a otra y sintiendo incontables voces en cada una con sus propias personalidades.
Haciendo un gran esfuerzo, decidió arriesgarse a recordar un poco más de su pasado… para llenarse de poder, pero entonces lo invadía el temor de estar entregándole vida y alma a sus captores al hacerlo.
“¿Dónde estará mi pueblo?”... “¿Cuanto tiempo ha pasado?”
Capítulo 14: El Ancestro.
En la fortaleza, en el salón de las audiencias, los hombres mas cercanos al rey, junto con los pocos sirios estaban reunidos para decidir los acontecimientos de las estrategias que vendrían en la incipiente guerra.
La amplia estancia estaba adornada en las lejanas paredes con estandartes de dos colores, amarillo y rojo. Y una alfombra enorme cubría de manera rectangular desde la entrada al trono.
Los magos humanos, lozanos en su leve magia, pero apasionados estudiosos, decían haber sentido en sus sueños y en premoniciones, la fuerza antigua de un poderoso hombre que despertaba después de siglos en cautiverio en un subterráneo calabozo.
Los líderes de las exploraciones decían haber encontrado la ubicación de un reguardado pero gigantesco castillo – templo, escondido entre los bosques, en la cima de un risco, que los Íosiros mantenían como su más sagrado territorio.
Los sirios, por su parte, explicaban airados que los últimos mensajeros traían noticias de una feroz batalla en los cielos, cuyo objetivo era una de las seis ciudades elevadas, siendo ésta destruida por los Ojos de Íos y su flota.
—En definitiva, las fuerzas enemigas quieren abarcarlo todo, en un voraz intento de conquistar el infierno, el mundo y el cielo. Escuchando a nuestros jóvenes hechiceros y a los exploradores, decidiremos ir en recate de nuestro ancestro. Suponemos que el extraño poder de nuestros enemigos se sustenta en él, nuestro antepasado.
“La defensa de la ciudades del cielo se la dejaremos a los sirios. Sabemos que lograron organizarse en sólo unos minutos, defenderse y destruir una de aquellas tres gigantescas abominaciones. Por su parte están armando una escuadra, vigilando los cielos y buscando con determinación a la flota enemiga antes que se acerque a alguna ciudad”.
“Si logramos hacernos paso hasta el castillo de Belmor, toda la fuerza fanática de los Iósiros caerá como por efecto mariposa. La clave es nuestro ancestro”.
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Miguel yacía de pie, amarrado entre lienzos que emanaban una difusa luz, con nudos en sus brazos y piernas.
La extraña hechicera de Belmor que lo custodiaba había llenado la estancia de esferas flotantes y transparentes, del tamaño de una palma. Se mantenían en el aire y parecían guardar imágenes y escenas en un raro espectáculo de magia. Miguel sentía que su conciencia se perdía entre esas vivencias, volando de una a otra y sintiendo incontables voces en cada una con sus propias personalidades.
Haciendo un gran esfuerzo, decidió arriesgarse a recordar un poco más de su pasado… para llenarse de poder, pero entonces lo invadía el temor de estar entregándole vida y alma a sus captores al hacerlo.
“¿Dónde estará mi pueblo?”... “¿Cuanto tiempo ha pasado?”