18/10/2020 08:43 AM
Nuestras espadas entrechocaron con un ruido metálico. Cuando la visera del yelmo que cubría su rostro desapareció, me enfrenté por primera a la mirada inmortal del caballero demonio.
No pude dejar de pensar en las historias que afirmaban que cuando uno veía sus ojos la muerte le llegaría en segundos.
Eso me desconcertó e hizo que perdiera la ventaja.
Con asombro presencié cómo invocó un puñal ashen, el cual, en un instante, apareció en una de sus manos; sabía que aquella arma era letal, que apenas rozara mi piel el veneno en su hoja paralizaría mis músculos en segundos.
Me aparté de un salto y respiré profundamente. Al percibir mi miedo el caballero rio tras el yelmo que otra vez cubría su rostro.
Aunque sabía que era imposible vencerle, debía intentarlo.
Así mi espada con fuerza y ataqué. Con asombro presencié cómo la suya se transformaba en algo más. Algo vivo que se bifurcó en dos mitades, enroscándose alrededor de mi espada como dos letales serpientes. Sentí que el momento de mi muerte se acercaba, y nuevamente puede ver el rostro del caballero demonio. Su sonrisa despiadada me heló la sangre.
Intenté deshacerme de aquel abrazo mortal, pero fue inútil. Sus tentáculos de acero habían alcanzado mis guanteletes. No pude evitar un gruñido cuando el metal hizo presión sobre mis manos.
Entonces me atrajo hacia él, y lentamente acercó el puñal a mi rostro. En ese momento logré liberar mi mano izquierda, la cual había quedado parcialmente atrapada por su magia. No obstante, varios de mis dedos estaban completamente destrozados. Aun así logré desenvainar mi propia daga.
Tras un movimiento fluido hundí la hoja filosa en su cuello. Sin embargo, él me sorprendió otra vez con su perversa carcajada. Retiré el puñal de su carne, lentamente. El acero, otrora filoso y letal, era ahora algo blando e inofensivo.
Cuando sentí el ardor en mi mejilla fue demasiado tarde. La espada del caballero demonio volvió a su estado natural, y yo me desplomé ahí mismo, incapaz de comprender lo que había pasado.
Mi vista se nubló y mi corazón comenzó a latir más rápido. Curiosamente, mi pensamiento final fue para esa daga que no había logrado penetrar la carne, y sonreí al pensar en mi esposa.
No pude dejar de pensar en las historias que afirmaban que cuando uno veía sus ojos la muerte le llegaría en segundos.
Eso me desconcertó e hizo que perdiera la ventaja.
Con asombro presencié cómo invocó un puñal ashen, el cual, en un instante, apareció en una de sus manos; sabía que aquella arma era letal, que apenas rozara mi piel el veneno en su hoja paralizaría mis músculos en segundos.
Me aparté de un salto y respiré profundamente. Al percibir mi miedo el caballero rio tras el yelmo que otra vez cubría su rostro.
Aunque sabía que era imposible vencerle, debía intentarlo.
Así mi espada con fuerza y ataqué. Con asombro presencié cómo la suya se transformaba en algo más. Algo vivo que se bifurcó en dos mitades, enroscándose alrededor de mi espada como dos letales serpientes. Sentí que el momento de mi muerte se acercaba, y nuevamente puede ver el rostro del caballero demonio. Su sonrisa despiadada me heló la sangre.
Intenté deshacerme de aquel abrazo mortal, pero fue inútil. Sus tentáculos de acero habían alcanzado mis guanteletes. No pude evitar un gruñido cuando el metal hizo presión sobre mis manos.
Entonces me atrajo hacia él, y lentamente acercó el puñal a mi rostro. En ese momento logré liberar mi mano izquierda, la cual había quedado parcialmente atrapada por su magia. No obstante, varios de mis dedos estaban completamente destrozados. Aun así logré desenvainar mi propia daga.
Tras un movimiento fluido hundí la hoja filosa en su cuello. Sin embargo, él me sorprendió otra vez con su perversa carcajada. Retiré el puñal de su carne, lentamente. El acero, otrora filoso y letal, era ahora algo blando e inofensivo.
Cuando sentí el ardor en mi mejilla fue demasiado tarde. La espada del caballero demonio volvió a su estado natural, y yo me desplomé ahí mismo, incapaz de comprender lo que había pasado.
Mi vista se nubló y mi corazón comenzó a latir más rápido. Curiosamente, mi pensamiento final fue para esa daga que no había logrado penetrar la carne, y sonreí al pensar en mi esposa.
«Mueres siendo un héroe... o vives lo suficiente para convertirte en villano»