05/01/2021 01:02 PM
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 05/01/2021 01:45 PM por Joker.)
Sociedad por la Salvaguarda de los Mundos
No es fácil hablar de aquello que se muestra esquivo a nuestro entendimiento, pero trataré de arrancar con un comienzo simple por su forma, pero que advierto, será complejo en su contenido:
Esta historia surge en un lugar mágico y especial para todas las realidades, un reducto para la esperanza, un rincón perdido en el espacio tiempo donde los «socios» velan en secreto por la seguridad de los mundos. Es un lugar al que se accede por invitación y cuyos antiguos fundadores se remontan a periodos antidiluvianos, por lo que el origen y motivaciones de estes entes hace eones que se ha perdido. Sin embargo, la SSM, la Sociedad por la Salvaguarda de los Mundos, se sigue retroalimentando de manera autónoma, sus actuales socios no han dejado de reclutar a individuos con los valores y las habilidades adecuadas… Allende de los mares, allende de los mundos.
Geralt de Rivia se ajustó el peto, suspiró y giró sobre sí mismo una última vez. El ceño fruncido de Yennefer le invitó a sonreírle a la poderosa mujer. Lo expresó con poco más que una mueca desastrosa, pero pareció suficiente para ella, que le asintió con una delicada sonrisa de sus bellos labios. Demonios de mujer, todavía huelo su perfume… benditas lilas y grosellas, se dijo Geralt e inmediatamente miró al frente y cruzó el portal.
Llegó al otro lado con el estomago revuelto. Odio los putos portales, maldijo apretando los labios ante su imagen reflejada en el espejo del lavabo. Atravesó la puerta y caminó hasta llegar a una de las múltiples mesas de la estancia, sus espuelas tintineaban a cada paso sobre la baldosa. Allí esperaban el resto de socios.
—Saludos… ¿es cosa mía o esto ha cambiado un poco? —dijo mientras miraba a las estanterías llenas de libros que rodeaban las mesas centrales.
—El Hogar del Libro se llama ahora, olvídate de la antigua biblioteca llena de polvo, la dueña vendió el negocio a una cadena. Al menos advirtió en el contrato que nos reservaran una mesa. Creo que tú y yo nunca hemos coincidido —dijo un hombre pelo rojo muy vivo y de ojos verdes chispeantes que balanceaba la silla mientras le miraba con una sonrisa encantadora.
—¿Quien es este, Rincewind? —preguntó Geralt.
Rincewind, larguirucho, huesudo y de mirada cansada, suspiró y habló como si un rodillo fuese expulsando cada palabra a medida que apretaba su cuerpo. Geralt respetaba a ese hombre, no era un presuntuoso como muchos otros de los socios… pero al mismo tiempo era algo endeble.
—Es uno de los nuevos, se llama Kvothe —dijo encogiéndose de hombros.
—Se pronuncia «cuouz» —intervino el aludido y añadió guiñando un ojo—, esta vez os lo pasaré por alto.
—¿Estás encantado de haberte conocido verdad? —observó Geralt.
—Ya basta chicos, ¿es que no pueden ustedes llevarse bien?
Geralt decidió hacer caso a la joven muchacha que ocupaba la cabecera de la mesa.
—¿Sabes ya quién nos ha convocado, Hermione?
—Shhhh, silencio —dijo ella haciendo un gesto— un par de mujeres vestidas con extrañas prendas ajustadas y calzado aun más absurdo pasaron por delante de la mesa de la reunión, cuchicheando descaradamente sobre de que extraña fiesta de disfraces habían salido ellos. Finalmente se perdieron entre las estanterías de libros.
—¿En serio estaban juzgando nuestros ropajes? En mi vida he visto doncellas tan mal vestidas —Juzgó Kvothe mientras apoyaba los pies sobre la mesa y se ponía a tocar un viejo laúd. Para sorpresa de Geralt, los sonidos acompañaron a cada acorde en una sucesión armónica, tocaba con dedos ligeros y sutiles que bailaban acariciando las cuerdas en un acto consciente por no romper del todo el sacro silencio de la biblioteca… como si su arte tan solo esperara mecerlo, acompasarlo, honrarlo… pero en definitiva sí, desafiarlo.
Geralt se incorporó hacia el pelirrojo.
—Lo reconozco, eres bueno con ese instrumento, me recuerdas a mi viejo amigo Jaskier; estoy seguro de que os llevarías bien, además los dos sois bastante…
—Vamos, acaba la frase —dijo Kvothe adivinando por dónde iba el comentario y dejando a un lado el laúd.
En ese momento una luz cegadora irrumpió en la habitación. Un hombre ataviado con una túnica, sombrero picudo y una larga barba sonrió socarronamente a todos los presentes.
—Llegas tarde —dijo Rincewind.
—Un mago nunca llega tarde, Rincewind, ni pronto. Llega justo cuando…
—No empieces Gandalf —le cortó Geralt.
—¿Gandalf? Siempre me parece ver a Dumbledore —comentó como para sí Hermione Granger.
Geralt obvió la extraña referencia y se encaró con el viejo mago.
—-¿Dime que tú si sabes por qué estamos aquí esta vez? Empieza a cansarme cruzar portales, y también eso de que la gente me mire con extrañeza, al menos en la antigua biblioteca apenas había clientes.
—Mejor no te digo cómo he llegado yo aquí —dijo Kvothe.
—A mi me gustaría saberlo —dijo Hermione— yo por supuesto, llegué a través de la chimenea con unos pocos polvos flu.
—Yo he llegado a través de una puerta jurada —intervino un hombre vestido de azul militar apoyado sobre unas estanterías que había pasado desapercibido hasta entonces.
—¿Y tú eres?
—Kaladin, para servirles —dijo el hombre poniéndose firme y dejando ver a través de su flequillo una fea cicatriz sobre la frente.
—Joder, vaya panda: un presuntuoso, una listilla, un pusilánime, un viejo senil y ahora un hombre con un palo metido por el culo —dijo Geralt.
—Eh eh, te estás olvidando del gruñón y cínico amargado —añadió Rincewind.
—Tienes razón, también se me olvidaba lo ágil que es tu lengua. Por cierto ¿Has dejado ese raro baúl tuyo atrás, como te pedí la última vez?
—S… sno.
—¿Sno?
—Es complicado —admitió Rincewind visiblemente nervioso.
—¿Cómo de complicado? —insistió Geralt.
—Más complicado que una amante despechada sentada en la misma mesa con tú mujer.
—Pues sí que estamos jodidos —rió Kvothe, pero Rincewind que parecía hablar en serio tan solo se hundió un poco más en su silla.
—Supongo que un polluelo como tú será experto en mujeres —replicó Geralt con ironía.
Kvothe suspiró, y miró con sus vivaces ojos verdes a Geralt sin pestañeo alguno.
—Seguro que más de lo que creería un viejo socarrón como tú. He robado princesas a reyes agónicos, pase la noche con la diosa del amor y ella todavía anhela mi presencia, pero también he amado a una mujer, tanto que por ella escribí canciones que hacen llorar a los bardos.
—Bonita historia para ser inventada, ¿cómo era esa diosa tuya?
—Vestida era el cuadro de un incendio… desnuda era el fuego mismo. Pero un bárbaro como tú jamas podrá entender la realidad que subyace tras la poesía.
Geralt enfureció pero Gandalf interrumpió a tiempo dando un golpetazo con su vara sobre la mesa.
—Tal vez, mis queridos amigos, deberíamos ir tomando asiento, creo que ya estamos casi todos —instó Gandalf y todos los presentes se fueron sentando. Cuando el soldado de azul, Kaladin, pasó por su lado, Gandalf le dio un toquecito cariñoso en el hombro—. Querida, creo que aquí puedes ser tú misma, descubrirás que estos perros solo ladran y apenas muerden.
—Buff, está bien, de acuerdo —un brillo cegador al rededor de Kaladin se fue difuminando, y debajo para sorpresa de Geralt y todos los presentes, estaba una bella muchacha de pelo rojizo y pecas marcadas—. Mi nombre es Shallan Davar, siento lo de la ilusión, no pretendía engañarles, solo trataba de ser… prudente, supongo.
—Yo solo digo que me va a costar distinguiros —dijo Geralt de Rivia mirando primero a Shallan y después Kvothe.
—Sí que eres gracioso ¿sabes?, pero empieza a acabárseme la paciencia —dijo el pelirrojo poniéndose en pie.
—¿Rincewind, por qué los hombres siempre desperdician sus vidas atacando a un brujo armado? Es algo que nunca sabré.
—Un árbol no provoca una tormenta, pero cualquier idiota sabe dónde va a caer el rayo —replicó Kvothe.
Todo el Hogar del Libro oscureció y los ojos de Gandalf se iluminaron mientras su voz profunda se imponía sobre los presentes como un manto de inmensidad:
¡SIÉNTENSE EN LA MESA O VUELVAN DEL POZO POR EL QUE SALIERON Y LÍBRENNOS DE SU ESTUPIDEZ!
Geralt carraspeó y finalmente dirigió su mirada al resto de miembros de la mesa. Kvothe hizo lo mismo y volvió a su sitio, no sin lanzar ciertas miradas afiladas.
—Ahora que todos estamos centrados —continuó Gandalf—, déjenme presentarles a la última adquisición de la Sociedad por la Salvaguarda de los Mundos. Ella es Arya Stark —una muchacha delgada, de semblante serio y rasgos afilados dio un paso al frente con las manos sujetas a la espalda—, solo sé que viene del Este, y que es mucho más de lo que podría aparentar… lo que me recuerda a un viejo hobbit amigo mío —ante las miradas de los presentes Gandalf recondujo la conversación— Esta bien. Granger, ¿quiere hacer el favor de ponernos al día?
Hermione Granger asintió sonriente, como si leer una lista fuese el mayor de los honores. Mientras tanto la pequeña Arya se sentó al lado del propio Geralt, la niña tenía algo que le recordaba a Cirila, lo que le ayudo a sentirse un poco más cómodo sentado entre aquellas gentes y entre aquellos libros.
—Veamos, pera empezar damos la bienvenida a los nuevos miembros: Shallan Davar y Arya Stark —los presentes lanzaron un escueto aplauso en respuesta. Geralt no participó—. En esta ocasión —continuó Granger— cómo la reunión ha sido convocada de urgencia, esta se verá marcada por las ausencias de Moraine Damodred, Anomander Rake, Gavilán, Traspié Hidalgo, Tessia y Elric de Melniboné.
—Una cosa, creo que alguien lo ha preguntado ya, pero ¿quién ha concertado la reunión? —preguntó la joven Arya.
Gandalf sentado en la cabecera de la mesa, hizo un gesto de silencio mientras pasaban un par de clientes, luego habló con una voz sosegada y afable.
—La persona que nos ha convocado es uno de los últimos remanentes mágicos de este mundo. Shallan, vosotros en el vuestro tengo entendido que lo llamáis Investidura.
—Sí sí, la conjunción de las esferas y todo ese rollo —intervino Geralt—. Por favor Gandalf, vete al grano, tengo trabajo, hay unos necrófagos molestando a terratenientes y tengo un contrato en proceso.
—En fin, la persona que nos ha convocado es conocido como Santa Claus, Papa Noel, San Nicolas y por otros tantos nombres. Utiliza su poder anualmente para repartir presentes entre los más jóvenes en una sola noche —ante las caras de incredulidad de los presentes, Gandalf, se asió la barba—. Entiendo que puede parecer poca cosa, pero es una labor que le honra, usa su poder para algo totalmente altruista, por lo que he decidido tener en cuenta su súplica.
—¿Y cuál es su problema? —Inquirió Shallan.
—Pues resulta, que este mundo está sumido en una terrible pandemia —explicó Gandalf— y el mágico anciano se ha infectado y teme contagiar a todos los pobres niños cuando reparta sus regalos. Ha rogado nuestra ayuda para luchar contra la pandemia y curarle a él mismo el mal que le aqueja…
La joven Hermione Granger levantó la mano como un resorte.
—¿Si, Hermione?
—En Hogwarts hemos dado con la cura, y ya la estamos distribuyendo con lo que los muggles llaman 5G.
—¿Se puede fiar uno de ese tal Hogwarts? En la Universidad de Imre todavía lo estan investigando —aportó Kvothe.
—Ya te digo yo que sí, he hecho alguna que otra sustitución en ese colegio —dijo Gandalf—, y por tanto no sabes lo que me alegra oír eso.
—Entonces no tenemos nada más que hacer aquí —dijo Geralt poniéndose en pie.
—Tienes razón viejo amigo —contesto Gandalf—, pero espera a que encontremos a Santa Claus antes… la verdad debería estar aquí desde el principio, ¿alguien le ha visto? ¿Quién fue el primero en llegar?
—Rincewind ya estaba aquí cuando yo llegué —dijo Kvothe encogiéndose de hombros.
Todas las miradas se posaron en Rincewind, cuya tez quedó blanca como el mármol y el sudor empapó su frente.
—¿Rincewind? —preguntaron todos al unísono.
—Yo esto… yo…
—¡Mierda! —dijo Geralt de Rivia— ¿Tiene algo que ver esto con ese maldito cofre tuyo?
—Te juró que le pedí al Equipaje que se quedase atrás esta vez… pe… —tartamudeo Rincewind— pe.. pero es mi Equipaje, me acompaña a todos lados, tenía la esperanza de que esta vez no me siguiese, a veces también se pierde, es una de las leyes fundamentales del universo que los equipajes se pierdan, ¿verdad?, Gandalf díselo tú.
—Creo que lo he encontrado… —dijo Arya señalando a un enorme baúl de madera que llegaba correteando con cientos de minúsculas patas en su base. Lo lamentable fue comprobar cómo de la tapa del baúl cerrado colgaba un gorro rojo con un pompón blanco.
Geralt, Kvothe y Arya desenfundaron sus espadas, Shallan Davar dio un paso al frente y en su mano derecha se condensó de la nada una espada ondulada y larga, con reflejos que la hacían semitransparente.
—¡Quietos! —gritó Ricewind— No podréis hacerle nada, esta hecho con madera de peral sabio, jamas podréis hacerle el más mínimo rasguño. Ademas, me obedece… casi siempre.
—Por favor Rincewind, ¿puedes pedir amablemente al Equipaje que se abra? —pidió Gandalf.
Rincewind tragó saliva y ordenó al Equipaje que se abriera… dentro encontró tan solo unas mudas limpias y la mitad de un gorro rojo de lana con un pompón en la punta.
—Lo siento, pero parece que no volveréis a ver a ese tal Santa —dijo Kvothe enfundando su espada.
—No vamos a cargarnos a ese… ¿cofre endemoniado? —preguntó Shallan.
—Yo no mato seres inteligentes —dijo Geralt guardando también su espada de plata sobre la espalda.
Shallan por su parte descartó su hoja, que desapareció entre la condensación para admiración de los presentes.
—Esto es terrible, no sabéis lo importante que es esta noche para los niños de este mundo —explicó Hermione—. Debemos hacer algo.
—La joven tiene razón —dijo Gandalf—. Debemos sustituir a Santa Claus por una noche, hasta que lo encontremos en aquella que sea la dimensión a la que ese maldito cofre lo ha enviado. ¿Alguien puede conseguirnos unos disfraces rojos con detalles en blanco y gorrillos así de característicos? —dijo señalando al medio gorro recuperado del baúl.
Geralt se sentó de nuevo sobre la silla, apoyó los codos en las rodillas y se llevó las manos a la cabeza, aguantando las lágrimas.
Esto es una idea horrible, una idea denigrante.
Dos horas más tarde, ya en el almacén de Santa Claus y tras haber hecho Hermione una poción multijugos con los pelos encontrados en el medio gorro encontrado, les entregó la pócima a Geralt, Kvothe, Ricewind y se reservó parte para ella misma. Reticentes en un principio, finalmente bebieron la pócima y su aspecto mutó en el de un gordinflón anciano de cara amable y barba blanca. Gandalf tan solo se puso el disfraz e introdujo un cojín en la zona de la barriga. Shallan por su parte absorbió la luz de unas esferas brillantes que portaba y le dio forma a dicha luz hasta crear una ilusión con el aspecto de Santa Claus.
Todos y cada uno de ellos quedaron con una apariencia acorde a la imagen preestablecida del altruista gordinflón, sin embargo había alguien que todavía no había hecho nada para parecérsele.
—¿Tu vas a quedarte así? —preguntó a Arya un Geralt todavía amargado, mientras se tiraba de la ropa interior que se le había metido entre sus ahora voluminosas nalgas.
—No, pero es que ni de broma me tomaré esa mierda. Lo haré, pero me disfrazaré a mi manera, tan solo necesito un… rostro. ¿Alguna idea de dónde podría encontrar a Santa o a un gordinflón que se le parezca?
—¡Vamos insensatos! —gritó Gandalf— no hay tiempo que perder, tenemos que repartir millones de regalos.
Un águila lo recogió a la entrada del almacén. Hermione por su parte se fue volando en círculos montada en una escoba, al parecer el sobrepeso no favorecía su estabilidad. Kvothe se dirigió al exterior y llamó al viento. Ricewind montó en Equipaje y este salió correteando a toda velocidad cargado de regalos en su interior. Shallan había desparecido sin que nadie se enterara. Lo mismo con Arya, ¿dónde demonios se había metido esa muchacha?
Geralt se puso en pie con dificultades, y se llevó la mano a la barriga mientras contemplaba la enorme masa de regalos pendientes de repartir
¡joder, si al menos estuviese aquí Sardinilla!
Esta es la historia real de cómo la SSM salvó la navidad de 2020 y con ello un año que había sido aciago. Los reportes de apariciones de la imagen de Santa dejando regalos fueron habituales esa noche, puesto que nuestros héroes no estaban acostumbrados a realizar semejante labor con discreción. Sin embargo no todo fueron buenas noticias, lamentablemente poco se sabe a día de hoy de qué ocurrirá con las navidades de 2021, puesto que el paradero de Santa Claus tras ser devorado por el Equipaje sigue siendo desconocido… a esto hay que añadir un informe que menciona que el disfraz de Arya en la madrugada del 25 era de una calidad superior al de sus socios. Las fuentes, por perturbador que parezca, indicaban que era notablemente fiel al original.
Firmado: Cronista en colaboración con Jaskier y Hoid.
Posdata: El muy melón de Jaskier quiere hacer un villancico sobre nuestros héroes, comienza con algo de Geralt montado sobre una burra. La verdad, no le veo mucho futuro.