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Reto Final 22: La Ruta - Joker - 26/11/2022

Informe C-24, adjunto al Expediente HOM/12/2019 iniciado por el Negociado Número 7 del Servicio de Criminalística de la Sección de la Policía Nacional de la Provincia de Asturias:

Declaración jurada de Ramón González Reyes, D.N.I: 36936936-A, tomada en referencia al incidente en la ruta Llanes-Oviedo del día 19 de agosto de 2019, a las 12:35 horas del 27 de septiembre de 2019:

“Siempre me ha gustado viajar en transporte público, ya sea en ferrocarril o en autobuses. Es una manía mía, es algo que me encanta desde que tengo uso de razón. Ir en autobús es como entrar en un microcosmos de la sociedad. Un entorno fascinante y vívido para estudiar y teorizar sobre la fauna humana con la que compartimos nuestra vida. Y es mucho más interesante cuando el vehículo está lleno de gente tan diversa y diferente como la que pueblan las rutas a los pueblos de veraneo de la costa asturiana.

Siempre me entretenían esos viajes en la línea Llanes-Oviedo, sobre todo por la extraordinaria diversidad de los viajeros. Desde ancianos habitantes de pueblo que visitaban a sus hijos en la capital, haciéndose acompañar de regalos y recuerdos del pueblo, a veces hasta comida; hasta adolescentes a medio vestir, regresando con sus compañeros y amigas de su primer viaje a la playa fuera del poder de la autoridad paterna, mostrando con orgullo sus cuerpos tersos y morenos, con tops que apenas lograban contener sus pujantes pechos, y pantalones cortos tan exiguos que mostraban gran parte de sus nalgas firmes y bronceadas; también viajaban turistas extranjeros, gentes del norte de Europa tan blanquecinas como vampiros transilvanos, y vestidas con menos ropas que un cazador de cabezas de Borneo, que contemplaban el paisaje como si nunca hubieran visto montes, árboles o vacas; a veces subía algún emigrante, africano o magrebí, rumbo a la ciudad para vender sus humildes mercancías sobre una manta que había contemplado días más prósperos, e incluso familias que regresaban de alguna larga excursión y que no podían permitirse un coche propio. Sí, soy un poco voyeur, un mirón, un cotilla en definitiva, que se le va a hacer.

Todas esas personas y las conversaciones que mantenían eran una de las mejores fuentes de información que uno podía agenciarse, permitían hacerse una idea del pensamiento popular y tomar el pulso a la sociedad, a un coste totalmente irrisorio. Aparte de permitirle a uno ver gratos espectáculos como a alguna rubia nórdica sudorosa en su ropa de gasa semitransparente, o contemplar las largas y bronceadas piernas de una muchacha que descansaba tras un largo día de playa, eso tampoco voy a negarlo, al fin y al cabo, soy humano, una persona normal, como todas los demás, todos lo somos…o lo era, al menos, hasta aquel día.

Lo que voy a narrar es real, sucedió así, por mucho que ustedes lo nieguen, aunque lo pongan en duda o digan que es fruto de nuestras mentes perturbadas, todos los que fuimos en ese autobús vimos y sufrimos lo mismo, por supuesto ustedes pueden suponer que se trata de un caso de alucinación colectiva o de histeria en grupo. No les voy a criticar por ello, si me la hubieran narrado a mí, sin saber lo que ahora sé, tampoco la hubiera creído; es más, hubiera considerado a su autor un depravado cuyo cerebro hubiera sido licuado por alguna droga psicodélica, solo así se explicaría el delirante suceso que nos aconteció a todos. Pero, a pesar de todo, a pesar de su escepticismo, les sugiero que me escuchen, y juzguen por ustedes mismos. Les dejo la libertad de juzgar si esta historia es real o no, si es producto de unos seres enloquecidos, de unos criminales dementes o…de algo peor.

Los acontecimientos narrados tuvieron lugar en agosto de este mismo año, por aquel entonces, había logrado conseguir un trabajo estable, tras pasar diez años de un puesto a otro, de una empresa a otra, en una oficina comarcal sita en Llanes.

Como consecuencia de mi trabajo, todos los viernes debía desplazarme a la capital de la provincia, a la ciudad de Oviedo, para las reuniones en la sede provincial de la empresa, en las que poníamos en común resultados y planificábamos las futuras decisiones de la próxima semana. Como carecía de automóvil, y de licencia de conducir, todos los viernes cogía el autobús que hacía la ruta hasta Oviedo, y fue un viernes de este verano del 2019 cuando nos sucedió aquello, algo que nos perseguirá hasta el día de nuestras muertes.

Era un verano tórrido, el calor y la humedad hacían insoportables los mediodías, que era la hora en la que me dirigía a la estación de autobuses para coger el bus que hacía la ruta de Oviedo, era una línea casi directa, con breves paradas entre Llanes, Ribadesella y Villaviciosa para recoger, o dejar, viajeros. Era una ruta que, en verano, se llenaba de gente, sobre todo turistas y veraneantes ocasionales que aprovechaban para ir a las diferentes playas de la costa asturiana.

Como todos los viernes, llegué a las dos de la tarde a la estación de autobuses, y, como siempre, ya estaban los andenes llenos de viajeros y turistas, esperando a que los diferentes coches se alienaran para cargarlos y llevarlos a sus destinos. Y allí estaba yo, en medio de toda aquella marea humana, esperando en la cola del bus al que me iba a montar.

Afortunadamente, había reservado el billete con antelación, entre las inútiles máquinas expendedoras y la desidia de la taquillera, era casi imposible hacerse con el billete en la propia estación.

El vehículo llegó a su hora y montamos en él; como siempre, era agradable meterse en aquel interior con aire acondicionado en medio de un verano húmedo y tórrido. Creo recordar que entré de los primeros, solo cediendo el paso a una venerable anciana de ropas floridas, que me sonrió ante mi educación. Siempre sido una persona bien educada, y un caballero...bueno, aunque eso no les interese a ustedes, claro.

El autobús inició su marcha en ruta hacia el pueblo de Ribadesella, en una especie de recorrido que le llevaría desde el oriente asturiano hasta el centro de la región. Todo presagiaba otro viaje similar al de todos los viernes.

Mis acompañantes eran los típicos en aquella estación del año, jóvenes veraneantes, trabajadores que regresaban a sus pueblos, jubilados de visita, nada nos hacía suponer lo que se avecinaba.

El bus tenía una parada entre Llanes y Ribadesella, era una parada en un pequeño pueblo de la ruta, en la que apenas subían pasajeros, algún anciano de visita o algún vendedor ambulante, poco más. Pero aquella tarde de viernes todo cambió. En aquella parada solo había una persona, un hombre estrafalario y ridículo a nuestra visión. Era un tipo en la treintena, barbudo, de cabellos negros; pero lo que llamaba la atención era su indumentaria, llevaba una especie de paño gris enrollado en su cuerpo, como si fuera una toalla de playa o una túnica, estaba totalmente descalzo, e iba coronado con una tiara hecha con hojas. Pensábamos que sería algún hippie de última hornada o algún nómada alternativo vegano, de ésos que les da por irse a vivir en plena naturaleza, viviendo en chozas de paja, bebiendo agua de lluvia y comiendo helechos. Lo cierto es que, sin apenas dirigir una mirada al conductor, ni a nosotros, entró en el vehículo y se sentó en el último asiento del autobús, en la parte trasera, lejos de todos; y ninguno volvimos a prestarle atención alguna, mientras el vehículo proseguía su marcha.

Habíamos penetrado en la zona más boscosa de la ruta, la carretera atravesaba un denso bosque cuya sombra hacía más agradable el camino. El calor y el fresco de la sombra provocaba una agradable sensación de amodorramiento. Y entonces, lo recuerdo como si hubiera sucedido hoy mismo, sonó una extraña melodía. Nos giramos y vimos que el viajero estrafalario estaba tocando una especie de pequeña flauta de madera, o un instrumento muy parecido. Sentíamos que tocaba con pasión, era una melodía agitada y exótica, era como el rumor de una música antigua y bárbara, algo que me es difícil de explicarles y que, a la vez, sigue inserta en mi cabeza cual si alguien la hubiera grabado a fuego en mi cerebro.

Y entonces, ¡Dios mío, todavía no puedo creérmelo!, se desató la locura en todo el autobús. Se apoderó de nosotros una especie de frenesí, de delirio, de paranoia…no sé cómo describírselo para que me entiendan. Empezamos a gritar como animales en celo y a despojarnos de nuestras ropas, y nos abalanzamos unos contra otros, acometiéndonos sexualmente. En apenas unos instantes estaba siendo montado por una gorda alemana, cuyos estertores meneaban, de forma mórbida, sus mantecosos, blancos y abultados pechos ante mi rostro sudoroso; enterrándome en carne palpitante, mientras un enjuto y velludo cincuentón me penetraba analmente con un ansia desbordada. Por todo el autobús se había desatado una especie de lujuria animal y salvaje a la que nadie podría dar crédito; un calvo estaba siendo violado por una terna de adolescentes mientras la venerable anciana, que había subido la primera al vehículo, se entretenía haciéndole una felación al conductor, que seguía conduciendo el bus como un poseso. Más allá una negra monumental se abalanzaba, entre estentóreos alaridos, sobre un atlético joven, arrancándole las ropas y tirándose encima de él como una leona cazando. Un grupo de turistas francesas estaban manteniendo una orgía con un gordo inmenso en las sillas más cercanas a la puerta trasera, rodeando su grasiento cuerpo como sanguijuelas pletóricas de lujuria. Y lo peor de todo es que era consciente de la locura que estaba pasando, todos lo éramos creo yo, era como si viésemos desde fuera, desde otro lugar remoto y próximo a la vez, en lo que nos habíamos convertido. En pocos minutos, todos estábamos arrastrándonos desnudos por el suelo, entre sudores, follando y gimiendo como bestias en celo a la luz de la luna.

Mientras aquél misterioso personaje seguía tocando aquella melodía psicótica y delirante, el vehículo proseguía su extraña marcha hacia la locura. Una parte de mi cerebro pensaba que aquello era un sueño, producido por una mala digestión, y que acabaría despertándome, adormilado, en el sofá de mi casa, o en el asiento del autobús. Pero nada de eso sucedió, aquella locura siguió durante un par de minutos más; hasta qué... ¡Dios mío, es demasiado horrible!”

Pausa: El sujeto empieza a manifestar convulsiones histéricas y a emitir sollozos entrecortados que parecen perturbarle. Se le ofrece un vaso de agua con un ansiolítico para calmarle. Tras unos minutos recupera la calma y prosigue con su declaración:

“En un momento dado, el extraño sujeto cambió la melodía. No sé cómo describirlo, pero la música dejó de ser armónica para convertirse en una cacofonía extraña de tonos estridentes y espasmódicos, y… ¡Dios mío, Dios mío!, entonces…entonces…no sé muy bien qué pasó, o qué nos estaba sucediendo, pero la locura que se había apoderado de nosotros nos llevó a un estado alterado totalmente inhumano. En plena orgía frenética se apoderó de nosotros un hambre y un ansia incontenible. Yo seguía montado sobre aquella rubia gorda, y de repente me abalancé sobre uno de sus pechos, mordiendo con un ansia famélica la carne, arrancando trozos sanguinolentos y palpitantes de su cuerpo y tragándolos con voracidad, royendo y mordiendo las partes más tiernas de su cuerpo. Y no era el único, el calvo situado a mi espalda era devorado por aquel trío de adolescentes, una había arrancado sus genitales, y estaba devorándolos con deleite, mientras otra se había abierto paso a dentelladas a través del vientre y tenía sumergida su cabeza en las vísceras del sujeto, deleitándose con las tripas palpitantes de aquel pobre desgraciado, la tercera se ocupaba en arrancarle la lengua con sus dientes, y en engullirla de una sentada. El joven del quinto asiento había arrancado la arteria carótida de la mujer negra, y bebía su sangre con deleite, como si fuera un vino añejo, y, en la parte delantera, la anciana venerable arrancaba jirones de carne de las nalgas del conductor, que mantenía, impasible, la conducción. Más allá, el grupo de turistas se entretenía en repartirse las carnes palpitantes del gordo, del cual solo quedaba una montaña inerte de carne reluciente de carne y sudor. Mientras yo, y un barbudo con pinta de hípster, seguíamos abalanzándonos sobre las carnes de aquella alemana que agonizaba en el suelo. Y lo más aterrador, lo más espeluznante es que todo esto sucedía en silencio, no había gritos de horror, ni alaridos de dolor, todo sucedía en un silencio inquietante interrumpido, únicamente, por aquella música infernal que se había metido en nuestro interior, en nuestras mentes y en nuestras almas, y que se había apoderado de nosotros como si fuera un parásito maligno. Cuando acabé de devorar los pulmones de la turista alemana, tras abrirme paso, con uñas y dientes, a través de la caja torácica, me abalancé sobre uno de los pequeños y delicados pies de las adolescentes vecinas, y comencé a devorar con avidez sus dedos tiernos, sin apenas detenerme para respirar, tan enloquecido me hallaba. ¡¡Qué Dios me perdone!!”

Pausa: El sujeto vuelve a sollozar histéricamente, hasta que logramos calmarle. Prosigue su declaración:

“No sabíamos cuánto tiempo había pasado, ni siquiera podíamos pensar con claridad, como seres humanos, nos habíamos convertido en animales. Nos arrastrábamos desnudos a través del suelo del autobús, un suelo lleno de sangre y vísceras humanas, con hambre y lujuria. El ambiente era irrespirable, olía a sudor y sangre, a carne y heces humanas, todo era repugnante. De pronto, el vehículo se paró, creo que fue a la salida de la autopista, con dirección a Ribadesella, aunque eso también está borroso en mi mente. Y aquel sujeto cesó de tocar su infernal instrumento y, pasando sobre nuestros cuerpos exhaustos, se bajó del vehículo. Ignoro porqué razón el conductor, totalmente desnudo y herido, siguió conduciendo como un zombi alucinado; solo sé que empezamos a recuperar la consciencia de ser nosotros mismos al llegar a la estación de autobuses de Ribadesella; cuando los primeros viajeros que intentaron subirse al vehículo empezaron a chillar y a salir huyendo al ver la espantosa escena que se ofrecía ante sus ojos.

El resto ya lo saben ustedes; vinieron los guardias civiles del cuartel cercano, que nos pusieron bajo arresto y se dedicaron a recoger, como buenamente pudieron, los restos de los viajeros más infortunados. ¡No sé que les habrán dicho a sus pobres familias!.

Sé que se ha dicho por televisión que ha sido una especie de crimen ritual, cometido por una secta, o por un juego de rol; ¡pero les juro que lo que les he narrado es real, no pertenezco a ninguna secta, ni a ningún grupo de rol o frikada similar!; ¡les juro, les prometo, que esto ha sido real, ha sucedido de verdad, deben buscar a ese flautista infernal, no debe haber desaparecido así cómo así! ¡Alguien ha tenido que verlo, les juro que no ha sido un sueño, esto ha sucedido!”

Pausa: El sujeto cae una especie de balbuceo sollozante incoherente, y posteriormente en carcajadas histéricas. Intentamos calmarle, pero intenta escapar. Tienen que venir cuatro agentes para reducirle y llevarle a su celda. El psicólogo que atiende a los acusados confirma que no está en condiciones de proseguir con el interrogatorio.

Adenda al Expediente: Tras revisar las declaraciones de todos los acusados, y tras comprobar que todas repiten la misma versión, se procede a emitir una orden de busca y captura del “flautista desconocido”.

Tras tres semanas de investigación, sin hallarse prueba alguna de su presencia en el vehículo o de su subida a él, ni siquiera de su presencia en la parada, no hay rastro de grabaciones, ni testigos que recuerden haberle visto subirse o bajarse del vehículo en cuestión), ha de concluirse que el resultado de los sucesos referidos al incidente del Directo Llanes-Oviedo, han debido se ser motivados por alguna contaminación alimentaria, o por un extraño caso de histeria colectiva. Se requerirán ulteriores análisis médicos y asistencia psicológica para los sujetos implicados con vistas a aclarar con mayor precisión los sucesos investigados.

Se evitará a toda costa comentar las investigaciones con medios de comunicación o personas ajenas a la investigación, para evitar un mayor pánico social. Cualquiera que viole esta directriz se enfrentará al inicio de un expediente sancionador por revelación de secreto de sumario.



RE: Reto Final 22: La Ruta - Zarono - 28/11/2022

Bueno, esto va rápido; cuarto relato del reto. En este caso una especie de relato de temática de terror rural (o terror folk) que tanto se lleva ahora, con toques de canibalismo gore y algo de Stephen King, o eso me parece percibir. En principio no deja de ser una historia interesante, que empieza con un costumbrismo realista para deslizarse, poco a poco, en una especie de argumento espeluznante salido de una pesadilla. Pero, como crítica, hay que decir que este tipo de narraciones puras (no deja de ser una especie de relato epistolar) acaban siendo mucho menos dinámicas debido a la falta de diálogos entre los personajes...que en este relato no existen, solo tenemos al protagonista contándonos su desgracia.
Aún así no deja de tener un toque siniestro que me hace gracia Big Grin


RE: Reto Final 22: La Ruta - Pafman - 02/12/2022

Bueno pues vamos con el segundo relato!

Hay muchas cosas que decir y muchas de ellas son buenas, aunque, si el autor me lo permite, empezaré por las malas.
El relato se podría dividir en dos partes: el antes y después de la llegada del misterioso flautista. Y también podría ser dividido en dos partes tanto por calidad como por cantidad de errores.

La primera parte es la que se lleva la peor… y aquí me repito… parte.
He visto algunas faltas de puntuación que por momentos me han hecho pensar que este relato fuese mío (pues comparto con el autor ese defecto: siempre me tachan de no saber puntuar bien).

Pongo algunos ejemplos:

Los acontecimientos narrados tuvieron lugar en agosto de este mismo año, (aquí va un punto en lugar de la coma) por aquel entonces, había logrado conseguir un trabajo estable, tras pasar diez años de un puesto a otro, de una empresa a otra, en una oficina comarcal sita en Llanes.
Desde ancianos habitantes de pueblo que visitaban a sus hijos en la capital, haciéndose acompañar de regalos y recuerdos del pueblo, a veces hasta comida; (aquí va una coma en lugar de un punto y coma) hasta adolescentes a medio vestir

Además, creo que el autor se ha entretenido demasiado describiendo la fauna y flora de los viajeros del bus, pues he contado hasta tres veces que se nos señala el tipo de gente que suele viajar en verano en ese trayecto.

Vayamos pues a lo positivo, que es mucho:

• Una caracterización del personaje muy conseguida. Y eso es de las cosas más difíciles de conseguir en un relato. Un diez aquí.
• Una caracterización del entorno rural admirable. No sé si aquí hay de por medio alguna experiencia personal, pero yo me he ubicado muy bien en el contexto de la historia.
• Un punto a favor muy personal: he empatizado mucho con el protagonista, pues yo también soy un gran fanático del transporte público y me encanta observar a todos los viajeros e incluso en el pasado escribir sobre ellos (y a los pibones, a esos también me gusta admirarlos).
• Se lee muy rápido y ameno, la parte descriptiva sexual y salvaje quizás son un poco fuertes y explícitas, pero soy consciente que el autor lo ha hecho con intención y es en parte un aliciente en este relato.
• Y, por último, la segunda parte, desde que llega el flautista: mucho mejor escrita y puntuada.

Personalmente un relato que me ha gustado mucho, pese a darme cosilla. Lo he disfrutado, sobre todo por su ambientación tan conseguida.


RE: Reto Final 22: La Ruta - Celembor - 06/12/2022

Jojo, una orgía seguida de un "tu madre se ha comido a mi perro". Es un interesante relato, de corte cotidiano al principio, que termina en baño de sangre y locura por doquier. De estructura sencilla y clásica, nos lleva de la normalidad a lo extraño e increíble, bien llevado, aunque algo repetitivo en su primera parte.
Solo hay algunas frases que me han sacado de la lectura, por temas de puntuación. Creo que con una lectura en voz alta se pueden encontrar y corregir.
Poco más puedo decir, pues no da pie a ir más allá de lo que nos presenta el autor.

Buen relato, y suerte en el último reto!


RE: Reto Final 22: La Ruta - Krivus - 09/12/2022

Uff, este ha sido el relato más visceral de lo que llevó del reto. Es una historia fluida, fácil de leer y con muy buena ambientación. Me gustan esos relatos en los que lo cotidiano y normal se ve interrumpido de repente por una entidad sobrenatural. Tenemos un misteriosos flautista que controla a las personas con su música y los lleva a cometer actos monstruosos. Debo decir que aunque las partes del gore fueron muy impactantes, las de sexo me incomodaron bastante, aunque eso ya es muy personal. Se nota que el autor quería impactar en esta parte y yo creo que lo ha conseguido ya que no espere que las cosas llegaran tan lejos.
Éxito en el reto.


RE: Reto Final 22: La Ruta - Wherter - 13/12/2022

Pero qué tenemos aquí???? Madre del amor hermoso!!!

Por partes,
la primera parte del relato me ha parecido lenta y repetitiva y la puntuación no me ha convencido, pero cuando ha subido el individuo de la flauta al autobús todo ha sido un frenesí de imágenes, descripciones y acción digna de elogiar.

He de reconocer que me has ganado aunque las escenas de canibalismo son desagradables (con las orgías me hiciste reír). Cuando se consiguen transmitir emociones, sentimientos al lector es porque algo estás haciendo bien y, en este caso, conmigo lo has logrado.

Quizás, solo como cosa subjetiva, para ser el último relato del reto hubiera estado bien una explicación del fenómeno paranormal. Creo que al dejarlo tan abierto desmerece algo tu buen hacer.

Enhorabuena!!!


RE: Reto Final 22: La Ruta - Miles - 15/12/2022

Recuérdame que la Proxima vez que vaya a Asturias no utilice el transporte público...

Fuera bromas, y yendo al meollo del comentario, ha sido un relato con gran capacidad de sorpresa, porque cuando pensaba que estaba ante un relato sexual (además con el narrador voyeur) va y pasa a un relato visceral y canibal. Me ha parecido muy curioso el esquema en forma de ficha policial y funciona porque ayuda a dar verosimilitud a una historia que es bien difícil que uno se crea. Por otro lado, creo que no has estado muy acertado/a con los signos de puntuación, he visto comas donde tenía que haber puntos y comas donde no tenía que haber nada. De todas formas no he visto faltas graves.

En definitiva, una historia curiosa, que sabe sorprender a medida que avanza y que aunque nos deja muchas incógnitas, pienso que en una corrección, puliendo un poco forma, podría quedar redonda. Suerte escritor, y no dejes nunca de subirte a esa línea de metro que conduce a la escritura.


RE: Reto Final 22: La Ruta - Guardián Ciego - 15/12/2022

No podía faltar, es que no podía faltar, un reto no es un reto sin que alguien suba una cosas así xd ¿Será el sospechoso habitual? probablemente, el punto es cerrar de manera elegante y clásica, con su propio sello. xd

En fin, tengo una sola pega seria, y es que el tipo empieza su narración muy tranquilo, dando información innecesaria y casual, sobre sí mismo y sobre la gente de la zona, para después ¡bum! narrar una maldita carnicería. No sé, su suyo es que hubiera esto perturbado desde el principio.
De ahí es más, está entretenido, da risa por no dar asco. Y el retrato de la región está muy bien logrado.
Suerte.


RE: Reto Final 22: La Ruta - JPQueirozPerez - 16/12/2022

Impresión general: El relato me deja sentimientos encontrados; por una parte tenemos una historia de un brujo o demonio con poder de controlar la voluntad ajena, que empieza como una graciosa orgía y acaba como una escabechina, todo narrado de manera excelsa; por la otra parte, es un informe que transcribe lo que cuenta alguien, lo que con el tono que tiene no es que me sacara de la historia, es que nunca me ha permitido meterme del todo.

Aspectos técnicos: Hay un problema con la separación de los puntos suspensivos. También la oración Siempre sido debe ser Siempre he sido.

Por lo demás no he visto más problemas de erratas e incluso las comillas, que lo correcto sería que fueran latinas, aquí tiene más sentido que se usen las inglesas por ser una declaración que se está copiando en un ordenador.

El problema que sí he visto es el señalado del tono. Que en una obra en primera persona el narrador use ese lenguaje te lo compro por mucho que no sea algo que la gente use de forma natural, pero es que aquí, aunque sea un narrador en primera persona, es alguien narrando dicha historia a otra gente, que además resultan ser la policía.

No solo es extraño la elección de palabras y construcciones, sino que no hay pausas en la narración (sin contar dos que están puestas de manera milimetrada) o fallos en el diálogo (entiendo que no recreen un tartamudeo, pero sí lo harían con una frase que el personaje decide refrasear cuando está a la mitad).

Historia: La historia es genial; es simple, directa, nos presentas la situación inicial y sin demasiadas florituras pasamos a la acción, que está lo suficientemente descrita para que podamos imaginar todo sin problemas, e incluso hay un cambio de tono entre la más divertida orgía entre gente que no tiene nada que ver (ni pinta de tener esa clase de encuentros habitualmente) al más escabroso de la matanza. Y aunque ya era de esperar lo que viene luego por como empieza el relato, no hay una sensación de ser demasiado previsible o que lo anterior sea puro relleno.

Aunque en la matanza caníbal hay un par de detalles que me descolocan: si hay algo que he aprendido de Armin Meiwes es que masticar carne humana no es simple, y aquí parece serlo; también está lo de que solo algunos sean devorados mientras que otros no reciben ningún ataque. Puedo entender ambas cosas por el influjo de la magia musical (si puede controlar la voluntad, ¿por qué no dar más fuerza a las mordidas?), pero la parte de que algunos no sea atacados provoca más preguntas si le aplico esta hipótesis (como, ¿por qué unos sí y otros no?).

Mundo: Has logrado pasar la idea de que esto tiene lugar en Asturias sin necesidad de describir muchísimas cosas. No sé si eres el mismo autor de aquel relato de Halloween de los militares en una estación de trenes, pero mientras en aquel tenía la sensación de que era un paisaje genérico que lo mismo era Asturias, que Extremadura, que Massachusetts; aquí me creo que esto ha tenido lugar en Asturias.

Personajes: No sé si se puede decir que hay personajes, porque lo más parecido a uno es el que narra, pero como dije, su manera de narrar lo hace parecer más algo que alguien. Luego está el misterioso flautista que, si bien tampoco parece tener una personalidad más allá de espíritu de la naturaleza destructivo, es interesante su manera tan indiferente de actuar, simplemente llegando, jugando con los pasajero y marchándose como vino.

La temática: ¿Contaría el que empiece como una festividad acabe con muertos como cumplir la temática? La verdad es que no sabría decirlo...

Lo mejor: La manera de narrar (porque ayuda a imaginar los eventos que tienen lugar).

Lo peor: La manera de narrar (porque no cuadra con la transcripción de una declaración).

Destacados: El flautista.

Sugerencias: Una obra formada por diferentes medios (informes, recortes de periódicos, entradas de diarios) de alguien investigando ese flautista me parece que da muchísimo juego.


RE: Reto Final 22: La Ruta - Duncan Idaho - 16/12/2022

La primera parte la siento demasiado larga o tal vez sea una distracción para que la orgía caníbal tenga mayor efecto en el lector, muy buena esa parte, nada como el sexo y la sangre para llamar la atención.

Hay algunas fallas en la descripción de la escena

"En apenas unos instantes estaba siendo montado por una gorda alemana, cuyos estertores meneaban, de forma mórbida, sus mantecosos, blancos y abultados pechos ante mi rostro sudoroso; enterrándome en carne palpitante, mientras un enjuto y velludo cincuentón me penetraba analmente con un ansia desbordada"

Me es difícil imaginarme eso porque no se menciona si están aún en asiento o en el suelo del autobús.

"Yo seguía montado sobre aquella rubia gorda, y de repente me abalancé sobre uno de sus pechos..."

Ahora la escena es contraria pero sigue la misma accion anterior.

"la anciana venerable arrancaba jirones de carne de las nalgas del conductor, que mantenía, impasible, la conducción."

Pero el conductor va sentado.

Aún así está muy bien el relato