Archivo de Fantasitura - Tu comunidad de literatura fantástica y afines

Full Version: Reto Final 22: Lo que habita en aquel tronco muerto
You're currently viewing a stripped down version of our content. View the full version with proper formatting.
Pages: 1 2
Queda poco para que el espíritu solar caliente al mundo con su presencia. Cuando se haga de día, yo seré colgado por ese crimen tan horrendo que cometí, pero antes de ello necesito que me escuches…

¡Escúchame! ¡Escucha mi historia! No soy un monstruo, soy una víctima, y sé que cuando sea juzgado en el otro mundo, seré juzgado como tal, pero no quiero que mi recuerdo quede manchado por este momento.

Todo empezó con un robo, robé una reliquia de un templo que creí abandonado. No lo hice por avaricia, lo hice por necesidad, el hambre me llevó a pecar contra los dioses y robar un viejo relicario.

Sabía que sería juzgado por los dioses, pero no contaba con ninguna baratija con la que hacer un trueque y llevaba días como mendicante, alimentándome de pan duro cuando la diosa de la fortuna se apiadaba de mí. Cuando encontré aquel pequeño santuario ni siquiera contaba ya con símbolos que designaran las deidades a las que estaba dedicado; así que cuando entré para poder pasar una noche bajo techo y vi aquel hermoso relicario, no dudé en llevármelo.

Cuando me quise dar cuenta, estaba escapando de un pueblo furibundo que creía que yo era un blasfemo que odiaba a los dioses. Como no dejaron explicarme, huí, confirmando sus creencias.

Y seguí huyendo hasta llegar a aquel maldito bosque, donde logré darles esquinazo adentrándome más y más en la frondosidad de los árboles. Si hubiera sabido qué me esperaba allí, me hubiera dejado atrapar, porque ningún castigo que aquellos lugareños pudieran aplicarme, se compararía con todo lo que vino luego.

Anduve durante días, siempre mirando por encima de mi hombro, temiendo que en cualquier momento esa furibunda muchedumbre estuviera a punto de atraparme; no sabía dónde ir, no quería volver en mis pasos, pero a decir verdad, no sabía si sería capaz aunque pusiera todo mi empeño en dicha tarea. Fue como si al avanzar un poco en el interior de esa maraña de árboles, estuviera en otro mundo; un mundo de gris, verde y marrón; un mundo muerto.

Los grandes árboles que hacían por momentos de paredes y techos de ese laberinto viviente era lo único que respiraba, no, no te confundas, no habían bestias muertas (al menos no en esos momentos), sino que no había nada más que en algún momento hubiera tenido vida; no habían aves, no habían bestias, no habían insectos… por no haber, no había ni siquiera otro tipo de vegetación. El suelo era un manto de tierra del que aquí y allá asomaban ramas como si los guardianes del lugar estuvieran pretendiendo escapar de esa prisión que se les había impuesto.

Pasé días sin probar una gota de agua; de haber sabido que ese sería mi destino, hubiera bebido de mi propia orina, pero la dejé correr por un tronco como si de una ofrenda al dios de los bosques se tratara; fue al poco de dar esquinazo a mis persecutores.

Cuatro días de vagar sin rumbo y al fin encontré agua; para entonces mi lengua estaba seca y áspera, de haber tenido que comunicarme con alguien habría sido incapaz. Al principio, al escuchar el murmullo de aquel arroyo, aunque supe que no se trataba de ningún animalejo ni, por supuesto, de otros hombres, temí que se tratara de una trampa de mi mente, desesperada por dar un trago por más inmunda que fuera el agua.

Ese arroyo, que era poco más que un hilillo líquido de alguna lluvia reciente, fue como un presente de los dioses. Sentí que perdonaban la afrenta que me había llevado a este punto y que todo fue un trabajo para purgar mi pecado. Me arrojé a un punto en el que se formaba un charco y bebí como si fuera una bestia de carga; tragué ese agua helada que me quemó el pecho y hundí mi rostro todo lo que pude. Cuando saqué mi cara del agua y tras respirar hondo con los ojos cerrados hallé el que era el segundo regalo que me daban los dioses: ante mí en la otra orilla vi tres pequeños hongos de un color algo pálido, casi como si estuvieran cubiertos de piel. No sé si siempre estuvieron ahí o aparecieron cuando cerré los ojos, porque era fácil pasarlos por alto por su tamaño.

Me lancé a agarrarlos y me metí los tres en la boca, tragando casi sin masticar. Su sabor era extraño; no desagradable, simplemente no me era familiar, aunque me recordaba a la carne. Tal vez, si en ese momento no me sintiera tan agradecido hacia los dioses me habría preguntado qué clase de hongos eran esos, pero no lo hice; lo que sí hice fue hacer una pequeña oración hacia los dioses que me estaban cuidando, la hice arrodillado en ese arroyuelo y cuando empezó a oscurecer pasé un condenado frío porque mis calzones seguía mojados.

Pero al menos ya no pasaría hambre, porque tras descubrir esos primeros hongos, y a medida que avanzaba empecé a encontrar más y más, en troncos y en raíces, en raíces y en troncos; era todo un banquete el que me di mientras avanzaba, sabiendo que me estaban dirigiendo a la salida de ese bosque… Entonces me desvié.

Ahora sé que no debí haberlo hecho, pero debes entenderme, llevaba días solo y tras encontrar estos presentes divinos, cuando los vi a lo lejos creí que eran también guías celestiales. Se trataba de un grupo de infantes que caminaban de manera parsimoniosa en la lejanía; a decir verdad, por poco no supe que estaban allí, porque al último de ellos lo vi por el rabillo del ojo y por un instante pensé que mi mente estaba demasiado abotargada; pero no, allí estaban.

Les llamé a gritos pero no se giraron; tratándose de este bosque muerto (porque aunque ahora habían hongos, por lo demás era el mismo laberinto de madera y tierra), supe que no era que no me escucharon, así que o fingieron no hacerlo, o no eran capaces.

¿Podría ser una comitiva de niños muertos? No parecían espectros, pero tampoco había encontrado ninguno antes para asegurar. Seguro que has escuchado sobre esos cuentos de niños que habitan los bosques sirviendo al invierno (mi madre me los contaba antes de fallecer para asustarme y que me portara bien), sin embargo de lo poco que sabía, el bosque que habitaban estaba mucho más al norte.

Aun así decidí acercarme a ellos, con las fuerzas que recuperé gracias al alimento y la bebida, de unas cuantas zancadas los alcancé y agarrando a uno por el hombro lo moví, pero no hizo caso, así que lo intenté con el siguiente, y con el siguiente. Al final decidí ponerme delante de la que precedía a estos tres en la cola y por un momento se quedó quieta, me observó y curiosa, y jamás olvidaré ese rostro, —te aseguro que esto será importante, lo entenderás luego, ya verás—. Esa niña tenía el rostro sucio como si hubiera estado jugando con barro, y su cabello era bastante corto, excepto por una larga trenza que le colgaba del hombro derecho; me sonrío antes de apartarse a un lado para volver a ponerse en la fila, siendo seguida por los tres que iban a la zaga.

Seguí probando de llamar la atención de todos, fuera zarandeándolos, o interponiéndome en su camino, pero ninguno parecía inmutarse de mi presencia, era como si solo esa niña estuviera conectada a este mundo para darse cuenta de que yo existía, y más adelante entendí el motivo.

Al fin llegué al segundo de la fila y fue entonces cuando sentí como si estuviera cayendo en un abismo interminable; el rostro que me observaba (porque esté también se dio cuenta de mi presencia) era el mío. No lo entiendas mal, no era yo, no era quien soy, sino quien fui; ese niño que me devolvía la mirada asustado (fuera por reconocerme, o por la expresión horrorizada de mi propio rostro) era yo cuando no era más que un infante.

Mis dedos se convirtieron en garras que clavé en sus hombros antes de zarandear violentamente.

«¡¿Quién eres?!», grité. «¡¿Quién roba mi rostro?!». No obtuve respuesta excepto por ese yo del pasado boqueando como si fuera un pez que hubieran acabado de sacar del agua. Lo arrojé al suelo y empecé a golpearlo violentamente contra este, y fue entonces cuando el resto de niños se dio cuenta de mi presencia y salieron en desbandada por el bosque, la imagen de este grupo de infantes que no era de este mundo escapando, como si el monstruo fuera yo, me distrajo lo suficiente como para que dejara de agarrar con fuerza a mi otro yo y no le mirara el tiempo necesario para que se escabullera junto a los demás.

Ahora sé que estos niños están relacionados con aquel tronco y lo que en él habita, y siento un pavor indescriptible preguntándome quién lideraba la fila. Yo estaba el segundo, ¿quién podría ir el primero? ¿Qué clase de demonio portaría el espíritu de niños para tentarme y con qué clase de fin avieso?

Sé lo que piensas, lo veo en tu rostro, crees que desvarío o, peor, que intento inventar un cuento para asustar a niños para justificar mi crimen, pero no; falta poco para llegar al punto más importante de la historia.

Tras ese encuentro mis pies no podían soportar mi peso, así que decidí pasar la noche allí mismo, apoyado en uno de los árboles; con el frío calándome los huesos, calándome el alma.

Cuando el bosque estuvo ligeramente iluminado por la poca luz que esos inmóviles guardianes permitían que alcanzara el suelo, me levanté y como guiado por una fuerza superior mis pasos me llevaron en una dirección concreta. Por supuesto que estaba siendo guiado; por aquello que habita en aquel tronco muerto.

La visión del lugar es complicada de explicar para alguien que no la haya vivido. Verás, era un claro en ese bosque; una redonda en cuyo centro se hallaba un tronco viejo y retorcido, completamente muerto, no puedo asegurar qué lo mató en su momento, pero viendo cómo había sido partido por el medio, me jugaría los pocos momentos de vida que me quedan por que la diosa de las tormentas decidió acabar con lo que en algún pasado lejano fue un árbol, y con lo que sea que vive en su interior. Eran unos mil pies desde la linde del bosque hasta ese tronco, y el claro formaba un círculo que no podría haber sido más perfecto si hubiera sido hecho por la mano de hombre.

Y era este círculo lo que mostraba claramente que aquello que vive allí es maligno, porque lo que vi fue a todas las bestias del bosque; por supuesto no pude hallarlas en mi travesía, porque todas se habían congregado aquí.

Las pocas que todavía vivían estaban a punto de desfallecer y unirse a sus compañeras; el millar de pies que me separaba de ese tronco, así como todo el resto del círculo, estaba repleto de cadáveres de bestias de diferentes tamaños; grandes corzos, pequeños lagartos, diminutos pájaros. Si no vi insectos fue porque seguramente cuerpos mayores cubrían los suyos.

Y desde donde estaba hasta el centro la podredumbre iba en aumento; los cuerpos que estaban a mis pies podrían perfectamente haber muerto unos momentos antes de que yo llegara allí, aunque, viendo el poder de ese ente, podrían llevar años muertos y ser esos esqueletos que adornaban los pies del tronco los que habían muerto recientemente.

La visión provocaba tal locura que necesitaba verla bien, así que empecé a recorrer el círculo despacio; intentaba no mirar directamente al tronco, pero la mirada se me iba a ese punto y era como si algo estuviera observándome todo el tiempo, incluso cuando no había ningún resquicio en el tronco por el cual pudiera hacerlo.

Recorrí el círculo despacio; intentaba no mirar directamente al tronco, pero la mirada se me iba a ese punto y aquel ente que reinaba sobre el bosque me devolvía la mirada.

Recorrí el círculo despacio; intentaba no mirar directamente al tronco, pero la mirada se me iba a ese punto y ese portador de destrucción me llamaba.

Recorrí el círculo despacio… Cuando quise darme cuenta llevaba más de una decena de vueltas y, aunque quise detenerme, mis pies siguieron avanzando, siguiendo la curva formada por los cuerpos.

Fue ahí cuando entendí la disposición de los mismos: habían caminado en círculos hasta morir de extenuación. No todos recorrieron el círculo en la misma dirección; alguna bestia parecía encarar a tronco como queriendo acercarse curiosa o enfrentarse a esa entidad con su último aliento; alguna bestia tenía el cuerpo en dirección al bosque, parecía intentar escapar de ahí sin ser capaz, como atrapada por el maléfico poder que guardaba el lugar; también algún que otro cuerpo no parecía apuntar a ningún lado concreto, siendo posible que algún otro animal intentara alimentarse durante su procesión mortuoria. ¿Crees que las aves volaban en círculos alrededor del tronco o recorrían su camino a pie? Tal vez mi espíritu no descanse en paz por este enigma; o tal vez mi espíritu no descanse en paz porque está marcado por aquello que me observaba, como algo de su propiedad.

Intenté detener mis pies pero cada vez me costaba más y también estaba acelerando, al poco tiempo estaba corriendo y entonces escuché una voz. Escuchar no es una palabra adecuada, pero es el único acto que serías capaz de comprender; supe, sin palabras, que aquello que moraba en el tronco quería que me acercara. ¿Para qué? ¿Podía ser que fuera por castigarme por lo que hice a su prole? ¿O acaso yo mismo siempre fui parte de su prole y ahora me quería de regreso?

Para acallar aquella voz recé, recé a gritos, recé durante horas hasta perder la voz, recé a cada dios y a cada diosa cuyo nombre recordaba, recé a dioses sin nombre, recé a mis antepasados, recé a mi madre. Recé.

Y en algún momento mis plegarias fueron escuchadas porque me tropecé con un largo hueso con el que no recordaba haberme cruzado antes. Fue un instante de duda por mi parte, pero más por la de aquel ente, que pareció sorprendido como si jamás le hubiera ocurrido algo semejante. Fue un instante de duda, pero fue lo suficiente para escapar.

Corrí como jamás había corrido nunca; no corrí así huyendo del ejército que asaltó mi hogar, no corrí así huyendo del pueblo furibundo tras robar la reliquia, no corrí así mientras mis pies estaban siendo guiados por ese ser para morir girando en su honor. Corrí, tropecé, caí, me levanté, corrí, tropecé, caí, me levanté; un ciclo que siguió hasta que en una de las caídas me rompí una pierna.

El dolor fue insoportable (todavía me cuesta soportarlo), pero me sentí aliviado porque estaba ante la salida del bosque.

Casi a rastras, avancé por un camino que se encontraba al costado de ese horripilante lugar, y desfallecí ante la primera casa que hallé. Sus moradores fueron amables, así que para agradecérselo les mentí. No les conté lo que había ocurrido en el bosque, ese mismo bosque que avanzaba a la par que el camino y que se hallaba por tras de su hogar, ¿cómo podía hacerlo?

Me dejaron recuperarme allí, pero cada noche despertaba sintiendo que lo que habita en aquel tronco muerto iba a salir del bosque a perseguirme, así que al final decidí seguir avanzando. Les entregué la reliquia, que ellos no reconocieron como la prueba del pecado contra los dioses, y me marché sin mirar atrás, porque temí que de hacerlo, algo me devolvería la mirada.

Y entonces, cojeando, avancé por el camino y llegué a este lugar; parecía un sitio de ensueño, el espíritu solar brillaba en sus calles, llenas de roca sólida, lejos del bosque, con gente, con animales, con plantas, sin árboles, lejos del bosque… ¿Lo entiendes? Ahí no debería haberme ocurrido nada; estaba lejos del bosque, debía estar a salvo.

Pero vi un grupo de niños jugando al lado de una fuente y me vino a la mente el recuerdo de todos aquellos niños del bosque y me asusté. Me acerqué a ellos, porque necesitaba asegurarme de que no eran aquellos, ¿qué haría si fuera así? Lo cierto es que la respuesta llegó pronto.

Ya veo el espíritu solar asomarse, me queda muy poco tiempo y debo acabar mi relato antes de que vengan a buscarme.

Al principio estaba aliviado, porque no reconocí ningún rostro, pero entonces, la vi.

Sí, creo que ya te lo imaginas. Esa niña tenía el rostro sucio como si hubiera estado jugando con barro, y su cabello era bastante corto, excepto por una larga trenza que le colgaba del hombro derecho; me sonrío antes de apartarse a un lado para volver a juntarse a sus amigos y seguir con cualquiera que fuera el juego que estaban jugando. Pero no llegó a hacerlo, porque en cuanto dio un par de pasos agarré su cuello por detrás y apreté.

Noté como se partía bajo mis manos como si se tratara de un montón de ramitas secas, pero seguí apretando; los niños empezaron a berrear, gritaron pidiendo ayuda, lloraron desesperados, pero seguí apretando; varios hombres vinieron a separarme de ese cuerpo ya sin vida, golpeándome con sus manos desnudas o con lo que pudieron agarrar, pero seguí apretando. Tuvieron que cortarme varios dedos de una mano para que al fin consiguieran apartarme de ese cuellito roto, pero seguí apretando.

Mi mano se ha quedado agarrotada en esa posición, y si no hubiera perdido los dedos de la otra, estaría en la misma posición.

Y ahora entiendes, ¿no? ¿Entiendes porque, aunque hice un crimen deleznable, no soy un monstruo? No sé si he acabado con un monstruo que se hace pasar por una niña, o salvé a una niña de un destino cruel, pero soy una víctima de una maldición de un ente oscuro.

Pero no importa, porque ahora ya está muerta y no tengo cómo deshacer mi acto; por eso te he contado mi historia, para que todos sepan la verdad. ¡No quise matar una niña, quise matar a un monstruo! ¡Cuenta a todos mi historia, porque a ti van a creerte!

Porque me crees, ¿no? Necesito morir sabiendo que alguien cree en mi historia, necesito saber que mi muerte no ha sido en vano, necesito saber que la existencia de aquel viejo tronco se conoce.

¿Lo oyes? Ya vienen a por mí, se me ha acabado el tiempo entre los vivos, pero sé que los dioses me juzgaran de manera cabal, verán que mis pecados contra ellos fueron por el hambre y que mis pecados contra los hombres fueron por la maldición.

No sabes cuánto agradezco que hayas confiado en mí para ser el guardián de mi historia. Espero que los dioses guarden tu camino, y tú guárdate de aquel bosque, mas sobre todo guárdate de lo que habita en aquel tronco muerto.
Bueno, no esperaba dos cuentos sobre bosques malditos, así que este me ha hecho pensar mucho en El cuentista. Al mismo tiempo, me recordó a un cuento de Clark Asthon Smith llamado las abominaciones de Yondo. La trama es similar, un criminal que comete un acto profano y para escapar debe cruzar un lugar maldito. La ambientación está bien lograda y las cosas a las que se enfrenta el protagonista son aterradoras, pero sencillas. Me gusta mucho el detalle final de no saber si el relato fue una alucinación por los hongos o si realmente sucedió algo sobrenatural. La idea del ser que vive en el tronco partido por un rayo me gusto mucho y el hecho de no ver a la entidad le suma mucho de ese horror a lo desconocido que tanto me gusta.
Éxito en el reto.
Bueno, otro relato sobre bosques malditos, en este caso con claros tintes lovecraftianos, recuerda a relatos similares de autores del Círculo de Lovecraft como Howard o Ashton Smith, como ha mencionado Krivus. En general la ambientación ha estado bien conseguida, ese bosque lóbrego y siniestro me ha recordado, a ratos, al Bosque Oscuro de la Tierra Media, un paraje primigenio que se impone al personaje hasta hacerlo estremecer. La historia deja un regusto a terror primigenio que no logra despejar la duda de si lo que ha sufrido el personaje es real o producto de una alucinación (producida por los hongos), en todo caso es un relato que atrapa al lector. En ese aspecto felicitar al autor por habernos fascinado con esta ambientación.
En el apartado de críticas, sé que me repito, pero la falta de diálogos a veces lastra el dinamismo de la historia narrada; no sucede en este caso porque la intrigar anima al lector a continuar leyendo, pero, a veces, la acción llega hacerse repetitiva como en el apartado de los círculos de víctimas en torno al Árbol (¿un dios, un demonio?), donde no queda claro el recorrido que realiza el personaje. Aún así tenemos aquí otro relato de terror "rural" (en este caso forestal) para el reto. Suerte a su autor.
Bueno pues vamos con el penúltimo relato que me queda por leer. ¡Y como ha subido el listón hoy!

Empezaré por una nimiedad que me he señalado mientras iba leyendo:

no habían aves, no habían bestias, no habían insectos” – creo que en este caso se usa “había”. Cuando es un verbo impersonal en tercera persona se usa el verbo en singular.

Después de lo cual qué decir: no hay nada más que señalar en cuanto a errores haya encontrado. Todo muy pulcro y trabajado. Un diez aquí.
Solo por hilar fino, antes de pasar a los elogios, te señalo querido autor que quizás has hecho un uso excesivo de los puntos y aparte. Estos deberían ser usado solo cuando se cambia de tercio, cuando el tema cambia por completo. En cambio, en muchos casos has hecho uso de este recurso para seguir hablando de lo mismo.

Dicho lo cual: qué gozada leerte. Cuando uno recorre las palabras de manera tan ágil, gráfica y amena se da mucho que agradecer. Es un relato realmente bien escrito. Pese a no tener diálogos no se hace en ningún momento pesado, todo lo contrario.
Y, por último, la historia en sí: que está muy bien.
Este relato es de mis preferidos justo con otro que acabo de leer. No sé como colocarlos, ¡me gustan tanto los dos!

Ha sido un placer leerte, mucho me temo por última vez. ¡Suerte en el reto!
"Guárdate de lo que habita en aquel tronco muerto" una frase genial y un buen titulo para el relato.

Llevo dos relatos leídos y los dos sobre bosques malditos, pero ambos muy diferentes. En este caso la utilización de la primera persona le da un toque más cercano y vuelve la lectura más ligera. Respecto a la historia en sí, trata de ser un testimonio, hasta cierto punto al menos, de redención. Un hombre roba un relicario por hambre y nos cuenta su evolución hasta un destino trágico a partir de ese punto y hasta llegar al crimen atroz que cometió como una especie de venganza/maldición divina que lo perturbó hasta guiarlo hacia la locura. He echado de menos algo de pistas sobre worldbuilding, detalles sobre esos dioses retorcidos, o sobre la naturaleza de la maldición, fuera de eso es un relato ameno y coherente.

Felicidades autor, te digo lo mismo que al anterior compañero, no pierdas el habito, tienes buena mano para la escritura. Suerte en el reto.
Y empezamos la recta final de los relatos con uno realmente tremendo. A los relatos suelo echarles un vistazo rápido para ver su extensión, si hay diálogos, si está compuesto de manera extraña... lógicamente me llevé una decepción al no haber diálogos y pensé que me iba a resultar algo tedioso, pero nada más lejos de la realidad, la historia me atrapó y la manera de llevarla fue excelente. Me gustó la historia, el ritmo y esa incógnita final que sueltas ahí para que cada uno escoja cuál de las dos opciones nos viene más bien. Siendo un relato de fantasía yo me quedo con la más alocada  Tongue

  No vi excesivos fallos a comentar, algún descuido con las letras:

Mis dedos se convirtieron en garras que clavé en sus hombros antes de zarandear(lo) violentamente.
y el claro formaba un círculo que no podría haber sido más perfecto si hubiera sido hecho por la mano de(l) hombre.


  Algunas preposiciones equivocadas:

no sabía dónde ir, no quería volver en (sobre)mis pasos

  Unas conjunciones que, a mi manera de ver, no deben ponerse:

y por un momento se quedó quieta, me observó y curiosa, y jamás olvidaré ese rostro,

  Minucias que no afean tu buen hacer. De momento el relato que más me ha atrapado, a ver los tres que me quedan....

  Suerte!!!
Ya casi acabamos y ya hemos visto casi todas las herramientas narrativas. Aquí tenemos la clásica confesión antes de morir ejecutado. Esto suele tener sus pros y sus contras.

Para empezar, es una confesión antes de morir bastante conseguida, lleva la cadencia de alguien que relata algo increíble a la carrera con la espinita de que su interlocutor puede no creerle una palabra. Se nota también que bien podemos estar escuchando a alguien que tuvo contacto con el mal sobrenatural o simplemente con un loco, y la gracia está en que no hay manera segura de saberlo.

Los contras son los contras propios de escuchar la confesión de un pobre diablo hablando a la carrera antes de morir de algo que no comprende. Es una larga cadena narrativa sin más apoyo que las constantes súplicas del narrador por que creamos en él. El lector sigue adelante únicamente por el deseo de saber al final cuál será el desenlace elegido. No es del todo ameno.
Por último es imperdonable que no desveles tan sólo un poco qué rayos pasa en ese bosque. Ya sé que el sujeto en cuestión no tiene idea, pero tú sí, autor, y nos has arrebatado la posibilidad de entenderlo. Te odio xd.

En fin, un relato que dará su lucha en las votaciones finales. Suerte.
Terminamos con el relato de un condenado, en cuyos últimos instantes nos cuenta su versión de los hechos. Este tipo de relatos me gustan especialmente, porque lo que cuenta el personaje puede ser una distorsión de lo ocurrido, su propia interpretación.
Me ha mantenido atento su argumento y el hilo conductor, la ambientación, etc. Está muy logrado en ese aspecto. Solo hay una cosa que no me ha gustado, y es que pase varios días sin beber (ni comer), caminando por el bosque. No hay persona que aguante eso. Si en vez de varios días son dos, logramos el mismo efecto y no caemos en una incoherencia.
Por todo lo demás, muy bien!
Impresión general: La historia me ha recordado a algunos relatos de Rampo Edogawa, pero aplicado a un universo fantástico. Me gusta ese trabajo de obsesión con un elemento concreto y el uso de las repeticiones como forma de mostrar dicha obsesión.

Aspectos técnicos: Cuando pones que del suelo asomaban ramas, se supone que deberían ser raíces. El sonrío del encuentro con la niña debe ser sonrió.

Por lo demás no he encontrado otros errores.

Historia: La historia es bastante simple, de hecho si no fuera por la descripción del narrador, es incluso demasiado simple: ir de lugar A a lugar B, de ahí a lugar C...

Aun así, como digo, está la descripción del narrador, que convierte algo muy básico en algo interesante a la par que intrigante, que te deja con ganas de querer saber más sobre el destino del protagonista y porque de un bosque maldito acaba a punto de ser ajusticiado por algún crimen.

Mundo: No llegamos a profundizar en el mundo; se deja intrínseco que es un gran mundo con muchos elementos fantásticos, con algunas referencias como esos otros niños del bosque mencionados, y también los diferentes dioses, pero nos centramos en exclusiva en el bosque.

En este caso es un mundo bastante básico que, aunque con un ambiente claustrofóbico por ser un laberinto de madera en el que el protagonista está absolutamente solo, gira en torno al tronco que da título a la obra (no pun intended); haciendo así de este más un complemento o una extensión de dicho tronco y su habitante, que un lugar.

Personajes: Podemos considerar que hay dos grandes personajes; del protagonista no llegamos a saber mucho, pero al final lo importante es qué siente ante lo que vive, y eso lo llegamos a saber perfectamente.

El otro sería el habitante del tronco, que aunque ni siquiera llegamos a estar seguros de que exista, siempre está a lo largo del relato como una fuerza invisible que guía y estorba al protagonista con sus acciones (o falta de ellas).

La temática: Es otra obra más sobre la muerte de un personaje, con lo que en ese sentido se cumple, además hay alguna referencia que he visto que podría contar a eventos del foro.

Lo mejor: La manera de construir la historia haciendo que pueda ser tanto un elemento sobrenatural como simple locura.

Lo peor: El paso entre lo mundano de ser perseguido por una muchedumbre a hallarse ante elementos sobrenaturales (o alucinaciones) parece algo artificial.

Destacados: La manera de narrar la desesperación de protagonista.

Sugerencias: Otras obras que tengan lugar en ese mundo, si es posible tocando ese elemento del tronco y su habitante.
Un relato algo denso, no es tan fácil de leer. ¿Estamos ante un sentenciado a muerte cuya aventura en un bosque maldito estaba solo en su mente producto de los hongos?

No se me ocurre alguna cosa que no haya dicho, una que otra incoherencias, un errorcillo aquí y acullá y nada más.

Es un buen relato
Pages: 1 2