12/09/2016 08:05 PM
Bueno, de nuevo por aquí para dejar el segundo capítulo. Agradezco a los que le han dado click y echado un ojo a mi historia.
En las afueras de la ciudad Del Comienzo, una revuelta había comenzado en la fábrica Fucus. Los pasillos estuvieran en completa oscuridad si no fuera porque las luces de emergencia estaban en funcionamiento dejando ver un poco el interior de las instalaciones. En uno de los muchos pasillos, un joven corría desesperadamente, él había desactivado las luces y el código de seguridad, pero aun así lo habían descubierto y en este momento un MR tipo 3 lo perseguía sin que pudiera escapar de sus seis ojos que lo mantenían en la mira. La máquina tenía la estructura de un canino y su color era el del metal, un gris opaco. Ese modelo poseía tres cabezas finas que se conectaban al cuerpo con cuellos largos. Llevaba la orden de capturarlo a él, el nombre de ese joven era Neón, quien de haber sido ayudante de su amo, ahora era un desertor una vez descubrió las verdaderas intenciones de la fábrica Fucus.
—¿Cómo te atreves a traicionar a nuestro amo Klaus? —el joven escuchó desde un comunicador que tenía en su oído la voz furiosa de quien fue su compañero, Norez—. Te creía más inteligente, pero me doy cuenta que no lo eres. ¡No seas imprudente e insolente! Debes lealtad a tu soberano amo…
«No, no tengo porque» pensó Neón moviéndose entre las penumbras de la fábrica, buscando una eficaz ruta de de escape.
—Se a donde te diriges, mocoso —Neón continuaba escuchando a la persona a Norez—. Tienes dos opciones: Si vas a la sala principal, serás atrapado inmediatamente por los MR, pero si intentas escapar ahora, tendrás una posibilidad de escapar. ¿Qué harás?
Aunque aquellas palabras sonaban una amenaza, su interlocutor tenía mucha razón. Quizá si él intentaba escapar en ese instante podría salir. Sin embargo, se la jugaría, y por ello perdiéndose por un momento de la mirada del MR se adentró a la habitación donde se encontraban las computadoras principales, éstas se encargaban de recibir toda documentación de los proyectos de la empresa. Se acercó a la computadora madre al momento que sacaba de la parte trasera de su oído izquierdo un cable que vinculaba un USB que a su vez conectaba a su memoria. Introdujo el cable a la computadora y comenzó a leer toda la información que guardaba la misma, no obstante, debido a que el MR estaba pisándole los talones y faltaba segundos para que entrara a la habitación, Neón desistió de leer toda la documentación para solo guardarla en su memoria sin reparar a leer y todo hacia todo eso mientras echaba un vistazo a la puerta de vez en cuando hasta que vio al robot entrar. Asustado al ver como el MR se aventaba hacia él.
Al verse en aprietos, Neón desconectó el cable de la computadora para hacerse a un lado y esquivar el ataque de la máquina, que chocó con el ordenador casi destruyéndola y eso le hizo saber lo afortunado que fue esquivando el golpe. En el último segundo, el joven logró pasar toda la información de la computadora madre a su memoria borrando todo a su paso de la misma, con la intención de evitar que los bocetos permanecieran allí y el proyecto continuara.
Ni lerdo ni perezoso, Neón se dirigió al fondo de la habitación, pues allí había un pasadizo secreto. Al acercarse y tratar de abrir la puerta del susodicho, se dio cuenta que se encontraba sellada, pues se había bloqueado automáticamente debido a la falta de la energía principal. Jaspeado, dio media vuelta al escuchar como el MR se detuvo cerca de él, mirándolo con sus ojos azules y Neón pudo verse reflejado en ellos. Estando consciente que por ello era observado. Un movimiento en falso podía significar ser capturado y a como diera lugar debía salir de allí con los archivos.
—Estás acorralado. No tendré compasión alguna —de su garganta salió una carcajada maliciosa—. Los traidores deben morir.
Norez era un pesado, solo se la mantenía hablando y hablando, sus voz le irritaba. El joven agarró el intercomunicador y lo arrojó al piso y lo pisó para que no pudieran rastrear su localización mientras lentamente y sin dejar de prestar atención a los posibles movimientos de la máquina, llevó su mano para llegar a la bolsa de su pantalón con la intención de sacar la bomba que generaba corriente; su plan era arrojársela y huir cuando el robot sufriera una descarga eléctrica porque esa descarga eléctrica lo privaría de sus movimientos por un corto tiempo. Su plan habría funcionado de no ser porque el canino mecánico anticipó sus movimientos atacándolo con su cabeza de en medio, mas el joven, esperando esa reacción, saltó en el preciso momento del ataque y antes de que la boca lo pudiera tomar, él se trepó sobre la cabeza impulsándose con los pies y así alcanzar la puerta por la que entró. No obstante, la cabeza del MR que quedó a su lado izquierdo entró en acción y lo tomó del brazo arrojándolo con fuerza hasta el otro extremo de la habitación, provocando que el joven golpeara contra la pared y emitiera un agudo grito de dolor.
A pesar del terrible dolor que sintió, Neón comenzó a ver lo que se encontraba a su alrededor, ya que cada segundo contaba, cada segundo determinaba si salía victorioso o no de esa batalla. Tan solo vio una gran mesa frente a él y a sus lados, regadas en el suelo, piezas de metal que utilizaban como pruebas o partes de otros artefactos. Por debajo de la mesa pudo ver como el MR se acercaba con la intención de estirar uno de sus cuellos y tomarlo; pensó en algo, se deslizó debajo de la mesa colocando los pies sobre la tabla por el lado interno y dando un fuerte impulso hacia arriba, la derribó, provocando que la cabeza del canino mecánico colisionara contra la mesa con tal fuerza que la mesa se aboyó.
Sin esperar un segundo más, Neón cogió un par de trozos de metal y levantándose se mostró al robot. Las cabezas libres del MR embistieron al joven, pero hallándose preparado, él usó las piezas como escudos. El momento de huir llegó cuando por unos segundos, desubicó a la máquina, saliendo de la sala a toda velocidad corrió por los pasillos. Siguió corriendo sin temor a perderse porque tenía cada ruta de escape en su memoria y sabía por dónde correr. Fácilmente podía huir de los MR, pero si le enviaban a los RV, que eran robots especializados en la lucha, le sería mucho más difícil lidiar con ellos.
—Izquierda... derecha... derecha —decía para si mismo cada vez que daba vuelta—. Izquier...
Se detuvo drásticamente al percibir a otro MR del tipo uno, los que eran parecidos a los tres pero con la diferencia de que solo contaban con una cabeza, muy cerca de allí. Decidió desviarse y usar otra ruta que para su sorpresa se volvió a detener pero a diferencia de la anterior vez, se agachó en el preciso momento en que la garra de un MR atravesó la pared. La sorpresa del ataque no lo detuvo e irguiéndose para continuar por otro camino, evitando a toda costa tener contacto con ellos.
Él retrocedía algunas zonas al notar que algunos buscadores lo esperaban para emboscarlo, de esta manera, poco a poco las posibles rutas de escape fueron invadidas o bloqueadas por MR, así que optó por su último recurso: ir a la cima de la fábrica, por lo tanto, comenzó a subir las gradas sin detener o disminuir su paso y mucho menos ahora que los buscadores le pisaban los talones, y la tensión combinada con el miedo empezaba a crecer en su interior cada vez que escuchaba las patas robóticas chocar contra el metal del piso, lo que le producía un desgarre interno. Al llegar arriba, no pudo evitar que su interior se regocijara al ver la puerta de salida, solo faltaba poco.
Desafortunadamente se encontraba bloqueada, no obstante, como no tenía otra opción, debía conectarse a ésta para desbloquearla lo más rápido posible. Concentrado en lo que hacía, no sintió al robot que se encontraba atrás, pudo darse cuenta de él cuándo vio una garra metálica del tamaño de su cabeza perforar la puerta a escasos centímetros de distancia, el joven se giró mirando a un robot en forma de araña, que lo miraba fijamente con sus miles de ojos que hacían la función de focos, su cola salía detrás de su cuerpo y esta era como una cola de alacrán, el robot tomó sin dificultad parte de la puerta y la arrancó. Neón, al ver la oportunidad y sin perder más tiempo en los ojos hipnotizantes de la araña-robot, corrió fuera por la abertura de la puerta.
No se detuvo sino hasta llegar al borde del techo, donde miró hacia abajo. Su ojo derecho no vio fin y su izquierdo calculó la altura. Una parte de él le dijo que debía retirarse y la otra que siguiera. Decidió dar media vuelta para regresar adentro de la fábrica y así poder usar o crear alguna otra ruta, pero se llevó la sorpresa de que ya se encontraba acorralado por varios MR, la única entrada estaba siendo bloqueada por ellos.
Exhausto y respirando con dificultad, se limitó a pasar su mirada a cada robot por unos segundos, y por primera vez, desde hacía mucho tiempo, no tuvo respuesta; su computadora no tenía solución y su cerebro tampoco tenía ideas. Se encontraba en una situación complicada, se sintió acorralado como una rata de laboratorio. Analizó las posibilidades de poder esquivar o engañar a las máquinas para adentrarse a la fábrica y escapar por otro lado; cada una de éstas eran menores a un uno por ciento de éxito.
Una daba el veinticinco por ciento de éxito.
Con lentitud, para no presionar a los MR a atacarlo, ya que ellos solo lo atacarían si les daba una razón para hacerlo, por el momento, el joven no les era una amenaza, dio un par de pasos hacía atrás entretanto los MR daban uno hacia adelante y así hizo Neón, deteniéndose hasta que su pie derecho sintió el vacío, había llegado al borde. Giró su cabeza un poco visualizando a lo lejos una ciudad. Su corazón latió el doble al pensar en lo que iba a hacer. Cerró los ojos con fuerza y tragando saliva con dificultad y con aparente calma, inhaló aire para llenar sus pulmones y cuando exhaló el aire, se arrojó.
Fue ese momento en que los robots se movieron, su prioridad era traerlo a su jefe, a su dueño, pero una vez que se asomaron por el borde, Neón se había perdido de su radar visual. Ingresaron apresuradamente a la fábrica para seguirlo, pues su prioridad era cumplir con las órdenes dadas.
Los tres superiores de la asamblea de Consejo se encontraban ya reunidos en la sala de juntas privada, sentados cada quien en su respectivo lugar y esperando a que el dueño de corporación Fucus se presentara, mirando incontable veces la hora ya que ante sus ojos, aun a pesar de que no daban la hora en la que se estableció la reunión, Belirio estaba tardando demasiado y para su infortunio, Belirio cruzó la puerta cinco minutos después de la hora establecida.
—Siento la tardanza, señores, se me presentó algo de improviso —hizo saber el dueño al momento que desabrochaba el botón del saco y tomaba asiento en la cabecera de la mesa rectangular, quedando dos superiores a su derecha y el otro a su izquierda.
Uno de ellos, el de la izquierda, se adelantó al mostrándole en una Pantalla un contrato que debía firmar. El rubio simplemente escaneó el documento y dirigiéndose a la linea negra inferior de la hoja, se dispuso a dejar su firma, agarró la stylus pen, pero antes de que la herramienta tocara la pantalla fue detenido por el consejero Coleman.
—¿Lo firmara así como así? ¿No va a preguntar de que se trata el documento?
—¿No le preocupa que sea un documento para quedarnos con la empresa? —cuestionó uno indignado ante la irresponsabilidad de Bel para leer detenidamente un documento importante.
—No creo que sean tan tontos como para embaucarme —fue la respuesta del dueño.
Ante las miradas de los hombres, Belirio bajó la pluma táctil para diriguir su vista específicamente a Coleman:
—Dígame, ¿de qué trata?
—Es la renuncia de uno de nuestros patrocinadores... —Coleman guardó silencio al ver con gran sorpresa como Bel firmaba sin pestañear e informar:
—Bueno, si quiere retirarse que lo haga, no veo un problema en ello.
Esas cínicas palabras molestaron tanto a Coleman como a los otros dos. Era bien sabido que quienes generaban la mayor parte de ingresos monetarios a la corporación Fucus eran los patrocinadores. Si uno de ellos se iba, evidentemente, parte del dinero también. Lo que más les molestaba a los consejeros del nuevo dueño era el descaro y desinterés que mostraba al negocio que con tanto esfuerzo su predecesor alcanzo.
—Belirio —llamó la atención Coleman, intentando mostrarse tranquilo—, mis colegas y yo sabemos que usted nunca recibió la educación para el pesado cargo que es administrar una empresa. Y al reusarse a que nosotros fuéramos los que nos encargaríamos de eso. De nuevo le pedimos que por lo menos siga nuestros consejos. Nosotros estamos aquí para aconsejarle. La economía de la empresa está descendiendo abrumadoramente estos últimos cinco años.
—Nos estamos preocupando —continuó otro—. La producción de mercancía esta bajando y la demanda de otros países está en incremento, y todo desde que despidió al sesenta y cuatro por ciento de los trabajadores de la fábrica. La tardía fabricación de nuestros productos está asustado tanto a nuestros patrocinadores como a nuestros compradores —mediante un holograma le mostró la gráfica de ingresos, demostrándole gráficamente la perdida millonaria que estaba sufriendo corporación Fucus—. Si seguimos de esta forma perderemos clientela y llegaremos a la ruina.
—No se preocupen —dijo Bel—, lo único que muestra esa gráfica son número. Con lo que la empresa sacará al mercado en un par de días más, hará que la empresa salga a flote y hasta duplicaremos las ganancias perdidas hasta ahora. Muchos patrocinadores desearan trabajar con nosotros.
Coleman y los otros dos miraron al hombre. No sabían de donde sacaba esa confianza en el supuesto nuevo producto, además de no tenían ni una misera idea de que trataba ese «nuevo» producto, ante sus ojos y oídos, Belirio no tenía ni idea de lo que ese boceto en realidad significaba. Sin contar que no veían progreso de ningún lado. Hasta ahora era que lamentaban la perdida del magnate señor Fucus; el padre del ahora dueño si fue uno de los más grandes en los negocios. E intentarían convencer a su nuevo jefe de que su administración era pésimo y que para el bien de la empresa debían tomar otras medidas, sino fuera porque sonó el teléfono de la sala y Belirio lo contestó, de nuevo era la secretaria quien le acordó:
—Señor Belirio, le recuerdo que hoy va a dar una conferencia a los medios. Los periodistas están llegando y solicitan de su presencia.
Y aunque más desganado que con ganas respondió que ahora saldría. A pesar que no le gustaba hacer conferencias, prefería eso a seguir con estos tres hombres que desde que comenzó a trabajar allí han estado sobre él, escuchándolos decir una y otra vez que ellos deberían ser los que administraran el negocio y que él solo diera autorización y firmara los documentos importantes. Al terminar la llamada, Bel se levantó del asiento y mirando las frías miradas de los consejeros, les informó:
—Si me permiten, me retiro por hoy. Tengo otras cosas que hacer.
En la universidad de ESER, el profesor de ciencia de las tecnologías salió del salón al que asistía Evarista. Después de que una clase terminaba, se daban unos cinco minutos antes de que el otro profesor entrara a impartir su clase. Eva se encontraba sentada en medio de sus dos amigas, Blanca y Naira, quienes lo primero que hicieron una vez el profesor dejó el salón, fue platicar entre ellas Por otra parte, la castaña decidió buscar en su computadora lo último que vieron de la próxima clase, haciéndose un reencuentro de lo dado; no evitaba reír cuando escuchaba de sus compañeras algo que le hacía gracia. Sus dos amigas eran muy dramáticas y esa actitud siempre la hacia reír.
—Vamos, Eva, cuéntanos, ¿hay alguien que te interese? —inquirió con tono picaron Blanca, quien se encontraba al lado derecho de ella.
—¿Interesarme, de qué manera? —se hizo la que no sabía.
—No te hagas —soltó Naira colocando su brazo alrededor del cuello de su amiga—. Amorosamente, claro está.
—No, aún no.
—Deberías salir con algún chico —mencionó Blanca—. Deberías dejar de visitar a Calomela, siempre estas con él. Deberías salir con un chico de verdad…
—Deberías, deberías, deberías —repitió la acosada rodando sus ojos—. Ya dejen de decirme tantas cosas, yo sabré con quien juntarme o no y también sabré cuándo salir con alguien —quitó el brazo de su amiga de su hombro al sentirlo pesado—. Me gusta estar con Calomela. ¿Hay algo de malo?
—No estamos diciendo que sea mal... —Naira fue interrumpida por un voz masculina.
—Bla,bla,bla, bla —el chico que estaba adelante de Naira se recargó sobre la silla en la que estaba, dejando las dos patas delanteras en el aire. Miró a las chicas y preguntó: —¿No pueden hablar de otra cosa? ¡Válgame! Las mujeres y sus conversaciones sobre chicos: «A mí me gusta él, ¡ah! A mí me enamoró él.. hay sus ojos» —las imitó haciendo su voz aguda.
Naira, molesta, empujó desde abajo las patas donde el joven reposaba, provocando que casi perdiera el equilibrio. Él se asustó y volvió a su estado normal.
—Si no te gustan nuestras pláticas, entonces no las escuches, Nec.
Nec se dio la vuelta para encararse con la mujer que hizo que casi perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
—¿Cómo quieres que las evite si me hablan en el oído?
—Es que estás molesto porque no hablamos de ti —dijo Blanca en tono de burla y mirando al joven con malicia.
—¡Ah! Yo sé muy bien que ustedes hablan de mí, es solo que no lo hacen cuando estoy presente, ¡eso es mega obvio! —comentó el chico en tono altivo.
Nec no era un joven feo, al contrario, era a la vista muy agradable, además de ser elegante en todo lo que hacía, era muy respetuoso, inteligente y atleta. No era muy alto, pero tampoco era tan bajo, su altura era poco más de un metro setenta. Su cuerpo atlético recompensaba eso, ya que su hobbie era levantar pesas todas las tardes después de clases, además de que hacía ejercicio todos los días.
—No hables Nec —Naira empezó a empujar la silla de su compañero, fastidia por la altivez de Nec, aunque sabía que lo decía en broma—, eso ni en tus propios sueños.
El profesor hizo aparición al aula provocando que todos los alumnos que estaban hablando guardaran silencio para poner atención a la clase.
—Bueno, chicos, como ya se anunció en días pasados, hoy es día en que el dueño de empresas Fucus, Belirio, de un discurso, así que si son tan amables de dirigirse a su computadora, pongan el canal de las noticias de la ciudad.
Todos los alumnos asintieron e hicieron caso al mentor, se dirigieron a su monitor. Cuando se presentaba alguna noticia importante en la ciudad Del Comienzo, cada pantalla de esta se auto-programaba para que ningún ciudadano pudiera perderse tal acontecimiento. Ese discurso era importante, pues tenía que ver con el mismísimo dueño de empresas Fucus.
La prensa se mantenía afuera de la cede esperando a que el señor Belirio saliera y presentara su discurso. Al abrirse las puertas de la instalación, se dejó ver el esperado, junto a sus guardaespaldas. Toda la prensa se acercó hasta lo que les fue permitido, las cámaras-robots y demás se enfocaron en él. Sin esperar más, un periodista empezó con una pregunta:
—Señor Belirio, ¿cuándo es que la empresa sacará un nuevo producto?
—Muy pronto —contestó—, la labor que estamos realizando será sin duda alguna el trabajo más innovador y revolucionario que haya inventado la empresa.
—Muchas personas mencionan que desde que su padre murió, usted no ha realizado un buen desempeño —habló otro periodista, todos sus compañeros se enfocaron en él debido a las interesantes palabras—. Desde el incidente, la empresa solo ha sacado un solo modelo y se rumorea que ese trabajo ya lo había empezado su padre. ¿Qué dice a eso?
—Les aseguro que lo que viene será el mayor trabajo que hayamos realizado —objetó sin haberle afectado las palabras dichas. Los medios periodistas era como buitres carroñeros que esperaban que los del poder hicieran o dijeran algo malo para sacar provecho del tema y contraatacarlo—. Tan solo tengan paciencia.
Una reportera iba a decir algo, no obstante se retuvo al notar que Fucus hizo un ademán que guardara silencio, después de eso, concluyó:
—Eso es todo por hoy. Tan solo esperen y verán algo reformado.
Enseguida dio media vuelta y comenzó a caminar, detrás suyo sus guardaespaldas, dejando atrás a una multitud aturdida debido al nada gratificante «discurso» que el señor Fucus presentó ante la prensa. Dentro de la empresa se encontraban 8 de los 10 patrocinadores, esperándolo e indignados por el desinterés que demostró Bel ante los periodistas. Uno de ellos se apresuró al dueño.
—Belirio —se escuchó colérico, tratando de que no se notara—, mi gente y yo pensamos en hacer esa entrevista para que usted convenciera a la gente de la ciudad que todo está bien. Los ciudadanos no han olvidado el hecho de que despidió a más de la mitad de los científicos y obreros que trabajaban en la fábrica, el lugar ha perdido mucho dinero y puede quebrar la empresa. Estábamos mejor con su padre.
El dueño se detuvo para ver seriamente al hombre. Desde que comenzó en la presidencia hacía cinco años atrás, había estado escuchado una y otra vez que cuando el señor Fucus vivía el lugar era mucho mejor, y tal vez era verdad, ya que los MR que han estado sacando, fueron solamente renovaciones de anteriores modelos. No obstante, él estaba harto de escuchar a los patrocinadores, consejeros y ciudadanos decir lo mismo.
«¡Que se arrojen por un rascacielos!»pensó, ahora él estaba a cargo de la empresa y ellos debían obligarse a confiar en el nuevo dueño de la fábrica: Belirio Fucus, hijo del difunto empresario Fucus. Dio media vuelta y subió por el ascensor.
Capítulo 2
Tiempo revelado
Tiempo revelado
En las afueras de la ciudad Del Comienzo, una revuelta había comenzado en la fábrica Fucus. Los pasillos estuvieran en completa oscuridad si no fuera porque las luces de emergencia estaban en funcionamiento dejando ver un poco el interior de las instalaciones. En uno de los muchos pasillos, un joven corría desesperadamente, él había desactivado las luces y el código de seguridad, pero aun así lo habían descubierto y en este momento un MR tipo 3 lo perseguía sin que pudiera escapar de sus seis ojos que lo mantenían en la mira. La máquina tenía la estructura de un canino y su color era el del metal, un gris opaco. Ese modelo poseía tres cabezas finas que se conectaban al cuerpo con cuellos largos. Llevaba la orden de capturarlo a él, el nombre de ese joven era Neón, quien de haber sido ayudante de su amo, ahora era un desertor una vez descubrió las verdaderas intenciones de la fábrica Fucus.
—¿Cómo te atreves a traicionar a nuestro amo Klaus? —el joven escuchó desde un comunicador que tenía en su oído la voz furiosa de quien fue su compañero, Norez—. Te creía más inteligente, pero me doy cuenta que no lo eres. ¡No seas imprudente e insolente! Debes lealtad a tu soberano amo…
«No, no tengo porque» pensó Neón moviéndose entre las penumbras de la fábrica, buscando una eficaz ruta de de escape.
—Se a donde te diriges, mocoso —Neón continuaba escuchando a la persona a Norez—. Tienes dos opciones: Si vas a la sala principal, serás atrapado inmediatamente por los MR, pero si intentas escapar ahora, tendrás una posibilidad de escapar. ¿Qué harás?
Aunque aquellas palabras sonaban una amenaza, su interlocutor tenía mucha razón. Quizá si él intentaba escapar en ese instante podría salir. Sin embargo, se la jugaría, y por ello perdiéndose por un momento de la mirada del MR se adentró a la habitación donde se encontraban las computadoras principales, éstas se encargaban de recibir toda documentación de los proyectos de la empresa. Se acercó a la computadora madre al momento que sacaba de la parte trasera de su oído izquierdo un cable que vinculaba un USB que a su vez conectaba a su memoria. Introdujo el cable a la computadora y comenzó a leer toda la información que guardaba la misma, no obstante, debido a que el MR estaba pisándole los talones y faltaba segundos para que entrara a la habitación, Neón desistió de leer toda la documentación para solo guardarla en su memoria sin reparar a leer y todo hacia todo eso mientras echaba un vistazo a la puerta de vez en cuando hasta que vio al robot entrar. Asustado al ver como el MR se aventaba hacia él.
Al verse en aprietos, Neón desconectó el cable de la computadora para hacerse a un lado y esquivar el ataque de la máquina, que chocó con el ordenador casi destruyéndola y eso le hizo saber lo afortunado que fue esquivando el golpe. En el último segundo, el joven logró pasar toda la información de la computadora madre a su memoria borrando todo a su paso de la misma, con la intención de evitar que los bocetos permanecieran allí y el proyecto continuara.
Ni lerdo ni perezoso, Neón se dirigió al fondo de la habitación, pues allí había un pasadizo secreto. Al acercarse y tratar de abrir la puerta del susodicho, se dio cuenta que se encontraba sellada, pues se había bloqueado automáticamente debido a la falta de la energía principal. Jaspeado, dio media vuelta al escuchar como el MR se detuvo cerca de él, mirándolo con sus ojos azules y Neón pudo verse reflejado en ellos. Estando consciente que por ello era observado. Un movimiento en falso podía significar ser capturado y a como diera lugar debía salir de allí con los archivos.
—Estás acorralado. No tendré compasión alguna —de su garganta salió una carcajada maliciosa—. Los traidores deben morir.
Norez era un pesado, solo se la mantenía hablando y hablando, sus voz le irritaba. El joven agarró el intercomunicador y lo arrojó al piso y lo pisó para que no pudieran rastrear su localización mientras lentamente y sin dejar de prestar atención a los posibles movimientos de la máquina, llevó su mano para llegar a la bolsa de su pantalón con la intención de sacar la bomba que generaba corriente; su plan era arrojársela y huir cuando el robot sufriera una descarga eléctrica porque esa descarga eléctrica lo privaría de sus movimientos por un corto tiempo. Su plan habría funcionado de no ser porque el canino mecánico anticipó sus movimientos atacándolo con su cabeza de en medio, mas el joven, esperando esa reacción, saltó en el preciso momento del ataque y antes de que la boca lo pudiera tomar, él se trepó sobre la cabeza impulsándose con los pies y así alcanzar la puerta por la que entró. No obstante, la cabeza del MR que quedó a su lado izquierdo entró en acción y lo tomó del brazo arrojándolo con fuerza hasta el otro extremo de la habitación, provocando que el joven golpeara contra la pared y emitiera un agudo grito de dolor.
A pesar del terrible dolor que sintió, Neón comenzó a ver lo que se encontraba a su alrededor, ya que cada segundo contaba, cada segundo determinaba si salía victorioso o no de esa batalla. Tan solo vio una gran mesa frente a él y a sus lados, regadas en el suelo, piezas de metal que utilizaban como pruebas o partes de otros artefactos. Por debajo de la mesa pudo ver como el MR se acercaba con la intención de estirar uno de sus cuellos y tomarlo; pensó en algo, se deslizó debajo de la mesa colocando los pies sobre la tabla por el lado interno y dando un fuerte impulso hacia arriba, la derribó, provocando que la cabeza del canino mecánico colisionara contra la mesa con tal fuerza que la mesa se aboyó.
Sin esperar un segundo más, Neón cogió un par de trozos de metal y levantándose se mostró al robot. Las cabezas libres del MR embistieron al joven, pero hallándose preparado, él usó las piezas como escudos. El momento de huir llegó cuando por unos segundos, desubicó a la máquina, saliendo de la sala a toda velocidad corrió por los pasillos. Siguió corriendo sin temor a perderse porque tenía cada ruta de escape en su memoria y sabía por dónde correr. Fácilmente podía huir de los MR, pero si le enviaban a los RV, que eran robots especializados en la lucha, le sería mucho más difícil lidiar con ellos.
—Izquierda... derecha... derecha —decía para si mismo cada vez que daba vuelta—. Izquier...
Se detuvo drásticamente al percibir a otro MR del tipo uno, los que eran parecidos a los tres pero con la diferencia de que solo contaban con una cabeza, muy cerca de allí. Decidió desviarse y usar otra ruta que para su sorpresa se volvió a detener pero a diferencia de la anterior vez, se agachó en el preciso momento en que la garra de un MR atravesó la pared. La sorpresa del ataque no lo detuvo e irguiéndose para continuar por otro camino, evitando a toda costa tener contacto con ellos.
Él retrocedía algunas zonas al notar que algunos buscadores lo esperaban para emboscarlo, de esta manera, poco a poco las posibles rutas de escape fueron invadidas o bloqueadas por MR, así que optó por su último recurso: ir a la cima de la fábrica, por lo tanto, comenzó a subir las gradas sin detener o disminuir su paso y mucho menos ahora que los buscadores le pisaban los talones, y la tensión combinada con el miedo empezaba a crecer en su interior cada vez que escuchaba las patas robóticas chocar contra el metal del piso, lo que le producía un desgarre interno. Al llegar arriba, no pudo evitar que su interior se regocijara al ver la puerta de salida, solo faltaba poco.
Desafortunadamente se encontraba bloqueada, no obstante, como no tenía otra opción, debía conectarse a ésta para desbloquearla lo más rápido posible. Concentrado en lo que hacía, no sintió al robot que se encontraba atrás, pudo darse cuenta de él cuándo vio una garra metálica del tamaño de su cabeza perforar la puerta a escasos centímetros de distancia, el joven se giró mirando a un robot en forma de araña, que lo miraba fijamente con sus miles de ojos que hacían la función de focos, su cola salía detrás de su cuerpo y esta era como una cola de alacrán, el robot tomó sin dificultad parte de la puerta y la arrancó. Neón, al ver la oportunidad y sin perder más tiempo en los ojos hipnotizantes de la araña-robot, corrió fuera por la abertura de la puerta.
No se detuvo sino hasta llegar al borde del techo, donde miró hacia abajo. Su ojo derecho no vio fin y su izquierdo calculó la altura. Una parte de él le dijo que debía retirarse y la otra que siguiera. Decidió dar media vuelta para regresar adentro de la fábrica y así poder usar o crear alguna otra ruta, pero se llevó la sorpresa de que ya se encontraba acorralado por varios MR, la única entrada estaba siendo bloqueada por ellos.
Exhausto y respirando con dificultad, se limitó a pasar su mirada a cada robot por unos segundos, y por primera vez, desde hacía mucho tiempo, no tuvo respuesta; su computadora no tenía solución y su cerebro tampoco tenía ideas. Se encontraba en una situación complicada, se sintió acorralado como una rata de laboratorio. Analizó las posibilidades de poder esquivar o engañar a las máquinas para adentrarse a la fábrica y escapar por otro lado; cada una de éstas eran menores a un uno por ciento de éxito.
Una daba el veinticinco por ciento de éxito.
Con lentitud, para no presionar a los MR a atacarlo, ya que ellos solo lo atacarían si les daba una razón para hacerlo, por el momento, el joven no les era una amenaza, dio un par de pasos hacía atrás entretanto los MR daban uno hacia adelante y así hizo Neón, deteniéndose hasta que su pie derecho sintió el vacío, había llegado al borde. Giró su cabeza un poco visualizando a lo lejos una ciudad. Su corazón latió el doble al pensar en lo que iba a hacer. Cerró los ojos con fuerza y tragando saliva con dificultad y con aparente calma, inhaló aire para llenar sus pulmones y cuando exhaló el aire, se arrojó.
Fue ese momento en que los robots se movieron, su prioridad era traerlo a su jefe, a su dueño, pero una vez que se asomaron por el borde, Neón se había perdido de su radar visual. Ingresaron apresuradamente a la fábrica para seguirlo, pues su prioridad era cumplir con las órdenes dadas.
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Los tres superiores de la asamblea de Consejo se encontraban ya reunidos en la sala de juntas privada, sentados cada quien en su respectivo lugar y esperando a que el dueño de corporación Fucus se presentara, mirando incontable veces la hora ya que ante sus ojos, aun a pesar de que no daban la hora en la que se estableció la reunión, Belirio estaba tardando demasiado y para su infortunio, Belirio cruzó la puerta cinco minutos después de la hora establecida.
—Siento la tardanza, señores, se me presentó algo de improviso —hizo saber el dueño al momento que desabrochaba el botón del saco y tomaba asiento en la cabecera de la mesa rectangular, quedando dos superiores a su derecha y el otro a su izquierda.
Uno de ellos, el de la izquierda, se adelantó al mostrándole en una Pantalla un contrato que debía firmar. El rubio simplemente escaneó el documento y dirigiéndose a la linea negra inferior de la hoja, se dispuso a dejar su firma, agarró la stylus pen, pero antes de que la herramienta tocara la pantalla fue detenido por el consejero Coleman.
—¿Lo firmara así como así? ¿No va a preguntar de que se trata el documento?
—¿No le preocupa que sea un documento para quedarnos con la empresa? —cuestionó uno indignado ante la irresponsabilidad de Bel para leer detenidamente un documento importante.
—No creo que sean tan tontos como para embaucarme —fue la respuesta del dueño.
Ante las miradas de los hombres, Belirio bajó la pluma táctil para diriguir su vista específicamente a Coleman:
—Dígame, ¿de qué trata?
—Es la renuncia de uno de nuestros patrocinadores... —Coleman guardó silencio al ver con gran sorpresa como Bel firmaba sin pestañear e informar:
—Bueno, si quiere retirarse que lo haga, no veo un problema en ello.
Esas cínicas palabras molestaron tanto a Coleman como a los otros dos. Era bien sabido que quienes generaban la mayor parte de ingresos monetarios a la corporación Fucus eran los patrocinadores. Si uno de ellos se iba, evidentemente, parte del dinero también. Lo que más les molestaba a los consejeros del nuevo dueño era el descaro y desinterés que mostraba al negocio que con tanto esfuerzo su predecesor alcanzo.
—Belirio —llamó la atención Coleman, intentando mostrarse tranquilo—, mis colegas y yo sabemos que usted nunca recibió la educación para el pesado cargo que es administrar una empresa. Y al reusarse a que nosotros fuéramos los que nos encargaríamos de eso. De nuevo le pedimos que por lo menos siga nuestros consejos. Nosotros estamos aquí para aconsejarle. La economía de la empresa está descendiendo abrumadoramente estos últimos cinco años.
—Nos estamos preocupando —continuó otro—. La producción de mercancía esta bajando y la demanda de otros países está en incremento, y todo desde que despidió al sesenta y cuatro por ciento de los trabajadores de la fábrica. La tardía fabricación de nuestros productos está asustado tanto a nuestros patrocinadores como a nuestros compradores —mediante un holograma le mostró la gráfica de ingresos, demostrándole gráficamente la perdida millonaria que estaba sufriendo corporación Fucus—. Si seguimos de esta forma perderemos clientela y llegaremos a la ruina.
—No se preocupen —dijo Bel—, lo único que muestra esa gráfica son número. Con lo que la empresa sacará al mercado en un par de días más, hará que la empresa salga a flote y hasta duplicaremos las ganancias perdidas hasta ahora. Muchos patrocinadores desearan trabajar con nosotros.
Coleman y los otros dos miraron al hombre. No sabían de donde sacaba esa confianza en el supuesto nuevo producto, además de no tenían ni una misera idea de que trataba ese «nuevo» producto, ante sus ojos y oídos, Belirio no tenía ni idea de lo que ese boceto en realidad significaba. Sin contar que no veían progreso de ningún lado. Hasta ahora era que lamentaban la perdida del magnate señor Fucus; el padre del ahora dueño si fue uno de los más grandes en los negocios. E intentarían convencer a su nuevo jefe de que su administración era pésimo y que para el bien de la empresa debían tomar otras medidas, sino fuera porque sonó el teléfono de la sala y Belirio lo contestó, de nuevo era la secretaria quien le acordó:
—Señor Belirio, le recuerdo que hoy va a dar una conferencia a los medios. Los periodistas están llegando y solicitan de su presencia.
Y aunque más desganado que con ganas respondió que ahora saldría. A pesar que no le gustaba hacer conferencias, prefería eso a seguir con estos tres hombres que desde que comenzó a trabajar allí han estado sobre él, escuchándolos decir una y otra vez que ellos deberían ser los que administraran el negocio y que él solo diera autorización y firmara los documentos importantes. Al terminar la llamada, Bel se levantó del asiento y mirando las frías miradas de los consejeros, les informó:
—Si me permiten, me retiro por hoy. Tengo otras cosas que hacer.
(***)
En la universidad de ESER, el profesor de ciencia de las tecnologías salió del salón al que asistía Evarista. Después de que una clase terminaba, se daban unos cinco minutos antes de que el otro profesor entrara a impartir su clase. Eva se encontraba sentada en medio de sus dos amigas, Blanca y Naira, quienes lo primero que hicieron una vez el profesor dejó el salón, fue platicar entre ellas Por otra parte, la castaña decidió buscar en su computadora lo último que vieron de la próxima clase, haciéndose un reencuentro de lo dado; no evitaba reír cuando escuchaba de sus compañeras algo que le hacía gracia. Sus dos amigas eran muy dramáticas y esa actitud siempre la hacia reír.
—Vamos, Eva, cuéntanos, ¿hay alguien que te interese? —inquirió con tono picaron Blanca, quien se encontraba al lado derecho de ella.
—¿Interesarme, de qué manera? —se hizo la que no sabía.
—No te hagas —soltó Naira colocando su brazo alrededor del cuello de su amiga—. Amorosamente, claro está.
—No, aún no.
—Deberías salir con algún chico —mencionó Blanca—. Deberías dejar de visitar a Calomela, siempre estas con él. Deberías salir con un chico de verdad…
—Deberías, deberías, deberías —repitió la acosada rodando sus ojos—. Ya dejen de decirme tantas cosas, yo sabré con quien juntarme o no y también sabré cuándo salir con alguien —quitó el brazo de su amiga de su hombro al sentirlo pesado—. Me gusta estar con Calomela. ¿Hay algo de malo?
—No estamos diciendo que sea mal... —Naira fue interrumpida por un voz masculina.
—Bla,bla,bla, bla —el chico que estaba adelante de Naira se recargó sobre la silla en la que estaba, dejando las dos patas delanteras en el aire. Miró a las chicas y preguntó: —¿No pueden hablar de otra cosa? ¡Válgame! Las mujeres y sus conversaciones sobre chicos: «A mí me gusta él, ¡ah! A mí me enamoró él.. hay sus ojos» —las imitó haciendo su voz aguda.
Naira, molesta, empujó desde abajo las patas donde el joven reposaba, provocando que casi perdiera el equilibrio. Él se asustó y volvió a su estado normal.
—Si no te gustan nuestras pláticas, entonces no las escuches, Nec.
Nec se dio la vuelta para encararse con la mujer que hizo que casi perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
—¿Cómo quieres que las evite si me hablan en el oído?
—Es que estás molesto porque no hablamos de ti —dijo Blanca en tono de burla y mirando al joven con malicia.
—¡Ah! Yo sé muy bien que ustedes hablan de mí, es solo que no lo hacen cuando estoy presente, ¡eso es mega obvio! —comentó el chico en tono altivo.
Nec no era un joven feo, al contrario, era a la vista muy agradable, además de ser elegante en todo lo que hacía, era muy respetuoso, inteligente y atleta. No era muy alto, pero tampoco era tan bajo, su altura era poco más de un metro setenta. Su cuerpo atlético recompensaba eso, ya que su hobbie era levantar pesas todas las tardes después de clases, además de que hacía ejercicio todos los días.
—No hables Nec —Naira empezó a empujar la silla de su compañero, fastidia por la altivez de Nec, aunque sabía que lo decía en broma—, eso ni en tus propios sueños.
El profesor hizo aparición al aula provocando que todos los alumnos que estaban hablando guardaran silencio para poner atención a la clase.
—Bueno, chicos, como ya se anunció en días pasados, hoy es día en que el dueño de empresas Fucus, Belirio, de un discurso, así que si son tan amables de dirigirse a su computadora, pongan el canal de las noticias de la ciudad.
Todos los alumnos asintieron e hicieron caso al mentor, se dirigieron a su monitor. Cuando se presentaba alguna noticia importante en la ciudad Del Comienzo, cada pantalla de esta se auto-programaba para que ningún ciudadano pudiera perderse tal acontecimiento. Ese discurso era importante, pues tenía que ver con el mismísimo dueño de empresas Fucus.
La prensa se mantenía afuera de la cede esperando a que el señor Belirio saliera y presentara su discurso. Al abrirse las puertas de la instalación, se dejó ver el esperado, junto a sus guardaespaldas. Toda la prensa se acercó hasta lo que les fue permitido, las cámaras-robots y demás se enfocaron en él. Sin esperar más, un periodista empezó con una pregunta:
—Señor Belirio, ¿cuándo es que la empresa sacará un nuevo producto?
—Muy pronto —contestó—, la labor que estamos realizando será sin duda alguna el trabajo más innovador y revolucionario que haya inventado la empresa.
—Muchas personas mencionan que desde que su padre murió, usted no ha realizado un buen desempeño —habló otro periodista, todos sus compañeros se enfocaron en él debido a las interesantes palabras—. Desde el incidente, la empresa solo ha sacado un solo modelo y se rumorea que ese trabajo ya lo había empezado su padre. ¿Qué dice a eso?
—Les aseguro que lo que viene será el mayor trabajo que hayamos realizado —objetó sin haberle afectado las palabras dichas. Los medios periodistas era como buitres carroñeros que esperaban que los del poder hicieran o dijeran algo malo para sacar provecho del tema y contraatacarlo—. Tan solo tengan paciencia.
Una reportera iba a decir algo, no obstante se retuvo al notar que Fucus hizo un ademán que guardara silencio, después de eso, concluyó:
—Eso es todo por hoy. Tan solo esperen y verán algo reformado.
Enseguida dio media vuelta y comenzó a caminar, detrás suyo sus guardaespaldas, dejando atrás a una multitud aturdida debido al nada gratificante «discurso» que el señor Fucus presentó ante la prensa. Dentro de la empresa se encontraban 8 de los 10 patrocinadores, esperándolo e indignados por el desinterés que demostró Bel ante los periodistas. Uno de ellos se apresuró al dueño.
—Belirio —se escuchó colérico, tratando de que no se notara—, mi gente y yo pensamos en hacer esa entrevista para que usted convenciera a la gente de la ciudad que todo está bien. Los ciudadanos no han olvidado el hecho de que despidió a más de la mitad de los científicos y obreros que trabajaban en la fábrica, el lugar ha perdido mucho dinero y puede quebrar la empresa. Estábamos mejor con su padre.
El dueño se detuvo para ver seriamente al hombre. Desde que comenzó en la presidencia hacía cinco años atrás, había estado escuchado una y otra vez que cuando el señor Fucus vivía el lugar era mucho mejor, y tal vez era verdad, ya que los MR que han estado sacando, fueron solamente renovaciones de anteriores modelos. No obstante, él estaba harto de escuchar a los patrocinadores, consejeros y ciudadanos decir lo mismo.
«¡Que se arrojen por un rascacielos!»pensó, ahora él estaba a cargo de la empresa y ellos debían obligarse a confiar en el nuevo dueño de la fábrica: Belirio Fucus, hijo del difunto empresario Fucus. Dio media vuelta y subió por el ascensor.
«Todos los cuentos de Hadas tienen algo en común; de todos ellos se espera un final feliz.»
Anodina
Anodina






