31/03/2015 11:13 AM
Buenas compañero!
Por fin un poco de tiempo... así que es momento de ir retomando las lecturas, que las tenía abandonadas desde hace unos días...
Y aquí estamos... Primero unas notas:
8
—En realidad no vine solo a ver cómo te iba. También quería proponerte que vengas (¿vinieses? quiero proponerte que vengas / quería proponerte que vinieses; me suena más natural de una de estas dos formas) conmigo.
9
—Buenos días, hijo, qué (no estoy seguro al 100%) grata sorpresa —dijo el Rey desde su cama, dedicando una funesta mirada al heraldo que se apresuró a anunciar al recién llegado, antes de desaparecer a la carrera.
10
Se recostó contra una pared, cerca de la salida y de la única fuente de luz, permitiendo a Zas ver cómo la mujer sacudía la cabeza repetidamente bajo la capucha negra.
Con su amigo convencido, se ofreció a quedarse atrás para borrar el rastro de su huida. Tampoco lo tuvo fácil pues, de nuevo, Árzak solo accedió cuando Zas le hizo ver que a él no le perseguía nadie y que si los ladrones aparecían por allí dejarían en paz a un compañero.
Una vez con su compañero a salvo y fuera de escena...
Sé que tu mayor gesta es tumbar en una pelea a una docena de borrachos, estando tú mucho más perjudicado por la bebida que ellos.
11
Por si fuera poco, las lluvias, intermitentes pero copiosas, les mantenían continuamente calados y dificultaba su situación impidiéndoles prender fuegos con los que soportar las gélidas noches o cocinar las liebres que Árzak había cazado (¿cazaba? así mantienes el tiempo verbal) con su arco.
—Me pregunto si tú sabías a dónde me llevabas —dijo Árzak, en voz alta, con los ojos enrojecidos y húmedos pero con cuidado de que su compañero, sentado a su espalda, no viera su momento de debilidad—.
Cuando Árzak dio la vuelta para ver de qué se trataba, el corazón le dio un vuelco. A unos cuantos kilómetros, recortado contra el cielo rojizo, pudo ver el mismo barco volador que atacó (¿había atacado? reconozco que no acabo de aclararme con qué tiempo verbal usar en cada momento) Norden cinco años atrás. Estaba lejos, pero aquel monstruo negro y rojo era inconfundible.
Tal y como estaba la última vez que la vio.
Árzak, al borde de sus fuerzas, vio cómo el Caballero se desplazaba a una velocidad sobrehumana y se colocaba detrás de Zas.
—¿Libros? ¿Me puedes decir de qué me puede servir esto?
12
Y no había lugar más urbanizado en Devafonte que el valle del Nialen y más concretamente, la ciudad de Faer hogar de cuarenta millones..., digamos cuarenta millones de seres de lo más diverso, que desarrollaban sus vidas a la sombra de las grandes estructuras de hormigón. (no soy muy ducho en estas lides, pero la puntuación de esta parte no me acaba de encajar del todo; te lo marco por si lo quieres revisar)
—No me digas —dijo Huren, mientras veía cómo rebotaba sobre el capó del coche una hilera de disparos—. No nos pagan suficiente para esto, sargento.
No se trataba de demonios propiamente dicho, pero obviamente eran un peligro para los ciudadanos y la policía no se lo estaba tomando muy en serio. Cómo se explicaba sino que ejerciesen de diana sin devolver un solo disparo.
El cuerpo del último enemigo no había tocado el suelo, cuando el copiloto se asomó desde su asiento y le apuntó con un trabuco de aspecto impresionante y a juzgar por cómo resplandecía con un tono azulado quedaba claro que ese no iba a ser un tiro normal. Arzon solo tuvo unas décimas de segundo para formar la burbuja escudo que le libró de lo peor del impacto, aunque no evitó que saliese despedido por el portón aun abierto. La suerte quiso empotrarlo contra el parabrisas del coche patrulla que aún les perseguía.
Apenas veía por dónde iba, la única parte intacta era una pequeña porción a la izquierda, a la altura del volante, por lo que se veía obligado a conducir en una postura muy incomoda.
Ya sé que aún falta mucho para que puedas dejar jugar a tu hijo en la calle sin preocupaciones.
—Me está asustando.
El conductor del furgón estaba más pendiente del tipo que se reflejaba en el retrovisor que de ninguna otra cosa. Por eso el corazón casi se le salió por la boca cuando, tras oír un golpe a su derecha, se encontró a su compañero clavado en el salpicadero, por una daga que le atravesaba la cabeza.
Bajó del coche y, con una maestría soberbia, escaló la fachada más cercana; con tan solo media docena de puntos de apoyo, salvó una distancia de doce pisos, hasta llegar a la azotea.
Me refiero a que a mí tampoco me gustan los periodistas. ¿No vas a contestar al móvil?
—¿Y qué dicen que he hecho hoy? —preguntó Arzon, que se temía la respuesta.
—Pero es que aún tengo la esperanza de que entres en razón. —Terg siguió hablando mientras se dirigía al otro lado de la azotea—. Olvídate de tus prejuicios hacia mi. Khintop es una molestia para los dos. Es tu némesis, lo contrario a todo lo que pretendes conseguir. Mientras siga vivo, esta gente jamás será libre.
—No tendría por qué (o porqué, aún no los controlo muy bien) ser así, si alguien ocupa su lugar
—Nunca te he caído bien. No se cómo me convenció tu padre para que traicionase a Veshi por proteger esto. —Terg reflexionó en voz alta, y no pudo evitar arrugar el gesto al terminar la frase—Supongo que la opción de vivir a la sombra del viejo por toda la eternidad no me agradaba.
Le dio la espalda y agitó la mano en señal de despedida—. No tienes por qué (o porqué, sigo sin controlarlo bien XD) responder ahora. Fijo que volvemos a vernos, pronto. Solo piensa en ello.
Si dejo que se salga con la suya, cambiaríamos a un gobernante cruel y déspota por otro.
13
Tras leer el diario habían pasado la noche en la habitación secreta y al amanecer acudieron a la mansión de los Redion, para decidir qué hacer. Zas y Árzak disfrutaron más que nadie de aquella velada frente a la chimenea, gracias al cuenco de caldo humeante que sujetaban entre las manos—. Tanta muerte, tal cantidad de sangre derramada… Pero me alegro de ver, que al menos a ti, te ha ido bien. No sabes cómo siento todo aquello...
«No hay más que fijarse en esta sala», pensó fijándose en el mobiliario iluminado por una llamativa lámpara de araña, y sus seis bombillas parpadeantes. Tan solo habían pasado cinco años, pero una sala que entonces estaba vacía, después de que se viesen obligados a empeñar la mayoría de sus muebles para pasar el invierno del 519, hoy estaba sobrecargada por una decoración desmesurada. El centro de la sala lo ocupaba la mesa, de recio roble y con más de una docena de metros...
—Y si hablásemos de nosotros —murmuraba aún Zasteo—, estaríamos hablando de futuros muertos. El viejo me está contagiando...
—Eso me recuerda que esta semana aún no me has dado mi sueldo —añadió Zas con la mano extendida; «para dar credibilidad a la historia» añadió en su mente.
Tras un rato bastante incómodo, una sonrisa se perfiló lentamente en los labios del viejo y asintiendo como si hubiese llegado a una conclusión, volvió a hablar.
Aubert mantenía clavada en Zas una mirada abrasadora, molesto por la sonrisa inocente que mantenía: cuando se el ladrón se dio cuenta, le dedicó un guiño y le lanzó un beso. Aubert lanzó un bufido e, ignorándolo, se dirigió a su amigo.
Sinceramente, sé que estáis locos y que ese además es tonto, pero dudo mucho que quieras atravesar la nación faester.
En ese caso cruzar la frontera será sencillo. Aunque atravesar Al-Saha ya es otra historia. Aunque en estos tiempos no existe el camino bueno y todos los otros son claramente peores u os negáis a seguirlos.
No sé gran cosa de cómo funciona su política, pero he hablado con alguno de sus mercaderes en mi último viaje. Según parece tienen problemas de abastecimiento.
En el momento en el que los salvé y maté a ese caballero, quedé ligado a esta..., aventura, viaje o lo que sea.
—Aubert. —Árzak pensó un buen rato qué decir antes de seguir. El sin duda estaba encantado de aceptarlo en el grupo, pero no quería soliviantar más al anciano—. Tu padre tiene razón. Será peligroso y por otra parte es algo que a ti no te atañe. Nada te obliga a iniciar un viaje que no sabemos cuándo acabará.
¿No has pensado en tu madre y tus hermanas? Si me pasase algo tú deberías hacerte cargo…
—¡No termines esa frase! —estalló Aubert, apuntando a Zas con un dedo amenazador. El ladrón dudó si responder a la amenaza, pero Árzak lo calmó con un gesto conciliador—. ¿Estás seguro que quieres que este tipo nos acompañe?
—¿Estás seguro que quieres que nos guié un tío con serios problemas familiares?
—¿Estás intentando decir que porque soy negro tengo que haber nacido en el desierto?
—Zas —intervino Árzak, con voz de reproche—, ya hemos hablado muchas veces de esto. Te puedes sentir castrense de corazón y para mí eres un auténtico Baren'ar, pero eres un behit: te guste o no. Y los behits viven en el desierto.
—Está bien —dijo Zas, mientras devolvía lo sustraído a la mesa—. Claro, ahora como eres rico... Dime una cosa. —De pronto se puso serio y se sentó junto a su compañero y bajó la voz—. ¿De verdad confías en esta gente?
—Sí. ¿De dónde has sacado ese candelabro? Deja, prefiero no saberlo. ¿Por qué lo preguntas?
—No sé, amigo. —Sacudió la cabeza, haciendo una mueca como si hubiese olido algo en mal estado—.
—Ya… No sé para qué pregunto. El caso es que una vez que terminé de entrenar, no sabía qué hacer con mi vida. Y nadie me decía qué se esperaba de mí, y yo tampoco me aclaraba. Parece una estupidez, pero sino qué. ¿Qué hago? Con la vida que he llevado no me imagino trabajando en una cantina o en un aserradero. Me han entrenado y adiestrado para cazar demonios y eso no sirve para decorar un currículum. —Asintió pensativo durante unos segundos, antes de mirar fijamente a Zas—.
—La verdad, es que yo tampoco sé mucho de ellos —Árzak le sonrió, cogió el diario y lo guardó en el zurrón—.
Así como el que no quiere la cosa me he puesto a leer y me he plantado de una tacada en el capítulo 13... y porque dentro de un rato tengo que empezar a prepararme que me toca salir... que si no igual llego más lejos
La historia va avanzando a medida de descubrimos hechos pasados y se aclaran algunos acontecimientos recientes. Hay momentos tristes, como el reencuentro con el cazador; momentos alegres, como el reencuentro con el amigo de la infancia; y momentos de hilaridad... gracias al granuja de Zas...
Todo ello aderezado por supuesto con una constante intriga que va evolucionando para ir abriendo nuevos frentes.
Continúa muy bien y sigue prometiendo muy buenos momentos... así que habrá que seguir con la lectura.
Iep!
Por fin un poco de tiempo... así que es momento de ir retomando las lecturas, que las tenía abandonadas desde hace unos días...
Y aquí estamos... Primero unas notas:
8
—En realidad no vine solo a ver cómo te iba. También quería proponerte que vengas (¿vinieses? quiero proponerte que vengas / quería proponerte que vinieses; me suena más natural de una de estas dos formas) conmigo.
9
—Buenos días, hijo, qué (no estoy seguro al 100%) grata sorpresa —dijo el Rey desde su cama, dedicando una funesta mirada al heraldo que se apresuró a anunciar al recién llegado, antes de desaparecer a la carrera.
10
Se recostó contra una pared, cerca de la salida y de la única fuente de luz, permitiendo a Zas ver cómo la mujer sacudía la cabeza repetidamente bajo la capucha negra.
Con su amigo convencido, se ofreció a quedarse atrás para borrar el rastro de su huida. Tampoco lo tuvo fácil pues, de nuevo, Árzak solo accedió cuando Zas le hizo ver que a él no le perseguía nadie y que si los ladrones aparecían por allí dejarían en paz a un compañero.
Una vez con su compañero a salvo y fuera de escena...
Sé que tu mayor gesta es tumbar en una pelea a una docena de borrachos, estando tú mucho más perjudicado por la bebida que ellos.
11
Por si fuera poco, las lluvias, intermitentes pero copiosas, les mantenían continuamente calados y dificultaba su situación impidiéndoles prender fuegos con los que soportar las gélidas noches o cocinar las liebres que Árzak había cazado (¿cazaba? así mantienes el tiempo verbal) con su arco.
—Me pregunto si tú sabías a dónde me llevabas —dijo Árzak, en voz alta, con los ojos enrojecidos y húmedos pero con cuidado de que su compañero, sentado a su espalda, no viera su momento de debilidad—.
Cuando Árzak dio la vuelta para ver de qué se trataba, el corazón le dio un vuelco. A unos cuantos kilómetros, recortado contra el cielo rojizo, pudo ver el mismo barco volador que atacó (¿había atacado? reconozco que no acabo de aclararme con qué tiempo verbal usar en cada momento) Norden cinco años atrás. Estaba lejos, pero aquel monstruo negro y rojo era inconfundible.
Tal y como estaba la última vez que la vio.
Árzak, al borde de sus fuerzas, vio cómo el Caballero se desplazaba a una velocidad sobrehumana y se colocaba detrás de Zas.
—¿Libros? ¿Me puedes decir de qué me puede servir esto?
12
Y no había lugar más urbanizado en Devafonte que el valle del Nialen y más concretamente, la ciudad de Faer hogar de cuarenta millones..., digamos cuarenta millones de seres de lo más diverso, que desarrollaban sus vidas a la sombra de las grandes estructuras de hormigón. (no soy muy ducho en estas lides, pero la puntuación de esta parte no me acaba de encajar del todo; te lo marco por si lo quieres revisar)
—No me digas —dijo Huren, mientras veía cómo rebotaba sobre el capó del coche una hilera de disparos—. No nos pagan suficiente para esto, sargento.
No se trataba de demonios propiamente dicho, pero obviamente eran un peligro para los ciudadanos y la policía no se lo estaba tomando muy en serio. Cómo se explicaba sino que ejerciesen de diana sin devolver un solo disparo.
El cuerpo del último enemigo no había tocado el suelo, cuando el copiloto se asomó desde su asiento y le apuntó con un trabuco de aspecto impresionante y a juzgar por cómo resplandecía con un tono azulado quedaba claro que ese no iba a ser un tiro normal. Arzon solo tuvo unas décimas de segundo para formar la burbuja escudo que le libró de lo peor del impacto, aunque no evitó que saliese despedido por el portón aun abierto. La suerte quiso empotrarlo contra el parabrisas del coche patrulla que aún les perseguía.
Apenas veía por dónde iba, la única parte intacta era una pequeña porción a la izquierda, a la altura del volante, por lo que se veía obligado a conducir en una postura muy incomoda.
Ya sé que aún falta mucho para que puedas dejar jugar a tu hijo en la calle sin preocupaciones.
—Me está asustando.
El conductor del furgón estaba más pendiente del tipo que se reflejaba en el retrovisor que de ninguna otra cosa. Por eso el corazón casi se le salió por la boca cuando, tras oír un golpe a su derecha, se encontró a su compañero clavado en el salpicadero, por una daga que le atravesaba la cabeza.
Bajó del coche y, con una maestría soberbia, escaló la fachada más cercana; con tan solo media docena de puntos de apoyo, salvó una distancia de doce pisos, hasta llegar a la azotea.
Me refiero a que a mí tampoco me gustan los periodistas. ¿No vas a contestar al móvil?
—¿Y qué dicen que he hecho hoy? —preguntó Arzon, que se temía la respuesta.
—Pero es que aún tengo la esperanza de que entres en razón. —Terg siguió hablando mientras se dirigía al otro lado de la azotea—. Olvídate de tus prejuicios hacia mi. Khintop es una molestia para los dos. Es tu némesis, lo contrario a todo lo que pretendes conseguir. Mientras siga vivo, esta gente jamás será libre.
—No tendría por qué (o porqué, aún no los controlo muy bien) ser así, si alguien ocupa su lugar
—Nunca te he caído bien. No se cómo me convenció tu padre para que traicionase a Veshi por proteger esto. —Terg reflexionó en voz alta, y no pudo evitar arrugar el gesto al terminar la frase—Supongo que la opción de vivir a la sombra del viejo por toda la eternidad no me agradaba.
Le dio la espalda y agitó la mano en señal de despedida—. No tienes por qué (o porqué, sigo sin controlarlo bien XD) responder ahora. Fijo que volvemos a vernos, pronto. Solo piensa en ello.
Si dejo que se salga con la suya, cambiaríamos a un gobernante cruel y déspota por otro.
13
Tras leer el diario habían pasado la noche en la habitación secreta y al amanecer acudieron a la mansión de los Redion, para decidir qué hacer. Zas y Árzak disfrutaron más que nadie de aquella velada frente a la chimenea, gracias al cuenco de caldo humeante que sujetaban entre las manos—. Tanta muerte, tal cantidad de sangre derramada… Pero me alegro de ver, que al menos a ti, te ha ido bien. No sabes cómo siento todo aquello...
«No hay más que fijarse en esta sala», pensó fijándose en el mobiliario iluminado por una llamativa lámpara de araña, y sus seis bombillas parpadeantes. Tan solo habían pasado cinco años, pero una sala que entonces estaba vacía, después de que se viesen obligados a empeñar la mayoría de sus muebles para pasar el invierno del 519, hoy estaba sobrecargada por una decoración desmesurada. El centro de la sala lo ocupaba la mesa, de recio roble y con más de una docena de metros...
—Y si hablásemos de nosotros —murmuraba aún Zasteo—, estaríamos hablando de futuros muertos. El viejo me está contagiando...
—Eso me recuerda que esta semana aún no me has dado mi sueldo —añadió Zas con la mano extendida; «para dar credibilidad a la historia» añadió en su mente.
Tras un rato bastante incómodo, una sonrisa se perfiló lentamente en los labios del viejo y asintiendo como si hubiese llegado a una conclusión, volvió a hablar.
Aubert mantenía clavada en Zas una mirada abrasadora, molesto por la sonrisa inocente que mantenía: cuando se el ladrón se dio cuenta, le dedicó un guiño y le lanzó un beso. Aubert lanzó un bufido e, ignorándolo, se dirigió a su amigo.
Sinceramente, sé que estáis locos y que ese además es tonto, pero dudo mucho que quieras atravesar la nación faester.
En ese caso cruzar la frontera será sencillo. Aunque atravesar Al-Saha ya es otra historia. Aunque en estos tiempos no existe el camino bueno y todos los otros son claramente peores u os negáis a seguirlos.
No sé gran cosa de cómo funciona su política, pero he hablado con alguno de sus mercaderes en mi último viaje. Según parece tienen problemas de abastecimiento.
En el momento en el que los salvé y maté a ese caballero, quedé ligado a esta..., aventura, viaje o lo que sea.
—Aubert. —Árzak pensó un buen rato qué decir antes de seguir. El sin duda estaba encantado de aceptarlo en el grupo, pero no quería soliviantar más al anciano—. Tu padre tiene razón. Será peligroso y por otra parte es algo que a ti no te atañe. Nada te obliga a iniciar un viaje que no sabemos cuándo acabará.
¿No has pensado en tu madre y tus hermanas? Si me pasase algo tú deberías hacerte cargo…
—¡No termines esa frase! —estalló Aubert, apuntando a Zas con un dedo amenazador. El ladrón dudó si responder a la amenaza, pero Árzak lo calmó con un gesto conciliador—. ¿Estás seguro que quieres que este tipo nos acompañe?
—¿Estás seguro que quieres que nos guié un tío con serios problemas familiares?
—¿Estás intentando decir que porque soy negro tengo que haber nacido en el desierto?
—Zas —intervino Árzak, con voz de reproche—, ya hemos hablado muchas veces de esto. Te puedes sentir castrense de corazón y para mí eres un auténtico Baren'ar, pero eres un behit: te guste o no. Y los behits viven en el desierto.
—Está bien —dijo Zas, mientras devolvía lo sustraído a la mesa—. Claro, ahora como eres rico... Dime una cosa. —De pronto se puso serio y se sentó junto a su compañero y bajó la voz—. ¿De verdad confías en esta gente?
—Sí. ¿De dónde has sacado ese candelabro? Deja, prefiero no saberlo. ¿Por qué lo preguntas?
—No sé, amigo. —Sacudió la cabeza, haciendo una mueca como si hubiese olido algo en mal estado—.
—Ya… No sé para qué pregunto. El caso es que una vez que terminé de entrenar, no sabía qué hacer con mi vida. Y nadie me decía qué se esperaba de mí, y yo tampoco me aclaraba. Parece una estupidez, pero sino qué. ¿Qué hago? Con la vida que he llevado no me imagino trabajando en una cantina o en un aserradero. Me han entrenado y adiestrado para cazar demonios y eso no sirve para decorar un currículum. —Asintió pensativo durante unos segundos, antes de mirar fijamente a Zas—.
—La verdad, es que yo tampoco sé mucho de ellos —Árzak le sonrió, cogió el diario y lo guardó en el zurrón—.
Así como el que no quiere la cosa me he puesto a leer y me he plantado de una tacada en el capítulo 13... y porque dentro de un rato tengo que empezar a prepararme que me toca salir... que si no igual llego más lejos
La historia va avanzando a medida de descubrimos hechos pasados y se aclaran algunos acontecimientos recientes. Hay momentos tristes, como el reencuentro con el cazador; momentos alegres, como el reencuentro con el amigo de la infancia; y momentos de hilaridad... gracias al granuja de Zas...
Todo ello aderezado por supuesto con una constante intriga que va evolucionando para ir abriendo nuevos frentes.
Continúa muy bien y sigue prometiendo muy buenos momentos... así que habrá que seguir con la lectura.
Iep!