El estilo del libro es, básicamente, de espada y brujería, que a mi me gusta, no en vano debo de haberme leído casi todo lo publicado de Conan, y este libro bebe de muchos de los clichés del género.
Entonces ¿cuál es el problema?, pues son varios.
Primero, el exceso de personajes, que está bien cuando en la historia van a sucederse muertes inesperadas, pero que, cuando no es así, lastran en exceso el relato; este exceso de personajes vuelve la historia dispersa, con muchos lugares por donde andan los personajes dispersos viviendo sus aventurillas particulares, lo que hace que, a veces, uno se pierda y tenga que retroceder a la guía inicial para saber quien diablos es éste. Aventuras, en muchos casos, intrascendentes, o que apenas suponen esfuerzo para los personajes. Quizás estamos malacostumbrados a Juego de Tronos, pero, en el entorno tan salvaje y violento de los Seis Dedos, ¿de verdad nos creemos que ningún personaje, ni protagonista ni secundario ni colega efímero, estire la pata?, ¿o que llegue a viejo?.
Segundo, un libro de fantasía es un libro de fantasía, y no un manual de antropología, una cosa es dar ambientación a la trama, o poner un apéndice (o un prólogo como hace el autor) donde te describan el mundo y el entorno, y otra cosa es perder mucho tiempo en describir al detalle los usos y costumbres ancestrales de cada pueblo. Porque al final uno se pierde y ya no sabe que son armas, gargales, gorgotas, mediarmas, manamarangas y otras cosas de nombres más complicados.
Tercero, los combates y las batallas, sobre todo la batalla a mitad del libro, que fue excesiva para mi. Una descripción prolija, demasiado prolija, al final no sabes dónde está cada uno, quién está haciendo qué, si están a la derecha, a la izquierda, al centro, etc...aparte de lo poco creíble que una sociedad tan salvaje y tribal como la descrita pueda reunir un ejército disciplinado y cohesionado de ese tamaño, pero bueno, hay que suspender la incredulidad.
Y por último, y lo más grave en mi opinión, la indiferencia. Los protagonistas me son indiferentes; no me importan, no me importa si viven o mueren, me da igual. Cuando un personaje te cae bien quieres que viva, así que lees el relato para ver cómo sobrevive y retorna a su hogar (o te lamentas por su muerte); si lo odias quieres que muera, así que lees el relato para saber cómo muere y recibe su merecido (o te cabreas por su supervivencia). Pero aquí he sentido indiferencia, me da igual que los protagonistas mueran o vivan, que los decapiten, los empalen o los despellejen...me siento como un entomólogo cuando estudia insectos, indiferencia ante la supervivencia o no del sujeto del estudio.
Quizás por el exceso de personajes, quizás porque los siento tan extraños que no empatizo (ni antipatizo, sí sé que la palabra no existe) con ellos, pero la verdad es que me da igual la historia, si viven, si mueren, si cumplen su misión (más bien misiones, que son varios personajes, y a veces no tienes claro que misiones tienen) o si pasan del tema y se quedan en el camino tomando unos vinos. En definitiva, es un libro que me ha dejado frío
Y eso que he leído otras novelas del autor, de género histórico, y sí me han gustado. Pero con ésta no sé que me ha pasado.
Entonces ¿cuál es el problema?, pues son varios.
Primero, el exceso de personajes, que está bien cuando en la historia van a sucederse muertes inesperadas, pero que, cuando no es así, lastran en exceso el relato; este exceso de personajes vuelve la historia dispersa, con muchos lugares por donde andan los personajes dispersos viviendo sus aventurillas particulares, lo que hace que, a veces, uno se pierda y tenga que retroceder a la guía inicial para saber quien diablos es éste. Aventuras, en muchos casos, intrascendentes, o que apenas suponen esfuerzo para los personajes. Quizás estamos malacostumbrados a Juego de Tronos, pero, en el entorno tan salvaje y violento de los Seis Dedos, ¿de verdad nos creemos que ningún personaje, ni protagonista ni secundario ni colega efímero, estire la pata?, ¿o que llegue a viejo?.
Segundo, un libro de fantasía es un libro de fantasía, y no un manual de antropología, una cosa es dar ambientación a la trama, o poner un apéndice (o un prólogo como hace el autor) donde te describan el mundo y el entorno, y otra cosa es perder mucho tiempo en describir al detalle los usos y costumbres ancestrales de cada pueblo. Porque al final uno se pierde y ya no sabe que son armas, gargales, gorgotas, mediarmas, manamarangas y otras cosas de nombres más complicados.
Tercero, los combates y las batallas, sobre todo la batalla a mitad del libro, que fue excesiva para mi. Una descripción prolija, demasiado prolija, al final no sabes dónde está cada uno, quién está haciendo qué, si están a la derecha, a la izquierda, al centro, etc...aparte de lo poco creíble que una sociedad tan salvaje y tribal como la descrita pueda reunir un ejército disciplinado y cohesionado de ese tamaño, pero bueno, hay que suspender la incredulidad.
Y por último, y lo más grave en mi opinión, la indiferencia. Los protagonistas me son indiferentes; no me importan, no me importa si viven o mueren, me da igual. Cuando un personaje te cae bien quieres que viva, así que lees el relato para ver cómo sobrevive y retorna a su hogar (o te lamentas por su muerte); si lo odias quieres que muera, así que lees el relato para saber cómo muere y recibe su merecido (o te cabreas por su supervivencia). Pero aquí he sentido indiferencia, me da igual que los protagonistas mueran o vivan, que los decapiten, los empalen o los despellejen...me siento como un entomólogo cuando estudia insectos, indiferencia ante la supervivencia o no del sujeto del estudio.
Quizás por el exceso de personajes, quizás porque los siento tan extraños que no empatizo (ni antipatizo, sí sé que la palabra no existe) con ellos, pero la verdad es que me da igual la historia, si viven, si mueren, si cumplen su misión (más bien misiones, que son varios personajes, y a veces no tienes claro que misiones tienen) o si pasan del tema y se quedan en el camino tomando unos vinos. En definitiva, es un libro que me ha dejado frío

Y eso que he leído otras novelas del autor, de género histórico, y sí me han gustado. Pero con ésta no sé que me ha pasado.
Nada es sencillo excepto la creencia en la sencillez.
El Dragón de Plata