Holas Momo y de nada, pues soy el primero que también tengo que aprender. Pongo una estrofa mía de mi libro ( ojo que es un texto viejo, falta mucho retoque y es de cuanto andaba algo más pez en todo, tanto en gramática, etc...)
Pasaba el tiempo y el sol daba los últimos gritos, dejando paso a otra noche de luna llena, que sutilmente iluminaba los rincones más tenebrosos. Se encontraban cerca del pantano de las penas, poco rato habían dejado los imponente cuatro puentes. Los jinetes apretaron el paso para poder estar en la fortaleza, antes de que amaneciera.
—Cuando queden ochocientos pies del castillo de Koppens, detenéis los carruajes —pronunció el líder del grupo.
Al cabo de un rato, se escuchó de repente un estallido y venía de la rueda derecha de atrás del carruaje, donde estaban el asesino Morís, el corpulento Waitler y el siempre aterrador Drehath. El caro se tambaleó levemente.
—¡Nos atacan, emboscada! —gritó Morís, y que vio las plumas de colores blancos y azules de una flecha—. La guardia de Forthor —sacó sus tajantes dagas.
—Vamos a divertirnos —dijo el individuo musculoso.
El mago espiritual miró por el ventanal, clavó la mirada en unos matorrales, cuya vista cansada por los años le dejaba ver unas sombras a pié y algún que otro felino. Empezó a concentrar la magia, al mismo tiempo que recitaba palabras de poder, cuales decían:
Orish jame ar morh
Jö
Canshe orth doshh
Los léxicos se desconocían, pero eran de un lenguaje nunca pronunciado hasta ahora. De pronto, del bastón del conjurador empezó a brotar fuego en el mismo vértice, hasta que repentinamente
desapareció. Acto seguido unas enormes llamaradas surgieron del suelo, rodeando a los carruajes. Mientras, Smithi, de sus ojos no dejaba de emerger un humo negro, al que parecía poseído por la propia magia realizada. El grupo del mal utilizó el resguardo para prepararse para recibir a los atacantes.
—Tened cuidado —objetó un hombre esbelto, cual acero azulado destacaba de todas las otras defensas de los guardias—, parece que hemos topado con criaturas diabólicas, vigila chico —le miró al joven, al que tenía mucho aprecio.
—Lo tendré, señor —le contestó, sin dejar de admirarle; para él era como un padre.
Valafar salió del carruaje de un fuerte portazo, al mismo tiempo que es blandía su espada, que refulgía como las estrellas. El arma se podía sujetar tanto a una mano como a dos manos, gracias a la generosa longitud, y al gran equilibrado de pesos. Una trabajada cruz resaltaba del conjunto, mostrando tres cabezas de demonios antiguos que salvaguardaban sus manos; el primer rostro, en el lado izquierdo, una serpiente asomaba su bípeda lengua entre las fauces, representado el símbolo del pecado de los hombres. Pero de las tres cabezas la que más atraía las miradas era la que sujetaba el pomo y el nacimiento de la hoja; una calavera amenazadora y en cuya frente, descansaban los nuevos símbolos de magia. Por último, el tercer rostro tenía la forma de un gato-felino que según muchas culturas representaba la avaricia del poder.
En ese momento de caos por esas llamaradas mágicas, Drehath lanzó la hoz en dirección a los enemigos que estaban escondidos entre los arbustos. El arma fue sin previo aviso a un débil cuello, degollándolo como si fuera simple paja de campo. Cuando la guadaña volvió a retroceder hacía su ama, en la misma trayectoria, decapitó a dos hombres más.
—¡Maldición! Prepararos para lo peor compañeros —dijo intentando levantar la moral, observando el fatídico final de los dos amigos de arma.—Detrás de mismas llamas del infierno, otras criaturas ansían nuestra sangre y nuestra alma, no les deis está satisfacción. ¡Luchemos por nuestro Doz y por Forthor! —terminó gritando, al que se veía del pecho una cabeza de león en un generoso relieve. Nada más finalizar la frase, el tipo musculoso del grupo del mal se agachó, parecía estar dispuesto a levantar el carruaje; el enorme esfuerzo se hacía latente, y mostraba todavía una mayor musculatura; poco a poco y de forma sorprendente levantaba el carro.
—Paradlo si podéis —dijo desafiando y mostrando unos prominentes colmillos, exponiendo la auténtica naturaleza de este ser abominable, un ciervo del inframundo del último plano. El vehículo pasó la barrera de fuego, ya para sorpresa o maldición para los guardias, iba en dirección hacia ellos. El carruajes destrozó a ocho guerreros y dejo a cinco mal heridos. En ese momento, el conjurador del mal dejó de recitar los constantes versos del conjuro y el humo desapareció, al igual que las mágicas llamaradas de fuego.
—Hijo —le expresó sin titubear, al joven— ¿Puedo confiar en ti? —no dejaba de mirarle.
—Si —contestó, mientras intentaba recomponerse; todo había pasado tan rápido para él, que a diferencia de su buen líder parecía estar preparado para lo que viniera.
—Aten a los heridos que yo me encargo —ordenó—. ¡Soltad las bestias!—. Cuatro pumas sedientos de sangre se balancearon sobre el grupo del mal; dos de los mamíferos fueron a por el señor de la noche.
—Acercaros…acercaros mis pequeñines —murmuró Valafar, viendo como en varias zancadas ya los tenía encima. El primer puma en llegar saltó sobre él; inmóvil, no parecía alterarse del feroz rival, al que detuvo de golpe, con solo una mano. Fue asombroso como detuvo la embestida, y al mismo tiempo estrangulaba al pobre animal. Cuando el puma empezaba a faltarle el aire, algo de naturaleza extraña apareció de la nada; unas repentinas partículas empezaban a salir del felino agarrado por el hijo de averno; cada segundo que pasaba más partículas brotaban de la bestia, hasta que esta se desvaneció, junto con el fino polvo. El otro mamífero que iba en busca de Valafar, dio un brusco giro y fue en la caza de otra presa, el asesino Morís. La velocidad del animal sorprendería a cualquier rival y en sin darse cuenta se encontraba a escasos metros del asesino.
Soy bastante de la opinión de Licordemanzana, las primeras batallas a no ser que sea muy importante, algo escuetas. Y lo que me gusta más a mi de las batallas he mostrar el poder, si es un mago, que se note que lo es no? Por qué si uno tiene magia y le atacan porque no usarla?( es lo único de Tolkien que no me gusta, si tienes a Gandalf, pues eso, úsalo--ya se que es asin--- peor es lo único que no me gustó) y si es un guerrero, siempre intento mostrar si es bueno o malo, si es malo pongo por ejemplo que del miedo casi se le escapa la espada de sus manos, etc... detalles, y si es un buen espadachín pues que se note, con fintas elegantes y mortales, etc...
Otra cosa que siempre intento es sacar alguna nuevo para intentar que el lector se sorprenda y diga: "Ala, tú mira que chulo este monstruo, o este conjuro".
Pasaba el tiempo y el sol daba los últimos gritos, dejando paso a otra noche de luna llena, que sutilmente iluminaba los rincones más tenebrosos. Se encontraban cerca del pantano de las penas, poco rato habían dejado los imponente cuatro puentes. Los jinetes apretaron el paso para poder estar en la fortaleza, antes de que amaneciera.
—Cuando queden ochocientos pies del castillo de Koppens, detenéis los carruajes —pronunció el líder del grupo.
Al cabo de un rato, se escuchó de repente un estallido y venía de la rueda derecha de atrás del carruaje, donde estaban el asesino Morís, el corpulento Waitler y el siempre aterrador Drehath. El caro se tambaleó levemente.
—¡Nos atacan, emboscada! —gritó Morís, y que vio las plumas de colores blancos y azules de una flecha—. La guardia de Forthor —sacó sus tajantes dagas.
—Vamos a divertirnos —dijo el individuo musculoso.
El mago espiritual miró por el ventanal, clavó la mirada en unos matorrales, cuya vista cansada por los años le dejaba ver unas sombras a pié y algún que otro felino. Empezó a concentrar la magia, al mismo tiempo que recitaba palabras de poder, cuales decían:
Orish jame ar morh
Jö
Canshe orth doshh
Los léxicos se desconocían, pero eran de un lenguaje nunca pronunciado hasta ahora. De pronto, del bastón del conjurador empezó a brotar fuego en el mismo vértice, hasta que repentinamente
desapareció. Acto seguido unas enormes llamaradas surgieron del suelo, rodeando a los carruajes. Mientras, Smithi, de sus ojos no dejaba de emerger un humo negro, al que parecía poseído por la propia magia realizada. El grupo del mal utilizó el resguardo para prepararse para recibir a los atacantes.
—Tened cuidado —objetó un hombre esbelto, cual acero azulado destacaba de todas las otras defensas de los guardias—, parece que hemos topado con criaturas diabólicas, vigila chico —le miró al joven, al que tenía mucho aprecio.
—Lo tendré, señor —le contestó, sin dejar de admirarle; para él era como un padre.
Valafar salió del carruaje de un fuerte portazo, al mismo tiempo que es blandía su espada, que refulgía como las estrellas. El arma se podía sujetar tanto a una mano como a dos manos, gracias a la generosa longitud, y al gran equilibrado de pesos. Una trabajada cruz resaltaba del conjunto, mostrando tres cabezas de demonios antiguos que salvaguardaban sus manos; el primer rostro, en el lado izquierdo, una serpiente asomaba su bípeda lengua entre las fauces, representado el símbolo del pecado de los hombres. Pero de las tres cabezas la que más atraía las miradas era la que sujetaba el pomo y el nacimiento de la hoja; una calavera amenazadora y en cuya frente, descansaban los nuevos símbolos de magia. Por último, el tercer rostro tenía la forma de un gato-felino que según muchas culturas representaba la avaricia del poder.
En ese momento de caos por esas llamaradas mágicas, Drehath lanzó la hoz en dirección a los enemigos que estaban escondidos entre los arbustos. El arma fue sin previo aviso a un débil cuello, degollándolo como si fuera simple paja de campo. Cuando la guadaña volvió a retroceder hacía su ama, en la misma trayectoria, decapitó a dos hombres más.
—¡Maldición! Prepararos para lo peor compañeros —dijo intentando levantar la moral, observando el fatídico final de los dos amigos de arma.—Detrás de mismas llamas del infierno, otras criaturas ansían nuestra sangre y nuestra alma, no les deis está satisfacción. ¡Luchemos por nuestro Doz y por Forthor! —terminó gritando, al que se veía del pecho una cabeza de león en un generoso relieve. Nada más finalizar la frase, el tipo musculoso del grupo del mal se agachó, parecía estar dispuesto a levantar el carruaje; el enorme esfuerzo se hacía latente, y mostraba todavía una mayor musculatura; poco a poco y de forma sorprendente levantaba el carro.
—Paradlo si podéis —dijo desafiando y mostrando unos prominentes colmillos, exponiendo la auténtica naturaleza de este ser abominable, un ciervo del inframundo del último plano. El vehículo pasó la barrera de fuego, ya para sorpresa o maldición para los guardias, iba en dirección hacia ellos. El carruajes destrozó a ocho guerreros y dejo a cinco mal heridos. En ese momento, el conjurador del mal dejó de recitar los constantes versos del conjuro y el humo desapareció, al igual que las mágicas llamaradas de fuego.
—Hijo —le expresó sin titubear, al joven— ¿Puedo confiar en ti? —no dejaba de mirarle.
—Si —contestó, mientras intentaba recomponerse; todo había pasado tan rápido para él, que a diferencia de su buen líder parecía estar preparado para lo que viniera.
—Aten a los heridos que yo me encargo —ordenó—. ¡Soltad las bestias!—. Cuatro pumas sedientos de sangre se balancearon sobre el grupo del mal; dos de los mamíferos fueron a por el señor de la noche.
—Acercaros…acercaros mis pequeñines —murmuró Valafar, viendo como en varias zancadas ya los tenía encima. El primer puma en llegar saltó sobre él; inmóvil, no parecía alterarse del feroz rival, al que detuvo de golpe, con solo una mano. Fue asombroso como detuvo la embestida, y al mismo tiempo estrangulaba al pobre animal. Cuando el puma empezaba a faltarle el aire, algo de naturaleza extraña apareció de la nada; unas repentinas partículas empezaban a salir del felino agarrado por el hijo de averno; cada segundo que pasaba más partículas brotaban de la bestia, hasta que esta se desvaneció, junto con el fino polvo. El otro mamífero que iba en busca de Valafar, dio un brusco giro y fue en la caza de otra presa, el asesino Morís. La velocidad del animal sorprendería a cualquier rival y en sin darse cuenta se encontraba a escasos metros del asesino.
Soy bastante de la opinión de Licordemanzana, las primeras batallas a no ser que sea muy importante, algo escuetas. Y lo que me gusta más a mi de las batallas he mostrar el poder, si es un mago, que se note que lo es no? Por qué si uno tiene magia y le atacan porque no usarla?( es lo único de Tolkien que no me gusta, si tienes a Gandalf, pues eso, úsalo--ya se que es asin--- peor es lo único que no me gustó) y si es un guerrero, siempre intento mostrar si es bueno o malo, si es malo pongo por ejemplo que del miedo casi se le escapa la espada de sus manos, etc... detalles, y si es un buen espadachín pues que se note, con fintas elegantes y mortales, etc...
Otra cosa que siempre intento es sacar alguna nuevo para intentar que el lector se sorprenda y diga: "Ala, tú mira que chulo este monstruo, o este conjuro".
Los Reinos Perdidos, mi libro, en fase de terminación; un sueño de un soñador
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