02/12/2017 08:32 PM
Hola, la historia es interesante, aunque veo algunos puntos que flojean; para empezar la protagonista no me convence, el mejor adjetivo que se me ocurre para describirla es edgy...; en cuanto al mundo que has creado, más allá de lo que te comento en la corrección que he hecho... ¿es un imperio o un reino? parece que uses las palabras de forma intercambiable cuando no significan lo mismo...
En cuanto a la narrativa, me ha llamado la atención el tiempo verbal que has elegido pero hay veces que cambias de tiempo verbal de forma extraña (en una misma oración) o usas expresiones rebuscadas como al haber llegado (en lugar de al llegar); también parece que escribas con demasiados localismos (si no es eso usas expresiones muy rebuscadas) deberías intentar escribir en un español más neutro; con respecto al tema de interjecciones: si bien en algunos casos sería mejor ahorrártelas si puedes describirlas, creo que en general las que has puesto no desentonan con el relato.
Por último ahí tienes mi corrección, un saludo:
El panorama era sombrío; un día en que la Muerte recogía su cosecha. Me encontraba parada en aquel sitio de batalla, con mi ropa ensangrentada de los caídos, cuyos cadáveres tenían un olor a putrefacción [si bien con el calor un cuerpo se descompone más rápido, para que llegara a tener un olor a putrefacción tendrían que pasar un cierto tiempo; ¿pretendes decir que la batalla ha durado varios días?] y sangre coagulada. Para mí era usual esta visión [considerando que el último aspecto que has destacado era el olor de los cuerpos sería importante que resaltaras si estaba acostumbrada a él o no]; no le daba importancia, mis pensamientos estaban contemplando las muertes de mis hermanos del alma [tal y como ha descrito todo parece que le de igual las muertes de sus hermanos], los cuales se entregaron por [un] futuro mejor. Pero… más que nada… nunca olvidaría la promesa que hice a mi ser amado…
Capítulo 1: Un camino, un solo destino… Un espadachín orgulloso. [si el capítulo está entero, tras leerlo no veo sentido al título; por un lado debería ser una espadachina, por el otro ¿la primera parte se refiere sólo a lo que comenta a su amigo casi al final?]
Me encontraba en el vestíbulo de mi casa, enlistándome [¿seguro que esa es la palabra que querías usar?, por el contexto entiendo que dices que estaba preparándose para ir a entrenar; si realmente quieres decir enlistar (como sinónimo de alistar) la oración es extraña] para ir a entrenar a los barracones que estaban al norte de la zona residencial del reino de Kartina [¿la zona residencial es el nombre de una ciudad? si no es así, a no ser que ese reino solo tenga una ciudad no puedes decir la zona residencial porque existirán varias].
—[lo correcto en es el uso de la raya que es algo más larga que el tipo de guión que usas]Madre… Ya voy de salida a entrenar. —Le avisaba a mi madre [lo acabamos de leer en el diálogo. Y el comentario del narrador siempre va pegado a la raya], sacudiendo el polvo de mí regazo [¿de dónde ha salido ese polvo?].
—Awwwwww [en castellano la interjección debería ser oh, aw se usaría en inglés]… qué lástima. Quería pasar el día contigo, mi pequeña. —Entonces, mi madre se acercaba a mí, para jalarme las mejillas. Mi madre [además de que empiezas a repetir mucho madre, ya se sobreentendería por la descripción que viene a continuación], una dama en sus 50 años, cabello castaño claro largo, rizado [por la manera en cómo describes no deberías separar rizado del resto de descripción capilar], de ojos violeta. Una complexión y rostro algo robustos [hablas de la complexión y el rostro], de unos 1.69 metros de alto.
—Mamá… voy a llegar tarde. El profesor me va a llamar la atención. —Le decía esto a ella, lentamente retirando sus manos de mis mejillas.
—Solo prométeme que no andarás buscando pleitos callejeros, cariño. Debemos poner el ejemplo al resto de las familias nobles. —Mi madre recalcaba esto, frotando mi cabeza, devolviéndome una cálida sonrisa. Al escuchar esta remarca, yo me sonrojaba un poco, agachando la mirada.
—Tenías que recordármelo… —Antes que yo saliera de la casa, mi padre llegaba al vestíbulo, mostrándose algo agitado, cargando una carta de la familia imperial. Él era un señor cerca de sus 60 años, cabello corto, ya cubierto de canas, de cejas grandes, rostro gordo, complexión robusta, pero más musculosa, de unos 1.85 metros de alto. [notaba algo raro con la descripción de la madre y no me he dado cuenta de qué era hasta ahora; el problema es la manera de presentarlo: con la madre pasa desapercibido porque lo único que hace antes de que se la describa es jalar las mejillas a la protagonista; pero con el padre es diferente, cuentas como llega al vestíbulo, se muestra agitado y llevando una carta importante; deberías usar esas acciones para que ella vaya sacando poco a poco parte de la futura descripción y que no quede tan forzada]
—Hola, Victoria. Me gustaría poder acompañarte a la práctica de esgrima de hoy, pero me llegó algo importante de la capital. Tendrás que ir sola esta vez. – [ya que no hay ninguna intervención de la narradora este guión sobra]
—Ohhh… Está bien. Ya estoy acostumbrada, después de todo. —Con la moral destrozada por ese anuncio, yo pasaba a salir por la puerta principal, no sin antes escuchar a mis padres recitar las siguientes frases: “¿Qué sucede, cariño?” [debes usar comillas latinas (« ») o en su defecto cursiva (y como el texto en spoiler sale en cursiva en ese caso sería letra normal)], [falta una coma] “Tenemos malas noticias, Adelaida. Es urgente”.
Mi familia es parte de la nobleza del reino de Kartina; un reino localizado en el norte del continente de Celes, el cual estaba localizado en el hemisferio norte del planeta. El clima del reino era comúnmente frío; solía nevar muy a menudo, pero de vez en cuando podíamos disfrutar de un día fresco, inclusive caluroso, durante los veranos. La economía del reino era estable, inclusive con las altas y las bajas que se daban, a consecuencia de las relaciones políticas con los otros reinos, naciones y tribus.
En el caso de mi familia, somos devotos a distintas deidades femeninas que han existido en este mundo. Poco se sabe de los orígenes exactos de mis ancestros, pero se dice que fueron bendecidos por las diosas. [aquí es más evidente el problema con las descripciones; en lugar de hacerlas naturales mostrándolas cuando es debido o poco a poco, las sueltas de golpe]
9:00 A.M. [si pones esto de las horas deberías ponerlo al principio del capítulo también]
Unas horas después [¿?, ¿tarda horas en llegar a los barracones?, eso es una de las cosas que sí debes dejar claro con algún comentario (por ejemplo con ella quejándose de tener que hacer un trayecto tan largo)], llegué a los barracones donde entrenaba. Siendo la única mujer en mi grupo, era de esperarse que mis compañeros se fijaran lujuriosamente en mí, lo cual me incomodaba terriblemente. Al parecer a los chicos les gustan las rubias de ojos azules. [aunque parece metida un poco con calzador esta descripción suena más natural que las anteriores]
—Hola, Victoria. ¿No le molestaría si nos vamos a la bodega de los cuarteles y te [o la tutea o le habla de usted pero ambas cosas no se pueden (al menos en una misma oración)] enseño cómo se maneja una espada de verdad? Jajajaja. —Uno de mis compañeros me preguntaba esto, mientras otro grupo me silbaba sonoramente; hirviendo de la vergüenza y cubriéndome con mi capucha negra, yo me movía rápidamente hacia un rincón del edificio, donde nadie pudiera molestarme. Quería esperar un rato para que los piropos se apaciguaran, cuando de pronto uno de mis compañeros se acerca a mí por detrás, para saludarme.
—Buenos días, señorita Hosenfeld. —Mi compañero [¿cuál?] (quien dejaba ver [me suena extraña esta construcción] su complexión delgada, cabello cobrizo y lentes que agrandaban un poco sus ojos cafés) [para no cortar la acción debes poner la descripción entre paréntesis] me había dado un susto de ultratumba, haciéndome saltar un poco.
—¡Aghhhhhh! —Recuperando el aliento un poco [acabas de usar un poco justo en la frase anterior], yo pasé a voltear a ver a él [verle], recargando mis manos sobre mis rodillas—. [cuando termina la intervención del narrador, esta precede la raya que a su vez va seguida de la puntuación que toque; además, aunque en este caso no afecta porque el diálogo anterior a la intervención acaba en exclamación, la puntuanción del diálogo no se coloca, es la que va tras la raya] Ufffff… En verdad necesitaba ese infarto, Geraldo. Gracias. – [otro guión que sobra]
—La-lamento eso, señorita Hosenfeld. No era mi intención asustarla así. —Geraldo me dijo esto, recargándose sobre el muro del barracón.
—Mira… no es por ser grosera ni nada, pero por favor, déjame sola. Estoy hiperventilándome [aunque encuentro el uso de esa palabra, parece más una expresión que se ha viralizado por RRSS y no un término de uso correcto] con lo que está pasando ahora mismo. –
—Señorita Hosenfeld… no le gustan las adulaciones, ¿verdad? –
—No. Para nada. Especialmente las más corrientes, como ese de la “espada”. —Al decirle esto a Geraldo, yo me senté de golpe en el suelo, recargando mi cabeza sobre mis rodillas.
—Ohhhhh… Ha de ser horrible ser la única dama en los cuarteles, ¿verdad? Los que solo buscan a una mujer por su cuerpo son los primeros en soltar rienda suelta [dar rienda suelta (no encuentro soltar rienda como equivalente)] con sus halagos de mal gusto, especialmente si se trata de una chica de la alta sociedad. —El muchacho me comenta esto, sentándose a mi lado derecho, observándome preocupado.
—Sí. Sí lo es. Y mucho. Solo me gustaría tener un día donde yo pudiera ser invisible y no tener que pasar por esta mierda. —Le decía esto a Geraldo, golpeando el muro del barracón.
—Guau… no pensé que usted fuera a blasfemar [aunque se puede blasfemar contra algo no sagrado no creo que mierda se pueda considerar blasfemia cuando ni siquiera se dirige a alguien] así, señorita Hosenfeld. –
—¿Por qué? ¿Porque [aunque esté en una pregunta este porque es la respuesta a la anterior pregunta: Porque soy una mujer, ¿verdad? (otra forma de escribir la oración)] soy una mujer, verdad? –
—N-no es por eso, señorita Hosenfeld… Bueno… la verdad es que me sorprende que alguien de su clase social pueda conocer un lenguaje tan vulgar. Es todo. [diría que falta un Eso al principio de esa oración] –
—Las familias nobles no son tan distintas al resto del mundo, Geraldo. Nosotros también tenemos nuestros propios problemas y defectos que atender. Si quieres, puedes irme diciendo [¿decirme?] eso que querías decirme saliendo de clase. Ya ando de mejor humor… creo. –
—No-no quiero sonar como si esto fuera una cita, pero… ¿le gustaría ir conmigo a las carreras de caballos? Van a ser este domingo, en el establo de mi casa. —Entonces, el muchacho [que lo describa como el muchacho podría valer en un narrador en 3ª persona, pero en este caso considerando que son amigos (o al menos conocidos) no] se levantaba del suelo y se colocaba en frente de mí, sonrojándose un poco. Al escuchar esto, yo levanté la mirada un poco y me paré del suelo también.
—¿Carreras… de caballos? ¡Por supuesto que me encantaría ir! Pero… no sé si mi padre solicitará de mi ayuda en la frontera oeste, este fin de semana… Por ahora, no te prometo nada, Geraldo. Lo siento. –
—N-no sabía que a usted le fuera a gustar las carreras de caballos, señorita Hosenfeld. Uffff… menuda suerte la mía. –
—Puedes llamarme Victoria, si quieres; somos amigos, ¿o no? Y sí, me gustan los caballos y las carreras de caballos. Siempre he creído que tú no escoges tu montura; ella te escoge a ti. Lo mismo pasa con tus armas. Ellas te escogen a ti. Aunque, si te soy sincera, a veces desearía poder ser yo quien decide lo que quiero. —Ya habiendo dicho esto, mi sonrisa cambió inmediatamente por un rostro de melancolía. Había algo dentro de mí que no me dejaba tranquila [¿el qué? el hecho de que sea un narrador en primera persona que nos está escondiendo información que le pasa justo en ese momento por la cabeza es extraño].
—¿Por qué menciona eso, seño-[aunque para los tardamudeos funciona, en este caso irían mejor puntos suspensivos]Victoria? —El muchacho entonces se acerca a mí, ladeando su cabeza hacia la derecha, mirándome un poco angustiado. Antes que pudiera hablar sobre ello, se escucha la voz de mi [¿no debería ser nuestro?] maestro a lo lejos.
—¡El entrenamiento ha comenzado! ¡Repórtense en el interior de las instalaciones! –
—Te lo diré terminando las clases, Geraldo. —Ya habiendo dicho ello, tomé mis cosas del suelo y me fui adentro de los barracones.
—E-está bien… Si así lo desea. –
9:30 A.M.
Hoy era día de combates de entrenamiento. Todos mis compañeros y yo [puedes decir simplemente todos; en su defecto todos los reclutas] pasábamos al frente del edificio, para dar rienda [suelta] a la práctica. Ya me tocaba pasar a mí. [cuando has dicho la frase anterior dabas a entender que ella había pasado ya junto a los otros]
—Pasen al frente, señorita Victoria Hosenfeld y marqués Saúl Giesler. – Entonces, mi maestro de esgrima, un anciano robusto de cabello blanco corto y ojos azules, nos daba la orden de pasar al centro de la habitación.
—Enseguida [sin el espacio], maestro. —Sin más chistar, yo me levantaba del suelo y me dirigí al centro, donde mi compañero me esperaba.
–Si yo gano, ¿saldrías conmigo a tomar unas bebidas, señorita Hosenfeld? – El marqués Saúl, (un joven de cabello negro rojizo [soy incapaz de imaginarme qué clase de color es ese] y largo, ojos verdes oscuro y solo un poco más alto que yo) [igual que antes, descripción en paréntesis para no cortar la acción y la coma anterior sobra], cuestionaba esto, sonriendo socarronamente, levantando su espada.
—Que gane el mejor. —Tratando de mostrarme relajada ante ese coqueteo, yo simplemente le sonreía de vuelta al muchacho [usas demasiado la expresión muchacho], levantando la espada también, inclinándome como parte de la ceremonia de combate. Saúl se inclinaba también.
—¡Que vuestras espadas choquen! —En eso, el maestro nos daba la orden de comenzar el combate. Él se lanza hacia mí, balanceando su espada horizontalmente, por lo que yo retrocedo un poco, moviéndome hacia los lados. Mi corazón latía como loco, casi saliéndose del pecho; una onda [ola] de energía recorría por mi cuerpo, revigorizándome de golpe, cada vez que me movía al ritmo de ese violento baile. Mi respiración se agitaba violentamente, mi visión se distorsionaba un poco, tenía muchas ganas de secarme el sudor de la frente… pero debía concentrarme. No podía dejarme vencer por ese muchacho engreído. Entonces, el muchacho lanza una puñalada rápida, lo cual me da muy poco tiempo de reaccionar, por lo que terminé bloqueando el ataque; el impacto me hizo retroceder un poco, pero no me derribó. Sentí un fuerte calambre en las manos; casi dejaba caer el sable al piso. No debía demorarme en recomponerme, por lo que me puse a la iniciativa [ofensiva] y lancé estocadas diagonales hacia el muchacho [¡!]. Él rápidamente se hace hacia adelante y trata de empujarme con el filo de su espada, pero yo retrocedía un poco y después saltaba hacia adelante, lanzando una estocada feroz. [aunque durante todo el texto has tenido algún cambio de tiempo verbal del que has usado en la mayor parte del mismo aquí lo haces en un mismo párrafo dando resultados raros, como: Sentí un fuerte calambre en las manos; casi dejaba caer el sable al piso. Si eliges un tiempo verbal aunque uses otros alguna vez no lo cambies en una misma frase]
—¡Aghhhhhh! —En eso, tiré a mi rival quien al recibir mi ataque cayó al suelo quejándose. [como está construida la descripción no se sabe si grita ella o lo hace él; ni, en caso de que sea él, si lo hace por el ataque anterior o por caerse al suelo]
—¡Es suficiente! —Mi maestro exclamaba fuertemente, acercándose a donde estábamos, deteniendo el combate—. La ganadora es la señorita Victoria. —El profesor quien vigilaba, observó el resultado y tajante dio por terminada la práctica, anunciando mi victoria [es cierto que el anterior es el nombre de la protagonista, pero no deberías repetir esa palabra cuando puedes usar por ejemplo triunfo]. Lo primero que hice terminando el combate fue dirigirme hacia mi compañero derribado, estrechando[le o estrechando su mano] la mano, sonriéndole.
—No vayas a quejarte con tu [a] mamá, solo porque perdiste contra una mujer. –
—Fuerte y linda. Cualquier hombre desearía una mujer así en su vida. —Saúl comentaba esto, sonriéndome de vuelta. Ante esto, yo solo le apretaba más fuerte la mano, disimulando mi coraje.
—No te atrevas a usar esa frase hacia mí otra vez, por favor. —Ya terminando el combate, me dirigí de vuelta a mi lugar; en lo que mis compañeros me ovacionaban. Me mostré indiferente ante el festejo; sólo me limité a mirar por la ventana, mientras que con el dedo índice jugaba con un mechón de mi cabello.
Jamás he sido la más alta de mi grupo; siempre viéndome a unos centímetros por debajo de mis compañeros y mis familiares. Pero eso no significaba nada para mí; si podía usar mis talentos acorde a la situación, podía salir victoriosa [como antes, puedes usar sinónimos y dejar la palabra Victoria libre para usarla como nombre sin repetir]… o al menos era lo que quería pensar…
5:00 P.M.
Al terminar el entrenamiento, todos agradecimos la clase y solos o en grupo nos dirigíamos a nuestras casas. Me quedé esperando a Geraldo por un rato y él alcanzándome corriendo me dijo:
—¡Increíble combate el de hoy, Vic! ¡Es la mejor esgrimista de todo Kartina! –
—Gracias, Geraldo. Pero estoy segura que cualquier esgrimista profesional me ganaría al primer encuentro… ¿Y por qué me llamas Vic? Nadie me llama así. –
—¡Hablo en serio, señorita Hosenfeld! [es absurdo que que vuelva a llamarla por el apellido de golpe cuando había llegado al punto de darle un mote] La elegancia con la que se mueve, la precisión de sus ataques, la rapidez de sus bloqueos y sus evasiones; todo eso es casi insuperable para cualquiera de nuestra escuela. Dígame… —El joven [otra vez lo menciona como si fuera un desconocido] me dijo mientras se paraba en frente de mí. Y de pronto mi compañero me preguntó—: ¿Qué es lo que la hace tan buena en esto? –
Al terminar de decirme esto, yo me paraba en seco y bajaba la cabeza, para de pronto subir la mirada, cruzando los brazos.
—¿Al menos vas a responderme el origen detrás de “Vic”? —Le preguntaba a mi compañero, mientras volteaba a verlo de reojo.
—Uhmmmm… bueno… pensaba que sonaba bonito. Pero si a usted le molesta…–
—¿Alguna vez has sentido que tu vida puede ser tan inconsecuente como la de un animal salvaje? —Le pregunté esto a Gerlado, mirando la palma de mi mano derecha.
—Ahmmmm… ¿Por… qué pregunta eso? –
—Durante un largo lapso de tiempo, pensé que no haría nada con mi vida. Creí que solo iba a terminar siendo una sombra más, en este mar de máscaras.
»[aunque esto debería ir pegado al diálogo anterior, si quieres tratarlo como un párrafo separado al ser una continuación del diálogo debes añadir la comilla de cierre delante]Cuando escuché que mi padre quería que practicara esgrima, no sabía a lo que me atenía; siempre pensé que los combates y las artes marciales son de salvajes. Pero después de unos días de entrenamiento con ustedes, mi manera de pensar cambió demasiado. El código ético que siguen los guerreros, ya sean esgrimistas u [o de] otra clase, así como la sensación de luchar cambiaron la perspectiva que tenía sobre ello [mi perspectiva sobre ello]. Por primera vez en mi vida, me había sentido realmente viva. Finalmente había encontrado una razón para vivir… Por esa razón decidí continuar entrenando, con todo el ahínco que mi propio cuerpo pueda entregar. —El combate lo era todo para mí… [eso es un resumen de lo que acabas de decir en el diálogo]
—Ohhhhh… Ha de ser horrible no tener que hacer con su vida. Pero igualmente me alegra que hayas encontrado algo que te motive a seguir adelante, Victoria. –
—Jejeje… Gracias, Geraldo. –
—Vaya, señorita Victoria. En verdad me sorprende verla sonreír [técnicamente eso ha sido una risa, no una sonrisa]. –
—No comiences ahora tú, Geraldo… Ya tengo suficiente con el resto de la clase, como para que ahora tú lo hagas… —Sonreír no es algo que solía hacer con mucha frecuencia. No tenía por qué demostrar mis sentimientos hacia otras personas, si no era necesario. Si algo me molestaba, era que la gente se me quedara viendo; lo sentía como un centenar de agujas clavándose en mi cuerpo.
—¡Anímese, Señorita Hosenfeld! Si usted es hermosa, sonreír le hace ver aún más hermosa. —Antes de que Geraldo pudiera continuar con sus halagos, yo me enojaba y di la media vuelta, mirándole enfadada.
—¡BASTA YA! [aunque puedes usar mayúsculas para designar que está gritando alto, las exclamaciones están para eso; en caso de que no sean suficientes se usa justamente la intervención del narrador] —En eso, el joven acompañante retrocedía un poco, mirándome un poco aterrado. Al parecer le intimidó mi reacción—. No quiero que me trates como una dama delicada. ¡No quiero que nadie en este mundo me trate como una persona que solo sobresale por su belleza! ¡No quiero sus miradas tiernas, halagos ni caricias! Ser una guerrera es el camino el cual yo escogí. El combate lo es TODO [aquí sí está completamente fuera de lugar la mayúscula. o usas cursiva para remarcar el tono (en el spoiler debe ser letra normal) o usas exclamaciones] para mí. ¡Quiero vivir para luchar! Y si tú o el resto del mundo no puede entender eso, ¡por mi pueden irse al infierno! —Al haber terminado de decir esto, di la media vuelta y me fui yo sola a mi casa, dejando al otro muchacho [no solo repites muchacho sino que usas otro que da lugar a que haga falta al menos un muchacho más] sin palabras. En ese tiempo, me molestaba que me tratasen bien, por el simple hecho de ser bonita; lo consideraba algo deshonroso, tomando en cuenta el camino que había decidido recorrer. Entonces, me detuve en seco y di la media vuelta, observando a un Geraldo derrotado, encogiendo su cuerpo. No pude evitar sentir culpa ante ello, por lo cual vuelvo a donde estaba él y apoyaba mi mano sobre su hombro.
—¿Vi-victoria? – El joven levantaba su mirada algo vidriosa, acomodando sus anteojos.
—Geraldo… perdóname por haber reaccionado así. Es que ya me estaba harta de todo el murmullo del barracón. No era mi intención lastimarte así. —Le dije esto a mi amigo, frotando su cabeza con mi mano izquierda.
—E-está bien, señorita Hosenfeld. —Geraldo se tranquilizaba un poco, riendo entre dientes [aquí es al revés de antes, debe ser sonreír. Tal y como lo pones parece que se ría de ella]. Yo le devolvía una sonrisa nuevamente, ante esto. [me suena rarísimo con ese ante esto al final en lugar de al comienzo de la frase]
—Puedes llamarme Vic, si quieres. Somos amigos, ¿o no? [es exáctamente lo que dijo antes pero cambiando Victoria por Vic]—Muy dentro de mí, me sentía estúpida por haberme comportado así con él. El miedo de ser olvidada por las arenas del tiempo me había cegado. Pero esa perspectiva iba a cambiar, cuando terminaría [¿terminara?] conociendo [conociéndola] a ella…
7:00 P.M.
Un rato después, finalmente llegué a mi casa, la cual estaba en la cima de una pequeña colina; al verla, ésta expulsaba un aire de misticismo. [escrito así parece que ese aire (que debería ser aura) se expulsa cuando alguien la veía] Las estatuas de ángeles y diosas, así como los vitrales en las ventanas le daban un aspecto sagrado, que se veía intimidante de noche. Sin más preámbulos, entré a la casa, dando al vestíbulo, este estaba decorado con [más] estatuas de ángeles y muebles de ébano.
—¿Señorita Victoria? —Uno de los mayordomos me observaba entrar por la puerta, acercándose firmemente [¿?] hacia mí, limpiando una vasija de la repisa. Su aspecto era delgado y algo añejo, de cabello negro con canas, ojos cafés y bigote rizado.
—Ando muy cansada, Rogelio. Perdóname si no me veo de humor para conversar o jugar ajedrez con usted. —Simplemente le decía esto al mayordomo, pasando lentamente en frente de él, agachando la cabeza—. ¡Ya llegue, mamá! —Le gritaba a mi madre [ya ha quedado claro], mientras subía al tercer piso, para dirigirme a mi cuarto, el cual quedaba en el ala este de la mansión.
—Eso iba a decirle, señorita Victoria. Sus padres salieron a la capital, para atender un asunto con el comandante Luttenberg. Han estado desapareciendo muchas personas en el sur del reino, y ocupan fondos para incrementar la seguridad en la frontera con Ucilia. —Rogelio me comentaba esto; colocando la vasija en la repisa, [y] siguiéndome hacia arriba. Así que ese es el detrás [lo que está detrás] del “¿Qué sucede, cariño?” y “Tenemos malas noticias, Adelaida. Es urgente” [es innecesario que repitas algo que hemos leído al comienzo del capítulo; tendría sentido capítulos más adelante como recordatorio] que escuché en la mañana, ¿eh?
—Genial… Ahora ya son tres meses continuos, desde que ha estado pasando esto. Una semana más y ya tendremos nuevo récord. —Le decía este comentario sarcástico al mayordomo, encogiendo los hombros, [y] caminando hacia la puerta de mi habitación. Al haber llegado [llegar] a ésta, abrí la puerta y entré, para quitarme la ropa. El interior de mi cuarto era la definición de “minimalista”; lo único que había en mi cuarto era una cama personal [¿individual?], un ropero y un espejo. Nada de adornos ni artículos de belleza o cosas así [¿por qué?]. Ya quitándome el yelmo [¿ha venido a casa con una armadura encima?], lo colocaba junto al ropero e iba a acostarme en la cama, mirando hacia el techo.
—Una cosa más. La familia ha sido invitada a una fiesta en el castillo imperial. Me imagino que usted va a ir también. ¿No es así? —Rogelio se había quedado afuera de la habitación, antes que me observara quitarme la ropa [tal y como está construída la frase dice que va a observarla después de salir del cuarto].
[aquí has dejado un salto de línea que sobra]
—¿Ya qué? No creo que tenga otra opción… —Le decía al mayordomo, tapando mi cara con una de las almohadas de la cama, suspirando tristemente. No quería ir a la fiesta; sé bien que las fiestas de la alta sociedad son aburridas a mas no poder. Pero mis padres tenían compromiso con los reyes, lo que me comprometía a asistir. Gracias a las diosas que pronto me arrepentiría de ese comentario, ya que en esa fiesta, [la] conocería a ella…
En cuanto a la narrativa, me ha llamado la atención el tiempo verbal que has elegido pero hay veces que cambias de tiempo verbal de forma extraña (en una misma oración) o usas expresiones rebuscadas como al haber llegado (en lugar de al llegar); también parece que escribas con demasiados localismos (si no es eso usas expresiones muy rebuscadas) deberías intentar escribir en un español más neutro; con respecto al tema de interjecciones: si bien en algunos casos sería mejor ahorrártelas si puedes describirlas, creo que en general las que has puesto no desentonan con el relato.
Por último ahí tienes mi corrección, un saludo:
El panorama era sombrío; un día en que la Muerte recogía su cosecha. Me encontraba parada en aquel sitio de batalla, con mi ropa ensangrentada de los caídos, cuyos cadáveres tenían un olor a putrefacción [si bien con el calor un cuerpo se descompone más rápido, para que llegara a tener un olor a putrefacción tendrían que pasar un cierto tiempo; ¿pretendes decir que la batalla ha durado varios días?] y sangre coagulada. Para mí era usual esta visión [considerando que el último aspecto que has destacado era el olor de los cuerpos sería importante que resaltaras si estaba acostumbrada a él o no]; no le daba importancia, mis pensamientos estaban contemplando las muertes de mis hermanos del alma [tal y como ha descrito todo parece que le de igual las muertes de sus hermanos], los cuales se entregaron por [un] futuro mejor. Pero… más que nada… nunca olvidaría la promesa que hice a mi ser amado…
Capítulo 1: Un camino, un solo destino… Un espadachín orgulloso. [si el capítulo está entero, tras leerlo no veo sentido al título; por un lado debería ser una espadachina, por el otro ¿la primera parte se refiere sólo a lo que comenta a su amigo casi al final?]
Me encontraba en el vestíbulo de mi casa, enlistándome [¿seguro que esa es la palabra que querías usar?, por el contexto entiendo que dices que estaba preparándose para ir a entrenar; si realmente quieres decir enlistar (como sinónimo de alistar) la oración es extraña] para ir a entrenar a los barracones que estaban al norte de la zona residencial del reino de Kartina [¿la zona residencial es el nombre de una ciudad? si no es así, a no ser que ese reino solo tenga una ciudad no puedes decir la zona residencial porque existirán varias].
—[lo correcto en es el uso de la raya que es algo más larga que el tipo de guión que usas]Madre… Ya voy de salida a entrenar. —Le avisaba a mi madre [lo acabamos de leer en el diálogo. Y el comentario del narrador siempre va pegado a la raya], sacudiendo el polvo de mí regazo [¿de dónde ha salido ese polvo?].
—Awwwwww [en castellano la interjección debería ser oh, aw se usaría en inglés]… qué lástima. Quería pasar el día contigo, mi pequeña. —Entonces, mi madre se acercaba a mí, para jalarme las mejillas. Mi madre [además de que empiezas a repetir mucho madre, ya se sobreentendería por la descripción que viene a continuación], una dama en sus 50 años, cabello castaño claro largo, rizado [por la manera en cómo describes no deberías separar rizado del resto de descripción capilar], de ojos violeta. Una complexión y rostro algo robustos [hablas de la complexión y el rostro], de unos 1.69 metros de alto.
—Mamá… voy a llegar tarde. El profesor me va a llamar la atención. —Le decía esto a ella, lentamente retirando sus manos de mis mejillas.
—Solo prométeme que no andarás buscando pleitos callejeros, cariño. Debemos poner el ejemplo al resto de las familias nobles. —Mi madre recalcaba esto, frotando mi cabeza, devolviéndome una cálida sonrisa. Al escuchar esta remarca, yo me sonrojaba un poco, agachando la mirada.
—Tenías que recordármelo… —Antes que yo saliera de la casa, mi padre llegaba al vestíbulo, mostrándose algo agitado, cargando una carta de la familia imperial. Él era un señor cerca de sus 60 años, cabello corto, ya cubierto de canas, de cejas grandes, rostro gordo, complexión robusta, pero más musculosa, de unos 1.85 metros de alto. [notaba algo raro con la descripción de la madre y no me he dado cuenta de qué era hasta ahora; el problema es la manera de presentarlo: con la madre pasa desapercibido porque lo único que hace antes de que se la describa es jalar las mejillas a la protagonista; pero con el padre es diferente, cuentas como llega al vestíbulo, se muestra agitado y llevando una carta importante; deberías usar esas acciones para que ella vaya sacando poco a poco parte de la futura descripción y que no quede tan forzada]
—Hola, Victoria. Me gustaría poder acompañarte a la práctica de esgrima de hoy, pero me llegó algo importante de la capital. Tendrás que ir sola esta vez. – [ya que no hay ninguna intervención de la narradora este guión sobra]
—Ohhh… Está bien. Ya estoy acostumbrada, después de todo. —Con la moral destrozada por ese anuncio, yo pasaba a salir por la puerta principal, no sin antes escuchar a mis padres recitar las siguientes frases: “¿Qué sucede, cariño?” [debes usar comillas latinas (« ») o en su defecto cursiva (y como el texto en spoiler sale en cursiva en ese caso sería letra normal)], [falta una coma] “Tenemos malas noticias, Adelaida. Es urgente”.
Mi familia es parte de la nobleza del reino de Kartina; un reino localizado en el norte del continente de Celes, el cual estaba localizado en el hemisferio norte del planeta. El clima del reino era comúnmente frío; solía nevar muy a menudo, pero de vez en cuando podíamos disfrutar de un día fresco, inclusive caluroso, durante los veranos. La economía del reino era estable, inclusive con las altas y las bajas que se daban, a consecuencia de las relaciones políticas con los otros reinos, naciones y tribus.
En el caso de mi familia, somos devotos a distintas deidades femeninas que han existido en este mundo. Poco se sabe de los orígenes exactos de mis ancestros, pero se dice que fueron bendecidos por las diosas. [aquí es más evidente el problema con las descripciones; en lugar de hacerlas naturales mostrándolas cuando es debido o poco a poco, las sueltas de golpe]
9:00 A.M. [si pones esto de las horas deberías ponerlo al principio del capítulo también]
Unas horas después [¿?, ¿tarda horas en llegar a los barracones?, eso es una de las cosas que sí debes dejar claro con algún comentario (por ejemplo con ella quejándose de tener que hacer un trayecto tan largo)], llegué a los barracones donde entrenaba. Siendo la única mujer en mi grupo, era de esperarse que mis compañeros se fijaran lujuriosamente en mí, lo cual me incomodaba terriblemente. Al parecer a los chicos les gustan las rubias de ojos azules. [aunque parece metida un poco con calzador esta descripción suena más natural que las anteriores]
—Hola, Victoria. ¿No le molestaría si nos vamos a la bodega de los cuarteles y te [o la tutea o le habla de usted pero ambas cosas no se pueden (al menos en una misma oración)] enseño cómo se maneja una espada de verdad? Jajajaja. —Uno de mis compañeros me preguntaba esto, mientras otro grupo me silbaba sonoramente; hirviendo de la vergüenza y cubriéndome con mi capucha negra, yo me movía rápidamente hacia un rincón del edificio, donde nadie pudiera molestarme. Quería esperar un rato para que los piropos se apaciguaran, cuando de pronto uno de mis compañeros se acerca a mí por detrás, para saludarme.
—Buenos días, señorita Hosenfeld. —Mi compañero [¿cuál?] (quien dejaba ver [me suena extraña esta construcción] su complexión delgada, cabello cobrizo y lentes que agrandaban un poco sus ojos cafés) [para no cortar la acción debes poner la descripción entre paréntesis] me había dado un susto de ultratumba, haciéndome saltar un poco.
—¡Aghhhhhh! —Recuperando el aliento un poco [acabas de usar un poco justo en la frase anterior], yo pasé a voltear a ver a él [verle], recargando mis manos sobre mis rodillas—. [cuando termina la intervención del narrador, esta precede la raya que a su vez va seguida de la puntuación que toque; además, aunque en este caso no afecta porque el diálogo anterior a la intervención acaba en exclamación, la puntuanción del diálogo no se coloca, es la que va tras la raya] Ufffff… En verdad necesitaba ese infarto, Geraldo. Gracias. – [otro guión que sobra]
—La-lamento eso, señorita Hosenfeld. No era mi intención asustarla así. —Geraldo me dijo esto, recargándose sobre el muro del barracón.
—Mira… no es por ser grosera ni nada, pero por favor, déjame sola. Estoy hiperventilándome [aunque encuentro el uso de esa palabra, parece más una expresión que se ha viralizado por RRSS y no un término de uso correcto] con lo que está pasando ahora mismo. –
—Señorita Hosenfeld… no le gustan las adulaciones, ¿verdad? –
—No. Para nada. Especialmente las más corrientes, como ese de la “espada”. —Al decirle esto a Geraldo, yo me senté de golpe en el suelo, recargando mi cabeza sobre mis rodillas.
—Ohhhhh… Ha de ser horrible ser la única dama en los cuarteles, ¿verdad? Los que solo buscan a una mujer por su cuerpo son los primeros en soltar rienda suelta [dar rienda suelta (no encuentro soltar rienda como equivalente)] con sus halagos de mal gusto, especialmente si se trata de una chica de la alta sociedad. —El muchacho me comenta esto, sentándose a mi lado derecho, observándome preocupado.
—Sí. Sí lo es. Y mucho. Solo me gustaría tener un día donde yo pudiera ser invisible y no tener que pasar por esta mierda. —Le decía esto a Geraldo, golpeando el muro del barracón.
—Guau… no pensé que usted fuera a blasfemar [aunque se puede blasfemar contra algo no sagrado no creo que mierda se pueda considerar blasfemia cuando ni siquiera se dirige a alguien] así, señorita Hosenfeld. –
—¿Por qué? ¿Porque [aunque esté en una pregunta este porque es la respuesta a la anterior pregunta: Porque soy una mujer, ¿verdad? (otra forma de escribir la oración)] soy una mujer, verdad? –
—N-no es por eso, señorita Hosenfeld… Bueno… la verdad es que me sorprende que alguien de su clase social pueda conocer un lenguaje tan vulgar. Es todo. [diría que falta un Eso al principio de esa oración] –
—Las familias nobles no son tan distintas al resto del mundo, Geraldo. Nosotros también tenemos nuestros propios problemas y defectos que atender. Si quieres, puedes irme diciendo [¿decirme?] eso que querías decirme saliendo de clase. Ya ando de mejor humor… creo. –
—No-no quiero sonar como si esto fuera una cita, pero… ¿le gustaría ir conmigo a las carreras de caballos? Van a ser este domingo, en el establo de mi casa. —Entonces, el muchacho [que lo describa como el muchacho podría valer en un narrador en 3ª persona, pero en este caso considerando que son amigos (o al menos conocidos) no] se levantaba del suelo y se colocaba en frente de mí, sonrojándose un poco. Al escuchar esto, yo levanté la mirada un poco y me paré del suelo también.
—¿Carreras… de caballos? ¡Por supuesto que me encantaría ir! Pero… no sé si mi padre solicitará de mi ayuda en la frontera oeste, este fin de semana… Por ahora, no te prometo nada, Geraldo. Lo siento. –
—N-no sabía que a usted le fuera a gustar las carreras de caballos, señorita Hosenfeld. Uffff… menuda suerte la mía. –
—Puedes llamarme Victoria, si quieres; somos amigos, ¿o no? Y sí, me gustan los caballos y las carreras de caballos. Siempre he creído que tú no escoges tu montura; ella te escoge a ti. Lo mismo pasa con tus armas. Ellas te escogen a ti. Aunque, si te soy sincera, a veces desearía poder ser yo quien decide lo que quiero. —Ya habiendo dicho esto, mi sonrisa cambió inmediatamente por un rostro de melancolía. Había algo dentro de mí que no me dejaba tranquila [¿el qué? el hecho de que sea un narrador en primera persona que nos está escondiendo información que le pasa justo en ese momento por la cabeza es extraño].
—¿Por qué menciona eso, seño-[aunque para los tardamudeos funciona, en este caso irían mejor puntos suspensivos]Victoria? —El muchacho entonces se acerca a mí, ladeando su cabeza hacia la derecha, mirándome un poco angustiado. Antes que pudiera hablar sobre ello, se escucha la voz de mi [¿no debería ser nuestro?] maestro a lo lejos.
—¡El entrenamiento ha comenzado! ¡Repórtense en el interior de las instalaciones! –
—Te lo diré terminando las clases, Geraldo. —Ya habiendo dicho ello, tomé mis cosas del suelo y me fui adentro de los barracones.
—E-está bien… Si así lo desea. –
9:30 A.M.
Hoy era día de combates de entrenamiento. Todos mis compañeros y yo [puedes decir simplemente todos; en su defecto todos los reclutas] pasábamos al frente del edificio, para dar rienda [suelta] a la práctica. Ya me tocaba pasar a mí. [cuando has dicho la frase anterior dabas a entender que ella había pasado ya junto a los otros]
—Pasen al frente, señorita Victoria Hosenfeld y marqués Saúl Giesler. – Entonces, mi maestro de esgrima, un anciano robusto de cabello blanco corto y ojos azules, nos daba la orden de pasar al centro de la habitación.
—Enseguida [sin el espacio], maestro. —Sin más chistar, yo me levantaba del suelo y me dirigí al centro, donde mi compañero me esperaba.
–Si yo gano, ¿saldrías conmigo a tomar unas bebidas, señorita Hosenfeld? – El marqués Saúl, (un joven de cabello negro rojizo [soy incapaz de imaginarme qué clase de color es ese] y largo, ojos verdes oscuro y solo un poco más alto que yo) [igual que antes, descripción en paréntesis para no cortar la acción y la coma anterior sobra], cuestionaba esto, sonriendo socarronamente, levantando su espada.
—Que gane el mejor. —Tratando de mostrarme relajada ante ese coqueteo, yo simplemente le sonreía de vuelta al muchacho [usas demasiado la expresión muchacho], levantando la espada también, inclinándome como parte de la ceremonia de combate. Saúl se inclinaba también.
—¡Que vuestras espadas choquen! —En eso, el maestro nos daba la orden de comenzar el combate. Él se lanza hacia mí, balanceando su espada horizontalmente, por lo que yo retrocedo un poco, moviéndome hacia los lados. Mi corazón latía como loco, casi saliéndose del pecho; una onda [ola] de energía recorría por mi cuerpo, revigorizándome de golpe, cada vez que me movía al ritmo de ese violento baile. Mi respiración se agitaba violentamente, mi visión se distorsionaba un poco, tenía muchas ganas de secarme el sudor de la frente… pero debía concentrarme. No podía dejarme vencer por ese muchacho engreído. Entonces, el muchacho lanza una puñalada rápida, lo cual me da muy poco tiempo de reaccionar, por lo que terminé bloqueando el ataque; el impacto me hizo retroceder un poco, pero no me derribó. Sentí un fuerte calambre en las manos; casi dejaba caer el sable al piso. No debía demorarme en recomponerme, por lo que me puse a la iniciativa [ofensiva] y lancé estocadas diagonales hacia el muchacho [¡!]. Él rápidamente se hace hacia adelante y trata de empujarme con el filo de su espada, pero yo retrocedía un poco y después saltaba hacia adelante, lanzando una estocada feroz. [aunque durante todo el texto has tenido algún cambio de tiempo verbal del que has usado en la mayor parte del mismo aquí lo haces en un mismo párrafo dando resultados raros, como: Sentí un fuerte calambre en las manos; casi dejaba caer el sable al piso. Si eliges un tiempo verbal aunque uses otros alguna vez no lo cambies en una misma frase]
—¡Aghhhhhh! —En eso, tiré a mi rival quien al recibir mi ataque cayó al suelo quejándose. [como está construida la descripción no se sabe si grita ella o lo hace él; ni, en caso de que sea él, si lo hace por el ataque anterior o por caerse al suelo]
—¡Es suficiente! —Mi maestro exclamaba fuertemente, acercándose a donde estábamos, deteniendo el combate—. La ganadora es la señorita Victoria. —El profesor quien vigilaba, observó el resultado y tajante dio por terminada la práctica, anunciando mi victoria [es cierto que el anterior es el nombre de la protagonista, pero no deberías repetir esa palabra cuando puedes usar por ejemplo triunfo]. Lo primero que hice terminando el combate fue dirigirme hacia mi compañero derribado, estrechando[le o estrechando su mano] la mano, sonriéndole.
—No vayas a quejarte con tu [a] mamá, solo porque perdiste contra una mujer. –
—Fuerte y linda. Cualquier hombre desearía una mujer así en su vida. —Saúl comentaba esto, sonriéndome de vuelta. Ante esto, yo solo le apretaba más fuerte la mano, disimulando mi coraje.
—No te atrevas a usar esa frase hacia mí otra vez, por favor. —Ya terminando el combate, me dirigí de vuelta a mi lugar; en lo que mis compañeros me ovacionaban. Me mostré indiferente ante el festejo; sólo me limité a mirar por la ventana, mientras que con el dedo índice jugaba con un mechón de mi cabello.
Jamás he sido la más alta de mi grupo; siempre viéndome a unos centímetros por debajo de mis compañeros y mis familiares. Pero eso no significaba nada para mí; si podía usar mis talentos acorde a la situación, podía salir victoriosa [como antes, puedes usar sinónimos y dejar la palabra Victoria libre para usarla como nombre sin repetir]… o al menos era lo que quería pensar…
5:00 P.M.
Al terminar el entrenamiento, todos agradecimos la clase y solos o en grupo nos dirigíamos a nuestras casas. Me quedé esperando a Geraldo por un rato y él alcanzándome corriendo me dijo:
—¡Increíble combate el de hoy, Vic! ¡Es la mejor esgrimista de todo Kartina! –
—Gracias, Geraldo. Pero estoy segura que cualquier esgrimista profesional me ganaría al primer encuentro… ¿Y por qué me llamas Vic? Nadie me llama así. –
—¡Hablo en serio, señorita Hosenfeld! [es absurdo que que vuelva a llamarla por el apellido de golpe cuando había llegado al punto de darle un mote] La elegancia con la que se mueve, la precisión de sus ataques, la rapidez de sus bloqueos y sus evasiones; todo eso es casi insuperable para cualquiera de nuestra escuela. Dígame… —El joven [otra vez lo menciona como si fuera un desconocido] me dijo mientras se paraba en frente de mí. Y de pronto mi compañero me preguntó—: ¿Qué es lo que la hace tan buena en esto? –
Al terminar de decirme esto, yo me paraba en seco y bajaba la cabeza, para de pronto subir la mirada, cruzando los brazos.
—¿Al menos vas a responderme el origen detrás de “Vic”? —Le preguntaba a mi compañero, mientras volteaba a verlo de reojo.
—Uhmmmm… bueno… pensaba que sonaba bonito. Pero si a usted le molesta…–
—¿Alguna vez has sentido que tu vida puede ser tan inconsecuente como la de un animal salvaje? —Le pregunté esto a Gerlado, mirando la palma de mi mano derecha.
—Ahmmmm… ¿Por… qué pregunta eso? –
—Durante un largo lapso de tiempo, pensé que no haría nada con mi vida. Creí que solo iba a terminar siendo una sombra más, en este mar de máscaras.
»[aunque esto debería ir pegado al diálogo anterior, si quieres tratarlo como un párrafo separado al ser una continuación del diálogo debes añadir la comilla de cierre delante]Cuando escuché que mi padre quería que practicara esgrima, no sabía a lo que me atenía; siempre pensé que los combates y las artes marciales son de salvajes. Pero después de unos días de entrenamiento con ustedes, mi manera de pensar cambió demasiado. El código ético que siguen los guerreros, ya sean esgrimistas u [o de] otra clase, así como la sensación de luchar cambiaron la perspectiva que tenía sobre ello [mi perspectiva sobre ello]. Por primera vez en mi vida, me había sentido realmente viva. Finalmente había encontrado una razón para vivir… Por esa razón decidí continuar entrenando, con todo el ahínco que mi propio cuerpo pueda entregar. —El combate lo era todo para mí… [eso es un resumen de lo que acabas de decir en el diálogo]
—Ohhhhh… Ha de ser horrible no tener que hacer con su vida. Pero igualmente me alegra que hayas encontrado algo que te motive a seguir adelante, Victoria. –
—Jejeje… Gracias, Geraldo. –
—Vaya, señorita Victoria. En verdad me sorprende verla sonreír [técnicamente eso ha sido una risa, no una sonrisa]. –
—No comiences ahora tú, Geraldo… Ya tengo suficiente con el resto de la clase, como para que ahora tú lo hagas… —Sonreír no es algo que solía hacer con mucha frecuencia. No tenía por qué demostrar mis sentimientos hacia otras personas, si no era necesario. Si algo me molestaba, era que la gente se me quedara viendo; lo sentía como un centenar de agujas clavándose en mi cuerpo.
—¡Anímese, Señorita Hosenfeld! Si usted es hermosa, sonreír le hace ver aún más hermosa. —Antes de que Geraldo pudiera continuar con sus halagos, yo me enojaba y di la media vuelta, mirándole enfadada.
—¡BASTA YA! [aunque puedes usar mayúsculas para designar que está gritando alto, las exclamaciones están para eso; en caso de que no sean suficientes se usa justamente la intervención del narrador] —En eso, el joven acompañante retrocedía un poco, mirándome un poco aterrado. Al parecer le intimidó mi reacción—. No quiero que me trates como una dama delicada. ¡No quiero que nadie en este mundo me trate como una persona que solo sobresale por su belleza! ¡No quiero sus miradas tiernas, halagos ni caricias! Ser una guerrera es el camino el cual yo escogí. El combate lo es TODO [aquí sí está completamente fuera de lugar la mayúscula. o usas cursiva para remarcar el tono (en el spoiler debe ser letra normal) o usas exclamaciones] para mí. ¡Quiero vivir para luchar! Y si tú o el resto del mundo no puede entender eso, ¡por mi pueden irse al infierno! —Al haber terminado de decir esto, di la media vuelta y me fui yo sola a mi casa, dejando al otro muchacho [no solo repites muchacho sino que usas otro que da lugar a que haga falta al menos un muchacho más] sin palabras. En ese tiempo, me molestaba que me tratasen bien, por el simple hecho de ser bonita; lo consideraba algo deshonroso, tomando en cuenta el camino que había decidido recorrer. Entonces, me detuve en seco y di la media vuelta, observando a un Geraldo derrotado, encogiendo su cuerpo. No pude evitar sentir culpa ante ello, por lo cual vuelvo a donde estaba él y apoyaba mi mano sobre su hombro.
—¿Vi-victoria? – El joven levantaba su mirada algo vidriosa, acomodando sus anteojos.
—Geraldo… perdóname por haber reaccionado así. Es que ya me estaba harta de todo el murmullo del barracón. No era mi intención lastimarte así. —Le dije esto a mi amigo, frotando su cabeza con mi mano izquierda.
—E-está bien, señorita Hosenfeld. —Geraldo se tranquilizaba un poco, riendo entre dientes [aquí es al revés de antes, debe ser sonreír. Tal y como lo pones parece que se ría de ella]. Yo le devolvía una sonrisa nuevamente, ante esto. [me suena rarísimo con ese ante esto al final en lugar de al comienzo de la frase]
—Puedes llamarme Vic, si quieres. Somos amigos, ¿o no? [es exáctamente lo que dijo antes pero cambiando Victoria por Vic]—Muy dentro de mí, me sentía estúpida por haberme comportado así con él. El miedo de ser olvidada por las arenas del tiempo me había cegado. Pero esa perspectiva iba a cambiar, cuando terminaría [¿terminara?] conociendo [conociéndola] a ella…
7:00 P.M.
Un rato después, finalmente llegué a mi casa, la cual estaba en la cima de una pequeña colina; al verla, ésta expulsaba un aire de misticismo. [escrito así parece que ese aire (que debería ser aura) se expulsa cuando alguien la veía] Las estatuas de ángeles y diosas, así como los vitrales en las ventanas le daban un aspecto sagrado, que se veía intimidante de noche. Sin más preámbulos, entré a la casa, dando al vestíbulo, este estaba decorado con [más] estatuas de ángeles y muebles de ébano.
—¿Señorita Victoria? —Uno de los mayordomos me observaba entrar por la puerta, acercándose firmemente [¿?] hacia mí, limpiando una vasija de la repisa. Su aspecto era delgado y algo añejo, de cabello negro con canas, ojos cafés y bigote rizado.
—Ando muy cansada, Rogelio. Perdóname si no me veo de humor para conversar o jugar ajedrez con usted. —Simplemente le decía esto al mayordomo, pasando lentamente en frente de él, agachando la cabeza—. ¡Ya llegue, mamá! —Le gritaba a mi madre [ya ha quedado claro], mientras subía al tercer piso, para dirigirme a mi cuarto, el cual quedaba en el ala este de la mansión.
—Eso iba a decirle, señorita Victoria. Sus padres salieron a la capital, para atender un asunto con el comandante Luttenberg. Han estado desapareciendo muchas personas en el sur del reino, y ocupan fondos para incrementar la seguridad en la frontera con Ucilia. —Rogelio me comentaba esto; colocando la vasija en la repisa, [y] siguiéndome hacia arriba. Así que ese es el detrás [lo que está detrás] del “¿Qué sucede, cariño?” y “Tenemos malas noticias, Adelaida. Es urgente” [es innecesario que repitas algo que hemos leído al comienzo del capítulo; tendría sentido capítulos más adelante como recordatorio] que escuché en la mañana, ¿eh?
—Genial… Ahora ya son tres meses continuos, desde que ha estado pasando esto. Una semana más y ya tendremos nuevo récord. —Le decía este comentario sarcástico al mayordomo, encogiendo los hombros, [y] caminando hacia la puerta de mi habitación. Al haber llegado [llegar] a ésta, abrí la puerta y entré, para quitarme la ropa. El interior de mi cuarto era la definición de “minimalista”; lo único que había en mi cuarto era una cama personal [¿individual?], un ropero y un espejo. Nada de adornos ni artículos de belleza o cosas así [¿por qué?]. Ya quitándome el yelmo [¿ha venido a casa con una armadura encima?], lo colocaba junto al ropero e iba a acostarme en la cama, mirando hacia el techo.
—Una cosa más. La familia ha sido invitada a una fiesta en el castillo imperial. Me imagino que usted va a ir también. ¿No es así? —Rogelio se había quedado afuera de la habitación, antes que me observara quitarme la ropa [tal y como está construída la frase dice que va a observarla después de salir del cuarto].
[aquí has dejado un salto de línea que sobra]
—¿Ya qué? No creo que tenga otra opción… —Le decía al mayordomo, tapando mi cara con una de las almohadas de la cama, suspirando tristemente. No quería ir a la fiesta; sé bien que las fiestas de la alta sociedad son aburridas a mas no poder. Pero mis padres tenían compromiso con los reyes, lo que me comprometía a asistir. Gracias a las diosas que pronto me arrepentiría de ese comentario, ya que en esa fiesta, [la] conocería a ella…