04/03/2015 08:58 PM
Capítulo 1. Hermanos
—¡Despierta¡ ¡Hoy es el día! El desfile es hoy.
Una chica de cabellos suaves, se encontraba al pie de la cama, tratando de despertar a un muchacho delgado, de cabello negro.
—Otro ratito. Cinco minutos y me levanto.
El joven se dio la vuelta dándole la espalda a su hermana.
—Lo prometiste Imrad. Ya tienes dieciocho años, la edad suficiente para poder ir al pueblo, ver el desfile y entrar en el torneo. Yo no fui el año pasado para que entremos juntos, tenemos que alcanzar un buen lugar. Vamos, lo prometiste —decía mientras jalaba el brazo de Imrad fuera de la cama.
Imrad cayó al piso, mirando desde ahí a su hermana.
—Ya estoy despierto, deja me cambio e iremos al pueblo, Neitshuan.
Neitshuan salió del cuarto y esperó a su hermano en la planta baja de la casa, su madre los había llamado para almorzar.
—Mamá, no tenemos tiempo. El desfile ya va a empezar y tenemos que caminar un buen tramo —reclamó Neitshuan.
—Necesitaran energía para caminar. Se van a desmayar a medio camino.
La casa de Imrad se localizaba fuera del pueblo, desde ahí se podía observar una cadena montañosa situada al norte y este, al noreste se observaba una calavera sonriente, un lugar maldito, decían los comerciantes. Al sur, este y oeste se situaba el bosque Brabo siendo el límite de Arconte, más hacia el sur, estaba el río Valakan, donde en ocasiones los jóvenes iban a nadar. En el oeste había otra cadena montañosa conocida por su peligrosidad.
—Hola mamá, ¿qué hiciste de almorzar? Tengo hambre —dijo Imrad, y al instante le gruñeron las tripas.
—Ves Neit, tu hermano si quiere comer, él si se mantiene sano.
—Mamá, podemos comer allá, de seguro venderán mucha comida.
—Pero ninguna como la que hace nuestra madre —exclamó el joven.
Geana sonrió. Le gustaba recibir halagos de su hijo.
—Además, papá siempre prefería la comida de mamá —insistió Imrad.
—Esta bien, lo haré por papá. Por cierto ya han pasado diez años desde que se fue. Lo extraño.
—Todos lo extrañamos hija, pero él nos enseñó a ser fuertes.
Terminaron de comer y se prepararon para ir al pueblo.
—Neitshuan, tengamos una pelea antes de irnos.
—Se nos hará tarde.
—Vamos, acaso tienes miedo, he estado entrenando duro, sé que puedo derrotarte.
—Ya lo veremos, ve por tu arma, nos vemos en la entrada.
Ambos traían unas espadas de madera y estaban enfrentados.
—No me vencerás esta vez —dijo Imrad, atacando primero.
—Muy lento hermanito —dijo Neitshuan repeliendo el ataque con su espada —Te enseñaré como se lucha.
Agarró el brazo de su hermano mientras este le lanzaba una estocada, le arrebató el arma dejándolo indefenso, a la vez que le colocaba la punta de su espada cerca de su cuello terminando de forma rápida la pelea.
—Me venciste —dijo el joven levantando los brazos —a la otra seré yo el ganador, te lo aseguro.
Imrad tenía una mirada firme que mostraba determinación, su hermana le sostuvo la mirada.
—Se les hace tarde. Si van a ir, vayan de una vez. Aquí traigo sus espadas —dijo Geana, haciendo que los hermanos separaran su mirada.
Intercambiaron sus armas de madera por las reales, su padre les había dicho que siempre las portaran sin importar a donde fueran. Se despidieron de su madre dándole un beso en la mejilla, Imrad también le dio un abrazo.
Caminaron por el sendero hasta que el camino se separaba en dos, a la izquierda iban hacia el pueblo y a la derecha hacia el puente que conectaba Arconte con Brabo y el camino que seguía a lo desconocido.
—¿Qué habrá más allá del puente, hermana?
—No lo sé, y no creo que lo averigüemos. Llevamos prisa.
Fueron por el camino de la izquierda, pasaron por varias casas hasta que llegaron a un arco enorme donde había un letrero en la parte superior donde se leía Arconte con letras doradas. El camino pasaba de ser de tierra a un sendero de mármol. Avanzaron unos cuantos metros más y llegaron a la calle principal del reino.
—¡Despierta¡ ¡Hoy es el día! El desfile es hoy.
Una chica de cabellos suaves, se encontraba al pie de la cama, tratando de despertar a un muchacho delgado, de cabello negro.
—Otro ratito. Cinco minutos y me levanto.
El joven se dio la vuelta dándole la espalda a su hermana.
—Lo prometiste Imrad. Ya tienes dieciocho años, la edad suficiente para poder ir al pueblo, ver el desfile y entrar en el torneo. Yo no fui el año pasado para que entremos juntos, tenemos que alcanzar un buen lugar. Vamos, lo prometiste —decía mientras jalaba el brazo de Imrad fuera de la cama.
Imrad cayó al piso, mirando desde ahí a su hermana.
—Ya estoy despierto, deja me cambio e iremos al pueblo, Neitshuan.
Neitshuan salió del cuarto y esperó a su hermano en la planta baja de la casa, su madre los había llamado para almorzar.
—Mamá, no tenemos tiempo. El desfile ya va a empezar y tenemos que caminar un buen tramo —reclamó Neitshuan.
—Necesitaran energía para caminar. Se van a desmayar a medio camino.
La casa de Imrad se localizaba fuera del pueblo, desde ahí se podía observar una cadena montañosa situada al norte y este, al noreste se observaba una calavera sonriente, un lugar maldito, decían los comerciantes. Al sur, este y oeste se situaba el bosque Brabo siendo el límite de Arconte, más hacia el sur, estaba el río Valakan, donde en ocasiones los jóvenes iban a nadar. En el oeste había otra cadena montañosa conocida por su peligrosidad.
—Hola mamá, ¿qué hiciste de almorzar? Tengo hambre —dijo Imrad, y al instante le gruñeron las tripas.
—Ves Neit, tu hermano si quiere comer, él si se mantiene sano.
—Mamá, podemos comer allá, de seguro venderán mucha comida.
—Pero ninguna como la que hace nuestra madre —exclamó el joven.
Geana sonrió. Le gustaba recibir halagos de su hijo.
—Además, papá siempre prefería la comida de mamá —insistió Imrad.
—Esta bien, lo haré por papá. Por cierto ya han pasado diez años desde que se fue. Lo extraño.
—Todos lo extrañamos hija, pero él nos enseñó a ser fuertes.
Terminaron de comer y se prepararon para ir al pueblo.
—Neitshuan, tengamos una pelea antes de irnos.
—Se nos hará tarde.
—Vamos, acaso tienes miedo, he estado entrenando duro, sé que puedo derrotarte.
—Ya lo veremos, ve por tu arma, nos vemos en la entrada.
Ambos traían unas espadas de madera y estaban enfrentados.
—No me vencerás esta vez —dijo Imrad, atacando primero.
—Muy lento hermanito —dijo Neitshuan repeliendo el ataque con su espada —Te enseñaré como se lucha.
Agarró el brazo de su hermano mientras este le lanzaba una estocada, le arrebató el arma dejándolo indefenso, a la vez que le colocaba la punta de su espada cerca de su cuello terminando de forma rápida la pelea.
—Me venciste —dijo el joven levantando los brazos —a la otra seré yo el ganador, te lo aseguro.
Imrad tenía una mirada firme que mostraba determinación, su hermana le sostuvo la mirada.
—Se les hace tarde. Si van a ir, vayan de una vez. Aquí traigo sus espadas —dijo Geana, haciendo que los hermanos separaran su mirada.
Intercambiaron sus armas de madera por las reales, su padre les había dicho que siempre las portaran sin importar a donde fueran. Se despidieron de su madre dándole un beso en la mejilla, Imrad también le dio un abrazo.
Caminaron por el sendero hasta que el camino se separaba en dos, a la izquierda iban hacia el pueblo y a la derecha hacia el puente que conectaba Arconte con Brabo y el camino que seguía a lo desconocido.
—¿Qué habrá más allá del puente, hermana?
—No lo sé, y no creo que lo averigüemos. Llevamos prisa.
Fueron por el camino de la izquierda, pasaron por varias casas hasta que llegaron a un arco enorme donde había un letrero en la parte superior donde se leía Arconte con letras doradas. El camino pasaba de ser de tierra a un sendero de mármol. Avanzaron unos cuantos metros más y llegaron a la calle principal del reino.