20/03/2019 08:53 AM
Hola a todos:
Hace ya algún tiempo terminé de escribir mi primer libro, una historia de temática fantástica dirigida al público juvenil, titulada La última descendiente de los Resvigios. Puse el libro a la venta en Amazon, pero sin promoción el número de descargas no despega de cero, por supuesto. Me gustaría recibir alguna opinión, y con esa intención colgaré aquí el prólogo, la portada y una breve sinopsis, a ver qué os parece. Si os gusta, puedo enviar una copia gratis en formato electrónico a cualquiera que me lo pida. Un saludo.
PRÓLOGO:
SINOPSIS:
Hace ya algún tiempo terminé de escribir mi primer libro, una historia de temática fantástica dirigida al público juvenil, titulada La última descendiente de los Resvigios. Puse el libro a la venta en Amazon, pero sin promoción el número de descargas no despega de cero, por supuesto. Me gustaría recibir alguna opinión, y con esa intención colgaré aquí el prólogo, la portada y una breve sinopsis, a ver qué os parece. Si os gusta, puedo enviar una copia gratis en formato electrónico a cualquiera que me lo pida. Un saludo.
PRÓLOGO:
Nadie se acuerda ya de aquella fatídica tarde, recién comenzada la fiesta de la cosecha, en la que el anciano rey se despidió fríamente de su familia y anunció que se retiraba a descansar a sus aposentos antes de lo habitual. Debido a los acontecimientos de las últimas noches, la mayoría de los residentes del castillo habían llegado a la conclusión de que el viejo gobernante de Bardalan era víctima de algún trastorno mental, probablemente asociado a su avanzada edad, y por ese motivo no intuyeron nada extraño en su comportamiento. Para muchos de ellos resultaba un alivio perder de vista al viejo tirano durante lo que restaba de día. Difícilmente podían imaginarse el crimen que su monarca estaba a punto de cometer contra todos ellos.
Antes de cerrar la puerta de su habitación desde el interior, el rey Vercaniles dio orden de no ser molestado bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, la intención de este encierro voluntario distaba mucho de prolongar su descanso habitual. En lugar de eso, el monarca salió al balcón y allí, ante el sol yaciente, se enfrentó por última vez a su conciencia, que todavía pugnaba débilmente desde el fondo de su alma para hacerle cambiar de opinión. Era una batalla perdida.
Cuando Vercaniles abandonó el balcón, la oscuridad ya se había apoderado completamente de su corazón, de la misma forma que las sombras se habían adueñado de los terrenos que se extendían más allá de los muros de la ciudad. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Pero no era el frío lo que le hacía estremecerse, sino el miedo.
Desde hacía tiempo, un temor creciente embargaba al rey Vercaniles cuando caía la noche. Había disfrutado de una vida larga y plena, pero la mayor parte de su tiempo ya se había consumido. Le costaba recuperar el aliento tras cada esfuerzo, y su vitalidad había menguado de manera preocupante en los últimos años. Su última noche llegaría pronto, y cada día que pasaba le acercaba más a un destino que ni tan siquiera él, el hombre más poderoso del mundo conocido, podía evitar.
Sin embargo, esta reflexión no era el único origen de su miedo a la oscuridad. Noches atrás, una sensación angustiosa le despertó antes del alba, y al abrir los ojos se encontró a un encapuchado inclinado sobre él. Inmediatamente dio la voz de alarma, y los dos guardias que custodiaban sus aposentos entraron apresuradamente, dispuestos a hacer frente a un peligro desconocido. Pero allí solo encontraron al viejo rey. Un registro minucioso no reveló a ningún intruso en la estancia. Al anciano Vercaniles le costó hacerse a la idea de que aquel desconocido tan solo había sido parte de un sueño. Fruto de su imaginación, le dijeron, y terminó por creerles. Pero estaban equivocados.
A la noche siguiente volvió a suceder. Un susurro inquietante arrastró al rey Vercaniles fuera de su sueño y volvió a encontrarse con el misterioso asaltante nocturno, cuyo rostro ocultaba casi por completo una máscara quebrada. Los guardias entraron precipitadamente cuando oyeron gritar a su rey, pero tampoco en esa ocasión hallaron a ningún extraño. El anciano no se calmó hasta el amanecer. En esa ocasión nadie pudo convencerle de que lo que había visto no era real.
Al alba, Vercaniles exigió habilitar unas nuevas dependencias en la torre oeste del castillo. También ordenó doblar el número de guardias, y ocultó una espada corta bajo la almohada de su cama. Pero todas estas precauciones no tranquilizaron sus nervios y la inquietud le impidió conciliar el sueño. Esa noche todavía estaba despierto cuando vio una silueta oscura acercándose sigilosamente a su cama. Con un movimiento rápido, Vercaniles descubrió la espada y descargó un golpe contra el desconocido. Aunque estaba convencido de tenerlo a su alcance, la espada se limitó a atravesar el aire sin alcanzar su objetivo. El rey Vercaniles corrió a refugiarse en un rincón con la espada en alto, mientras pedía ayuda aterrorizado. El enmascarado se alejó hasta ocultarse en la oscuridad. Desde allí anunció, con voz tenebrosa y susurrante, que volvería todas las noches hasta que le prestase atención. Cuando los guardias iluminaron con sus antorchas la habitación, el intruso había vuelto a esfumarse.
A la noche siguiente, el anciano esperó a su visitante nocturno sentado en la oscuridad. Armado de valor, el rey Vercaniles se había propuesto averiguar lo que tenía que decirle. El enmascarado no faltó a su cita y el rey, presa del miedo y la curiosidad, le pidió que hablase.
El desconocido se presentó como un emisario de la muerte. Había sido enviado para hacer un pacto entre el rey de los vivos y la reina de los muertos. Sabía lo que el anciano temía por encima de todo y deseaba hacer un trato que le beneficiaría enormemente. El acuerdo era muy tentador: el enmascarado le mostraría a Vercaniles el modo de evitar que su tiempo siguiera corriendo. A cambio, el viejo rey tendría que conquistar una ciudad que no aparecía en los mapas, un lugar ubicado más allá de los límites del mundo conocido y habitado por criaturas terribles. El anciano comprendió inmediatamente lo que suponía aquel trato: muchos de sus súbditos tendrían que morir para que él viviese eternamente. Vercaniles pidió un día para meditar su decisión.
Durante su reinado, que había superado los cuarenta años de vigencia, el rey Vercaniles se había ganado una merecida fama de gobernante frío y autoritario, casi tiránico. Gobernaba con puño de hierro porque estaba convencido de que el único modo de mantenerse en el poder perpetuamente era infundiendo el miedo entre sus vasallos. Y hasta entonces lo había conseguido. «El oro y el miedo te conseguirán cualquier cosa que desees», solía decirle a su único hijo. Pero había algo que no se podía conseguir con ninguno de los dos: era imposible prolongar la vida indefinidamente. Eso lo recordaba cada vez que se miraba en el espejo. Su rostro, antaño atractivo, ahora estaba surcado de arrugas; su pelo había encanecido, sus ojos grises se ahogaban en un laberinto de arrugas, y su frágil cuerpo ya ni tan siquiera le permitía llevar el pesado manto real durante mucho tiempo.
Durante todo aquel día, en el interior de Vercaniles se había desarrollado una lucha entre sus débiles principios morales y sus deseos, de la que finalmente había surgido un ganador. Tras abandonar el balcón el anciano se sentó a esperar, mientras los últimos rescoldos del fuego se apagaban. Cuando la luz murió, un susurro siseante y macabro surgió desde las sombras.
—¿Tienes una respuesta para mí?
—Acepto tu proposición —respondió Vercaniles—. Dime qué es lo que tengo que hacer.
—El plan ya ha sido trazado. Escúchame atentamente.SINOPSIS:
La joven Myrenia ha crecido preguntándose cuáles fueron las razones que causaron la caída en desgracia de su familia. Escondida en un pueblo remoto por su madre, criada por una mujer a la que considera una extraña, su vida cambiará completamente el día que el hombre más poderoso del reino descubra su existencia. Para sobrevivir, se embarcará en un viaje más allá de las fronteras del mundo conocido, hasta llegar a un lugar maldito donde terminó la guerra que cambió el destino del reino. En su viaje se enfrentará a monstruos terribles, descubrirá la verdad que oculta la leyenda de los resvigios y aprenderá la lección más importante: que la verdadera felicidad solo se puede apreciar en su justa medida tras perderla.