11/05/2016 05:04 PM
Bueno, como algunos me han pedido que escriba algo, ya que no soy de escribir mucho pero sí de imaginar (véase el nombre del título), aquí os traigo un cachito de mi mente. No seáis muy duros conmigo, ya que no me puedo comparar con vosotros, oh, famosos escritores.
Tampoco se me dan bien los títulos, así que acepto propuestas. Esto lo cogí de mi blog, del año 2010.
Tampoco se me dan bien los títulos, así que acepto propuestas. Esto lo cogí de mi blog, del año 2010.
Las lanzas, caídas, rotas, bañadas de sangre reposan sobre mi dicha.
El aire, pesado y gris inunda mis pulmones.
El cielo, negro y desolador, dibujada sola por la Luna Roja.
Tumbado, entre los escombros de esta triste guerra, respiro pesadamente.
El aire apesta.
Apesta a muerte.
A muerte y destrucción.
Toso violentamente, la sensación de volverse cada vez más débil es abrumadora.
Girando la cabeza, miro mis manos, caídas en cruz cuan largo era.
Muevo los dedos, manchadas de tinta roja.
Puedo moverlos.
Miro al cielo.
Cómo la sombra de Dios se expande ante mí, y este desolador paisaje.
Cierro los ojos.
Recuerdo...
¿Cuántas almas maté aquella noche?
¿Cuantas vidas quité en mi existencia?
¿Cuanto tiempo ha pasado desde que empezó todo?
Nunca pude responder a esas preguntas.
Ni las respondería aunque lo supiera.
Exhalo el gas que llenó mi cuerpo poco a poco.
Gota.
Abro los ojos, sorprendido.
Gota.
El cielo.
¿Qué le pasa?
Gota.
Un miedo inunda mi alma.
¿Que es eso?
Gota.
Agarro la cara con las manos, aún llenas de esa maldita tinta roja.
Gota.
Miro el cielo.
"Lluvia."
Creo que ése era el nombre correcto de eso.
Lluvia.
De pronto...
Siento paz.
Cierro los ojos, dejo caer mis pesados brazos y respiro.
Huele a pureza.
Jamás había sentido una cosa así.
El aire, pesado y gris inunda mis pulmones.
El cielo, negro y desolador, dibujada sola por la Luna Roja.
Tumbado, entre los escombros de esta triste guerra, respiro pesadamente.
El aire apesta.
Apesta a muerte.
A muerte y destrucción.
Toso violentamente, la sensación de volverse cada vez más débil es abrumadora.
Girando la cabeza, miro mis manos, caídas en cruz cuan largo era.
Muevo los dedos, manchadas de tinta roja.
Puedo moverlos.
Miro al cielo.
Cómo la sombra de Dios se expande ante mí, y este desolador paisaje.
Cierro los ojos.
Recuerdo...
¿Cuántas almas maté aquella noche?
¿Cuantas vidas quité en mi existencia?
¿Cuanto tiempo ha pasado desde que empezó todo?
Nunca pude responder a esas preguntas.
Ni las respondería aunque lo supiera.
Exhalo el gas que llenó mi cuerpo poco a poco.
Gota.
Abro los ojos, sorprendido.
Gota.
El cielo.
¿Qué le pasa?
Gota.
Un miedo inunda mi alma.
¿Que es eso?
Gota.
Agarro la cara con las manos, aún llenas de esa maldita tinta roja.
Gota.
Miro el cielo.
"Lluvia."
Creo que ése era el nombre correcto de eso.
Lluvia.
De pronto...
Siento paz.
Cierro los ojos, dejo caer mis pesados brazos y respiro.
Huele a pureza.
Jamás había sentido una cosa así.
No estés triste, ¡a alguien le importas! A mí no, ¡pero a alguien más sí!