06/11/2017 04:00 PM
Hola, he leído el primer capítulo y aunque me gusta bastante hay algunos detalles en los que veo problemas; por otro lado con la antigüedad del tema no sé si son cosas que habrás cambiado o alguien te ha comentado ya...
Para empezar hay algún párrafo demasiado largo; y si bien por como está escrito aquí da la impresión de que dos o más párrafos son uno solo, por ejemplo este es uno y es enorme:
En cuanto a la historia en sí, veo algunos problemas; por ejemplo tenemos a Férenwir sin ninguna vigilancia en un lugar en el que una niña puede acceder sin problemas. Y en referencia a eso, el tema de los celestiales y el dichoso libro se hace confuso por ir entregándose en pistas tan diminutas; para muestra tenemos que aunque al comienzo del capítulo se hace referencia a que Briseyd busca a sus parientes, pero no se nos dice que Arjesen es uno de ellos de forma clara hasta que estamos en el castigo.
Por otro lado la actitud de Nérdegar tendría sentido si no se nos repitiera que todo lo hace con un motivo; por un lado tenemos que creer que cada uno de sus movimientos está planificado mientras por el otro lo que vemos es la actitud de un sádico que disfruta con el dolor ajeno sin más.
Por último la actuación de ese marcado por el fuego cuya existencia no se había comentado anteriormente queda como un Deus ex machina.
Para empezar hay algún párrafo demasiado largo; y si bien por como está escrito aquí da la impresión de que dos o más párrafos son uno solo, por ejemplo este es uno y es enorme:
Quote:Briseyd paseó distraídamente su mirada por la abarrotada mesa buscando alguna señal de sus parientes, aunque sin demasiadas esperanzas de encontrarlos allí. No era un secreto que el rey Nérdegar tenía a dos celestiales en sus tierras, pero tampoco era muy probable que los hubieran invitado a un banquete real. Todo el mundo hablaba de ellos, pero nadie les había visto las caras ni se sabía quiénes eran en realidad. Se sintió desalentada. El resto de su estancia en Ofräem la pasaría en compañía de Naradein y sus apocadas damas de compañía, lo que significaba aún menos probabilidades de cruzarse con ellos. A su alrededor los hombres gritaban pidiendo toneles de cerveza y los criados cargaban con pesadas bandejas de guisos humeantes. El ambiente era pegajoso, cargado de olor a carne de cerdo y a cera quemada y los gruñidos apagados de los perros se escuchaban bajo las largas mesas, mientras se disputaban los huesos que les arrojaban los comensales. Briseyd sentía de vez en cuando las miradas lascivas de los capitanes deslizándose de su rostro hasta el nacimiento de sus pechos. Aquellas miradas siempre habían provocado una insana satisfacción en su marido. Quizá por eso la había llevado con él aquella noche al banquete. No había ninguna otra mujer en el salón. A ella le molestaban sobremanera y se concentró en su plato de estofado, mientras a su lado Caens y Nérdegar trataban asuntos del gobierno de sus tierras. Recordó otra vez a Férenwir y sintió que perdía el apetito por completo. Su cuchara se deslizó por el borde del plato, hasta desaparecer en el guiso. Ni siquiera lo advirtió. Se esforzó por reconstruir aquella mirada que la había reconfortado tanto y el fugaz roce de sus labios. Sólo con recordar el tacto de su piel sintió que un estremecimiento ardiente le subía por las entrañas y le erizaba el vello. Pero apenas nada más. El tiempo transcurrido hacía que aquel breve encuentro le pareciera vago y lejano, como si sólo lo hubiera soñado y él nunca hubiera existido en realidad. Lo único que le quedaba ahora era la hiriente certeza de que muy lejos de ella, en el sur, Férenwir seguía siendo desangrado cada día. Ensimismada, levantó su copa y tomó un poco de vino, aunque tenía el estómago revuelto. Tropezó con unos ojos cristalinos que la observaban desde el fondo del salón. El joven que se hallaba sentado sobre el suelo cubierto de paja, en un rincón de la estancia, apartó la mirada al verse descubierto. Briseyd dejó la copa sobre la mesa y le contempló con interés. Iba ataviado con ropajes hermosos, pero sucios y desgarrados y que, era evidente, no le habían pertenecido antes de alcanzar aquel estado depauperado. Se abrazaba las largas piernas y descansaba la cabeza sobre las rodillas dobladas, con la cara vuelta ahora hacia la pared, como si pudiera olvidarse de donde se encontraba sólo por el hecho de no mirar el bullicioso salón. Briseyd sintió al instante una incontenible curiosidad. Aquel joven parecía completamente fuera de lugar en aquel banquete.
En cuanto a la historia en sí, veo algunos problemas; por ejemplo tenemos a Férenwir sin ninguna vigilancia en un lugar en el que una niña puede acceder sin problemas. Y en referencia a eso, el tema de los celestiales y el dichoso libro se hace confuso por ir entregándose en pistas tan diminutas; para muestra tenemos que aunque al comienzo del capítulo se hace referencia a que Briseyd busca a sus parientes, pero no se nos dice que Arjesen es uno de ellos de forma clara hasta que estamos en el castigo.
Por otro lado la actitud de Nérdegar tendría sentido si no se nos repitiera que todo lo hace con un motivo; por un lado tenemos que creer que cada uno de sus movimientos está planificado mientras por el otro lo que vemos es la actitud de un sádico que disfruta con el dolor ajeno sin más.
Por último la actuación de ese marcado por el fuego cuya existencia no se había comentado anteriormente queda como un Deus ex machina.