--Edición --
PROYECTO CANCELADO
En el último mensaje de este tema encontrarán explicadas las "banderas rojas" que me han motivado a cancelar el proyecto.
--Fin de edición --
Hola a todos.
Me lanzo al agua. Al diablo el miedo y el perfeccionismo.
El siguiente texto es el primer borrador y no está revisado apropiadamente.
Solo me gustaría si me pudieran decir si los personajes se sienten reales.
Gracias.
# 1
La mesa estaba servida con un suntuoso desayuno, pero Alice apenas podía pasar bocado.
-Lo hago por ti -dijo su madre, masticando apresuradamente-. ¿Cómo crees que te tratarán si saben que eres mi hija?
-Sí, madre.
-El Director fue muy generoso al darnos esta oportunidad. No lo olvides.
-Sí, madre.
-Y a partir de ahora, llámame Profesora Hingley.
Alice se sentía hundir en la silla. No dijo nada y trató de fingir que comía. De pronto, su madre se puso en pie.
-Bueno, ya me voy. En una hora vendrá un carruaje a llevarte al muelle. Estate lista.
Alice tan solo asintió con la cabeza.
-Y recuerda. Nadie debe saberlo.
-Sí, m... -Alice estuvo a punto de decir “madre”, pero la mirada de su madre la frenó-. Sí, Profesora Hingley.
Alice se aproximó al inmenso barco. Eran muy distinto a todos los otros que flotaban en el puerto. Incluso los veleros más grandes parecían juguetes junto a la oscura masa metálica.
Se dirigió hacia la puerta de popa y pronto vio otros estudiantes de uniformes grises, aglomerándose en las cercanías.
-¡Alice! -gritó una chica, corriendo hacia ella.
-Carla.
Las dos chicas se abrazaron fuertemente y Alice sintió que su corazón volvía a latir.
-Alice, que bueno que llegaste, me estaba aburriendo como hongo.
Su amiga Carla estaba más alta y hermosa que nunca. El uniforme le sentaba maravillosamente.
Se quedaron charlando, poniéndose al día, lo cual significaba escuchar acercad de los romances de verano de Carla.
-¿Dónde está Vi? Más vale que se aparezca pronto. Quiero entrar de una vez.
Como si de un conjuro se tratara, llegó ante ellas un carruaje muy elegante que llamó la atención de todos. Sus ruedas eran doradas y estaba tirado por un inmaculado caballo blanco.
-Qué te apuesto a que…
Al abrirse la puerta del carruaje, bajó una joven de uniforme gris, exhumando elegancia y buen porte. Sonrió al verlas y se adelantó a su encuentro.
-Que estilo, como siempre Vi -dijo Carla, mientras esta abrazaba a Alice.
-Ah, cállate, es de la embajada. Les gusta presumir.
El interior del barco era mucho más acogedor de lo que su amenazante exterior sugería.
-Oh, no me lo había imaginado así -dijo Alice, observando el espacioso vestíbulo, revestido en madera lustrosa y generosamente alumbrado por lámparas de fino cristal.
Carla rió.
-¿Y cómo lo habías imaginado? ¿Cómo la cueva de un goblin?
Su amiga fue hasta el banco libre más cercano y se sentó, exhalando un fuerte suspiro.
-Oh, estoy fundida. Veintiocho horas en el tren. Odio los trenes, no dormí nada. ¿Qué hay de ustedes?
-Yo llegué ayer -declaró Vivian-. El embajador y su esposa fueron tan amables de recibirme en su casa. Pasé una noche muy agradable.
-Afortunada. ¿Y tú, Alice? ¿Cuándo llegaste?
A Alice se le pasaron por la mente los días que pasó encerrada en el hotel, mientras su madre trataba asuntos de la escuela.
-¿Alice? -le llamó la atención Carla al ver que no respondía.
-Ayer, también -mintió-. Me quedé en un hotel del centro.
Vivi la miró suspicazmente.
-Parece que Car no fue la única que no durmió bien anoche. ¿Muchos nervios, Ali?
Alice sonrió y dio gracias de que ese día, todas tenían motivos para no actuar como de costumbre.
De pronto, Carla vociferó, poniéndose de pie.
-Vamos, salgamos a cubierta. Me asfixio aquí.
-¿No era que estabas cansada? -rió Viv, pero la siguieron sin más.
Afuera, el sol de la mañana estaba ya alto y aportaba un generoso calor a todo cuanto tocaba. Los uniformes grises llenaban la pequeña cubierta, que al parecer estaba reservada para los nuevos ingresos.
-¿Dónde creen que nos toque? -dijo luego, recostada contra la barandilla y observando hacia la cubierta inferior, donde se esparcía el resto del estudiantado.
-A ti -dijo Vivi-, seguro que en los cabeza de chorlito.
-Ja… ja -respondió.
Alice no dijo nada y sin poder evitarlo su mirada fue hacia los uniformes azul y plata que se aglomeraban hacia la derecha. Carla lo notó y dijo:
-¿Alquimia, Alice? ¿Estás segura? Escuché que la nueva regente es una arpía.
De pronto Alice sintió que se le aflojaban las rodillas y tuvo que agarrarse fuerte de la baranda.
-¿Alice, estás bien?
-Creo que es el calor.
Sus amigas la ayudaron a sentarse en una de las reposeras y le trajeron una bebida fría. Sus miradas de preocupación se le clavaban en el corazón. ¡Quería decirles! Quería contarles todo y que se abrazaran las tres como siempre lo hacían. Pero no podía.
Entonces sonó un ruido atronador y el barco se puso en movimiento.
-Descansa, Ali -dijo Viv-. Trata de dormir. Tenemos varias horas de viaje.
-¡Esperen! -dijo ella, tomándolas a ambas del brazo -. ¿Prometen que no dejaremos de ser amigas? Aunque estemos en diferentes casas.
-Claro tonta -dijo Carla-, ¿qué tiene que ver?
-Ahora cierra los ojos y no te muevas, o voy a tener que hechizarte.
Alice rió a pesar suyo.
-Gracias.
Luego de la siesta, Alice se sintió mucho mejor y disfrutó del resto del viaje junto a sus amigas. Incluso se animó a comer algo de lo que trajo Carla del comedor.
-Te ves mucho mejor ahora, Ali.
-Sí, me siento mucho mejor.
-Seguro que te salteaste el desayuno por miedo a marearte. Pero Ali, el barco de Hogwarts no es como todos los barcos.
-Ya lo sé, no fue eso -replicó ella, pero pensándolo bien, sí había desayunado poco.
-Pues tuviste suerte. Te libraste de un discurso muy aburrido de un par de conserjes, o algo así.
-Consejeros -corrigió Vi.
-Sí, como sea. Muy aburrido.
A Alice no le pareció tan buena suerte. Aún no habían llegado y ya se estaba perdiendo cosas.
A la media tarde, escucharon alguien gritar.
-Allí está. La veo.
Todos se apresuraron contra la barandilla. Allá en el horizonte, una pequeña mancha rompía la perfecta línea entre el cielo y el mar. La Isla Negra. Su nuevo hogar.
Instintivamente las tres se tomaron de las manos.
A medida que la isla fue creciendo y tomando forma, se volvió cada vez más amenazante y siniestra. Todos los alumnos nuevos se quedaron como hechizados por su oscura e imponente presencia. Los negros muros contra los que rompían las olas eran casi tan altos como el propio barco.
-Es tal cual en los libros -se maravilló Vi.
-Sí -respondió Carla-. Solo que los libros no decían que daba tanto miedo.
-Es una fortaleza- le recordó-. Debe inspirar miedo.
Alice solo esperaba que al igual que el barco, el hostil exterior guardara un interior más amigable.
Las últimas luces del día pintaban colores extraños sobre los interminables muros, cuando finalmente bajaron del barco. Les aguardaban unos carruajes que parecían reliquias sacadas de un museo. Claro que nada de esto ayudaba a Alice con sus nervios. Por suerte iba prendida al brazo de sus dos amigas y no pensaba soltarlas.
Luego de muchas vueltas y giros, llegaron ante unas enormes puertas. Todos los estudiantes de gris estaban allí.
-Les va a hablar la subdirectora Carfax -dijo de pronto una voz muy potente.
Una mujer pequeña y muy anciana, apareció frente a ellos de la nada. Su rostro estaba increíblemente arrugado pero sus ojos resplandecían con vivacidad.
-Bienvenidos a Hogwarts -dijo, y todos la escucharon como si no hubiera nadie más alrededor. De hecho, todos la vieron como si estuvieran parados en primera fila. -Primero que nada, quiero felicitarlos por estar aquí. Ya es un logro por sí mismo. Pero sepan que se espera mucho más de ustedes. Una vez atraviesen estas puertas, comenzarán una nueva vida. Respeten el código de conducta, esfuércense en sus clases, y permitan que Hogwarts los convierta en los magos que están destinados a ser.
Las puertas se abrieron y pasaron a un salón enorme, de techos altísimos. Al parecer todo era de grandes proporciones en la Isla Negra.
Toda la escuela estaba allí. Observando. Expectante.
Alice se apretó a sus amigas.
Un anciano alto y majestuoso les dio la bienvenida con amables palabras, pero a Alice se le dificultó retener su significado. Su hablar era tan pausado que parecía estaban escuchando a un antiguo espíritu de la tierra.
Entonces la vio, sentada junto quienes supuso serían otros profesores. Su madre.
Instintivamente buscó esconderse de su mirada, pero no era necesario, su madre no miraba hacia los alumnos sino al anciano.
-¿Alice, qué haces? -susurró Carla.
-Perdón -susurró a su vez y aflojó el brazo para no jalar el de su amiga.
Sabía que era absurdo, pero no podía evitarlo. No quería estar ante su madre.
Cuando el Director terminó de hablar, comenzaron a llamarles uno por uno. No tardaron en llamar a Carla.
-Carla Brianny.
Su amiga le dio un fuerte apretón y se soltó. Momentos más tarde, su uniforme se volvía Oro y Escarlata ante una lluvia de aplausos.
-Obvio -dijo Viv, que aún estaba a su lado.
Carla fue hacia donde estaba la Casa de Fuego y la perdieron de vista.
De pronto le pareció que su madre la había mirado, pero al voltear sus ojos a la mesa de profesores, vio que escuchaba lo que le decía otro profesor.
-Alice, vas vos -apremió Vi.
¿Cómo? ¿Ya? ¿A dónde se habían ido todos? Entonces se dio cuenta que del grupo original solo quedaba la mitad.
Viv tuvo que empujarla suavemente para que comenzara a caminar.
Se apartó del grupo y caminó hacia adelante, evitando en todo momento desviar su mirada hacia la de su madre, que le quemaba como dos brasas ardientes.
De algún modo llegó ante el Oráculo. La enorme piedra zumbaba ligeramente. Era como si estuviera viva.
-Apoya tu mano -le tuvo que repetir la anciana.
Sonaba muy sencillo, pero ese zumbido no era nada alentador que digamos. Igual sabía que todos estaban esperando por ella y no quería seguir allí más de lo necesario. La tocó.
-¡Ilusión!
Alguien la llevó a la mesa. Recibió aplausos y palmadas de sus compañeros de casa. Muchos le hablaban, pero ella no escuchaba nada. Cuando finalmente pudo sentarse, miró hacia su madre. La profesora Hingley aplaudía con aprobación a un nuevo estudiante de Alquimia. Era Viv.
-¿Alice? Alice, ¿te sientes bien?
Todo se volvió negro.
PROYECTO CANCELADO
En el último mensaje de este tema encontrarán explicadas las "banderas rojas" que me han motivado a cancelar el proyecto.
--Fin de edición --
Hola a todos.
Me lanzo al agua. Al diablo el miedo y el perfeccionismo.
El siguiente texto es el primer borrador y no está revisado apropiadamente.
Solo me gustaría si me pudieran decir si los personajes se sienten reales.
Gracias.
Las Cuatro Casas
La mesa estaba servida con un suntuoso desayuno, pero Alice apenas podía pasar bocado.
-Lo hago por ti -dijo su madre, masticando apresuradamente-. ¿Cómo crees que te tratarán si saben que eres mi hija?
-Sí, madre.
-El Director fue muy generoso al darnos esta oportunidad. No lo olvides.
-Sí, madre.
-Y a partir de ahora, llámame Profesora Hingley.
Alice se sentía hundir en la silla. No dijo nada y trató de fingir que comía. De pronto, su madre se puso en pie.
-Bueno, ya me voy. En una hora vendrá un carruaje a llevarte al muelle. Estate lista.
Alice tan solo asintió con la cabeza.
-Y recuerda. Nadie debe saberlo.
-Sí, m... -Alice estuvo a punto de decir “madre”, pero la mirada de su madre la frenó-. Sí, Profesora Hingley.
***
Alice se aproximó al inmenso barco. Eran muy distinto a todos los otros que flotaban en el puerto. Incluso los veleros más grandes parecían juguetes junto a la oscura masa metálica.
Se dirigió hacia la puerta de popa y pronto vio otros estudiantes de uniformes grises, aglomerándose en las cercanías.
-¡Alice! -gritó una chica, corriendo hacia ella.
-Carla.
Las dos chicas se abrazaron fuertemente y Alice sintió que su corazón volvía a latir.
-Alice, que bueno que llegaste, me estaba aburriendo como hongo.
Su amiga Carla estaba más alta y hermosa que nunca. El uniforme le sentaba maravillosamente.
Se quedaron charlando, poniéndose al día, lo cual significaba escuchar acercad de los romances de verano de Carla.
-¿Dónde está Vi? Más vale que se aparezca pronto. Quiero entrar de una vez.
Como si de un conjuro se tratara, llegó ante ellas un carruaje muy elegante que llamó la atención de todos. Sus ruedas eran doradas y estaba tirado por un inmaculado caballo blanco.
-Qué te apuesto a que…
Al abrirse la puerta del carruaje, bajó una joven de uniforme gris, exhumando elegancia y buen porte. Sonrió al verlas y se adelantó a su encuentro.
-Que estilo, como siempre Vi -dijo Carla, mientras esta abrazaba a Alice.
-Ah, cállate, es de la embajada. Les gusta presumir.
El interior del barco era mucho más acogedor de lo que su amenazante exterior sugería.
-Oh, no me lo había imaginado así -dijo Alice, observando el espacioso vestíbulo, revestido en madera lustrosa y generosamente alumbrado por lámparas de fino cristal.
Carla rió.
-¿Y cómo lo habías imaginado? ¿Cómo la cueva de un goblin?
Su amiga fue hasta el banco libre más cercano y se sentó, exhalando un fuerte suspiro.
-Oh, estoy fundida. Veintiocho horas en el tren. Odio los trenes, no dormí nada. ¿Qué hay de ustedes?
-Yo llegué ayer -declaró Vivian-. El embajador y su esposa fueron tan amables de recibirme en su casa. Pasé una noche muy agradable.
-Afortunada. ¿Y tú, Alice? ¿Cuándo llegaste?
A Alice se le pasaron por la mente los días que pasó encerrada en el hotel, mientras su madre trataba asuntos de la escuela.
-¿Alice? -le llamó la atención Carla al ver que no respondía.
-Ayer, también -mintió-. Me quedé en un hotel del centro.
Vivi la miró suspicazmente.
-Parece que Car no fue la única que no durmió bien anoche. ¿Muchos nervios, Ali?
Alice sonrió y dio gracias de que ese día, todas tenían motivos para no actuar como de costumbre.
De pronto, Carla vociferó, poniéndose de pie.
-Vamos, salgamos a cubierta. Me asfixio aquí.
-¿No era que estabas cansada? -rió Viv, pero la siguieron sin más.
Afuera, el sol de la mañana estaba ya alto y aportaba un generoso calor a todo cuanto tocaba. Los uniformes grises llenaban la pequeña cubierta, que al parecer estaba reservada para los nuevos ingresos.
-¿Dónde creen que nos toque? -dijo luego, recostada contra la barandilla y observando hacia la cubierta inferior, donde se esparcía el resto del estudiantado.
-A ti -dijo Vivi-, seguro que en los cabeza de chorlito.
-Ja… ja -respondió.
Alice no dijo nada y sin poder evitarlo su mirada fue hacia los uniformes azul y plata que se aglomeraban hacia la derecha. Carla lo notó y dijo:
-¿Alquimia, Alice? ¿Estás segura? Escuché que la nueva regente es una arpía.
De pronto Alice sintió que se le aflojaban las rodillas y tuvo que agarrarse fuerte de la baranda.
-¿Alice, estás bien?
-Creo que es el calor.
Sus amigas la ayudaron a sentarse en una de las reposeras y le trajeron una bebida fría. Sus miradas de preocupación se le clavaban en el corazón. ¡Quería decirles! Quería contarles todo y que se abrazaran las tres como siempre lo hacían. Pero no podía.
Entonces sonó un ruido atronador y el barco se puso en movimiento.
-Descansa, Ali -dijo Viv-. Trata de dormir. Tenemos varias horas de viaje.
-¡Esperen! -dijo ella, tomándolas a ambas del brazo -. ¿Prometen que no dejaremos de ser amigas? Aunque estemos en diferentes casas.
-Claro tonta -dijo Carla-, ¿qué tiene que ver?
-Ahora cierra los ojos y no te muevas, o voy a tener que hechizarte.
Alice rió a pesar suyo.
-Gracias.
Luego de la siesta, Alice se sintió mucho mejor y disfrutó del resto del viaje junto a sus amigas. Incluso se animó a comer algo de lo que trajo Carla del comedor.
-Te ves mucho mejor ahora, Ali.
-Sí, me siento mucho mejor.
-Seguro que te salteaste el desayuno por miedo a marearte. Pero Ali, el barco de Hogwarts no es como todos los barcos.
-Ya lo sé, no fue eso -replicó ella, pero pensándolo bien, sí había desayunado poco.
-Pues tuviste suerte. Te libraste de un discurso muy aburrido de un par de conserjes, o algo así.
-Consejeros -corrigió Vi.
-Sí, como sea. Muy aburrido.
A Alice no le pareció tan buena suerte. Aún no habían llegado y ya se estaba perdiendo cosas.
A la media tarde, escucharon alguien gritar.
-Allí está. La veo.
Todos se apresuraron contra la barandilla. Allá en el horizonte, una pequeña mancha rompía la perfecta línea entre el cielo y el mar. La Isla Negra. Su nuevo hogar.
Instintivamente las tres se tomaron de las manos.
***
A medida que la isla fue creciendo y tomando forma, se volvió cada vez más amenazante y siniestra. Todos los alumnos nuevos se quedaron como hechizados por su oscura e imponente presencia. Los negros muros contra los que rompían las olas eran casi tan altos como el propio barco.
-Es tal cual en los libros -se maravilló Vi.
-Sí -respondió Carla-. Solo que los libros no decían que daba tanto miedo.
-Es una fortaleza- le recordó-. Debe inspirar miedo.
Alice solo esperaba que al igual que el barco, el hostil exterior guardara un interior más amigable.
Las últimas luces del día pintaban colores extraños sobre los interminables muros, cuando finalmente bajaron del barco. Les aguardaban unos carruajes que parecían reliquias sacadas de un museo. Claro que nada de esto ayudaba a Alice con sus nervios. Por suerte iba prendida al brazo de sus dos amigas y no pensaba soltarlas.
Luego de muchas vueltas y giros, llegaron ante unas enormes puertas. Todos los estudiantes de gris estaban allí.
-Les va a hablar la subdirectora Carfax -dijo de pronto una voz muy potente.
Una mujer pequeña y muy anciana, apareció frente a ellos de la nada. Su rostro estaba increíblemente arrugado pero sus ojos resplandecían con vivacidad.
-Bienvenidos a Hogwarts -dijo, y todos la escucharon como si no hubiera nadie más alrededor. De hecho, todos la vieron como si estuvieran parados en primera fila. -Primero que nada, quiero felicitarlos por estar aquí. Ya es un logro por sí mismo. Pero sepan que se espera mucho más de ustedes. Una vez atraviesen estas puertas, comenzarán una nueva vida. Respeten el código de conducta, esfuércense en sus clases, y permitan que Hogwarts los convierta en los magos que están destinados a ser.
Las puertas se abrieron y pasaron a un salón enorme, de techos altísimos. Al parecer todo era de grandes proporciones en la Isla Negra.
Toda la escuela estaba allí. Observando. Expectante.
Alice se apretó a sus amigas.
Un anciano alto y majestuoso les dio la bienvenida con amables palabras, pero a Alice se le dificultó retener su significado. Su hablar era tan pausado que parecía estaban escuchando a un antiguo espíritu de la tierra.
Entonces la vio, sentada junto quienes supuso serían otros profesores. Su madre.
Instintivamente buscó esconderse de su mirada, pero no era necesario, su madre no miraba hacia los alumnos sino al anciano.
-¿Alice, qué haces? -susurró Carla.
-Perdón -susurró a su vez y aflojó el brazo para no jalar el de su amiga.
Sabía que era absurdo, pero no podía evitarlo. No quería estar ante su madre.
Cuando el Director terminó de hablar, comenzaron a llamarles uno por uno. No tardaron en llamar a Carla.
-Carla Brianny.
Su amiga le dio un fuerte apretón y se soltó. Momentos más tarde, su uniforme se volvía Oro y Escarlata ante una lluvia de aplausos.
-Obvio -dijo Viv, que aún estaba a su lado.
Carla fue hacia donde estaba la Casa de Fuego y la perdieron de vista.
De pronto le pareció que su madre la había mirado, pero al voltear sus ojos a la mesa de profesores, vio que escuchaba lo que le decía otro profesor.
-Alice, vas vos -apremió Vi.
¿Cómo? ¿Ya? ¿A dónde se habían ido todos? Entonces se dio cuenta que del grupo original solo quedaba la mitad.
Viv tuvo que empujarla suavemente para que comenzara a caminar.
Se apartó del grupo y caminó hacia adelante, evitando en todo momento desviar su mirada hacia la de su madre, que le quemaba como dos brasas ardientes.
De algún modo llegó ante el Oráculo. La enorme piedra zumbaba ligeramente. Era como si estuviera viva.
-Apoya tu mano -le tuvo que repetir la anciana.
Sonaba muy sencillo, pero ese zumbido no era nada alentador que digamos. Igual sabía que todos estaban esperando por ella y no quería seguir allí más de lo necesario. La tocó.
-¡Ilusión!
Alguien la llevó a la mesa. Recibió aplausos y palmadas de sus compañeros de casa. Muchos le hablaban, pero ella no escuchaba nada. Cuando finalmente pudo sentarse, miró hacia su madre. La profesora Hingley aplaudía con aprobación a un nuevo estudiante de Alquimia. Era Viv.
-¿Alice? Alice, ¿te sientes bien?
Todo se volvió negro.