27/05/2018 11:38 PM
(This post was last modified: 27/05/2018 11:40 PM by RelampagoAzul.)
Réquiem del Daethmon Noble
*Registrado en Safe Creative.
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Capítulo I
Dúo Impensable
Ser una Gárgola es muy aburrido… No hay acción, ni hay nada nuevo, es lo mismo de todos los días, ¡todos los santos días! Sólo veo humanos ir y venir como el día y la noche, con el tiempo que llevo observándolos, ya son siluetas negras ante mis ojos; puras sombras vacías sin un lugar a dónde ir, siempre yéndose y volviendo a esta catedral. Aún con todas sus desventajas sigue siendo parte de mi vida. Quisiera ser un aventurero como Daemon… Tengo tiempo sin verlo desde nuestra gran odisea, mis recuerdos son el único réquiem de su vida y obra, me acuerdo cómo lo conocí perfectamente, porque es el único demonio con el que me he relacionado; o mejor dicho, Daethmon con el que me he relacionado.
En una catedral del mundo, había una Gárgola con una mirada cuyo brillo rojo gritaba la venida de la muerte, se llamaba Murder. En los años que llevó sirviéndole a su catedral, ha cumplido sin falta su deber, sin embargo, son pocas las ocasiones en las que ha visto demonios cerca de ese sitio donde creció. En la mitad de sus años de servicio, todo fue pacífico, y según él: monótono.
Él permaneció mucho tiempo inmóvil, observando a los seres humanos desde los tejados de la catedral, viéndolos ir y venir de un lado a otro como trenes. A veces para variar sus días, ponía su atención en otro plano de la realidad. Cerraba sus ojos por unos segundos antes de volver a abrirlos, una vez abiertos, se encontraba inmediatamente en el Mundo Espiritual. Este era casi idéntico al real, la única diferencia era el color de su realidad, todo estaba bañado de color azul verdoso, esa coloración le recordaba a cualquiera la esencia fresca de la menta, dándole una vibra serena a ese espacio que ningún mortal podía ver. La situación en ese mundo también seguía igual; no había nada nuevo escrito en el papel de la vida.
Así era la labor diaria de esta criatura, pero un día, cuando volvió al plano del Mundo Espiritual, él dijo:
—Ser Gárgola hoy en día es… un fastidio…
— ¡Murder! —Dijo alguien en voz alta a su izquierda.
— ¿Eh? Ah… Gárgola Mayor… —Dijo él sin sorprenderse, aparentemente ya era rutina que viera a la Gárgola Mayor, pero cualquiera que lo viera por primera vez, se arrodillaría ante su imponente semblante y grandes alas, los cuales lo hacía ver como todo un buen señor.
— ¿Mmm? ¿Qué forma de dirigirse a mí es esa?
— ¿No hemos pasado ya muchas veces por esto, mi señor? Ya nos vemos seguido, ya sé lo que me va a decir: “deja de quejarte y haz tu trabajo”. —Lo último lo pronunció con un tono de voz grave.
—Oye, mi voz no es así. Bueno, si ya lo sabes, ¿por qué sigues quejándote?
— ¡Es lo mismo de todos los santos días! ¿No puedo hacer algo para variar?
—Llevo en esto más tiempo que tú, vengo desde el oriente haciendo lo mismo que tú, ¿crees que me quejo? ¡No! ¡Siempre estoy honrado de servir a las catedrales que tengo que proteger, pues no hay virtud más grande que cuidar estos monumentos sagrados, estos tienen luz, esperanza y bendiciones!
—Qué honor, debo proteger un sitio en donde no sucede nada… —Podía notarse el sarcasmo de Murder hasta en su mirada.
—Murder… —Él se acercó y puso su mano en su hombro— Algún día lo entenderás; ese será el fruto de tu trabajo.
—… ¿Qué te dije? Lo mismo de todos los santos días.
—Ah… —Suspiró— Sigue trabajando.
Después que la Gárgola Mayor se marchó, Murder devolvió su atención al Mundo Real, siempre se preguntaba cómo quedarse observando sin nada que hacer le daría frutos.
Él vio la torre del reloj que estaba a unas cuadras de la catedral y se quedó observándola viendo la hora, con tan solo verla podía oír el tic-tac del reloj, junto al sonido podía visualizar el péndulo oscilando de un lado a otro. Su mente ignoró el espacio a su alrededor haciéndolo creer que estaba en un vacío coloreado de noche, donde lo único visible cercano a él eran péndulos suspendidos en el aire oscilando. Vio la torre de arriba hacia abajo sin motivo alguno como un modo de entretenimiento, a veces el aburrimiento lo obligaba a hacer cualquier actividad para mantener su mente ocupada, sus ojos podían decir por sí mismos que estaban hipnotizados por el reloj, pero su prolongada observación lo llevó a descubrir algo inesperado… En el tejado de la torre, vio algo… Era… Era… Una silueta, no obstante, pensó que sus ojos podían engañarlo con una mera ilusión, se los frotó y volvió a ver el tejado, definitivamente había alguien o algo ahí, él dijo susurrando:
— ¿Qué es…? Parece estar sentado. ¿Es…? No… No es humano… Es algo sobrenatural. Pareciera que está armado… ¿Qué lleva? Es largo… ¿Es una lanza? Sí; tiene que serlo.
De pronto, se dio cuenta que también estaba siendo observado; le daba ese presentimiento, se sentía penetrado por una fría mirada, eso sólo le ocurría cuando sabía que lo vigilaban, sin embargo, no veía a nadie cerca de la catedral, pensó que un humano lo veía. Al notar que no era así, se preguntó:
— ¿Será posible que aquel en la torre del reloj sea el que me mira…?
Esa interrogativa lo puso nervioso, lo cual le planteaba más preguntas: “¿quién es?” “¿qué es?” “¿qué quiere?” Entre otras interrogantes más, de repente la silueta se puso de pie antes de desaparecer.
— ¡¿Ah?! ¿A dónde se fue?
—Saludos. —Dijo una voz, cuando Murder se fijó detrás de él, era la misma silueta quien le habló.
— ¡Ah, santo cielo! —Casi se cayó del susto como una torre al borde del colapso.
— ¿Quién lo diría? Hasta las Gárgolas se asustan.
— ¿Qué haces aquí? Este no es sitio para un… —Se percató de lo que era— ¡demonio! ¡Lárgate de aquí, espíritu maligno!
Por fin veía su apariencia claramente: era un demonio de oscuros colores rojizos, tenía una cornamenta distinguida como las de un venado, en sus hombros tenía alas cerradas, quizás no lo suficientemente grandes para volar, cubriendo una buena parte de sus brazos. Su rostro parecía una máscara, cuyo ceño fruncido en su mirada encerraba una cólera esperando su grito de libertad, sus manos y pies parecían estar protegidas con guantes y botas, pero en realidad eran parte de su propia carne y hueso, y en su mano derecha cargaba una lanza con un diseño poco común en su filo metálico, a un lado de su punta lucía la figura de un ala de murciélago.
— ¿Qué piensas que voy a hacer? —Preguntó el demonio.
—Deja tus juegos mentales, con eso no me engañarás…
—En serio, te pregunto sin ninguna clase de truco.
— ¿Qué?
—Me juzgas sin siquiera conocerme, como si mi propia apariencia te dijera mis virtudes y pecados. Los ojos son superficiales, no pueden desentrañar los misterios de un alma desconocida.
—Conozco a los de tu tipo, tus engaños no funcionarán, ¡lárgate o habrá un río de sangre corriendo!
—Bien. —Él le dio la espalda— Nos veremos de nuevo. —Desapareció caminando hacia las sombras.
—Eso sí no ocurre todos los días… Qué demonio más raro. Juzgarlo sin siquiera conocerlo… ¿Quién se cree él? Los demonios son maestros del engaño, siempre están a la caza de cualquier inocente cuya alma puedan corromper. Son portadores de pecados, de vicios, de crueldad, no conocerían la piedad aún si estuvieran al borde de la muerte. Mis ojos no están ciegos, ya puedo verlo esperando el tiempo oportuno para clavarme su lanza en la espalda…
Y los días fluyeron en el río del tiempo, Murder continuó el curso de su vida, pero ya no se quejaba como antes gracias al demonio que conoció. El lancero cumplió con su palabra y volvió a verlo distantemente, desde la torre del reloj lo vigilaba casi todos los días. Muy pronto esa costumbre le hizo tomar más en serio su deber de guardián. Pasaron días, noches, semanas y meses viéndose a lo lejos, ninguna de las otras Gárgolas supo lo que ocurría, porque el puesto de Murder era el único sitio donde se podía ver la torre completamente. El pueblo de los colores de tierra que pintaba el panorama de la Gárgola le fue indiferente, Murder solo tenía un sitio para la visión de sus ojos, y ese era la cima de la torre del reloj. No le importaba si se perdería las maravillas del atardecer, o las luces nocturnas del pueblo, o un refrescante día lluvioso, su determinación era firme; no iba a perder de vista al demonio. Lo más sorprendente, fue la gran fuerza de voluntad del lancero en permanecer inmóvil durante todo ese tiempo, rivalizaba en vigilancia a la Gárgola.
Un día después de mucho tiempo, Murder quiso darle fin al acecho de las miradas y le hizo señas al demonio para que se acercara a la catedral, él llegó en unos segundos al dar un gran salto.
— ¿Si…? —Preguntó el demonio.
—Me imagino que puedes ir al Mundo Espiritual si estás en el real.
—Buena intuición.
—Vamos, ahora mismo. —Él cerró los ojos por unos segundos y los abrió encontrándose en el Mundo Espiritual.
—Tardaste en llegar, empezaba a aburrirme.
— ¡¿Cómo dices?! Uno llega a este mundo cerrando los ojos por cuatro segundos, esa duración no es nada para el padre tiempo.
—Eso se aplica solamente a las Gárgolas, no con todos los seres sobrenaturales. En serio, los de tu clase son tan lentos que podría bostezar veinte veces antes que hagan algo, a mi me basta sólo un segundo para llegar.
— ¡¿Cómo te atreves a llamar…?! —Él no terminó la oración aguantando el enfado— Olvídalo, no tiene sentido discutir contigo… Sólo dime qué quieres, has pasado mucho tiempo observándome.
— ¿Qué quiero? No creo que tengas algo que me interese. Vine buscando una fuente de tranquilidad, posiblemente este sea el sitio adecuado.
— ¿Tranquilidad? ¿Qué, para quitarle la paz a este sitio y así sacar beneficio de ello como el parásito que eres?
— ¿Por qué piensas eso?
— ¿No es obvio? Estás armado, esa lanza que cargas en tu mano se ve amenazante… y peculiar… ¿De dónde la sacaste?
—Con todas las batallas que he vivido era necesario que me hiciera un arma propia, ha sido mi fiel compañera desde que tengo memoria.
— ¿De dónde vienes?
—… No lo sé. He ido de un lugar a otro toda mi vida, todos los sitios a los que he ido me parecen espejismos alejados de sus desiertos para atormentarme.
—Qué pena por ti, pero aquí no hay lugar para demonios.
—No me considero un demonio como tal, me veo como un ser diferente…
—Entonces, ¿qué eres…?
—Un Daethmon…
— ¿Qué dijiste? ¿Daethmon? Inventas puras patrañas.
—Todavía no sé cómo definirme, es lo que intento averiguar yendo por el camino del ermitaño, quiero encontrar la clave. No me importa lo que piensen, lo único importante para mí es mi identidad.
—… Como si me tragara esa mentira.
—Tómalo como quieras, ya te di la respuesta que ansiabas.
—… Te diré algo: reconoceré que eres un Daethmon si me vences en combate, y como beneficio extra dejaré mis sospechas sobre ti.
—No busco reconocimiento. Si lo que quieres es pelear, supongo que no tiene caso que me niegue.
—Me parece que dijiste: “acepto”. No pareces alguien que busque peleas sin sentido.
—El intercambio de palabras te permitirá conocerme, no confíes tanto en tus ojos.
—Bien, he esperado hacer esto por un tiempo…
La Gárgola levantó su puño, dirigiéndolo hacia su enemigo, por sorpresa, él lo evitó saltando de regreso a la torre del reloj. Una vez allí, le hizo un gesto con su mano para que fuera tras él.
Una Gárgola nunca debía separarse mucho de su puesto en una catedral; Murder lo sabía a la perfección, no obstante, eso no le impidió salir volando como un pájaro de su nido. El Daethmon se impresionó por lo que acababa de suceder, lo cual le hizo darse cuenta que Murder era diferente al resto de las Gárgolas, entonces siguió saltando de techo en techo, siendo perseguido hasta salir del pueblo en donde se ubicaban. Al cabo que los dos estuvieron lejos de la civilización, el lancero se detuvo, ahora sí se veía dispuesto a defenderse, lo cual generó sospechas en Murder, pensó:
— ¿En serio gastó tanto aliento solo para alejarme del pueblo? No caeré en su truco, ahora es mi turno de guiarlo a otra parte.
Él voló a gran velocidad embistiendo al lancero, con tal fuerza que lo elevó por los aires hacia el norte. Y así continuó llevándolo hacia un lugar que tenía en mente, sin embargo, la fuerza de su enemigo no se lo dejó fácil, era como si una hoja se resistiera al soplo del viento.
Murder lo guió hasta una zona llamada “El Campo de las Cenizas”, ese sitio estaba apartado al norte del pueblo, solía ser un campo verde lleno de prosperidad, contaban los rumores que su mayor virtud eran los girasoles que crecían allí, esas flores eran la corona que distinguía esa área verde de cualquier otra. Pero lo que los dos guerreros veían en ese instante era una tierra gris e infértil, con ramas negras sobresaliendo del suelo, el cielo para no dejar sola a la tierra con ese color de lamento también se vistió de gris. Al toparse con tierras carentes de ramas rotas, el lancero se movió a un lado para no ser embestido de nuevo y cayó de pie al suelo, la Gárgola aterrizó a unos metros cerca de él, y dijo:
—Te advierto que puedo ser muy brutal si me lo propongo.
—Entendido, seré breve.
El Daethmon giró entre sus dedos su lanza antes de sostenerla firmemente con sus dos manos, Murder permaneció alerta ante cualquier cosa que hiciera, se movió lentamente a la derecha y el Daethmon hizo lo mismo hacia el lado contrario. Ambos se acechaban el uno al otro como leones hambrientos, así permanecieron por un minuto. En ningún momento se oyó el sonido del viento, no obstante, en cuanto se oyó su débil susurro en ese panorama gris, los dos corrieron uno hacia el otro embistiéndose. Tras el impacto, Murder sostenía la lanza con las dos manos desviando la dirección de la punta filosa, se esforzó por mantenerla lejos de él empujando con fuerza. El lancero también se esforzaba empujando, pero como su oponente se resistía, no tuvo más remedio que alejarse, luego reunió su poder sobrenatural en su lanza y le atacó con una repetición de cortes a larga distancia. Él los esquivó todos, aunque algunos casi lo rozaron por las alas. De pronto recordó algo que sintió en aquellos cortes, logró sentir la esencia misma del lancero, eso le permitió ver sus verdaderas intenciones. Cuando lo vio claramente, supo que en verdad no tenía intenciones de lastimarlo, sin embargo, no ignoró el hecho de haberlo retado, así que continuó para cumplir su palabra. Enseguida realizó un Grito de Gárgola, con el cual paralizó al Daethmon, su enemigo se asustó por el efecto inmediato del grito, no esperaba que fuese algo semejante.
—Lo que dicen del Grito de las Gárgolas es cierto. Los de tu clase son interesantes. —Dijo él.
Murder levantó su brazo hacia el cielo, sus poderes se manifestaron creando una jaula de energía espiritual alrededor de su enemigo, después buscó volando por encima de la tierra entre las cenizas algo en específico… Entonces desenterró un tridente negro. Cuando lo sacó de la tierra, el lancero comenzó a mover los dedos, desafortunadamente cuando lo hizo, se le cayó su lanza. Murder voló hacia él lo más rápido que pudo, y vio que le faltaba poco para agacharse a recogerla, entonces utilizó otro de sus poderes, el cual llamaba “Furia”. Cinco segundos después, el cielo se tornó de color rojo y el viento sopló con cólera, al horizonte se podían ver a los dos guerreros atacándose hasta la muerte, ellos bloqueaban sus cortes y estocadas con sus propias armas, mientras hacían eso, Murder recordó los últimos segundos previos.
Antes que él utilizara Furia, el Daethmon de una manera inesperada se deshizo de la paralización y tomó finalmente su lanza como si nada le hubiese pasado. Justo cuando se usó Furia, destruyó la barrera cuando frunció el ceño, saltó dirigiéndose hacia Murder, y en ese instante él ya estaba bajo los efectos de su poder, por último, se sorprendió por las palabras del lancero al cruzar sus caminos:
—Esto no durará mucho, y lo sabes.
El combate se tornó intenso con el aumento de velocidad y fuerza de la Gárgola, su poder lo hizo brillar con una tenue luz roja, además la agilidad con la que asestaba sus estocadas de tridente eran invisibles al ojo humano. El Daethmon en un momento del combate empezó a esquivar todo, Murder con lo furioso que estaba quiso clavarle el tridente en el pecho, por desgracia no lo lograba, el lancero pensó:
—Esperaba que duráramos más, pero veo que ya está desesperado por terminar el encuentro.
Detuvo con su mano el tridente agarrando su asta de una sola vez, para quitarle la mano de encima Murder le dio un puñetazo en el pecho, eso lo hizo retroceder a unos metros. Cuando la Gárgola vio su oportunidad de clavarle el tridente, su rival sabía lo que iba a hacer, así que lo evitó dando un salto hacia atrás, entonces levantó su lanza por encima de su cabeza. Luego, afinó su puntería y la arrojó con la fuerza de un guerrero, esta manifestó energía espiritual. La Gárgola se asustó al ver la intensidad de ese poder, sumando eso a su filo podría cortarlo en dos como a un pedazo de madera, entonces como única solución le lanzó el tridente en el momento preciso para desviarla. Cuando las dos armas chocaron, el tridente no evitó que la lanza se detuviera, pero sí logró desviarla para su salvación. El arma se cruzó con él por su lado izquierdo; no lo tocó, sin embargo, no salió ileso, en su brazo, pierna y lado izquierdo del rostro tenía arañazos, como si una bestia hubiese intentado arañarlo para arrancarle los miembros. Él quedó atónito; no podía creer lo destructivo que podía ser ese Daethmon. Reaccionó recobrando el sentido, y fue a buscar el tridente en el suelo, al recuperarlo, vio la situación a su favor como anillo al dedo: el lancero no podía hacer nada desarmado, con el tridente tenía la oportunidad de derrotarlo con una estocada. En ese momento voló hacia él, esperaba que huyera o hiciera algo para detenerlo, no obstante, se quedó ahí parado esperando; eso le dio sospechas, pero las dudas no lo detuvieron, se aproximó rápidamente sosteniendo el tridente con firmeza… Y se lo clavó en el pecho, el filo de las tres puntas del tridente lo atravesaron por completo bañadas de sangre impura.
Cuando el cuerpo sin aliento cayó, Murder estaba anonadado hasta el alma, retiró sus manos del tridente en el instante que se cayó el Daethmon. No le vio sentido a lo que hizo, él dijo:
— ¿Es un idiota o qué? Tenía el tiempo para esquivarlo… ¿Por qué no hizo nada para evitar mi ataque? —Suspiró antes que se acabara el efecto de su poder y se sintiera cansado— Volveré a la catedral… No puedo hacer más nada por él…
—Vaya, vaya, vaya… —Dijo una voz chillona.
—Oh no… ¡No ahora!
—Miren qué tenemos aquí; una Gárgola. —Dijo uno de tres demonios diminutos apareciéndose de la nada, ellos tenían colas puntiagudas muy largas y cuernos tan largos como sus colmillos. El que habló parecía ser quien mandaba a los demás.
—Estoy tan cansado que no puedo lidiar con ellos… ¡¿Por qué justo en este momento?! —Pensó Murder enfadado.
—No te ves tan temible. ¿Qué tal si jugamos con él?
— ¡Sí! Verlo sufrir alegrará mi día. —Dijo otro de los demonios.
—Será divertido.
—Rayos… Apenas puedo moverme. —Dijo Murder antes de huir corriendo lento.
— ¡Oye! ¡No te escaparás tan fácil! —Dijeron los tres demonios.
—Necesito un Grito de Gárgola por lo menos. —Pensó la Gárgola antes de esforzarse por gritar, pero no le alcanzó el aliento— ¡No…! Ni puedo gritar…
—Hagámoslo sufrir de una vez.
—Yo me encargaré de detenerlo. —Uno de los demonios creó un puño oscuro con su poder maligno y lo disparó a larga distancia.
Ese puño se acercó con gran celeridad a Murder, el impacto hizo que se tropezara rodando por el suelo. Después que lo atacaron otra vez de la misma manera, él dejó de rodar sin oportunidad de poder levantarse, intentó ponerse de rodillas temblando.
—Ji, ji, ya lo tenemos. —Los tres demonios lo rodearon lentamente.
—No tienes escapatoria.
—Estas Gárgolas feas sí son un dolor de cabeza, con ellas protegiendo las catedrales no podemos destruirlas. Tengo tiempo sin ver algo como eso en ruinas, es una satisfacción que estas bestias nos han arrebatado.
—Mírenlo, no puede verse aun más patético… ¡Tengo una idea! Vamos a patearlo.
— ¡Bien pensado! —Dijeron los otros dos.
Los tres con mucho entusiasmo se acercaron más a Murder dando las primeras patadas, se comportaron como niños jugando a un juego mientras lo hacían sufrir poco a poco. El dolor provocado por las patadas no era lo peor para la Gárgola, sino la debilidad e impotencia que sentía, no sabía qué hacer; ni a quién recurrir para acabar con ese sufrimiento. Si no le quedaba más que soportarlo; lo haría en silencio, no quería darles la satisfacción de oírlo gritar de dolor. Después de patearlo unas cuantas veces, lo golpearon descargando en él todo su rencor hacia las Gárgolas, uno de ellos le pegó tan duro que lo mandó a volar. Los tres se rieron de él por su desgracia mientras caía al suelo, uno de los demonios dijo:
—Ojala esto ocurriera más seguido, es tan placentero como embriagarse con vodka…
—No te preocupes, pronto reinará “El Poder del Caos” y podremos hacer lo que queramos. —Dijo el demonio líder.
—Sí… “El Poder del Caos” reinará… Ya veo ese día.
— ¿”Poder del Caos”? —Pensó Murder.
—Busca un tridente enterrado en este campo de cenizas, quiero ver a esta excusa de Gárgola hecha pedazos.
—Lo haré porque me da la gana, no porque me lo hayas ordenado.
—Para tu comodidad, puedes tomar el tridente clavado en el cadáver de aquel demonio. ¡Si es que te da la gana! —El líder dijo la última oración un poco enojado.
—Eh… —Ese demonio vio el cadáver del Daethmon y le dio escalofríos— Ese cadáver me da como que repulsión…
— ¡Ah bueno, si te da la gana, ve a buscar otro! —Gritó el líder.
— ¡Ay, ya empezaste con el odio! ¡Pues espérate un rato!
El demonio buscó, tomando su tiempo, el tridente que necesitaban, y como se enojó con su jefe, se tomó un largo rato cavando toda la tierra como gesto de venganza. Cuando finalmente lo encontró, el líder de los demonios dijo:
— ¡Por fin, lo halló un siglo después!
— ¡¿Qué tal si te clavo este tridente en la cabeza y acabo con tu sufrimiento?!
—Oigan, la Gárgola pronto se podrá poner de pie y ustedes siguen peleando, terminemos con él, ¿quieren? —Dijo el tercer demonio siendo persuasivo.
—De acuerdo… —Respondieron los otros de mala gana.
Los tres volvieron a rodear a Murder, uno de ellos lo volteó boca arriba con su pie, y el jefe apuntó las puntas de su tridente hacia el pecho de piedra. Cuando estaban a punto de contemplar la muerte de una Gárgola, antes que pudieran clavarle el tridente, alguien les dio una patada, la cual los hizo rodar en el suelo. Al detenerse, se pararon volteándose para ver quién fue el culpable, los tres se asustaron al darse cuenta que fue el Daethmon.
— ¡¿Qué?! —Exclamaron todos.
—Son unos pequeños insectos… Y no sólo eso, también patéticos. —Dijo el lancero.
— ¿Patéticos por qué?
—Necesitan que una Gárgola esté debilitada para poder hacer de las suyas, los demonios de su clase me dan asco, y pensar que hay almas más grotescas que las suyas en el infierno.
—Imposible. Juraría que estaba muerto… Le clavé el tridente. —Pensó Murder alarmado.
—Aja, ¿y qué? Se llama tomar ventaja, todavía la tenemos, mira lo herido que estás, sigues sin oportunidades.
—No por mucho. —Él agarró el tridente y lo sacó de su pecho.
— ¿A-A-Acaba de quitarse el tri-tri-tridente?
—No es cierto… —Uno de ellos se cayó de espaldas por el miedo.
—Escoria como ustedes son una enfermedad para este mundo, los quiero fuera de mi vista antes que sus horribles rostros aniquilen mi paciencia.
—O-O-Oblíganos. —Dijeron los tres sudando de los nervios.
—Ya lo escuchaba venir, bien. Sólo atacaré una vez, si uno de ustedes por lo menos, sale vivo de esta, no olviden que yo… —Arrojó el tridente al suelo, y con su mano atrajo su lanza haciéndola flotar rápidamente hacia él— y mi poderosa lanza, destruiremos a cualquiera que se meta en nuestro camino. —Levantó su arma por encima de su cabeza— Otra cosa que no deben olvidar, es que no soy un ser cualquiera: soy un Daethmon… Un monstruo de la muerte…
— ¡Corran! —Gritaron los tres antes de huir.
—Primera Técnica Mortal: Juicio Fugaz.
De repente la lanza fue abrigada por una energía espiritual de color rojo, cuando la arrojó, lo hizo con tal fuerza que la energía se manifestó con un tamaño de mayores proporciones, obteniendo un gran poder destructivo. El resplandor de ese ataque fue tan intenso que Murder no pudo ver si los tres demonios lo esquivaron, era muy poco probable por la gran cantidad de espacio que consumió. Tras ese movimiento quedó un gran hueco en la tierra, el Daethmon invocó su lanza en su mano, caminó hacia Murder con aire triunfante, le extendió la mano y lo ayudó a levantarse con cuidado.
—Tranquilo, estamos fuera de peligro.
—Gracias. Definitivamente tus intenciones no son malas, perdón por juzgarte tan pronto.
—No te preocupes. ¿Pudiste verlo? No sólo el intercambio de palabras te permitió conocerme más allá de tus ojos, mis acciones también hablaron por sí mismas, digo todo esto porque no es la primera vez que alguien desconfía de mí por mi apariencia. En ese aspecto, todos estamos ciegos, creemos conocerlo todo con solo mirarlo, los ojos pueden ver la superficie, más no el interior de otro. Pensándolo bien, debo ser el único demonio que se arrepiente de sus pecados.
—No… No eres como un demonio cualquiera… Eres un Daethmon.
Los dos se ganaron su respeto y confianza en el otro, podía notarse en las sonrisas que dibujaron en sus rostros, parecía el comienzo de una amistad poco común, con algo de esfuerzo sería tan fuerte como el acero. El lancero ayudó a Murder en su camino a casa cargándolo.
Cuando llegaron a la catedral, ninguna de las Gárgolas se percató de su ausencia, el noble lancero lo dejó con cuidado en su puesto y vio cómo él mismo se curaba, las fracturas en su cuerpo desaparecían lentamente.
— ¿Estarás bien?
—El método con el que me estoy sanando se encargará de las fracturas y grietas en mi cuerpo, del resto necesito reposar una noche. Ser de piedra tiene sus ventajas.
—Bien, iré a descansar en la torre del reloj.
—Antes que te vayas… ¿Fue mi imaginación, o fingiste estar muerto al clavarte el tridente?
—La resistencia de mi cuerpo es un misterio incluso para mí, es lo único que te puedo decir con certeza.
—Hay más cosas que quiero saber, pero las dejaré para otro día, excepto lo siguiente: ¿tienes… nombre?
—Daemon. Ese es mi nombre. —Él se marchó dando un salto.
—Le queda bien ese nombre. Je… Curioso, tengo como deber ahuyentar espíritus malignos, y me hice amigo de uno. Qué día.
Más tarde, en la madrugada estrellada de ese día, los dos estaban durmiendo sentados, Daemon se despertó tranquilamente y miró la catedral, notó que Murder no estaba.
—Oh, parece que duerme en el Mundo Real, supongo que el Mundo Espiritual no es tan tranquilo de noche como para dormir. —Él cerró los ojos— Por cómo van las cosas, veo que somos amigos…
Mucho tiempo después de ese día, el único sobreviviente de los demonios diminutos había llegado a un castillo enorme en medio de un ambiente lúgubre ubicado en el infierno. Las puertas estaban cerradas, no había forma de entrar, al demonio no le quedó más remedio que gritar súplicas para que le abrieran la puerta, dijo a gritos:
— ¡Rey de los demonios! ¡Por favor ábrame, señor Dante! —De pronto la puerta se abrió, detrás de ella apareció un demonio misterioso armado con una gran espada.
—El señor Dante no está interesado en basura como tú, márchate.
—Pero es de gran importancia que el Rey Dante sepa sobre el Daethmon.
— ¿Daethmon? —Él lo agarró del cuello antes que pudiera notarlo— Háblame de eso, ahora mismo.
—De acuerdo, de acuerdo… Agh, no hay necesidad de ahorcarme.
—Lo sé, por eso te ordeno hablar rápido antes que me urja la necesidad.
— ¡Bien, bien…! —Dijo él con miedo antes de contar lo ocurrido— Y esa es la historia…
—Ya veo. Grave error al venir aquí, si el ataque de ese ser no acabó contigo; lo haré yo.
— ¡¿Qué?! ¡No! ¡No, por favor! ¡Piedad! —En un segundo, el crujido de sus huesos se oyó hasta en el horizonte.
El demonio misterioso lanzó el cadáver bien lejos y se fue a las profundidades del castillo mientras se cerraba la puerta. Él entró al salón del trono encontrándose con la figura sombría del Rey Dante, estaba sentado en su trono esperando a que hablara su sirviente como el portador de noticias, le dijo:
—Señor, ya me encargué de esa basura que vino, pero lo que me contó fue una historia interesante, ¿sabía que existe un ser que se hace llamar “Daethmon”?
—Recita su cantar, quiero saber lo que has oído, Bladers.
Mientras tanto, en el Mundo Real, antes de la hora del amanecer, un demonio apareció en el techo de una posada de dos pisos observando el ambiente pacífico del pueblo, cuando vio la torre del reloj y la catedral, dijo con una sonrisa de picardía:
—Este sitio es perfecto para hurtar. Tengo un buen presentimiento.
Así fue como las cuerdas del destino empezaron a mover todo a su debido lugar, ni Daemon o Murder sabían los misterios ocultos que les esperaban, pero algún día se enterarían del por qué debían conocerse. Mientras ellos disfrutaban su tiempo de paz, un tirano maquinaba la extinción del orden.