(Prosa poética)
Crisantemos de perlas, en el cielo van anunciando,
una eterna primavera al filo de la luna de Mayo.
En lo ancho del mosaico las diosas van guiñándonos, graciosas se ríen, al ver la Tierra cribando.
Se creen siemprevivas, dueñas del espacio, envalentonadas por el estío y sus grandes ábacos.
Derrochan champán por el cielo chamuscado, mientras la Tierra las observa, con su ojo copernicano.
Y guiñan y guiñan las venus gordotas a los tristes seres que la están habitando. Sin saber que están inscritas dentro del mismo obituario.
Crisantemos de perlas, en el cielo van anunciando,
una eterna primavera al filo de la luna de Mayo.
En lo ancho del mosaico las diosas van guiñándonos, graciosas se ríen, al ver la Tierra cribando.
Se creen siemprevivas, dueñas del espacio, envalentonadas por el estío y sus grandes ábacos.
Derrochan champán por el cielo chamuscado, mientras la Tierra las observa, con su ojo copernicano.
Y guiñan y guiñan las venus gordotas a los tristes seres que la están habitando. Sin saber que están inscritas dentro del mismo obituario.