17/04/2020 01:21 PM
Supongo que todos los presentes ya hemos escrito historias con el típico planteamiento, nudo y desenlace; y quien más quien menos, ha escrito el viaje del héroe. Son prácticamente instituciones culturales a día de hoy.
Sin embargo, la inquietud artística siempre nos lleva a caminos poco recorridos, cuando no recorridos en absoluto. ¿Qué experimentos poco habituales habéis realizado en vuestras historias hasta el momento?
Puro diálogo: Cuando escribí mi novela "Escuela", me puse por objetivo que cada una de las partes de la historia sonara completamente diferente y, para ello, cada una de tales partes tiene un estilo narrativo diferente. En "Mille Verba", la segunda parte, me planteé esto hasta un extremo que yo considero interesante: no utilizaría narración en absoluto, sólo diálogo. Ni siquiera utilizaría acotaciones para describir emociones o movimientos. Todo ello se reflejaría en lo que los personajes dirían.
Y tuvo gracia: me obligó a dar personalidad a sus palabras para que los lectores pudieran identificar quién hablaba sólo a partir de lo que decían los personajes.
¿Fue necesario? No realmente. ¿Fue interesante? No tenéis ni idea. ¿Sirvió para algo? Determinar la personalidad, vicios y virtudes de un personaje sin que un omnisciente escritor de lo diga al lector directamente tiene su gracia y, ciertamente, los lectores aprecian que no los tome por tontos y que sepan sacar sus propias conclusiones. ¿Fue divertido? Lo estoy señalando en este hilo, ¿no?
Personajes mínimos: Como ya dijera el ínclito Jorge Luis Borges, "la novela es el arte del relleno". Discutiremos más o menos con su genio, pero no podemos negar que tenía algo de razón, en que hay historias que se alargan más de lo necesario en ocasiones y que con un resumen con gracia artística por nuestra parte sería más que suficiente para hacer llegar el mensaje en menos de cinco trilogías. Así que me propuse escribir una historia con un escenario relativamente pequeño y sólo tres personajes. En parte me recordó a lo que dicen de los actores de teatro: cuando recortas los recursos, tienes que echar mano a la imaginación para lograr que la historia salga adelante. Así nació "Alan et Eiom". Y, a pesar de su simpleza, dio lugar a bastante experimentación por mi parte.
La eterna secundaria: Uno de mis personajes es extremadamente poderoso. Me cae bien, su actitud ultra tiránica me atrae, su lealtad por los suyos me hace apostar por ella... así que le di el mejor papel posible: nunca protagonista, siempre secundaria. He escrito toda una serie de historias acerca de ella, pero nunca será protagonista. Lo más que ha logrado hasta el momento, es ser antagonista. ¿Por qué, si me gusta tanto? Porque más que crear una historia acerca de ella, quiero crear una leyenda acerca de ella. Cuando nadie conoce realmente a alguien, sólo te quedan las habladurías de terceras personas que la han visto de refilón alguna vez. Información fragmentada, nunca fiable del todo, incluso el lector se acabará haciendo su propia opinión, y eso es más importante que darle de comer tu propia opinión: ellos se forman la suya propia.
Éstos son tres de mis ejemplos. ¿Cuáles son los vuestros?
Sin embargo, la inquietud artística siempre nos lleva a caminos poco recorridos, cuando no recorridos en absoluto. ¿Qué experimentos poco habituales habéis realizado en vuestras historias hasta el momento?
Puro diálogo: Cuando escribí mi novela "Escuela", me puse por objetivo que cada una de las partes de la historia sonara completamente diferente y, para ello, cada una de tales partes tiene un estilo narrativo diferente. En "Mille Verba", la segunda parte, me planteé esto hasta un extremo que yo considero interesante: no utilizaría narración en absoluto, sólo diálogo. Ni siquiera utilizaría acotaciones para describir emociones o movimientos. Todo ello se reflejaría en lo que los personajes dirían.
Y tuvo gracia: me obligó a dar personalidad a sus palabras para que los lectores pudieran identificar quién hablaba sólo a partir de lo que decían los personajes.
¿Fue necesario? No realmente. ¿Fue interesante? No tenéis ni idea. ¿Sirvió para algo? Determinar la personalidad, vicios y virtudes de un personaje sin que un omnisciente escritor de lo diga al lector directamente tiene su gracia y, ciertamente, los lectores aprecian que no los tome por tontos y que sepan sacar sus propias conclusiones. ¿Fue divertido? Lo estoy señalando en este hilo, ¿no?
Personajes mínimos: Como ya dijera el ínclito Jorge Luis Borges, "la novela es el arte del relleno". Discutiremos más o menos con su genio, pero no podemos negar que tenía algo de razón, en que hay historias que se alargan más de lo necesario en ocasiones y que con un resumen con gracia artística por nuestra parte sería más que suficiente para hacer llegar el mensaje en menos de cinco trilogías. Así que me propuse escribir una historia con un escenario relativamente pequeño y sólo tres personajes. En parte me recordó a lo que dicen de los actores de teatro: cuando recortas los recursos, tienes que echar mano a la imaginación para lograr que la historia salga adelante. Así nació "Alan et Eiom". Y, a pesar de su simpleza, dio lugar a bastante experimentación por mi parte.
La eterna secundaria: Uno de mis personajes es extremadamente poderoso. Me cae bien, su actitud ultra tiránica me atrae, su lealtad por los suyos me hace apostar por ella... así que le di el mejor papel posible: nunca protagonista, siempre secundaria. He escrito toda una serie de historias acerca de ella, pero nunca será protagonista. Lo más que ha logrado hasta el momento, es ser antagonista. ¿Por qué, si me gusta tanto? Porque más que crear una historia acerca de ella, quiero crear una leyenda acerca de ella. Cuando nadie conoce realmente a alguien, sólo te quedan las habladurías de terceras personas que la han visto de refilón alguna vez. Información fragmentada, nunca fiable del todo, incluso el lector se acabará haciendo su propia opinión, y eso es más importante que darle de comer tu propia opinión: ellos se forman la suya propia.
Éstos son tres de mis ejemplos. ¿Cuáles son los vuestros?
Quien no tiene cara, tiene voz.