12/02/2017 08:51 PM
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Bueno, dejare el tercer capitulo aqui por si desean continuar con la lectura, esta en dos partes ya que el capitulo por si solo supera el numero de caracteres que me permite el post. Es muchisimo mas largo que los dos anteriores(No se si eso sea bueno o malo xD) y se hablan muchas cosas que describen mas que todo el mundo que los rodea y un poco de su mitologia. Quizas llegue a aburrir un poco por la longitud, pero yo de verdad disfrute mucho cuando lo escribi
CAPITULO 3: CANCIONES.
La luz de la mañana entraba por las ventanas del bar reflejándose en el suelo de madera e iluminando parte de la estancia. Sobre la mesa había cuencos con gruesas rodajas de Jamón ahumado, una enorme rueda de queso que rechinaba con cada corte del cuchillo, pan caliente recién salido del horno y mermelada de fresas y moras. Detrás de la barra se encontraba Haaron sacándole el brillo a una jarra de vidrio con un paño de tela blanco, Zyffgrid había tocado su puerta insistentemente a primera hora de la mañana para que le preparara algo de desayunar, luego Yurian bajo por las escaleras del primer piso y se le unió, sorprendida de verlo despierto primero que ella, y finalmente bajo Mikken pidiendo tres tarros con sidra ya que consideraba necesario una bebida para poder tragar más fácil los alimentos, preferiblemente si era una bebida alcohólica, por lo que el posadero tuvo una mañana ajetreada.
-Explícame entonces ¿Por que nadie puede desenvainarla?-Le exigió Yurian que tenia la espada sobre su regazo a Zyffgrid que estaba del otro lado de la mesa, Mikken estaba sentado a su derecha devorando el desayuno- ¿Tiene algún encantamiento o algo por el estilo?- Continúo la mujer bandido.
-No es un encantamiento.- Respondió Zyffgrid y bebió un trago de su sidra-. Esta maldita.
-¡Maldita!-Exclamo Haaron que casi deja caer la jarra de vidrio-. Saca esa cosa de aquí, no quiero que le caigan maldiciones a este lugar.
-Para ser alguien que provee licor y putas es usted muy devoto a los dioses.- Le dijo Mikk mordisqueando un trozo de pan con mermelada y una lonja de queso.
-Así no funcionan las maldiciones, no le pasara nada a tu bar.- Lo tranquilizo Yurian-. ¿Tú la maldijiste?- Pregunto mirando a Zyffgrid del otro lado de la mesa.
-No, desde que la tengo solo yo he podido blandirla, creo que simplemente escoge a su dueño, ni yo sabría decirlo.- La piedra en la muñeca de Yurian emitía una luz blanca-. ¿Lo ves? no te miento.
-Que lastima, así no sirve de mucho, nadie quiere una espada que no pueda ser desenvainada.-Reconoció Yurian mientras daba mordidas modestas a un trozo de pan con mermelada.
-¿Que pasaría si tú la sacas de la vaina y alguien la coge?- Pregunto Mikken rascándose la barbilla y arqueando una ceja.
-Pues inténtalo.-Le hizo un ademan a Yurian de que le alcanzara el arma para hacer la demostración pero esta se le quedo mirando seria-. Tienes la puta pulsera, no voy a intentar nada estúpido. –Esta lo miro por cinco segundos más considerando la petición pero al final termino accediendo y la puso en su mano-. ¡Gracias!.- Exclamo Zyffgrid.
Se levanto de la mesa y desenvaino aquella majestuosa arma oscura con mucha delicadeza. Era la primera vez que Yurian la veía, trato de mantenerse inexpresiva como siempre pero no pudo evitar abrir la boca un poco por la sorpresa, Zyffgrid la sostenía con su mano con tanta facilidad que parecía tan ligera como una pluma. Le ofreció la empuñadura a Mikk que denotaba tanta o más sorpresa que cuando la contemplo por vez primera, este la recibió con su enorme mano arropando la cómoda empuñadura con sus gruesos dedos. Inmediatamente Mikk empezó a sentir como por su mano subía una sensación de frio que escalaba debajo de su piel, subiendo por su antebrazo hasta su hombro y seguidamente expandiéndose en toda su enorme humanidad, solo un alarido de dolor y cayó en el suelo inmóvil y acalambrado. Zyffgrid cogió la espada del suelo, la envaino de nuevo y se la entrego a Yurian.
-Por eso nadie puede usarla aun si esta fuera de su vaina.- Le explico mientras se la regresaba-. ¿Piensas venderla todavia?
-Por los dioses, estas cosas me van a traer desgracias.- Decía Haaron con las manos en la frente.
-¡Malditos sean todos dioses!- Exclamo Mikk mientras intentaba ponerse en pie-. La próxima vez adviérteme antes de hacerme pasar por algo así. Sentí como si una lluvia de flechas se me vinieran encima.
-No creo que pueda venderla, con esa maldición es totalmente inútil como dije antes.- Se la lanzo de regreso a Zyffgrid que la cogió en el aire con una sola mano.- Quédatela, espero que seas tan bueno usándola como dice Mikk, la vas a necesitar si andas con nosotros. -Dio otra mordida modesta a su pan con mermelada.
-Nos estamos entendiendo mejor.-Le respondió colgándose la espada de la espalda, ya se sentía completo de nuevo. Yurian solo se limito a encogerse de hombros.
-Mikk, ya es tarde, ve a despertarlos a todos, diles que nos vean en la plaza en una hora con todo lo que vayan a vender, luego vuelve con nuestros fardos. Tu, Zyffgrid y yo nos vamos a adelantar, apartaremos un espacio y armaremos un toldo con nuestras cosas.- Mikk asintió y subió las escaleras de inmediato.
-¿Cuánto tiempo planeas quedarte en esta ciudad?-Le pregunto Zyffgrid.
-Quedarnos, recuerda que a donde yo vaya tu iras también. -Le recordó levantando la muñeca derecha enseñándole la pulsera, este la miro de manera despectiva-. Quizás uno o dos días más, intentare vender todo antes de medio día, hoy se celebra el décimo quinto año de su Alteza Auriell Griffstark, la hermana del Rey, la ciudad estará de fiestas y se celebraran unos cuantos torneos y juegos, habrá ferias y varios espectáculos, así que me gustaría quedarme a ver.
-Bien, pero no cuentes conmigo para ir detrás de ti por todos lados.- Le respondió Zyffgrid-. Pienso irme a hacer mis cosas también.
-Probablemente emborracharte hasta la muerte.-Le dijo-. A medio día eres libre, pero le diré a Mikken que vaya contigo.
-Me se cuidar yo mismo.
-Así como te cuidaste ayer supongo.-Le respondió. Seguidamente Mikk bajo las escaleras e iba cargado con un par de grandes fardos bien amarrados con correas de cuero, varas de madera y un enorme rollo de tela.
-Los demás nos alcanzaran en un rato ¿Nos vamos ya?-.Les pregunto Mikk.
-Sí, cada uno lleve un fardo, están bastante pesados.- Dijo y luego se dirigió a Zyffgrid-. Y tú, ten cuidado, hay cosas valiosas adentro.
-Como quieras.- Mikk le alcanzo uno de los fardos como quien levanta una almohada de plumas. Cuando Zyffgrid lo cogió se dio cuenta de que estaba bastante pesado, los cogió por las correas pero las manos que aun estaban quemadas de la noche anterior le escocieron, apretó un poco la cara y dejo el fardo en el suelo un momento.
-Ah, cierto, tus manos.- Se fijo Yurian-. Así no podrás llevar nada.
-Si puedo, solo necesito vendas.- Respondió el mirándose las manos, tenía la piel de un tono rosa que resaltaba sobre su pálida piel en las muñecas, las palmas y entre los dedos-.Consígueme un buen vendaje , viejo.- Le dijo a Haaron.
-No es necesario si tienes una buena Haraquista como yo de tu lado.-Intervino Yurian.
-¿Sabes curar?-Pregunto él.
-Es fácil, aprendí a usar el harack para curar heridas hace mucho tiempo, solo necesito algo te tinta y unos segundos.- De un pequeño bolso que llevaba a la cintura saco un frasco de tinta, mojo la punta de su dedo meñique y se dibujo en la palma derecha un triangulo con una runa diferente en cada punta, soplo la palma para que la tinta se secara y le hizo señas a Zyffgrid de que se sentara a su lado-. No le molestara que haga un truco de magia mas ¿verdad?.- Le pregunto a Haaron detrás de la barra.
-Sería inútil decirles que no lo hagan, ni siquiera me molestare en verlos.-Le dijo y empezó a trapear la barra-. Pero que sea la última vez por favor.
-Es su bar, usted manda.-Dijo ella diligentemente.
-He escuchado que los Haraquistas que aprenden el uso de la vitalidad pueden llegar a ser mucho más longevos que una persona común.- Dijo Zyffgrid sentándose a su lado-. Me pregunto cuántos años tendrás tú. -Yurian era pequeña y delgada, pero su cuerpo dibujaba hermosas curvas, era de pechos pequeños, abdomen plano y piernas y brazos fuertes, su rostro era delicado y fino, parecía ser alguien que estaba en los 20 años.
-No tengo cien años, pero si muchos más que tu de seguro.- Le respondió sonriente, cogió una de las quemadas manos y la acaricio con la suavidad y delicadeza de una amante.
-Debo admitir que me sorprendes, yo no soy bueno en esto. -Zyffgrid sentía un extraño hormigueo en sus palmas y entre sus dedos, pudo ver como la piel iba retomando su color pálido. Luego ella cogió su otra mano y la acaricio nuevamente con mucha suavidad. Se sentía tan relajante que por un momento pensó que se quedaría dormido.
-No es algo que cualquiera pueda hacer, se necesita un tipo de harack diferente para hacerlo bien.- Le respondió ella y dejo de acariciarlo-. Esta listo, ahora vámonos, ya perdimos mucho tiempo.
-Bien.- Miro sus manos nuevamente y estaban inmaculadas, cogió el fardo que había dejado en el suelo y se lo puso sobre el hombro.
Salieron por la puerta de aquel bar-posada-prostíbulo, el sol de la mañana iluminaba los adoquines de las blancas calles, una sombra se poso sobre ellos y Zyffgrid miro hacia el cielo, pudo ver qué pasaba una de las enormes naves ovoides del reino vigilando la ciudad, generalmente habían dos o tres flotando, pero aquel día había una decena de ellas de distintos colores, como adornado la ciudad por la celebración que se llevaba a cabo y en la noche brillarían para adornar el oscuro cielo en un espectáculo de luces y colores hermosos que solo se veía en ocasiones especiales. Dentro de los muros de aquella ciudad, Blanca Castilla que era la capital del reino de Midard, todo era perfecto, no había zonas pobres, solo la zona baja que era bastante decente y la zona alta en donde el terreno empezaba a subir, allí vivian todos los nobles y era donde se encontraba el gran castillo blanco en la cima de una colina vigilando la ciudad, no había vandalismo, no había suciedad ni enfermedades, todo estaba en completo orden, era así dentro de los muros de todas las grandes ciudades de Midard y de los reinos al sur y al oeste. Era así también en los pueblos aledaños a estas ciudadelas, pero mientras más te alejabas de ellas las cosas iban cambiando, la ilusión se iba rompiendo.
Pasaron entre una enredadera de callejones hasta que empezaron a escuchar el bullicio que provenía de la plaza de los mercaderes, a llegar a la plaza vieron que estaba abarrotada ya, aunque aun era muy temprano. Aquel día había venido gente de todas las ciudades cercanas a disfrutar de la enorme celebración que se llevaría a cabo. En consecuencia habían mas mercaderes de lo normal. Consiguieron un pequeño lugar entre aquel alboroto y tendieron una manta en el suelo, Mikk procedió a armar una especie de toldo con el montón de palos y el rollo de tela que había llevado, una vez instalado empezaron a soltar las correas de los fardos y a acomodar las cosas.-Ten cuidado con mis cosas-. Le había dicho Yurian a Zyffgrid, el fardo que había llevado le pertenecía a ella y era tremendamente pesado. Al ir sacando las cosas se dio cuenta de el por qué era tan pesado; había joyas y piedras preciosas, esculturas ornamentadas muy bien trabajadas de oro y plata, metales preciosos que se podían forjar junto con el hierro y crear espadas o armaduras de una calidad legendaria, amuletos para protegerse de maldiciones, no tan buenos como el que le habían quitado, pero bastante útiles. Por un segundo se vio tentando a coger uno y ponérselo, así aquella mujer ya no tendría tanto poder sobre él, pero cuando levanto la mirada se dio cuenta de que ella lo miraba atentamente.- ¿Por qué te detienes?-. Le pregunto mientras con el dedo pulgar y el índice acariciaba la piedra en la pulsera de su otra mano. Olvidando aquella idea continuo acomodando las cosas y pensando para sus adentros como fue que se convirtió literalmente en el esclavo de aquella mujer en menos de un día.
-He terminado. -Dijo Zyffgrid levantándose y estirando los pies-. Hubiera terminado de acomodar todo esto si te hubieras dignado a echarme una mano.
-Lo siento, vi como le ponías el ojo a mis amuletos y decidí quedarme observándote por si se te ocurría algo estúpido.-Le dijo ella acercándose a él y poniéndole una mano en el las mayas que se asomaban por su chaqueta y que le cubaran el pecho, alejándolo hacia atrás-. Tú te quedaras aquí apartado y veras porque nadie se robe nada, si viene mucha gente no podre estar pendiente de todos ellos, así que tú nos cubrirás a Mikken y a mí.
-Supongo que me darás algo al terminar esto ¿no? unas golondrinas no me vendrían mal si quiero disfrutar un poco en estas fiestas.
-Claro, ahora somos socios, cuando acabemos aquí te daré tu parte si vigilas bien y podrás irte a emborrachar todo lo que quieras después de medio día.-Le dio unas palmaditas en el pecho y agrego-. Con Mikk vigilándote por supuesto.
-Claro....-Agrego él y se fue a un rincón a vigilar mientras maldecía por dentro a aquella mujer. El solo pensar que debían vigilarlo como si fuera un niño hacia que la sangre le subiera a la cabeza, el era un hombre libre, al que le gustaba beber hasta morir, coger con prostitutas y no presentarle cuentas a nadie. Se maldijo a sí mismo por ser tan descuidado y miserable.
La gente empezó a llegar, las cosas que vendía Yurian allí no eran para nada baratas. Las joyas y las piezas ornamentadas de plata y oro la compraban las esposas de hombres adinerados que no tenían nada más que hacer con sus fortunas, los metales preciosos se los llevaban herreros de renombre en la ciudad, los amuletos se los llevaron comerciantes de la parte alta de la ciudad para vendérselo a sobre precio a los nobles que no se atrevían a pisar lugares tan degradantes para su clase como la plaza de los comerciantes en donde solo se reunía la plebe.
-Te daré cuarenta halcones de plata por ese medallón.- Le dijo a Yurian un hombre robusto de gordos cachetes, con la barba y bigotes tan largos que sus puntas terminaban en espirales. Se acariciaba la fina y larga barba con sus dedos gordos llenos de anillos con incrustaciones de rubíes y zafiros. Esa cantidad equivaldría a cuatrocientas golondrinas de cobre. Para como estaba su bolsa, aquello era una fortuna, pensó Zyffgrid.
-Cuesta sesenta halcones, ni más ni menos.- Respondió ella, de hecho Zyffgrid sabía que valía la mitad, era un amuleto de cobre con unos grabados no muy complejos, de calidad media, podía protegerte contra enfermedades o dolores intestinales o cosas cotidianas, pero no más, sin embargo Yurian era haraquista y el robusto hombre no, podía decirle que ese amuleto lo protegería de cualquier cosa y el no podría probar lo contrario. De hecho aquel gordo no sabía si era un amuleto real o no, así como tampoco lo sabrían sus clientes de la parte alta a los cuales se los vendería al doble. Para los nobles los amuletos eran un simple juego, algo bonito que te protegía de las maldiciones, algo místico y mágico, lleno de secretos, reían y pagaban mucho dinero por ellos sin siquiera saber si funcionaban o no, pero así era la sociedad noble, no les importaba gastar mucho dinero en simples excentricidades.
-Es solo un pedazo de cobre con un montón de líneas.- Dijo el gordo-. No vale ni veinte monedas de plata, vamos, te estoy haciendo una buena oferta.
-Ese pedazo de cobre está muy bien trabajado, se puede llevar semanas hacer uno igual.- Le respondió ella-. Busca por aquí e intenta encontrar otro igual, vas a encontrar un montón de amuletos falsos, esos si son pedazos de cobre. Este es autentico, sabes bien que subiendo esa colina lo venderás al doble, así que es una buena oferta, si no te interesa ve a otra tienda, ocupas todo el lugar aquí con tu enorme humanidad.
-Maldita seas, está bien, lo llevo.- La cara del regordete hombre estaba congestionada, hizo un ademan con la mano y llamo a uno de sus criados que le tendió una bolsa de la cual saco sesenta gruesas monedas de plata con un halcón en vuelo grabadas en cada una, se las entrego a Yurian y cogió su amuleto para luego irse de la tienda con paso dificultoso meneando su corpulenta humanidad de un lado a otro y soltando maldiciones.
Continúo la mañana y los demás hombres de Yurian llegaron, colocaron unas cuantas cosas más y se unieron a la faena de vender todo aquello. Redd también estaba allí, tenía un enorme cardenal verde oscuro de un lado de la cara y veía con ojos despiadados a Zyffgrid como si estuviera listo para rajarle el cuello en cualquier momento. Cerca de medio día ya habían vendido casi todo, solo quedaban unas cosas de los que llegaron más tarde y Yurian había hecho una cantidad de dinero que Zyffgrid pocas veces vio en su vida.
-Toma, aquí tienes lo tuyo.- Le dijo ella mientras le entregaba una bolsa de monedas. Logro contar doce halcones de plata con veinte golondrinas mas dispersas.
-No está mal ¿Ya puedo irme?.- Comparado con lo que se habia ganado ella eso era una miseria ínfima pero le bastaba y sobraba para pasarla en grande aquella noche.
-Sí, pero no te pierdas, etsa noche me gustaría hablarte sobre cierto tema, hay algo importante que debería decirte.- Dijo ella, Zyffgrid solo frunció el ceño ante aquella declaración. -Mikk, ve con él, no lo pierdas, que no se emborrache demasiado.
-A tu orden.- Respondió Mikken sonriente, el también logro amasar una cantidad bastante gorda de dinero-. Tranquilo muchacho, la vamos a pasar bien, olvida mi actitud en el bar y yo olvidare que me pateaste el culo ¿Sin remordimientos?
-Como quieras.
Zyffgrid salió de la abarrotada plaza llena del ruido de miles de mercaderes con Mikken yendo detrás. Las calles de la ciudad estaban llenas de artistas ambulantes venidos de pueblos aledaños, entre ellos músicos, bufones, malabaristas, escupefuegos, acróbatas. Había puestos por todos lados en los que vendían salchichas ahumadas clavadas en palillos de madera, manzanas caramelizadas con miel, pan caliente, vino, sidra, hidromiel. Las madres iban con sus mejores ropas cargando a sus pequeños hijos sobre sus hombros, los niños se hacian pintar las caras con los buffones y llenaban sus estómagos con dulces manzanas de caramelo, las mujeres pedían canciones a los bardos sobre las leyendas de Ulric el aventurero que viajo por todas las cuatro naciones o sobre Griff el perseguidor de estrellas que vino de tierras lejanas y fundo Blanca Castilla al pie de las montañas Blancas. Los enamorados se sentaban juntos en banquitos de piedra y se besaban como si no hubiera nadie alrededor. Solo se respiraban aires de felicidad y celebración, pero todo aquello a Zyffgrid lo aborrecía, no le agradaban los niños, no quería comer dulces, ya se sabía las canciones repetidas que cantaban los bardos sobre héroes coloridos y pintorescos, no estaba enamorado ni lo acompañaba una hermosa dama, todo lo contrario, lo acompañaba un monigote de cinco codos de altura, por lo que aquel sitio lo asqueaba, el lo que necesitaba era un lugar un poco más sucio, lleno de borrachos y prostitutas.
-Si vas a estar pegado a mi culo todo el día al menos podrías servirme de algo.-Le dijo mirando sobre su hombro a Mikken que iba detrás-. ¿Conoces algún bar sucio en el que pueda gastarme estas monedas? Haaron y la pelirroja ya me aburrieron bastante.
-¿Acaso es la primera vez que vienes a Blanca Castilla?- Pregunto Mikk-. Hay muchos lugares además de ese.
-Sí, y ese fue el primer hueco que encontré a buen precio y con hembras semi decentes-.
-Ya veo, pues conozco esta ciudad como la palma de mi mano, se donde están los mejores bares, las mejores putas y lo mejor es que a un precio razonable-. Dijo Mikk sonriente-. Sígueme el paso y no te arrepentirás.
-Quizás si termines siendo útil.
Zyffgrid siguió a Mikk por las calles abarrotadas, en un punto cruzo a un callejón estrecho de los miles que componían la ciudad, iba detrás de él y solo podía ver su amplia espalda cubriendo todo el camino, luego cruzo en otro callejón pero este era una estrecha escalera que bajaba hacia un túnel oscuro, pudo ver la luz al final del otro lado pero justo en la mitad se detuvieron en lo que parecía ser una puerta de madera en la pared del túnel, Mikken toco tres veces y un tipo alto, gordo y calvo de larga barba les abrió, se quedo mirando a Zyffgrid como si no debiera estar allí pero Mikk le dio un apretón de manos y los dejo entrar. El sitio estaba lleno de todo tipo de borrachos sentados en mesas, algunos barbudos, otros tuertos, otros sin la mayoría de sus dientes, pero todos con algo en común; espadas en sus cinturas. Había un montón de mujeres que servían las bebidas, algunas solo con la parte de abajo cubierta, enseñando los pechos, cuando pasaban por las mesas tenían que hacer un esfuerzo para esquivar las manos osadas que amenazaban con abofetearles el trasero, pero ellas igual reían y a veces se sentaban en los regazos de aquellos borrachos. A Zyffgrid le gustaban ese tipo de lugares pero él no solía gustarle a las personas de esos sitios, una cara bonita y sin cicatrices nunca encaja en sitios así.-Miren la niña que viene entrando-. Escucho.-Debe ser una hembra que viene buscando amor por estos sitios-. dijo otro.-Se ve más tierna que las nalgas de un bebe-.escucho a lo lejos.
-Acallen sus ladridos bandada de ebrios inmundos, este tipo viene conmigo y es más fuerte que un gigante, solo miren como me dejo a mi la cara, si puede patearme el culo a mi, por supuesto que puede patear el de todos ustedes.-Grito Mikken mostrando el cardenal del día anterior. Todos se quedaron en silencio por un momento, al parecer le tenían cierto respeto a Mikk, luego un borracho bastante enano y regordete, de piel y cabellos rojizos que mediría dos pies cuando mucho se le acerco, no le llegaba ni a la cintura.
-Mas bien la cosa es que tu dama de compañía te golpea cuando están bailando entre las sabanas.-Le dijo el pequeño hombre, Mikk solo una carcajada al igual que todos en el bar, uno se atraganto con un trozo de cerdo y casi se ahoga. De repente el corpulento bandido le dio una patada en el culo a aquel enano mandándolo a volar varios metros más allá en la sala. Todos se rieron el doble y algunos se revolcaban en el suelo. Se sentaron a la barra y empezaron a beber.
-Ese enano era un ¿Dalfar?-Pregunto Zyffgrid.
-Era un Alfal.- Respondio Mikk-. Los Dalfar son totalmente diferentes hombre
-Siempre confundo sus nombres, además es raro verlos con humanos.
-En las ciudades se ve de todo amigo mío.
Un par de mujeres con los pechos afuera los interrumpieron sentándose al lado de Mikken, susurrándole cosas al oído mientras miraban a Zyffgrid.
-Parece que mis amigas te quieren conocer.- Le dijo mostrando una sonrisa de lado mientras las dos mujeres soltaban risitas por detrás de él-. Me están preguntando por que tu cara es como la de un noble, que si nunca te la han rajado con un hierro afilado. No suelen ver tipos apuestos por aquí.
-Han intentando rajarme de muchas formas, pero siempre fallan, los destazo antes de que logren tocarme.- Dijo y bebió un trago hondo de un licor fuerte y transparente y dijo al camarero que le sirviera otro. Las mujeres rieron, una se sentó a su lado y empezó a acariciarle la cabellera.
-Parece que ya te ganaste a una de mis niñas.- Le sonrió Mikk-. Eres más rudo de lo que pareces, ese trago transparente lo traen del norte, de las tierras de Nordran, no sé cómo coño lo hacen pero hace que cualquiera arrugue la cara, sin embargo tú lo bebes sin inmutarte en lo absoluto.
-Me gustan las bebidas fuertes pero soy descuidado, ayer en el bar, cuando tú y tus amigos se aparecieron ya me había bebido una botella entera, tuve que mandarlos al suelo a los tres ebrio, luego cuando me encontraste ya llevaba la segunda, eso fue demasiado.
-Y ¿Por qué no nos mataste? Pudiste hacerlo si querías pero decidiste irte.-Dijo Mikk mientras bebía un trago de la amarga bebida transparente.
-Mira, solo mato cuando es realmente necesario, además esta ciudad tiene sus reglas, aquí no funciona el mismo sistema hostil de los pueblos mucho más allá de los muros. Ustedes lo saben, por algo no me apuñalaron por la espalda sin decir palabra.
-Buen punto, si te hubiéramos visto en un mugriento bar de un lejano pueblo de barro y madera quizás Redd te hubiera matado sin decir una palabra.- Dijo Mikk mientras asintió seriamente.
-Lo habría matado mucho antes de que hubiera desenvainado, no te quede duda. Muchos han intentado quitarme esta espada y les he hecho rodar la cabeza por el suelo.- La mujer a su lado lo acariciaba y le besaba la oreja mientras él la tocaba en los por muslos entre las piernas.
-Pues viendo lo rápido que eres no lo dudaría.- Dijo Mikk mientras arqueaba las cejas hacia arriba-. ¿Y qué te trajo por estos lares?
-Simple casualidad. Iba por caminos de barro húmedo muy lejos de aquí, pero unos carromateros con mucha mercancía necesitaban un escolta, sabes cómo son los caminos, además no tenía nada en la bolsa así que me subí en la parte trasera de uno de los carros. No me fue tan mal, seduje a la hija de un mercader de telas que iba con nosotros, me daban comida, y dormía sobre una cómoda pila de heno, solo tuve que vigilar de que no pasara nada de camino aqui.-Dio un trago y vacio el vaso, hizo un ademan al mesonero para que le sirviera de nuevo-. Termine llegando a un pueblo aledaño a esta ciudad y escuche que todos hablaban de la maldita fiesta de su alteza Auri-no-se-que, tenía la bolsa llena ahora y decidí pasar a ver, pero me la gaste muy rápido. Aquí en la ciudad las cosas son más caras por lo que veo.
-Esto es Blanca castilla, como veras aquí la mayoría de las cosas están en orden, aquí los estándares de vida son altos, hay que pagar bien cuando vienes a esta ciudad.
-Sí, ya lo sé, la vida es muy diferente en este sitio y en los poblados que lo rodean.
-Así es, esto es la Comarca del grifo, una de las comarcas de Midard y la principal de todas en el reino. Todos los pueblos que la componen gozan de estándares altos de seguridad, todo lo que rodee a Blanca Castilla esta bajo el manto y la protección del Rey, a diferencia de los pueblos mas alejados que no entran en ninguna comarca, de los cuales el reino suele olvidarse.-Le dijo Mikken mientras pedía otro trago, la mujer de su lado le rodeaba el cuello con el brazo y le acariciaba el pecho-. ¿Nunca habías ido a una ciudad grande?
-A esta nunca había venido. Generalmente me la paso rondando por decenas de pueblos olvidados, buscando de que comer, me va mejor en esos sitios, siempre hay alguien que necesita un escolta para ir de un pueblo al otro, siempre hay bandidos que matar y a veces llevan cosas buenas que vender. Lo único que se ve del reino son esas enormes naves volantes.
-Ah, sí, de seguro es porque llevan provisiones de una comarca a otra, o de una nación a otra cuando se trata de cosas importadas como esto que estamos bebiendo, o tal vez son naves de transporte, pero es costoso. Si un día ves una nave más pequeña y muy lujosa es probablemente porque un noble va viajando en ella, es mucho más rápido e infinitamente más seguro que los caminos.-La mujer al lado de Mikken le susurro algo al oído y este sonrió-. Esta mujer necesita un poco de calor en la entrepierna mi amigo, si me disculpas yo volveré en un rato, dejare a mi otra amiga en tu cuidado.- Se levanto de la barra y se dirigió a unas escaleras que daban a un piso subterráneo, se perdió en la oscuridad con aquella mujer que iba soltando risitas mientras Mikk le hacía cumplidos obscenos.
-Parece que nos quedamos tú y yo solos.-Le dijo la mujer cabello negro y pechos descubiertos a Zyffgrid, eran firmes y de un tamaño intermedio, las prostitutas de aquel lugar estaban bien dotadas, no les faltaban los dientes, todas eran de pechos firmes y habían de todo tipo de colores de piel-. Mi cuota es de 20 golondrinas por cada polvo ¿Que sugieres que hagamos?
-Pues es sencillo.-Le puso dos Halcones de plata en la mano y luego puso otro sobre la mesa señalándole al camarero una botella del mostrador detrás de la barra-. Vamos a ir a esas habitaciones subterráneas y vas a calmar la hinchazón que me provocaste entre las piernas.
Zyffgrid la cogió de una mano y bajaron las oscuras escaleras alumbrando el camino con una vela, ella le señalo por cual puerta debía ir y entraron a la habitación, era bastante básica y apenas se podía distinguir una pequeña cama de madera en un rincón. Se descolgó la espada y la dejo recostada de la pared, se saco la chaqueta y luego la malla dejándolas en el suelo. La opaca luz de la vela a penas dejaba ver su cuerpo entre la oscuridad, su piel era lisa y blanca, la mujer de cabellos negros le acaricio el centro del pecho.
-Tu piel es muy suave.- Le dijo mientras deslizaba su mano en los pectorales de Zyffgrid, hasta llegar a una parte del pecho que resultaba áspera a tacto, era como una cicatriz-. Me mentiste, el hierro de otra espada si te ha tocado.- Le paso la lengua por el cuello mientras su mano iba bajando hasta metérsele delicadamente en los pantalones-. ¿Me contaras quien fue tan bueno como para hacértela?
-Hablas demasiado, no te pague para que me hicieras preguntas.- Saco su virilidad de sus pantalones-.Ponte de rodillas, vas a usar tu boca para algo mejor que hablar.- Ella se arrodillo y el la tomo por el cabello moviendo su cabeza de adelante hacia atrás sin mucha delicadeza, con su otra mano libre cogió la botella de licor fuerte que había comprado y le dio un largo trago. Después de unos minutos se aburrió de que ella jugara con su boca y la puso de espaldas contra la pequeña cama, quito aquel manto de tela que le cubría las caderas y se introdujo dentro de ella, daba fuertes y rápidas embestidas, lo hacía como una bestia sin demostrar la mas mínima cantidad de afecto, pero a ella eso parecía no molestarle en absoluto. Bebía largos tragos de licor mientras la embestía como un animal salvaje y ella gemía de placer, al cabo de varios minutos sentía que ya estaba a punto de terminar, saco su miembro de los adentros de la mujer y la puso de rodillas para que acabara con su boca vaciándole toda su semilla dentro. Luego de terminar se echo sobre la pequeña cama y empezó a dar tragos a su botella. Ella se recostó de su lado y comenzó a acariciarle el pecho y la cicatriz. Zyffgrid maldijo en su interior por lo incomodo y pequeño de aquella cama, no le interesaba tener contacto físico fuera de lo sexual con aquella mujer , pero no había más muebles en la habitación así que no le quedaba más que aguantar aquellas caricias que le resultaban tan desagradables, solo esperaba que no abriera su boca para hacer preguntas.
-Nunca he visto a alguien tan hermoso como tú por aquí.-Le dijo ella con su cabeza recostada de su pecho, mirándole tímidamente-. Siempre vienen hombres gordos, calvos y apestosos, pero tú eres diferente, hasta tu olor es diferente.-Clavo su nariz en el cuello de Zyffgrid para olfatear su fragancia, olía a sudor mezclado con algo que parecía un aroma de flores marchitas-. ¿Eres un noble o un príncipe de tierras lejanas?
-No.
-Eres muy callado, cuéntame de tus aventuras por favor ¿Has vivido muchas? Yo no he visto muchas cosas, solo el pequeño pueblo en el que crecí hasta que me trajeron a esta ciudad a trabajar, lo más que veo son peleas de borrachos. A veces sueño con irme a recorrer lugares lejanos a esta ciudad, me han contado muchas cosas sobre Vestera al oeste, lo llaman país de la primavera, con enormes prados llenos de flores de todos los colores existentes, o quizás podría ir a las tierras de Esros al este, la tierra del otoño, dicen que los arboles tienen hojas rojas, amarillas, ocre y que hay bosques hermosos donde los arboles se pierden en las alturas, me da curiosidad las cosas que dicen sobre esos Cyndarines de piel palida que viven alla entre la gente. O quizás al norte, pero las historias del norte me dan algo de miedo ¿Tú has ido a alguno de esos lugares, mi príncipe?-Dijo mientras le acariciaba su pecho hasta que llego a su enorme cicatriz en el centro-.Y esto ¿ Quien le habrá hecho esto a tu hermosa piel?.
ZYffgrid dio un trago a la botella que llevaba casi a la mitad, aparto a aquella mujer bruscamente y se puso de pie, recogió su malla y su chaqueta y empezó a vestirse, luego cogió la espada y se la colgó de la espalda.
-¿Te irás ya?- pregunto ella desconcertada.
-Sí.
-Vuelve mañana por favor.
-Si llegara a volver mañana escogería a una puta que no hable tanto como tu ¿Acaso crees que te pague para que me contaras tus sueños frustrados de viajes y aventuras? eres una puta, tu lugar está aquí, complaciendo las sucias vergas de todos esos borrachos que están arriba-.Le dijo el mirando sobre su hombro, luego cogió su botella y salió de la habitación azotando la puerta a sus espaldas.
Al subir al primer piso lo primero que vio fue a Yurian sentada en la barra mirándolo, detrás de el salió aquella mujer soltando sollozos, con sus ojos rojos y la cara ruborizada, caminando a paso acelerado.
-¿Tan malo así eres en la cama?-Le pregunto Yurian bebiendo una copa de vino.
-Un día vas a comprobarlo por ti misma.-Le dijo el sentándose a su lado-¿Qué haces aquí? creí que era libre después de mediodía.
-Lo eres, solo da la casualidad de que estamos en el mismo bar, supongo que Mikk te trajo, solemos venir aquí a veces, es un sitio cómodo, ya me conocen por aquí. ¿Dónde está Mikken, por cierto? Le dije que te vigilara y te dejo solo.-Le dijo.
-Supongo que aun esta con aquella otra mujer.
-Vaya, bueno, ya se algo interesante, Mikken puede durar más que tú en la cama con una mujer.-Le dijo mientras reía, pero a el no le hacía gracia, ni siquiera la estaba mirando, solo daba tragos de su botella mientras veía hacia la nada-.No tienes sentido del humor-.Agrego luego de que su sonrisa se hubiera apagado.
-Si tengo, pero tus bromas son estúpidas. –Respondió el dando un trago.-
-Te gusta ese licor norteño ¿no? Lo llaman el agua del norte, Redd viene de alla y ni siquiera él lo bebe con tanta facilidad como tú, no arrugas ni un poco la cara después de cada trago.
-Con solo ver a ese terco huesudo peli blanco uno puede deducir que es de allá, pero lo dudo, se dice que los norteños son fríos como el hielo y duros como el invierno pero él no parece ser ninguna de las dos cosas.-Dio otro trago de aquella agua amarga-.Si, me gusta esta bebida, tiene un efecto más fuerte que el vino o la cerveza ¿Lo has bebido?
-Si, Redd me lo ha invitado una que otra vez, pero es muy fuerte para mí gusto.- Dijo ella dando un sorbo a su vino, sentada de piernas cruzadas-. Prefiero cosas más suaves como este delicioso vino.
-También me gusta el vino, pero es menos potente, tarda mucho en emborracharme.
-¿Por qué disfrutas tanto de emborracharte? Nunca le he encontrado sentido, solo te mareas, las palabras se enredan en la boca y la gente puede llegar a decir cosas bastante estúpidas estando ebria, ni se diga el dolor de cabeza y los mareos que se sufren al día siguiente.- Le explico y dio otro pequeño trago a su bebida-. Bueno, ya bien comprobaste ayer lo inútil que puedes llegar a ser con una resaca encima.
-Con resaca y todo estuviste a punto de perder en ese juego, de hecho, si el pato asado que me comí más temprano ayer no hubiese decidido trepar por mi estomago hasta mi garganta y regarse por el suelo, habrías perdido.-Dio otro trago a su botella que ya estaba a menos de la mitad-. Me gusta beber porque es lo único divertido que hay en este mundo tan aburrido. Ir por los caminos, llegar a un pueblo y matar al bandido de turno por unas cuantas monedas y que todos crean que soy una especie de héroe de cuentos no me entretiene, ya sé que cuando me vaya alguien más volverá a robarles los cultivos, el ganado, violar a una que otra de sus mujeres y así, el mundo no tiene solución y haga lo que haga yo no lo cambiare. Me entretiene mas cuando entro a un bar y me emborracho, escojo a alguna mujer decente y me meto en una habitación con ella, creo que mientras menos consiente estoy, mejor me siento.
-Tus razones son bastante tristes pero realistas la verdad.-Dijo mientras recostaba un codo sobre la barra y lo miraba-. Creí que habías dicho que te dedicabas a cosas similares a las mías
-Pues sí, mato y si llevan cosas buenas las vendo, pero no mato a mercaderes ancianos que no pueden defenderse, no voy a un pueblo y violo a mujeres con niños aun mamando de sus pechos. Solo mato a quien yo considero que debo matar y si me ofrecen una buena suma.-Dijo el sin mirarla-. Bandidos generalmente, me preguntaba si tú eras de esa clase de bandidos.
-No somos vulgares "bandidos". Si llegamos a un pueblo pequeño, lo tomamos de la forma menos sangrienta posible, en orden, la gente inclusive llega a sentirse más segura mientras nos quedamos, ya que no permito que ningún otro grupo de bandidos más violento entre al pueblo en nuestra estadía. Tomamos lo que queremos calmadamente y la gente nos lo da. Luego nos marchamos. En los caminos encontramos a otros bandidos a veces, los que son listos pasan de largo y los que son tontos y osados terminan siendo cortados por alguno de los míos.
-Ya veo de donde sacas todas esas cosas tan caras. ¿Los amuletos si los hiciste tú? – Le pregunto.
-Sí, los hice con cobre puro, es más sencillo hacerlos con ese material, aunque menos efectivos y no de tan alta calidad como el que te quite.- Le dijo ella.
-Tienes razón, son algo malos.- Yurian se le quedo mirando un momento con ojos entrecerrados-. Aunque había unos de bronce que no estaban tan mal.
-Si, nunca fui buena en lo de los amuletos. –Reconoció ella-. Mayormente porque siempre he tenido el que viste antes, es muy bueno y nunca he tenido necesidad de hacer otro mejor. He estudiado más que todo la medicina, a manejar el flujo de mi harack y conozco muchas runas. –Dio un trago a su vino y apoyo su quijada en la palma de su mano-. ¿Dónde aprendiste a manejar tan bien tu harack? ¿O a pelear? Tienes la apariencia de alguien muy joven como para hacer tan buenos amuletos, manejar el flujo de su harack tan bien como yo y pelear mejor que mis amigos.
-No me empieces a preguntar demasiadas cosas.- Dijo Zyffgrid que volteo su mirada hacia ella con su ceño fruncido, sus ojos destellaron ira por unos segundos y Yurian noto como la piedra se tornaba roja, Zyffgrid volvió la mirada de nuevo hacia el frente-. Solo son cosas que se me han dado bien desde niño, eso es todo.
-Entiendo.- Le dijo ella volteando su mirada hacia otro lado también-. No es necesario que me cuentes nada, la verdad. Solo tuve la tonta idea de que podría conversar contigo.
-No tengo nada interesante que contar, solo soy un borracho que vaga de sitio en sitio buscando donde embriagarse para no tener que pensar en nada hasta despertar al día siguiente con resaca.- Dijo Zyffgrid bebiendo de su botella transparente que cada vez bajaba mas-. Solo te aburrirías teniendo una conversación con alguien como yo.
La piedra en su muñeca era ahora de un color azul tan oscuro como el mar de noche, ¿Mal humor, cansancio, demasiado estrés o quizás Tristeza? Pensó ella ¿este hombre tan frívolo y directo podía estar sintiendo tristeza? Anteriormente en el bar de Haaron pudo ver algo similar por unos segundos, pero lo ignoro por completo, ahora que hablaban de nuevo notaba aquel oscuro azul una vez más y se preguntaba que estaría pasando por su mente, pero prefería no preguntarlo, hace un momento se dio cuenta de que era un hombre al cual no le gustaban las preguntas demasiado personales.
-¿Piensas quedarte a beber aquí hasta la noche? – Le Pregunto ella volviendo a mirarlo.
-Eso creo, a menos que tu amigo quiera llevarme a otro lugar, a fin de cuentas no puedo ir a ningún lado sin él o ¿no?-Dio un trago hondo y un hilo de aquel licor le corrió por un lado de la boca hasta la quijada.
-He cambiado de idea, ahora vendrás conmigo a dar unas vueltas, si te quedas aquí bebiendo Mikk tendrá que cargarte a lomos de nuevo y no quiero dejarle esa tarea.- Dijo Yurian poniéndose de pie-. Deja esa botella en la barra, no quiero que te emborraches más.
-Maldita mujer.-Dijo Zyffgrid en voz baja, sabía que no tenía demasiadas opciones, así que decidió hacer caso-. ¿Qué hay de tu amigo? se extrañara cuando salga y vea que no estoy.
-Te dije que ya me conocen aquí. Posadero, cuando salga Mikk de hacer sus cosas le dirás que este de aquí se fue conmigo.- Le dijo al hombre tras la barra y este asintió-. Bueno, vayámonos.
Salieron del bar y una vez en el túnel fueron por el otro lado contrario a donde se encontraban las escaleras. Zyffgrid iba detrás de Yurian por otro de los estrechos callejones de la ciudad. Ella apenas cubría el camino con su pequeño cuerpo a diferencia de la enorme espalda de Mikken hace un rato, que abarcaba casi todo lo ancho de la estrecha calle.
-Te dije que quería quedarme en la ciudad para ver uno que otro espectáculo.- Le dijo ella guiando desde adelante.
-Sí, también dijiste que era libre después de mediodía.- Respondió el con amargura desde atrás-.
-Creo que eres tan amargado por lo monótona que es tu vida, hay más cosas además del agua del norte y las prostitutas de los bares.
-Como por ejemplo ¿Escuchar las sátiras de los bufones que vinieron a la ciudad? O ¿escuchar los romances de todos esos bardos mediocres que andan por ahí? ¿Ver las acrobacias y trucos de magia de los artistas ambulantes instalados en cada plaza? Son trucos baratos, eso no debería sorprender a alguien como tú que eres usuaria de harack. En fin, me gusta más mi rutina monótona, odio el bullicio de toda la gente de esta ciudad, altera cada uno de mis nervios.
-Eres muy amargado. La verdad si me gustan los trucos que hacen esos artistas ambulantes, son bastante divertidos a su modo, es diferente al harack, me gusta ver como engañan al ojo humano de esa manera, y como luego todos se quedan tratando de analizar cómo es posible que su pañuelo se convirtiera en una paloma que emprende el vuelo y se pierde en el cielo.- Dijo Yurian guiándolo entre aquellas calles estrechas y vacías, para ese momento toda la ciudad se reunía en las grandes plazas y calles principales -. Me gustan los romances que cantan los bardos sobre historias de héroes antiguos y me hacen preguntarme cuál de las tantas versiones que he escuchado será la real, además soy músico y nunca pierdo la oportunidad de escuchar nuevos romances e historias para formular los míos propios. Me gustan las bromas que hacen todos esos bufones y me sorprende su habilidad de improvisar sobre la marcha y sacar una broma con cualquier pequeña cosa que ven entre el público. Tengo más años de los que aparento, pero en la vida he aprendido a ver ese tipo de cosas como si fuera una niña aun, quizás así puedo olvidar las cosas malas como haces tú cuando te emborrachas. ¿No te gustaría salir de tu aburrida rutina si quiera por un día?
Zyffgrid se había quedado en silencio mientras escuchaba todo aquello, luego de que Yurian termino de hablar, al final le respondió.
-No tengo demasiadas opciones, la verdad.- Respondió con fastidio y la siguió mientras cruzaba en las intersecciones de cada callejón, el sonido de múltiples voces de personas se escuchaba cada vez más cerca pero no estaban próximos a ninguna calle principal aun. Entraron a una plaza interna en la cual estaban reunidas unas dos docenas de personas alrededor de la fuente. Aquella plaza era de gran tamaño y estaba rodeada por sus cuatros lados de enormes edificaciones blancas que la cubrían con su sombra, la única manera de llegar a aquel sitio era a través de los estrechos callejones que se conectaban a ella, era como el patio trasero de aquellas cuatro enormes estructuras.
-Aquí es.-Dijo ella dirigiéndose hasta donde estaban todos reunidos, en el centro de la multitud, sentado a un borde de la fuente se encontraba un joven músico interpretando un romance mientras tocaba una mandolina.
-Un romance.-Le reclamo con amargura-. Que original.
-Ese chico es del norte, las historias que se cuentan allá son diferentes a las de aquí, quizás te parezca interesante.- Dijo Yurian.
Se adentraron en el grupo hasta quedar bastante cerca de la fuente, el joven músico de rasgos finos iba vestido de color escarlata de los pies a la cabeza, con finas decoraciones florales de color dorado y una pequeña capa que le cubría uno de sus hombros, su cabello era largo de color gris y amarrado en una larga trenza. Interpretaba un romance sobre una mujer llamada Fela la nigromante, tan hábil usando el harack que lograba despertar a los muertos de sus tumbas. De larga cabellera negra que llegaba al suelo y dejaba un rastro en la nieve cuando caminaba, su oscuro vestido de una tela mágica que la protegía del intenso frio era de una fina lana que dejaba ver la desnudez de su cuerpo. Sus ojos eran azules como el mar congelado y fríos como el hielo. Con cada paso que daban sus pies descalzos lo muertos se iban levantado como rosas negras que florecían en la nieve, con la carne podrida, devorada por los gusanos, con la piel gris, seca y dura abandonada por el calor de la vida hace mucho tiempo y sin saber quiénes fueron ni cómo eran sus nombres en el pasado, la maldición de Fela era traer de los mares del olvido a una vida pútrida y pesadillesca, inconsciente de lo que había a su alrededor. En un momento de su vida, cuenta el bardo, se encontró con un hombre en los bosques gélidos del norte, con el cabello blanco como la nieve, que le llegaba a los talones, con los rasgos más hermosos que jamás hubiera visto. Ambos se enamoraron y vivieron felices un tiempo hasta que el hombre súbitamente murió, dejando a Fela en una profunda depresión, porque sabía que nunca podría traerlo a la vida como era antes, nunca más sentiría su calor y su hermoso cabello plateado se le resbalaría del cuero cabelludo podrido. Al final de la historia Fela se va a las profundidades del frio norte y se saca su vestido negro, quedando totalmente desnuda y muriendo congelada, sola y triste, pero su espíritu continúo vagando en los bosques congelados, reclamando la vida de los que se pierden en las frías noches del norte. Todos le aplaudieron a aquel joven músico alabando su habilidad con la mandolina y su increíble voz que arropaba cada rincón de aquella enorme plaza. Miro por un momento hacia donde se encontraba Yurian y se acercó a ella.
-Mi pequeña y fina espectador favorita.-Dijo mientras con su mano tomaba la de ella y la besaba en la parte superior haciendo una educada reverencia-. No esperaba verte de nuevo luego de que ayer, después que compartimos tan bonitas palabras e intercambiamos historias de nuestros romances favoritos te tuviste que despedir inesperadamente.
-Sabía que estarías aquí de nuevo así que decidí venir a escuchar tus hermosas canciones nuevamente.- Dijo ella sonriéndole.
-Si fuera para verte a ti, te esperaría aquí todos los días del mundo con una canción nueva que te llene de júbilo y haga brillar esos hermosos ojos purpura como amatistas que posees.- Dijo el posando su mano en la mejilla de Yurian para contemplarla mejor.
-Ese sería un lindo detalle.- Le sonrió ella-. Este es uno de mis compañeros por cierto, se llama Zyffgrid.- El bardo miro hacia un lado y vio al alto hombre que le sacaba unos cuantos dedos de estatura.
-Vaya, no me había fijado.- Exclamo-.Me llamo Greg, soy músico multintrumentista y cantautor.- Zyffgrid se quedó de brazos cruzados y solo miro hacia otro lado-. Pues tu amigo es algo callado.-Le dijo a Yurian arqueando una ceja-. Quizás no disfruto demasiado mi canción ¿A ti que te pareció, mi pequeña piedra de amatista?
-Muy hermosa la verdad y muy triste también, había oído algo sobre esa Fela, pero nunca había escuchado de esa historia tan trágica.-Luego señalo a Zyffgrid con el pulgar y agrego-. Disculpa a mi acompañante, su oído musical es completamente nulo.
-¡Me alegra mucho que te gustara!- Exclamo Greg sonriente-. Pero es una lástima que tu amigo no aprecie tales historias.-Luego lo miro a el-. Aunque eso no quita que te envidie demasiado por poder disfrutar de la compañía de esta hermosa dama.- Le dijo Sonriente a Zyffgrid.
-No disfruto de su compañía exactamente.- Le respondió el-. Y si estás pensando que ella y yo tenemos algún tipo de unión sentimental, te puedes relajar ya que no es así.
-Solo es mi acompañante por el día de hoy.- Le dijo ella-. ¿Qué tal si nos sentamos a la fuente y compartimos más historias como las de ayer?
-Seria para mí todo un placer señorita.- Le extendió su ante brazo a Yurian caballerosamente a lo que ella accedió.
-Ven con nosotros, quizás te entretengan algunas de nuestras historias.-Le dijo ella a Zyffgrid con una sonrisa de lado a lado, este simplemente se encogió de hombros y los siguió al borde de la fuente. Compartieron historias por un rato, sobre héroes del norte y héroes del sur, historias de amor, folclore, Yurian reía y hablaba emocionada sobre muchas de las canciones que conocía y Greg le respondía con más historias interesantes, la mayoría bastante trágicas. Zyffgrid solo se limitó a sentarse y apoyar su codo de sus rodillas mientras su cabeza descansaba en la palma de su mano. Su cuerpo empezaba a reaccionar al agua del norte que había bebido hace un rato, se mareo un poco y un pequeño dolor se empezaba a asentar en su frente.
-Sabes muchas historias, Greg, es una lástima que pronto deba dejar la comarca de Grifo.-Dijo ella con algo de pesadez en su voz-.No sé dónde podría encontrarte nuevamente.
-Es fácil mi pequeña amatista.-Dijo el con entusiasmo-.En la comarca de las águilas mas al norte, allá soy mucho más conocido y es donde generalmente hago mis espectáculos, me la paso seguidamente en la posada Las mil cuerdas, que es muy popular en esa comarca, allí se reúnen gran cantidad de músicos y artistas de toda Middard, próximamente me presentare ahí.
-Impresionante, así que eres famoso por allá, no lo habías mencionado, que modesto de tu parte.- Yurian lo miraba con sus ojos purpuras llenos de brillo-. Pues no dudare en pasarme en cuanto pueda, necesitamos reunirnos de nuevo.- Le sonrió cálidamente-. Tienes que contarme más historias del norte como la de Fela.
-Encantado lo haría, tengo muchas más historias similares en mi repertorio musical.- Le aseguro-. Conozco mucho del norte ya que crecí ahí, pero como sabrás la tierra es muy pobre así que decidí abrirme camino hacia las ricas tierras del sur, pero creo que no todos disfrutan de mis romances me temo.- Dijo mientras miraba a Zyffgrid que parecía no prestarles atención.
-Si voy a las Mil cuerdas no lo llevare, tranquilo.- Se reia Yurian mientras le daba una palmada al hombro a Greg-. Como te dije, mi amigo no disfruta mucho la música.
-La verdad, siempre he disfrutado de los buenos romances.-Intervino Zyffgrid rompiendo su silencio-. Es solo que tu versión del romance de Fela no me ha gustado, conozco una versión con un final diferente, que me gusta mucho más, pero no soy cantante ni poeta así que quizás mi opinión no sea de valor para músicos como ustedes. -Yurian volteo la mirada hacia él y lo observo interesada, como si le hubiese tocado una cuerda de lira en su interior en la melodía correcta.
-Pues cuéntamela, me gustaría saber qué final te podría gustar más que ese.-Le dijo ella posando su quijada sobre la palma de su mano, atenta.
-También me gustaría escuchar.- Dijo Greg mirándolo con una ceja levantada.
-Pues bien.-Empezó Zyffgrid-. En la historia que escuche ya hace años, aquel hombre le había prometido un regalo a Fela que pudiera estar a la altura de su belleza. La primera vez le trajo una flor de hielo que se encontraba en la cima de la montaña más alta del mundo, que permitiría a su portador o portadora permanecer joven por siempre y se la coloco sobre la oreja, pero esto a Fela no le servía ya que ella conocía los secretos de la curación y nunca envejecía ni moriría, la tristeza lo invadió por vez primera pero ella lo abrazo con su desnudez y su dolor se calmó. La segunda vez, en una piedra gigante tallo con su alma un poema interminable para ella en donde expresaba sentimientos que ni el más enamorado de los poetas o músicos podría escribir jamás, pero para eso Fela ya lo tenía a él todos los días que con su voz podía cantarle todas aquellas hermosas palabras, la tristeza lo invadió por vez segunda pero Fela le dio un beso frio y cálido a la vez que le devolvió la alegría. Por vez tercera ya sabía lo que tenía que hacer, para una mujer como ella el único regalo que podría comparársele y hacerle justicia era un reino, por lo que el hombre le prometido que se convertiría en un Rey como ninguno y que ella sería su Reina de la escarcha. Lucho ferozmente por conseguir una corona pero al final se dio cuenta de que aquello le era imposible y cayó de nuevo en una gran tristeza, la tercera y más grande de las tristezas, que ni los abrazos ni los besos de su esposa podían sanar, al final el hombre sufrió una depresión tan enorme que enfermo y termino muriendo, taciturno al lado de su mujer mientras ella le decía que no necesitaba una corona y que su reino siempre estuvo junto a él. En medio de una gran desesperación, Fela intento revivir a su amado una primera vez y lo logro, pero volvió con la mirada perdida en el vacío, sin calor bajo su piel y sin responder a las palabras dulces de su mujer, por lo cual con mucho dolor tuvo que quitarle la vida una vez más. Sumida en una profunda tristeza lo intento por una segunda vez, en esta ocasión uso sus lágrimas y un poco de su sangre, pero el cuerpo de su esposo se había podrido ya, lo que regreso a la vida fue un ser corrupto que no podía sostener su propia carne y que la miraba fijamente con ojos llenos de dolor por aquella no-vida con la que lo habían traído de vuelta. Tristemente y en llantos tuvo que arrancarle la luz de sus ojos una vez más. En la tercera ocasión, Fela ya sabía lo que debía hacer, esta vez además de su sangre y lágrimas, utilizo los dos regalos que su esposo le dio; la rosa azul de la juventud y la piedra en la que él había puesto parte de su alma. Lo trajo a la vida por tercera vez y parecía haber funcionado, su cuerpo estaba inmaculado, sus cabellos níveos estaban relucientes y de sus ojos brotaban destellos llenos de vida. Fela en cambio había pagado un precio por traerle de vuelta nuevamente, la parte inferior de su cuerpo se había podrido dejando sus piernas secas y grises con vetas negras por las cuales se asomaban amarillentos gusanos que consumían su carne descompuesta. Mirándola desde arriba completamente impoluto, se acercó a ella besándola cálidamente en la boca para luego decirle con una voz llena de dolor: -Ya no eres mi hermosa Fela, ya no puedes reinar conmigo-. Se quedó ahí, sola y triste sobre la nieve, hasta que sus lágrimas se congelaron, hasta que sus llantos se helaron, hasta que su corazón se cubrió de escarcha, hasta los días presentes ella sigue ahí, reinando solitaria y reclamando la vida de aquellos que se pierden en las noches del profundo norte y mueren de frio.- Zyffgrid hizo silencio haciendo notar que ya había concluido.
CAPITULO 3: CANCIONES.
La luz de la mañana entraba por las ventanas del bar reflejándose en el suelo de madera e iluminando parte de la estancia. Sobre la mesa había cuencos con gruesas rodajas de Jamón ahumado, una enorme rueda de queso que rechinaba con cada corte del cuchillo, pan caliente recién salido del horno y mermelada de fresas y moras. Detrás de la barra se encontraba Haaron sacándole el brillo a una jarra de vidrio con un paño de tela blanco, Zyffgrid había tocado su puerta insistentemente a primera hora de la mañana para que le preparara algo de desayunar, luego Yurian bajo por las escaleras del primer piso y se le unió, sorprendida de verlo despierto primero que ella, y finalmente bajo Mikken pidiendo tres tarros con sidra ya que consideraba necesario una bebida para poder tragar más fácil los alimentos, preferiblemente si era una bebida alcohólica, por lo que el posadero tuvo una mañana ajetreada.
-Explícame entonces ¿Por que nadie puede desenvainarla?-Le exigió Yurian que tenia la espada sobre su regazo a Zyffgrid que estaba del otro lado de la mesa, Mikken estaba sentado a su derecha devorando el desayuno- ¿Tiene algún encantamiento o algo por el estilo?- Continúo la mujer bandido.
-No es un encantamiento.- Respondió Zyffgrid y bebió un trago de su sidra-. Esta maldita.
-¡Maldita!-Exclamo Haaron que casi deja caer la jarra de vidrio-. Saca esa cosa de aquí, no quiero que le caigan maldiciones a este lugar.
-Para ser alguien que provee licor y putas es usted muy devoto a los dioses.- Le dijo Mikk mordisqueando un trozo de pan con mermelada y una lonja de queso.
-Así no funcionan las maldiciones, no le pasara nada a tu bar.- Lo tranquilizo Yurian-. ¿Tú la maldijiste?- Pregunto mirando a Zyffgrid del otro lado de la mesa.
-No, desde que la tengo solo yo he podido blandirla, creo que simplemente escoge a su dueño, ni yo sabría decirlo.- La piedra en la muñeca de Yurian emitía una luz blanca-. ¿Lo ves? no te miento.
-Que lastima, así no sirve de mucho, nadie quiere una espada que no pueda ser desenvainada.-Reconoció Yurian mientras daba mordidas modestas a un trozo de pan con mermelada.
-¿Que pasaría si tú la sacas de la vaina y alguien la coge?- Pregunto Mikken rascándose la barbilla y arqueando una ceja.
-Pues inténtalo.-Le hizo un ademan a Yurian de que le alcanzara el arma para hacer la demostración pero esta se le quedo mirando seria-. Tienes la puta pulsera, no voy a intentar nada estúpido. –Esta lo miro por cinco segundos más considerando la petición pero al final termino accediendo y la puso en su mano-. ¡Gracias!.- Exclamo Zyffgrid.
Se levanto de la mesa y desenvaino aquella majestuosa arma oscura con mucha delicadeza. Era la primera vez que Yurian la veía, trato de mantenerse inexpresiva como siempre pero no pudo evitar abrir la boca un poco por la sorpresa, Zyffgrid la sostenía con su mano con tanta facilidad que parecía tan ligera como una pluma. Le ofreció la empuñadura a Mikk que denotaba tanta o más sorpresa que cuando la contemplo por vez primera, este la recibió con su enorme mano arropando la cómoda empuñadura con sus gruesos dedos. Inmediatamente Mikk empezó a sentir como por su mano subía una sensación de frio que escalaba debajo de su piel, subiendo por su antebrazo hasta su hombro y seguidamente expandiéndose en toda su enorme humanidad, solo un alarido de dolor y cayó en el suelo inmóvil y acalambrado. Zyffgrid cogió la espada del suelo, la envaino de nuevo y se la entrego a Yurian.
-Por eso nadie puede usarla aun si esta fuera de su vaina.- Le explico mientras se la regresaba-. ¿Piensas venderla todavia?
-Por los dioses, estas cosas me van a traer desgracias.- Decía Haaron con las manos en la frente.
-¡Malditos sean todos dioses!- Exclamo Mikk mientras intentaba ponerse en pie-. La próxima vez adviérteme antes de hacerme pasar por algo así. Sentí como si una lluvia de flechas se me vinieran encima.
-No creo que pueda venderla, con esa maldición es totalmente inútil como dije antes.- Se la lanzo de regreso a Zyffgrid que la cogió en el aire con una sola mano.- Quédatela, espero que seas tan bueno usándola como dice Mikk, la vas a necesitar si andas con nosotros. -Dio otra mordida modesta a su pan con mermelada.
-Nos estamos entendiendo mejor.-Le respondió colgándose la espada de la espalda, ya se sentía completo de nuevo. Yurian solo se limito a encogerse de hombros.
-Mikk, ya es tarde, ve a despertarlos a todos, diles que nos vean en la plaza en una hora con todo lo que vayan a vender, luego vuelve con nuestros fardos. Tu, Zyffgrid y yo nos vamos a adelantar, apartaremos un espacio y armaremos un toldo con nuestras cosas.- Mikk asintió y subió las escaleras de inmediato.
-¿Cuánto tiempo planeas quedarte en esta ciudad?-Le pregunto Zyffgrid.
-Quedarnos, recuerda que a donde yo vaya tu iras también. -Le recordó levantando la muñeca derecha enseñándole la pulsera, este la miro de manera despectiva-. Quizás uno o dos días más, intentare vender todo antes de medio día, hoy se celebra el décimo quinto año de su Alteza Auriell Griffstark, la hermana del Rey, la ciudad estará de fiestas y se celebraran unos cuantos torneos y juegos, habrá ferias y varios espectáculos, así que me gustaría quedarme a ver.
-Bien, pero no cuentes conmigo para ir detrás de ti por todos lados.- Le respondió Zyffgrid-. Pienso irme a hacer mis cosas también.
-Probablemente emborracharte hasta la muerte.-Le dijo-. A medio día eres libre, pero le diré a Mikken que vaya contigo.
-Me se cuidar yo mismo.
-Así como te cuidaste ayer supongo.-Le respondió. Seguidamente Mikk bajo las escaleras e iba cargado con un par de grandes fardos bien amarrados con correas de cuero, varas de madera y un enorme rollo de tela.
-Los demás nos alcanzaran en un rato ¿Nos vamos ya?-.Les pregunto Mikk.
-Sí, cada uno lleve un fardo, están bastante pesados.- Dijo y luego se dirigió a Zyffgrid-. Y tú, ten cuidado, hay cosas valiosas adentro.
-Como quieras.- Mikk le alcanzo uno de los fardos como quien levanta una almohada de plumas. Cuando Zyffgrid lo cogió se dio cuenta de que estaba bastante pesado, los cogió por las correas pero las manos que aun estaban quemadas de la noche anterior le escocieron, apretó un poco la cara y dejo el fardo en el suelo un momento.
-Ah, cierto, tus manos.- Se fijo Yurian-. Así no podrás llevar nada.
-Si puedo, solo necesito vendas.- Respondió el mirándose las manos, tenía la piel de un tono rosa que resaltaba sobre su pálida piel en las muñecas, las palmas y entre los dedos-.Consígueme un buen vendaje , viejo.- Le dijo a Haaron.
-No es necesario si tienes una buena Haraquista como yo de tu lado.-Intervino Yurian.
-¿Sabes curar?-Pregunto él.
-Es fácil, aprendí a usar el harack para curar heridas hace mucho tiempo, solo necesito algo te tinta y unos segundos.- De un pequeño bolso que llevaba a la cintura saco un frasco de tinta, mojo la punta de su dedo meñique y se dibujo en la palma derecha un triangulo con una runa diferente en cada punta, soplo la palma para que la tinta se secara y le hizo señas a Zyffgrid de que se sentara a su lado-. No le molestara que haga un truco de magia mas ¿verdad?.- Le pregunto a Haaron detrás de la barra.
-Sería inútil decirles que no lo hagan, ni siquiera me molestare en verlos.-Le dijo y empezó a trapear la barra-. Pero que sea la última vez por favor.
-Es su bar, usted manda.-Dijo ella diligentemente.
-He escuchado que los Haraquistas que aprenden el uso de la vitalidad pueden llegar a ser mucho más longevos que una persona común.- Dijo Zyffgrid sentándose a su lado-. Me pregunto cuántos años tendrás tú. -Yurian era pequeña y delgada, pero su cuerpo dibujaba hermosas curvas, era de pechos pequeños, abdomen plano y piernas y brazos fuertes, su rostro era delicado y fino, parecía ser alguien que estaba en los 20 años.
-No tengo cien años, pero si muchos más que tu de seguro.- Le respondió sonriente, cogió una de las quemadas manos y la acaricio con la suavidad y delicadeza de una amante.
-Debo admitir que me sorprendes, yo no soy bueno en esto. -Zyffgrid sentía un extraño hormigueo en sus palmas y entre sus dedos, pudo ver como la piel iba retomando su color pálido. Luego ella cogió su otra mano y la acaricio nuevamente con mucha suavidad. Se sentía tan relajante que por un momento pensó que se quedaría dormido.
-No es algo que cualquiera pueda hacer, se necesita un tipo de harack diferente para hacerlo bien.- Le respondió ella y dejo de acariciarlo-. Esta listo, ahora vámonos, ya perdimos mucho tiempo.
-Bien.- Miro sus manos nuevamente y estaban inmaculadas, cogió el fardo que había dejado en el suelo y se lo puso sobre el hombro.
Salieron por la puerta de aquel bar-posada-prostíbulo, el sol de la mañana iluminaba los adoquines de las blancas calles, una sombra se poso sobre ellos y Zyffgrid miro hacia el cielo, pudo ver qué pasaba una de las enormes naves ovoides del reino vigilando la ciudad, generalmente habían dos o tres flotando, pero aquel día había una decena de ellas de distintos colores, como adornado la ciudad por la celebración que se llevaba a cabo y en la noche brillarían para adornar el oscuro cielo en un espectáculo de luces y colores hermosos que solo se veía en ocasiones especiales. Dentro de los muros de aquella ciudad, Blanca Castilla que era la capital del reino de Midard, todo era perfecto, no había zonas pobres, solo la zona baja que era bastante decente y la zona alta en donde el terreno empezaba a subir, allí vivian todos los nobles y era donde se encontraba el gran castillo blanco en la cima de una colina vigilando la ciudad, no había vandalismo, no había suciedad ni enfermedades, todo estaba en completo orden, era así dentro de los muros de todas las grandes ciudades de Midard y de los reinos al sur y al oeste. Era así también en los pueblos aledaños a estas ciudadelas, pero mientras más te alejabas de ellas las cosas iban cambiando, la ilusión se iba rompiendo.
Pasaron entre una enredadera de callejones hasta que empezaron a escuchar el bullicio que provenía de la plaza de los mercaderes, a llegar a la plaza vieron que estaba abarrotada ya, aunque aun era muy temprano. Aquel día había venido gente de todas las ciudades cercanas a disfrutar de la enorme celebración que se llevaría a cabo. En consecuencia habían mas mercaderes de lo normal. Consiguieron un pequeño lugar entre aquel alboroto y tendieron una manta en el suelo, Mikk procedió a armar una especie de toldo con el montón de palos y el rollo de tela que había llevado, una vez instalado empezaron a soltar las correas de los fardos y a acomodar las cosas.-Ten cuidado con mis cosas-. Le había dicho Yurian a Zyffgrid, el fardo que había llevado le pertenecía a ella y era tremendamente pesado. Al ir sacando las cosas se dio cuenta de el por qué era tan pesado; había joyas y piedras preciosas, esculturas ornamentadas muy bien trabajadas de oro y plata, metales preciosos que se podían forjar junto con el hierro y crear espadas o armaduras de una calidad legendaria, amuletos para protegerse de maldiciones, no tan buenos como el que le habían quitado, pero bastante útiles. Por un segundo se vio tentando a coger uno y ponérselo, así aquella mujer ya no tendría tanto poder sobre él, pero cuando levanto la mirada se dio cuenta de que ella lo miraba atentamente.- ¿Por qué te detienes?-. Le pregunto mientras con el dedo pulgar y el índice acariciaba la piedra en la pulsera de su otra mano. Olvidando aquella idea continuo acomodando las cosas y pensando para sus adentros como fue que se convirtió literalmente en el esclavo de aquella mujer en menos de un día.
-He terminado. -Dijo Zyffgrid levantándose y estirando los pies-. Hubiera terminado de acomodar todo esto si te hubieras dignado a echarme una mano.
-Lo siento, vi como le ponías el ojo a mis amuletos y decidí quedarme observándote por si se te ocurría algo estúpido.-Le dijo ella acercándose a él y poniéndole una mano en el las mayas que se asomaban por su chaqueta y que le cubaran el pecho, alejándolo hacia atrás-. Tú te quedaras aquí apartado y veras porque nadie se robe nada, si viene mucha gente no podre estar pendiente de todos ellos, así que tú nos cubrirás a Mikken y a mí.
-Supongo que me darás algo al terminar esto ¿no? unas golondrinas no me vendrían mal si quiero disfrutar un poco en estas fiestas.
-Claro, ahora somos socios, cuando acabemos aquí te daré tu parte si vigilas bien y podrás irte a emborrachar todo lo que quieras después de medio día.-Le dio unas palmaditas en el pecho y agrego-. Con Mikk vigilándote por supuesto.
-Claro....-Agrego él y se fue a un rincón a vigilar mientras maldecía por dentro a aquella mujer. El solo pensar que debían vigilarlo como si fuera un niño hacia que la sangre le subiera a la cabeza, el era un hombre libre, al que le gustaba beber hasta morir, coger con prostitutas y no presentarle cuentas a nadie. Se maldijo a sí mismo por ser tan descuidado y miserable.
La gente empezó a llegar, las cosas que vendía Yurian allí no eran para nada baratas. Las joyas y las piezas ornamentadas de plata y oro la compraban las esposas de hombres adinerados que no tenían nada más que hacer con sus fortunas, los metales preciosos se los llevaban herreros de renombre en la ciudad, los amuletos se los llevaron comerciantes de la parte alta de la ciudad para vendérselo a sobre precio a los nobles que no se atrevían a pisar lugares tan degradantes para su clase como la plaza de los comerciantes en donde solo se reunía la plebe.
-Te daré cuarenta halcones de plata por ese medallón.- Le dijo a Yurian un hombre robusto de gordos cachetes, con la barba y bigotes tan largos que sus puntas terminaban en espirales. Se acariciaba la fina y larga barba con sus dedos gordos llenos de anillos con incrustaciones de rubíes y zafiros. Esa cantidad equivaldría a cuatrocientas golondrinas de cobre. Para como estaba su bolsa, aquello era una fortuna, pensó Zyffgrid.
-Cuesta sesenta halcones, ni más ni menos.- Respondió ella, de hecho Zyffgrid sabía que valía la mitad, era un amuleto de cobre con unos grabados no muy complejos, de calidad media, podía protegerte contra enfermedades o dolores intestinales o cosas cotidianas, pero no más, sin embargo Yurian era haraquista y el robusto hombre no, podía decirle que ese amuleto lo protegería de cualquier cosa y el no podría probar lo contrario. De hecho aquel gordo no sabía si era un amuleto real o no, así como tampoco lo sabrían sus clientes de la parte alta a los cuales se los vendería al doble. Para los nobles los amuletos eran un simple juego, algo bonito que te protegía de las maldiciones, algo místico y mágico, lleno de secretos, reían y pagaban mucho dinero por ellos sin siquiera saber si funcionaban o no, pero así era la sociedad noble, no les importaba gastar mucho dinero en simples excentricidades.
-Es solo un pedazo de cobre con un montón de líneas.- Dijo el gordo-. No vale ni veinte monedas de plata, vamos, te estoy haciendo una buena oferta.
-Ese pedazo de cobre está muy bien trabajado, se puede llevar semanas hacer uno igual.- Le respondió ella-. Busca por aquí e intenta encontrar otro igual, vas a encontrar un montón de amuletos falsos, esos si son pedazos de cobre. Este es autentico, sabes bien que subiendo esa colina lo venderás al doble, así que es una buena oferta, si no te interesa ve a otra tienda, ocupas todo el lugar aquí con tu enorme humanidad.
-Maldita seas, está bien, lo llevo.- La cara del regordete hombre estaba congestionada, hizo un ademan con la mano y llamo a uno de sus criados que le tendió una bolsa de la cual saco sesenta gruesas monedas de plata con un halcón en vuelo grabadas en cada una, se las entrego a Yurian y cogió su amuleto para luego irse de la tienda con paso dificultoso meneando su corpulenta humanidad de un lado a otro y soltando maldiciones.
Continúo la mañana y los demás hombres de Yurian llegaron, colocaron unas cuantas cosas más y se unieron a la faena de vender todo aquello. Redd también estaba allí, tenía un enorme cardenal verde oscuro de un lado de la cara y veía con ojos despiadados a Zyffgrid como si estuviera listo para rajarle el cuello en cualquier momento. Cerca de medio día ya habían vendido casi todo, solo quedaban unas cosas de los que llegaron más tarde y Yurian había hecho una cantidad de dinero que Zyffgrid pocas veces vio en su vida.
-Toma, aquí tienes lo tuyo.- Le dijo ella mientras le entregaba una bolsa de monedas. Logro contar doce halcones de plata con veinte golondrinas mas dispersas.
-No está mal ¿Ya puedo irme?.- Comparado con lo que se habia ganado ella eso era una miseria ínfima pero le bastaba y sobraba para pasarla en grande aquella noche.
-Sí, pero no te pierdas, etsa noche me gustaría hablarte sobre cierto tema, hay algo importante que debería decirte.- Dijo ella, Zyffgrid solo frunció el ceño ante aquella declaración. -Mikk, ve con él, no lo pierdas, que no se emborrache demasiado.
-A tu orden.- Respondió Mikken sonriente, el también logro amasar una cantidad bastante gorda de dinero-. Tranquilo muchacho, la vamos a pasar bien, olvida mi actitud en el bar y yo olvidare que me pateaste el culo ¿Sin remordimientos?
-Como quieras.
Zyffgrid salió de la abarrotada plaza llena del ruido de miles de mercaderes con Mikken yendo detrás. Las calles de la ciudad estaban llenas de artistas ambulantes venidos de pueblos aledaños, entre ellos músicos, bufones, malabaristas, escupefuegos, acróbatas. Había puestos por todos lados en los que vendían salchichas ahumadas clavadas en palillos de madera, manzanas caramelizadas con miel, pan caliente, vino, sidra, hidromiel. Las madres iban con sus mejores ropas cargando a sus pequeños hijos sobre sus hombros, los niños se hacian pintar las caras con los buffones y llenaban sus estómagos con dulces manzanas de caramelo, las mujeres pedían canciones a los bardos sobre las leyendas de Ulric el aventurero que viajo por todas las cuatro naciones o sobre Griff el perseguidor de estrellas que vino de tierras lejanas y fundo Blanca Castilla al pie de las montañas Blancas. Los enamorados se sentaban juntos en banquitos de piedra y se besaban como si no hubiera nadie alrededor. Solo se respiraban aires de felicidad y celebración, pero todo aquello a Zyffgrid lo aborrecía, no le agradaban los niños, no quería comer dulces, ya se sabía las canciones repetidas que cantaban los bardos sobre héroes coloridos y pintorescos, no estaba enamorado ni lo acompañaba una hermosa dama, todo lo contrario, lo acompañaba un monigote de cinco codos de altura, por lo que aquel sitio lo asqueaba, el lo que necesitaba era un lugar un poco más sucio, lleno de borrachos y prostitutas.
-Si vas a estar pegado a mi culo todo el día al menos podrías servirme de algo.-Le dijo mirando sobre su hombro a Mikken que iba detrás-. ¿Conoces algún bar sucio en el que pueda gastarme estas monedas? Haaron y la pelirroja ya me aburrieron bastante.
-¿Acaso es la primera vez que vienes a Blanca Castilla?- Pregunto Mikk-. Hay muchos lugares además de ese.
-Sí, y ese fue el primer hueco que encontré a buen precio y con hembras semi decentes-.
-Ya veo, pues conozco esta ciudad como la palma de mi mano, se donde están los mejores bares, las mejores putas y lo mejor es que a un precio razonable-. Dijo Mikk sonriente-. Sígueme el paso y no te arrepentirás.
-Quizás si termines siendo útil.
Zyffgrid siguió a Mikk por las calles abarrotadas, en un punto cruzo a un callejón estrecho de los miles que componían la ciudad, iba detrás de él y solo podía ver su amplia espalda cubriendo todo el camino, luego cruzo en otro callejón pero este era una estrecha escalera que bajaba hacia un túnel oscuro, pudo ver la luz al final del otro lado pero justo en la mitad se detuvieron en lo que parecía ser una puerta de madera en la pared del túnel, Mikken toco tres veces y un tipo alto, gordo y calvo de larga barba les abrió, se quedo mirando a Zyffgrid como si no debiera estar allí pero Mikk le dio un apretón de manos y los dejo entrar. El sitio estaba lleno de todo tipo de borrachos sentados en mesas, algunos barbudos, otros tuertos, otros sin la mayoría de sus dientes, pero todos con algo en común; espadas en sus cinturas. Había un montón de mujeres que servían las bebidas, algunas solo con la parte de abajo cubierta, enseñando los pechos, cuando pasaban por las mesas tenían que hacer un esfuerzo para esquivar las manos osadas que amenazaban con abofetearles el trasero, pero ellas igual reían y a veces se sentaban en los regazos de aquellos borrachos. A Zyffgrid le gustaban ese tipo de lugares pero él no solía gustarle a las personas de esos sitios, una cara bonita y sin cicatrices nunca encaja en sitios así.-Miren la niña que viene entrando-. Escucho.-Debe ser una hembra que viene buscando amor por estos sitios-. dijo otro.-Se ve más tierna que las nalgas de un bebe-.escucho a lo lejos.
-Acallen sus ladridos bandada de ebrios inmundos, este tipo viene conmigo y es más fuerte que un gigante, solo miren como me dejo a mi la cara, si puede patearme el culo a mi, por supuesto que puede patear el de todos ustedes.-Grito Mikken mostrando el cardenal del día anterior. Todos se quedaron en silencio por un momento, al parecer le tenían cierto respeto a Mikk, luego un borracho bastante enano y regordete, de piel y cabellos rojizos que mediría dos pies cuando mucho se le acerco, no le llegaba ni a la cintura.
-Mas bien la cosa es que tu dama de compañía te golpea cuando están bailando entre las sabanas.-Le dijo el pequeño hombre, Mikk solo una carcajada al igual que todos en el bar, uno se atraganto con un trozo de cerdo y casi se ahoga. De repente el corpulento bandido le dio una patada en el culo a aquel enano mandándolo a volar varios metros más allá en la sala. Todos se rieron el doble y algunos se revolcaban en el suelo. Se sentaron a la barra y empezaron a beber.
-Ese enano era un ¿Dalfar?-Pregunto Zyffgrid.
-Era un Alfal.- Respondio Mikk-. Los Dalfar son totalmente diferentes hombre
-Siempre confundo sus nombres, además es raro verlos con humanos.
-En las ciudades se ve de todo amigo mío.
Un par de mujeres con los pechos afuera los interrumpieron sentándose al lado de Mikken, susurrándole cosas al oído mientras miraban a Zyffgrid.
-Parece que mis amigas te quieren conocer.- Le dijo mostrando una sonrisa de lado mientras las dos mujeres soltaban risitas por detrás de él-. Me están preguntando por que tu cara es como la de un noble, que si nunca te la han rajado con un hierro afilado. No suelen ver tipos apuestos por aquí.
-Han intentando rajarme de muchas formas, pero siempre fallan, los destazo antes de que logren tocarme.- Dijo y bebió un trago hondo de un licor fuerte y transparente y dijo al camarero que le sirviera otro. Las mujeres rieron, una se sentó a su lado y empezó a acariciarle la cabellera.
-Parece que ya te ganaste a una de mis niñas.- Le sonrió Mikk-. Eres más rudo de lo que pareces, ese trago transparente lo traen del norte, de las tierras de Nordran, no sé cómo coño lo hacen pero hace que cualquiera arrugue la cara, sin embargo tú lo bebes sin inmutarte en lo absoluto.
-Me gustan las bebidas fuertes pero soy descuidado, ayer en el bar, cuando tú y tus amigos se aparecieron ya me había bebido una botella entera, tuve que mandarlos al suelo a los tres ebrio, luego cuando me encontraste ya llevaba la segunda, eso fue demasiado.
-Y ¿Por qué no nos mataste? Pudiste hacerlo si querías pero decidiste irte.-Dijo Mikk mientras bebía un trago de la amarga bebida transparente.
-Mira, solo mato cuando es realmente necesario, además esta ciudad tiene sus reglas, aquí no funciona el mismo sistema hostil de los pueblos mucho más allá de los muros. Ustedes lo saben, por algo no me apuñalaron por la espalda sin decir palabra.
-Buen punto, si te hubiéramos visto en un mugriento bar de un lejano pueblo de barro y madera quizás Redd te hubiera matado sin decir una palabra.- Dijo Mikk mientras asintió seriamente.
-Lo habría matado mucho antes de que hubiera desenvainado, no te quede duda. Muchos han intentado quitarme esta espada y les he hecho rodar la cabeza por el suelo.- La mujer a su lado lo acariciaba y le besaba la oreja mientras él la tocaba en los por muslos entre las piernas.
-Pues viendo lo rápido que eres no lo dudaría.- Dijo Mikk mientras arqueaba las cejas hacia arriba-. ¿Y qué te trajo por estos lares?
-Simple casualidad. Iba por caminos de barro húmedo muy lejos de aquí, pero unos carromateros con mucha mercancía necesitaban un escolta, sabes cómo son los caminos, además no tenía nada en la bolsa así que me subí en la parte trasera de uno de los carros. No me fue tan mal, seduje a la hija de un mercader de telas que iba con nosotros, me daban comida, y dormía sobre una cómoda pila de heno, solo tuve que vigilar de que no pasara nada de camino aqui.-Dio un trago y vacio el vaso, hizo un ademan al mesonero para que le sirviera de nuevo-. Termine llegando a un pueblo aledaño a esta ciudad y escuche que todos hablaban de la maldita fiesta de su alteza Auri-no-se-que, tenía la bolsa llena ahora y decidí pasar a ver, pero me la gaste muy rápido. Aquí en la ciudad las cosas son más caras por lo que veo.
-Esto es Blanca castilla, como veras aquí la mayoría de las cosas están en orden, aquí los estándares de vida son altos, hay que pagar bien cuando vienes a esta ciudad.
-Sí, ya lo sé, la vida es muy diferente en este sitio y en los poblados que lo rodean.
-Así es, esto es la Comarca del grifo, una de las comarcas de Midard y la principal de todas en el reino. Todos los pueblos que la componen gozan de estándares altos de seguridad, todo lo que rodee a Blanca Castilla esta bajo el manto y la protección del Rey, a diferencia de los pueblos mas alejados que no entran en ninguna comarca, de los cuales el reino suele olvidarse.-Le dijo Mikken mientras pedía otro trago, la mujer de su lado le rodeaba el cuello con el brazo y le acariciaba el pecho-. ¿Nunca habías ido a una ciudad grande?
-A esta nunca había venido. Generalmente me la paso rondando por decenas de pueblos olvidados, buscando de que comer, me va mejor en esos sitios, siempre hay alguien que necesita un escolta para ir de un pueblo al otro, siempre hay bandidos que matar y a veces llevan cosas buenas que vender. Lo único que se ve del reino son esas enormes naves volantes.
-Ah, sí, de seguro es porque llevan provisiones de una comarca a otra, o de una nación a otra cuando se trata de cosas importadas como esto que estamos bebiendo, o tal vez son naves de transporte, pero es costoso. Si un día ves una nave más pequeña y muy lujosa es probablemente porque un noble va viajando en ella, es mucho más rápido e infinitamente más seguro que los caminos.-La mujer al lado de Mikken le susurro algo al oído y este sonrió-. Esta mujer necesita un poco de calor en la entrepierna mi amigo, si me disculpas yo volveré en un rato, dejare a mi otra amiga en tu cuidado.- Se levanto de la barra y se dirigió a unas escaleras que daban a un piso subterráneo, se perdió en la oscuridad con aquella mujer que iba soltando risitas mientras Mikk le hacía cumplidos obscenos.
-Parece que nos quedamos tú y yo solos.-Le dijo la mujer cabello negro y pechos descubiertos a Zyffgrid, eran firmes y de un tamaño intermedio, las prostitutas de aquel lugar estaban bien dotadas, no les faltaban los dientes, todas eran de pechos firmes y habían de todo tipo de colores de piel-. Mi cuota es de 20 golondrinas por cada polvo ¿Que sugieres que hagamos?
-Pues es sencillo.-Le puso dos Halcones de plata en la mano y luego puso otro sobre la mesa señalándole al camarero una botella del mostrador detrás de la barra-. Vamos a ir a esas habitaciones subterráneas y vas a calmar la hinchazón que me provocaste entre las piernas.
Zyffgrid la cogió de una mano y bajaron las oscuras escaleras alumbrando el camino con una vela, ella le señalo por cual puerta debía ir y entraron a la habitación, era bastante básica y apenas se podía distinguir una pequeña cama de madera en un rincón. Se descolgó la espada y la dejo recostada de la pared, se saco la chaqueta y luego la malla dejándolas en el suelo. La opaca luz de la vela a penas dejaba ver su cuerpo entre la oscuridad, su piel era lisa y blanca, la mujer de cabellos negros le acaricio el centro del pecho.
-Tu piel es muy suave.- Le dijo mientras deslizaba su mano en los pectorales de Zyffgrid, hasta llegar a una parte del pecho que resultaba áspera a tacto, era como una cicatriz-. Me mentiste, el hierro de otra espada si te ha tocado.- Le paso la lengua por el cuello mientras su mano iba bajando hasta metérsele delicadamente en los pantalones-. ¿Me contaras quien fue tan bueno como para hacértela?
-Hablas demasiado, no te pague para que me hicieras preguntas.- Saco su virilidad de sus pantalones-.Ponte de rodillas, vas a usar tu boca para algo mejor que hablar.- Ella se arrodillo y el la tomo por el cabello moviendo su cabeza de adelante hacia atrás sin mucha delicadeza, con su otra mano libre cogió la botella de licor fuerte que había comprado y le dio un largo trago. Después de unos minutos se aburrió de que ella jugara con su boca y la puso de espaldas contra la pequeña cama, quito aquel manto de tela que le cubría las caderas y se introdujo dentro de ella, daba fuertes y rápidas embestidas, lo hacía como una bestia sin demostrar la mas mínima cantidad de afecto, pero a ella eso parecía no molestarle en absoluto. Bebía largos tragos de licor mientras la embestía como un animal salvaje y ella gemía de placer, al cabo de varios minutos sentía que ya estaba a punto de terminar, saco su miembro de los adentros de la mujer y la puso de rodillas para que acabara con su boca vaciándole toda su semilla dentro. Luego de terminar se echo sobre la pequeña cama y empezó a dar tragos a su botella. Ella se recostó de su lado y comenzó a acariciarle el pecho y la cicatriz. Zyffgrid maldijo en su interior por lo incomodo y pequeño de aquella cama, no le interesaba tener contacto físico fuera de lo sexual con aquella mujer , pero no había más muebles en la habitación así que no le quedaba más que aguantar aquellas caricias que le resultaban tan desagradables, solo esperaba que no abriera su boca para hacer preguntas.
-Nunca he visto a alguien tan hermoso como tú por aquí.-Le dijo ella con su cabeza recostada de su pecho, mirándole tímidamente-. Siempre vienen hombres gordos, calvos y apestosos, pero tú eres diferente, hasta tu olor es diferente.-Clavo su nariz en el cuello de Zyffgrid para olfatear su fragancia, olía a sudor mezclado con algo que parecía un aroma de flores marchitas-. ¿Eres un noble o un príncipe de tierras lejanas?
-No.
-Eres muy callado, cuéntame de tus aventuras por favor ¿Has vivido muchas? Yo no he visto muchas cosas, solo el pequeño pueblo en el que crecí hasta que me trajeron a esta ciudad a trabajar, lo más que veo son peleas de borrachos. A veces sueño con irme a recorrer lugares lejanos a esta ciudad, me han contado muchas cosas sobre Vestera al oeste, lo llaman país de la primavera, con enormes prados llenos de flores de todos los colores existentes, o quizás podría ir a las tierras de Esros al este, la tierra del otoño, dicen que los arboles tienen hojas rojas, amarillas, ocre y que hay bosques hermosos donde los arboles se pierden en las alturas, me da curiosidad las cosas que dicen sobre esos Cyndarines de piel palida que viven alla entre la gente. O quizás al norte, pero las historias del norte me dan algo de miedo ¿Tú has ido a alguno de esos lugares, mi príncipe?-Dijo mientras le acariciaba su pecho hasta que llego a su enorme cicatriz en el centro-.Y esto ¿ Quien le habrá hecho esto a tu hermosa piel?.
ZYffgrid dio un trago a la botella que llevaba casi a la mitad, aparto a aquella mujer bruscamente y se puso de pie, recogió su malla y su chaqueta y empezó a vestirse, luego cogió la espada y se la colgó de la espalda.
-¿Te irás ya?- pregunto ella desconcertada.
-Sí.
-Vuelve mañana por favor.
-Si llegara a volver mañana escogería a una puta que no hable tanto como tu ¿Acaso crees que te pague para que me contaras tus sueños frustrados de viajes y aventuras? eres una puta, tu lugar está aquí, complaciendo las sucias vergas de todos esos borrachos que están arriba-.Le dijo el mirando sobre su hombro, luego cogió su botella y salió de la habitación azotando la puerta a sus espaldas.
Al subir al primer piso lo primero que vio fue a Yurian sentada en la barra mirándolo, detrás de el salió aquella mujer soltando sollozos, con sus ojos rojos y la cara ruborizada, caminando a paso acelerado.
-¿Tan malo así eres en la cama?-Le pregunto Yurian bebiendo una copa de vino.
-Un día vas a comprobarlo por ti misma.-Le dijo el sentándose a su lado-¿Qué haces aquí? creí que era libre después de mediodía.
-Lo eres, solo da la casualidad de que estamos en el mismo bar, supongo que Mikk te trajo, solemos venir aquí a veces, es un sitio cómodo, ya me conocen por aquí. ¿Dónde está Mikken, por cierto? Le dije que te vigilara y te dejo solo.-Le dijo.
-Supongo que aun esta con aquella otra mujer.
-Vaya, bueno, ya se algo interesante, Mikken puede durar más que tú en la cama con una mujer.-Le dijo mientras reía, pero a el no le hacía gracia, ni siquiera la estaba mirando, solo daba tragos de su botella mientras veía hacia la nada-.No tienes sentido del humor-.Agrego luego de que su sonrisa se hubiera apagado.
-Si tengo, pero tus bromas son estúpidas. –Respondió el dando un trago.-
-Te gusta ese licor norteño ¿no? Lo llaman el agua del norte, Redd viene de alla y ni siquiera él lo bebe con tanta facilidad como tú, no arrugas ni un poco la cara después de cada trago.
-Con solo ver a ese terco huesudo peli blanco uno puede deducir que es de allá, pero lo dudo, se dice que los norteños son fríos como el hielo y duros como el invierno pero él no parece ser ninguna de las dos cosas.-Dio otro trago de aquella agua amarga-.Si, me gusta esta bebida, tiene un efecto más fuerte que el vino o la cerveza ¿Lo has bebido?
-Si, Redd me lo ha invitado una que otra vez, pero es muy fuerte para mí gusto.- Dijo ella dando un sorbo a su vino, sentada de piernas cruzadas-. Prefiero cosas más suaves como este delicioso vino.
-También me gusta el vino, pero es menos potente, tarda mucho en emborracharme.
-¿Por qué disfrutas tanto de emborracharte? Nunca le he encontrado sentido, solo te mareas, las palabras se enredan en la boca y la gente puede llegar a decir cosas bastante estúpidas estando ebria, ni se diga el dolor de cabeza y los mareos que se sufren al día siguiente.- Le explico y dio otro pequeño trago a su bebida-. Bueno, ya bien comprobaste ayer lo inútil que puedes llegar a ser con una resaca encima.
-Con resaca y todo estuviste a punto de perder en ese juego, de hecho, si el pato asado que me comí más temprano ayer no hubiese decidido trepar por mi estomago hasta mi garganta y regarse por el suelo, habrías perdido.-Dio otro trago a su botella que ya estaba a menos de la mitad-. Me gusta beber porque es lo único divertido que hay en este mundo tan aburrido. Ir por los caminos, llegar a un pueblo y matar al bandido de turno por unas cuantas monedas y que todos crean que soy una especie de héroe de cuentos no me entretiene, ya sé que cuando me vaya alguien más volverá a robarles los cultivos, el ganado, violar a una que otra de sus mujeres y así, el mundo no tiene solución y haga lo que haga yo no lo cambiare. Me entretiene mas cuando entro a un bar y me emborracho, escojo a alguna mujer decente y me meto en una habitación con ella, creo que mientras menos consiente estoy, mejor me siento.
-Tus razones son bastante tristes pero realistas la verdad.-Dijo mientras recostaba un codo sobre la barra y lo miraba-. Creí que habías dicho que te dedicabas a cosas similares a las mías
-Pues sí, mato y si llevan cosas buenas las vendo, pero no mato a mercaderes ancianos que no pueden defenderse, no voy a un pueblo y violo a mujeres con niños aun mamando de sus pechos. Solo mato a quien yo considero que debo matar y si me ofrecen una buena suma.-Dijo el sin mirarla-. Bandidos generalmente, me preguntaba si tú eras de esa clase de bandidos.
-No somos vulgares "bandidos". Si llegamos a un pueblo pequeño, lo tomamos de la forma menos sangrienta posible, en orden, la gente inclusive llega a sentirse más segura mientras nos quedamos, ya que no permito que ningún otro grupo de bandidos más violento entre al pueblo en nuestra estadía. Tomamos lo que queremos calmadamente y la gente nos lo da. Luego nos marchamos. En los caminos encontramos a otros bandidos a veces, los que son listos pasan de largo y los que son tontos y osados terminan siendo cortados por alguno de los míos.
-Ya veo de donde sacas todas esas cosas tan caras. ¿Los amuletos si los hiciste tú? – Le pregunto.
-Sí, los hice con cobre puro, es más sencillo hacerlos con ese material, aunque menos efectivos y no de tan alta calidad como el que te quite.- Le dijo ella.
-Tienes razón, son algo malos.- Yurian se le quedo mirando un momento con ojos entrecerrados-. Aunque había unos de bronce que no estaban tan mal.
-Si, nunca fui buena en lo de los amuletos. –Reconoció ella-. Mayormente porque siempre he tenido el que viste antes, es muy bueno y nunca he tenido necesidad de hacer otro mejor. He estudiado más que todo la medicina, a manejar el flujo de mi harack y conozco muchas runas. –Dio un trago a su vino y apoyo su quijada en la palma de su mano-. ¿Dónde aprendiste a manejar tan bien tu harack? ¿O a pelear? Tienes la apariencia de alguien muy joven como para hacer tan buenos amuletos, manejar el flujo de su harack tan bien como yo y pelear mejor que mis amigos.
-No me empieces a preguntar demasiadas cosas.- Dijo Zyffgrid que volteo su mirada hacia ella con su ceño fruncido, sus ojos destellaron ira por unos segundos y Yurian noto como la piedra se tornaba roja, Zyffgrid volvió la mirada de nuevo hacia el frente-. Solo son cosas que se me han dado bien desde niño, eso es todo.
-Entiendo.- Le dijo ella volteando su mirada hacia otro lado también-. No es necesario que me cuentes nada, la verdad. Solo tuve la tonta idea de que podría conversar contigo.
-No tengo nada interesante que contar, solo soy un borracho que vaga de sitio en sitio buscando donde embriagarse para no tener que pensar en nada hasta despertar al día siguiente con resaca.- Dijo Zyffgrid bebiendo de su botella transparente que cada vez bajaba mas-. Solo te aburrirías teniendo una conversación con alguien como yo.
La piedra en su muñeca era ahora de un color azul tan oscuro como el mar de noche, ¿Mal humor, cansancio, demasiado estrés o quizás Tristeza? Pensó ella ¿este hombre tan frívolo y directo podía estar sintiendo tristeza? Anteriormente en el bar de Haaron pudo ver algo similar por unos segundos, pero lo ignoro por completo, ahora que hablaban de nuevo notaba aquel oscuro azul una vez más y se preguntaba que estaría pasando por su mente, pero prefería no preguntarlo, hace un momento se dio cuenta de que era un hombre al cual no le gustaban las preguntas demasiado personales.
-¿Piensas quedarte a beber aquí hasta la noche? – Le Pregunto ella volviendo a mirarlo.
-Eso creo, a menos que tu amigo quiera llevarme a otro lugar, a fin de cuentas no puedo ir a ningún lado sin él o ¿no?-Dio un trago hondo y un hilo de aquel licor le corrió por un lado de la boca hasta la quijada.
-He cambiado de idea, ahora vendrás conmigo a dar unas vueltas, si te quedas aquí bebiendo Mikk tendrá que cargarte a lomos de nuevo y no quiero dejarle esa tarea.- Dijo Yurian poniéndose de pie-. Deja esa botella en la barra, no quiero que te emborraches más.
-Maldita mujer.-Dijo Zyffgrid en voz baja, sabía que no tenía demasiadas opciones, así que decidió hacer caso-. ¿Qué hay de tu amigo? se extrañara cuando salga y vea que no estoy.
-Te dije que ya me conocen aquí. Posadero, cuando salga Mikk de hacer sus cosas le dirás que este de aquí se fue conmigo.- Le dijo al hombre tras la barra y este asintió-. Bueno, vayámonos.
Salieron del bar y una vez en el túnel fueron por el otro lado contrario a donde se encontraban las escaleras. Zyffgrid iba detrás de Yurian por otro de los estrechos callejones de la ciudad. Ella apenas cubría el camino con su pequeño cuerpo a diferencia de la enorme espalda de Mikken hace un rato, que abarcaba casi todo lo ancho de la estrecha calle.
-Te dije que quería quedarme en la ciudad para ver uno que otro espectáculo.- Le dijo ella guiando desde adelante.
-Sí, también dijiste que era libre después de mediodía.- Respondió el con amargura desde atrás-.
-Creo que eres tan amargado por lo monótona que es tu vida, hay más cosas además del agua del norte y las prostitutas de los bares.
-Como por ejemplo ¿Escuchar las sátiras de los bufones que vinieron a la ciudad? O ¿escuchar los romances de todos esos bardos mediocres que andan por ahí? ¿Ver las acrobacias y trucos de magia de los artistas ambulantes instalados en cada plaza? Son trucos baratos, eso no debería sorprender a alguien como tú que eres usuaria de harack. En fin, me gusta más mi rutina monótona, odio el bullicio de toda la gente de esta ciudad, altera cada uno de mis nervios.
-Eres muy amargado. La verdad si me gustan los trucos que hacen esos artistas ambulantes, son bastante divertidos a su modo, es diferente al harack, me gusta ver como engañan al ojo humano de esa manera, y como luego todos se quedan tratando de analizar cómo es posible que su pañuelo se convirtiera en una paloma que emprende el vuelo y se pierde en el cielo.- Dijo Yurian guiándolo entre aquellas calles estrechas y vacías, para ese momento toda la ciudad se reunía en las grandes plazas y calles principales -. Me gustan los romances que cantan los bardos sobre historias de héroes antiguos y me hacen preguntarme cuál de las tantas versiones que he escuchado será la real, además soy músico y nunca pierdo la oportunidad de escuchar nuevos romances e historias para formular los míos propios. Me gustan las bromas que hacen todos esos bufones y me sorprende su habilidad de improvisar sobre la marcha y sacar una broma con cualquier pequeña cosa que ven entre el público. Tengo más años de los que aparento, pero en la vida he aprendido a ver ese tipo de cosas como si fuera una niña aun, quizás así puedo olvidar las cosas malas como haces tú cuando te emborrachas. ¿No te gustaría salir de tu aburrida rutina si quiera por un día?
Zyffgrid se había quedado en silencio mientras escuchaba todo aquello, luego de que Yurian termino de hablar, al final le respondió.
-No tengo demasiadas opciones, la verdad.- Respondió con fastidio y la siguió mientras cruzaba en las intersecciones de cada callejón, el sonido de múltiples voces de personas se escuchaba cada vez más cerca pero no estaban próximos a ninguna calle principal aun. Entraron a una plaza interna en la cual estaban reunidas unas dos docenas de personas alrededor de la fuente. Aquella plaza era de gran tamaño y estaba rodeada por sus cuatros lados de enormes edificaciones blancas que la cubrían con su sombra, la única manera de llegar a aquel sitio era a través de los estrechos callejones que se conectaban a ella, era como el patio trasero de aquellas cuatro enormes estructuras.
-Aquí es.-Dijo ella dirigiéndose hasta donde estaban todos reunidos, en el centro de la multitud, sentado a un borde de la fuente se encontraba un joven músico interpretando un romance mientras tocaba una mandolina.
-Un romance.-Le reclamo con amargura-. Que original.
-Ese chico es del norte, las historias que se cuentan allá son diferentes a las de aquí, quizás te parezca interesante.- Dijo Yurian.
Se adentraron en el grupo hasta quedar bastante cerca de la fuente, el joven músico de rasgos finos iba vestido de color escarlata de los pies a la cabeza, con finas decoraciones florales de color dorado y una pequeña capa que le cubría uno de sus hombros, su cabello era largo de color gris y amarrado en una larga trenza. Interpretaba un romance sobre una mujer llamada Fela la nigromante, tan hábil usando el harack que lograba despertar a los muertos de sus tumbas. De larga cabellera negra que llegaba al suelo y dejaba un rastro en la nieve cuando caminaba, su oscuro vestido de una tela mágica que la protegía del intenso frio era de una fina lana que dejaba ver la desnudez de su cuerpo. Sus ojos eran azules como el mar congelado y fríos como el hielo. Con cada paso que daban sus pies descalzos lo muertos se iban levantado como rosas negras que florecían en la nieve, con la carne podrida, devorada por los gusanos, con la piel gris, seca y dura abandonada por el calor de la vida hace mucho tiempo y sin saber quiénes fueron ni cómo eran sus nombres en el pasado, la maldición de Fela era traer de los mares del olvido a una vida pútrida y pesadillesca, inconsciente de lo que había a su alrededor. En un momento de su vida, cuenta el bardo, se encontró con un hombre en los bosques gélidos del norte, con el cabello blanco como la nieve, que le llegaba a los talones, con los rasgos más hermosos que jamás hubiera visto. Ambos se enamoraron y vivieron felices un tiempo hasta que el hombre súbitamente murió, dejando a Fela en una profunda depresión, porque sabía que nunca podría traerlo a la vida como era antes, nunca más sentiría su calor y su hermoso cabello plateado se le resbalaría del cuero cabelludo podrido. Al final de la historia Fela se va a las profundidades del frio norte y se saca su vestido negro, quedando totalmente desnuda y muriendo congelada, sola y triste, pero su espíritu continúo vagando en los bosques congelados, reclamando la vida de los que se pierden en las frías noches del norte. Todos le aplaudieron a aquel joven músico alabando su habilidad con la mandolina y su increíble voz que arropaba cada rincón de aquella enorme plaza. Miro por un momento hacia donde se encontraba Yurian y se acercó a ella.
-Mi pequeña y fina espectador favorita.-Dijo mientras con su mano tomaba la de ella y la besaba en la parte superior haciendo una educada reverencia-. No esperaba verte de nuevo luego de que ayer, después que compartimos tan bonitas palabras e intercambiamos historias de nuestros romances favoritos te tuviste que despedir inesperadamente.
-Sabía que estarías aquí de nuevo así que decidí venir a escuchar tus hermosas canciones nuevamente.- Dijo ella sonriéndole.
-Si fuera para verte a ti, te esperaría aquí todos los días del mundo con una canción nueva que te llene de júbilo y haga brillar esos hermosos ojos purpura como amatistas que posees.- Dijo el posando su mano en la mejilla de Yurian para contemplarla mejor.
-Ese sería un lindo detalle.- Le sonrió ella-. Este es uno de mis compañeros por cierto, se llama Zyffgrid.- El bardo miro hacia un lado y vio al alto hombre que le sacaba unos cuantos dedos de estatura.
-Vaya, no me había fijado.- Exclamo-.Me llamo Greg, soy músico multintrumentista y cantautor.- Zyffgrid se quedó de brazos cruzados y solo miro hacia otro lado-. Pues tu amigo es algo callado.-Le dijo a Yurian arqueando una ceja-. Quizás no disfruto demasiado mi canción ¿A ti que te pareció, mi pequeña piedra de amatista?
-Muy hermosa la verdad y muy triste también, había oído algo sobre esa Fela, pero nunca había escuchado de esa historia tan trágica.-Luego señalo a Zyffgrid con el pulgar y agrego-. Disculpa a mi acompañante, su oído musical es completamente nulo.
-¡Me alegra mucho que te gustara!- Exclamo Greg sonriente-. Pero es una lástima que tu amigo no aprecie tales historias.-Luego lo miro a el-. Aunque eso no quita que te envidie demasiado por poder disfrutar de la compañía de esta hermosa dama.- Le dijo Sonriente a Zyffgrid.
-No disfruto de su compañía exactamente.- Le respondió el-. Y si estás pensando que ella y yo tenemos algún tipo de unión sentimental, te puedes relajar ya que no es así.
-Solo es mi acompañante por el día de hoy.- Le dijo ella-. ¿Qué tal si nos sentamos a la fuente y compartimos más historias como las de ayer?
-Seria para mí todo un placer señorita.- Le extendió su ante brazo a Yurian caballerosamente a lo que ella accedió.
-Ven con nosotros, quizás te entretengan algunas de nuestras historias.-Le dijo ella a Zyffgrid con una sonrisa de lado a lado, este simplemente se encogió de hombros y los siguió al borde de la fuente. Compartieron historias por un rato, sobre héroes del norte y héroes del sur, historias de amor, folclore, Yurian reía y hablaba emocionada sobre muchas de las canciones que conocía y Greg le respondía con más historias interesantes, la mayoría bastante trágicas. Zyffgrid solo se limitó a sentarse y apoyar su codo de sus rodillas mientras su cabeza descansaba en la palma de su mano. Su cuerpo empezaba a reaccionar al agua del norte que había bebido hace un rato, se mareo un poco y un pequeño dolor se empezaba a asentar en su frente.
-Sabes muchas historias, Greg, es una lástima que pronto deba dejar la comarca de Grifo.-Dijo ella con algo de pesadez en su voz-.No sé dónde podría encontrarte nuevamente.
-Es fácil mi pequeña amatista.-Dijo el con entusiasmo-.En la comarca de las águilas mas al norte, allá soy mucho más conocido y es donde generalmente hago mis espectáculos, me la paso seguidamente en la posada Las mil cuerdas, que es muy popular en esa comarca, allí se reúnen gran cantidad de músicos y artistas de toda Middard, próximamente me presentare ahí.
-Impresionante, así que eres famoso por allá, no lo habías mencionado, que modesto de tu parte.- Yurian lo miraba con sus ojos purpuras llenos de brillo-. Pues no dudare en pasarme en cuanto pueda, necesitamos reunirnos de nuevo.- Le sonrió cálidamente-. Tienes que contarme más historias del norte como la de Fela.
-Encantado lo haría, tengo muchas más historias similares en mi repertorio musical.- Le aseguro-. Conozco mucho del norte ya que crecí ahí, pero como sabrás la tierra es muy pobre así que decidí abrirme camino hacia las ricas tierras del sur, pero creo que no todos disfrutan de mis romances me temo.- Dijo mientras miraba a Zyffgrid que parecía no prestarles atención.
-Si voy a las Mil cuerdas no lo llevare, tranquilo.- Se reia Yurian mientras le daba una palmada al hombro a Greg-. Como te dije, mi amigo no disfruta mucho la música.
-La verdad, siempre he disfrutado de los buenos romances.-Intervino Zyffgrid rompiendo su silencio-. Es solo que tu versión del romance de Fela no me ha gustado, conozco una versión con un final diferente, que me gusta mucho más, pero no soy cantante ni poeta así que quizás mi opinión no sea de valor para músicos como ustedes. -Yurian volteo la mirada hacia él y lo observo interesada, como si le hubiese tocado una cuerda de lira en su interior en la melodía correcta.
-Pues cuéntamela, me gustaría saber qué final te podría gustar más que ese.-Le dijo ella posando su quijada sobre la palma de su mano, atenta.
-También me gustaría escuchar.- Dijo Greg mirándolo con una ceja levantada.
-Pues bien.-Empezó Zyffgrid-. En la historia que escuche ya hace años, aquel hombre le había prometido un regalo a Fela que pudiera estar a la altura de su belleza. La primera vez le trajo una flor de hielo que se encontraba en la cima de la montaña más alta del mundo, que permitiría a su portador o portadora permanecer joven por siempre y se la coloco sobre la oreja, pero esto a Fela no le servía ya que ella conocía los secretos de la curación y nunca envejecía ni moriría, la tristeza lo invadió por vez primera pero ella lo abrazo con su desnudez y su dolor se calmó. La segunda vez, en una piedra gigante tallo con su alma un poema interminable para ella en donde expresaba sentimientos que ni el más enamorado de los poetas o músicos podría escribir jamás, pero para eso Fela ya lo tenía a él todos los días que con su voz podía cantarle todas aquellas hermosas palabras, la tristeza lo invadió por vez segunda pero Fela le dio un beso frio y cálido a la vez que le devolvió la alegría. Por vez tercera ya sabía lo que tenía que hacer, para una mujer como ella el único regalo que podría comparársele y hacerle justicia era un reino, por lo que el hombre le prometido que se convertiría en un Rey como ninguno y que ella sería su Reina de la escarcha. Lucho ferozmente por conseguir una corona pero al final se dio cuenta de que aquello le era imposible y cayó de nuevo en una gran tristeza, la tercera y más grande de las tristezas, que ni los abrazos ni los besos de su esposa podían sanar, al final el hombre sufrió una depresión tan enorme que enfermo y termino muriendo, taciturno al lado de su mujer mientras ella le decía que no necesitaba una corona y que su reino siempre estuvo junto a él. En medio de una gran desesperación, Fela intento revivir a su amado una primera vez y lo logro, pero volvió con la mirada perdida en el vacío, sin calor bajo su piel y sin responder a las palabras dulces de su mujer, por lo cual con mucho dolor tuvo que quitarle la vida una vez más. Sumida en una profunda tristeza lo intento por una segunda vez, en esta ocasión uso sus lágrimas y un poco de su sangre, pero el cuerpo de su esposo se había podrido ya, lo que regreso a la vida fue un ser corrupto que no podía sostener su propia carne y que la miraba fijamente con ojos llenos de dolor por aquella no-vida con la que lo habían traído de vuelta. Tristemente y en llantos tuvo que arrancarle la luz de sus ojos una vez más. En la tercera ocasión, Fela ya sabía lo que debía hacer, esta vez además de su sangre y lágrimas, utilizo los dos regalos que su esposo le dio; la rosa azul de la juventud y la piedra en la que él había puesto parte de su alma. Lo trajo a la vida por tercera vez y parecía haber funcionado, su cuerpo estaba inmaculado, sus cabellos níveos estaban relucientes y de sus ojos brotaban destellos llenos de vida. Fela en cambio había pagado un precio por traerle de vuelta nuevamente, la parte inferior de su cuerpo se había podrido dejando sus piernas secas y grises con vetas negras por las cuales se asomaban amarillentos gusanos que consumían su carne descompuesta. Mirándola desde arriba completamente impoluto, se acercó a ella besándola cálidamente en la boca para luego decirle con una voz llena de dolor: -Ya no eres mi hermosa Fela, ya no puedes reinar conmigo-. Se quedó ahí, sola y triste sobre la nieve, hasta que sus lágrimas se congelaron, hasta que sus llantos se helaron, hasta que su corazón se cubrió de escarcha, hasta los días presentes ella sigue ahí, reinando solitaria y reclamando la vida de aquellos que se pierden en las noches del profundo norte y mueren de frio.- Zyffgrid hizo silencio haciendo notar que ya había concluido.