“Hasta el día en que muera… hasta el día en que muera…” Esas eran las únicas palabras que salían de mi boca y que circundaban mi cabeza, posándome en la cima de una montaña de cadáveres de demonios, empuñando mi estoque, mirando hacia el horizonte, con un semblante frío y serio. Frase demasiado larga sin mucho sentido. Mi ropa estaba empapada de sangre, mi nariz estaba repugnada del olor a muerto y sangre; casi podría saborear la carne de los cadáveres que se encontraban bajo de mí… pero aun así, eso no me inmutaba en lo más mínimo. Mis ojos miraban repetición, pon observaba o lo que veas más allá del horizonte, mirando hacia el futuro, viendo las cosas que iban a pasar en él; mirando las generaciones futuras de mi familia, que iban a seguir mis pasos. Miraba a mis hijos, mis nietos y bisnietos volverse cazadores de demonios, ya sea para fines altruistas o egoístas; generaciones futuras que iban a derramar su sangre y entregar su vida por sus principios. Ese semblante me hacía feliz por dentro… más aun así, me seguía diciendo a mí misma la promesa que le hice a mi ser más amado, aquel día en el cual decidí entregar mi vida por un futuro mejor.
6 de Enero de 1750 D.C. 9:30 A.M.
Me encontraba practicando esgrima con mis demás compañeros de clase, hasta que de pronto, durante el entrenamiento, termino derribando a unos de mis compañeros de clase, con el que tenía un combate de práctica. Frase algo mal estructurada y que repites palabras sin que sea necesario, te pongo una sugerencia: " Me encontraba practicando esgrima con mis demás compañeros de clase, y en un uno de los combates de práctica, terminé derribando a uno de mis amigos.
- este signo no es es el largo¡Aghhhhhh!- En eso, mi compañero que entrenaba conmigo caía al suelo duramente, estando boca arriba, retorciéndose un poco del dolor. Otra frase que puede mejorarse, ya que no añades ningún inciso y se nota fría.
-¡Es suficiente!- (levantó la voz, o ordenó, incisos que dan más fuerza a los diálogos) Mi maestro de esgrima, un anciano robusto de cabello blanco corto y ojos azules, se acercaba a donde estábamos ambos y detenía el combate. –La ganadora es la condesa Victoria.- Siendo declarada la ganadora, lo único que hice fue hacer una reverencia y volvía a mi lugar, en una esquina del cuarto, alejada del resto de mis compañeros, los cuales me ovacionaban. Pese a las muestras de halago de mis compañeros, yo no me inmutaba en lo absoluto; permanecía seria y distante con ellos, mientras veía a la ventana, observando cuan lento pasaba el tiempo, jugando con el mechón derecho de mí cabello rubio claro.
Jamás he sido la más alta de mi grupo; siempre viéndome a unos centímetros por debajo de mis compañeros y mis familiares. Pero eso no significaba nada para mí; solo eran susurros al viento… o al menos era lo que quería pensar…
5:00 P.M.
Un rato después del entrenamiento, los demás chicos y yo salimos con dirección a nuestras casas. Yo no tenía intención alguna de hablar con alguien en el camino, pero uno de mis compañeros míos decidió seguirme hasta mi casa. No quería ser grosera con el pobre muchacho, por lo que dejé que me siguiera.
-¡Increíble combate el de hoy, señorita Hosenfeld! En verdad eres la mejor esgrimista de todo Kartina.- Uno de mis compañeros de clase, de complexión delgada, cabello castaño rojizo y ojos cafés, de lentes, me decía esto, cargando su estoque con una de sus manos, saltando un poco, sonriendo amablemente.
–Gracias, Geraldo. Pero estoy segura que cualquier esgrimista profesional me ganaría en el primer set. Esto va aparte pues habla otro personaje.
No sé tú- Le decía al muchacho, limpiando el sudor de mi rostro, con una toalla que sostenía con mi mano derecha, frotando mi frente, mirándolo por encima del hombro. Me era lindo que él me diera esos halagos, más no me gustaba que me dieran crédito por logros que no ameritaba, especialmente los cuales eran meras exageraciones.
-¡Hablo en serio, señorita Hosenfeld! Usted es la mejor esgrimista de esta región de Kartina. La elegancia con la que se mueve, la precisión de sus ataques, la rapidez de sus bloqueos y sus evasiones; todo eso es casi insuperable para cualquiera de nuestra escuela. Dígame…- En eso, Geraldo se colocaba en frente de mí, viéndome son una sonrisa en su rostro. En mi caso, yo tenía el rostro cubierto con una capucha, para que no se me notase el rostro; eso es algo que solía hacer muy a menudo. -¿Qué es lo que la vuelve tan buena en esto? ¿Qué es lo que la impulsa a entrenar tanto y a pelear con tanta fiereza, más que la de cualquiera de este pueblo, señorita Hosenfeld?-
Al terminar de decirme esto, yo me paraba en seco y bajaba la cabeza, para de pronto subir la mirada, cruzando los brazos.
Holas Jaden, te he corregido una parte pues tienes fallos de formulación de diálogos, y bastante, pero también en repeticiones, eso es menos grabe pero si que demasiadas dice al lector que no es un escrito pulido.
Alguna frase chirría y se puede mejorar, al igual que los incisos que aportan mucha viveza a los protagonistas, úsalos sin miedos, pero bien: Gritó, amenazó etc...
Otro día me leo algo más. Y mírate los de diálogos que es dónde más fallas.
6 de Enero de 1750 D.C. 9:30 A.M.
Me encontraba practicando esgrima con mis demás compañeros de clase, hasta que de pronto, durante el entrenamiento, termino derribando a unos de mis compañeros de clase, con el que tenía un combate de práctica. Frase algo mal estructurada y que repites palabras sin que sea necesario, te pongo una sugerencia: " Me encontraba practicando esgrima con mis demás compañeros de clase, y en un uno de los combates de práctica, terminé derribando a uno de mis amigos.
- este signo no es es el largo¡Aghhhhhh!- En eso, mi compañero que entrenaba conmigo caía al suelo duramente, estando boca arriba, retorciéndose un poco del dolor. Otra frase que puede mejorarse, ya que no añades ningún inciso y se nota fría.
-¡Es suficiente!- (levantó la voz, o ordenó, incisos que dan más fuerza a los diálogos) Mi maestro de esgrima, un anciano robusto de cabello blanco corto y ojos azules, se acercaba a donde estábamos ambos y detenía el combate. –La ganadora es la condesa Victoria.- Siendo declarada la ganadora, lo único que hice fue hacer una reverencia y volvía a mi lugar, en una esquina del cuarto, alejada del resto de mis compañeros, los cuales me ovacionaban. Pese a las muestras de halago de mis compañeros, yo no me inmutaba en lo absoluto; permanecía seria y distante con ellos, mientras veía a la ventana, observando cuan lento pasaba el tiempo, jugando con el mechón derecho de mí cabello rubio claro.
Jamás he sido la más alta de mi grupo; siempre viéndome a unos centímetros por debajo de mis compañeros y mis familiares. Pero eso no significaba nada para mí; solo eran susurros al viento… o al menos era lo que quería pensar…
5:00 P.M.
Un rato después del entrenamiento, los demás chicos y yo salimos con dirección a nuestras casas. Yo no tenía intención alguna de hablar con alguien en el camino, pero uno de mis compañeros míos decidió seguirme hasta mi casa. No quería ser grosera con el pobre muchacho, por lo que dejé que me siguiera.
-¡Increíble combate el de hoy, señorita Hosenfeld! En verdad eres la mejor esgrimista de todo Kartina.- Uno de mis compañeros de clase, de complexión delgada, cabello castaño rojizo y ojos cafés, de lentes, me decía esto, cargando su estoque con una de sus manos, saltando un poco, sonriendo amablemente.
–Gracias, Geraldo. Pero estoy segura que cualquier esgrimista profesional me ganaría en el primer set. Esto va aparte pues habla otro personaje.
No sé tú- Le decía al muchacho, limpiando el sudor de mi rostro, con una toalla que sostenía con mi mano derecha, frotando mi frente, mirándolo por encima del hombro. Me era lindo que él me diera esos halagos, más no me gustaba que me dieran crédito por logros que no ameritaba, especialmente los cuales eran meras exageraciones.
-¡Hablo en serio, señorita Hosenfeld! Usted es la mejor esgrimista de esta región de Kartina. La elegancia con la que se mueve, la precisión de sus ataques, la rapidez de sus bloqueos y sus evasiones; todo eso es casi insuperable para cualquiera de nuestra escuela. Dígame…- En eso, Geraldo se colocaba en frente de mí, viéndome son una sonrisa en su rostro. En mi caso, yo tenía el rostro cubierto con una capucha, para que no se me notase el rostro; eso es algo que solía hacer muy a menudo. -¿Qué es lo que la vuelve tan buena en esto? ¿Qué es lo que la impulsa a entrenar tanto y a pelear con tanta fiereza, más que la de cualquiera de este pueblo, señorita Hosenfeld?-
Al terminar de decirme esto, yo me paraba en seco y bajaba la cabeza, para de pronto subir la mirada, cruzando los brazos.
Holas Jaden, te he corregido una parte pues tienes fallos de formulación de diálogos, y bastante, pero también en repeticiones, eso es menos grabe pero si que demasiadas dice al lector que no es un escrito pulido.
Alguna frase chirría y se puede mejorar, al igual que los incisos que aportan mucha viveza a los protagonistas, úsalos sin miedos, pero bien: Gritó, amenazó etc...
Otro día me leo algo más. Y mírate los de diálogos que es dónde más fallas.
Los Reinos Perdidos, mi libro, en fase de terminación; un sueño de un soñador
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