Hola, Jaden. Aquí te comento otro trozo de tu historia. Mañana sigo con más.
Si te interesa mejorar tu historia, te invito a que te unas al subforo privado El Dragón Lector. Es un grupo de escritura donde lees y comentas los textos del grupo y después te leen y te comentan a ti. Tienen que darte los permisos o algo parecido y esperar a que algún moderador del foro te incluya.
22 de Enero de 1750. 12:00 P.M.
Una semana después de la fiesta, me había preparado para hacerle una visita a la joven duquesa. Me había puesto un traje militar blanco, con camisa blanca y encajes azules, un pantalón blanco, zapatos cafés y guanteletes blancos. (Me ha parecido un poco raro el traje militar para una mujer de aquella época. Ponle una falda o algo un poco femenino). Mi corazón palpitaba con tanta fuerza, que pensé que se me saldría del pecho. Mi cuerpo no podía mantenerse quieto por un segundo. En verdad iba a reencontrarme con Katalina. Las palabras no podían explicar la cantidad de emociones que sentía en ese momento. Pero debía tranquilizarme; debía de mantener la cabeza fría, para poder pensar con mayor claridad y no dejarme llevar por las emociones. Terminando de arreglarme, salía de mi cuarto e iba al vestíbulo, para hablarle a mi mamá (mejor pon "madre". "Mamá" queda demasiado coloquial).
– ¡Oye mamá, voy a salir a visitar a la duquesa Montesco!- Le exclamaba a mi madre (ya sabemos que le exclama, no hace falta que nos lo repitas aquí), volteando en todas direcciones, a ver si la localizaba de reojo. (quedaría mejor: le decía a mi madre mientras la buscaba por toda la casa).
– ¡Está bien, Victoria! ¡Nomás (quita este "nomás", que no sé qué significa) no regreses muy tarde!- Mi mamá me gritaba esto, desde la cocina del palacio, la cual no quedaba muy lejos del vestíbulo. (me gritó desde la cocina, cerca del vestíbulo)Ya habiendo dicho que me iba a retirar, me dirigí a la salida y salí del palacio, para encaminarme a la casa de Katalina.
1:30 P.M.
Después de un largo camino por andar, el carruaje que había tomado me dejaba dejó en la casa, o mejor dicho, castillo de la joven duquesa. La primera impresión que recibí de éste, (sobra la coma) fue el hecho de que se veía MUY (sin mayúscula; rompe la estética del texto) convencional; parecía una fortaleza abandonada, cicatrizada por el paso del tiempo (esta descripción es muy buena). Era bastante grande; aproximadamente una área de 100 metros cuadrados (yo quitaría esto), pero todo se veía tan desolado. No había decoración exterior y las ventanas parecían muy comunes y corrientes. ¿Cómo era posible que una de las familias más poderosas en todo Kartina pudiera vivir en un lugar como éste así? pareciendo que se va Parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento ¿Especialmente una dama tan hermosa, como Katalina? (Mejor decir algo así: no imaginaba una dama tan hermosa como Katalina viviendo en este paisaje tan desolador).Ese panorama me intimidaba mucho. (Estar allí me intimidaba) ¿Qué tal Y si la señorita Montesco me jugó una charada y me hizo venir aquí por nada? Sintiendo Con todo el miedo del mundo corriendo por mis venas, me dirigí a la puerta y la tocaba llamé varias veces, esperando una respuesta.
– Hola… ¿Hay alguien ahí?- Preguntaba (pregunté) algo asustada, recargándome en el lado derecho de mi cabeza, esperando una respuesta. El silencio de ultratumba de ese lugar me aterraba aún más, hasta que escucho (escuché) esa hermosa voz, una vez más.
– ¡Allá voy! ¡Allá voy!- La voz de la señorita Katalina me reconfortaba demasiado. Era como ir al Paraíso, después de haber atravesado todos los niveles del Infierno. La espera no tomó mucho tiempo, debido a que casi al instante de que Katalina me hablara, ésta me abre (abrió) la puerta del castillo. Ella andaba vestida con una blusa blanca, una falda azul y dos coletas. Sin maquillaje, sin joyería, sin accesorios y aun así se veía excepcionalmente hermosa… al menos para mí.
–Buenos días, señorita Montesco. Amaneció muy divina hoy.- Le decía a la joven duquesa, sonriéndole alegremente, queriendo conservar la calma. Si no fuera porque apenas la conocía y el hecho de que podría ir a la cárcel, hubiera terminado tomándola por completo, en ese mismo momento.
–Jejeje… muchísimas gracias, señorita Hosenfeld. La verdad es que ni siquiera tuve tiempo para arreglarme. De haber sabido que vendría aquí hoy (¿no sabía Katalina que venía? Creía que la había invitado a su casa; lo dices un párrafo antes. Revisa esto), me hubiera maquillado aunque sea un poco. Usted se tomó la molestia de venir de gala.- Katalina me decía esto, agachando la cabeza y sonreía algo nerviosa, con el rostro todo rojo, cual tomate.
–Aun así se sigue viendo hermosa, señorita Montesco.- Trataba de animar a la joven duquesa, levantándole el mentón con mi diestra y le sonreía más. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que hacía por lo que le soltaba el mentón y retrocedía un poco, sonrojándome un poco.
–Jejeje… gracias, señorita Hosenfeld. ¿Le gustaría pasar?- La chica me preguntaba esto, en lo que ella me sonreía tiernamente y levantaba la mirada. (me preguntó sonriendo con ternura)
–Por supuesto, señorita Montesco.- En eso, tomaba la mano derecha de mi acompañante femenina con mi siniestra mano y entraba al castillo. Al entrar a en éste, me llevé una sorpresa muy interesante; El interior de castillo se veía más como un laboratorio que como un castillo de gente noble. Poca decoración, muchos estantes llenos de libros de distintos tamaños y colores, los muros y el techo eran de color gris, como la piedra del cual estaba hecho.
–Vaya… tu casa es algo... convencional, señorita Montesco.- Le recalcaba a Katalina, viendo de reojo lo que estaba alrededor de mí, mirando alrededor con los brazos cruzados.
–Mis padres no les gusta gastar dinero en decoraciones ni nada por ese el estilo. Les gusta usar el dinero de la familia para comprar enciclopedias, libros e instrumentos de química y demás coas así.- La joven duquesa procedía diciéndome esto, volteando hacia arriba, colocando sus manos en su regazo, algo deprimida por estas palabras.
–No te gusta mucho la apariencia de su casa, ¿verdad, señorita Montesco?- Le preguntaba a la joven duquesa, volteando a verla algo preocupada, ladeando mi cabeza hacia la derecha.
–No… para nada… Mejor vayamos a mi cuarto. ¿Le parece?- En eso, Katalina tomaba de mi mano derecha con su mano izquierda, para encaminarme a su cuarto. Viendo que se encontraba algo entristecida, yo no dije nada y le seguí hasta su cuarto, el cual estaba en el segundo piso del castillo. Unos pocos segundos después, finalmente llegamos a su habitación, en el ala oeste de su hogar. La puerta de su cuarto se veía diferente a la del resto del lugar.
(esta frase en en párrafo distinto)–Bueno… aquí estamos, señorita Hosenfeld.- En eso, la señorita Montesco abría la puerta de su habitación y lo que veía en ese momento me había dejado perpleja. El diseño y la decoración del cuarto de Katalina contrastaban demasiado con el del resto del castillo. Las paredes y el techo de su cuarto eran de color rosa y morado oscuro, gabinetes de ébano casi negro, con un espejo en el tocador de roble que se encontraba a la derecha del cuarto. Una cama matrimonial, decorada con cortinas moradas, al lado derecho de un vitral de múltiples colores. No era mucha decoración, pero sobresalía (destacaba, pondría yo)demasiado del resto del edificio.
–Guau… su cuarto es mucho más bonito que lo que ya he visto de su casa, señorita Montesco.- Le decía a la joven duquesa, mirando detalladamente su cuarto, un poco impresionada.
–Muchísimas gracias por su comentario, señorita Hosenfeld.- Katalina me decía esto, sentándose en la cama de su cuarto, colocando sus manos en su vientre. –Dígame, señorita Hosenfeld… ¿de qué le gustaría hablar?- Terminada esa pregunta, me recargaba en el muro cercano a la puerta del cuarto, dispuesta a platicar.
Así fue como continuamos hablando de nosotras mismas y de alguno que otro tema de interés mundano, así como leyendo algunos fragmentos de novelas y cuentos que ella tenía. Notaba que, durante el tiempo en el cual ella hablaba conmigo, Katalina se mostraba muy contenta y sonriente, como si en verdad disfrutara de mi presencia en su casa. Inclusive me permitió comer junto con ella y sus dos padres. El archiduque Frederick Montesco y la archiduquesa Belinda Gallows Montesco. La madre de Katalina era una copia a carbón de ella… ¿O debería decir que Katalina es una copia a carbón de su propia madre? La bella señora Belinda era una dama de 45 años, 1.65 metros de alto, mismo color de cabello y de ojos que los de su hija. Igual de pechugona y de caderona que su hija, pero tenía algo de grasa en la cintura. Su padre, era un señor de 50 años, de cabello rubio cenizo y ojos azul claro; el rostro de él era muy robusto y tosco, pero su mirada notaba una paz interior inmutable. De unos 1.76 metros de alto, algo fornido, para ser un científico.
Bueno, te sigo diciendo lo mismo que en los anteriores textos: repites mucho explicaciones innecesarias como por ejemplo "la chica me decía esto" cuando ya sabemos que se lo está diciendo. Revisa los tiempos verbales porque a veces pasa del pasado al presente y eso confunde un poco.
Te sugiero que te pases por el hilo del Taller literario y leas los temas que hay allí sobre la creación de personajes y demás por si te ayudan a mejorar tu historia. También te aconsejo que te documentes con libros de historia y de arte sobre el siglo donde ubicas tu obra: el siglo XVIII, el de la Ilustración, porque podrías incluir más detalles de decoración, arquitectura, vestimenta para enriquecer el texto, ya que es una época muy bonita.
Espero haberte ayudado. Un saludo.
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22 de Enero de 1750. 12:00 P.M.
Una semana después de la fiesta, me había preparado para hacerle una visita a la joven duquesa. Me había puesto un traje militar blanco, con camisa blanca y encajes azules, un pantalón blanco, zapatos cafés y guanteletes blancos. (Me ha parecido un poco raro el traje militar para una mujer de aquella época. Ponle una falda o algo un poco femenino). Mi corazón palpitaba con tanta fuerza, que pensé que se me saldría del pecho. Mi cuerpo no podía mantenerse quieto por un segundo. En verdad iba a reencontrarme con Katalina. Las palabras no podían explicar la cantidad de emociones que sentía en ese momento. Pero debía tranquilizarme; debía de mantener la cabeza fría, para poder pensar con mayor claridad y no dejarme llevar por las emociones. Terminando de arreglarme, salía de mi cuarto e iba al vestíbulo, para hablarle a mi mamá (mejor pon "madre". "Mamá" queda demasiado coloquial).
– ¡Oye mamá, voy a salir a visitar a la duquesa Montesco!- Le exclamaba a mi madre (ya sabemos que le exclama, no hace falta que nos lo repitas aquí), volteando en todas direcciones, a ver si la localizaba de reojo. (quedaría mejor: le decía a mi madre mientras la buscaba por toda la casa).
– ¡Está bien, Victoria! ¡Nomás (quita este "nomás", que no sé qué significa) no regreses muy tarde!- Mi mamá me gritaba esto, desde la cocina del palacio, la cual no quedaba muy lejos del vestíbulo. (me gritó desde la cocina, cerca del vestíbulo)Ya habiendo dicho que me iba a retirar, me dirigí a la salida y salí del palacio, para encaminarme a la casa de Katalina.
1:30 P.M.
Después de un largo camino por andar, el carruaje que había tomado me dejaba dejó en la casa, o mejor dicho, castillo de la joven duquesa. La primera impresión que recibí de éste, (sobra la coma) fue el hecho de que se veía MUY (sin mayúscula; rompe la estética del texto) convencional; parecía una fortaleza abandonada, cicatrizada por el paso del tiempo (esta descripción es muy buena). Era bastante grande; aproximadamente una área de 100 metros cuadrados (yo quitaría esto), pero todo se veía tan desolado. No había decoración exterior y las ventanas parecían muy comunes y corrientes. ¿Cómo era posible que una de las familias más poderosas en todo Kartina pudiera vivir en un lugar como éste así? pareciendo que se va Parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento ¿Especialmente una dama tan hermosa, como Katalina? (Mejor decir algo así: no imaginaba una dama tan hermosa como Katalina viviendo en este paisaje tan desolador).Ese panorama me intimidaba mucho. (Estar allí me intimidaba) ¿Qué tal Y si la señorita Montesco me jugó una charada y me hizo venir aquí por nada? Sintiendo Con todo el miedo del mundo corriendo por mis venas, me dirigí a la puerta y la tocaba llamé varias veces, esperando una respuesta.
– Hola… ¿Hay alguien ahí?- Preguntaba (pregunté) algo asustada, recargándome en el lado derecho de mi cabeza, esperando una respuesta. El silencio de ultratumba de ese lugar me aterraba aún más, hasta que escucho (escuché) esa hermosa voz, una vez más.
– ¡Allá voy! ¡Allá voy!- La voz de la señorita Katalina me reconfortaba demasiado. Era como ir al Paraíso, después de haber atravesado todos los niveles del Infierno. La espera no tomó mucho tiempo, debido a que casi al instante de que Katalina me hablara, ésta me abre (abrió) la puerta del castillo. Ella andaba vestida con una blusa blanca, una falda azul y dos coletas. Sin maquillaje, sin joyería, sin accesorios y aun así se veía excepcionalmente hermosa… al menos para mí.
–Buenos días, señorita Montesco. Amaneció muy divina hoy.- Le decía a la joven duquesa, sonriéndole alegremente, queriendo conservar la calma. Si no fuera porque apenas la conocía y el hecho de que podría ir a la cárcel, hubiera terminado tomándola por completo, en ese mismo momento.
–Jejeje… muchísimas gracias, señorita Hosenfeld. La verdad es que ni siquiera tuve tiempo para arreglarme. De haber sabido que vendría aquí hoy (¿no sabía Katalina que venía? Creía que la había invitado a su casa; lo dices un párrafo antes. Revisa esto), me hubiera maquillado aunque sea un poco. Usted se tomó la molestia de venir de gala.- Katalina me decía esto, agachando la cabeza y sonreía algo nerviosa, con el rostro todo rojo, cual tomate.
–Aun así se sigue viendo hermosa, señorita Montesco.- Trataba de animar a la joven duquesa, levantándole el mentón con mi diestra y le sonreía más. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que hacía por lo que le soltaba el mentón y retrocedía un poco, sonrojándome un poco.
–Jejeje… gracias, señorita Hosenfeld. ¿Le gustaría pasar?- La chica me preguntaba esto, en lo que ella me sonreía tiernamente y levantaba la mirada. (me preguntó sonriendo con ternura)
–Por supuesto, señorita Montesco.- En eso, tomaba la mano derecha de mi acompañante femenina con mi siniestra mano y entraba al castillo. Al entrar a en éste, me llevé una sorpresa muy interesante; El interior de castillo se veía más como un laboratorio que como un castillo de gente noble. Poca decoración, muchos estantes llenos de libros de distintos tamaños y colores, los muros y el techo eran de color gris, como la piedra del cual estaba hecho.
–Vaya… tu casa es algo... convencional, señorita Montesco.- Le recalcaba a Katalina, viendo de reojo lo que estaba alrededor de mí, mirando alrededor con los brazos cruzados.
–Mis padres no les gusta gastar dinero en decoraciones ni nada por ese el estilo. Les gusta usar el dinero de la familia para comprar enciclopedias, libros e instrumentos de química y demás coas así.- La joven duquesa procedía diciéndome esto, volteando hacia arriba, colocando sus manos en su regazo, algo deprimida por estas palabras.
–No te gusta mucho la apariencia de su casa, ¿verdad, señorita Montesco?- Le preguntaba a la joven duquesa, volteando a verla algo preocupada, ladeando mi cabeza hacia la derecha.
–No… para nada… Mejor vayamos a mi cuarto. ¿Le parece?- En eso, Katalina tomaba de mi mano derecha con su mano izquierda, para encaminarme a su cuarto. Viendo que se encontraba algo entristecida, yo no dije nada y le seguí hasta su cuarto, el cual estaba en el segundo piso del castillo. Unos pocos segundos después, finalmente llegamos a su habitación, en el ala oeste de su hogar. La puerta de su cuarto se veía diferente a la del resto del lugar.
(esta frase en en párrafo distinto)–Bueno… aquí estamos, señorita Hosenfeld.- En eso, la señorita Montesco abría la puerta de su habitación y lo que veía en ese momento me había dejado perpleja. El diseño y la decoración del cuarto de Katalina contrastaban demasiado con el del resto del castillo. Las paredes y el techo de su cuarto eran de color rosa y morado oscuro, gabinetes de ébano casi negro, con un espejo en el tocador de roble que se encontraba a la derecha del cuarto. Una cama matrimonial, decorada con cortinas moradas, al lado derecho de un vitral de múltiples colores. No era mucha decoración, pero sobresalía (destacaba, pondría yo)demasiado del resto del edificio.
–Guau… su cuarto es mucho más bonito que lo que ya he visto de su casa, señorita Montesco.- Le decía a la joven duquesa, mirando detalladamente su cuarto, un poco impresionada.
–Muchísimas gracias por su comentario, señorita Hosenfeld.- Katalina me decía esto, sentándose en la cama de su cuarto, colocando sus manos en su vientre. –Dígame, señorita Hosenfeld… ¿de qué le gustaría hablar?- Terminada esa pregunta, me recargaba en el muro cercano a la puerta del cuarto, dispuesta a platicar.
Así fue como continuamos hablando de nosotras mismas y de alguno que otro tema de interés mundano, así como leyendo algunos fragmentos de novelas y cuentos que ella tenía. Notaba que, durante el tiempo en el cual ella hablaba conmigo, Katalina se mostraba muy contenta y sonriente, como si en verdad disfrutara de mi presencia en su casa. Inclusive me permitió comer junto con ella y sus dos padres. El archiduque Frederick Montesco y la archiduquesa Belinda Gallows Montesco. La madre de Katalina era una copia a carbón de ella… ¿O debería decir que Katalina es una copia a carbón de su propia madre? La bella señora Belinda era una dama de 45 años, 1.65 metros de alto, mismo color de cabello y de ojos que los de su hija. Igual de pechugona y de caderona que su hija, pero tenía algo de grasa en la cintura. Su padre, era un señor de 50 años, de cabello rubio cenizo y ojos azul claro; el rostro de él era muy robusto y tosco, pero su mirada notaba una paz interior inmutable. De unos 1.76 metros de alto, algo fornido, para ser un científico.
Bueno, te sigo diciendo lo mismo que en los anteriores textos: repites mucho explicaciones innecesarias como por ejemplo "la chica me decía esto" cuando ya sabemos que se lo está diciendo. Revisa los tiempos verbales porque a veces pasa del pasado al presente y eso confunde un poco.
Te sugiero que te pases por el hilo del Taller literario y leas los temas que hay allí sobre la creación de personajes y demás por si te ayudan a mejorar tu historia. También te aconsejo que te documentes con libros de historia y de arte sobre el siglo donde ubicas tu obra: el siglo XVIII, el de la Ilustración, porque podrías incluir más detalles de decoración, arquitectura, vestimenta para enriquecer el texto, ya que es una época muy bonita.
Espero haberte ayudado. Un saludo.
El sueño de Perséfone